Partida Rol por web

Tu enfado divirtió en cierta medida a Kaeso, que te veía hecha una furia e, incluso, causó cierta incertidumbre en el imperial de que la nórdica no se te girara la luna y usaras ese puñal con él. Pero afortunadamente no fue así, dijiste aquello y empezó la carrera.

Kaeso quiso seguirte de cerca, pero quizá fuera por el cabreo que llevabas encima que enseguida le cogiste la delantera. El imperial no parecía estar teniendo buena suerte, aunque en última instancia aprovechó la corriente para impulsarse, ya llevabas mucha ventaja. El agua clara del lago te permitía ver sin mucha dificultad el fondo, no era demasiado profundo y no tardaste en apreciar las formas oscuras de algo que yacía en el vientre del Ilinalta: el dragón abatido la noche anterior.

Lograste llegar al punto donde se encontraba la sierpe muerta, y tras tomar aire pudiste zambullirte de nuevo. Kaeso aun estaba llegando, habías vencido la carrera.

Tan furiosa estaba que ni me di cuenta de haber sobrepasado al imperial durante la carrera a nado. Al llegar al cadáver del dragón, cogí mi puñal con la diestra, llené de aire mis pulmones y me sumergí.

Agarrándome a las enormes escamas de la sierpe, comencé a extraer uno de sus colmillos con ayuda de la daga. Tuve que salir a tomar aire de nuevo antes de terminar la faena, mas no tardé mucho más en sumergirme de nuevo, guiada por el hilo de sangre para terminar de hacerme con el trofeo.

Para cuando Kaeso llegó, tú estabas emergiendo de la primera inmersión y el agua se teñía rojiza de la sangre que manaba de la encía del dragón muerto. Te miró a los ojos con una sonrisa, pero sin perder el ritmo de la competición tomó aire y empezó a bajar hacia el lecho del lago con su cuchillo. Frente a frente aguantando la respiración, tratabais de haceros con vuestra pieza, pero tu ventaja fue suficiente ya que el colmillo del dragón ya estaba suelto y lograste arrancar el trofeo antes que el imperial.

Él no tardó mucho más, mostrando tener más fuerza que tú, pero indudablemente saliste vencedora del desafío. Al salir a la superficie, Kaeso salió detrás de ti quizá demasiado cerca de ti, pero con un bufido reuniendo aire en los pulmones.

Pues.. ganaste.. sonrió dando bocanadas de aire. Parece que hay que enojarte para que rindas lo máximo de ti, ¿eh? había poco oleaje, el lago bañado por la luz matinal brillaba con las cumbres nevadas reflejándose sobre la superficie. Todo un espectáculo visual, hermoso, único. Es hermoso. dijo con una sonrisa, en masculino, pero mirándote a ti.

Tras extraer el colmillo de la sierpe, me impulsé con ayuda de la cabeza del dragón para salir a la superficie. Cogí una bocanada de aire y reí victoriosa antes de limpiar el trofeo para observarlo detenidamente. Entonces, sentí movimiento a mis espaldas y la respiración de Kaeso en mi nuca, erizando mi piel más allá de la fría temperatura de las aguas.

Me giré, para miralo a los ojos y sonreí, orgullosa -No sabes nada, imperial- dije, perdiéndome en su mirada, que lucía mucho más hermosa ahora que las cristalinas aguas se reflejaban en ella. Tragué saliva por la cercanía, mientras movía las pjernas para mantenerme a flote, rozando de vez en cuando las de Kaeso.

Ante sus palabras recorrí con la vista aquel bello paraje -Hermoso... libre- lo miré y curvé mis labios en media sonrisa -... indomable.

Nadando con ese roce cercano, Kaeso sentía esa sensación eléctrica que irradiaba el lugar donde estaban. Sonrió burlón ante tu comentario, respondió con el mismo tino.

Mejor, así no me aburriré aprender. soltó una carcajada mientras se movía para mantenerse a flote. Justo cuando comentabas sobre la naturaleza de Skyrim, Kaeso te miró fascinado y tragó saliva.

Supongo que por eso me atrae.. tanto. sin querer caer en la trampa que se estaba tendiendo, empezó a nadar hacia la orilla. El corazón le palpitaba deprisa, se recriminaba esa sensación.. tenía un deber.. una misión.. una venganza.. no había lugar para otra cosa, ¿no? Nada más..

Arrugué brevemente el ceño ante sus palabras mientras me perdía en el mar de su mirada, mas Kaeso pronto empezó a nadar hacia la orilla y mis ojos lo siguieron, confusa. Nunca había sido aficionada a los secretos, ni a los misterios más allá de la propia naturaleza, pero el imperial, era un enigma que una parte de mí quería descubrir.

Me quedé pensativa, mirando las ondas del agua a mi alrededor, hasta que sacudí la cabeza y empecé a nadar de regreso a la orilla. Salí del agua y me senté sobre un tronco caído. Cogí el colmillo de dragó  y comencé a hacerle unas muescas con la daga.

-Si hubieras ganado- dije, para romper el silencio -, ¿qué habrías deseado como premio?

Esperando su respuesta, rebusqué en mi mochila y saqué un cordón de cuero que empecé a enrollar en el colmillo de dragón.

En la orilla, Kaeso se sacudió como lo pudiera hacer un perro mientras esperaba a que llegaras. Te vio salir del agua totalmente empapada, una visión excitante que removió sl imperial que trataba de controlar su cuerpo.

Resopló evitando mirar de más, pero no impidió gozar de la esbelta silueta que mostrabas.

¿Qué hubiera deseado? repitió la pregunta pensativo. Ni lo pensé.. admitió con un encogerse de hombros y una sonrisa. Algo que te hiciera sonrojar, estas preciosa cuando te ruborizas. rió divertido, se quedó en silencio y la miró con detenimiento. ¿Y tú? Has ganado, ¿qué deseas?

Cuando dijo que hubiera pedido algo que me sonrojara, bajé la mirada y sonreí mientras continuaba atando el cordel al colmillo. Entonces, pensando qué obtendría yo, dado que había ganado el reto, incliné la cabeza hacia un lado, mirando hacia el cielo mientras apretaba los labios, pensativa.

Dejé el improvisado colgante a un lado y me incorporé, caminando decidida hacia Kaeso, deteniéndome frente a él. Sonreí y lo abofeteé -Esto, por el beso que me robaste- dije, pero con la misma rapidez con la que le golpeé, tomé su rostro entre mis manos -. Y esto... por mi victoria- susurré, con el corazón acelerado justo antes de besar sus labios.

Kaeso recibió la bofetada con deportividad, al fin y al cabo se la había ganado, pero tu siguiente reacción cogió totalmente de improviso al imperial. Tus labios uniéndose a los suyos generaron una sensación de euforia y magia a la que Kaeso no esperaba, se quedó paralizado.. no por falta de disfrute o gozo, sino por temor a querer tomar algo más hiciera que esa frágil unión se rompiera. Sus manos deambulaban sin tomarla de la cintura, de repente aquello se había vuelto territorio vedado, pero al final de ese beso fue el imperial quien apartó el rostro.

Vaya.. uff.. vaya.. no esperaba ese premio.. sonrió azorado, la miró de soslayo. Es decir.. ha estado.. muy bien.. sí. desubicado, se sentó junto al tronco mientras Botitas degustaba su propio Paraíso teniendo hasta dos pares de botas con los que jugar. Muy bien.. suspiró tratando de hacerse a la idea de que aquello había sucedido.

Sentí que me quedaba sin aliento besando sus labios. Mis manos, torpes, temblaban mientras sujetaban su rostro. Cerré los ojos, dejándome llevar por esa maravillosa sensación. Una nueva experiencia que me acompañaría siempre.

Cuando Kaeso se apartó sonreí, encantada y sorprendida a partes iguales -Un placaje inesperado- musité con sorna, repitiendo sus palabras momentos antes.  Lo vi alejarse y sentí que me faltaba el aire. Suspiré, sin apartar la vista del imperial, hasta darme cuenta de que estaba ahí plantada sin hacer nada.

Regresé a donde había dejado el colgante. Hice un nudo y me lo colgué al cuello. Alcé la vista al cielo y me senté sobre la hierba, usando el tronco caído para recostame, dejando que mi cuerpo, perlado por las gotas de agua, se secara al sol.

Kaeso mostró una sonrisa irónica cuando te escuchó, aquel comentario con el que le devolvías su ironía gustó al imperial. Te siguió con la mirada, sin saber qué decir, solo disfrutando de tu figura como podía estar disfrutando de un paisaje hermoso.

¿Por qué me besaste? preguntó intrigado, dejándose mofas a un lado. Me merecía esa bofetada, puede que más.. no, no esperaba el beso. admitió mirándola con fascinación.

Enseguida movió la cabeza resoplando. Azorado por sus propias palabras y negó con vehemencia.

Déjalo. Sequémonos.. hemos de llegar a Falkreath..

Tumbada bocarriba, dejando que los rayos del sol besaran mi piel blaquecina salpicada de pecas, giré la cabeza para mirar a Kaeso.

-Me preguntaste qué deseaba- le dije, sin ánimo de burla y me encogí de hombros, pero luego sonreí -. Sí te la merecías, y dudo que fuera la última- arqueé una ceja y volví a mirar hacia el cielo, sin añadir más. La verdad es que ni siquiera yo sabía por qué lo había besado.

Me incorporé y me acerqué a mis ropajes y mi armadura -Cierto, mejor que nos pongamos en camino- alcé la vista sutilmente hacia el imperial mientras me embutía en los calzones -. Imagino que tendrás prisa para llegar a tu destino, y ya hemos perdido demasiado tiempo- no había reproche, sino afirmación, en mis palabas. Por mi parte, no tenía prisa alguna en llegar a Helgen, mi destino, mas el imperial parecía tener una misión importante.

Terminé de vestirme y recoger mis cosas, antes de silbar al cachorro y esperar al imperial para continuar nuestro viaje.

El imperial se encogió de hombros sin prolongar la conversación, su mirada curiosa y distraída daban buena cuenta de que saber en lo que estaba pensando era un misterio. Mas al final te sonrió levemente mientras asintió.

Soy bueno evitando castigos. respondió socarrón. Y cuando estuvisteis con todo el equipo encima retomasteis el camino. Sí, será lo mejor..

El gesto ceñudo de Kaeso no dejaba a la imaginación nada, volver a mencionar Falkreath le generaba un cambio de humor patente en su rostro. Desde luego había algo que le preocupaba o, en su defecto, le turbaba en aquella zona. Durante varios minutos estuvo callado, siguiendo tu paso, pero no pudo estarlo demasiado tiempo y el artífice fue Botitas, que se afanaba en seguirte el ritmo lanzando miradas asesinas a tus botas.

¿Dónde lo encontraste? Es un cachorro de lobo, ¿verdad? preguntó para distraerse.

Sin duda, fuera lo que fuera que esperase encontrar el imperial en Falkreath, cambiaba su humor sólo de pensarlo. Continuamos nuestro viaje al vestirnos y recoger nuestros pertrechos, mas Botitas era una inevitable y divertida distracción, a pesar del silencio que ambos guardábamos.

-Mestizo- dije, mientras desviaba la mirada, recordando las palabras de mi madre. "Sé fuerte, pues la sangre de lobo reclamará tu cuerpo y tendrás que aprender a controlarla o la bestia campará a sus anchas" -. Mira- me detuve y cogí al cachorro por el pellejo de la nuca, apoyando al perrito sobre mi pecho y mostrándole las patas traseras a Kaeso -, cuatro dedos, cuando los lobos tienen cinco- dejé a Botitas en el suelo y continué caminando -. Es un perro-lobo, lo encontré junto a su madre moribunda cerca de Cauce Boscoso. Le di una muerte rápida a la loba, mas no pude dejar al cachorro a merced de los depredadores- miré al imperial y sonreí, encogiéndome de hombros -. Fui débil, lo confieso.

Entonces, me acordé de algo y me detuve, mirando al imperial con el ceño fruncido -Mencionaste que viste a las sierpes pelear- comencé a decir -. Entonces, tuviste que ver mi fuego.

Kaeso asistió a tu clase maestra sobre cómo distinguir un lobo de un perro, la verdad es que no tenía ni idea y curiosamente atendió con presunta seriedad. No es que fuera algo que le quitara el sueño, pero de algún modo intuía que aquello era importante para ti y lo respetó.

La próxima vez que un lobo se me lance.. sabré si es puro o mestizo. dijo con ironía, pero con un guiño de ojo que daba a entender que no se tomaba a pitorreo tu explicación. Cuando expresaste que haber adoptado había sido una debilidad, negó con la cabeza. Entonces.. ojalá hubiera más gente débil en el mundo. sonrió levemente. Tener piedad no es ser débil, Hati. antes de que pudieras argumentar posibles paralelismos con la crueldad de la naturaleza, el imperial movió la cabeza. Puede que ese cachorro hubiera tenido que morir, peor no lo hizo.. tú estabas allí.. tomaste una decisión. Es un poder que tenemos, pero también una responsabilidad.

Enfilando el camino, no dijo mucho más, pensando en sus propias palabras. Entonces comentaste aquello de los dragones y el fuego, Kaeso te miró de soslayo.

No era difícil contemplar a los dos dragones pelear en el cielo. dijo con sencillez, asintió lentamente. Vi tu fuego, pero no me acerqué, tampoco sabía que fueras tú. se encogió de hombros. Sabía que una patrulla de justicar thalmor iba a aparecer por esta zona al alba, aposté que Jorol iría a su encuentro.. y no erré.. torció el morro entre satisfecho y resignado.

Sacudí la cabeza, negando las palabras de Kaeso.

-Débil, porque la nauraleza ha de seguir su curso y yo he intervenido- dije, apesadumbrada -. El cachorro, sie era fuerte, hubiera sobrevivido sin mí. 'Sólo los fuertes sobreviven'- añadí, aunque pareciera que citara a alguien -. 'Sólo los regios... sólo los fuertes'

Mi rostro se ensombreció y permanecí callada hasta que nombré el fuego. Como si sintiera que tenía que ser honesta con el imperial, dije: -Jorol también lo vio... y acudió- evité mirar a Kaeso -. Temía que tú siguieras su rastro y esa noche...- suspiré -Baste decir que no pude dormir tranquila.

De pronto, mi rostro se tornó rabia -Hipócrita embustero...- mascullé entre dientes -Me hizo creer que adoraba a Talos, que había que exterminar a los thalmor y... y...- me detuve, cerré los ojos y respiré profundamente -Siento no haberte creído...

Con tu mismo gesto de encogimiento de hombros, Kaeso te miró de soslayo.

Ya habías intervenido dando una muerte piadosa a la madre. dijo pensativo. Aunque ese cachorro no tenía ninguna oportunidad, fuerte o no, de sobrevivir. Dejar a un niño de tres años solo para que se valga por si mismo.. no prueba nada de si es fuerte o no.. simplemente si tienes suerte o no la tiene, como.. ¿Botitas se llamaba? miró al perro-lobo que había alzado las orejillas al escuchar el nombre que empezaba a serle familiar. Pero qué sabrá un imperial, ¿verdad? añadió con sorna, sin malicia, mientras seguía caminando.

Cuando casi te envenenas con tus palabras al referirte a Jorol, Kaeso movió la cabeza restando importancia.

No te avergüences.. Jorol había hecho de eso su modo de vida. explicó sombrío. Era un desgraciado que merecía peor final que el que le he dado.. contaba tristes historias sobre pérdidas de hijos, hermanos, esposas.. ¿quién pone en duda abiertamente desgracias así? Todo el mundo en Skyrim ha sufrido, por desgracia, cosas así.. suspiró y negó con la cabeza. Hiciste lo que creíste correcto.. yo hubiera hecho lo mismo. sonrió burlón. ¿Un cabrón dándole una paliza a otro? Creo que hasta yo tengo corazoncito para eso.. te guiñó el ojo.

La forma de ver las cosas del imperial me sorprendió, y se percibió cuando ladeé la cabeza, escrutando sus ojos. Pero al hablar de Jorol, me sentí estúpida.

-Cuántos habrán perecido por sus mentiras- dije, apretando los dientes -. Si no llego a despertarme antes del alba, si...- miré a Kaeso con sincero agradecimiento -Si no llegas a echarme del camino, habría guiado a esos thalmor hasta mí.

Me estremecí al recordar al imperial tumbado sobre mí. El latir de su corazón sobre mi pecho, las palabras susurradas cerca de mi oído, su rostro rozando el mío... tragué saliva, sintiendo de nuevo ese rubor que parecía acompañarme todo el trayecto. Sacudí la cabeza y continué el camino.

-¿Quieres desayunar?- pregunté al cabo de un rato, aunque lo cierto es que el nudo que tenía en el estómago poco me iba a dejar comer. Sinceramente, era una excusa. Aquel hombre me intrigaba y quería retrasar a propósito nuestro viaje a Falkreath. Intentaba negármelo a mí misma, pero lo cierto es que, de alguna forma, temía no volver a verlo al llegar a nuestro destino.

Kaeso negó lentamente según te escuchaba, tampoco parecía querer que te fustigaras en exceso. 

Jorol fue un legionario imperial, de la peor calaña. Pero también tenía otros vínculos mucho más sombríos.. no quiso aclarar la naturaleza de estos, pues no continuó su frase. Era un traidor. Eso es todo. paradójicamente colaborar con los thalmor no era estrictamente una traición, aunque el imperial parecía tener motivos de peso para creer en ello.

Podías ver que Kaeso hablaba contigo, pero sin perder detalle del camino. Sentías que una fuerza poderosa lo movía hacia adelante, una determinación casi fanática. Pero a la par, una actitud distendida e irónica, contrastes que envolvían al propio imperial y lo empujaban a seguir adelante. Cuando propusiste el desayuno, el imperial te miró extrañado, volviste a cogerle por sorpresa.

¿Desayunar? Está bien.. supongo que va siendo hora.. te miró perplejo, sonrió levemente, con naturalidad sin artificios. ¿Qué propones?