Partida Rol por web

The Elder Scrolls - Helgen

[Prólogo] Piedras guardianas -Finalizado-

Cargando editor
29/09/2016, 03:42
Kaeso Adamo

Lo pensaré. dijo escueto mientras te miraba a ti ante la posibilidad de ir a ver a los Barbas Grises. Ahora tengo otras prioridades. anunció con una sonrisa mirándote con calidez que se sobrepuso a un rostro serio, compungido. Si esto ha sido algo aislado o no.. no lo sabemos. reflexionó mientras miraba al fuego habiendo probado un bocado.

Llegaremos a Helgen, es cuanto ahora es importante. arrugó la frente, con la mente envuelta en demasiados pensamientos. Sabremos de donde vienen esos bandidos.. les haremos pagar si hay más de ellos. os miró a ti y a Ganlius, te tomó la mano, la sombra del miedo a perderte planeó sobre él. Esa gente merece justicia.. pero no podemos perseguir fantasmas..

Cargando editor
29/09/2016, 10:42
z/Hati, Garra Roja

Alterné la vista entre ambos hombres mientras hablaba. A Ganlius la miraba serena, cauta. A Kaeso, con una sutil curva en los labos y un brillo en mi mirada. 

-Como deseéis Ganlius- arrugué la frente, extrañada -, mas os ruego, dejad de llamarme "señora"- sonreí -. Me resulta... extraño. No estoy acostumbrada a un trato semejante- antes había dicho que toda persona merecía un trato así, por humildad del propio sacerdote, aunque a Kaeso lo trataba de "tú". Claro, que pudiera deberse a una confianza que, obviamente, el Vigilante no tenía conmigo.

-Yo no tengo inconvenientes en ir a Alto Hrothgar- dije, mirando a Ganlius y luego a Kaeso -. Aunque primero quiero cumplir la voluntad de Farral y, para ello, he de ir a Helgen- Mas sabiendo que mientras tenga el amuleto de Akatosh, otros hombres serpiente podrían atacarnos.

Las... "prioridades" que mencionó Kaeso me hicieron mirarlo con curiosidad, arqueando una ceja mientras intentaba adivinar qué pasaba por su mente. Sentí su mano tomando la mía y presioné cariñosamente con mis dedos.

-Bueno, por ahora, disfrutemos de la comida caliente antes de que el cachorro ataque nuestras botas como protesta- comenté, mirando a Botitas, ansioso por probar su ración -. Aún está muy caliente, enano.

Reí suavemente y apuré mi cuenco. Entonces, con una mirada similar a la de un niño que planea una travesura, miré de soslayo a Kaeso y luego fijamente al sacerdote -Ganlius, vos parecéis conocer a Kaeso. ¿Alguna hazaña curiosa del imperial que queráis compartir?- volví la cabeza hacia Kaeso y le saqué la lengua, traviesa.

Cargando editor
29/09/2016, 15:11
Ganlius Dratinius

Ganlius miró a Kaeso ante tu petición, el imperial se encogió de hombros y el sacerdote suspiró levemente. Te miró de nuevo y asintió lentamente.

Trataré de hacerlo. dijo como compromiso, aunque casi viste asomar el "mi señora" al final de la frase. Tu propuesta de ascender al monasterio de los Barbas Grises se encontró con una respuesta neutra por parte del bretón, aunque Kaeso te miró intrigado. No hay que descartar ninguna opción, pero aconsejo no precipitarse. Y ciertamente, la última voluntad de un moribundo se antepone a esa empresa. elogió tu actitud frente a la desdicha de Farral.

Me parece una opción sabia. No hay que desmerecer un guiso como el vuestro. sonrió agradeciendo su cena. Botitas soltó un gruñidito de queja cuando te dirigiste a él, pero se tumbó resignado a esperar. Bonito cachorro. He conocido cazadores que adiestran animales salvajes en sus cacerías, en una ocasión conocí a un guardia rojo que había entrenado a un oso. Yo no tendría tal mano con los animales. admitió mientras saboreaba la comida.

Cuando preguntaste sobre alguna anécdota de Kaeso, Ganlius recibió casi de inmediato una mirada amenazadora del imperial. El bretón rió levemente ante tu gesto y también por la reacción de Kaeso, se tomó su tiempo para pensar sobre ello.

Hay anécdotas que por decoro y por respeto no contaré. sonrió levemente, alimentando cierto misterio del pasado aventurero de Kaeso. Mas recuerdo una vez que, queriendo cortejar una buena dama, quiso regalarle un ramo de flores. Entonces compartíamos camino por los senderos de Roca Alta.. creo que era en Jehanna, ¿o era Evermore? No lo recuerdo. suspiró con una sonrisa leve. El caso es que un aplicado Kaeso empezó a buscar flores, con el tino que tomó un manojo de ortigas bretonas. ante eso el imperial se excusó diciendo que no sabía lo que eran, que le parecieron bonitas. Claro, los picores no le afectaron dado que llevaba guantes, pero cuando tales plantas llegaron a la nariz de la dama en cuestión.. os lo podéis imaginar. rió levemente recordando la escena. La dama dio un brinco, apenas rozó la ortigas y se salvó de la peor parte, pero en un arrebato de genio le tiró a la cara el regalo rozando todo el rostro de Kaeso con las caricias de las ortigas. dijo riendo a carcajadas. Estuvo una semana con la cara hinchada y dos más para recuperar la normalidad. Tenía el rostro tan deformado, que algunos de los que se cruzaban con él lo confundían con un orco.. 

Las risas del bretón abochornaron al imperial que se quedó en silencio mirando el cuenco de comida, comiendo en silencio. Alegó en voz baja que eso no le volvería a pasar, que había aprendido la lección.

No lo dudo, muchacho. La dama aquí presente sabría aconsejarte sabiamente. de nuevo risas, vibrantes y alegres.

Cargando editor
29/09/2016, 15:18
z/Hati, Garra Roja

Miré a Botitas, resignado y resoplé. Dejé mi cuenco junto a Kaeso y le di al cachorro su ración -Luego no gimotees si te quemas la lengua, sinvergüenza- dije, sonriendo al ver el entusiasmo de Botitas.

-Esa es la idea. Botitas es mi compañero de viaje y espero poder adiestrarlo algún día para que me ayude en la caza- comenté, mirando al cachorro -. Mas aún es demasiado joven. No obstante, les hizo frente a aquellos individuos cuando me atacaron. Tiene coraje para ser un cachorro.

Me senté de nuevo junto al imperial y terminé mi porción de guiso, dejando el cuenco en el suelo. Sabía que el medio lobezno acudiría raudo a relamer los restos en cuanto me despistara.

Entonces Ganlius rió ante mi pregunta y vi de soslayo a Kaeso incomodarse, lo cual me regocijó. Pero cuando el bretón empezó a hablar mi mirada se endureció. Falta de decoro.. vamos, dicho de otro modo: "conquistas", me dije, girando la cabeza para mirar al imperial mientras el sacerdote hablaba. 

-Así que un conquistador, ¿eh?- comenté en voz baja, con un tono que distaba mucho de ser agradable, pero me centré en el bretón y en su narración.

Un nuevo sentimiento, uno que no me gustaba nada, peor incluso que el odio, comenzaba a formar un nudo en mi pecho. Era desagradable, como veneno, y no pude evitar pensar si yo sería para Kaeso una conquista más.

No obstante, el relato resultó ser divertido, y por respeto a ambos hombres, me forcé a mi misma a ocultar aquel oscuro sentimiento. Incluso reí con ganas al final del mismo.

-Ortigas... me imagino que el picor le duró un par de días- dije con sorna, aunque los celos me dijeron que estaba bien que le pasara, por truhán.

Miré al bretón -Disto mucho de ser una dama, Ganlius. Mas Kaeso tiene suerte de que no me gusten las flores- dije -. Aprecio la belleza de las plantas, pero considero que son más útiles en su entorno que en un jarrón.

 

Cargando editor
29/09/2016, 19:25
Kaeso Adamo

La cara de Kaeso fue un poema creciente, y de poema pasó tragedia cuando te vio aquella mirada oscura y maligna de soslayo. Sintió el vello erizarse, pelo a pelo, desde las lumbares a la nuca, y tragó saliva de forma imperceptible.

No te lo tomes al pie de la letra.. Ganlius le gusta exagerar. aunque el devoto sacerdote del dios de la justicia no tenía ser el tipo de hombre que exagera las cosas. Por alguna razón Kaeso se quedó callado durante el resto de la anécdota, viéndose atrapado entre dos fuegos, uno era la anécdota aderezada de Ganlius y otra tus miradas siniestras.

La anécdota terminó con un Kaeso que no había vuelto a abrir la boca, se sentía un poco abochornado, miraba de soslayo a Hati porque aunque se esforzó por esconder sus emociones era consciente de que había en ella un sentimientos denso.

Sí, fue una dura lección. Gracias, Ganlius. dijo lentamente mientras viraba la mirada hacia Hati. Eh.. te dió un golpe con la pierna, suave, muslo a muslo. Como mínimo sé que no he de regalarte ortigas.. y.. bufó. ¿Estás celosa? preguntó sorprendido, aunque de sobra sabía que se había puesto. Al ver esa pregunta, un sabio Ganlius recordó que tenía que ir a comprobar que su yegua estuviera bien, lo que se granjeó una mirada venenosa del imperial.

Eso.. huye traidor.. mal amigo.. siseó mentalmente, luego volvió a mirarte torciendo el morro, sin saber como abordarte.

Notas de juego

Cargando editor
29/09/2016, 19:49
z/Hati, Garra Roja

Ignoré el comentario de Kaeso, lanzándole una mirada fugaz de reojo. Por lo poco que había tratado al bretón, duda que fuera de los que se inventan cosas o las adornan.

Durante el resto del relato, evité mirar al imperial, centrando mis ojos en Ganlius y de vez en cuando en Botitas. Por dentro sentía un fuego que me agobiaba. Y no tardé mucho en desprenderme de mi abrigo, como si con ello esa asfixiante sensación se fuera a aliviar. ¡Ja! Ilusa de mí.

De pronto, el golpe en mi muslo, me hizo mirar mi pierna y luego alzar la vista hacia el imperial -¿Qué?- pregunté, un poco seca, he de reconocerlo -No tienes que regalarme nada- dije, pero cuando Kaeso preguntó si estaba celosa, abrí mucho los ojos y me puse roja cual tomate -¡¿Celosa?! ¡Ja! Para nada...- me incorporé rápidamente mientras el bretón se alejaba y me acuclillé frente al fuego, que estaba bien atendido, y empecé a atizar las brazas con un palo, aunque no era menester. Obviamente, quería evitar el tema y... para que negarlo, sí, estaba un poquito celosa.

Cargando editor
29/09/2016, 21:00
Kaeso Adamo

El bullente sentimiento que guardabas dentro parecía evocar su calor en Kaeso, y no precisamente ese calor agradable que ambos habíais descubierto en la cueva de las fuentes termales, sino uno más pernicioso y nocivo. Cuando lanzaste la respuesta a su pregunta casi le hiciste arrancar una risa burlona, pero se sintió algo cohibido. Aunque debía admitir que verte colorada le resultaba entrañable, supo templar los comentarios más ácidos que pudiera haber soltado años atrás.

Eh.. se levantó, y tomándote de espaldas te alzó y llevó tu espalda contra su torso. Posó la cabeza en tu hombro mientras hablaba con suavidad. Puede que no hayas sido la primera.. pero sí eres la única. podía haber dicho la mejor, pero no quería convertirla en una más, porque no lo era. Te volvió delicadamente hacia él, buscó tus ojos esmeralda con sus ojos celestes.

La única mujer de la que debas preocuparte ahora es.. acarició suavemente tu vientre, un gesto sutil, pero cariñoso y decidido. Es si alguna vez tenemos una niña juntos. coronó esa promesa con un beso en tu frente, y un cristalino te quiero en su oído, uno que nadie más, ni siquiera el viento, pudo llegar a escuchar.

Cargando editor
29/09/2016, 21:38
z/Hati, Garra Roja

Al sentir a Kaeso detrás de mí, cerré los ojos y solté aire con fuerza por la nariz. Me incorporé, dejé rodeada mi cintura con su brazos, pero estaba tensa, muy tensa... incluso cuando apoyó su mentón en mi hombro y me estremecí. Escuché sus palabras pero... ¿cómo creerlo? ¿Qué me aseguraba no eran unas palabras dulces para mantenerme a su lado hasta que apareciera otra? Yo no era una dama, ni una doncella, sino una simple cazadora, que se ganaba el pan ayudando a las gentes de Carrera Blanca y cazando animales y bestias. Mis manos no eran tiernas y delicadas, estaban castigadas por el uso de las armas y manchadas de tierra. No sería difícil encontrar una mujer mucho más decente que yo.

Quería creerlo. Por Dibella, vaya si deseaba creer que yo era la única. Kaeso me había robado mi primer beso, le había entregado mi flor y... -Odio sentirme así... Odio este sentimiento que se ha alojado en mí. Amo a Kaeso, pero...

Bajé la mirada y resoplé, luchando por liberarme de esa carga. Entonces, como si fuera muñeca de trapo, abatida como estaba, el imperial me hizo girar para mirarlo a frente a frente. Alcé muy despacio la vista y mis ojos verdes estaban nublados por la desazón, y humedecidos. 

Sostuve su mirada, hasta que dijo algo que disipó aquel ponzoñoso sentimiento como el río que arrasa los campos cuando se desborda. Lo miré, extrañada, sin saber exactamente a lo que se refería, hasta que su mano acarició mi vientre, atrayendo un instante mi mirada mientras arrugaba la frente. Entonces abrí mucho los ojos, al darme cuenta del significado de sus palabras, y alcé la vista buscando los suyos. Entreabrí los labios para decir algo, pero no me salían las palabras. Rodeé suavemente su torso con mis brazos cuando besó mi frente y lo abracé. Y cuando me susurró aquello al oído, mi sonrisa regresó, curvando mis labios. Besé su hombro y dije: -Y yo a ti.

Respiré profundamente, apoyando mi cabeza entre su hombro y su cuello. Pero otro miedo me atenazó y me aparté lentamente -Kaeso... sabes lo que pude suceder si engendramos un hijo, ¿verdad?- di un paso atrás, como un animal asustado -Mi sangre...- miré de soslayo hacia donde se había ido el bretón y tragué saliva.

Cargando editor
29/09/2016, 22:19
Kaeso Adamo

El imperial te miró convencido de lo que había dicho, respiró profundamente mientras sentía tu beso en el hombro. Él simplemente te abrazó con calidez, llevándote contra su cuerpo. Comprobó que Ganlius estuviera a suficiente distancia para responderte, se armó de coraje para responderte.

Lo que puede suceder es que seríamos felices. respondió quitando de la ecuación tu sangre de licántropo, quizá por miedo, quizá porque no le importaba. A continuación te abrazó con determinación. Tu sangre.. mi sangre.. ambas portan su propia maldición con ella.. me da igual de qué color fluya o qué poderes arrastre.. la única sangre que me importa es la que bombea mi corazón al verte.

Se separó un poco de ti, unió su frente a la tuya en aquel vínculo íntimo y personal. Sonrió y te besó los labios.

Somos tú y yo. Somos los únicos que importamos.

Cargando editor
30/09/2016, 00:09
z/Hati, Garra Roja

Kaeso me atrajo de nuevo hacia él. Antes de que dijera nada, ya su abrazo me transmitía el prólogo de lo que encerrarían sus palabras. Sentí la calidez ascender hasta alojarse en mi pecho. Lentamente, cerqué la cintura del imperial con mis brazos y suspiré -Felices... juntos- musité, como si quisiera creer aquella posibilidad, convertirla en promesa y guardarla con ilusión. Pues Skyrim es una tierra donde sus habitantes son puestos a prueba día tras día desde el momento en el que nacen. El mañana, es un regalo.

Me abrazó con más fuerza, estrechándome entre sus brazos, cuando habló de la sangre, de nuestra sangre y de la que bombeaba su corazón. Sólo otro hombre... bueno, un muchacho en aquel entonces, me había dicho algo tan hermoso.

Nuestras frentes se unieron y esbocé una sonrisa de felicidad. Con los ojos cerrados, acaricié la espalda de Kaeso con ternura, y como si ambos hubiéramos deseado lo mismo, nuestros labios se buscaron y se unieron en un beso que sellaba nuestro amor ante la luz de las Lunas.

-Tú y yo...- repetí, besando nuevamente sus labios. 

Cuando me aparté, más por respeto a Ganlius si hacía aparición, me mordí el labio y golpeé a Kaeso en el pecho, no con mucha fuerta, lo suficiente para que se frotara el pectoral y se quejara un poco -¡Sin vergüenza...!- exclamé -Veo que no voy a poder librarme de ti, bribón robacorazones- dije, antes de reír y asaltarlo a besos, aprovechando que el bretón no había vuelto.

Cargando editor
30/09/2016, 13:29
Kaeso Adamo

Contigo entre sus brazos recibió el golpe en el pecho soltando un silencioso au. Te miró a los ojos poniendo morros, fingiendo enfado, pero cuando lo asaltaste a besos empezó a reír con complicidad.

De la peor calaña. respondió mientras te tomaba en brazos por un instante, coronándote a besos. Esa intimidad se vio prolongada un poco, pues Ganlius remoloneó un poco al ver que estabais besándoos y no quería interrumpir. Creo que será mejor.. decirle a Ganlius que puede acercarse, o no lo hará en toda la noche. rió con tono socarrón mientras te miraba a los ojos.

Cargando editor
30/09/2016, 14:10
z/Hati, Garra Roja

-Ya, la sangre imperial es lo que tiene...- repliqué, antes de reírme y morder el lóbulo de su oreja. Entre sus brazos, intercambiando besos y sonrisas, como si nos batiéramos en un duelo a ver quién se estremecía más, giré la cabeza cuando mencionó a Ganlius. De reojo, vi al bretón y me aparté de Kaeso, algo ruborizada y carraspeando. Me recoloqué la ropa y recogí los cuenco de comida para enjuagarlos.

-Ahora que no hay secretos, creo que debo contarte un par de cosas- dije, girando la cabeza para mirar al imperial y luego señalando con mi mirada al Vigilante -. Más tarde... a solas.

Cargando editor
30/09/2016, 14:58
Kaeso Adamo

Tu reacción hizo reír al imperial, pero sin ensañarse con tu rubor, te besó los labios antes de separarse de ti, te escuchó y asintió.

Hablaremos de cuanto quieras.. sonrió mientras Ganlius se acercaba con varias mantas. El bretón las extendió sobre el suelo, dijo que servirían para evitar dormir en el suelo o taparse, que él usaría una y las otras os las cedía.

Gracias, Ganlius. sonrió al vigilante mientras este se liberaba de las últimas piezas de armadura para dormir cómodo. Luego hubo brillo siniestro surgido de la mirada de Botitas cuando el sacerdote de quitó las botas. Como si fuera un comando, se deslizó entre vosotros directo a por su objetivo, y antes de que cazara su presa, Ganlius se adelantó alzando las botas. El salto que había practicado el cachorro terminó amorrándose contra el suelo y soltando un gruñido de frustración.

Je.. más suerte la próxima vez, Botitas. espetó el imperial con una sonrisa burlona.

Cargando editor
30/09/2016, 15:14
z/Hati, Garra Roja

Sacudí la cabeza. Aquel hombre sacaba lo mejor y lo peor de mí, incluso facetas que sólo unos pocos habían podido vislumbrar, como la picardía. Ganlius se acercó con las mantas y me acerqué para coger una y acercarla la fuego. 

-Gracias- dije al bretón extendiendo la manta justo donde llegara el calor de la hoguera, sin llegar a resultar agobiante. Al ver el intento fallido de Botitas por capturar las enormes botas del sacerdote, reí y rebusqué en mi mochila. Saqué un trozo de cuero curtido, un retal sobrante que un buen hombre me dio, dado que era demasiado pequeño para hacer botas o fundas, pero muy rígido y cuarteado como para hacer una bolsita de cuero. Lo zarandeé delante del cachorro, para atraerlo con su olor y se lo di. Miré a Kaeso -. Sabía que iba a añorar tus botas, así que conseguí ese trozo de cuero antes de salir de Falkreath, para que se entruviese- dije, con una sonrisa de circunstancia. 

Tras sentarme sobre la manta, desaté las correas de mi peto de cuero. La sangre aún estaba húmeda, aunque empezaba a secarse por los bordes. Esa mancha no iba a salir de ninguna manera, pero era un buen recordatorio de los peligros que nos acechan en los caminos.

Me arrebujé, cogiendo mi propia manta para taparme, usando la que trajo el bretón para aislarme de la humedad nocturna del suelo.

 

Cargando editor
30/09/2016, 18:35
Kaeso Adamo

Botitas, como era previsible, rechazó de plano tu sucio intento de soborno. El delicado paladar del cachorro solo aceptaba botas de cuero, no viles sucedáneos sin forma. Con orgullo y dignidad, Botitas se retiró a un lado del campamento maquinando terribles venganzas nocturnas contra cualquier calzado que tuviera la insensatez de ponerse a su alcance.

Botitas a veces da miedo.. comentó Kaeso mirando con recelo al cachorro. El imperial hubiera jurado que Botitas le devolvió una mirada de brillo perverso, pero movió la cabeza acusando a una imaginación demasiado fértil.

Cuando os tumbasteis, Kaeso se te buscó y ya tapada se coló detrás de ti abrazándote por la cintura. Te besó la nuca antes de decir.

¿Me permite este sueño, señorita? rió travieso el imperial en voz baja. Cuando os despistasteis un rugido de dragón os sorprendió, pero resultó que eran los ronquidos de Ganlius que ya se había quedado dormido.

Cargando editor
30/09/2016, 18:48
z/Hati, Garra Roja

Entrecerré los ojos mirando al cachorro -Este perro lobo es demasiado listo- resoplé, resignada, guardando el trozo de cuero en la mochila -Si al final... voy a tener que comprarle una bota cuando lleguemos a Helgen- comenté, viéndome vencida por la voraz fijación de Botitas por el calzado.

Ya acostada, me sorprendió que Kaeso, sabiendo que estaba Ganlius presente, se acostara junto a mí. Tragué saliva, abochornada, mientras comenzaron a arderme las mejillas, pero la cercanía del cuerpo del imperial a mi espalda me estremeció, al igual que cuand susurró aquello, erizando cada poro de mi piel, terminando por desechar mi vergüenza con el beso en mi nuca.

Giré la cabeza para mirarlo -Por supuesto, Excelencia- dije muy bajito, con sorna, antes de flexionar mi brazo y alcanzar su nuca, retorciéndome para besar sus labios, antes de acurrucarme mirando hacia el fuego. Mi mano se deslizó sobre la suya, entrelazando mis dedos con los Kaeso sobre mi vientre. Cerré los ojos, disfrutando de esa sensación.. hasta que aquel rugido me sobresaltó. Mas me cubrí la boca con la mano para no explotar a carcajadas al descubrir que eran los fuertes ronquidos del bretón -Creo que no debemos preocuparnos por las bestias salvajes- susurré -. Los ronquidos de Ganlius espantarían a un Gato Dientes de Sable.

Los párpados empezaban a pesarme, pero sentir a Kaeso pegado a mi espalda... ¿cómo explicarlo? Me estaba empezando a excitar con el roce de su miembro entre mis glúteos a pesar de que ambos estábamos vestidos. Tragué saliva mientras mi respiración delataba mi deseo creciente y, sin darme cuenta, mis caderas se movían temblorosas, rozando la entrepierna del imperial.

Apreté su mano con fuerza y suspiré, antes de guiarla bajo mi camisa hacia uno de mis senos. Quizá el peligro de que Ganlius nos viera o nos escuchara, fuera en parte la razón de que contuviera mis necesidades... aunque mi cuerpo temblaba de placer por ello.

Cargando editor
01/10/2016, 02:36
Kaeso Adamo

Kaeso sonrió burlón cuando hablaste de Botitas, su respuesta fue susurrante, conteniendo una risa burlona.

Asume que Botitas no quiere cualquier bota, quiere nuestras botassonrió a tu espalda, perdiendo su rostro por tu océano rojo. Cuando llegó el alarido-ronquido de Ganlius, también tuvo que reprimir una risa, aunque podría estar acostumbrado a eso comprendió tu reacción. Y al menos aquí esta al aire libre.. aguantarlo en una habitación es..

Quizá iba a vencer el sueño, pero cuando empezaste a rozar tu trasero contra su cadera notaste como el vigor de su miembro empezaba a crecer. En tu oído un suspiro de placer ahogado, uno que anticipó el gobierno de su mano hasta tu seno. Allí empezó a acariciar la sensible piel, hundiendo sus dedos en ella lentamente, y aquello hacía que la intensidad de su sexo creciera.

Sentía la excitación de su cuerpo, y como una siguiente parte de aquel viaje.. la mano libre tomó tu vientre y descendió hasta tu entrepierna, ahí rondó como un depredador la entrada de tu placer, haciendo círculos alrededor de la misma. Sentías su aliento en tu nuca, su masaje a tus senos, y la tentación en tu entrada, el cuerpo de Kaeso se movía a tu compás, rozándose contra el tuyo, marcando con firmeza su huella entre tus glúteos.

Cargando editor
01/10/2016, 13:15
z/Hati, Garra Roja

Cuanto más me excitaba, el miembro de Kaeso se endurecía más contra mis glúteos. Cuanto más palpable era la virilidad del imperial, mmayor era el deseo que hacía temblar mi cuerpo. Era el pez que se mordía la cola y el miedo a que Ganlius nos viera, incrementaba esa necesidad exponencialmente.

Flexioné el brazo hacia atrás para acariciar su rostro, controlando mi respiración entrecortada y mis suspiros de placer para no despertar al bretón, mientras Kaeso masajeaba mis senos. Entonces su mano se deslizó por mi vientre hasta mi entrepierna, donde sus caricias me hicieron suspirar. Giré mi rostro para besar sus labios y mi mano se deslizó sobre la suya para desatar los cordones de mi pantalón.

La dureza del miembro del imperial me enloquecía. Como simulando la cópula, muy despacio para no alertar el sueño del sacerdote, mi cuerpo se movía ansiando que Kaeso entrara en mí.

Desesperada, sin cambiar mi posición, empecé a quitarme la prenda inferior. Necesitaba sentirlo, necesitaba el roce de su piel con la mía... su erecta virilidad palpitando como si llamara a la puerta de mi flor y yo ansiando que dejarla entrar.

Cargando editor
02/10/2016, 15:49
Kaeso Adamo

Los ahogados suspiros de Kaeso en tu oído solo hacían que aumentar la presión a tus senos y la intensidad de sus dedos dentro de ti. Su miembro totalmente endurecido y firme, se rozaba impone bajo tu cadera, como un tiburón esperando alzarse. Llegó al punto de que por aquella tensión pellizcara sus pezones, pero la urgente necesidad de incendiarse lo arrastraba a buscar un cómplice para su sexo.

Sus besos en ti cayeron por tu cuello, llegó a morder en alguna ocasión, de otras iba moviéndote la cadera hacia atrás, buscando encontrar el preciado acceso a tu interior mientras sus caricias se adueñaban de la perla que te hacía estremecer. Notabas su respiración reverberar en tu cuerpo, el deseo hecho carne en cada apretar de sus manos sobre tus senos, como si aquella contención, aquel secreto de no poder gemir lo expresara de forma física e intensa.

Iba a entrar, lo sentías, sentías su glande rozar tu entrada impunemente, pero no lo hacía, ¿a qué esperaba? Kaeso aceleró entonces las masturbación, entregó a sus dedos al desenfreno, jugando al indescriptible juego de que fueran tus espasmos los que buscaran encajarse con su miembro, llevándote al límite de la razón.

Te deseo.. confesó entonces bajito, muy bajito. ..copularía contigo todas las noches.. hasta las que hubiera luna llena... para ser yo tu lobo.. y cazarte contra el suelo.. contra un árbol.. contra la roca.. volvió a tentar la entrada, pero siguió acechando, prolongando la desquiciante necesidad de uniros de nuevo.

Cargando editor
02/10/2016, 17:51
z/Hati, Garra Roja

Tuve que apretar los labios para no gemir. La respiración de Kaeso en mi nuca, el mordisco y los besos en el cuello mientras las manos del imperial sembraban de placer mis senos y mi flor, cuya humedad ansiaba el éxtasis prometido por el miembro erecto que palpitaba contra mis glúteos.

Llegué a girar el rostro para morder el abrigo que tenía plegado bajo mi cabeza, todo para no hacer ruido, para no gemir y despertar con ello al bretón. Sentí la virilidad de Kaeso tanteando mi entrada, enloqueciéndome mientras las paredes de mi sexo se contraían en torno a sus dedos pioneros, rezumando humedad, avivando un fuego ya de sí insoportable. Y sin embargo, el imperial no terminaba de entrar, sólo rozaba su glande una y otra vez por mi flor, haciéndome estremecer mientras mis mandíbulas me dolían por morder la piel de mi abrigo.

Entonces susurró aquello y bufé por el placer contenido que ansiaba liberarse. Arqueé mi cuerpo, tentándolo para que acabara con mi dulce tortura -Tómame... hazme tuya una vez más...- le supliqué en un bajo susurro, girando la cabeza para buscar sus labios -Te deseo... deseo sentir tu semilla derramarse dentro de mí...- contuve un jadeo de éxtasis sólo de imaginármelo.