Partida Rol por web

Batalla, eso explica mucho amigo Emyr. Seguro que Lunadan cayó combatiendo a esa chusma orca. Que Mahal lo tenga en su gloria. Se puso en pie que de no ser por el apoyo que le ofreció Emyr le hubiera sido imposible. Vayamos a ver al resto.

Cuando todos se hubieron reunido de nuevo, explicaron a Varkin lo que le había ocurrido y le contaron todo lo relativo al ataque de los orcos y los trolls de la nieve con los que habían luchado, siendo uno de ellos el que casi termina con su vida y le había dejado esa tremenda jaqueca que cargaba en la cabeza.

El enano estaba todavía mareado pero se encontraba mucho mejor y comenzaba a recordar vagamente algunas cosas sobre lo sucedido.

El campamento iba cobrando vida nuevamente mientras desayunaban y se preparaban para la partida, que sin duda prometía ser dura y no exenta de peligro.

Acompañé a Varkim con los demás y aproveché para agradecerle... – Gracias por las botas, prometí devolvértelas y aquí están – En el momento en el que él quisiera nos cambiaríamos de nuevo el calzado.

No tenía más que palabras de admiración por como habían conseguido defenderse del ataque, habiendo dormido ya bien me sentía con fuerzas renovadas, dispuesto para lo que hiciese falta.

Thander despertó a la mañana siguiente. Había recuperado fuerzas y aunque realizaría el viaje en carro para no perjudicar más su matrecha pierna, si que se acercó junto a sus compañeros para desayunar. Lo hizo en silencio, pues nada bueno tenía que decir y sólo esperaba que los Valar estuviesen con ellos y no permitiesen que el norte cayese.

Tras el desayuno se preparó para partir y escogió un carromato para viajar.

De nada Emyr, espero que te hayan sido de utilidad. Tras el desayuno con el resto del gurpo Vârkim hizo como Thander, preparó sus cosas y se buscó un carro donde poder ir. Podía moverse, pero prefirió descansar y recuperar el máximo de sus fuerzas por si los orcos realizaban otro ataque. Aunque si atacaban tendría que buscarse un yelmo nuevo.

Finalizada la recogida del campamento y el desayuno, engancharon las bestias a los carros y levantaron el campamento. A las diez de la mañana ya estaban en marcha. Tuvieron una lenta marcha pero sin ningún incidente, no volvieron a avistar al enemigo ni se encontraron con él afortunadamente. Finalmente llegaron a Rood a las siete de la tarde exhaustos tras la mala noche que habían pasado y la larga caminata.