Partida Rol por web

Eoden y Alraim salieron de la casa de la baronesa Eketta y se dirigieron guiados por el eothed a la herboristeria que este conocía.

De camino Eoden comentó la marcha de Emyr y Alraim. Va a ser una pena que os marcheis, habeis cumplido muy bien los dos y Dimrod está orgulloso de vuestro trabajo. Y la bella dama seguro que también. Cuando abandonamos Gondor no se la veía muy bien, pero ahora parece estar de mejor humor. 

 Me honra que Dimrod quiera que continuemos en el grupo, y me alegra que la dama se encuentre mejor...

Alraim hizo a pequeña pausa, quizá debida al recordar que ha marchado sin poder despedirse de Melyanna en persona.

...pero debo partir. Me esperan

El montaraz continuó caminando junto a Eoden hacia la herboristeria contemplando la bella ciudad, pero andando a buen paso. A partir de ahora no tenía ni un segundo que perder

- Buenas señores. ¿Qué deseáis?- Hablo cortésmente el herborista para ganarse a los dos clientes que acababan de entrar, tras haber sido avisado previamente de su presencia por el leve tintineo de una pequeña campana que sonaba al abrirse la puerta.

La pequeña estancia estaba repleta de estanterías de madera con diversas plantas metidas en botes de cristal. Lo único diferente era el mostrador en el que había una balanza, y una cortina que podía esconder una pequeña trastienda.

Eoden espero unos instantes a que Alraim tomará la iniciativa, pero como no lo hizo empezó a hablar él.- Pues buscamos...- El eothred le dio el nombre de la planta curativa que conocía bien.

El herborista se quedo mirando fijamente al cliente.- Esa planta es muy rara. ¿Estáis seguros que tenéis dinero suficiente?-

- Sí que la podemos pagar. Pero, ¿la tenéis o no?-

- Claro que la tengo. Yo soy el único que tiene ese tipo de mercancías en esta ciudad.- Dijo indignado primero para después echarse flores a sí mismo.

Seguidamente dio la espalda a los clientes y retirando la cortina se introdujo en la trastienda. Trascurrido unos minutos volvió con un frasco de un líquido verde- Me he tomado las molestias de preparárosla ya para su uso.- Tendió la medicina hacia Eoden.

- Son 20 monedas de oro.-

Por precaución Eoden quito el tapón de corcho y olió el aroma para comprobar que el líquido se correspondía con el que se extraería de la planta que había pedido. Conforme dijo.- Aquí tiene su dinero-

Y después le tendió el frasco a Alraim.

El herborista contó las monedas y las guardo rápidamente en una balda inferior del mostrador. Cuando los clientes se marchaban este se frotó las manos mientras decía.- Vuelvan cuando quieran.-

 Alraim cogió el frasco que le tendía Eoden y miró su contenido. Quería estar seguro de que se trataba de lo que los elfos le habían descrito. Comprobó minuciosamente el color y el olor, tal y como los maestros elfos le habían sugerido hacer. Después de tantos esfuerzos no permitiría una equivocación. 

Tras su escrupuloso examen, Alraim se volvió hacia Eoden y asintió

Perfecto. Gracias

Alraim y Eoden salieron de la herboristería

Ahora solo tengo que adquirir algunas provisiones y podré partir. ¿Queda algo del dinero que nos dió Dimrod?

- Dejadme a ver que miré.- Cogió la bolsa y miro en su interior pues no se produjo ningún ruido de choque entre monedas ni se distinguía por el peso si había alguna.- Sólo queda una moneda de oro. La planta ha salido más cara de lo que habíamos pensado, seguramente a causa de la guerra...Toma.-

Luego, le tendió la mano con la palma de la mano abierta para despedirse.- Ha sido un placer...-

 Alraim se despidió de Eoden tras preguntarle dónde poder comprar provisiones. Una vez que el rohirrim le hubo indicado, el joven montaraz se puso en marcha para comprar lo necesario para el viaje que tenía por delante. 

Tendría que conseguir un caballo...pero con el poco oro que le quedaba estaba de momento totalmente fuera de su alcance.

El mercader vio aparecer a un potencial cliente, Alraim, y lo dedujo de que iba mirando todos los puestos del mercado.- Usted, señor...Sí, sí, usted.- Intento captar la atención del dunedain, y una vez hecho.- Estoy seguro que tengo algo en mi puesto que pueda satisfacer sus necesidades. Mire, mire- Le iba enseñando varias de sus mercancias mientras se acercaba(el cliente).

 Alraim se acerco al vendedor para examinar la mercancía que éste le ofrecía. Buscaba provisiones nutritivas y no perecederas, aptas para un viaje de las características que le esperaba. Sus ojos buscaban carne seca o ahumada, algún tubérculo o fruto seco e incluso pan élfico.

Buen día. Parto hoy mismo a un largo viaje y necesito provisiones, ¿que puede ofrecerme?

El hombre le empezó a enseñar varios alimentos conservados* e incluso ya se los empezó a preparar para que se los llevará, pero al no saber cuántos quería le preguntó.- ¿Y para cuántos días necesitas?-

 Alraim continuó mirando las mercancias, sopesando que sería lo mejor para el viaje

Una mujer se acercó al puesto y parecía impaciente ya que el dunedain no se decidia, tosió levemente para que el mercader y Alraim la escucharan.

¿Y bien señor? Preguntó el mercader para no hacer esperar mucho mas a la mujer.

 Alraim estaba calculando mentalmente la ruta que iba a seguir para decidir así la cantidad de provisiones. Si bien pasaría por pueblos que conocía, no sabía si la guerra habría llegado ya a esas zonas, por lo que le convendría ir bien provisto de alimento. Por otro lado, sin contar con un caballo, todo el peso extra le haría viajar más despacio y le retrasaría en su camino.

Por fin Alraim se decidió, y pidió al mercader provisiones suficientes para diez días de viaje

Muy bien señor, enseguida se lo preparo. Rápidamente el mercader atendió a la señora impaciente que aguardaba detrás de Alraim, y una vez le hubo tomado nota dió orden a un mozo aprendiz que observaba el oficio y aguardaba ordenes para que fuera cargando paquetes de viaje con las peticiones de Alraim.

Tras atender a la señora ayudó al muchacho y en cuestrión de unos minutos habían preparado todo y se lo entregaban.

Serán 15 monedas de cobre.