Partida Rol por web

El espectáculo que se había armado dentro del reciento era una auténtica locura, alejándose sobremanera de lo que cabría esperar en los duros tiempos que corrían dentro de la QZ. Como si se tratase de un microcosmos distinto a la realidad, aquel lugar era una fiesta en toda su extensión, gritando a pleno pulmón los cientos de ciudadanos que se habían aventurado a ingresar. Las apuestas eran recogidas por decenas en unas mesas al fondo, donde los hombres del casino de Jeff faenaban como si no hubiese un mañana. 

- Apuesto 20 BGMs por Jack "La bestia" Laver - levantó la voz para hacerse escuchar un tipo de mediana edad frente a la mesa de apuestas, siendo tomada por escrito y entregado el boleto de resguardo, una vez se depositó la cantidad estipulada. Confío en que esta noche nuestro americano por fin descoyunte de un derechazo a ese vil escocés y lo mande a la lona, jaja.

- Este tipo no sabe ni lo que dice, jaja. Gary, méteme 25 BGMs por Morgan "el aniquilador"  - respondió con altivez y presunción el individuo que le seguía en la cola, apostando por el púgil de su confianza. Por cierto, antes de la pelea principal que todos esperamos, ¿es cierto lo que dicen que los jefazos han traído a un irlandés que presume de poder acabar con ambos esta misma noche?

- No lo creería de no ser porque el mismísimo Oso ha venido en persona a ver el espectáculo, en su palco VIP. - mencionó el tipo que recogía las apuestas, sonriendo ante la perspectiva que se avecinaba, no sin antes señalar una especie de tribuna en alto del segundo piso - No se que diantres habrá visto el Oso en ese tipo para permitirle participar del evento, pero te aseguro que a simple vista parece una broma de mal gusto con el tamaño minúsculo que tiene ese Nicky Love a diferencia de las dos moles. Quizá lo hayan metido ahí dentro para darle una soberana lección, jaja. ¿No estarás pensando en apostar a ese blandengue, no?

- Mal me parta un rayo, jaja. ¡Jamás! - contó las balas una a una, antes de depositarlas sobre la mesa de apuestas - Con el dinero no se juega, valga la ironía. ¡Anótame las 25 por Morgan, por Dios!

Un clamoroso rugido se produjo sorpresivamente, cuando tras la presentación del lado rojo hizo acto de aparición Morgan "el aniquilador", colosal e imponente como nadie, dirigiéndose hacia el cuadrilátero.

Instantes después sería el propio Love el que, a diferencia del primero, sería abucheado por la mayoría de las gradas abarrotadas, incluso riendo burlonamente al comparar ambos físicos. Love cargaba con una bandera irlandesa, enarbolándola orgullosamente para demostrar sus raíces, la cual entregó a David tras acceder al ring. 

Ágilmente se quitó la camiseta blanca, mostrándoles a todos su cuidado cuerpo y tatuajes, ignorando por completo el triste recibimiento que le había ofrecido. Tenía entre ceja y ceja demostrar en unos minutos, si lograba tumbar al gigante, que habían cometido el peor de los errores al apostar de forma desenfrenada en su contra. 

- Eh, David. ¿A cuánto están las apuestas ahora mismo? - preguntaría Love con una sonrisa, mientras se movía para mantener el calor y la tensión en el cuerpo - ¿Cinco a uno en mi contra? ¿Más de cinco? Recuerda apostar todo lo que tenemos... vamos a forrarnos esta noche, camarada.

El árbitro del evento mandó llamar a ambos boxeadores al centro, donde les indicó algunas directrices finales. Estaba por sonar la campana. Nadie podía apartar la mirada del cuadrilátero.

El sonido infernal de la compuerta terminó en un sonido breve y profundo. La palabra que llegó inmediatamente a la mente del falsificador fue "Atrapados". A pesar del uso de la linterna, el entorno no era fácil de identificar viendo el mundo a través del visor de la máscara. De nuevo, el sonido de la respiración como banda sonora constante. Liam comenzó a caminar sabiendo que cerca suyo andaba Walker, atento y vigilante. El comentario sobre la edad de Sunny revelaba que aquel hombre podría dar problemas. Y ahí abajo, se podría multiplicar exponencialmente. Por suerte, teníamos al Big Boss para templar cualquier situación que se caldeara. Y también a Queen. Aquella mujer incluso en un conducto subterráneo derrochaba glamour con sus andares. Una pena que Liam tuviera que encabezar la marcha.

Al cabo de un instante, Liam se detuvo. Necesitaba mas referencias para saber la dirección a seguir en un cruce de túneles. Es entonces cuando el apodado El Gitano, se acercó para indicar un lugar próximo a la salida de la vieja parada de metro en Park Street. - Es cierto, gracias - Agradece Young sin reconocer que por unos instantes, estaba perdido. Aquel hombre le contó la historia de cómo fue rescatado por el falsificador, a lo que respondió: - Recuerdo el suceso y de cómo te atendí. Me alegro de que estés bien, pero, sinceramente y espero que no te moleste, no recuerdo tu rostro - Y es que unos años en essos tiempos tan duros pueden cambiar las facciones de manera dura. Liam pensó en si él también habrá aviejado mucho en estos años. 

La voz de Sunny llamó la atención del improvisado guía y orientó el haz de la linterna hacia el infectado fusionado con la pared. Sólo había visto otro caso como aquel hará un par de años. Era siniestro. Pensar que aquella estatua había sido una persona como cualquiera de ellos, le ponía los pelos de punta. Instintivamente, llevó su mano a la culata de la pistola. Poco sabía del comportamiento de los infectados más allá de la llamada fase 1 y no podían dejar la situación bajo el control de lo imprevisible. - Cuidado muchacha, no te acerques demasiado -

El asunto de la adquisición de aquel botiquín, algo aparentemente sencillo en un principio, pudo llegar a terminar de la peor manera posible. Aunque costase creerlo. A veces resultaba increíble el modo en que las cosas se torcían con facilidad en aquel mundo en que nos había tocado vivir, cómo podía pasarse de un extremo al contrario en lo que tardaba en girar una moneda de la cara a la cruz.

Qué tiempos aquellos, cuando se usaban monedas en vez de balas.

Elliot trataba de mediar entre Michelle y los hermanos Vázquez, forzando una negociación sobre el contenido del botiquín. No lo hacía mal, pero al hacerlo atraía la atención hacia sí mismo, y en un momento dado lo que parecía una simple transacción se convirtió en una aparente amenaza de proporciones desastrosas. Había una recompensa por Elliot, y los Vázquez demostraban ser conocedores de ello, y en cuanto me di cuenta de ello reaccioné disimulada y lentamente, pero de inmediato. Mi mano diestra se movió cerca de mi muslo, donde reposaba la pistola. ¿Me daba tiempo a desenfundar antes de que aquellos dos hicieran alguna tontería? En lugar de calcularlo, la mano siguió su movimiento hacia el centro, uniéndose aparentemente con la otra mano ante mí en una posición de falsa calma, que no hacía sino acercar la mano a la empuñadura del machete, en el lado contrario de mi cadera. Aún con el silenciador, la pistola era demasiado escandalosa en un espacio tan reducido, y prefería ahorrar munición. Además, desde siempre me había sentido más cómodo con el acero afilado que con el plomo y la pólvora. Pero la pregunta seguía en el aire. ¿Me daba tiempo a desenvainar y actuar antes de que aquellos dos hicieran una gilipollez?

Por suerte, más allá de la tensión del momento, la cosa terminó por no ir a más, o a saber qué habría sucedido. Los Vázquez decidieron no meterse en problemas, por fortuna para todos. Fortuna, otra vez esa odiosa palabra. Aceleraron el cierre del acuerdo por el botiquín y nos vimos fuera al poco tiempo.

- No será que no te dije que te cubrieras... -Renegué cuando comenzó a parlotear sobre ponerse una máscara, suspirando al sabernos a salvo en el exterior. Bueno, a salvo no, no completamente. Ahora los Vázquez sabían que Elliot estaba con nosotros, y aunque no hubieran tenido huevos de intentar cobrarse la recompensa, bien podían vender esa información a otros- Será mejor moverse cuanto antes y poner distancia respecto a esos dos.

Estaba completamente de acuerdo con él, en que si había un lugar donde estar a salvo, era en el puto territorio de Strickland y el Oso, donde más hombres tuvieran entre ambos. Nadie intentaría nada allí, y eso nos llevó a apretar el paso para acceder al recinto de los combates. Lo cierto es que lo tenían bien montado, y uno casi se olvidaba de que el mundo había terminado, tal como lo habíamos llegado a conocer. Incluso pudimos oír conversaciones sobre las apuestas, y sobre la presencia de nuestro benefactor en el palco, aunque no se le alcanzaba a ver. Lo que sí me resultó curioso fue oír hablar del campeón de la banda de Strickland, que parecía una nimiedad en comparación con sus rivales. ¿Estaban los combates amañados? ¿O sabía el mafioso algo que el resto no?

Yo no era alguien a quien le gustase jugar. Apostar, al menos. A pesar de mi apodo, no era dado a esas cosas, sobre todo porque costaba mucho ganar lo que uno llegaba a tener como para dejarlo en manos de la simple suerte. Y sin embargo, cuando oí decir que las apuestas podían estar cinco a uno, me detuve en seco, pensativo. Bajé mi mirada al suelo, con el ceño fruncido, sumido en una lucha interna. No me gustaba aquello, pero veía escasos motivos para negarme. No parecía que pudiera darle un uso medianamente útil a esas siete balas de grado militar que aún poseía, pero existía una mínima, por ser suave, posibilidad de multiplicarlas exponencialmente. ¿Qué podía hacer con unos beneficios de tal envergadura? Agité mi cabeza, negándome a construir castillos en el aire, a vender la piel del oso antes de cazarlo. Pero las posibilidades eran enormes. Y el precio, en caso de perder, tampoco parecía gran cosa en esos momentos.

- Siete BGMs por Nicky Love. -Indiqué alcanzando la mesa de apuestas, mientras depositaba las balas sobre la mesa con un suspiro, esperando mi resguardo por la apuesta.

Guardándome el papel en el bolsillo interior de la chupa, me giré para regresar junto a los demás, observando al público a nuestro alrededor y en la distancia. Le hice un gesto a Elliot, recordándole que estuviera atento por si veía entre el gentío al tal Ted Petrovsky, mientras yo permanecía más atento al cuadrilátero que otra cosa. Después de todo, ni siquiera sabía cómo era aquel tipo, así que ¿por qué esforzarme en buscarlo?

Eso no te lo crees ni tú.

Fue mi pensamiento inmediato ante la respuesta de mi hermano a los comentarios y gestos acerca de la capacidad de los MacLeod para desenvolverse en aquel hostil y nuevo mundo; el que había sido el mío prácticamente desde siempre. Barry en seguida desveló que se refería más bien a que tendía a actuar antes de pensarse mucho las cosas, pero eso de que no pensaba demasiado… Si no pensara demasiado, no habría cambiado tanto como lo había hecho, estaba segura de ello. Evité replicar, incluso cuando trató de quitarse mérito por sus buenas ideas, pues no había tiempo tiempo para aquel tipo de debates; pero me aseguré de plantarle un beso en la mejilla junto a una sonrisa llena de comprensión.

Ya de camino, Barry pudo hablarme de lo que Veron le había contado sobre nuestra madre. Sonreí llena de orgullo y alivio ante el proceder de mamá, sorprendiéndome que además de una carta de ella, también hubiera otra de Annika. Tomé ambas cuando mi hermano me las tendió, ya relativamente tranquila al haberme adelantado este que mamá confirmaba que todo iba como debía. Sonreí brevemente a mi hermano y me dispuse a leer los mensajes. Ambas misivas me emocionaron y permitieron estar más tranquila, aunque no pude evitar que me preocupara el futuro de mi amiga. Annika había hecho mucho por mi familia y por mí, había sido un gran apoyo en momentos difíciles, ni siquiera había tratado nunca de quitarme de la cabeza que mi padre seguía vivo allí fuera, en alguna parte… Pero ella dependía de FEDRA, los temía, y nunca había querido inmiscuirse en nada que pudiera comprometer su situación para con los militares. Y ahora… Se estaba jugando lo poco que tenía por nosotros, si es que no lo había perdido ya.

Tratando de ver todo aquello desde otro punto de vista, pensando en que de salir todo bien, Annika también podría beneficiarse del nuevo orden que Strickland pensada instaurar, llegamos hasta el tenderete de los hermanos Vázquez. Elliot resultó crucial a la hora de conseguir que aquel botiquín que solicité pudiera estar mejor equipado de lo que en un principio lo hubiera estado, interviniendo cuando era preciso, sin embargo, aquello terminó desembocando en algo nefasto. Uno de los hermanos Vázquez reconoció a Hudson como aquel por el que Donovan ofrecía 30 BGM. Mientras el silencio se generaba, me situé ligeramente por delante de Elliot por si era preciso interponerme entre esos hombres y él, acercando mi mano hacia el cuchillo; pero fue finalmente la caja con las balas lo que saqué, pareciendo que los hermanos preferían tener la fiesta en paz y terminar de cerrar el negocio.

De un par de pequeños puñados, posé las 20 balas sobre el maltrecho mostrador y salimos de allí, lamentando Elliot su situación, y recordándole mi hermano que él ya le había señalado la necesidad de cubrirse. Ambos nos instaron a entrar en el recinto de los combates y así terminó siendo, no resultando al final necesario que adquiriésemos comida y agua por lo que dijo Elliot, con lo que finalmente Vika y yo pudimos conservar nuestras cartillas, y también Barry las balas que le quedaban.

Una vez entramos, aquello pareció ser otro mundo. Había acudido en un par de ocasiones a eventos que allí se habían organizado, pero nada tan grande como lo que allí se había formado. Había cientos de personas, gritando muchas en una gran fiesta, a pesar de lo cual pude escuchar algunos comentarios acerca de apuestas y los combates que estaban por venir. Al parecer, no había mucha confianza en que Nicky Love pudiera ganar a tipos llamados “La Bestia” y “El Aniquilador”. No había podido verles aún, pero con aquellos nombres llegué a temer que aquella gente tuviera razón y terminaran machacando a Love. En un momento dado, me di cuenta de cómo mi hermano se detenía, terminando por cambiar de rumbo; siendo entonces cuando creí saber a qué se disponía. Saqué entonces un par de balas con rapidez, y tras tirar de su chaqueta para que supiera que estaba allí, se las di sin mediar palabra y regresé con los demás. No podía parecerme más extraño que mi hermano quisiera apostar, y no tenía ni la más remota idea de por quién pensaba hacerlo, pero confiaba en su instinto.

El primer combate parecía ir a dar comienzo, pudiendo ver al fin a ese “Aniquilador”, el claro favorito por cómo le recibió el público; mientras que Love era abucheado a su salida y se reían de él. Ante aquello, en seguida me separé algo del resto para acercarme al cuadrilátero, poniendo ambas manos a los lados de mi boca para que ejercieran de altavoz cuando conseguí estar algo más cerca de la zona de combate.

- ¡VAMOS, LOVE! ¡TÚ PUEDES! – quise animar al irlandés, aunque parecía muy seguro de que lo haría bien por lo que pude escuchar después.

El combate dio comienzo, y aunque me hubiera gustado poder estar más pendiente de este, me centré mayormente en los alrededores del cuadrilátero; tratando de identificar si había hombres de Donovan por allí, ya fuera el tal Petrovsky o cualquier otro, y es que si bien no le ponía cara al informante, había visto a gente en los dominios del líder mafioso que quizás fuera capaz de identificar si volvía a verlos.

Digna de mencionar fue la reacción de Jeremy Law cuando se le acercaron y le propusieron visitar el palco VIP, no saliendo de su asombro ante semejante oferta digna de los más ricos y poderosos dentro de la QZ. ¿Quién podía permitirse el observar las peleas desde aquellas tribunas privadas, a excepción de unos pocos? 

Cuando muchos hubiesen sospechado de que la soga estaba ya dispuesta alrededor de su cuello, y que simplemente restaba izarles en el aire para ser sentenciados, se dio la terrible coincidencia de que precisamente en ese instante, David aparecería en escena desde los vestuarios, acompañando a Love camino al centro del cuadrilátero, saludándole desde la distancia con un gesto genuinamente sonriente y sincero, creyendo Jeremy que era su propio amigo quién enviaba la invitación.

El saludo de por su parte no se hizo esperar, no dudando desde ese entonces en acompañar a los hermanos Tammer y a los escoltas que les guiaban en la marcha escaleras arriba, disfrutando del espectáculo y las vistas, incluso creyéndose durante aquel breve espacio de tiempo en un tipo privilegiado.

- Válgame Dios, esto es increíble... - susurraría para si mismo, complacido, desde la posición privilegiada en alto, antes de que le franqueasen el acceso al interior de la sala VIP - ¿Quiénes son ustedes, caballeros? Soy Jeremy Law, encantado. - preguntó con respeto a los hermanos Tammer y se presentó a si mismo, aunque estos ignorasen sus palabras y se limitasen a sonreír, primer momento en que Jeremy intuyó que algo no andaba bien en todo aquello. ¿Quiénes eran esos dos tipos? ¿No los había estado viendo a lo largo de la tarde en más de una ocasión? ¿A caso le habían estado siguiendo y observando sus pasos?

No hubo tiempo a extenderse en valorar y fundamentar sus sospechas, cuando el primer rostro que vio allí fue al mismísimo Oso en persona, frente a él, entregándole una copa de champagne y sirviéndose una para sí mismo. Jeremy tragó saliva y sus ojos buscaron escapatorias allá donde no las había, y aunque su instinto primario le decía que debía huir de allí y salvar su vida a todo lugar, los músculos se negaban a responder y ni si quiera era capaz de abrir la boca y responder a la pregunta que el capo contrabandista le había formulado.

- N-o lo s-e... - lograría balbucear tras unos largos segundos que se hicieron eternos, a la cuestión de si sabía por qué se la había citado allí. Obviamente estaba mintiendo de forma inconsciente, porque tiempo atrás el propio Donovan Peak ya le había advertido de que tarde o temprano Jeff Strickland o el Oso le harían llamar, momento en que debería finalizar sus labores como informante y negar cualquier tipo relación con Donovan y sus hombres - S-upuse que D-avid me invitó a v-er las peleas, p-ero p-arece que ese n-o es el c-aso - continuó balbuceando, aceptando la copa que el Oso le entregó para no mostrarse irrespetuoso, pero no tardando en solicitar si era posible marchar de allí - No p-retendo m-olestar. Si le p-arece bien, a-hora mismo r-egresaré sobre mis p-asos y volveré a mi l-ugar, allí en las g-radas.

Escuchar al Oso ofreciéndole asiento y mencionar el "informante del enemigo" fue todo cuanto se precisaba para que Jeremy colapsara, cayendo de rodillas y empezando a suplicar por su vida. Allí donde otros siempre se mostraban inflexibles e inamovibles, Jeremy demostró de que pasta estaba hecha, y la razón por la que no valía para otros trabajos que no fuesen meramente informar.

- P-or favor, no me hagáis d-año. Y-o no soy n-adie... - se autoconvenció de que lo que hacía y nada era lo mismo - Solo p-retendí durante todo este tiempo g-anarme unas m-íseras BGMS por m-encionar trivialidades sin i-mportancia. Lo juro, señor.

El mayor de los hermanos Tammer no pudo contener más la risa, ante la salva de sandeces del muchacho, quién finalmente veía peligrar su vida. No pretendía hacer leña del árbol caído, pero simplemente lo había puesto a huevo.

- ¿Te parece trivial que sabiendo de antemano que King Raül y los suyos tenían pensado regresar con ametralladoras Thompson a acribillar la gente del Giocomo's, te callases dicha información y no advirtieses ni aún a tu supuesto amigo David? - reveló sin floritura alguna Julius Tammer, para espanto y horror del chaval arrodillado - ¿Y qué me dices del mensaje por radio que has enviado apenas hace media hora? ¿No advertiste y pusiste sobre aviso a Donovan Peak de que la mujer de Strickland estaba haciendo acopio de toda clase de suministros en el mercado negro, como si tuviesen en mente hacer algún tipo de incursión al exterior? ¿Te parecen todas esas cosas trivialidades sin importancia?

Los hermanos Tammer acababan de demostrar que sabían hacer el trabajo bien hecho, y que como mercenarios a sueldo, valían con creces cada BGM por sus servicios. Un simple gesto de asentimiento fue suficiente para indicarle al Oso de que podían contar con ellos, en caso de que fuesen a involucrarse en temas más peliagudos que simplemente informar de la actividades de un soplón.

- Oso, este chaval es un soplón en toda regla, créeme. Iba a mencionarte todos estos asuntos mañana mismo, en el lugar convenido por ambas partes, pero me alegra que hayamos podido vernos antes. - y sin pretender ser más intrusivo de lo estrictamente necesario, simplemente dejó caer su predisposición a seguir manteniendo negocios con el Oso y los suyos - No se si requieres algo más de nosotros, pero encantado estaremos de formar parte de lo que estéis por emprender, si así lo estimas conveniente.

Aunque Sunny no se hubiese percatado del gesto indecente y lascivo de Martens con la lengua, relamiéndose este sus labios con deseo mientras observaba más de la debida cuenta el cuerpo de la joven pelirroja, lo cual había provocado que Chad reaccionase instintivamente y como un resorte, posicionándose frente a la muchacha, la tensa situación que se había generado de súbito sería más que suficiente para que Sunny se diese cuenta de que algo había sucedido para desagrado de su compañero. Si bien la reacción inicial del mafioso fue mirar con asco y desprecio a Chad, puede que incluso valorando en su retorcida mente el clavarle un cuchillo en la yugular al chaval, sería el tono glacial y cortante con el que Walker se le dirigió a Martens a continuación, y las palabras del Gitano desde el frente, lo que sin duda hizo que el hombre se retractase de sus pensamientos.

- Ya veo... la niña es tu responsabilidad. Tu nueva aprendiz. - mencionó en un tono soberbio que no dejaba en claro si había captado la indirecta del mercenario, o si por contra le hacía gracia aquella afirmación, dejando caer una sutil respuesta final un tanto ambigua - Si es así, deberás echarle en todo momento un ojo. Nadie querría que le pasara nada malo... ¿Verdad que sí, negrito? - volvió a clavar su mirada en Chad, no ocultando su desprecio infinito frente al chico por su raza, golpeando suavemente un par de veces el hombro del ex recluta de FE.D.R.A, para finalmente sonreír jocosamente.

- Martens, deja de tensar la situación. ¿Quieres? - mencionó bastante seco y duro el Gitano, para demostrar que hablaba muy en serio, más cuando estaban ya de por si más tensos de lo normal en aquel laberinto de galerías - Ya está esto lo suficientemente jodido como para que ahora vengas tú con tus gilipolleces. ¿Queda claro "Creeper"? - e instintivamente su mirada fue hacia el jefe, el capo contrabandista Jeff Strickland, por si tenía algo que añadir.

Martens, también apodado como "Creeper" por sus más allegados, rebajó esos humos antes de que la cosa fuese a más, alejándose de Chad y Sunny, no sin antes colocarse la máscara de gas en el rostro y asestar una puñalada en la cabeza del "tocón" en la pared, el cual se fragmentó y deshizo de inmediato como si se tratase de una cáscara de huevo endeble. No respondería nada ante la explicación detallada de la joven recluta, pero a la vista quedaba que había obedecido a sus indicaciones y quedado demostrado que aquello estaba completamente muerto, reseco como había afirmado Sunny.

-Parece que sí estaba muerta esa cosa... - se le escuchó mascullar en voz baja mientras se alejaba.

Tras varios minutos de marcha, únicamente siendo alumbrados unos pocos metros frente a su posición gracias a las luces de las linternas, la ruta finalizaría abruptamente frente a unas escaleras enclavadas en la pared, viéndose forzados a subirlas si querían proseguir la marcha. El camino hacia la derecha, el cual originalmente debería haber sido la mejor alternativa, parecía estar bloqueado por un corrimiento de tierra.

- ¿A dónde conducían esas escaleras, Gitano? - le preguntó inicialmente Veron a su compañero, no teniendo claro si ascender la escalera les había aproximado más a una salida o la zona que había visto marcada en el mapa del mayor de los MacLeod como un nido de infectados - Te recuerdo que era por esta zona donde...

Unos chasquidos y sonidos guturales, que al menos Sunny, Liam y Walker fueron capaces de reconocer, llegaron a lo lejos a través de una fina apertura en una de las paredes.

No solo la zona estaba repleta de esporas en el ambiente, quedando claro que si se retiraban las máscaras eran todos ellos hombres muertos, si no que cualquier error o ruido podía marcar la diferencia entre vivir o morir. ¿Lograrían abrirse camino de forma sigilosa? Una vez cruzada la apertura habría un abanico con tres posibles alternativas...

Daba igual lo podrido que estuviera el mundo. Daba igual que escala de valores, que ética imperaba en ese mundo podrido. Daba igual... había algo inmutable. El hombre siempre sería un lobo para el hombre. Y determinados hombres solo sabían pensar con la polla.

Uno de ellos estaba entre nosotros.

Tal vez más de uno.

Pero no dije nada. No fue necesario. La joven Sunny estaba bien protegida, de eso no me cabía. Incluso, estaba convencido de que ella misma sabría cuidarse sola. Pobre de aquel que intentara sobrepasarse con ella sin obtener permiso.

Aun así... no estaba contento con traer ese nivel de estrés aquí abajo, donde cada pulsación de más podía mandarnos a todos a la mierda. Así que, hice una señal a Queen Scherezade, imperceptible para nadie que no fuese ella, exclusivamente. Una señal inequívoca. Debía tomar cartas en el asunto, pero debía hacerlo de manera discreta. Algo entre ella y Martens... algo entre Martens y yo. Una sola broma más, una sola mirada interpretable como negativa... 

(...)

Bien, señores... ¿qué opináis? - dije, en un quedo susurro mientras permanecía a la espalda de los que abrían el grupo - la opción más viable, tal y como yo lo veo, es subir todos, abrirnos en abanico y mientras alguien - señalé con la vista a Martens, el cual se había ganado el privilegio de ser el cebo ju ji ja - llama ligeramente su atención y, cuando se gire, dos de nosotros le clavaremos un puñal hasta el fondo de su obscena cabezota. El resto, dos vigilarán las escaleras, por si la cosa se desmadra y a los otros les da por subir, y los demás cubrirán por si los puñales no son suficientes.

Aunque... aquí yo ya no soy el experto, ¿Liam? ¿Walker?

Observo a Martens con absoluta tranquilidad, pues si el sujeto creía que esto se iba a convertir en un concurso sobre quién la tenía más gruesa, ya podía esperar sentado.

Yo sólo daba una advertencia, si Martens pensaba cruzar la línea, pues me limitaría a meterle una bala en el cráneo y seguir adelante, por lo que ignoré abiertamente su comentario y me concentré en los chasqueadores.

Tengo como distraer a esas cosas, pero una vez que pierdan la atención, estarán en alerta total. - susurro mientras echo mano de una de mis bolsas de cacofonía.

Normalmente es lanzar y correr, pero tenemos el problema con el que está arriba, si escucha el ruido se lanzará escaleras abajo y nos complicará la salida a menos que lo neutralicemos de forma inmediata.

Tal vez si nos ubicamos a los laterales del pasillo y atacamos en simultáneo para luego ir escaleras arriba. No hay lugar para errores, pues de lo contrario todo se irá al demonio. - comento mientras espero las opiniones de todos.

Con el sonido de la campana daría por iniciada la pelea de ambos púgiles, justo en el instante en que Barry regresaba de la zona de apuestas con su boleto junto a Elliot, Vika y Michelle. En el último instante, gracias a las dos BGMs que le había tendido su hermana de improviso, la cifra final apostada se incrementaría a 9 BGMs, lo que podrían convertirse en 45 BGMs en caso de que Love noquease al otro bastardo. ¿Tanta fe le tenían a un tipo que apenas acababan de conocer? ¿Sería un farol del tipo o en verdad Love tenía un talento natural para echar a la lona a aquellas moles?

- ¡Love, estoy contigo! ¡Eres un mata gigantes, joder! ¡Ve a por él! - gritaría a viva voz David, apoyando a su camarada desde la esquina azul, cuando prácticamente nadie más daba una mísera bala por él. Solo al escuchar los ánimos de Michelle, el menor de los García giraría el rostro un instante, alegrándose de que al menos hubiese alguien más aclamando al irlandés y levantado el pulgar en agradecimiento a la joven - Sigue así, eso es. - mencionaba David cuando Love parecía amagar con llevar la iniciativa, lanzando algunos golpes y realizando esquivas, aunque tragando saliva cada vez que los puños colosales del "Aniquilador" casi rozaban su cabeza.  Uff, si uno de esos llega a impactar... Glup... Ay mi madre...

Las aclamaciones y risas del público eran más que evidentes cuando el Aniquilador estaba a punto de destrozar la cabeza de Love, pero ya fuese por habilidad o de forma milagrosa, cada acometida bestial era salvada por escasos milímetros, lo que desesperaba a David en su esquina, poniéndolo de los nervios. Muy probablemente había apostado todo cuanto tenía, y de perder el irlandés, iba a estar verdaderamente jodido de saberlo su hermano mayor.

Aunque Barry, Vika y Michelle ojeasen el estadio en busca del tal Petrovsky, ninguno tenía un rostro que buscar, siendo una labor prácticamente imposible ante tal marabunta de gentío. Solo Elliot se afanaba en dar con el sujeto, aunque en los primeros compases del combate negaría con la cabeza a sus compañeros.

- Esto no va a ser fácil... Hay demasiada gente abarrotando las gradas... - mencionó un tanto molesto, ante la incapacidad de ubicar al tal Petrovsky - Tampoco reconozco a ninguno de los que estuvieron presentes en el muelle, cuando Donovan y Robert dieron directrices... ¿Habrán salido ya todos sus hombres de la QZ, aprovechando que hoy se celebraba esto? - meditó dubitativo, ajustándose nuevamente la pañoleta al rostro para no ser reconocido.

Sin embargo, algo captó enteramente su atención, lo que se tradujo en un par de tirones en la camisa de Michelle para llamar su ateción.

- ¡Ahí! ¡Ese de allí es Ted Petrovsky!- les confirmó a sus compañeros, sin señalar directamente para no alertar al objetivo, pero si describiendo exactamente al tipo y su localización para que lo ubicasen entre la multitud -  Grada este, segunda fila. ¿Veis el tipo con barba que está junto a dos fulanas en cada brazo y no deja de sonreír abiertamente? Ese de la chaqueta roja y... ¡Ahora acaba de levantar el brazo izquierdo, sujetando entre sus dedo una bala de plata! ¿Lo veis?

Sin duda las descripciones habían sido bastantes precisas, para que todos tuviesen claro quién era exactamente Ted Petrovsky. A la legua se le veía un tipo que de todas todas era un mujeriego, un apostador empedernido... y uno de los hombres de Donovan. Su mirada estaba plenamente enfocada en el combate, maldiciendo como la mayoría cuando el gigante fallaba una vez más los derechazos, impacientándose de que se estuviese alargando más de la cuenta aquella pelea que todos auguraban acabaría en cuestión de segundos.

Un sutil gesto de Ted Petrovsky a modo de orden sorprendería al cuarteto, lo cual les forzó a llevar la vista al cuadrilátero. Un tipo a pie de pista asintió, sacando disimuladamente un espejo con el cual no dudó en dirigir un haz de luz al rostro de Love, en una de las múltiples esquivas. Aquello propició que el irlandés, cegado durante un breve instante, recibiese un férreo y durísimo puñetazo que lo hizo trastabillar y caer al suelo dolorido, para éxtasis y exaltación del público. El escocés realizó un grito gutural y levantó los puños al firmamento, siendo aclamado por la multitud, ya dando por hecho que Love no se levantaría del suelo..., pero para asombro de muchos, el irlandés volvió a levantarse, con otros ojos y mirada furibundas. Algo había cambiado.

- ¡Me acaban de cegar los ojos con una luz, ideputas! ¿Así van a ser las cosas, árbitro? ¿Esas tenemos? - se evidenció el cabreo de Love, quién todavía se dolía del golpe en la cara, especialmente en su nariz enrojecida. El árbitro ignoró cualquier comentario del irlandés, dando señal para que prosiguiese el combate. - Voy a tumbar a este malnacido. Ya se acabaron los jueguecitos.

Lo siguiente ya sería historia. Aprovechando el impulso e inercia del Aniquilador, quién se le lanzó a degüello y sin tomar precaución alguna, creyendo que solo restaba acabar a su adversario, Love lanzó tremendo derechazo que dejaría inconsciente al colosal hombre. El silencio se desató en todo el estadio, ojos ojipláticos y rostros desencajados, completamente incrédulos y asombrados a partes iguales. ¿Qué acababa de suceder?

El clamor posterior fue brutal. La leyenda del "mata gigantes" acababa de nacer.

 El Oso tenía que admitir que estaba un poco conflictuado, por no decirlo de otra forma. Quizá había vivido uno de los días más movidos de su larga vida, siendo parte de tiroteos, escapes, tratos sucios y entramados criminales como nunca antes lo había hecho. Todo en función de preparar la obra magna del sindicato del crimen de Strickland, que tenía que salir excelentemente bien. Ahora estaba más calmado, en una zona segura, disfrutando de un merecido descanso y con un espectáculo que le iba a generar mucho dinero a sus espaldas.

- Ay Dios, Jeremy... las cosas que estoy escuchando...

 Pero en frente suyo tenía a un informante del enemigo. A un soplón cualquiera, como le había dicho el hermano Tammer. Realmente no era alguien valioso para él o la organización; eso se podía notar por el temblor de su voz y el nerviosismo en su comportamiento. No podía mantenerse firme, no podía controlarse. Cuando el prisionero Turner describió a Jeremy Law, no se equivocó. Este muchacho no tenía madera para ser incorporado a sus rangos, así como tampoco podía ser devuelto al enemigo. Por eso El Oso estaba tan conflictuado, porque sabía que en cualquier otra situación y con cualquier otro mafioso, Jeremy ya estaría muerto en el suelo con una bala en el pecho.

- Pablo, escolta a los hermanos Tammer hacia abajo. Interiorizalos en todo lo que vamos a hacer mañana. Están adentro.

 ¿Y que le conflictuaba tanto al Oso? ¿Qué era una ejecución más o una muerte más en aquel sangriento día? La respuesta era fácil. El Oso giró su cabeza un momento para ver el ring. Como Love mostraba su valía y dejaba a todos boquiabiertos. Como Petrovsky estaba perdiendo las apuestas y estaba más y más acorralado. Pero se giró para ver por un momento a David, su muchacho. Tan contento y efusivo en la arena. Gritando y celebrando las peleas, teniendo un poco de alegría luego de un día tan oscuro. Es un niño todavía...

- Realmente me estoy debatiendo que hacer contigo, Jeremy. Has llevado información a Donovan que nos ha jodido y nos va a joder durante bastante tiempo. Jodernos es tu puto trabajo. Porque eres un puto informante... y podría creer que después de este susto vas a desaparecer de la faz de la Tierra y no volveras, pero... tu palabra tiene valor para Donovan, no lo sé si tiene valor para mi.

 Samuel miraba con total detenimiento a aquel chico. Jeremy Law... ¿acaso cometería un error si lo mataba? Durante todo el día, en la cerrada y obtusa mente del Oso se estuvieron creando miles de escenarios sobre la posible relación que tenía David y ese tipo. Escenarios que le producían enojo, repulsión, rechazo... Pero tampoco podía dejar de pensar en David, en que el muchacho no se merecía enterarse de que su amigo o lo que sea que fuese apareció muerto en un callejón.

 El Oso bajó los hombros, angustiado, y su mirada pasó de seria a cansada. Quería escuchar una respuesta que le dejara dormir. Que no le obligara a derramar más sangre. Quizá una respuesta que no le iba a agradar del todo, pero... que debía escuchar.

- Quiero que me respondas sinceramente esta pregunta, Jeremy. Y... por favor, no me mientas... ¿cuál es... exactamente... tu relación con David?

Fueron nueve, finalmente, las BGMs a que ascendería mi apuesta en las peleas, gracias a un par de ellas que me entregó Michelle antes de llegar a la mesa de apuestas. Era una cifra considerable, y yo no era dado a jugarme ni dilapidar mis ganancias, pero tenía una especie de presentimiento con aquel combate. Ni siquiera sabía si se basaba en la confianza en que el tal Love se destapase como un luchador excepcional, o si era por estar bajo el ala de Strickland y Oso, y que eso significase que el combate pudiera estar amañado. Lo único que sabía era que intuía que aquella apuesta no era descabellada, y que si bien las pérdidas podían terminar siendo importantes, las posibles ganancias serían desorbitadas.

Así, en medio de aquel graderío abarrotado, y pese a echar algún vistazo alrededor de vez en cuándo, me terminé centrando en el combate. Después de todo, no conocía a Ted Petrovsky, así que difícilmente sabría localizarlo ni aunque lo tuviera de pie a mi lado. Y mucho dudaba que hubiera hombres de Donovan tan suicidas como para intentar nada en aquel local controlado por sus rivales. No, estábamos seguros, así que no tenía nada mejor que hacer que disfrutar del espectáculo.

Sonreí levemente al oír a Michelle animando a Love. Casi parecía que mi hermanita estaba disfrutando con todo aquello, aunque me preocupó el mutismo de Vika, que se estaba manteniendo más silenciosa de lo habitual. Así que, mientras se desarrollaba el combate, esquivando Love unos puñetazos que parecían capaces de descarrilar un tren, le di un ligero codazo a la hermana de Gina.

- Te esperaba un poco más contenta. -Le comenté, forzando media sonrisa. Ya no se me daba bien sonreír- Después de todo, tienes juguete nuevo. No es que sea la mañana de navidad, pero...

En ese momento, sin embargo, Elliot comenzó a quejarse de lo abarrotado que estaba el lugar, algo que seguramente haría imposible que encontrara a Petrovsky. Quise decirle que no se preocupase demasiado, que si nos lo cruzábamos estaría bien pero si no tampoco pasaba nada. Pero antes de que llegase a decirle nada, de pronto alzó la voz indicando que lo había encontrado. Siguiendo sus indicaciones, elevé mi mirada hacia la grada que señalaba de palabra, que afortunadamente no con gestos que pudieran resultar llamativos. Y asentí para confirmar al informante que le había localizado.

En efecto, el tipo estaba apostado viendo el combate con dos tías a cada lado, que daban toda la de ser unas fulanas a las que pagaría generosamente por sus atenciones. Era, al parecer, de ese tipo de tíos. De los que debían pagar por tener al lado a una mujer, y necesitaba fardar de tener a más de una. En fin, dime de qué presumes... Por un momento, se me pasó por la cabeza usar esa debilidad contra él, pero la mera posibilidad de que ni Michelle ni Vika tuvieran que insinuarse a ese desgraciado para atraerlo a una trampa me revolvió el estómago, disuadiéndome de ello.

- ¿Qué coño hace? -Pregunté al verle alzando aquella bala, tratando de trazar la linea de su visión hacia el cuadrilátero, donde encontré a un hombre que le prestaba tanta atención como nosotros. El mismo hombre que se dedicó a mover disimuladamente un espejo para deslumbrar a Love, que recibió un potentísimo puñetazo aprovechándose de ello- ¡Qué hijo de...!

Volví a mirar a Petrovsky, a su hombre, a Love, y de nuevo a su hombre y a Petrovsky. Había que tenerlos cuadrados para tratar de amañar un combate de esa forma, tan descaradamente, y eso se sumó al resto de motivos por los que tenía ya ganas de echar el guante a aquel cabrón. De hecho, ya estaba meditando cómo hacerlo, cuando me di cuenta por el griterío del público de que Love se había puesto nuevamente en pie. Joder, pocos lo habrían logrado tras un impacto como aquel, lo que dejaba claro que el irlandés estaba hecho de otra pasta. Duro de cojones. Me alegré de que, en la misión que teníamos por delante, lo tuviéramos de nuestro lado. Lo que no esperaba era lo que sucedería después.

- ¡HOSTIA PUTA! -Grité sin poder evitarlo, al ver a Love soltar a aquella mole un derechazo que lo mandó a la lona directamente. Me quedé con los ojos descomunalmente abiertos, sin creer lo que estaba presenciando. El gigante no se levantaba de nuevo, ni siquiera parecía consciente. Había sido un K.O. en toda regla, incontestable. Tan impresionante que tardé unos instantes en recordar la papeleta que descansaba en mi bolsillo- Ehm... ¿Hemos ganado? -Pregunté mirando a Michelle, aún sin creérmelo- Hemos ganado. -Me confirmé a mí mismo, resoplando mientras calculaba el importe total a cobrar- Me parece que vamos a tener que darle más trabajo al viejo Sully.

En efecto, aquel aumento de presupuesto podía significar algunas adquisiciones más en el puesto del armero, pero antes de eso teníamos otras cosas que hacer. Paso a paso, sin prisas, eso solía decir padre. Así que intenté serenarme y, para ello, hice un gesto a mis tres acompañantes para reunirnos en círculo.

- Aún quedan más combates, ¿no? Así que tenemos algo de tiempo. -Afirmé alzando la mirada a la grada, en busca de la reacción de Petrovsky, que seguramente estaría más que contrariado- Michelle, Elliot, id acercándoos a la grada, a la posición de ese tipo, pero mantened la distancia. Y por amor de dios, Elliot, no te quites ese pañuelo. -Advertí al socio de mi hermana, señalándole- Id comprobando que no cuenta con guardaespaldas, y los accesos más cercanos para sacarlo de aquí. -Me parecía que ellos dos eran los más adecuados para esa tarea, ya que llevaban tiempo dedicándose precisamente a eso, a obtener información y saber moverse en ese entorno urbano de la Zona de Cuarentena- Yo iré a cobrar la apuesta. Vika, ¿me acompañas o prefieres ir con ellos? En cuanto nos reunamos, si no hay nada que lo impida, cogemos a ese cabrón y nos lo llevamos hasta el Oso, a su palco. ¿Estamos de acuerdo?

Exacto, Jhon, los errores, llegados a este punto, sobran. No hay margen. Una sola cagada, y se acabó - me quedé entonces mirando al mecánico, dándole vueltas a lo que había dicho.

¿Cómo funcionan esas bolsas que dices que tienes? Esos... señuelos. Podíamos subir, y una vez arriba, dejarlo caer por las escaleras. Si baja el chasqueador, como es de suponer, ¿qué probabilidades hay de que decida subir nuevamente cuando "vea" que no es nada?

Según mi experiencia, se suelen quedar estáticos cuando no reciben estímulos.

Superado el primer obstáculo de pasar por la oquedad, el variopinto grupo hace acto de presencia en lo que parecía un museo. Ahora tenían como opciones para continuar unas escaleras y subir de nivel o seguir en la planta baja. Sin embargo, la decisión se tornó más compleja a llegar a sus oídos un sonido que les hizo contener la respiración unos segundos. El característico sonido de los chasqueadores. Sin duda, el presagio de problemas al que se encuentra aquel incauto que no abandona el lugar con tiempo. Liam miró al resto confirmando que habían oído lo mismo. La idea de regresar se hizo fuerte y de seguro sería lo mas sensato, pero el rostro de Strickland apareció en el haz de luz de su linterna como señal de dirección prohibida. - Maldita sea - Masculla el falsificador.

La mano libre tocó instintivamente la pistola, pero pronto rechazó la idea. Aquellas cosas no eran fáciles de matar de un disparo. Algo se desarrollaba sobre su cráneo que los protegía. Seguro que Sunny podría darle mejores datos, pero por desgracia, no era el momento de pararse a conversar. Había que avanzar y tomar una decisión. Escuchando un poco, se podía deducir que en la planta superior no había mas de uno de ellos. Pero el grupo era muy numeroso. Era complicado que todos pasaran desapercibidos. Hizo una señal con su mano indicando al resto su intención de avanzar tomando las escaleras y después describió con un movimiento de manos una división del grupo. Con ello, pretendía decir que cada división avanzara uno por cada lado, dejando al supuesto chasqueador en el centro. Y finalmente reagruparse para terminar abandonando el lugar.

Esperó a que todos dieran su parecer y por supuesto, el beneplácito del Big Boss. Tener a Walker cerca en aquellos momentos era como una brisa fresca en el bochorno del verano. Sabía que al menor signo de ataque, daría con todo su arsenal. Si la decisión acababa en quorum, Young comenzaría a ascender por la escalera con paso lento y presto a cualquier detalle que se presentara. Nunca había podido confirmar si los chasqueadores eran capaces de percibir el haz de luz de una linterna. Puede que lo averiguara en unos instantes.

Es sencillo, sólo se arroja con fuerza en la dirección deseada y el impacto hace el resto, el golpe rompe el plástico y deja caer todo el contenido en la zona, el cuál está compuesto por rodajes, tuercas, pernos y demás piezas pequeñas metálicas.

Estas cosas pueden hacer mucho ruido, sobre todo cuando los rodajes rebotan contra el suelo y luego ruedan por el mismo, mientras más rueden, más ruido. - respondo explicando como funcionan mis cebos.

Más centrada en el infectado muerto que en el tal Martens, la pelirroja tardó un poco en darse cuenta de lo que ocurría. Era lo bastante inteligente para atar los cabos, y su cara fue de puro asco, decidiendo mantenerse alejada de aquel tipo todo lo posible.

Pero a pesar del "creepo" de Martens, lo que verdaderamente horrorizó a la joven fue aquel sonido a través de la oquedad. Su piel ya de por sí bastante clara, palideció notablemente, sus ojos se abrieron como platos y giró lentamente el rostro hacia el ruido. De todo lo que podrían haber encontrado, Sunny sabía que eso era lo peor de todo.

—Fase tres...— susurró de forma casi inaudible a través de la máscara. Nunca había visto uno salvo en ilustraciones, pero sí había escuchado aquel ruido en una de las radios de F.E.D.R.A. antes de los gritos desgarradores del soldado. Sin embargo, era aún más terrorífico en persona —. Ciegos a causa de... las protuverancias, usan la ecolocalización como los murciélagos para localizar a sus presas— explicó con voz temblorosa —. Tienen una fuerza muy superior y son... letales... en espacios pequeños— tragó saliva y miró a Walker cuando propuso usar señuelos sonoros —. Se vuelven frenéticos con el ruido, y puede que haya corredores que no vemos en la parte superior. Mejor... intentar pasar desapercibidos, creo yo.

Miró a Chad, claramente preocupada. Y luego se asomó por la oquedad cuando otros se lo permitieron. Usó la linterna para mirar las posibles coberturas u objetos que permitieran esconderse de la ecolocalización, una ruta menos peligrosa, pero en el grupo de supervivientes eran muchos: un sólo fallo de uno y la cosa se pondría fea en seguida.

—Por la derecha parece algo más seguro avanzar— murmuró —. Usando los muebles y estantes, podríamos... eludir su ecolocalización. Yo no usaría distracciones sonoras de no ser estrictamente necesario— comentó en vista de lo que dijo Walker.

—Alguien tenía un lanzallamas, ¿verdad?— preguntó luego, volviendo a mirar al grupo —Si se pone feo, quizá es nuestra mejor arma contra ellos.

Sunny era la más "flacuchenta" y menuda del grupo, podría esconderse con facilidad si las cosas se complicaban, pero tenía miedo igualmente. Aún así, cuando estuvo lista, se guardó la pistola y cruzó la oquedad asegurándose de no pisar ningún vidrio y mantenerse agachada, llegando a arrastrarse por el suelo usando los antebrazos si era necesario.

No tardaría en darme cuenta de que mis intentos serían en vano, pues con semejante cantidad de gente y no estar el lugar precisamente bien iluminado, resultaba difícil incluso en muchas ocasiones verle la cara bien a quienes presenciaban el combate. Aun así, no me daba por vencida, e insistía en buscar entre el gentío algún rostro que me resultara familiar o especialmente sospechoso mientras trataba de seguir también el combate.

Volví a animar a Love en alguna ocasión más, empujándome a ello sobre todo el ver cómo la mayoría de la gente estaba deseando que alguno de aquellos golpes de los que el hombre de El Oso había escapado por muy poco, terminaran dejándole KO. No se trataba más que de una competición deportiva, en teoría, pero no dejaba de sentir que los presentes se cebaban con el más “débil”, al menos en lo que a apoyos se refería; y sentía el impulso de ayudarle. No sabía si aquello le ayudaría en realidad, aunque al parecer el menor de los García pensaba que podía ser así ante el gesto que me dedicó, sonriendo cuando le vi alzar el pulgar.

Tuve que detener un nuevo grito cuando escuché a Elliot, aunque me mantuve en mi posición. Sus palabras hicieron que yo también pensara en aquella pregunta que hizo. ¿Habían aprovechado todos los hombres de Donovan para dejar la zona de cuarentena? Si iban a estar todos involucrados en el asalto, era muy posible, lo que ya no tenía claro si era algo bueno o algo malo; después de todo, el plan era dejar que ellos hicieran parte del trabajo antes de que nosotros les asaltáramos, y dado que Hudson era buscado por Donovan, tampoco nos convenía que sus hombres estuvieran por allí.

A excepción del tal Petrovsky.

No perdía la fe en que lo encontráramos finalmente, aunque a medida que avanzaba el combate lo creía menos posible. Sin embargo, de pronto Elliot nos advirtió de su presencia, haciendo que me girara y me acercara el resto cuando noté que me tiraba del jersey. Nos indicó dónde estaba y de quién se trataba de tal manera que resultaba sencillo localizarlo. Al parecer se trataba de otro tipo más que usaba su gran cantidad de recursos para intentar atraer a las mujeres, si acaso no había pagado a aquellas dos directamente, y de alguien que probablemente disfrutaba con las apuestas; y es que me costaba pensar que un tipo de aquella calaña estuviera tan sonriente únicamente por disfrutar de un espectáculo deportivo.

Lo que hizo a continuación seguramente nos sorprendió a todos, aunque fue a mi hermano a quien escuché pronunciarse por ello, como también hizo cuando pudimos ver que lo que hacía Petrovsky era jugar sucio para que Love perdiera.

- Hijo de puta, dilo con todas las letras. – añadí con furia contenida acabando de ver cómo Nicky Love caía al suelo.

Con tantos ojos en aquel lugar, dudaba que fuéramos los únicos en presenciar aquellas trampas. ¿Y acaso no se habría dado cuenta el árbitro? Joder, aquel destello tenía que haber sido captado por él en algún momento, ¿no? Al ver que el árbitro ignoraba las protestas de Love tras levantarse, estuve aún más convencida de que estaba comprado. Pero a pesar de ello, Ted Petrovsky tendría que quedarse sin salirse con la suya. Nicky Love se revolvió de tal manera ante sus intentos de hacerle perder que le bastó un fuerte derechazo para tumbar al Aniquilador. Aquel giro me dejó totalmente sorprendida durante unos pocos segundos, aunque terminé dedicando un grito al hombre de El Oso.

- ¡ASÍ SE HACE! – vociferé nuevamente, asentándose una gran sonrisa en mi rostro que se amplió aún más ante las palabras de Barry , quien me preguntaba si habíamos ganado antes de afirmarlo y mencionar en qué gastaría aquellas ganancias. – En realidad, has ganado tú. – le respondí finalmente con aquella sonrisa.

El que mi hermano hubiera apostado finalmente por Love y este hubiera terminado ganando resultaba sin duda un golpe de suerte, pero aunque me sentí tentada a bromear con la situación y el sobrenombre de “Fortuna”, me resistí a hacerlo ante las palabras acerca de su suerte que habíamos tenido no hacía tanto.

No tardamos en reunirnos los cuatro en círculo ante la indicación de Barry, quien empezó a impartir instrucciones de cara a que pudiéramos sacar a Petrovsky de allí para interrogarle. Elliot y yo debíamos ir acercándonos a la grada para comprobar que no hubiera guardaespaldas y ver por dónde podíamos sacar a aquel tipo, sin terminar de convencerme la idea de que Hudson se ocupara de aquello conmigo al ser buscado y llevar aquel pañuelo. Aun así, no dije nada, pues confiaba en el criterio de mi hermano.

Asentí cuando Barry preguntó si estábamos de acuerdo, habiendo terminado de exponer que él iría a cobrar la apuesta mientras Vika le acompañaba a él o a nosotros, para después dedicarnos los cuatro a llevarnos a Petrovsky. Tras ello, comprobé que Hudson se había cubierto bien la cara y puse rumbo en dirección a las gradas, recorriendo aquel lugar con minuciosidad en busca de los accesos más útiles y tratando de detectar tanto matones a sueldo de Petrovsky como cualquier movimiento de este que pudiera resultar extraño o sernos de alguna ayuda.

Los estridentes sonidos de los chasqueadores no dejaron indiferente a nadie, sabiendo que se la estarían jugando a una carta una vez se internasen por el hueco de la pared. Irónicamente, quién se había mostrado hasta entonces más conflictivo y con ciertos aires de grandeza, amagó con regresar sobre sus pasos y salvaguardar su vida, temblando inconscientemente y balanceando peligrosamente la pistola que sujetaba entre sus dedos.

- Yo no estoy dispuesto a pasar por ahí, hermano - le mencionó al Gitano en voz baja y con voz temblorosa, evitando ser escuchado por Jeff Strickand, cuando ya parecía un hecho que todos se arriesgarían a adentrarse dentro del otrora museo abandonado, ahora un nido de infectados. - La cría dice que esas cosas son fase 3, que te detectan con la econosequé y que tienen una fuerza brutal... lo que viene a ser que si te oyen, estás jodido. ¿Por qué no regresamos? 

- Cierra la puta boca o harás que nos maten, joder. - le recriminó con dureza el Gitano, quién empezaba a ponerse de los nervios ante la posibilidad de que los chasqueadores captasen el sonido de las voces - Ahora ya no hay posibilidad de regresar, ¿recuerdas? La puerta metálica fue cerrada después de que cruzásemos y ya no hay camino de vuelta... Además, ¿no estabas lo bastante gallito hace un momento con los nuevos?

- Todo por una palabra? - le interpeló nuevamente, tratando de hacerle entender que no iba en serio y que no pretendía hacerle nada a Sn¡unny - Joder, ya me conoces... Solo estaba asustando a esos críos. No iba en serio...

El gruñido a sus espaldas de Dave Beltrán fue suficiente para que aquel par dejase de hablar, tragando saliva inconscientemente, antes de agazaparse y acceder al otro lado. Desde ese instante el silencio por parte de todos fue sepulcral, solo realizándose señas con las manos en cuanto a por donde ir.

Aunque inicialmente Veron encabezaría la comitiva, ascendiendo con sumo cuidado las escaleras a la planta superior e iluminando lo mejor posible el camino que todos debían seguir con la linterna, seguido de cerca por el resto... no tardaría en detenerse abruptamente al ver al chasqueador del centro de la estancia, a solo unos pocos metros de su posición. Pese a que le había iluminado por completo el rostro, ninguna reacción se había producido por parte de la criatura fungiforme, lo cual daba más validez y credibilidad a las palabras de Sunny.

Nadie habló. Apenas podían los supervivientes más que contener la respiración y desplazarse muy lentamente y en completo sigilo, sin perder de vista aquella amenaza latente. Atendiendo a las instrucciones de Jeff, el grupo se dividió en dos subdivisiones yendo a izquierda y derecha respectivamente, usando como barrera unas vitrinas polvorientas y estanterías de madera con baldas carcomidas. 

Ciertamente todos los integrantes de ambos grupos se desplazaron en completo silencio, pero justo al llegar al otro extremo de la sala y volver a reunirse, poniendo cierta distancia de por medio con el chasqueador, se percatarían de que el pasillo se abría en forma de T, pudiendo desplazarse tanto a derecha como a izquierda.

La puerta que quedaba a mano derecha rápidamente fue examinada por Veron, comprobando que estaba cerrada con llave, resultando por tanto imposible seguir avanzando. ¿Cómo no se les había ocurrido enviar a alguien delante para verificar si la ruta era viable y se podía continuar una vez llegados al otro lado?

- No me jodas... - masculló fuera de sí Veron, quién no podía creer lo que estaba sucediendo. ¿Alguien sabe como abrirla sin hacer ruid...? 

El colosal Beltrán le cerraría el pico a Veron de inmediato, colocándole la mano en la boca para hacerlo callar. El chasqueador que habían dejado atrás se había girado sobre sí mismo abruptamente, quizá captando el sonido de la voz del mafioso, aunque todavía sin desplazarse de su lugar. Sin embargo, no solo era aquella la amenaza que enfrentaban... Liam señalaría algo más a la izquierda de donde se encontraban, alertando al resto mediante señas... Un tipo arañaba insistentemente una puerta lateral, como tratando de franquearla y llegar al otro lado, sin percatarse de la presencia de los recién llegados. ¿Estaba vivo o se trataba de un infectado?

Martens no dudaría en sacar la pistola del cinto y apuntar a la amenaza, dispuesta a pegarle un tiro en caso de tratarse de un posible infectado. ¿Era conveniente persuadirle de algún modo, antes de que cometiese una estupidez?