Partida Rol por web

Alcancé a la muchacha a la carrera y tras asegurarse de que era yo me señaló hacia un despejado claro iluminado por una antorcha realizada a mano. Kara dedujo que posiblemente había sido una tarea de aquel misterioso muchacho.

Ví la luz que desprendía la antorcha y me acerqué. Sonreí de lado al otear hacia el posible lugar dónde los pasos de Kururu le iban alejándole más del grupo.

- ¿Crees que volverá?

Desconocía la historia de aquel muchacho, sí tenía familia, gente a la que cuidar... Quizá sólo era un hasta pronto, quién sabe. Tan sólo esperaba que no hubiera tomado la decisión incorrecta.

Kara sonríe a Eldar. Parece que siempre es una chica feliz y le gusta ser así. Desclava la antorcha improvisada y la levanta para mirar alrededor del claro.

-Kururu, aunque muchos piensen que es malo - no dice el nombre de Linnet - es muy inteligente y seguro que no se ha ido del campamento en plena noche... creo que estaría buscando troncos como estos para hacer antorchas y estar más protegidos. Además, a pesar de estar herido, se levantó y propuso ir al castillo para ayudar a Linnet, Farale y Yard a entrar... pero eso ellos no lo saben...

Ahora con la antorcha levantada y con un cerco de luz más amplio, Eldar puede ver una cosa curiosa, unas piedras puestas de forma poco natural. Están como indicando un camino... sus miguitas de pan de Hansel y Gretel.

Coge las verduras y hortalizas que ha cortado Farale y las echa al agua caliente. Busca en su mochila a ver si tiene algo como arroz para echarlo y darle un poco más de sustancia al asunto.

-Creo que tengo algo de arroz si queréis...

Mira a las chicas y a Yard, para ver que opinan.

Observo poco convencida que tanto Kara como Eldar finalmente se alejan de nuestra posición en busca de Kururu. No es buena idea alejarse ahora que oscurece pero tampoco había sido para nada buena idea que el extraño chico se hubiera ido solo de paseo sin ningún propósito.

Por suerte la eficiencia de Maron me saca de mis pensamientos, me giro hacia ella y sonrío:
- Me parece una idea estupenda. Tal vez debiéramos guardar ese arroz para los días siguientes pero creo que tras la caminata de hoy nos lo merecemos, ¿no? - comento con mi característica alegría de vuelta por un momento, lanzando una mirada de complicidad a todos y cada uno de los presentes.

Yard asintió con la cabeza al ofrecimiento de Maron. La mención del arroz hizo que empezara a sentir un cosquilleo en el estómago.

- Cuanta más sustancia, mejor -dijo con una media sonrisa.

Esbocé una sonrisa al escuchar a Kara, recordando el primer momento en el que pude compartir unas palabras con aquel muchacho. Sabía que no era un mal tipo.

-Seguro que es una gran persona... Dicen que un guerrero nunca se preocupa por su miedo, creo que esa frase le iría bien... Susurré, sin dar más importancia al movimiento de Kururu mientras hincaba una rodilla en el terreno. Pues hiciera lo que hicera no tenía tampoco demasiada confianza hacia él y al fin y al cabo había desaparecido.

¿Te has fijado en esto? Parecen puestas a propósito...-

Me acerqué lo suficiente para rozar con las yemas de mis dedos la superficie de las piedras. Quizá aún estuvieran algo calientes, o simplemente se trataba de un vieja herramienta para no perderse en el camino de vuelta por parte de aquel muchacho. En ese último caso me sentiría algo menos preocupado.

Se acerca al lugar donde está Eldar con la rodilla apoyada en el suelo. Observa las piedras que no parecen estar allí de forma natural ya que no tienen el signo del paso del tiempo que muestran algunas de las de alrededor.

-Creo... que las ha colocado Kururu... podemos avanzar... si encontramos otra igual, sabremos que es así...

Al contrario que todos los demás, ella si confía en el chico de risa un tanto malévola... bueno, ella confía en casi todo el mundo.

Seguí el rastro de las piedras con la mirada y, en efecto parecían estar colocadas no hacía mucho tiempo. Todo encajaba que el tal Kururu había sido el creador de la artimaña. Aunque desconocía el sentido.

-¿Se lo has visto hacer alguna otra vez? ¿Sabes para qué lo hace? Me pregunté mientras me reincorporaba, dispuesto a seguir las piedras un poco más.

Sin esperar ningún movimiento de la muchacha avancé a paso raudo. Aunque antes advertí a Kara.

Tengamos cuidado, ¿de acuerdo? En cuanto nos aseguremos de que las has colocado él, será mejor que volvamos...-

Mira a Eldar un poco sorprendida...

-Volver? Y si está en peligro? Si tu quieres volver, adelante... yo seguiré el rastro de piedras y llegaré hasta él para ayudarlo por si tiene problemas.

Se la ve bastante decidida y por muy bien que le caiga Eldar, no aceptará eso. Es más, aunque ella no sea un soldado, sabe bastante de cazar y pelear.

En el camino se pueden ver marcas iguales, casi equidistantes.

Linnet mira con algo de desgana, lo que estan haciendo todo. Esa noche estaba cansada y apatica. Que si cenamos, que si me voy, que si vengo, que si voy al rio, que si voy a buscar leña. Si, vale. habia cosas que hacer pero no tenia ganas de hacer nada. Estaba estirada en el suelo, mirando el estrellado cielo de la noche... aquello era bonito, casi romantico... pero el romanticismo se iba al garete por lo tochos e insensibles que podian ser Kukuru y Eldar... en fin. Cerro los ojos... pero Falare estaba ahi, haciendo cosas... la vitalidad de la Kokiri casi era contagiosa. Hizo un rebufido.... y se levanto donde estaban las otras feminas y comenzo a hacer algo de utilidad:

-A la sopa teneis que ponerle un poco de aderezo, sino no tendra mucho gusto...¿que teneis por hay?

Tampoco conocía a la nieta de aquel anciano que nos invitó a pasar la noche en su consulta. La muchacha era firme, hermosa para los ojos de cualquiera, y parecía muy segura de los pasos que daba. No se encontraba en el castillo con el resto del grupo. ¿Por qué? Todo parecía cobrar sentido. Ella debió de quedarse a cuidar de Kururu. Parecían más que amigos.

-Sólo pretendo volver cuando nos aseguremos de que todo está orden, ¿de acuerdo? Te ayudaré a encontrarle... No voy a perderme como ese Kururu está siendo devorado por algo demoníaco.-

No apartaba la mirada del frente mientras una media sonrisa se dibujó en mi rostro al notar que la hylian me estaba mirando. Seguí, junto a la muchacha, el rastro de piedras colocadas manualmente. No sé hasta donde nos llevaría, sólo esperaba que el muchacho no se encontrara en problemas y los del campamento no echaran en falta mi ayuda y la de Kara.

-No creo que sea tan tonto como para dejarse devorar! - dice algo alarmada.

Puede que haya seguido ese camino por propia voluntad, pero tiene claro que no es para que lo devoren ni nada de eso. Tras la pista de piedras, encuentran una casa que parece medio abandonada... aunque con luz dentro... quizá de una chimenea.

-Pues... - mira a Linnet - le estamos echando de todo un poco.

Tiene un puñado de arroz en la mano ya que no lo quiere echar todo para tener para todo lo que les queda de viaje a las cumbres nevadas. Quién sabe que encontrarán allí, así que deben guardar comida.

-Que sugieres qeu le echemos para darle sabor? - le sonríe.

-No tengo dudas de que no sea estúpido. Me detuve tras identificar una casa abandonada en mitad de aquellos siniestros árboles retorcidos.

Parece que ha encontrado un refugio mejor para pasar la noche.- Dije entre un tono irónico y de buen humor sin alzar demasiado la voz. No sabía si él había sido el dueño de esa luz, o si simplemente allí había alguien que se atrevía a vivir entre la nada. Había que averiguarlo.

Avancé, con la mano diestra dispuesta a desenfundar el arma en caso de que resultara necesario al lado de la muchacha. Antes de llamar a la puerta, sí es que había sobrevivido, ya que el conjunto del edificio parecía estar en las últimas, dí un raudo vistozo por el interior de las ventanas.

Doy un par de vueltas sobre mí misma tras el comentario de Linnet que, finalmente, decide acercarse a ayudar con la cena. Busco con la mirada alguna posible planta aromática en los alrededores dell lugar donde han colocado el improvisado campamento para esta noche.
- Tendré que buscar plantas que puedan servirnos para eso, pero ahora con tan poca luz no estoy segura de que pueda encontrar alguna por aquí cerca. Mañana intentaré estar atenta durante el viaje. - comento sonriente mientras sigo observando con detalle cada arbusto cercano.

A través de la ventana Eldar puede ver 2 figuras. Una de ellas en Kururu y la otra es la de una mujer que está de espaldas. Solo puede ver que tiene el cabello muy largo y viste un vestido blanco, casi fantasmagórico.

Kara observa tambien por la ventana con el ceño un poco fruncido. No sabe si Kururu está en peligro o está solo charlando. Quizá ha seguido a esa mujer para poder dormir al resguardo un tejado y 4 paredes.

-Quizá es mejor marcharnos... - le susurra.

Se da la vuelta, pero entonces Eldar ve algo extraño en la mujer. Una piel blanquecina, casi translúcida. Esa mujer tiene un aura bastante perturbadora...

No estaba abandonada, aquella casucha ocultaba dos siluetas a priori desconocidas. No fué hasta el momento en el que castigué la mirada cuando descubrí con detalle a Kururu. La otra persona era una mujer aparantemente bella de espaldas. Estaba claro que aquel misterioso muchacho no le gustaba perder el tiempo pensé en el momento.

Kara se dió como por vencida, quizá un amistoso ataque de celos. En cambio yo seguí agazapado, mirando a aquella mujer rodeada de un halo maligno.

-¿Qué demonios...

No me dió tiempo a pensar más cuando la hylian pasó por mi lado, en ese momento la cogí del antebrazo para que detuviera sus movimientos y la medio obligué a que se agachara conmigo para que mirara de nuevo tras la ventana. Chist, no hables muy alto. Mira. ¿Ves a esa mujer? Yo diría que no es demasido normal...

Dejé un tiempo para que la analizara, y en seguida planeé un plan. Entraré como si fuera un campesino perdido, si notas algún síntoma extraño en la mujer quiero que corras hacía el campamento y avises al resto. ¿De acuerdo? Confía en mí, todo irá bien...-

Le sonreí y me rajé un poco las ropas para que el plan fuera un poco más creíble. Esperé a que Kara diera el visto bueno antes de " llamar a la puerta ".

Kara mira de nuevo a la mujer. No ve en ella nada raro, quizá porque no está habituada a luchar, sólo a cazar en el bosque y allí nunca han existido las criaturas oscuras, hasta ahora. Pero se fía del soldado y asiente a su pro puesta. Si Kururu está en peligro no puede dejarlo ahí.

Observa por la ventana intentando no ser vista.

Por lo poco que conocía a Kara me esperaba un reacción completamente diferente. Algo como " ¿estás loco? ya te he dicho que no pienso abandonar a Kururu ". El caso es que quizá llegara a pensarlo.

Eché un último vistazo al interior de la casucha y por último a Kara. Simplemente le sonreí antes de quitarme la espada y dejarla a su lado. -No suelen haber muchos campesinos armados, ¿verdad? Susurré ante su posible asombro de abandonar mi arma.

Bien... mantén los ojos abiertos.-

Agazapado, alcancé la puerta y llamé con un sonoro, pero ligero toque de nudillos.

Eldar ve como la chica coge la espada. Tras eso, la hermosa mujer del interior de la casa abre la puerta. El largo cabello con tonos rojizos cae sobre la espalda y sobre sus hombros, lleva un vestido que a Eldar le parece sobrenatural, etéreo, algo que no es de esté mundo.

-Qué hace este joven campesino en un lugar como este?

La mujer parece amable.