Partida Rol por web

The Hoard of the Dragon Queen Episodio 1

Prólogo - Icehaupt, el Custodiado

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12/07/2016, 22:05
Director

Durzo:

Blaine se está haciendo viejo, eso es evidente. Pero su último encargo... te hace plantearte si el tipo está empezando ya directamente a perder la cabeza...

Durzo.

Tengo un encargo para ti. No exageraría si te dijera que será el mayor golpe de nuestra vida. No bromeo: en el momento en que decidiste abrir y empezar a leer esta carta, aceptaste el encargo. Pero no te preocupes, la recompensa bien será de tu agrado. Valdrá la pena, te lo aseguro... Ja ja ja... Dicen los idiotas que hay cosas que ni todo el dinero del mundo podría comprar. Y yo me pregunto... ¿es eso cierto? Hasta los más grandes magos necesitan comer. A no ser que sean liches, en cuyo caso... bueno, las filacterias también cuestan dinero, ¿verdad?

Y hablando de liches, ¿no te resulta atractiva la idea de la vida eterna? ¿A quién no? Hay un grupo, un culto de locos que se dedican a revivir los cadáveres de los dragones, creando dracoliches y otras aberraciones. Es este grupo, el llamado Culto del Dragón, tu objetivo. Ha llegado a mi conocimiento que tienen o tendrán ciertos artefactos mágicos fascinantes. No sé seguro qué son, ni qué forma tienen, pero preguntando aquí y allá he oído cosas. Rumores acerca de ciertas... máscaras que este grupo está reuniendo, mas no tengo más datos. De momento, y hasta nuevas instrucciones es exactamente esto para lo que te necesito. Encuentra esas Máscaras. Averigua qué son y qué hacen. Para qué sirven. Cuántas hay. Cuánto valen.

Te sugiero empezar preguntando en el Templo dedicado Bahamut, semioculto en los Picos de las Nubes, seguramente en la montaña más alta de estos, Monte Puntalanza, o Mount Speartop. La zona es muy popular entre los montañistas. Me da igual si llegas a pie y escalando, volando o teletransportado por un clérigo o mago. Pero el Culto del Dragón adora a los dragones malignos, es decir, adora a la Reina de los Dragones Malignos, Tiamat. El enemigo de tu enemigo es tu amigo, y Bahamut es el rey de los Dragones Benignos. Si se te ocurre un lugar mejor donde investigar, tú mismo. Pero creo que ese templo es por el momento nuestra mejor pista.

Eres libre de beneficiarte personalmente por el camino, pero las máscaras son mías. Y también aquello que busco, si lo encontramos. Esta misión que te encargo es personal, y no debes meter en esto a nadie, especialmente a tus compañeros del gremio. Bajo ninguna circunstancia.

Nadie debe saberlo. Te lo advierto, Durzo.

Firma,
            Blaine.

Además que lo que se dice en la carta, te interesa lo que no se dice en la carta. Por ejemplo, el hecho de que esta misión sea tan 'personal', es decir, secreta, que bajo ninguna circunstancia puedas hablar de ella específicamente a tus compañeros del gremio, te dice que Blaine no piensa compartir la tarta con nadie más. Y para que un Maestre traicione a su propio gremio... esa tarta tiene que ser muy, MUY lucrativa. O eso... o que el viejo chochea.

Así pues, levantas el brazo y echas a volar de vuelta al ave negruzca que te ha traido ese mensaje, la mascota personal de Blaine, un cuervo que, según él "es un familiar que le robé a un mago". Te preguntas si algo como eso es posible siquiera, pero algo tienes claro, y es que te toca viajar a  si rechazas una misión que teóricamente "ya has aceptado" quedarás fuera del Gremio, y lo último que quieres es ver a todos los hombres y aliados de Blaine persiguiéndote para darte caza. Para empezar entraste en el Gremio tomando el lugar de un idiota que se atrevió a jugársela a Blaine. Y no te interesa salir de él (y perder tu vida) de la misma manera.

Keth:

Cuando regresaste a tu hogar, no encontraste más que polvo y muerte.

Cenizas, cenizas por todas partes. Alguien o algo había atacado tu pueblo, y de un plumazo te había arrebatado todo cuanto tenías, todo por lo que vivías. Ni siquiera... ni siquiera estuviste allí cuando ocurrió. Ni siquiera quedaron tampoco cadáveres que enterrar. Nada quedaba de los edificios, nada quedaba de las cabañas, el templo o la sala de los banquetes... Cualquier objeto valioso había sido robado, y lo que no, se había consumido, pasto de las llamas.

Puede que fueras el guerrero más prometedor de tu tribu, pero no te sirvió de nada cuando no estuviste ahí para salvar a los tuyos. Aún así, aunque la pena y el remordimiento te corroen, eres fuerte, y tu madre te enseñó bien. No caes en la desesperación, sino que decides seguir adelante. Vengar a tu clan. Buscas pistas, lo que sea para poder encontrar a los responsables de esta tragedia, y traerlas a la justicia.
Tras una búsqueda exhaustiva, encontraste dos pistas . Donde las llamas no han podido borrar las pruebas. No encuentras el cadáver del dueño, pero sí un par de pistas interesantes. Uno de los asaltantes fue golpeado con un hacha y tirado acantilado abajo. Has tenido mucha suerte, mucha suerte, de que el cadáver no haya sido arrastrado por el río.

Parece ser un mercenario. Entre sus pertenencias, hallas un pergamino con lo que parecen ser las instrucciones del encargo. Son simples: asaltar el campamento bárbaro y saquearlo. Están selladas con un símbolo que no reconoces: unos ojos llamenantes, bajo los cuales se extienden las garras de un monstruo.

Al fin tienes lo que necesitabas.

Dejas los bosques de Nuncainvierno o Neverwinter, y partes hacia la ciudad. Allí, en una misma noche preguntas por ese símbolo taberna por taberna, pero nadie parece reconocerlo. Hasta que por fin, un borracho te dice que preguntes al clero de Lazhánder (o Lathander), ya que el símbolo tiene llamas, y le recuerda a los fuegos del sol. Lathander, te cuenta, es el Señor de la Mañana, del renacimiento y el amanecer. Te preguntas qué tendrá que ver un dios bueno en una masacre como la sufrida por tu pueblo, pero es la única pista nueva que tienes. Preguntas allí, y reconocen el símbolo. Se trata, ni más ni menos que el emblema del Culto del Dragón, sirvientes y adoradores de los dragones malignos, y antiguos enemigos del dios Lathander. Te recomiendan viajar al sur, muy al sur, hasta Monte Puntalanza en los Picos de las Nubes. Allí, te dicen, se encuentra un templo semioculto dedicado al Dios Bahamut, Rey de los Dragones Buenos, y principal deidad enemiga del Culto del Dragón. "Sin duda, allí es donde es más problable que encuentres alguna pista para encontrar al Culto." te dicen, no sin antes ofrecérse además a pagarte el pasaje por barco hasta Puerta de Baldur, la metrópoli más cercana a las montañas que buscas. Cuando preguntas por qué, te insisten: "los enemigos del Culto del Dragón son amigos de Lazhánder."

Aceptas el donativo, pues no tienes mucho dinero y el tiempo apremia. Y así, partes en un barco rumbo a Puerta de Baldur, para más adelante dirigirte a los Picos de las Nubes.

Samtharas Lothinian:

Ha pasado apenas poco más de un par de semanas desde que terminó el conflicto entre Nuncainvierno y Luskan. Pasaste esos días sin descanso alguno, atendiendo a los heridos junto a tus hermanos del clero. Fue duro, muy duro. Os resultó imposible atender debidamente a todos, y aunque muchas vidas fueron salvadas bajo vuestros techos, otras tantas se perdieron para siempre. Para cuando el último de los heridos ha sido sanado y el último de los difuntos ha sido cremado, todos estáis agotados tanto física como mentalmente. Con la ausencia de tu padre estos salones se sienten vacíos, y tienes ya más que decidido que vas a marcharte. Aunque los hermanos y compañeros de fe de tu templo desearían que te quedaras, saben que no pueden hacer nada para impedir que te marches. No obstante, el agotamiento hace mella sobre ti. Tu cuerpo apenas se sostiene en pie, y te ves obligado a aplazar tu partida un día más.

Tiempo suficiente para que los hermanos puedan prepararte un modesto regalo de despedida. Se trata de un pequeño amuleto, bendecido a la luz del alba. Es una pequeña pluma marrón, de ave común, de la que cuelgan varias cuerdas amarillas y naranjas terminadas en punta, simbolizando los rayos del sol. En la punta hay pequeñas esferas rojas, en cuyo exterior están engarzados los nombres del cada uno de los hermanos del templo, para que no los olvides. Distingues no sólo el nombre de tu padre entre ellos, sino también el tuyo propio. Y cuando el mensajero aparece aquella manaña, tras tu despertar, golpeando la ventana y haciendo ruido, te das cuenta de que la pluma le pertenecía a él. Se trata del pájaro que salvaste, ahora con el tamaño de un ave adulta, y lleva en su pico este regalo.

"Que los rayos del alba guíen tus pasos, hermano." se despiden de ti los hermanos y hermanas del templo, todos reunidos en un semicírculo de despedida. Te hacen saber que hace tan sólo un día un semiorco acudió a este templo buscando información sobre el Culto del Dragón. Como bien aprendiste en los libros, en el 916 el mismo Lathander, bajo su avatar, combatió personalmente contra el entonces líder del Culto, Sammaster, durante un asalto apoyado por los Harpistas. El Culto del Dragón son enemigos declarados de Lathander, y tus hermanos creen que la aparición del semiorco la noche anterior guarda algún significado con tu partida. "Ve a Monte Puntalanza, en los Picos Nublados al sur de Puerta de Baldur. Ayuda al semiorco a enfrentarse al Culto. Ten mucho cuidado, y recuerda que siempre habrá un lugar reservado para ti en estos salones."

Fornund Thornod:

Con tu dormido hijo bien asegurado a tu espalda, y la roca firmemente agarrada por tus manos y botas, escalas el último tramo de Monte Puntalanza. Te detienes para recuperar el aliento, y echar un vistazo solemne a tu alrededor. A las robustas montañas que pisas. Al bello paisaje de esta parte de Faerûn que puedes ver desde estas alturas. Al mar en el horizonte, iluminado por el radiante sol. Te recuerda a tu hogar, y no es tristeza por lo que perdiste o por lo que has dejado atrás lo que sientes, sino una gran sensación de paz y nostalgia, y hasta te preguntas si despertar a Randrick para compartir el momento.

Has llegado a donde querías. El Templo de Bahamut se alza delante de ti. No es como lo imaginabas, pues al estar dedicado a un dios dragón esperabas lujos y obstentosidad. Esperabas que estuviera decorado con los más valiosos metales y piedras preciosas, dignos del tesoro de un dragón. Sin embargo, aunque el templo es grande y majestuoso, es sobrio, y su elegancia es minimalista, aunque muy colorida, esbozando todos los colores de los dragones metálicos a lo largo de la fachada. Pese a no ser lo esperado, te fascina tanto como o más que el paisaje a tu alrededor. Encuentas su arquitectura gran belleza e inspiración, al contemplar un estilo de arquitectura tan diferente al de los enanos, basado en filosofías decorativas casi contrarias.

Tuviste otro sueño. Te viste a ti combatiendo algún tipo de monstruo junto a diversos aliados, aliados de razas. Cada uno de tus aliados eran clérigos y paladines de dioses del bien. Pronto dejaste de verte a ti y a los compañeros, para ver a un guerrero montando a un dragón. Combatiendo a un dragón de múltiples cabezas. ...No... no es solo un dragón. Es La Reina de los Dragones Malignos, Tiamat, y el guerrero es Torm, montando sobre el mismísimo Rey de los Dragones Buenos, Bahamut.

Consultaste a los clérigos de Torm y te confirmaron lo que ya sentías, se trata de una llamada de tu dios, Moradin, a combatir junto a las fuerzas del bien. No es una llamada de auxilio, sino de guerra. Un mal que debe ser combatido. Un mal que amenaza a todas las razas de Faerûn, representadas a través de ti y tus compañeros combatiendo las huestes de Tiamat. Un mal que amenaza a toda Faerûn. Un asunto para nada tribial. Los clérigos de Torm te facilitan un mapa, la localización del Templo dedicado a Bahamut más cercano que ellos conozcan. Te dicen que allí es donde más probablemente encontrarás las respuestas que buscas.

Y aquí estás.

Tharkael Hendril:

Has aceptado el legado de tus padres, y deciddo enderezar tu vida con ello. Eres un hechicero, como tu tío, pero a diferencia de él, la sangre de los mismísimos dragones metálicos recorre tus venas. Al igual que lo fueron tus padres, eres un semidragón, mitad elfo y mitad dracónido. Siempre te sentiste diferente, pero no fue hasta que aceptaste la otra mitad de tu sangre y juraste servir por ella al Rey de los Dragones Buenos, Bahamut, que esas diferencias empezaron a manifestarse en tu cuerpo de forma más pronunciada, provocando tanto el respeto como el temor de aquellos que te rodeaban.

Estos cambios no son sólo estéticos. Eres un (semi)dracónido plateado, y ello implica ciertos poderes. La mejor manera de aprender a utilizar tus nuevas habilidades es a través de maestros que sean como tú. Semidragones, dracónidos, y/o sirvientes del Dios Bahamut. Llevas ya varias semanas en el Templo de Bahamut de Monte Puntalanza, donde has aprendido mucho sobre Bahamut y tus poderes. Tuviste la suerte de ser teletransportado por tu tío mediante un poderoso hechizo, pero el camino de vuelta tendrías que hacerlo tú solo a pie. Eres libre de volver cuando quieras, lo que significa, bajo la otra perspectiva, que eres libre de tardar lo que quieras en regresar. Puede que este templo no tenga absolutamente ninguna diversión ni aventura a la vista, pero hay ciudades cercanas. Y estás seguro de que las mujeres de esas ciudades no han tenido el placer de disfrutar de la compañía (y otras cosas) de un Semidragón. Así que... ¿por qué no tomar un viajecito a alguna de las ciudades cercanas? Mientras te planteas a dónde viajar, qué lugares explorar, qué aventuras vivir y qué mujeres conocer, encuentras que al templo han llegado otros viajeros bastante dispares...

 

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14/07/2016, 05:45
Fornund Thornod

Todo lo que oigo es el sonido del viento de la montaña azotando y sacudiendo mi manto de piel. Su vigorizante gelidez enfría rápidamente las diminutas gotas de sudor de mi frente, provocadas por el pronunciado ascenso y por el resplandeciente sol matinal. Las nubes blancas y algodonosas cambian de forma con sorprendente rapidez, moldeadas por el inagotable aliento del mundo, que las acaricia con manos invisibles y caprichosas. Cuando miro hacia el cielo, su inmensidad me produce un repentino y momentáneo acceso de vértigo, como si me atrajese hacia su infinitud. Su azul se desploma en el azul del mar que observo desde las alturas. Desde tan lejos como estoy sus aguas parecen inmóviles, un mero reflejo estático de los destellos de la luz cegadora del sol que se mira en ellas. Mis botas de cuero pisan firmemente en la escarpada ladera, haciendo desprenderse de vez en cuando pequeñas piedras que bajan rodando por la montaña. Bajo mis pies, el esmeralda de estas tierras sureñas. Sobre mí, las altas cumbres de nieves eternas y prístinas.

Un espectáculo sobrecogedor.

La creación del Padre Enano es una obra gloriosa. Aún no me acostumbro a la sensación de vagar bajo el cielo abierto, sintiendo cómo Abeir-Toril se extiende en todas direcciones. Y por un momento me siento como un pájaro, siendo plenamente consciente de la inmensidad que me rodea sin encerrarme. Es una sensación completamente diferente a la del cálido claustro materno de Ulthazar, en el Espinazo del Mundo.

Mi mano derecha busca detrás de mí y toco el pie de Randrick, que duerme asegurado a mi espalda mediante un arnés. Aprieto ligeramente su bota con la intención de despertarlo para que pueda disfrutar del fabuloso paisaje, pero mi hijo se limita a apartar el pie. Noto cómo cambia la distribución de su peso, y sonrío, sintiendo calor en mi corazón. Decido dejarlo dormir un poco más, pues la mañana aún está nueva.

Lentamente, continúo abriéndome paso entre los peñascos y las formaciones rocosas, con un objetivo muy claro. Mientras avanzo, vienen a mi mente vívidas imágenes del sueño que me fue enviado. El metal resonando contra el metal, el clamor de la batalla elevándose hasta el techo del mundo. Y sobre todas las cosas, Torm, la Furia Leal, enarbolando su portentoso mandoble desde el lomo de Bahamut, el Dragón de Platino. Frente a ellos, Tiamat la suprema, la Reina Dragón, la de las cinco cabezas, en toda su espantable gloria. Una batalla definitiva de desenlace incierto. Un sueño enviado por los dioses, sin ninguna duda. Cuando fui a visitar a los tormitas para preguntarles acerca de la naturaleza de este ominoso sueño, estuvieron de acuerdo en que no era otro sino Moradin quien me hablaba en él, llamándome a cumplir mi destino. Un destino tan grandioso como temible, cuya revelación ha originado muchas preguntas en mi mente y en mi corazón: ¿estaré a la altura de las expectativas del Padre de Todos? ¿O quizá el Creador me juzgó mal el día que puso aquel martillo en mis manos? Me reprendo a mí mismo por el pensamiento. No es cosa de los mortales cuestionar las decisiones de los dioses. Él me dio un deber, y yo debo cumplirlo. Por ello emprendí este viaje cuyo final aún desconozco.

La visión me saca de mis pensamientos, devolviéndome a la realidad de un poderoso tirón. Al fin he llegado. El inmenso templo de Bahamut se yergue sobre mí, imponente, majestuoso y digno. Mis ojos empiezan a buscar referencias conceptuales en su estructura, tratando instintivamente de compararlo con cualquier cosa que conozca, pero definitivamente debe de datar de un tiempo anterior al tiempo. Su titánica mole me empequeñece y al mismo tiempo inunda mi alma de esperanza, recordándome que en la lucha que todos deberemos librar, contaremos con el respaldo de seres inabarcables, vetustos y mucho mayores que nosotros. Decididamente, el templo de Bahamut de Monte Puntalanza no es como esperaba que fuera, sino como sentía que debía ser: un bastión de la fe liberado de lo mundano y lo superfluo, un poderoso arquetipo de lo que representa.

Randrick, despierta. Hemos llegado. —Vuelvo a tirar del pie de mi hijo, que protesta, entre la vigilia y el sueño. Su cansancio es comprensible, pues el viaje ha sido largo, y más para un infante de tan corta edad, por mucho que pertenezca al Pueblo Robusto. Introduzco la mano en mi faltriquera y extraigo un pedazo de jengibre caramelizado, que le tiendo al muchachito para consolarlo—. Contempla el hogar del Señor del Viento del Norte. Es casi como estar de nuevo en casa, ¿verdad?

Con suavidad, ayudo a mi hijo a bajar al suelo. Le echo un vistazo para asegurarme de que está bien arropado y, tomándolo de la mano, recorro con él el trecho que nos separa del colosal edificio.

Veamos qué nos depara el destino.

Notas de juego

¡¡¡Prime :D!!!

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15/07/2016, 03:34
Keth

Vaya! De haber sabido que subir una montaña era un ejercicio tan bueno habría venido a entrenar aquí mucho antes -Me dije mientras caminaba el ultimo tramo que me separaba del templo. Ya podía ver sus enormes puertas- Bueno, esto no parece natural, así que aquí debe ser.

Y mientras me secaba el sudor de la frente vi lo que parecía ser un hombre muy pequeño con otro aún más pequeño acercándose al templo. Me acerqué un poco más y me di cuenta de que era un enano con su hijo. Hacia mucho que no veía uno.

Debe haber traído a su hijo para que los shamanes le enseñen la doctrina -pensé- Sí, eso debe ser. Que suerte tengo! Tal vez el pueda decirme a quien puedo preguntarle por el culto dragón. De acuerdo, veamos si puedo recordar lo que me enseño mamá... Debo saludarlo cordialmente y mostrando respeto a su dios. Como se llamaba? Behamut? Sí, creo que era así

Me acerqué a él y le dije:

-Buenos días buen hombre. Alabado sea Behamut!

No, un momento, no se llamaba así. Ay, no! Le falté el respeto a su dios! Oh, keth, lo hiciste denuevo! Ahora te va a lanzar una maldición! Vas a tener que hacerle una generosa ofrenda a Silvanus para que te proteja. Que mala forma de iniciar una conversación! De acuerdo, calma... Tal vez... tal vez puedas arreglarlo. Di algo! Di algo pronto!

-Eh... quise decir Bahamut. jeje -me llevé la mano derecha detrás de la cabeza tratando de disimular mi vergüenza- Lo siento, es que soy un forastero y no se mucho de su religión. jeje (ya deja de reírte, lo vas a hacer enfadar) Por favor, no se lo tome a mal. jeje

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15/07/2016, 06:23
Fornund Thornod

Todavía estoy absorto examinando el enorme pórtico del templo, antes de entrar en el edificio, cuando una voz áspera me sorprende desde las cercanías, saludándome con amabilidad y entusiasmo. Al volver la cabeza para responder, tengo que levantar mucho la mirada para alcanzar a ver un rostro de facciones toscas y brutales, de tez parduzca y pronunciados colmillos que sobresalen de su quijada inferior. Dicho rostro está instalado sobre un cuerpo enorme, de un tamaño mucho mayor que el de ninguno de esos altos humanos con los que me he encontrado hasta ahora, y que exhibe unos músculos recios y tremendamente desarrollados, con un cuello grueso como el de un buey y un ancho pecho lleno de cicatrices. Sus harapientas vestiduras son las de alguien que vive al margen de la civilización.

¿Se trata de un orco?

Mi primer instinto es el de situarme frente a Randrick para protegerlo, interponiéndome entre mi hijo y el desconocido, aunque lo hago con un gesto sutil, apenas levantando un poco el brazo para cubrir al pequeño. Si bien el individuo tiene el imponente tamaño y el semblante salvaje de un orco, una de esas criaturas bestiales y sanguinarias que devastaron mi ciudad y a mi familia, también parece diferente en cierto modo. Decido dejar a un lado mi temor y responder a su cordialidad con la mía. No obstante, a pesar de que esbozo una leve sonrisa, no puedo reprimir una mirada suspicaz y precavida.

Saludos, viajero, y bienhallado. Soy Fornund del clan Thornod. —Enarco una ceja, algo extrañado ante su innecesario intento de disculparse por algo que no tiene importancia. Con un tono de cierta autoridad calmada, inquiero—: ¿Puedo preguntaros a qué habéis venido hasta este lugar de fe?

Randrick observa al recién llegado con sus cerúleos ojos abiertos como platos, cobijado tras mi capa de pieles. En su mirada parece haber más curiosidad que temor*.

Notas de juego

*Me he tomado la libertad de describir la actitud de Randrick a pesar de que sea un PNJ, porque me parecía inconsecuente y le daba algo más de color al post, además de hacer notar más su presencia. Anthur, si ves algo incorrecto en esto, dame una colleja y ya :).

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15/07/2016, 09:21
Durzo

Mientras repasaba el contenido de la nota, miré por la ventana de la posada en la que me alojaba con la vista posada en el cuervo que aleteaba de vuelta con su amo. Nunca había creído realmente que fuera el familiar de algún mago, pero ¡maldita sea! el bicho era capaz de encontrarte en cualquier agujero apestoso del mundo en el que estuvieras metido.

Blaine había demostrado de nuevo el porqué era el Maestre del Gremio. Me la había jugado del todo y me había metido en una cruzada personal sin ni siquiera preguntar. Era su estilo. Con un suspiro me acerqué al fuego que crepitaba en la chimenea y acerqué el pergamino a las llamas que subían irregulares dando calor a la estancia. Prendió en una llamarada desapareciendo desintegrado en un suspiro. Un olor acre subió a mi nariz. Había usado ese líquido inflamable suyo que usaba cuando quería hacer desaparecer pruebas de manera limpia y segura. Nunca llegaría a hacerme a la idea de la cantidad de trucos y conocimientos y secretos que Blaine se llevaría a la tumba.

Con un suspiro, me eché sobre la cabeza la capucha de mi capa negra, cogí mis armas y mis herramientas así como los útiles habituales para el camino y puse un pie en el alféizar de la ventana y salté. Nadie debía verme irme. Caí al suelo dando una voltereta y me dirigí hacia las puertas de la ciudad, escondiéndome en las sombras, ayudado por una noche oscura y sin luna.

Llegué sin dificultades a la puerta, donde los guardias vigilaban que nadie saliera de la ciudad. No me resultó difícil salir, ya lo había hecho varias veces, de hecho era habitual que saliera y entrara en la ciudad a mi gusto cuando algun contrato me lo exigía. Había encontrado un camino oculto a través de la muralla que lo recorría varios metros por debajo de ella y lo usaba a criterio.

Una vez fuera, no fue una misión demasiado ardua encontrar un caballo en el primer establo que encontré entre las granjas cercanas y lo tomé prestado para acercarme a las montañas. Los Picos de las Nubes. Ya podría haberme encontrado Blaine un lugar más cercano para ir a buscar objetos mágicos. Mientras cabalgaba, repasé mentalmente la nota que me había dejado. Lo más extraño de todo era el hecho explícito de dejar fuera a cualquier miembro del Gremio. La amenaza inherente en el aviso era evidente; "No digas nada o te mato". Podría ser simplemente que quisiera todo el pastel para él, pero Blaine se hacía viejo. No tardaría en morir, tanto de forma natural, como de la forma en que se cambiaba el liderazgo en el Gremio. Mi intuición me decía que las máscaras servirían a Blaine para evitar a la muerte o para defenderse de una prematura y no del todo natural. En cualquier caso, se las conseguiría, era mi naturaleza, no podía evitarlo y Blaine lo sabía perfectamente.

Cabalgué toda la noche parando un par de veces para descansar y comprobando que nadie me seguía.

Finalmente llegué. Los Picos de las Nubes. Majestuosos frente a mí y allí el Speartop, mi lugar de destino. Me bajé del caballo y lo até a un árbol. Sólo había venido de momento a recabar información. Quizás lo necesitara más tarde para el camino. Un camino frente a mí iniciaba el ascenso hacia el pico de la montaña.

Maldita sea. Subir montañas no es para mí - protesté mientras enfilaba el sendero.

Tras un rato caminando, no sabía si minutos u horas, vislumbré la silueta de un templo. Su magnitud era colosal. ¿Quién demonios habría sido capaz de construir semejante estructura en la cima de una montaña? No podía apartar la vista de él mientras me acercaba y veía con asombro como cada vez crecía más y más a medida que la distancia hasta él.

Cuando llegué a la entrada, mi vista pasó del templo a dos criaturas que había frente a las puertas. Una de ellas, un enano bastante robusto, tenía a un crío cogido a sus piernas, escondido. Miro en la direccion que mira el enano en miniatura y veo de qué se esconde. Una cosa parecida a un ogro, pero sin la corpulencia de ellos y con rasgos bastante humanos. Instintivamente tanteé el cinturón en busca de mi daga. ¿Qué hacían aquellos ahí? No tenían precisamente la pinta de monjes así que no eran habitantes del templo.

Vaya, cuánta gente. Esto más que un templo parece un mercado. Creo que tendrán más visitas hoy que en toda la vida del edificio. ¿Qué se os ha perdido por este lugar tan lejano de vuestra casa? Es evidente que no habéis venido por casualidad.

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15/07/2016, 18:04
Fornund Thornod

Apenas estoy terminando de formular mi pregunta al inmenso desconocido cuando un segundo hombre aparece de improviso, uniéndose al interrogatorio. Parece un humano. Lleva la cabeza embozada por una oscura capucha, y aunque sus andares y el tono ligero de su voz quieren aparentar despreocupación, no se me escapa el hecho de que una de sus manos descansa sobre el pomo de una daga que cuelga de su cinturón. Giro mi cuerpo parcialmente hacia él, de modo que me quedo encarando a mis dos interlocutores. Sus primeras palabras parecen proféticas, pues ciertamente, no es este el lugar más propiciatorio para una reunión como la que está teniendo lugar. No obstante, su última pregunta está cargada de ironía, ya que él tampoco parece encajar precisamente en este paraje. Sonrío.

Eso es exactamente lo que le estaba preguntando a… —empiezo, aunque el gigante de aspecto salvaje todavía no me ha dicho su nombre—… este caminante, si bien es cierto que lo mismo podría decirse de todos nosotros. No me parece que Monte Puntalanza sea un lugar de tan fácil acceso como para recibir a tres peregrinos una misma mañana. —De hecho, cuanto más lo pienso, menos casual me parece esta situación. A pesar de lo difícil de creer que pueda resultar, decido responder a la pregunta con el buen hábito de la verdad—. Mi nombre es Fornund Thornod, y este es mi hijo Randrick. He venido desde el Espinazo del Mundo inspirado por un sueño. Se me dijo que solo aquí podría averiguar la verdad de dicha visión… Una visión nada halagüeña, me temo. —Mis ojos acerados se encogen ligeramente—. Bien, os he honrado con mis razones. ¿Puedo esperar el favor de conocer las vuestras?

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15/07/2016, 18:45
Durzo

El enano se presentó. Aparte del peligro innato que puede entrañar un enano por su carácter guerrero, éste no parecía especialmente agresivo. No alejé mi mano del todo del mango de la daga, aunque relajé un tanto la posición. No tenía intención de organizar ninguna trifulca en aquel lugar. No es que me importara armar jaleo en un templo, no era especialmente religioso, pero debía guardar discreción.

Mantuve mi cabeza oculta bajo la capucha. No era cuestión de enseñar mi cara al primero que me encuentro en los caminos.

Puedes llamarme Durzo y mis intenciones no son tan místicas como las tuyas. Sólo vengo buscando información. Alguien me comentó que este sitio posee varios escritos únicos en el mundo, así que, aquí estoy.

Hago un gesto con la cabeza en dirección al hombretón. ¿Amigo tuyo la mole?

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15/07/2016, 22:12
Fornund Thornod

Asiento al escuchar la respuesta de Durzo. Al parecer, sus motivos son meramente académicos. Debe de ser un erudito realmente dedicado si de verdad ha escalado esta montaña por unos escritos religiosos. No sabía que la fe de Bahamut despertase tanto interés. Cuando el humano me pregunta acerca de mi relación con el orco de apariencia extraña, miro a este último de hito en hito.

Acabamos de conocernos —declaro, algo más relajado. Cuanto más observo al gigantesco ser, más diferente me parece de los orcos que he visto hasta el momento. Es más esbelto, y sus rasgos son, en cierta medida, menos animalescos—. Nos estábamos presentando cuando vos habéis llegado.

Notas de juego

Creo que ya voy a esperar a que conteste Keth o a que vayan llegando los demás (me parece que narrativamente queda más lógico).

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16/07/2016, 02:39
Samtharas Lothinian

Parece que fue ayer cuando abandoné Nuncainvierno, y ya ha pasado casi un mes y medio. Es la primera vez que viajo tan lejos de mi hogar, y jamás he sido tan consciente de la inmensidad del mundo. Tras cada alta cordillera se oculta un profundo y umbrío valle,  tras cada exuberante bosque, una pintoresca aldea, y todo ello me fascina más allá de lo que jamás pudiera haber imaginado. La sensación de recorrer en persona los mismos caminos que tantas veces he estudiado en los viejos mapas de la biblioteca de mi templo es sobrecogedoramente mágica.

Ha sido un viaje arduo, sin duda. Tras salir de Nuncainvierno, viajé hacia el sur bordeando las colosales Montañas de la Espada, y pude admirar los imponentes afloramientos rocosos de la Costa de la Espada, que según había oído eran la maldición de cualquier marino que se atrevía a navegar aquellas aguas. Más adelante llegué a la asombrosa Aguas Profundas, un indescriptible mosaico de gentes de todas las razas y edificios de todos los estilos imaginables, y deseé poder quedarme más tiempo admirando las maravillas de aquella Ciudad del Esplendor, pero me obligué a mí mismo a continuar, pues no podía olvidar que tenía una misión que cumplir. Por fortuna, allí tuve ocasión de unirme a una caravana que también viajaba hacia el sur por el Camino del Comercio, y aproveché esa parte del trayecto para charlar con los viajeros e informarme de los últimos acontecimientos. Finalmente, tuve que despedirme de aquellos inesperados acompañantes cuando se desviaron hacia el oeste, en dirección a la famosa Puerta de Baldur. El estado del tiempo empeoró un poco los días siguientes, y el cielo se oscureció con nubes grises y arremolinadas que acabaron por descargar una lluvia casi torrencial. No obstante, mis ánimos no menguaron en lo más mínimo, pues ya podía divisar los Picos de las Nubes en el horizonte, y sabía que mi destino estaba próximo.

Ahora que por fin he llegado a Monte Puntalanza y puedo contemplar el grandioso templo de Bahamut con mis propios ojos, siento que todo ha merecido la pena. Acaricio con mis dedos la pluma que me fue regalada en la mañana de mi marcha por mis hermanos, quienes han viajado todo este tiempo en mi corazón. Ellos y mi padre. Mi padre… Mis ojos se humedecen. No ha habido un único día en el que no lo haya tenido presente en mi pensamiento. Me pregunto si me estará observando desde el firmamento, sentado en su merecido lugar junto al Señor del Alba. Dejo que Lathander me ilumine con su luz sagrada, y cuando recito mis oraciones, el dolor parece menguar hasta quedar reducido en un pequeño rincón de mi mente.

De pronto, llega a mis oídos el sonido de una conversación traída por el viento de la montaña. De entre todos los lugares, este es uno de los últimos en los que esperaría encontrarme una compañía de viajeros hablando distendidamente, de modo que me acerco, genuinamente intrigado. Al aproximarme más, acierto a distinguir a los tres hombres. Uno de ellos es un fornido enano acompañado de un niño pequeño, su hijo tal vez. Otro de ellos parece humano, pero no me atrevería a asegurarlo, pues va embozado con una capucha negra que no me permite discernir sus rasgos. El tercero, un gigante de siete pies de altura, es un orco… ¡No, un semiorco! Mi corazón se acelera ante la idea de haber podido dar con el peculiar visitante que habían mencionado mis hermanos.

Ahora lo veo claramente. No pudo ser una mera coincidencia. En la víspera de mi partida, las dudas acerca de cuál iba a ser mi destino me atormentaban, pero Lathander se aseguró de señalarme el camino a seguir por medio de mis hermanos, hablándome a través de ellos de un semiorco que buscaba enfrentarse al Culto del Dragón, un enemigo de mi fe. Tiene que ser él.

—Buenos días —digo dirigiéndome al grupo con una sonrisa mientras recorro los metros que nos separan. Me detengo a contemplar más de cerca el gigantesco pórtico y los amplios ventanales de cristal coloreado antes de añadir—: Fascinante, ¿verdad? Es una injusticia que un lugar como este le resulte desconocido a la inmensa mayoría de los habitantes de Faerûn«Aunque no a todos, por lo que parece». Yo mismo no había oído hablar de él hasta hace bien poco, y he venido desde Nuncainvierno para tener el honor de contemplarlo con mis propios ojos. —Al decir esto, observo detenidamente al semiorco, por si la mención de mi lugar de origen despierta en él alguna reacción—. Me llamo Samtharas.

Notas de juego

Editado para corregir un pequeño error de sintaxis.

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16/07/2016, 02:44
Keth

Bien! Parece que mi error pasó desapercibido. Ahora solo tengo que cambiar de tema. Los otros hombres que acaban de llegar me lo harán mas fácil.

-Si, lo siento, que modales los mios. Olvide presentarme -Los mire uno por uno empezando por el que decía llamarse Samtharas tratando de devolver la cortesía-. Mi nombre es Keth. Soy de Neverwinter. Yo también vine aquí buscando información. Verán, es que estoy buscando a unos criminales muy peligrosos para llevarlos ante la justicia y las pistas que fui obteniendo durante mis viajes... bueno... llegan hasta aquí. Pero ahora que llegué, francamente, no se bien que hacer. Este lugar no se parece en nada a los lugares religiosos de mi hogar. Esperaba encontrar a un shaman que me diera algún sabio consejo pero las únicas personas que encontré aquí son ustedes. Estoy un poco confundido...

Y entonces comencé a rascarme la cabeza con la mano izquierda, incapaz de salir de mi desconcierto. Mi investigación parecía haberme llevado a un callejón sin salida. O al menos, eso pensaba entonces.

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16/07/2016, 03:49
Fornund Thornod

En ese momento, un joven humano de cabellos dorados, ojos como berilos y ataviado con los colores del amanecer se acerca a la cada vez mayor congregación y nos saluda con voz suave y buen ánimo. Tras su elogio a la belleza del lugar, nos comenta que ha venido desde la ciudad de Nuncainvierno. «Un largo viaje —me digo a mí mismo, pasando una mano por mi larga barba trenzada—. Esto no puede ser una mera coincidencia. Providencia más bien yo diría». Entonces, en respuesta al tal Samtharas, el coloso habla al fin, y sus palabras se llevan mi recelo inicial. Parece atribulado por una buena causa, y su elocución es diáfana y honesta, lo que contribuye a calmar mi espíritu. Casi puedo sentir cómo el pequeño Randrick se tranquiliza a mis espaldas. Keth, pues así se llama el «orco», ha llegado persiguiendo a un grupo de criminales con la esperanza de desenmascararlo. A pesar de que la precaución puede salvar reinos, me amonesto mentalmente a mí mismo por mis prejuicios. Sin embargo, el templo de Bahamut no parece cumplir cualesquiera expectativas que pudiese haberse formado antes de llegar, y Keth parece creer que su búsqueda ha llegado a un punto muerto.

No os preocupéis —le contesto con seria afabilidad—. Preguntemos a los sacerdotes del templo. De buen seguro ellos podrán resolver todas nuestras dudas. —O eso espero. Tras arreglar de nuevo las ropas de mi hijo, lo tomo de la mano y le sonrío, mirándolo a los ojos. Luego, encaminándome hacia la entrada de la enorme estructura fortificada del santuario, vuelvo la cabeza hacia los otros viajeros—: ¿Vamos?

Notas de juego

Propondría ir entrando en el templo. De todos modos, según el prólogo, Tharkael está en el interior. Así vamos avanzando, y le damos un poco de cancha a Wehrwolf, si os parece bien :).

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16/07/2016, 12:27
Durzo

Otro más apareció en las escalinatas del Templo. Cada vez tenía más dudas de que Blaine me hubiera enviado allí simplemente a buscar información. Cualquiera diría que el propio Bahamut hubiera utilizado su poder para reunir a semejante grupo de gente en uno de sus templos. Algo en mi interior me decía que no sería la última vez que vería a aquel variopinto grupo.

Hechas ya las presentaciones, el enano parecía impaciente por entrar en el Templo. Echó a andar cogido de la mano del pequeño que le seguía como los patos siguen a su madre en los lagos.

Yo tampoco tenía ganas de perder el tiempo. Blaine no lo decía nunca en sus peticiones, pero siempre quería que no le hicieran esperar. No le gustaba perder el tiempo, y la vejez no había sino acentuado ese rasgo en él, así que cuanto antes acabara con eso mejor para todos.

Seguí al enano hacia las puertas y el interior del Templo.

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16/07/2016, 18:21
Keth

Las palabras del enano fueron como una brisa fresca que trajo alivio a esos pensamientos tan pesimistas que tanto me agobiaban. Había una solución después de todo.

Que alivio! Solo tenemos que buscar a esos... como se llamaban? "Sacerdotes". Mmm... que palabras tan raras usa la gente de la ciudad!

-Bueno, pues si adentro hay gente que nos puede ayudar entonces... yo también voy.

Y así fue como me dispuse a seguir a ese extraño grupo de viajeros al interior del templo.

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17/07/2016, 00:27
Samtharas Lothinian

Presto atención a las palabras del semiorco, quien se presenta como Keth y afirma venir también de Nuncainvierno. Cuando menciona a «unos criminales peligrosos», mis ojos adquieren un brillo especial. Ahora ya estoy convencido de que es el mismo hombre que se presentó en el templo de Lathander buscando pistas para encontrar al Culto del Dragón. El enano le responde con palabras amables y sugiere educadamente que entremos en el templo de Bahamut.

—Estoy de acuerdo —respondo con un leve gesto de asentimiento, y dejo que los demás tomen la delantera para seguir tras ellos. El misterioso encapuchado parece impaciente por ponerse en marcha, ya que sigue al enano casi de inmediato sin decir una palabra. Keth va tras él, y yo aprovecho para ponerme a su lado—. Y dime, Keth —le digo al semiorco—, esos criminales a los que buscas… ¿Es posible que se trate del Culto del Dragón? Si tal fuera el caso, quiero que sepas que es mi deseo ayudarte. —Mi voz se carga de gravedad cuando añado—: Ese malvado culto es enemigo declarado del Señor del Alba y de sus seguidores. —Sigo andando hacia el interior del templo, y no puedo evitar fijarme en el niño pequeño que acompaña al enano adulto, cogido con una preciosa manita de dedos rollizos a la poderosa mano de este. Sus ojos claros miran todo cuanto lo rodea con una mezcla de sorpresa y recelo. Razono que quizá sea la primera vez que ve un grupo de personas tan variopinto, y me disculpo ante Keth con un gesto de la mano antes de adelantarme para caminar junto a los enanos—. Es precioso —le digo al adulto antes de dirigirme al niño con una gran sonrisa—. Hola, pequeño, ¿cómo te llamas?

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17/07/2016, 04:35
Fornund Thornod

Mientras cruzamos la impresionante entrada para dirigirnos hacia el interior del templo, oigo cómo el hombre llamado Samtharas pregunta a Keth si el grupo de malhechores al que busca puede tratarse de algo denominado «el Culto del Dragón». Ese nombre resuena en mi cabeza como si alguien hubiese golpeado un tambor. Inmediatamente vuelven a mi recuerdo imágenes de mi sueño, de la batalla definitiva contra Tiamat, la aborrecible madre de todos los dragones monstruosos y de corazón vil, la plaga voladora que azota Faerûn arrojando fuego, hielo y rayo desde los cielos. Nunca había oído hablar de ese colectivo, pero de repente no albergo ninguna duda de que ese Culto del Dragón está íntimamente relacionado con las visiones que mi dios Moradin me envió. Y no solo eso: aunque nada digo, un firme convencimiento inunda mi alma.

Estábamos destinados a reunirnos. Todos nosotros. Hoy, en este preciso lugar.

Caminando a través de una pasarela de grandes bloques de piedra perfectamente cortada y pulida, continúo observando con curiosidad todo lo que va quedando expuesto ante mis ojos a medida que avanzo. Entonces, el humano de cabellos de oro acelera el paso para ponerse a mi altura. Saluda a Randrick con palabras que me hacen esbozar una sonrisa genuina. Miro a mi hijo, que sigue pegado a mí, y siento cómo su manita aprieta la mía.

Este hombre tan amable te ha hecho una pregunta —indico al pequeño. No obstante, Randrick sigue apretando mi mano, sin mirarnos ni a Samtharas ni a mí. Me dirijo al gentil humano—. Perdonadlo, os pido. Mi hijo es un poco tímido. Se llama Randrick, y tiene cuatro años. —Mientras sigo andando pausadamente, contemplo al humano con curiosidad—. Soy Fornund, y me honra conoceros. Si venís desde Nuncainvierno, sin duda habéis realizado un viaje nada despreciable para llegar hasta este lugar… Por cierto, no he podido evitar oíros hablar de ese tal Culto del Dragón. No me preguntéis por qué, pero empiezo a pensar que quizás todos estemos aquí por el mismo motivo. —Hago una pausa, y mis ojos azures vuelven a mirar al frente, perdiéndose en la distancia—. Parecéis un hombre de fe. Tal vez no os extrañe entonces saber que es un sueño lo que me ha traído aquí. Un terrible sueño de dragones, para ser más exactos, inspirado por el propio Moradin. Era una llamada a las armas contra la tiranía de Tiamat, la Reina Dragón. —«Fuego, hielo, rayo. Caen desde el cielo y devastan la tierra. Y todo es terror, dolor, muerte». ¿Qué es el Culto del Dragón? ¿Qué podéis decirme de él?

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17/07/2016, 12:12
Durzo

Las palabras del que dijo que se llamaba Samtharas, hizo que mis ojos se abrieran. Suerte de la capucha que ocultaba mi rostro y así nadie pudo darse cuenta de mi expresión. Finalmente salía a la luz la relación entre todos nosotros. No parecía que fuera casual que nos hubiéramos reunido aquí cuatro personas, todas ellas buscando información sobre el Culto del Dragón, si bien cada uno por nuestros motivos y motivaciones personales.

Era evidente que aquel culto se había propagado por los cuatro rincones del continente y había atraído a personas tan diversas tanto de aspecto y raza como de habilidades. Todo el mundo sabía, creyente o no, que los dioses eran caprichosos y actuaban en el mundo a su antojo, aunque les gustaba promulgar lo del "libre albedrío". Las historias y leyendas sobre guerras decantadas de un lado o de otro por actuación directa de los dioses, eran abundantes en la cultura popular. Si bien ellos mismos no luchaban en las guerras directamente, se servían de actos como este que estábamos viviendo para condicionar unos hechos que de otro modo discurrirían por otros caminos.

Sin que notaran mi presencia, me acerqué a la pareja que hablaba para escuchar con más detenimiento cualquier información que pudiera serme de utilidad. Según sus palabras y expresiones ambos parecían almas torturadas, uno por sus sueños y el otro, vete tú a saber. Tenía pinta de clérigo así que cualquiera sabe lo que atormentaba el corazón de una persona con su vida consagrada a un Dios.

El semiorco venía al final de la comitiva, un guerrero. Yo, un miembro del Gremio. El enano otro guerrero, uno con visiones, así que algo de magía o inspiración corría por su cuerpo. Un clérigo. Cada uno comprendía una serie de habilidades que se complementaban entre sí. Sin duda alguna los dioses tenían algo que ver con ese encuentro. De repente, la misión perdió el principal interés en mí. Si bien no podía olvidarla por completo ya que mi vida dependía de ella, mi curiosidad innata ganaba terreno. Debía averiguar los motivos por los que las fuerzas divinas nos había reunido allí. Por qué aquel Culto del Dragon resultaba tan peligroso para la estabilidad o la propia existencia de los dioses para que se tomaran tantas molestias por acabar con ellos.

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17/07/2016, 16:04
Keth

El interior del templo me parecía aún mas extraño que el exterior.

Donde están las ofrendas de flores y frutas frescas? Donde están los cánticos y las danzas? Los tambores... La cerveza!!!? Si en casa nos atreviéramos a adorar así al gran Silvanus, sus bostezos de aburrimientos harían que esta montaña se desmoronase. Oh, mi casa... como la extraño...

Y entonces escuché a Samtharas mencionar al culto dragón y mi sorpresa fue colosal! Cuando atiné a responderle el enano comenzó a hablar y mencionó un sueño profético. Yo no se mucho de religión, pero los shamanes de mi tribu siempre tomaban muy en serio los sueños. En ese momento tuve la seguridad de que nuestro destino había sido encontrarnos y luchar juntos contra esos asesinos. Ya no se trataba solo de mi gente. El mundo entero peligraba por su causa y como único sobreviviente de mi tribu, mi deber era ayudar.

-Sí, sí, son ellos! -dije finalmente a Samtharas- antes de venir aquí pregunté en otro templo. Creo que era en honor a tu dios. Allí me hablaron de ellos, aunque no me dijeron mucho. Sólo que era su enemigo y que aquí podría obtener mas información. Desde ya te agradezco tu ayuda, mi hacha también esta a tu servicio, al de todos ustedes en realidad. -los miré uno a uno y me detuve en el enano- Yo creo firmemente en tu sueño. No se nada de ese culto, pero se que no tuvieron piedad con mi gente y eso es suficiente para mí. -me golpeé el pecho con mi puño izquierdo. Luego levante mi mano derecha señalando al cielo- Creo que nuestro destino es asestar el golpe decisivo que inclinará la balanza hacia el bien en esa batalla que seguro se librará muy pronto.

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18/07/2016, 23:26
Samtharas Lothinian

—Por desgracia, no es mucho lo que sé acerca del Culto del Dragón, aparte de lo que recuerdo de los manuscritos del templo —digo en respuesta a la pregunta de Fornund—. Según los escritos, es una secta depravada que venera a los dragones malvados y la muerte viviente. Al parecer, en el pasado, sus miembros llevaban a cabo rituales para transformar a los dragones en poderosas criaturas muertas vivientes y así asegurar su dominio sobre nuestro mundo. En el año 916, el propio Lathander intervino para enfrentarse al Culto, pero su avatar resultó gravemente herido. Desde entonces, los siervos del Señor del Alba los consideramos uno de nuestros más temibles enemigos. —Tras decir esto, adquiero una actitud pensativa, y medito unos segundos antes de volver a hablar—: Fornund, has dicho que en tu sueño viste a Tiamat, la reina de los dragones. Sin embargo, el Culto del Dragón no venera a Tiamat, ya que las prácticas necrománticas de sus seguidores los llevan por caminos muy diferentes. Te ruego que me perdones, pero no alcanzo a ver la relación que guardan Tiamat y el Culto —hago una pausa para contemplar el interior del templo de Bahamut con expresión solemne—. Algo me dice que en este lugar hallaremos la respuesta… 

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19/07/2016, 00:27
Fornund Thornod

Me sorprende muy gratamente la actitud de Keth. Es un alivio observar tal determinación a hacer lo correcto, aunque me preocupan sus motivos. Aunque no me considero quién para poner en tela de juicio lo que alimenta el deseo de justicia de cada cual, la venganza rara vez es una buena aliada, por tentadora que pueda ser.

Lamento sinceramente lo que decís, Keth —le respondo cuando me hace partícipe de la masacre de su pueblo—. Sin embargo, sabed que cada acto cruel es castigado, y uno como el que describís no quedará impune. Mis condolencias.

Seguidamente, Samtharas procede a dar respuesta a mi curiosidad. Asiento lentamente, sin interrumpir la explicación del humano. Sin embargo, una arruga de preocupación aparece en mi frente cuando Samtharas describe las abyectas prácticas de la secta. ¿Transformar dragones en no muertos? Una completa aberración, además de una estúpida temeridad, pues, ¿quién puede controlar una fuerza de tal calibre? El joven pone en duda la relación del Culto del Dragón con Tiamat, a la que vi en mis sueños proféticos, y lo cierto es que carezco del conocimiento para rebatir su cuestionamiento.

Ya veo… —murmuro, meditabundo—. Me temo que habéis arrojado nuevas dudas a mi búsqueda. Veamos qué tienen que decir al respecto los sacerdotes de Bahamut; es de suponer que sabrán acerca de Tiamat, de dragones y de esos menesteres… Gracias por vuestro tiempo.

Con todo, una sombra pesa sobre mi corazón; una certeza que no puedo explicar con la cabeza, pero que me dice que muy pronto hallaremos puntos en común entre el Culto del Dragón y la diosa Tiamat.

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19/07/2016, 01:25
Keth

El relato de Samtharas me causaba un terror que nunca antes en mi vida de guerrero había sentido. Muertos vivientes! Siempre los odié! En cuanto a los dragones no tenía nada contra ellos aunque sabía que eran bestias a las que había que respetar. Pero esto... Dragones muertos vivientes! Que clase de depravación demoníaca se necesitaba para concebir tal aberración? Y en medio de todo... Tiamat! Que tenía que ver ella en todo esto?! Por suerte, las palabras de Formund me dieron algo de consuelo.

-Pues, hasta ahora solo me preocupaba vengar a mi gente pero... veo que este asunto es mucho más serio que un ataque aislado a una tribu. Si esta gente tiene éxito en sus planes nuestro mundo... Oh, por los dioses, no quiero ni imaginármelo! -me llevé las manos a la cabeza. En ese momento mi rostro mostraba una profunda preocupación-Y el hecho de que Tiamat esté involucrada lo hace aún más grave. -bajé los brazos y miré muy seriamente a Formund- No se cual pueda ser la relación entre Tiamat y este culto, pero no debe ser nada bueno, no señor. Debemos descubrir cuanto antes que están tramando.

Notas de juego

Bienvenido!