Partida Rol por web

Nagredog escucho a Vârkim con claridad. El gutural grito en khuzdul se entendio claro entre el fragor de la batalla. Perdian el control de la torre, muchos orcos morian, pero mas aun entraban. Por si fuera poco los proyectiles que lanzaban con las catapultas desmoronaban poco a poco la torre.

- Huir... - El enano se sentia completamente cobarde, pero era consciente de lo que se jugaban. Melyanna podria estar en peligro en cualquier momento, y a una orden de Faramis dejaria su puesto. No dudaba de que Vârkim tambien queria luchar, debian resistir un poco mas.

- Iseda Vârkim!! upeda itoe on  busana Faramis iro zn, Runbi berove utimen hu don!!!* - Grito el enano a pleno pulmon.

- ¡¡Nagredog!! Faramis iro zn busana itoe. Git gunud!

Al oir las palabras de Vârkim supo que todo estaba perdido, debian retirarse, tenian que marcharse con Melyanna y los demas. Asi pues se dispuso a retirarse mientras daba sus ultimos golpes, y se defendia de sus enemigos. Buscaba la retaguardia, y desde alli, los sotanos.

Nagredog se sentia mal por dejar a todos esos soldados alli, a merced de los orcos. Entregabamos la torre, era el final.

Tras la orden de Faramis de que se retirarán, los dos enanos ahora debían de librarse de algún modo de los enemigos a los que aun se enfrentaban para poder seguir a Dimrod, y al propio capitán.

Vârkim no tuvo problemas para despacharlos con dos de esos poderosísimos mazazos, que habían ya habían hecho pensárselo dos veces antes de enfrentársele en lo que iba de batalla. Tras recibir un golpe, cuya fuerza paró en gran parte la cota de malla, el enano aplastó la cabeza de uno de los orcos, y al otro el pecho por completo.

Por su lado, Nagredog que no había sido tan decisivo, al menos entre a lo que enemigos muertos se contaban, tuvo más problemas para deshacerse de ellos. Tras realizar una media finta, el martillo del enano surcó rápido el aire para de repente, y con la misma velocidad, verse detenido por la cimitarra de uno de los caníbales, que salió volando por los aires a sus espaldas, una distracción que podría aprovechar. Para librarse del otro, necesito la ayuda, si puede llamarse así, de un lancero que se interpuso, entre los dos, llegando a convertirse en el nuevo objetivo del orco, después de que el khâzad desviará su estocado ayudándose de su arma y su escudo.

Al haberse encontrado en el primer frente de combate, los enanos tuvieron que irse haciendo paso entre aliados y enemigos, esquivando los ataques repentinos tanto de unos como de otros, para poder salir por el punto más cercano a las escaleras que les conducirían hasta el sótano por la zona donde debía de encontrarse Melyanna. Mientras cruzaban volvieron a observar como el combate seguía recrudeciéndose, y yendo a peor para los defensores, que a duras penas se mantenían con vida ante los constantes ataques enemigos, mientras que por su parte solo podían realizar alguno esporádico.

El último vistazo que echaron hacia atrás, al combate, cuando se juntaron con Faramis y Dimrod, a la entrada de la torre, fue una visión en general de cómo había sido el asalto, los defensores habían luchado con todo lo que podían y habían echó pagar cara cada una de sus vidas, pero finalmente se habían visto superados sin remedio. Thangon seguía sesgando las vidas de los orcos que se enfrentaban, pero esto era antes de sufrir al menos algún tajo o cualquier otra herida por uno de ellos, rodeado de enemigos y aun sabiendo que aquel era su final, el edain seguía de pie combatiendo con fiereza sin dejar un atisbo de miedo o vacilación ante la muerte de la que sus oponentes pudieran regodearse.

Tras aquella visión de orgullo ajeno, los cuatro fueron descendiendo por las escaleras, a cuyo final se encontraron con un orco en solitario, bañado en sangre humana, un adversario fácil para cada uno de ellos por separado, más para todos a la vez, y con el que poder desquitarse fácilmente.

Una difícil decisión se le planteó a  Emyr en aquellos momentos, y realizada su elección ya no había vuelta atrás. Lanzó una estocada, al enemigo que iba a lanzarse sobre Melyanna, pero su daga sólo consiguió cortar el aire. Todo dependía de la dama, y con lo nerviosa que estaba no parecía pintar bien la cosa.

Pero esta, volvió a  sorprender al eriadoriano, que cuando vio venir los tajos que le lanzaban, conseguía detenerlos todos, eso sí a duras penas. Pero el caníbal a cada golpe se iba acercando más a la dama, y asqueado por no conseguir haber acabado con una simple mujer al primer golpe, cambio de estrategia, dejo de atacarle y se abalanzó sobre ella, sorprendiéndola, y luego lanzándola contra la pared.

Melyanna fue a chocar contra el marco de la puerta, y cuando lo hizo su daga salió volando de sus manos fuera de su alcance, además de quedar algo aturdida. El orco se acercó los pocos pasos que quedaban hasta su presa y levanto la cimitarra para dar el golpe de gracia.

Emyr no se lo podía creer iba  a ver como mataban a la dama delante suya sin posibilidad de hacer nada, pues además en ese instante, el otro enemigo que quedaba a sus espaldas, y que se había tomado su tiempo para realizar un estocada definitiva, por fin ataco. A duras penas, el hombre consiguió desviar el ataque con su daga para que el arma orca no le atravesará, pero si sintió su frío filo en su costado derecho.

El dolor le hizo cerrar los ojos, y cuando los abrió justo vio como el orco se abalanzaba con todo sobre Melyanna, pero había algo raro en aquella escena, pues el brazo que empuñaba la "espada" del orco parecía haber perdido todas sus fuerzas. Finalmente, observó como este se desplomaba sobre la dama, sin causarle daño alguno.

Emyr se preguntaba qué había sucedido. Acaso la herida que le había provocado antes era mortal, no lo creía, fue entonces cuando fijándose mejor, descubrió que el caníbal tenía una flecha incrustada en su cuenca ocular izquierda.

Ahora una nueva pregunta le surgía al eriadoriano, quién había sido el salvador de Melyanna. Pero no había tiempo de pensar sobre ello, el orco volvía a la carga, aunque esta vez lo tendría más difícil para volver a herirle, ahora no debía de preocuparse de la salud de la dama, solo de centrarse en él para acabar la lucha cuanto antes.

Estaba resultando un pésimo defensor de la dama y comenzaba a arrepentirme de haberle dicho que viniéramos a defender a los inocentes, porque si ella resultaba muerta habría fracasado en mi empresa.

Tan ocupado estaba viendo como apunto estuvo de morir cuando una flecha acabó de matar al orco cuando sentí el frío filo de una cimitarra herir mi costado.

No había tiempo de investigar quién había salvado a la dama, tenía que acabar con el orco que quedaba de una vez por todos, estaba furioso y me iba a encargar de que la asquerosa criatura lo pagara.

Vârkim ante la visión del último Orco en su camino descargó toda su rabia contra él en forma de mazazo que ante la avalancha que se le venía encima de buenos y poderosos guerreros podía ir rezando a sus asquerosos dioses.

Nagredog iba el ultimo, pues era el que mas se habia entretenido con sus enemigos. A todo correr bajo las escaleras tras su compañero, Faramis y  Dimrod. Un orco esperaba abajo.

Mientras Varkim y los demas daban buena cuenta de el, Nagredog se giro, con su escudo en alto, y con el martillo listo para el ataque. Si alguna otra bestia bajaba por las escaleras, sufriria el peso de su arma directamente en sus huesos. Su posicion era estable, con un pie en un escalon y el otro en el siguiente. La espalda cerca de la pared, por si tenia que buscar apoyo para no caer. Si habia entrado uno, cuantos mas no podrian bajar.

El lance entre los dos combatientes se mantuvo en tablas, cuando ambos consiguieron desviar los ataques de su adversario. Lo que no sabían, el uno del otro, es que estos no eran lances que pretendían medir la fuerza del rival, sino que Emyr por la herida que había sufrido y no ser el más ducho en combate, y el salvaje orco por estar muy malherido, habían atacado de forma débil y de ahí su poco eficiencia.

Aun así, el combate parecía que pronto se decantaría del lado del eriadoriano, pues recibiría refuerzos, por la puerta entraba Lunadan, el misterioso arquero, que ahora espada en mano se unía a la lucha. Melyanna, por su parte, tenía su propia "lucha", al intentar quitarse el peso muerto de encima del cadáver del orco, lo cual consiguió tras un rato y sólo pudiendo echarlo a un lado lo  mínimo para poder salir y levantarse.

Dejando atrás a Melyanna, pues ahora el peligro ya había pasado, Lunadan avanzó rápidamente para apoyar a Emyr. Sin darle tiempo a posicionarse al orco para hacer frente a los dos compañeros, descargó lateralmente su espada con rapidez.

El orco se vio abrumado ante las acometidas de los dos guerreros humanos y el enano, el cual fue el que por fin consiguió abrir una gran brecha en su defensa, cuando de un mazazo le pulverizo la cadera, jamás conseguiría levantarse de nuevo sin cuidados, pero ni siquiera le cabría esa oportunidad, pues rápidamente y antes de que cayera al suelo, las espadas de Dimrod y Faramis le dieron muerte.

Nagredog que veía que el malherido orco no iba a ser un rival, prefirió asegurar la retaguardia. En tensión esperaba a cualquier enemigo que apareciera para hacerle frente. En esas vio aparecer un figura, le resultaba conocida, a pesar de que jamás le había visto así, su gesto de su cara era paralizador, toda una externalización del dolor que sentía.

Un fuerte grito de dolor por parte del joven, que ya no podía reprimirlo más, alertó a los demás de su presencia, en lo alto de las escaleras. Eoden se tambaleaba, estaba a punto de caer. El asta de una lanza pendía  de su espalda. Sus vestiduras estaban empapadas de sangre, era fácil saber que estaba perdiendo mucha sangre rápidamente y que pronto caería inconsciente.

Sonreí alegrándome de ver de nuevo a mi compañero humano, veía en un momento delicado, casi en el momento perfecto. Sabía que ahora estaba todo a nuestro favor, al menos por el momento, lo primero era acabar con este orco y luego ya plantearía lo que pensaba.

Ataqué con saña al orco que quedaba con mi mejor daga.

Lunadan fue el primero en producir un tajo al orco, que no le cerciono el brazo al protegerse porque llevaba brazales. El humanoide aulló de dolor zarandeando los dos brazos y retirándose algo hacia atrás, pero Emyr no pensaba darle tregua, y lanzó una estocada.

Su hoja mordió la carne en el costado de su enemigo, y bebió algo de su sangre. Se veía que le costaba mantenerse en pie tras las dos heridas recibidas, y la pérdida de sangre le comenzaba así mismo a nublarle la vista. El combate se ponía feo para el caníbal, que ahora no parecía tan fiero.

- Gracias amigo – Exclamé en uno de los pocos momentos en los que pude recuperar el aliento.

Pero este enemigo que parecía estar casi acabado se mostraba correoso, duro, pero era algo con lo que una afilada daga podía acabar, de nuevo, me concentré y me lancé a la carga - ¡¡Por la damaaaa!!

Nagredog no dudo un instante, se adelanto apra socorrer a Eoden.el muchcho estaba malherido y apunto de caer. Cuando ya lo sujetaba intento incorporarlo, entonces vio la lanza. Una herida profunda aun con el arma clavada, perdia muhca sangre, pronto sucumbiria.Nagredog no lo penso mucho, quito rapidamente la lanza y usando un pedazo rasgado de la propia camisola de Eoden, le imprio fuerza en la herida, para taponar la haemorragia. Necesitaba un medico, o un hombre de fe. El enano se coloco el escudo a la espalda, para poder sujetar a Eoden y caminar al frente y llevarle a un sitio seguro. Le estaba constando mucho, el joven era grande, alto y bien musculado, pesaba al menos siete arrobas y ademas le sacaba medio cuerpo a Nagredog.

- ¡Rapido, vayamos dentro, tenemos que salvarlo! - dijo el enano para que lo ayudasen, tenian que ir a cualquiera de las salas, mirar su herida y salir de alli.

Nagredog aun sangraba por el tajo de su hombro, si conseguia tiempo suficiente, intentaria taponar tambien su herida. No le dolia, pero de cuando en cuando un roce con la herida le recordaba que aunque no era grave, debia tratarla.

- Necesitaremos un buen sanador para esa herida o no verá nacer un nuevo día con tal perdida de sangre, Dimrod conoceís de alguien en la fortaleza? se que es difícil con este ataque pero deben haberse ocultado en alguna sala a los sanadores y los heridos durante el asalto, ¿donde?

- Melebrian es la más indicada. Debe de estar en....- Interrumpió sus palabras cuando vio aparecer a dos orcos en lo alto de las escaleras y se lanzó sobre ellos sin pensarlo, con todo el odio que albergaba dentro después de ver el estado del joven,  dispuesto a defenderlo para  que no recibiera ninguna herida más, lo que sería mortal, y también en defensa de Nagredog que lo sujetaba.

Faramis también se adelantó, y como Dimrod, detuvo en alto la cimitarra de uno de los orcos que iba descendiendo sobre Nagredog.- Nagredog, por ahora llevatelo de aquí. Luego buscaremos a Melebrian. Nosotros nos encargamos de estos malnacidos.-

Con los ataques de los orcos bloqueados por Dimrod y Faramis, el combate se encontraba en tablas. Eso aparentemente, pues aparte de que los dos edain disponían de más experiencia en combate y pronto pondrían la balanza de su lado, Vârkim, que se encontraba con libertad de movimientos, podía unirse a ellos, lo que aun decantaría más y de forma más rápida la lucha.

Sin darle tiempo a reaccionar al orco, Emyr descargó un golpe circular que le abrió la garganta de lado a lado, y de la que rápidamente empezó a manar gran cantidad de sangre, sin llegar a salir a borbotones, pues el corte no podía haber sido más limpio  y preciso.