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1 de Fuego del Hogar, Mañana, Puesto de Suetonio

Al imperial parecía gustarle el juego del comercio, pues atendía a tus palabras con sumo detalle, pero era un viejo zorro y no percibías que se viera afectado por tus intentos. Muy hábil y tú no eras una experta comerciante.

Pero ningún Melena Gris trabaja en la forja de Helgen, y a los mejores curtidores en Helgen los conozco yo. Zapatero a sus zapatos dicen, la cuestión que se pone en duda es si serás capaz de traer algo que me llame la atención y te aseguro que te pagaré lo que vale. sonrió desafiante, como si pretendiera picarte con ello, aunque no parecía haber malicia en su actitud. No eres la única cazadora de Helgen.. y si quieres compararte al muchacho de Froki o a Naarin vas a tener que hacer méritos. asintió convencido de sus palabras, luego se llevó la mano a la barbilla pensativo.

No trato con carne, supongo que en la posada te ofrecerán un buen precio por ella. comentó dándote la razón, cuando te presentaste, el mercader movió la cabeza como si conociera el nombre de tu madre, pero si sabía algo no dijo nada. Un placer, Hati. Y bienvenida a Helgen. asintió lentamente.

Cuando hiciste la pregunta sobre el tema de la alquimista y curandera, la respuesta no se hizo esperar demasiado.

Creo que entonces.. deberías hablar con Britte la Bella, la curandera local. Es la esposa del thane Hadvar.. la podrás encontrar en la capilla de Kynareth seguramente. te explicó dándote las indicaciones pertinentes para ellgar.

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Puesto de Suetonio

Ladeé la cabeza cuando nombró a los Melena Gris y a los curtidores de Helgen.

-No he dicho lo contrario, buen hombre- dije, frunciendo ligeramente el ceño -. Sólo constataba hechos- verlo a la defensiva, aunque con elocuencia, me advirtió de que terminara ya -. Tampoco he osado compararme con nadie, no soy tan presuntuosa. Simplemente he dicho que si no os interesan mis piezas, a otros le interesarán- sostuve su mirada. Lo cierto es que su tono me había molestado bastante.

En cuanto me dijo dónde encontrar a Britte La Bella, no di más rienda a aquella negociación -. Que paséis buen día, Suetonio- dije, ajustando mi arco y dirigiéndome al templo de Kynareth seguida de Botitas. De ahora en adelante, que Kaeso se encargara de negociar. Yo no iba a tolerar que me tomaran por una ignorante o me faltaran el respeto con falsas impresiones. 

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Capilla de Kynareth

Suetonio se despidió de ti sin dar mayor importancia a la conversación que habíais tenido, deseándote suerte en la cacería. No te costó demasiado encontrar la capilla de Kynareth, un edificio de madera sencillo cuya mayor parte parecía dedicado a la curación de enfermos o heridos. Allí te recibió una joven sacerdotisa con una sonrisa cálida y dulce.

Bienvenida a esta capilla de la diosa de la naturaleza, peregrina, ¿en qué puedo ayudarte? preguntó la mujer mirándote con curiosidad.

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Capilla de Kynareth

Kynareth... de todos los Divinos, Talos incluído, quizá ella era con la que más simpatizaba. En todas y cada una de mis cacerías, le daba las gracias, pues era su obra y, sin duda, las piezas cobradas un regalo de la divinidad.

Al llegar al templo, observé todo a mi alrededor, hasta que una voz atrajo mi atención. Miré a la mujer y ladeé la cabeza -Buen día. Busco a Britte La Bella. Me han dicho que podría estar aquí- dije. Tras la conversación con el mercader, necesitaba ir al grano.

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Capilla de Kynareth

La sacerdotisa te atendió sin perder la sonrisa, llamó a la mujer que buscabas que enseguida se acercó a atenderte. Tardó un minuto, pues estaba dando de beber algo a un paciente de la capilla. Se lavó las manos y se acercó, para ser la esposa del que dirigía Helgen vestía de forma bastante sencilla.

Eisya me dijo que me buscabas, ¿en qué puedo ayudarte, muchacha? preguntó mirándote con atención.

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Capilla de Kynareth

No me fui por las ramas una vez pude hablar con Britte La Bella -Me llamo Hati Garra Roja y quería preguntaros si necesitáis ingredientes naturales, como plantas, hierbas u hongos- dije -. Acabo de llegar a Helgen y necesito ganarme el pan, como todos, mas aunque cazando puedo conseguir lo suficiente, suelo preferir hacerlo por necesidad- miré hacia el altar de Kynareth -. A fin de cuentas, matar animales indiscriminadamente no me apasiona. Y si vendiendo, aunque sea por poco, algunos ingredientes para elaborar ungüentos o pociones que ayuden a otros, puedo ayudar y a la vez conseguir unas monedas para subsistir, sería de agradecer.

Esperaba haberme explicado bien. Podía ayudar a los demás, aunque siempre prefería velar por las criaturas de Kynareth, pero hay muchas formas de sobrevivir y yo había escogido la mía. A fin de cuentas, era una loba solitaria y no podía permitirme depender de Kaeso. El orgullo me superaba al respecto.

-Otra cuestión, pues no sé a quién acudir y aún no pretendo subir los Siete Mil Escalones- me humedecí los labios antes de apretarlos -. ¿Hay algún sabio o erudito en Helgen? Es menester que averigüe cuándo estarán llenas Masser y Secunda- era algo que me preocupaba y eso quizá pudo percibirlo la mujer, pues hasta mi tono cambió cuando dije aquello.

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Entrada de Helgen

Tras casi dos semanas de viaje junto al curioso sacerdote de Arkay, habías descubierto de él que se trataba de un hombre errante, poco dado a someterse a la estricta jerarquía de la orden eclesiástica de la que era miembro, la Orden de Arkay. Era un hombre pragmático, hasta cierto punto irreverente como habías visto el trato de los cuerpos de los bandidos. También parecía diestro con la espada, pues en el par de ocasiones que habíais tenido que actuar demostró una habilidad competente para defenderse.

Contigo fue una relación de amagos y tentaciones. Si bien nunca actuó abiertamente, solía gustarle jugar con la sugerencia y la provocación, lo que daba a escenas de alta temperatura que jamás se consumaban. Sabías que no había falta de ganas, pero Kennard se hacía mucho de desear y aunque veías en su mirada que derramaba ansiedad por fornicar contigo lo resistía, haciendo de ese juego algo mucho más interesante.

Llegaste a Helgen el primer día de Fuego del Hogar cerca del mediodía, era un pueblo bastante transitado en cuanto a gente. No era grande, pero se notaba la proyección de crecimiento que habías oído de él. Los guardias eran legionarios imperiales, algo curioso ya que el resto de guardias las conformaban milicias locales, no tuviste mucho impedimento para entrar en Helgen.

Un viaje muy interesante.. y una compañía deliciosa.. para catarla de arriba a abajo. dijo tras poner el primer paso en Helgen, con una sonrisa ácida mientras te miraba de reojo. ¿Y ahora? ¿Qué planes tienes?

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Entrada de Helgen

El viaje no había sido desagradable. El juego que el sacerdote de Arkay se traía entre manos había sido... Divertido e interesante. Había disfrutado siguiéndole la corriente, y tentándolo para comprobar cómo trataba de resistirse a sus encantos, a la par que había sufrido las consecuencias y estragos de la lujuria no consumada. 

Había pasado las últimas jornadas del viaje dedicándole miradas aviesas, y bebiendo más de la cuenta (o al menos más de lo que ella solía beber). Las últimas noches, más frías cuanto más al norte se encontraban, había utilizado la, quizá no tan absurda excusa de no haber traído consigo un equipo del todo adecuado para acampar, y las había pasado compartiendo tienda con él, e incluso parte de su manta. No había mostrado pudor alguno al deshacerse de la ropa más incómoda antes de dormir frente a sus ojos, si bien no había llegado a mostrar nada importante, al saber que de aquella manera avivaba sus ganas y su curiosidad. Y a pesar de todos sus intentos, aquello había sido infructuoso. La voluntad de Kennard era férrea. Y a ella hacía mucho tiempo que nadie se le resistía más de un par de días. 

Tal cosa la ponía de mal humor a ratos, lo cual disimulaba con ratos de silencio y expresión introspectiva. La conversación, de cualquier manera, era amena, y compartir las comidas con alguien resultaba agradable. Y también estaba el detalle de que sin que lo supuese, Kennard estaba predestinado a ayudarla. El detalle de que ella sabía, sin saber que tenía que ser él en concreto, que iba a encontrarlo en el camino del río Blanco. Y no era extraño que él la sorprendiese a veces observándolo con detenimiento, en estas ocasiones verdaderamente pensativa. 

La mañana que habían llegado a Helgen había sido especialmente cansada. La pérdida de sus hábitos frecuentes, de alguna manera, la hacía languidecer. Estaba algo más callada, y hacía un rato que no había emitido palabra. No obstante, el comentario de Kennard la hizo sonreir de medio lado, dedicándole una mirada significativa, antes de volver a mirar hacia el pueblo y resoplar- Bueno, supongo que por ahora, buscar un sitio en el que me sirvan una buena comida y un buen vino especiado y caliente para recuperarme de nuestra travesía. Descansaré... Y buscaré qué puede haber de interés en este pueblo. -comentó, sin mucho optimismo- ¿Y tú, qué vas a hacer? ¿Vas a presentarte ya con esa gran espada tuya ante las gentes de Helgen para ofrecer... Tus servicios? ¿O prefieres dejarlos un rato con la intriga mientras te tomas algo conmigo y descansas? 

3 de Fuego del Hogar, Tarde, calles de Helgen

Llevaban dos días allí y aun no había si quiera dado un buen paseo para conocer la ciudad entera. No es que aquella tuviese mucho de grande en comparación con Riften o Ivar, pero familiarizarse con cada rincón de sitios nuevos era lo que mas le gustaba y en vistas de que se iban a quedar allí una buena temporada, mejor empezar a conocerlo.

Así que tras acabar el turno en la posada, se cambio el sayo y el mandil por los pantalones y el peto, comió algo y salio espadas al cinto (no era tanto por seguridad, mas bien porque se sentía mejor con lo poco que tenia de su familia), a recorrer aquellas calles. Tenía que reconocer que el trabajo como camarera no estaba tan mal y no era tan distinto a ser mercader, pero no era del todo de su agrado. Lo único que le gustaba era que si te querías enterar de algo, aquel sitio era el mejor. Entre la gente que iba y venia era fácil enterarse de las noticias.

Al menos esperaba que el paseo la ayudase un poco.

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Entrada de Helgen

¿Yo? ¿Ofrecer mis servicios? bromeó con una fina ironía. Soy un sacerdote-guerrero de Arkay, lo mío son las criptas mohosas, llenas de telarañas y muertos que se resisten a morir. se te quedó mirando unos segundos mientras volvía a contemplar tus deliciosas facciones.

Aunque creo que antes de tales viajes.. les dejaré con la intriga. se acercó a ti, rozando su cuerpo con el tuyo, rodeándose de ese juego que ambos os llevabais trayendo desde hacía días. Creo que he escuchado que hay una posada en Helgen, la única de hecho, ¿te vienes?

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Entrada de Helgen

- Ya... Ya puedo imaginar lo mohosas y llenas de telarañas que te gustan las catacumbas. Con muerto a medio camino incluído.- dijo, suspirando, y apartándose un mechón de pelo del rostro. 

Entonces percibió aquella nueva pequeña tentación. La dunmer no pareció inmutarse ante la proximidad del hombre, que de nuevo entraba en contienda silenciosa con ella, pero dio un pequeño paso hacia atrás, apretándose de manera casi imperceptible contra él, antes de girar el rostro y mirarlo- Claro. ¿Qué mejor que acudir a la única posada que hay en este pueblo para hacerme una idea de lo entretenido que puede llegar a ser?- dijo, no exenta de cierta acidez, comenzando a caminar, convencida de que tampoco le iba a costar mucho encontrar la posada- Vamos anda, mi bota está vacía, y aún no hemos desayunado. 

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Capilla de Kynaret

La mujer te miró con curiosidad, como si con ello pudiera hacerse una idea de lo que eras capaz de hacer. Al final sonrió levemente y se encogió de hombros.

Tráeme lo que encuentres entonces, te lo compraré según necesite. Si necesito algo en especial.. lo pediría, descuida. asintió lentamente mientras limpiaba las manos sobre la falda del vestido.

Ante tu segunda pregunta, la mujer no se lo pensó mucho. Y aunque por su gesto denotaba que no parecía muy conforme con el nombre que daba, sí parecía convencida de que era la persona adecuada.

Deberías hablar con Silgurf Mano Centelleante, es el hechicero de Helgen que asiste como consejero a mi marido. Lo encontrarás seguramente en la vieja fortaleza. explicó con un gesto más neutro.

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Capilla de Kynaret

Asentí con la cabeza -Gracias- di un par de pasos para llegar al altar de Kynareth y me arrodillé -Kyne, no dejes que el Señor daédrico me arrebate aquello que mi corazón ha abrazado con fervor. No permitas que la caza dirija mi vida y me convierta en un monstruo. Dame fuerzas para mantener el equilibrio de tu creación- alcé la vista hacia el altar y me incorporé. Rebusqué en mi bolsa y saqué una moneda de plata que deposité en el platillo como ofrenda.

Antes de salir, me despedí de Britte y de la joven de cabellos dorados que me había recibido. Ahora, marcharía hacia la fortaleza para buscar a ese hechicero. Quería cortar ese cabo antes de que fuera demasiado tarde.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, calles de Helgen

Tu paseo te llevó cerca la herrería, escuchabas el picar del metal con insistencia, como si alguien estuviera enfadado con otro alguien y la frustración se derramara sobre un yunque.

¿¡Y qué crees que voy a hacer si no tengo suministros!? soltó una embravecida voz femenina. ¡Que mi primo haya ordenado que las expediciones al Paso Gélido se hayan cerrado por peligro de bandidos no es una solución! 

Una voz masculina, temblorosa, respondía.

Creo que podríamos enviar mineros a la mina de ascua.. seguro que.. se vio interrumpido por la vociferante mujer.

¡La mina de ascua está casi agotada y sacar algo útil de ahí llevaría demasiado tiempo! bufó como un gato enojado. Escuchaste un sonoro suspiro para cuando llegabas a la zona de la herrería..

3 de Fuego del Hogar, Tarde, calles de Helgen

No estaba pendiente de hacia donde caminaba, solo recorría las calles sin un rumbo, puede que mapeando mentalmente el lugar. Y puede que de manera inconsciente el repiqueteo de metal contra metal la hiciera guiarse cuando estuvo al alcance auditivo.

Desde luego la mujer tenia un caracter fogoso y no pudo evitar una pequeña risilla al pensar en el pobre hombre que estaba tratando de calmarla. Sin embargo a medida que se acercaba y que escuchaba lo que decían, no podía mas que preguntarse sobre el tema. Ellos habían atravesado el Paso y no se habían topado con bandidos. Aunque no estaba muy segura de si el grupo de Titus y el otro legionario lo habían hecho, al menos no por donde ellos habían estado.

- ¿Bandidos en el Paso? Pregunto al llegar frente a lo que consideraba que era la herrería Pregunto porque mi grupo lo atravesó hace un par de días y no nos topamos con ninguno. Solo... mucha nieve y puede que... un dragón. Se quedo callada un momento, viendo que había interrumpido una conversación en la que no le habían dado vela. Em... No he podido evitar oíros... "probablemente todo el lugar la oyó"

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Fortaleza de Helgen

No te costó demasiado encontrar la vieja fortaleza de Helgen, una sólida estructura de diseño imperial que había visto tiempos mejores. Pero tras sobrevivir a dos asaltos de dragones seguía en pie, aquello daba buena reseña de su solidez y perseverancia, y aunque tuviera algunas secciones aun hundidas, el corazón de la fortaleza permanecía intacto. En el exterior había varios legionarios entrenando, otros de guardia, si bien cuando te acercaste te preguntaron por las razones no pusieron reparos a tu acceso.

El interior había sido saneado, daba un aspecto respetable, pero había poca decoración. Varios legionarios de guardia iban y venían, aunque también había un pequeño cuerpo del servicio de la fortaleza. Te llevaron hasta una sala anexa que habían habilitado como estudio del hechicero de Helgen, allí viste un hombre de aspecto noble, túnica azulada y cara de restreñido que iba de un lado a otro, apenas alzó la mirada cuando entraste mientras comprobaba unos pergaminos.

No, no puedo hacer que tu arco sea más eficaz. Mis hechizos no dejan estériles a las vacas, ni tampoco voy a enseñarte magia. casi parecía un automatismo respondiendo, hastiado, con actitud ciertamente arrogante.

3 de Fuego del Hogar, Tarde, calles de Helgen

La mujer alzó la mirada cuando interrumpiste, una mirada áspera a pesar de la juventud, acostumbrada a darle al martillo de la forja. A su lado había un muchacho de su misma edad, de facciones más suaves que dedujiste pronto que era imperial.

¿Y tú quién eres? espetó la herrera mirándote con dureza. El joven a su lado suspiró resignado, trató de intervenir, pero la mirada ruda de Dorthe hizo que desistiera. ¿No has oído las noticias? ¿Los ataques de los bandidos de yelmos con cuernos? En el Paso Pálido atacaron a una columna imperial.. los aniquilaron.. y también se les ha visto por el Paso Gélido.. mi primo ha decidido restringir las caravanas comerciales por seguridad.. 

3 de Fuego del Hogar, Tarde, calles de Helgen

Al muchacho se le veía una persona nerviosa, pero hablaba con seguridad a pesar de las apariencias, parecía tener un tic nervioso que le hacía mover las manos continuamente.

Disculpa a Dorthe, a veces es un poco ruda.. y.. suspiró, te tendió la mano. Me llamo Marco, soy el hijo de Suetonio Narano, el propietario del puesto comercial. Ella es Dorthe Martillo de Madera.. la mejor herrera de Falkreath. fue algo adulador, pero parecía convencido de lo que decía. La propia Dorthe resolló ante el elogio, pero no dijo nada a pesar de que Marco la miró de reojo con una sonrisa nerviosa.

El thane Hadvar no quiere poner en peligro a los civiles hasta que pueda determinarse lo que ha sucedido.. ¿viste un dragón? le tembló la voz. Sí.. dicen que los legionarios que fueron atacados en el Paso Pálido también vieron a un dragón.. 

1 de Fuego del Hogar, Mañana, Fortaleza de Helgen

Era sorprendente que la fortaleza siguiera en pie tras dos dragones y una guerra civil, pero no me detuve a contemplar demasiado la estructura. En cuanto me dejaron entrar, pregunté por el hechicero y me llevaron hasta él.

Arqueé una ceja ante el recibimiento del anciano -Así serán las burradas que le han pedido- pensé.

-No vengo por nada de eso- dije, tajante, ajustándome el arco -. Es menester que averigüe cuando estarán llenas a la par Masser y Secunda. Me han dicho que quizá vos lo sabríais.