Partida Rol por web

Se despidieron, deseando verse pronto, y marcharon de inmediato hacia la estancia contigua, donde se encontraba Marga. Allí, disimuladamente y sin alertar a los demás del peligro que cernían, es más tranquilizándolos que el combate que se había acercado no entrañaba peligro por ahora, informaron a Marga de la situación. Mientras Nagredog se ponía una venda provisional en el costado para ralentizar la hemorragia. Luego, salieron de aquel almacén, poniendo la escusa que iban a buscar algunos soldados para protegerlos.

Una vez en el pasillo circular interior, se dirigieron hacia la salida. En el trayecto vieron como el combate ya había llegado hasta allí abajo, y la situación era tan cruda como debía de encontrarse arriba, eso si aun había supervivientes en la plaza.

A los lados, apoyados en las paredes del pasillo se encontraban varios cadáveres aun manando gran cantidad de sangre de sus heridas, y con el rostro desencajado ante lo que habían debido de ver venir justo antes de morir. Además, pasaron, con suerte de no verse involucrados entre medio de varios combates como pudieron.

Estaban ya a punto de entrar en la bodega de vinos (11), donde se encontraba el túnel secreto, cuando vieron su marcha entorpecida por dos caníbales que les cerraban el paso tras haberse librado de un soldado. Si querían pasar debían de combatir de nuevo, pero con Nagredog herido y cansado, y Emyr que no era un combatiente puro, la cosa pintaba mal, al menos los dos orcos también estaban heridos y cansados, pero el ver futuras víctimas habían recobrado energías para continuar.

No habia mas que decir, Eoden se marcho ayudado por Lunadan, mientras Nagredog y Emyr llevaban a Meltanna hasta la salida secreta, en la bodega.

Pero no resutaria tan facil, dos orcos estaban entre el objetivo y ellos, y en cuanto los vieron se prepararon apra atacarlos. Estaba claro, no lograrian salir de alli sin luchar, al menos una vez mas.

Sin pensarlo demasiado, el enano dejo atras a Melyanna y con su escudo bien sujeto alzo su arma para acabar con esos malnacidos. Solo tenia un objetivo, tronchar el craneo de uno de los orcos, acabar de un solo golpe con la vida del infeliz, y enseguida continuar con el siguiente. Rapido, efectivo y doloroso

Lunadan decidió quedarse con el herido, loable empresa, mientras yo podría seguir con lo que se me había encomendado, proteger a la dama, posé mi mano en el hombro de mi compañero humano y le dije

– Buena suerte, nos vemos pronto – O eso esperaba, dada la situación y sin más marché con el resto.

Tras unos tensos segundos por fin dimos con Marga y pudimos comenzar a salir, estaba inquieto, nervioso, no es que me impresionara la sangre, pero si el sentirme rodeado, una vez más, después de tanto tiempo entre estos muros,

Al franquear la puerta de salido dimos con otros dos enemigos y me preparé para la lucha – Cuidado Melyanna – Ataqué una vez más, al caníbal que me dejara el enano.

Se podía ver que la prisa apremiaba al grupo, pues de dos únicos ataques, aunque no llegaron a finalizar el combate, sí que lo decantaron sin lugar a dudas hacia su lado. Primero, cuando Nagredog asestó un martillazo circular en la testa, que aparte de arrancar dos dientes que salieron volando por el aire, también llego a partirle el cuello por completo, que afecto mortalmente al cerebelo.

Y luego, cuando tras una buen bloqueo que continúo abriendo la defensa del orco, Emyr sesgó los tendones del brazo que empuñaba el escudo, provocando que este no sirviera ya para mucho, como pudo observar después el eriadoriano por los movimientos que no parecían naturales de la extremidad y que ya no podía elevarlo tan alto.

Como espectadores, solo seguían encontrándose Melyanna y Matha, que parecían encontrarse totalmente en calma tal como se estaba resolviendo la lucha. Salvo por un único segundo en que la fortaleza volvió a temblar, haciendo caer una pizca de tierra sobre ellos.

En el trayecto vieron como el combate ya había llegado hasta allí abajo, y la situación era tan cruda como debía de encontrarse arriba, eso sí aun había supervivientes en la plaza.

A los lados, apoyados en las paredes del pasillo se encontraban varios cadáveres aun manando gran cantidad de sangre de sus heridas, y con el rostro desencajado ante lo que habían debido de ver venir justo antes de morir.

Además, por ahora, habían pasado entre medio de varios combates sin verse involucrados en ellos. Llevaban la mitad del camino recorrido, cuando la fortaleza volvió a temblar tras ser alcanzada de nuevo por un proyectil. Al sentirlo se detuvieron de inmediato debido a la inestabilidad creada. La roca debía de haber chocado cerca. Y así era, pues casi al instante, a un par de metros por delante de ellos, parte del techo se derrumbo, sepultando consigo a un soldado y a un orco.

Por suerte, el camino no quedo totalmente bloqueado, aunque sí que deberían de pasar pegándose contra la pared de uno en uno.

- Yo iré primero - dijo Vârkim poniéndose en cabeza y entrando sin dudarlo por el estrecho hueco, sin duda las cuevas eran lo suyo y aunque muchos años en la superficie le habían cambiado seguía siendo un enano.

Por fin un buen ataque por mi parte, aunque no dejaba de sorprenderme la eficacia de los enanos en el combate, todo iba a nuestro favor, pero había que liquidar el asunto para poner a la Dama por fin a salvo como era mi misión.

Un nuevo temblor casi me desestabiliza, pero a estas alturas no me iba a amedrentar, me lancé de nuevo al estoque para intentar hacer el máximo de daño posible.

Emyr se las arreglaba bien, y el orco que estaba ante Nagredog yacia inerte a sus pies. Un rapido vostazo hacia Melyanna y Martha, le dejo ver que se encontraban bien y fuera de peligro. El enano, aun tenso, se adelanto siguiendo la ruta que llevaban, tras comprobar que no habia nadie dentro de la bodega de vinos, la ultima estancia antes del tunel, insto a las señoras a meterse dentro, alli estarian a salvo. Nagredog guardaria la entrada hasta que Emyr llegara y una vez lo hiciera, iria a buscar a los demas.

- ¡Rapido, vayan dentro, estaran  mas seguras! - les dijo a Melyanna y a la hobbit. 

Tras cruzar el obstáculo, Vârkim con cuidado de no verse sorprendido con ningún enemigo tras él, siguieron avanzando hasta la bodega de vinos (19). Cuando ya se encontraban a una quincena de metros, contemplaron que a su entrada Nagredog estaba bajo su umbral vigilante, mientras que aun par de metros más cerca de ellos, un combate se en el que estaba implicado uno de sus compañeros se producía.

Emyr no consiguió finalizar la tarea de acabar con el orco a pesar de tenerlas todas consigo. Aun así al menos tampoco corrió ningún peligro pues tras la parada con el escudo del humanoide, este se resintió y optó por no contraatacar si lo iba a hacer sin contundencia, esperaría una oportunidad mejor.

Con Melyanna y Matha ya a salvo dentro de la estancia, Nagredog que igual había abandonado el combate demasiado pronto podía volver para ir a ayudar al edain, ya que en los alrededores no había ningún enemigo más. Aunque también podía seguir vigilando la entrada por precaución, puesto que llegados Vârkim, Dimrod y Faramis, el combate no podía irseles de las manos.

Un nuevo ataque no muy lucido, sin el factor sorpresa me costaba terminar con uno de estos… brutos.

Por el rabillo del ojo vi como la dama se ponía a salvo, pero se alejaba de mi campo de visión como que no me agradaba pues me habían encomendado ser su escolta personal, pero ahora estaba en combate cerrado y sin más ayuda no me podría separar, así que opté por atacar de nuevo a la espera de que alguno de mis compañeros me echara una mano.

Apunto estubo Nagredog de salir corriendo en ayuda de Emyr. Habia pensado que el solo podria con el orco, pero por lo visto no fue asi.

Cuando ya habia vuelto a encarar el escudo al frente, y aferrar su arma, aparecieron sus compañeros, a los que habia dejado atras momentos antes para socorrer a Eoden. Vârkim se ocuparia del orco, o cualquiero de los demas. Por si acaso, y por no dejar sola a Melyanna, entro en la habitacion con ella, para comenzar a buscar la salida secreta y adelantar la huida.

- ¡¿Donde esta Lunada?! - exlamo mientras dejaba de apartar cajas y botellas, cuando cayo en la cuenta de que el no estaba fuera, y mientras corria de nuevo al pasillo.

Viendo que su compañero Nagredog se retenía de cargar contra el Orco, Vârkim decidió acabar con su sufrimiento antes de seguir adelante.

Vârkim con energías renovadas y casi intacto después de mucho rato de batalla decidió acabar con su enemigo por la vía rápida con un golpe certero que pilló completamente desprevenido al Orco por su lado derecho, evitando así su escudo.

Emyr volvió a agujerar aus contrincante una vez más, pero no llego a alcanzar ningún organo, por lo que la herida que le produjo, no llego a ser grave a parte de tener la característica de ser poco profunda por la cota de malla que portaba el orco.

Sin embargo, Vârkim, que había sido un azote para todo enemigo con el que se cruzará en el asalto, siguió sin fallar a las expectativas. Avanzando en carrera asestó un golpe a su contrincante, que sucumbió cuando uno de los pinchos de la maza del enano perforó la yugular además de partirle el hombro.

Sin enemigos a los que tener que hacer frente ya, y ese respiro era bien merecido, pues habían tenido que ir haciéndose camino por toda la fortaleza, se dirigieron hacia la entrada a la bódega de vinos. A su paso salió Nagredog, que viendo que ya iban a marcharse de todo aquel infierno, buscaba donde se encontraba Lunadan.

Faramis propusó de entrar dentro de la estancia. Allí, vigilando la entrada Dimrod, hablaron sobre la posición de Lunadan. Ninguno lo sabía exactamente, Melyanna dijo lo obvio, lo que ya el enano conocía, que había ido a buscar Melebrian para curar a Eoden, mientras que Faramis añadió que no se habían cruzado con él tras la lucha en las escaleras.

Decidieron que esperarían un tiempo, el necesario hasta quitar todas las cajas que les impedían el acceso al túnel secreto. Llegado aquel momento, un par de minutos después, seguía sin haber rastro del dunadan, y Dimrod informó, de que hace unos segundos, los enemigos que descendían al sótano ya no lo hacían individualmente o por parejas, sino que ya eran grupos numerosos.

Por ahora, habían tenido suerte de que no hubieran pasado por allí uno de aquellos grupos, que dado el cansancio que ya pesaba sobre todos, habrían resultado un reto al que verse enfrentados. Motivo por el que Faramis dió la orden de adentrarse en el túnel, dejando a su suerte a Lunadan y a Eoden, pero también a su propio escudero Isten, que deberían de valerse por ellos mismos para salir de la fortaleza.

Todos sabían que la entrada al túnel secreto retrasaría a los perseguidores, aunque no demasiado, puesto que el último solo podría esconderlas parcialmente con una caja. Así que la recorrieron velozmente y sin mirar atrás. Sin ningún ruido que les indicará perseguían llegaron primero a ver la luz a la salida del pasaje secreto, y luego a salir de este a la entrada del bosque.

Una nueva herida infringida, de nuevo insuficiente, por suerte tenía al poderoso enano a mi lado que consiguió acabar con él de un plumazo, o mejor dicho, de un mazazo.

Por fin libres de enemigo reemprendí el camino de escapada, por donde se había ido la dama, allí estaba Faramis.

Nos costó un tiempo retirar las cajas que cubrían en pasadizo, tarea a la que traté de ayudar para poder salir cuanto antes y finalmente, por fin, pudimos atravesarlo, el aire limpio del otro lado olía lo mejor del mundo, olía a… libertad.

Se adentraron en el pequeño bosque, donde en un antiguo Righ de los Baeffraen, vallado con una solida empalizada de acebo, cubierta de espinas, y  un pequeño estanque, descansaban una docena de caballos y todo lo necesario para un posible viaje.

Estaban ya montados en los corceles dispuestos a huir de allí, cuando escucharon el ruido de arbustos al ser movidos por el paso a través de ellos. Todos se prepararon para lo peor, pero quien llego a aparecer por la dirección de la fuente del ruido fue Lunadan, que portaba aun Eoden inconsciente y le seguía Luzi, la chica que habían rescatado en Minas Marendil, y un par de minutos  después, Isten. El joven tenía muchas heridas pequeñas y parecía a punto de caer desangrado.

Tras comprobar rapidamente que las heridas del joven no necesitaban de atención inmediata y ayudarle a montar a lomos de su caballo, y de subir a Eoden a la grupa del corcel de Dimrod, el grupo partió de inmediato de aquel lugar, instados, aunque no lo necesitaban, por Isten, que decía haber escuchado pasos por detrás de él poco antes de salir del túnel.

Los caballos estaban frescos pero muy nerviosos. El grupo galopó tan rápido como pudo, huyendo del fragor de la batalla, de los gritos tanto de orcos como de hombres, mientras el horizonte a sus espaldas se teñía de rojo fuego e Ilmaryen caía bajo la garra de Rogrog.

Durante una media hora, los caballos no dejaron de correr tanto como podían. Al cabo de ese tiempo, Faramis alzó
una mano y refrenó a su corcel cerca de un pequeño pero frondoso bosque. Estaba cabizbajo, cubriéndose la cara con una mano. Sus hombros temblaban, mientras el comandante, desesperado, lloraba internamente por la caída de Ilmaryen y la muerte de todos sus hombres. Unos minutos después, el joven desmontó y habló, con voz quebrada.- Desmontad, buscaremos refugio entre los árboles.-

Dimrod encendió una antorcha y encontró un buen lugar donde acampar. Faramis, después de una conversación entre susurros con Melyanna, decidió andar solo entre los árboles. Se apartó del campamento y paseó sin rumbo, hasta acabar casi en la linde del bosque, mirando el lejano punto de luz que ahora es Ilmaryen.

Mientras, el resto busco leña para encender una pequeña hoguera, sanar sus heridas, dormir o llorar a los muertos. En la cena, Lunadan les contó como no encontraba a Melebrian para sanar a Eoden, que llego a caer inconsciente, y le daba por perdido cuando Luzi los encontró, y le salvó aplicando nociones básicas de primeros auxilios, por lo que cuando toco el momento de huir por el pasadizo le dejo acompañarle. Y como luego a la entrada del túnel se encontraron con Isten, y como este se quedó a defender valientemente la retaguardia mientras huían.

El resto del viaje, los que no permanecían a la escolta, permanecieron callados, aún con la herida del desastre de Ilmaryen abierta. En especial Eoden, uno de los que más ha sufrido la vileza de la guerra, que llegaría a gritar horrorizado sumido en pesadillas de muerte y destrucción. Hasta la llegada a Fornost no hubo percances durante el camino.

Llegamos a un bosque, ni que decir cabe que las  caras no eran alegres, y lo que me rompía el alma era ver a tan aguerridos caballeros llorando de forma desconsolada, yo padecía mi propia angustia, el horizonte rojizo en dirección a la fortaleza me recordaba lo que allí quedaba, sótanos llenos de gente inocente.

Aparté mi mirada tratando de apartar mis pensamientos, apenas lo logré, me dediqué a buscar lecha por mantenerme ocupado, me sentía extraño ante tanta extensión de terreno, malacostumbrado a permanecer encerrado en asedio.

Con la gente más gravemente herida miré mis leves cortes, mejorarían con un poco de limpieza y un buen descanso, además estaba desganado, habíamos salvado a la dama y Faramis estaba con vida, pero era difícil evitar la sensación de fracaso.

Ya a salvo, lejos de la derrocada Ilmaryen, al reguardo de los arboles, tubieron un poco de descanso. Momento para pensar, en lo ocurrido, pero tambien en el futuro. Nagredog se lamentaba de la perdida, muchos hombres buenos habian caido, hombres buenos que habiqn dado su vida por la ciudad, y su señor. Hombres buenos abandonados a la suerte de un enemigo sanginario que en el mejor de los casos moririan luchando en lugar de torturados.
Quitandose los funestos pensamientos pasados, terminando con los malos pensamientos, el enano se centro em su verdadera mision, guardar la integridad de Melyanna. La dama estaba bien, asustada pero sin un rasguño. Nagredog aprovecho para mirar sus
propias heridas, tratarlas con agua limpia y reponerse rapidamente antes de partir.