Partida Rol por web

- Por ahora creo que has hecho bastante.- admitió, mientras pasaba la yema de los dedos sobre las solapas del diario, con un brillo entusiasmado en la mirada carmesí- Aunque estaría bien saber, ¿cómo se logró capturar al Sin Vida la última vez?- preguntó, curiosa, al mismo tiempo que comenzaba a ojear el diario. 

El diario tenía varios pasajes que se podían leer, eran divagaciones de alguien que había perdido el juicio acerca de su obsesión por las mujeres y lo mundanas que eran. De que las aborrecía a todas y cada una de ellas, y que él crearía la mujer perfecta a través de las vísceras que fuera tomando de las mujeres que asesinaba. La mayoría eran divagaciones sobre su poder sobre la muerte y la vida, la sensación de poder sobre los demás.

Encontramos su diario cuando se le sorprendió en unas de sus fechorías. explicó llanamente. Se le caería en la huida, fue un golpe de suerte.. no llegó a estar firmado, pero pudimos seguirle el rastro hasta él.. suspiró recordando y arrugó la frente.

Seretide suspiró hondamente, tras leer el diario, sintiéndose intrigada, pero también un tanto asqueada por lo que había leído- Ese enfermo... En fin...-apretó ligeramente los labios- Todavía podría comprender en cierto grado que matase por supervivencia. Pero lo suyo era... Delirio y puro fetichismo. Asqueroso.-opinó, sin reparos, posando la vista brevemente sobre la escritura del hechicero, y sobre su vaso de vino- Me has ayudado bastante. Y la verdad... Es difícil no pensar en el Sin Vida como posible culpable. O en algún loco que quiera imitarlo. 

El imperial arrugó la frente con preocupación, no dijo nada sobre tu condena de los actos del asesino, mirando inconscientemente hacia donde viste el retrato de la mujer.

Ambas posibilidades son terribles. dijo Calixto mientras volvía a mirarte. ¿Qué pretendes hacer ahora? te preguntó expectante.

- Por ahora... Ir a ver qué piezas ha conseguido ese malnacido. Hablaré con quien se ha encargado de los cadáveres. Luego iré a descansar, y pensaré en todo esto para encajar un poco los detalles que he ido pescando aquí y allá.-explicó, con una sonrisa- Espero sacar algo en claro dentro de toda esta maraña, y no encontrarme a ese malnacido antes de tiempo. -concluyó, levantándose y colocando el plisado de su túnica- Bien, muchas gracias por todo señor Corrium. Creo que es hora de que os deje a solas con vuestros pensamientos. No quiero incordiar más de la cuenta. 

Calixto te despidió comedido y deseando que pudieras ayudar al encuentro del asesino, ya había caído la noche y poca gente pululaba por las calles. Alguna patrulla ocasional se cruzaba contigo y aguantaste sus miradas de suspicacia, pero nadie te detuvo hasta llegar al Salón de los Muertos cuya puerta de madera gruesa estaba cerrada. Había una aldaba en la puerta, tenía la pinta de que a esas horas el lugar estaba cerrado.

Seretide dudó durante un instante, en el que acarició su cayado distraídamente. Era tarde. Pero quizá no tan tarde... Los muertos después de todo no iban a quejarse. Y los vivos... Bueno, tampoco sería para tanto, ¿o sí? En cualquier caso, ya se encontraba frente a las puertas del Salón y el pensamiento de volver a la posada con las manos vacías le reconcomía la cabeza. 

- Qué demonios...-susurró, antes de dar dos golpes secos sobre la puerta con la aldaba. 

Al cabo de unos minutos de silencio, escuchaste sonido al otro lado, alguien había atendido a tu llamada. Unas pesadas baldas se movieron tras la puerta, y detrás apareció el rostro de un enjuto sacerdote de Arkay, el dios de los muertos, no eras muy ducha distinguiendo las distintas etnias humanas, pero apostarías que el hombre que tenías delante era imperial.

¿Quién es? ¿Quién llama a estas horas al Salón de los Muertos? aunque no le dio ningún tono especialmente teatral, la voz gangosa del sacerdote, la noche y las razones por las que estabas allí eran suficientes como para inquietarte un poco.

- Disculpad.-dijo, retrocediendo un paso, casi sin darse cuenta- Acudo al Salón de los Muertos recomendada por el mayordomo del jarl. Me dijo que aquí podría... Responder algunas dudas que tengo sobre los cadáveres de las jóvenes asesinadas en los últimos desgraciados hechos que tienen a la ciudad en vilo. Me encuentro recopilando información sobre el asunto.  

El imperial te miró de arriba a abajo una vez más, aunque asombrosamente no parecía hacerlo por tu escultural cuerpo, sino por razones más mundanas como la desconfianza.

Vaya horas.. vaya horas.. suspiró abriendo del todo la puerta para que entraras. Pasa, dunmer. Soy Milano, sacerdote de Arkay, ¿cual es tu nombre? a pesar de ser algo seco, poco acostumbrado al trato social, era bastante pulcro en las formas.

Acompáñame. te invitó a seguirle hacia un vestíbulo parco en detalles, pero acogedor al fin y al cabo. Había dos puertas, una de madera en un lateral y otra de piedra y marco de mármol, la entrada a las criptas del Salón de los Muertos propiamente dicho. ¿Investigas las muertes de las muchachas? ¿Qué es lo que querrías saber? Y no.. no levantamos a los muertos y no hablamos con ellos.. esas artes nigrománticas no son bien recibidas aquí. parecía aclararlo de oficio, como si estuviera acostumbrado a estas preguntas.

- Seretide.-dijo, respondiendo a su primera pregunta, mientras lo acompañaba. Habría dicho que lamentaba la hora. Pero no era cierto- No, despreocupáos. No pensaba preguntar tales cosas. Sólo quisiera saber, si es cierto que faltaban... Vísceras o partes de los cuerpos de esas muchachas. Y cuáles.- aclaró, apostillando su última pregunta con un dedo índice elevado, como para darle relevancia a su frase. 

El sacerdote te guió entonces hacia esa puerta de piedra, la abrió con una pesada llave. Antes de entrar Milano hizo una genuflexión ante la entrada, murmurando un rezo al dios de los muertos.

Bienvenida al Salón de los Muertos, ruego que tengáis respeto y decoro hacia los restos mortales de los que aquí descansan. te dijo con oficio mientras te guió por ese inmenso laberinto del inframundo, no hizo demasiados giros y te creías capaz de volver por ti misma, el sacerdote te llevó a una sala de piedra contigua que parecía una sala de embalsamamiento.

Las jóvenes.. a todas ellas les quitaron el corazón. dijo con reparo, haciendo una mueca de angustia. Se lo extrajeron con un corte en la caja torácica, diría que con precisión, aunque había irregularidades en.. el uso de la cuchilla.. bien porque fuera poca habilidad, fuera por temblor de la mano. comunicó Milano mientras se colocaba frente a un cuerpo tapado por una manta de lana. Había otras heridas.. en el vientre, cabeza.. pero lo único que se repite es ese punto. dijo con gravedad mientras mostraba lo que escondía la manta.

Era una joven nórdica con los síntomas del rigor mortis avanzados, se veían toda clase de restos de hematomas en el cuerpo y la incisión del pecho con la oquedad vacía. Había una desagradable herida en el bajo vientre, como si le hubieran vaciado los intestinos.

Si queréis comprobarlo por usted misma. dijo el sacerdote mientras te miraba con ojo clínico.

La dunmer siguió los pasos del sacerdote de Arkay, adquiriendo una expresión solemne en cuanto atravesó la puerta de mármol que conducía al Salón de los Muertos. Podía no pertenecer a la misma etnia o raza que Milano, pero aquello no significaba que no guardase respeto por los fallecidos y que no supiese reconocer la labor de quienes se encargaban de disponer sus restos. 

Observó con atención el cuerpo en rigor mortis de la nórdica. Era cierto que no poseía los mismos conocimientos que el sacerdote, pero había visto demasiada muerte a lo largo de los siglos. Sabía reconocer algunos de los signos de la muerte. Y podía vislumbrar la oquedad en su pecho. 

Miró el rostro joven de la muchacha y posó una mano sobre su mejilla, casi con lástima- ¿Sólo faltan los corazones? ¿Se ha llevado el asesino algo más de alguna de ellas? Esa herida del vientre...- preguntó, mordiéndose ligeramente el labio inferior, pensativa- Sé que el uso de magias nigromanticas no es bienvenido aquí. Y no es mi intención dedicarme a ello. Pero, ¿sabéis qué clase de propósito tendría alguien que recolectase tantos corazones jóvenes si tuviera en mente realizar un ritual? Sospecho que esta carnicería tiene un propósito. Y que puede ser tan oscuro como las pretensiones del Sin Vida hace ya varios lustros. 

El sacerdote dejó que examinaras el cuerpo, complacido por el respeto que demostrabas por la muerte. Atendió solícito tus preguntas, aunque todo lo solícito de alguien acostumbrado a tratar con gente que no respira ya.

Ningún otro órgano, los demás se pudieron encontrar esparcidos por.. la escena del asesinato. explicó Milano mientras mostraba tristeza por el fatal destino de las jóvenes. Había mucho odio en esos actos.. apretó los labios orando a Arkay. Rezo que sus almas ahora estén protegidas en el Aetereo, que puedan olvidar el horror de sus últimos momentos.

Cuando hablaste del Sin Vida, el sacerdote se mostró disconforme con lo que decías por alguna razón. Pero no dijo nada, se mantuvo sereno como lo había estado siendo hasta el momento.

Puede que sí, el corazón es un acicate poderoso para según qué hechizos. dijo Milano reflexionando. Los daedra suelen exigir tributos infames para obrar sus perversidades, no sería descabellado pensar que esto tiene un objetivo más.. oscuro.

- ¿Los daedra?- preguntó, casi sin quererlo, sintiendo un hormigueo recorrer su lengua al pronunciar ese nombre- Entiendo. -dijo, sintiendo un dulzor indescriptible en la boca al recordar el sabor del vino que había probado en la festividad de Sanguine- ¿Sabría decirme a cuáles se le rinde culto en esta región? ¿Hay... Algún grupo de conversos con el que hayáis tenido problemas?- añadió, tragando saliva. 

El sacerdote te miró circunspecto unos instantes cuando realizaste la pregunta sobre los daedra, se tomó su tiempo para responder, pensando en lo que iba a decir.

Los cultos daédricos no se caracterizan por ser accesibles o ser reconocidos. dijo como ya sabías. Se rumorea que en las montañas del este hay un santuario a Boethiah, pero no se ha confirmado nada. conocías esa capilla, era frecuentada por varios dunmer, y podías descartar que ninguno de ellos estuviera implicado. No sé mucho más, lo admito.. no suelo salir demasiado del Salón.

Milano se quedó pensativo unos instantes más, el rostro se le ennegreció un tanto antes de decir.

Hay otra cosa.. pero rezo a los Divinos para que no sea así. Hay un ritual antiguo.. el Sacramento Negro.. que precisa de un corazón para invocar a la Hermandad Oscura, un grupo de asesinos funestos adoradores de la Muerte. Y no me refiero a Arkay, sino a otros poderes más perversos. te contó preocupado. Alguien capaz de esta carnicería.. puede que esté tratando de llamar la atención de la Hermandad Oscura, porque solicitar sus servicios.. visto lo que es capaz de hacer.. se encogió de hombros. Es otra posibilidad, una hipótesis.

- No lo sé... -dijo, llevándose una mano al mentón, algo confusa- Tendré en cuenta cualquier hipótesis, claro está. Pero ¿por qué entonces tantos? Con cada crimen ese hombre... O mujer... Se arriesga a ser descubierto. Si sólo necesitase un corazón... ¿Por qué mancharse de más las manos?-meditó, justo antes de mirar directamente a Milano a los ojos, con los suyos carmesí, entrecerrados con curiosidad- ¿Hay algo al respecto del Sin Vida que querríais decirme o que deba saber? Os noté en desacuerdo con mis palabras, si bien las respetásteis. 

Por esa razón no creo que se trate de ese ritual abyecto. asintió lentamente. Pero no descartaría ninguna opción.. expresó el sacerdote mientras te miraba con suspicacia cuando preguntaste por el Sin Vida. Se lo pensó unos instantes antes de responder.

Aunque todos digan que Wuunferth era el culpable, yo conocía a ese hombre. dijo con seriedad mientras te medía con la mirada. Yo no creo que lo fuera, solo una cabeza de turco apropiada al no encontrar al verdadero asesino. dicho esto se calló, suspiró mientras miraba hacia el cuerpo de la difunta. Aunque eso no importa, Wuunferth ya murió.. aunque algunos insistan en que su fantasma ha vuelto, creo que estos crímenes son obra de alguien muy terrenal, ¿no crees? 

Seretide quedó temendamente pensativa, ante las palabras del sacerdote- No, no. Está claro que esto es púramente físico. Un cuchillo no tiene nada de espiritual. O sí, pero es bastante tangible, vaya.-concedió- Puede que obrar como lo hacía el Sin Vida, sea una tapadera. No lo sé. Un modo de confundir a todo el mundo...-pensó, en voz alta, decidiendo entonces que había hablado suficiente- En cualquier caso, agradezco vuestras respuestas. Creo que es hora de que me retire.