Partida Rol por web

Al ver que sus compañeros corrían en auxilio de Gura, Thander avanzó para contener la carga. Sacó la lanza y clavándola en el suelo y sujetándola firmemente, esperó la carga del enemigo esperando que quedasen empalados en la misma. Pisó el extremo para fijar con más fuerza el arma. Debían defender el lugar y eso es lo que haría.

A pesar de que Nagredog no contará con una pica, no se iba a quedar atrás, y de forma valiente se puso en la primera línea entre dos piqueros a la espera de descargar su martillo sobre el incauto que se acercará demasiado.

Si lo vieron, Emyr Y Vârkim, no distinguieron el cuerpo de Gûra entre las llamas y humo que se elevaba denso aun desde el puente derruido. Además, había otra dificultad y era que deberían diferenciarlo de los cuerpos de los dunledinos que también se habían precipitado hacia el vacío tras abalanzarse tras el capitán de los raggers.

Mientras tanto, la carga de caballería sureña se produjo. El suelo temblaba más ante el avance de la caballería cada vez que se acercaba la hora de la colisión entre las dos primeras líneas de ambas fuerzas. Los sureños bajaron su lanzas, y de seguido todos los raggers fijaron  aun más sus lanzas en el barro endurecido, apretando fuerte manos y dientes y esperando al potente contingente sureño. 

Caballos y hombres sureños chocaron contra el muro de lanzas, muriendo la mayoría de la primera fila pero logrando abrir brecha. Así, uno acabo ensartado por el pecho por la lanza de Thander mientras su caballo continuaba avanzando sin percatarse e importarle de haber perdido a su jinete; y uno que consiguió superar el muro de lanzas se vio volando por los aires instantes después cuando Nagredog de un martillazo partió ambas patas delanteras de su montura, parándola en seco.

En un primer momento no me resultó nada fácil intentar localizar a Gûra. Había demasiados cuerpos y la confusión era alta. La batalla había llegado de nuevo hasta la zona. Haría un último intento de encontrarlo. Pero ya no habría tiempo a más, había que retirarse.

- Maldita sea... - Murmuré entre dientes y me esforcé por localizar al maltrecho Gûra, intentando concentrarme al máximo.

Thander dejó caer la lanza y sacó la espada. La lanza era útil para frenar una carga, pero ahora que es combate era más cerrado, le solicitaba movimientos más amplios que debido al tumulto no era capaz de realizar. Por eso desenfundó la espada y enfrentó al enemigo con espada y escudo. Tenían que resistir la llegada del enemigo. 

Las llamas fueron extinguiéndose poco a poco. Esto facilito, aunque no del todo, la búsqueda de Vârkim y Emyr. Y fue este último, cuando ya estaba a punto de rendirse, que encontró a Gura.

A cuatro metros sobre unos cascotes que sobresalían del agua, descansaba bocabajo el cuerpo del oficial. Con una gran roca descansando sobre su espalda, lo que no auguraba que el capitán se encontrará en buenas condiciones. es más, seguramente estaría bastante malherido.

En el último momento, cuando ya iba a dejarlo reconocí el cuerpo de un oficial. No estaba muy seguro de si estaba vivo, tal vez estuviese en las últimas.

- ¡Vârkim aquí! ¡Lo encontré! Ten, toma este extremo de mi cuerda, bajaré, la ataré a su pecho y volveré e subir, en cuento esté de nuevo aquí arriba tiramos entre los dos – Pensé que así, por un lado me resultaría a mi más fácil bajar y volver a subir usando la cuerda, ya que esta, estaría sujeta por el fuerte enano. Además luego entre los dos también nos resultaría más fácil tirar de la cuerda para subir a Gura.

Ayudado por Vârkim que sujetaba la cuerda desde arriba, Emyr descendió con facilidad hasta los cascotes. Las llamas aun pervivían bajo estos; en algunos lados aun se elevan peligrosas lenguas de fuego.

Emyr se acerco con a Gûra, y retiró la piedra qe reposaba sobre su espalda. Pudo comprobar lo que ya había visto desde arriba, el mal estado de Gûra. El oficial tenía quemaduras en las partes del cuerpo visibles, y su coraza tenía golpes por todas partes. Su cabeza estaba cubierta en parte por el yelmo roto, y las aguas del río se tornaban rojas al "acariciar" su cuerpo. Aun así, el guerrero no había muerto, aunque parecía encontrarse inconsciente.

Emyr no dudo, y con presteza se acercó portando a Gûra con dificultad hasta el extremo de la cuerda. Allí, lo ató para que Vârkim lo fuera ¡izando. El enano sudaba para subir al oficial, no obstante debía de cargar con su cuerpo inmóvil y con coraza. Aunque finalmente lo consiguió, y después le toco el turno a Emyr.

Una vez ya arriba, y tras quitarle la armadura y el yelmo destrozado con cuidado, pudieron ver mejor las heridas. Tenía un gran cantidad de pequeños cortes, y seguramente tendría algún hueso roto; pero lo que destacaba era una hemorragia.

En la batalla, los raggers iban venciendo y seguramente así acabaría la contienda, pero estaban sufriendo bastante.

Había costado, pero resultó un esfuerzo que comenzaba a dar sus frutos.

Me dirigí a Vârkim - Avisa a Faramis, dile que tenemos a Gûra pero que está mal herido. Luego si lo deseas ayuda a los raggers. Yo me quedo con él intentando mantenerlo con vida

Saqué un trapo o rasgué parte de mis ropas para conseguirlo y luego lo apliqué sobre la herida abierta del guerrero y presioné. Mantendría la presión todo el tiempo que me fuera posible intentando que la herida se cerrara.

Emyr intentaba parar la hemorragia de Gûra, aunque el método era el apropiado, no conseguía pararla por completo. Quizás sólo se debiera al breve espacio de tiempo que había estado presionando la herida con el trapo, debería de continuar más tiempo así.

Por su parte, Vârkim, estaba atento, vigilando que ningún enemigo que pudiera huir de la contienda se acercará, al ver en el el desprevenido Emyr una última víctima que cobrarse.

Intenté detener ese flujo de sangre, me estaba empapando con ellas, pero por el momento mis intenciones no estaban dando resultado.

Varkim me cubría las espaldas, algo de agradecer. Pero este hombre no merecía morir y menos estando tan cerca de la salvación – Vamos Emyr... - Me dije a mi mismo.

Tras haber recibido bien la carga de caballería, Nagredog se encontraba en su medio, el combate cercano. Equipado con su martillo y escudo se dispuso a resistir hasta el final, y acabar con el máximo número de sureños; sin descuidar su propia defensa eso sí.

Emyr no se rindió cuando vio que la hemorragia de Gûra no se detenía, siguió de forma permanente y con la esperanza de que aquello cambiaría, de que él era el único que podía salvar al capitán de los raggers. Y tal perseverancia tuvo sus frutos cuando esta se detuvo. Después Emyr sólo tuvo que pedir ayuda a Vârkim para que este siguiera presionando sobre la herida mientras el realizaba un vendaje a la zona.

Una vez con Gûra a salvo, pero sabiendo que este se encontraba muy malherido y su estado podía cambiar en cualquier momento, y tener que volver a intervenir para salvarlo de nuevo, el eriadoriano y el enano prefirieron no intervenir en la lucha; aunque en ciertos momentos vieron como sus compañeros sufrían y tuvieron que replantearse el intervenir.

Aunque en ningún momento se produjo una lucha equitativa, siempre había combatiendo 2 o 3 raggers al menos contra un jinete sureño, esta fue dura para los raggers debido al cansancio acumulado al defender Rood. La superioridad numérica y la diferencia de entrenamiento y experiencia en combate tanto individual como colectivo fue un factor decisivo para decidir al bando vencedor. Los ragger siempre tanteaban a su rival para no sufrir más bajas de las necesarias. Mientras que los jinetes sureños sólo podían defenderse como podían, a duras penas, y causar unas pocas bajas en las filas de sus enemigos cuando se daba la oportunidad.

Al final de la lucha, los 65 jinetes sureños que habían sobrevivido al muro de lanzas inicial habían sido aniquilados por completo, mientras que los raggers sufrieron 40 bajas; quedando así 125 en pie, aunque muchos estaban heridos y aún más muy cansados.

Como siempre, Faramis tuvo una actuación espectacular en el combate, y en el punto de la contienda que se encontraba la esperanza de los sureños de ganar se convertía en nula. No sólo por sus dotes de espadachín, sino también las de mando y de líder carismáticos, que aumentaba el límite combativo de los raggers cercanos.

Por su parte, Thander consiguió acabar con dos jinetes sureños. Hecho que no estaba nada mal, aunque quedaba empequeñecido ante lo conseguido por Nagredog, quién mató con su martillo a 5 enemigos. A pesar de esto, los dos llegaron a recibir una gran cantidad de golpes, que no tuvieron más consecuencias: cortes o fracturas, debido a sus cotas de malla. Eso sí, a ambos les saldrían unos cuantos buenos moratones.

Nada más acabar la batalla, Faramis dio orden de recuperar el número máximo de caballos para usarlos en el viaje a Annuminas. Luego, aun preocupado por su amigo (Gûra), algo que a los más observadores no les había pasado por alto que se había mantenido incluso durante todo el combate, se dirigió hacia Vârkim y Emyr.

Cuando vio el cuerpo del capitán, Faramis aceleró su marcha, y una vez allí se puso de rodillas a su lado mientras les preguntaba a los dos apresuradamente - ¿Está vivo?- En su tono de voz también podía percibirse la preocupación ante la suerte que había corrido Gûra.

Por lo que pude ver la batalla que habían tenido que librar mis compañeros y el resto de los raggers había sido muy dura. Pero al menos me quedaba el consuelo de que mi misión no había sido en balde y podía lucir una sonrisa de satisfacción.

- Si señor, nos ha ido de un pelo y su estado es grave, pero creo que lo hemos conseguido estabilizar. Si tiene reposo y cuidados creo que el capitán sobrevivirá a esta.

Esperaba que esto en cierto modo pudiese contribuir a subir la moral de los nuestros. En cuanto tuve un momento de respiro le di las gracias a Vârkim por haberme cubierto mientras trataba de revivir a Gûra.

Faramis se puso de pie, y ahora más sereno tras descubrir que su amigo aunque muy malherido aún estaba vivo, felicitó a Emyr principalmente, pero sin olvidarse de la participación de Vârkim en su rescate-Has hecho un gran trabajo, Emyr… Tanto yo como los raggers os estaremos eternamente agradecidos- Algunos raggers que estaban observando la escena, asintieron a la afirmación de Faramis, así también como algunos granjeros.

Estrechó la mano a los dos, y después dio la orden de que trajeran una camilla para transportar a Gûra en el viaje hasta Annuminas. Luego, hizo los preparativos para marcharse cuanto antes.

Al final entre los raggers y algunos voluntariosos granjeros consiguieron recuperar 35 de los caballos de los sureños muertos, los cuales podrían usar para que algunos de los heridos o más cansados viajarán.

Además, habían recuperado la espada de Gûra a pocos centrímetros del borde de la ribera. Los mismoS que habían encontrado la espada, avisaron a Faramis que algunos dunledinos habían intentado cruzar hasta su orilla bajando hasta los escombros, pero que por fortuna su idea había sido truncada por no tener medios para subir la pared.

Por fin, Faramis ordenó la marcha. Los capitanes organizaron a los hombres y al grupo, que agotado pero resuelto, inicia la retirada. El comandante se queda atrás por un momento, mirando desafiante al este; más allá del puente, donde la masa de montañeses han sido frenados por el río y gritan que la muerte llegará pronto a los raggers. Sin embargo, Faramis tiene fijada su mirada en una siniestra figura: un caballero de negro corcel y oscura armadura con cabeza de huargo. El fuego salido entre los escombros se refleja en sus ojos, dos puntos dorados en medio de una insondable oscuridad.