Partida Rol por web

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

Negué con la cabeza, apretando los labios, como respuesta a la pícara mientras Bjorn y Tavase hablaban -Paanthurnax no podía llevarlo con nosotros y le ordené que regresara a Helgen- le dije. La culpabilidad por si le había pasado algo, iba formando un nudo más grande en mi pecho cada día que el can no aparecía -. Kaeso y Seretide dicen que quizá no se ha acercado por la multitud de refugiados- miré al guarda rojo cuando se dirigió a mí -. Botitas- corregí -, y no es mi perro, es mi compañero- aclaré, un poco hosca, pero en seguida suavicé el tono de voz -, mas agradezco la ayuda que me ofreces. Sin embargo, salir ahora es demasiado peligroso con tanto draugr vagando por la comarca, y una partida de caza puede conllevar un riesgo mayor que la recompensa. 

No obstante, formar parte de una patrulla por los alrededores me parecía mejor idea que alejarme demasiado del pueblo en busca de una presa y arriesgarme a ser cazada en vez de cazadora, por muy sigilosa que fuera.

-Con la gracia de Kyne puedo ayudar a detectar a los no muertos- dije a Bjorn -. Además, me vendrá bien tener la mente ocupada- una vez más miré hacia el bosque y arrugué la frente. Suspiré y miré al nórdico -. Hadvar el Tenaz- dije -. Es el thane y quien lleva las riendas en Helgen. Preferiría tratar con él antes que con los soldados imperiales... mas no soy quién para decirte qué hacer.

Mis simpatías hacia el Imperio eran pocas y tenía cosas más importantes en mi cabeza que molestarme en ocultar lo obvio.

Fortaleza de Helgen, Finales del Mes de Helada

Solo gracias a quienes habían sido compañeros míos consigo entrar en la fortaleza, a quienes agradezco mucho por su lealtad y cuyos actos no olvidaré. Al ingresar, camino orgulloso hasta que encuentro a Hadvar y los otros reunidos. Este me mira con cierta desaprobación y pregunta qué hago aquí, a lo que respondo con soltura:

 - "Estuve en el fin del mundo y querrá saber lo que yo. Traigo información valiosa de primera fuente pues fui yo el que interrumpió el ritual que destrozó la luna."

Me quedo de pie, orgulloso y quieto. A diferencia de siempre que iba a la fortaleza, no estoy parado firme ni he hecho saludos militares. Sé que ya no estoy en la Legión y no seré patético intentando comportarme como alguien a quien no quieren. De todas formas, desde que abandoné la Legión he vivido las cosas más intensas y terribles que se pueden vivir, por lo que ya no temo nada.

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

A ojos de la nórdica, el animal seguía siendo suyo por mucho que se empeñase en decir que era su compañero, pero prefirió pasar del tema, con una vez había tenido suficiente. Estando como estaban las cosas, esperaba que el animal pudiera volver sin problemas, aunque no veía porque no lo había podido llevar con ella en el dragón.

Por otro lado, el odia hacia los imperiales y no hacia el Thane le hizo bastante gracia y no pudo más que pinchar su pequeña burbuja.

Em… es gracioso que tengas problemas con los soldados y no con el Thane, que también perteneció a la milicia imperial… replico con una naturalidad pasmosa como quien habla del tiempo, aunque por dentro estuviese su pequeño yo demonio riéndose de aquello.

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

Bjorn escuchó las palabras de unos y otros. El cachorro de perro, lobo o lo que fuera de la cazadora seguramente estaría cerca. A salvo y buscando alimento por su cuenta. Con suerte, cuando todos se alejaran y no olfateara tantos rastros distintos, sería el propio animal quien se acercaría a Hati.

- Kaeso y Seretide seguramente tienen razón. – Dijo a la mujer. – Cuando todos nosotros nos alejemos y te dejemos a tu aire, el cachorro… Botitas – dijo corrigiéndose sobre la marcha - se acercará. – No era un hecho, pero la seguridad que el nórdico transmitía habitualmente en sus palabras, daba tranquilidad a cualquiera que le escuchara.

Bjorn observó con más detenimiento a Hati cuando ésta mencionó que podía detectar a los muertos vivientes.

- Está bien. Hablaré con el thane y se lo propondré. – Estaría bien poder contar con las dotes de esa mujer en una patrulla de vigilancia.

La otra mujer, Eldrid, intervino en la conversación, y Bjorn la observó preguntándose si aquel comentario era algo amistoso entre ellas, o si era una puya por alguna afrenta pasada. Parecían conocerse desde hacía un tiempo… así que decidió mantenerse al margen de aquello.

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

Asentí con la cabeza, arrebujándome en mi capa -Que Kyne te oiga...- musité, con la esperanza de que tuviera razón, igual que la dunmer y el imperial.

Me incorporé, dispuesta a marcharme, cuando Eldrid hizo aquel comentario. No estaba el horno de piedra para bollos dulces, y en mi expresión se percibió -En ningún momento he dicho tener problemas con ellos- aclaré, aunque cierto es que los detestaba -. He mencionado al thane porque, aunque haya servido en la legión, es el administrador de este asentamiento- sostuve la mirada de la pícara -. Y, por tanto, lo considero mejor opción respecto a lo que ha preguntado Bjorn.

Di un par de pasos hacia la derecha, pero me detuve y añadí: -Además, Hadvar es nórdico. Y Kaeso en parte también, antes de que digas nada. Buen día a todos.

Fui bastante brusca, lo sé, pero en mi fuero interno me estaba volviendo loca con todo lo que estaba pasando y con lo que podría suceder.

Eldrid no tenía la culpa de mi turbación, mas se estaba convirtiendo en el objeto de desahogo y no podía permitirlo.

Más tarde me disculparía con ella. Por ahora, me dirigía hacia el templo de Kynareth. Quizá allí podía hallar un poco de paz, a falta de poder ir al bosque.

21 de Helada, Mediodía. Calles de Helgen

Los comentarios acerca de una posible patrulla fueron tomados en cuenta por Tavase y así lo hizo saber -cuenten conmigo para limpiar los territorios cercanos, pero creo que la gran cantidad de gente atraerá a los muertos antes de que nos demos cuenta. Por lo mismo quizás sea menester preparar a los habitantes de Helgen-.

Miré a ambas mujeres cuando comenzaban algo similar a una discusión y me desentendí, en cambio pense en los puntos que había recorrido llegando a este lugar, intentando recordar cuals serían de importancia vital.

Herrería de Dorthe, Finales del Mes de Helada

Dorthe escuchó tus reflexiones, la mujer simplemente se encogió de hombros mirando hacia la fortaleza.

—Al menos tenemos la guarnición de la Legión Imperial, estaremos bien protegidos —apuntó la nórdica con sinceridad, cuando le preguntaste acerca de la armadura se quedó pensativa, se acercó a su almacén.

—Por las flechas no te preocupes, la armadura debería preparártela —hizo una mueca mirando el equipo disponible —. Pero puedo tenerte lista la armadura a principios del mes que viene, te avisaré.

La herrera asintió señalándote uno de los edificios grandes de Helgen.

—El Final del Camino de Rodegar, la única posada y taberna, pero no se come ni bebe mal. Di que vas de mi parte —echó una mirada a un ruido fuerte, dos chavales habían entrado a curiosear y habían tirado varias piezas de metal —. ¡Por todos los daedra! ¿Otra vez vosotros? ¡Largo!

Los dos chicos salieron corriendo entre risas, Dorthe suspiró negando.

—Con tanta gente, una no puede estar tranquila, maldita sea.

24 de Helada, Herreria, primera hora de la tarde

La herrera estaba trabajando en ese momento, no dejó de trabajar aun viendo como te acercabas al reconocerte.

—Hola Eldrid, muy ocupada, hastiada de gente y acalorada, ¿y a ti? —preguntó con un tibio mal humor.

Fortaleza de Helgen, Finales del Mes de Helada

Hubo un breve silencio al escucharte, Hadvar miró a sus interlocutores con desconcierto antes de volver a ti.

—¿A qué te refieres, Einar? —lo miró con suspicacia —. ¿Ritual? ¿Qué tienes que ver con todo esto?

La voz de Hadvar era cauta, junto a él Vikar se mostró intrigado mesándose la barba y el hechicero Silgurf se cruzó de brazos mirándote inquisitorial.

Fortaleza de Helgen, Finales del Mes de Helada

Sonrío ante las miradas incrédulas que recibo, pues parece que no están seguros de qué fue lo que me llevó a conocer aquellas cosas. No me asustan pues sé que todo lo que hicimos es digno de elogio y no de reproche, pero creo que igual es un tema delicado, por lo que respondo con calma:

 - "Sucedió en Alto Hrothgar, donde fuimos a perseguir a los asaltantes que asesinaban personas en los Mil Escalones. Ahí descubrimos todo lo que sucede y vimos como empezó esta catástrofe, la que podría haber sido mucho peor si no hubiésemos intervenido. ¿Quiere que le cuente acá o habrá un lugar más privado para discutir el asunto?"

Espero a que me responda mientras miro alrededor, donde parece haber más gente de la que probablemente debería oír este relato. No es que sea un secreto ni nada por el estilo, pero si algún otro Akaviri camuflado está entre los presentes, lo mejor sería esconderles el hecho de que el ritual fue interrumpido y que todos sus líderes están muertos.

24 de Helada, Herreria, primera hora de la tarde

Miró como trabajaba el metal, los golpes que daba con el martillo y tenía la impresión de que sus martillazos los daba con bastante mala leche.

Si… es raro ver tanta gente aquí supongo. A mi…bueno, ocupada también, la posada esta hasta arriba de gente así que es un no parar, solo ahora pude escaparme un rato hasta aquí. Necesitaba hablar contigo de negocios. Me he quedado sin dagas y necesitaba reponerlas.

Herrería de Dorthe, Finales del Mes de Helada

Al escuchar la respuesta al equipo el explorador asiente con la cabeza y sacando algunas monedas paga por adelantado a su vieja amiga, creo que buscare esa posada y si me es posible tratare buscar información de la comarca del este. dice mientras ve a los chicos en lo que Dorte clavaba su feroz mirada.

comienzo a pensar que no te gusta recibir tantas visitas, si llegas a necesitar algo no duden en avisarme. Viggo se acerca a la muchacha y saca una pequeña pieza negruzca de forma exagonal, y la pone en las manos de la herrera y agrega: esto es una escama de dragón, quería traerte una garra pero esos malditos monstruos son tremendamente difíciles de despesar, es bueno verte vieja amiga el guerrero da media vuelta y se dirige a la salida, que tha... los dioses te bendigan nos veremos luego. despidiéndose para afrontar la ciudad

Fortaleza de Helgen, principios del mes de Ocaso

Habían sido unas semanas penosas en Helgen, el continuo flujo de refugiados estaba poniendo a prueba las capacidades administrativas de un thane Hadvar cada vez copado por la situación. Era un guerrero, lo suyo era luchar, pero se esforzaba al máximo por mejorar la situación de todos los afectados por el cataclismo reciente. Las noticias de la destrucción de Soledad habían golpeado severamente la moral de los nórdicos, muchos temían la sombra de una nueva guerra civil con la muerte de la Reina Suprema.

Por fortuna, la horda de muertos vivientes había estado menguando en Falkreath, pero las noticias tampoco eran esperanzadoras. Los draugr se empezaban a acumular en las montañas del norte de Carrera Blanca, como si algo les llamara a ese lugar. Muchos de vosotros esperabais la llegada de Paarthurnax con las nuevas, pero el dragón no llegaba, creíais que se había olvidado de vosotros. Pero una mañana, Hadvar os mandó llamar a la fortaleza, había llegado una extraña visitante que pedía hablar con los que presenciaron el ritual de la Garganta del Mundo.

Fortaleza de Helgen, principios del mes de Ocaso

La traición y el desengaño habían ocupado la mente de Bjorn en aquellas semanas. Ni siquiera el hecho de exterminar a numerosos grupos de muertos vivientes que se acercaban demasiado a Helgen había servido para apaciguar al caballero.

Su aspecto era cansado y ojeroso. Y realmente aparentaba más años de los que en tenía. Era como si todo el peso del mundo le hubiera sobrevenido de golpe. Había estado esperando una señal... y ésta no llegaba.

La convocatoria de Hadvar le dio que pensar. Esa extraña visitante quizá pudiera ser la señal que estaba esperando. Pero lo más seguro era que no. En cualquier caso no perdía nada por acercarse a echar un vistazo... y averiguar qué quería esa desconocida de todos los que presenciaron el maldito ritual.

Durante esas semanas había llegado a conocer un poco mejor a algunos de sus compañeros en aquella loca huida y en la posterior lucha contra el abyecto sacerdote, Volkar. No sentía lo mismo que cuando combatía codo con codo con sus hermanos caballeros... pero sí había logrado a sentir cierto grado de simpatía... de camaradería.

Era algo bueno y por poco que fuera debía aferrarse a ello.

Bjorn, de entre todos los convocados, fue el primero en aparecer en el umbral de Hadvar.

Fortaleza de Helgen, principios del mes de Ocaso

Trataba de lidiar con todo lo ocurrido como podía y agradecía la cantidad de trabajo que la mantenía ocupada y con la mente alejada de los sucesos, pero era notable el cansancio de tanto trajín sumado a pocas horas de sueño y a la angustia de no tener noticias de Riften. Y no había sido por intentos. Lo peor de todo era eso, no saber y no ayudaban nada las noticias sobre otras zonas de Tamriel que habían quedado completamente destruidas o directamente borradas de la faz de la tierra.

Sentía que todo aquello era culpa de todos ellos, que no habían podido parar a tiempo el ritual a pesar de que habían conseguido romper la gema. Todo parecía indicar que así era.

Cuando recibió la orden de que debía presentarse en la fortaleza, no tardó en llegar hasta allí, observando que Bjorn ya se encontraba en el lugar.

Hola Musitó con un hilo de voz bastante apagado

Fortaleza de Helgen, principios del mes de Ocaso

Los acontecimientos que había desencadenado el ritual habían transformado por completo la vida cotidiana de Helgen, nunca había sido tan ajetreada. Junto con la pequeña Danna, el druida se traslado al Templo de Kynareth bajo la protección de Eisya y por consejo del hechizero Silgurf. Una medida para mantener a salvo a la pequeña y ayudar a su descanso.

La simple ayuda que Aster prestaba a Britte y Eisya habia pasado a ser un trabajo a jornada completa como curandero de Helgen, con la llegada de tanta gente faltaban manos y el bretón necesitaba mantener la mente ocupada, tanto como le fuera posible. Durante las semanas que siguieron se le podía encontrar en el templo siempre junto a su hija, aunque encontraba momentos de descanso en los que, por consejo de Eisya, se relacionaba con los que se estaban convirtiendo en su familia y amigos.

Cuando recibió la llamada de Hadvar acudió de inmediato, dejando a Danna junto a la sacerdotisa. Al llegar al lugar, se encontró con Bjorn y Eldrid. Les dedico a ambos una leve sonrisa a modo de saludo. Su rostro era el reflejo del cansancio, con pronunciadas sobras oscuras bajos los ojos y una postura algo encogida que le hacía parecer más bajo de lo que en realidad era.

Fortaleza de Helgen, principios del mes de Ocaso

Los días en Helgen habían sido una mezcla compleja de tensión y aburrimiento. He tenido todos estos días la necesidad de hacer algo, cualquier cosa, pero no hay nada que pueda hacer pues incluso abandonar el pueblo en una misión de cacería de muertos en las cercanías significaría un suicidio y un descuido del pueblo. Helgen puede ser atacado en cualquier momento y no me perdonaría no estar aquí para entonces.

Así que solo queda esperar. Esperar a ser atacado, esperar a que las reservas de alimento se acaben, esperar al dichoso dragón que no llega. Simplemente esperar.

Mis días completos se ocupan en entrenarme. Entrenarme y beber, porque no hay mucho más que pueda hacer. Mañana y tarde entrenaba, por las noches bebía para mantenerme despierto por si sucedía un ataque pero nada sucedió.

De pronto, recibimos la noticia de que una mujer se ha presentado preguntando por nosotros, los que estuvimos durante el ritual que llevó el mundo a la mierda. Me pregunto qué será lo que quiere aunque no pierdo la esperanza de que sea el dragón, disfrazado de mujer de alguna forma. Sea lo que sea que nos saque de esta situación tediosa de nada, será bienvenido por mí.

Fortaleza de Helgen, principios del mes de Ocaso

Seretide había sido un fichaje asiduo del salón de la posada de Rodegar, en la cual se la había visto perder el tino más de una vez. Sobre todo durante las primeras semanas que acontecieron tras los desgraciados eventos que habían dado lugar a aquella suerte de tensa y temerosa convivencia. Su pelo, definitivamente blanco, lucía ahora aún más en contraste con su piel de ébano, siendo la marca indeleble de un acontecimiento que de seguro jamás iba a poder borrar de su memoria. 

Si uno era medianamente observador también se habría dado cuenta de que se encontraba frecuentemente en compañía del sacerdote de Arkay que había acudido con ella a Helgen, meses atrás. Una compañía que daba el aspecto de trascender de lo que podía considerarse una amistad, por muy estrecha que ésta fuese. También se la había visto frecuentando la presencia de Erandur, el dunmer sacerdote de Mara, aunque aquello no parecía trascender de la amable cordialidad. 

Su ánimo, parecía haber mejorado igualmente a partir de cierto punto. Había algo, cierta seguridad en su expresión, cierto alivio, en ocasiones, que si bien no borraba por entero la espera y las preocupaciones, había calmado sus sueños, y la había permitido disfrutar como gustaba de los pequeños placeres de la vida. 

Sin embargo, la seriedad que requería la ocasión teñía en aquel momento su rostro. Una seriedad que la acompañó hasta el lugar en el que se la convocaba a ella, y a aquellos junto a los que había presenciado algo que desearía poder olvidar, a los cuales dedicó un asentimiento a modo de saludo. 

Fortaleza de Helgen, principios del mes de Ocaso

La mirada del cazador exudaba el cansancio del alguien que no había parado en varios días de recorrer los parajes cercanos a Helgen, la carne era cada vez un lujo mas extraño y era que los animales de la región huían y la verdad no era para menos, su rastro era cada vez mas difícil de seguir y los pocos restos que encontraban eran de aquellos profanados por los grupos de muertos vivientes.

De vez en cuando se encontraba con algunos refugiados que le sonreían con agradecimiento y otros le reprochaban sin palabras, pero en su interior Viggo no estaba seguro de si debería corresponder los gestos, como el veía las cosas, haberles salvado la vida en el fondo solo hacia la vida mas difícil para los supervivientes de la fortaleza, sin embargo quien se creía el para abandonarlos a su suerte?, los había traído a rastras hasta la seguridad de los muros y con su característica carisma les advertía amenazante: están vivos, así que mas vale que hagan algo por este lugar que muestre que no perdí mi tiempo evitando sus muertes.

Esa mañana había pasado por la herrería para recoger un encargo cuando uno de los guardias le abordo para darle el mensaje de que era convocado, en su interior la duda de si había llegado la hora de responder por los hechos de la garganta del mundo le carcomía la conciencia, asintió con la cabeza mientras lanzo una mirada larga y profunda a las las montañas al otro lado de los muros se pregunto, -¿alguien me seguiría si escapaba a las montañas?, sin embargo sacudió la cabeza negando al recordar las veces que había tenido que salir corriendo por su vida por los muerto, convertirse en carne molida para los cadáveres era un panorama mucho mas desalentador y se dirigió a la reunión.

Como era de esperarse no fue el único llamado al recinto y ademas no fue primero en llegar, miro a los aventureros y con un sutil ademan les extendió un saludo, y gracias a los dioses ninguno se mostraba muy conversador en aquel momento, por lo que busco donde sentarse y esperar el porque de la reunión.

Fortaleza de Helgen, principios del mes de Ocaso

En aquellos días el tono del interior de la fortaleza se había ennegrecido, el ánimo no era el mejor, pero , ¿dónde lo era? El cataclismo celeste primero, la plaga de muertos vivientes luego, las oleadas de refugiados.. Hadvar intentaba mantener el orden en Helgen, pero no era un secreto que todo aquello había desbordado su capacidad. Este os recibió con el gesto mustio, acompañado del huraño hechicero Silgurf y una figura desconocida para vosotros, una mujer humana de traje negro, cabellos oscuros y mirada hipnótica de color rojo. También percibíais una fuerte presencia de legionarios, prestos a combatir, vigilantes.

—Gracias por venir —dijo con la voz cansada, pero firme, os miró uno a uno —. ¿Sois los que han podido acudir de los que estuvisteis en la Garganta del Mundo? —era una pregunta retórica, desde luego, los que no estaban presentes no se les había podido localizar o habían declinado asistir. Hadvar miró de soslayo a la misteriosa acompañante —. Esta mujer ha preguntado por vuestro nombre.

Aludida, la mujer dio un paso adelante, Hadvar cuajó la mandíbula mostrando desagrado. Silgurf permaneció en aparente calma, pero no quitaba ojo de la recién llegada.

—Habla, criatura, pero te estaremos vigilando de cerca.