Partida Rol por web

Ya ha llegado el día, cada seis meses se celebra una fiesta en la cual todo el complejo estaba invitado en la planta 59. El parque. Lejos de las modas y los esmoquin de la fiesta de navidad en el lago, esto es mas parecido a una verbena donde los niños corretean libres, salvajes, vigilados por nuestros siempre amables Cairo y un Cifrado que tenía que aguantar que algún niño se le suba encima. Solo para los mas valientes y atrevidos! Castillos hinchables, payasos, animadores, juegos y diversión para los pequeños. ¿tiene un hijo en la adolescencia? No se preocupe! Sabemos que se perderán entre los setos, hablarán sobre los nuevos discos de música, la peli del momento con ese actor o actriz tan cañón, beberán a destrangis sus primeras cervezas e incluso probaran su primer peta! Para ellos, para los hormonados, los rebeldes, el azote de los mayores, estaba el valle eterno con metros y metros de césped donde podrán vociferar a su gusto, vigilado para su seguridad, aunque ellos, no la vean.

Y para los adultos...nuestros queridos hermanos, hermanas, castillos andantes. ¿Quiere demostrar su pericia con la cocina? Tráigase lo que desee y exhibase con nuestras barbacoas. Tenemos medidas de emergencias extra rápidas para que no se note en exceso que se ha pasado con el tiempo! Un concurso de padres, donde la pasión culinaria se centrará en algo mas que no sea cocinar papillas y platos simples ante los paladares tan distinguidos de sus hijos. Por supuesto hay otro concurso culinario, donde tendrán que pasar la criba de nuestros chef. El ganador verá su plato incluido cada noche durante los seis meses siguientes en dos de los restaurantes del complejo a elegir. Pero no solo eso, dardos, tiro al pato (de plástico, estamos 100% comprometidos con el medio ambiente), barra libre, bolos, nuestro por siempre conocido laberinto del horror, donde tras pasar un infernal circuito será recompensado con....!una chapa! Solo 1 de cada 50 lo logran superar. ¿será usted uno de ellos? Música, baile, diversión y sobretodo...descanso.

Eso rezaba el panfleto que os llegó a todos a casa. La fiesta se celebraría de 17:00 a 22:00 de la tarde y prometía ser divertida. Los que ya habían asistido años anteriores, sabían de sobra, que aburrirse no solía ser una opción. La gente se mezclaba, importando un pepino la graduación y a lo que se dedicasen. De hecho, el atuendo oficial solía ser cuanto mas hortera casi que mejor. 

A la entrada del parque ya había un pequeño mapa ilustrativo de las zonas que se podían visitar en él. Estaba dividido en 4 partes, a las cuales se llegaban a través de la avenida central o por cualquiera de las ramificaciones de los caminos de losetas perfectamente cuidados que iban apareciendo como setas a distintas alturas.

La primera parte, era la entrada, un lugar donde la gente iba a leer, con sus árboles que le daban “sombra” ante ese sol cegador que hacía rondar casi siempre los 20-25º. Una construcción de orígenes griegos mezclados con romanos saludaban a los avezados que querían saludar al león de piedra, que posaba tranquilo sobre su pedestal.

Estaba llena de gente, incluso en el ascensor no cabía ni un alma. Aquello bullía de vida. Familias, gente sola, grupos de amigos con un montón de bolsas para prepararse ante lo que le esperaba. 

Una amable pareja estaba puesta en un lateral con una mesita y una pancarta con grandes letras chillonas en la que se podía leer "asignación para la zona infantil" Los padres, dejaban allí a sus hijos para que algún animador les llevase hasta la zona de esparcimiento. 

A la izquierda, estaba el llamado valle eterno, que no era mas que una ladera de césped inmenso cercado por robles altos y fuertes. Grandes guardadores de secretos donde algunos se subían a sus ramas para poder otear desde lo alto el resto del parque.

Ala derecha, la zona del estanque, siempre de diversos colores, la más visitada sin duda, donde estaban los bancos para comer al lado de las barbacoas de piedra maciza que tan buenas carnes, pescados o vegetales se podían preparar. La gente ya iba cogiendo su lugar, colocando sus mantas en el suelo, sus neveras portátiles y los grupos se iban formando lentamente. Saludos, abrazos, besos y presentaciones. 

Había algunos que estaban mas apartados, seguramente serían nuevos, y habrían ido para conocer un poco la zona, la gente, lo que viene a ser existir en aquel complejo lleno de pasillos y lugares extraños teniendo en cuenta que estabais bajo tierra. 

Y al fondo, tras un buen trecho de zona ajardinada con fuentes y flores de mil colores estaba la zona salvaje, donde los niños o los no tan niños, podían ir para tocar a los animales que pululaban por esa zona. Ardillas, dueñas y señoras de cada bellota. Ciervos, grandes y pequeños, se dejaban tocar sin espanto. Conejos, zarigueyas, pájaros, incluso zorrillos. 

Tardo quince segundos en decidir que acudiría a esa invitación. No se le ocurría ningún motivo para no hacerlo. Tampoco perdió apenas tiempo en elegir el modelo para la ocasión, al igual que la comida y bebida que llevaría para apoyar el evento: una botella de vino y una pequeña variedad de empanadas chilenas de carne y queso. Fáciles de hacer y de comer estando de pie. Se esmeró y el resultado fue más que satisfactorio, pues era una receta que dominaba y encima había encontrado todos los ingredientes necesarios en el supermercado que ya disfrutaba de su confianza.

Era un vestido borgoña de tirantes, de delicada seda. Muy sencillo y discreto, caía con suavidad en sus curvas, extremandamente cómodo y apropiado para cualquier ocasión. Tenía un largo hasta los tobillos; el atuendo lo completaban unas sencillas sandalias negras que consistían en un par de tiras. Aunque aparentemente no era nada llamativo hacía una excelente combinación con el color de su pelo, dando además contraste con su piel y color de ojos, estos con algo de maquillaje, al igual que sus labios, que también destacaban por el tono fuerte elegido.

La elegancia innata de la joven se veía potenciada sin en realidad pretenderlo, pues su fin último era ir cómoda y disfrutar de un rato tranquilo en aquella fiesta, conocer a gente en un ambiente agradable también era uno de sus objetivos principales. Llegó prácticamente al principio de la reunión, y dejó sus aportaciones en la primera mesa que encontró, echándose una copa del vino que había llevado. Era muy sociable, por lo que al poco rato de estar allí ya estaba charlando amigablemente con una pareja, concretamente de política, uno de los temas que más le apasionaban.

Es un conflicto enquistado. -La seriedad era evidente en su rostro, eso y que sabía de lo que estaba hablando, aunque no comentó las veces que había estado en la zona trabajando. Bebió rápidamente para continuar hablando – Hasta que España y Francia no dejen de apoyar a Marruecos nada podrá hacer el Sahara Occidental por liberarse de la ocupación. Eso y que sus gobiernos y el de Estados Unidos dejen de vender armas al país ocupante.

Las dos personas asentían, aunque no parecían muy interesados en continuar la conversación, por lo que sonrió amigablemente y señaló con el dedo su propia copa -Disculpadme, voy a rellenar. - Amplió la sonrisa absolutamente cordial y se marchó sin más dilación, sin preocuparse por si volvería con ellos o por el contrario buscaría otras compañías. No sentía presión ninguna y eso se reflejaba en su semblante.

Cuando regresó a la zona de comidas comprobó que apenas quedaba la mitad de lo que había llevado, tanto de la comida como de la bebida. Sonrío ante el éxito y se echó una copa bien colmada, seguramente sería la última de ese vino en concreto, uno de sus preferidos.

Steve necesitaba un respiro. Ir a algún sitio, sin plan definido, sin compañía. Después de lo sucedido en los últimos meses, pese a encontrarse más centrado y lucido, también habían aparecido preguntas nuevas en su cabeza, inquietudes a las que dar cabida en una vida que parecía tan sencilla poco tiempo antes. Steve no sabía ir informal. Para el, informal significaba sin corbata. Una camiseta es eso que te ponías para hacer ejercicio. Un hombre de verdad era elegante.

Traje. La chaqueta era lo mínimo, pero el traje es lo indicado. Algo suave y fino, su traje azul de primavera. Y una camisa de algodón. Sin corbata. Preparar comida estaba por encima de las posibilidades de Steve. Podía haya catalogarla como una de sus especialidades de asesinato. Por ello, escogió el camino fácil y acudió a la fiesta con un saco de dos kilos de snacks salados, que entregó a la primera persona que parecía saber que hacer con ello y una botella de Cardhu de 12 años, que venía acompañada de media docena de vasitos con la medida apropiada y sugerida para degustar una delicia como aquella de la forma adecuada. Comenzó a deambular por la fiesta, saludando a conocidos y fingiendo no conocer a alguna de las mujeres que les acompañaban y que cruzaban con el una mirada cómplice siempre en el último momento. Picoteo algo de comida, algún canape y una empanadilla, queso y patatas fritas. Aquello le dio sed, pero era demasiado pronto para el whisky. Se sirvió una discreta porción de vino de una botella que encontró abierta y continuó con su "investigación de campo". No pudo dejar de apreciar el estilo de aquella desconocida vestía de rojo. Pelirroja. No pudo evitar dejar caer el oído a su conversación, de alto contenido político. Se separó de su compañía para rellenar su copa de vino. Se giró y no parecía saber muy bien que rumbo tomar. Para un observador ajeno, la maniobra de Steve habría recordado a los documentales sobre guepardos en su hábitat. Sin dudarlo un instante, se aproximó a la elegante desconocida. - El principal apoyo, no obstante, del Reino de Marruecos, es el de Estados Unidos. Y lo hacen tanto por motivos religiosos, por garantizar un Islamismo moderado y por la explotación petrolífera futura y de las minas de fosfatos, que son las más importantes del mundo. Hizo una pausa para dar un corto sorbo a su copa. - Disculpe mi intromisión, pero su conversación es lo primero interesante que he escuchado hoy aquí. Mi nombre es Steve Richards. Steve tendió la mano.

No soy una gran amante de las fiestas pero no sé decir que no a Tamra. Cuando cerré la consola de datos en el laboratorio vi como los ayudantes levantaban la cabeza de su puesto y sonreían cuando les decía que se marcharan. Cuando llegué a casa Tamra ya tenía todo preparado, la había tratado de convencer pero no hubo nada que hacer, alguien en el colegio le había dado un ejemplar del libro así que dicho y hecho. Con algún contacto conseguí que nos hicieran un par de disfraces... Pippi Langstrumpf y... Pippi Langstrumpf. Cuando llegué vi que algunas personas iban muy arregladas lo cual hizo ruborizarme, por suerte Tamra vio a Maggie, la hija de Daniel y salió corriendo así que me fui tras ella. Sé que están vigilados pero voy a buscar a alguien ridículo para estar menos ridícula yo.

Pasaba de tenerla encima, diciéndole que tenía que salir más, que no podía pasarse el día encerrada en casa, y que ella también iría y todo eso... más les valía aparecer un rato, eso le ahorraría bastante tiempo de reproches, así que, aunque la sociabilidad de Hilv estaba en mínimos históricos debido a circunstancias que poco importaban en estos momentos, optó por acudir a la que al parecer, era una famosa fiesta en Titán.

Además, le gustaba esa parte del complejo, era la que más le recordaba a casa.

Rebuscó entre su ropa, ya la tenía más o menos ordenada, así que no le costó demasiado trabajo elegir los viejos vaqueros cortos, y la cómoda camiseta blanca, para ella, la temperatura del lugar era totalmente veraniega. Se puso las zapatillas que su madre detestaba, siempre se acordaba de ella cuando las usaba, quizás por eso las escogió, varias pulseras en sus muñecas y completó el atuendo con las gafas de sol con visera incorporada que tanto le habían gustado cuando las vio y tuvo pasta para comprarse, por mucho que su amiga Val le desaconsejara vehementemente hacerlo. Cogió el móvil y se puso los auriculares, con lo que se aseguraba de tener algo bueno que escuchar. 

No sabía que había que llevar nada, y en cuanto a cocinar... pues como que no. La verdad es que estuvo dudando muy     seriamente donde ubicarse, ella creía haber dejado atrás la adolescencia hace un par de años, tal vez mucho antes, pero desde que habían llegado aquí casi todos la habían tratado como a una cría a pesar de todo. Seguramente se lo pasaría mejor en lo que llamaban el valle eterno, pero entonces si que ya no tendría vuelta atrás, así que optó por quedarse en la zona de los “adultos”, lo entrecomillaba porque algunos de los que había conocido distaban mucho de cuadrar edad mental con edad real.

En el panfleto ponía barra libre, así que optó por ir directa a conseguir un refresco light y sin gas, había cosas en las que no pensaba hacer excepciones, y su estricta dieta era una de ellas. Se fijó de refilón en la elegante pareja que conversaba con copas en la mano, sintiéndose a años luz de ellos y cuando vio a una mujer vestida de... uhm... ¿de qué va vestida? En realidad mola le hizo gracia, y no pudo evitar dejar escapar una sonrisa, pero para nada de burla. Ya con su bebida en la mano, buscó un lugar ligeramente apartado, y se sentó en la hierba, mirando hacia el estanque, aunque de vez en cuando sus ojos se desviaban hacia el grupo de gente. Suspiró, en este sitio vivía un montón de gente, por lo que parecía, muchos se habían amoldado completamente, así que seguramente era posible hacerlo... no se arrepentía de haber venido, bueno, tal vez un poco, aunque esperaba que eso se compensara en unas pocas semanas.

  Y allí se encontraba caminando por aquel lugar mientras sus ojos peinaban la zona con la intención de buscar un sector tranquilo y lo más cerca del agua, más que nada porque le permitía gozar de un momento plagado de paz en contacto con la naturaleza misma, algo que siempre echaba de menos dentro de las Instalaciones de Titán. 

Ya decidida a tomar asiento cerca del estanque, observó como el grupo que se encontraba allí era bastante variopinto. La pequeña Germana lucía un short negro, una camiseta de tirantes del mismo color pero con unos detalles algo primaverales, muy propio de la botánica que siempre destila alegría y buena onda en general. 

A su paso tras haber dejado unas ricas ensaladas en una mesa, cogió un vaso de zumo y siguió la marcha, no sin antes saludar a quien la miraba siempre denotando ese gesto plagado de simpatía. No tenía problemas en socializar, solo que ahora mismo necesitaba estar frente a algo natural y ese estanque era la mayor de sus tentaciones, ni que hablar de los árboles, reflejando como el paso del tiempo los mantenía estables, plagados de sabiduría. 

Finalmente luego de un largo trayecto, contempló con dulzura y suspiró satisfecha, debería asistir más seguido a este tiempo de eventos o salir a los exteriores sin perderse en el medio para disfrutar un poco de la naturaleza. Al querer sentarse, observó que una chica (Hilv) estaba allí sentada y la saludó:

- Hola, hermoso lugar para estar tranquilo y lejos de la multitud. - expresó sonriendo. 

Se le notaba el buen rollo, sin embargo no quería perturbar demasiado a la joven. Tal vez quería estar sola, así que tomó asiento aguardando silencio mientras sus ojos azules se perdía en la inmensidad del estanque. 

Desde que llegó la invitación Maggy no había parado de hablar de la fiesta y peor aun, había comenzado a idear que irían puestos. Daniel no era un tipo al que le gustara disfrazarse, pero por tratarse de su pequeña no podía decir que no, decisión de la cual se arrepentiría... El pobre quedó espantado cuando su hija le mostró una foto de lo que tendría que usar el evento, pero una vez más la sonrisa de su hija le pudo y terminó accediendo. 

El día llegó y ellos asistieron a la fiesta disfrazados de príncipe y princesa, obviamente Maggy estaba hermosa y él, bueno él estaba siendo un buen padre. 

Al poco de llegar la hija de Ella, Tamra, los abordó y Maggy le pidió permiso con la mirada para ir con ella.- Diviértete princesa, pero ten cuidado. Beso su frente y las despidió. Ya sin su pequeña se sentía más ridículo por su disfraz, pero por suerte se percató que su amiga estaba peor. Con una sonrisa se acercó a Ella la miró y de arriba a abajo.-Déjame adivinar... Hizo como si estuviera pensando quien había sido la artífice de tal atuendo y dijo. -Tamra. 

La invitacion llego como otros tantos años habia hecho, una de esas fiestas que se hacian para promover que la gente saliera del trabajo y se diera a conocer o simplemente, para fomentar un poco el trabajo en equipo fuera de los circulos cerrados que muchas veces se creaban en el complejo, dando asi la opcion a los mas nuevos, a moverse un poco por la zona y romper el hielo de una forma mas simple. Principalmente iban aquellos que tenian niños, aun no exclusivamente y como otros tantos años probablemente Daniel y Ella estarian alli, lo que sin duda llamo mi atencion fue que ademas habia que ir lo mas hortera posible, lo que sin duda provocaria mas de una carcajada, cinluso en alguien como yo. Fuera como fuera anote la fecha y llegado el dia, ya estaba preparado.

No fui de los primeros en llegar y el ascensor estaba a rebosar, menos mal que la cantidad de bolsas que traia, me daba cierto circulo de espacio personal donde no sufrir los movimientos de los demas individuos que iban conmigo, en su mayoria jovenes con ganas de un poco de libertad en los jardines. La puerta por fin se abrio y esperando a que salieran todos, me puse en camino. No tarde en notar la hierba rozando la piel de mis pies, puesto que las sandalias de cuero que me habia puesto permitian una facil transpiracion, ademas de ser comodas, pero sin duda habia que agradecer el tiempo artificial de Titan que no mandaria a paseo la barbacoa, algo de lo que me habia hartado de oir mis primeros años. Cargando tres pesadas bolsas en cada mano y una especie de estuche enganchado al bañador, de tono oscuro perfilado en blanco en la parte baja del mismo, me fui haciendo camino mientras me dirijia a las barbacoas de piedra. Llevaba el pecho al descubierto, dejando mi cuerpo marcado por unas escasas ciactrices, todas ellas antiguas, y mas de un tatuaje a la vista de los demas, sin que eso me importase demasiado. Se suponia que haria calor y cerca de una buena barbacoa mas, por lo que preferia la comodidad al pudor.

Mis ojos no tardaron en ver a la pelirroja con la que habia coincidido hacia ya un tiempo en el supermercado, parecia ser que Steve ya le habia echado el ojo. Sin ser algo relativamente importante, desvie mi mirada hasta que vi unas coletas y un vestido que sin duda llamaban la atencion, cual no seria mi sorpresa al darme cuenta de que era Ella, a su lado vestido de principe azul estaba Daniel. Me desvie de mi camino para quedar cerca de ellos, mientras no podia evitar una sonrisa, una de esas escasas que solia tener y que sin duda en mi, significaba mas que la mas fuerte carcajada. Incluso negue mientras los miraba... aun tras tanto tiempo, aun me sorprendian con sus vestimentas en las fiestas. - No me cabe ninguna duda de que sois los dos mas guapos de la fiesta... y que todo ha sido idea de dos pequeñas princesas. - Deje uno de los grupos de bolsas en el suelo mientras me acercaba a Ella para saludarla, como luego haria con Daniel. - ¿Que tal Tamra y Maggy? - Espere sus contestacion antes de señalar con la mano libre la zona de barbacoas, cercana al estanque. - Tenia pensado hacer una barbacoa para todo el que quisiera apuntarse. - Ambos sabian que se me daba muy bien cocinar carne en barbacoa y que habia tenido mi pequeño momento de gloria en alguna de esas fiestas por eso mismo. - Pero seguramente puedo hacerles esperar un poco mas... - No solia coincidir con ellos muy a menudo, asi que ls pocas veces que lo hacia me gustaba quedarme con ellos... eran mis amigos mas antiguos en Titan practicamente...

En cuanto recibí el folleto supe que me apuntaría, y según iba leyendo más ganas tenía de asistir, además ya sabía que llevaría puesto, aquel vestido azul eléctrico con flores del fondo del armario que nunca me había puesto por lo mucho que llamaba la atención, junto con unas sandalias planas transparentes muy cómodas.

Y allí estaba a punto de entrar, no tenía muy claro lo que iba a encontrarme allí, pero seguro que sería divertido. Recordé que ponía que podíamos llevar algún plato cocinado, pero como no habìa tenido mucho tiempo ni muchas ganas de hacerlo había venido con las manos vacias, aunque ahora que caía podía haber comprado cualquier cosa, al menos una botella de vino. En fin ya era tarde, asi que crucé la puerta dispuesta a pasar un buen rato.

Había mucha gente por allí, sobre todo familias con sus niños, cada cual iba ataviado como le había parecido, pude ver gente bastante elegante y otros un tanto estrambóticos. Empecé por recorrer el lugar, que era bastante grande, era muy agradable caminar en sandalias por la zona de la hierba, asi que di una vuelta por los jardines de flores que eran preciosos y después me acerqué por la zona del estanque para ver si veía alguien conocido o simplemente alguien con quien pasar el rato...

Steve ve pasar a Riv y levanta su copa mientras le guiña un ojo.

- Hola Peque -le saluda animoso, mientras busca en las cercanías de Riv otras caras conocidas. Pero no, ni rastro de la mordaz Ofelia ni de Sam.

Riv sigue su camino y Steve centra su atención en la dama de rojo.

El rostro de Silke se giró sorprendida a ver al hombre que continuaba la conversación que prácticamente había borrado ya de su cabeza. Dos características objetivas fueron procesadas rápidamente cuando lo tuvo en sus retinas: Alto y guapo. En honor a la verdad, el puñetero Titán estaba bastante por encima de la media en cuanto al nivel de atractivo, sólo había que echar un vistazo rápido a las mujeres y hombres que habían acudido a aquella fiesta, y aunque algunas y algunos no estaban especialmente favorecidos, el agrado visual era notable y evidente.

La pelirroja no se iba a quejar, claro.

Sonrió ampliamente ante el motivo -¿o debería decir excusa?- que tenía el hombre para hablarle -¿o debería decir asaltarla? - tan elocuentemente. Procediendo a estrechar su mano con un saludo firme y seguro, sin alardes en cuanto a intensidad y duración.

Soy Silke..... Silke Allen. Encantada, Steve.- Recuperó su mano inmediatamente y tras observarlo con curiosidad unos momentos decidió por donde era mejor continuar la conversación, para que fuera cordial – El petróleo, los fosfatos, las playas vírgenes que están edificando para fomentar el turismo desde Canarias... -Se encogió de hombros, manteniendo la tranquilidad - las materias primas en definitiva, la gran desgracia de África y su población.– A su parecer estaba algo desfasado en cuanto al conflicto en cuestión, pero vamos, que con que supiera donde estaban España, Francia y los dos países africanos ya era para darse con un canto en los dientes, pues ciertamente era un conflicto bien tapado y casi olvidado.

Poco a poco se había puesto un poco más seria, no podía hablar de esas cosas sin que acudieran caras, nombres y desgracias contadas de primera mano; se borrara cualquier rastro de frivolidad.

Miró alrededor, señalando con la barbilla el resto de personas de la reunión, y volviendo a clavar sus ojos en Steve -Siempre me olvido de donde estoy para según que temas -El tono pasaba a a ser distendido, casi sonó a confesión, y ella volvía a sonreír relajadamente y a mirarlo con interés– Es la primera vez que vengo a una fiesta así, ¿Tú llevas mucho tiempo en Titán?

Se llevó la copa a los labios, aunque la cantidad que ingirió fue muy pequeña.

Steve vio que, de alguna manera, el tema no era frivolo para la dama. Silke era el nombre... ¿alemana? Allen podría ser un apellido aleman sin demasiados percances. Pero si asi era, su acento era estupendo.

- ¿Cuanto tiempo? Bueno... técnicamente, toda mi vida. De hecho nací en Titan... con siete años.

Dejo reposar un instante su pequeña paradoja antes de continuar.

- Llegue aquí con siete años y no recuerdo casi nada de mi vida fuera. Con lo que se puede decir que soy prácticamente nativo. ¿Y tu? Me da la impresión de que a ti te han contratado hace poco tiempo. Quiero decir, que he pasado por la escuela, el instituto, la universidad y el trabajo de Titan. Si llevases aquí mucho tiempo... bueno -sonrió y olisqueo su copa de vino mientras la hacía remover, dejando un tinte bermellón en el cristal. Su propia respiración volvió sus lentes opacas por un momento, y al volver, tenía los ojos clavados en Silke- ... si llevases aquí mucho tiempo te recordaría. Un pelo tan intensamente rojo y natural...

Hilv no pareció percatarse de que se estaban dirigiendo a ella.

La música que sonaba a través de los auriculares anulaba prácticamente cualquier sonido externo. Además, las gafas de sol que llevaba hacia complicado saber con seguridad hacia donde estaba mirando. El siguiente movimiento de la joven no fue el de responder a la mujer que se había dirigido a ella, sino que dejó su vaso a un lado, y se tumbó sobre la hierba, bocarriba, con las rodillas doblabas y los pies apoyados en el suelo. La visera le servía de escudo contra los artificiales rayos de sol, mientras miraba en dirección al imaginario cielo.

Necesitaba descansar, todo su cuerpo se lo pedía a gritos, pero era demasiado idiota como para hacerlo, siempre era lo mismo, siempre al límite de su resistencia. Esperaba poder llegar hasta el final, dar la talla llegado el momento, pero ya le habían advertido que a pesar de todos los esfuerzos, era imposible predecir como te comportaría llegado el momento. Seguramente tendría que proteger a algunas de las personas que la rodeaban en estos instantes es mejor no conocerlos demasiado, la misión, siempre hablaban de la importancia de la misión, Marko también se lo había recalcado, pero, ¿cómo no sentir afinidad por aquellos que se jugaban la vida junto a ti?

Sabía que debía dejar que su mente se relajara también, que olvidara aunque solo fuera por unas horas Titán y todo lo que eso suponía para ella.

Sólo escucha la música, saca de tu cabeza cualquier cosa Hilv...

La sensación de la falta de tiempo siempre estaba ahí, pero confiaba en poderse ganarse un respiro incluso en eso.

Dejo escapar una ligera carcajada, muevo la cabeza afirmativamente y me encojo ligeramente de hombros le relataron el cuento y…, muevo ambas manos señalándome de arriba abajo aquí estoy, continúo riendo, tú en cambio estás más elegante, muy marcial, después miro a la multitud y susurro muchos otros en cambio… han venido incluso de sport, ¡vaya jeta!. Escuché llegar a Marko y me giré a tiempo, madre mía, sonrío a sus palabras, ya las conoces… y así nos hemos acabado vistiendo, le señalo con el dedo, tú no te has matado mucho la cabeza ¿eh?, mejor que hayas elegido este atuendo de todas maneras, alegra la vista, echo un vistazo a sus bolsas, ¿Qué llevas ahí? Mmmmm, me toco la barriga, eres un artista de la barbacoa. Miro de reojo hacia donde están las niñas, por mucho que estén protegidas, el instinto es el que es. Parece que hay mucha gente nueva, ¿no? ¿Están ampliando Titan?, me quedo mirando a algunas personas y me giro hacia mis dos amigos, pero… ¿Se admiten menores de edad?, en verdad algunas de las chica que veía no sabía si tendrían ni dieciocho años y estaban solas, escuchando música en una esquina cual adolescente peleado con el mundo, niego con la cabeza, me hago mayor y cascarrabias sonrío de nuevo, hoy era un día para pocas preocupaciones.

La indiferencia por parte de la joven le llamó la atención a Arabelle, creyendo que los auriculares le permitían alejarse del entorno y no ser una maleducada empedernida. Por esa razón, decidió no molestar a Hilv y disfrutar del ambiente, siendo la única manera de relajarse con las hermosas vistas que le ofrecían. 

Ya optando alejarse un poco pero sin dejar esa zona de lado, observó como una mujer rubia rondaba por allí. Tal vez se encontraba en la mismas circunstancias que la Alemana y no vendría mal un poco de conversación, conocerse ya que a la larga en algún cruce de pasillo te encuentras con la persona indefectiblemente. 

- Hola, lindo día ha tocado. -  saludó a River. 

El tono era amistoso, denotando una simpatía natural propia de Arabelle. Quería ver si en esta ocasión no fallaba y al menos podría pasar el rato conversando. 

Sonrío a Steve al oírle y le hago un gesto con la mano a modo de saludo, pero no me acerco, parece interesado en la elegante dama de rojo que tiene al lado. Sigo mi camino y me paro a observar el lugar abarrotado de gente, la mayor parte parece estar en pequeños grupos, aunque también hay gente sola, como yo, lo cual no sé porqué pero me tranquiliza.

Seguía enfrascada en mis pensamientos cuando una chica con aspecto alegre y simpático me saluda. Bueno, había venido a conocer gente e intentar dejar de lado mi, a veces, inoportuna timidez asi que me giré hacia ella sonriendo.

- Hola, sí, un bonito día para una fiesta como esta -la cara de la chica me sonaba pero no lograba ubicarla- ¿nos conocemos?

Respondí intentando ser agradable con ella.

Samuel había decidido intentarlo una vez más, siempre estaba ausente con sus estudios o entrenando así que volver a pasearse por una de las festividades sería interesante, así fue como se dirigió a uno de los jardines con un cigarro en los labios, frotándose el pelo con despreocupación, exhibía una barba de varios días, perfilada pero no del todo cuidada. Sus prendas eran simples, como siempre: Una camisa de color marrón con tres botones por la parte superior desabrochados y un pantalón vaquero de cuatro bolsillos.

Sus pasos le dirigieron hasta el puesto donde vendían algo de cerveza, era lo primero que le apetecía para entrar en calor, como siempre las muchedumbres le ponían nervioso y esto le cohibía así que un poco de alcohol para calentar el gaznate podría hacer que se le soltase mas la lengua, aunque a medio camino paro para intentar jugar a darle a los patos era algo que siempre le llamaba la atención, un juego simple pero con su truco y seguro que las armas estaban desviadas o los patos de goma tenían un contrapeso pero la gracia residía en intentar superar dicho obstaculo, así pues se quedo en dicho puesto con la carabina alzada y disparando a los patos para intentar sacar algún premio y darselo a su amiga River si es que estaba por ahí.

Había un montón de gente, y cuando decimos un montón es que solo en la zona del estanque habían ya cerca de un centenar de personas y las gente seguía entrando buscando un lugar aun en la extensa zona, como un goteo constante. 

Alguna gente llamaba la atención solo por lo que hacían o su vestimenta, como era el caso de dos hombres que estaban jugando en una mesa de pin pon mientras mantenían una disertación sobre una teoría un poco extraña, el traje de mirada aviesa era malo, de los que hacían llorar a Steve, de ese brilloso de carnaval, mientras que el otro iba de pirata. Eran casi idénticos, mientras ya se formaba un pequeño coro alrededor y las apuestas de algún crédito o cerveza se alzaba en el lugar.

-He dicho, que cuando la materia es llevada al interior de un agujero negro, se vuelve tan densa antes de alcanzar la singularidad, que el agujero negro podría expulsarla y formar un universo de esa misma materia. Osease, que un universo con muchos agujeros negros podría haber creado muchos universos bebé.

El pirata le respondía con aire enfadado - Claro y no podemos detectar con exactitud donde están localizados los agujeros negros en nuestro universo, porque somos un universo bebé, el producto de un agujero negro de otro universo con medios insuficientes. Osease, que estamos en bragas, somos a los que los demás universos adolescentes les harán buying, pues no me gusta como suena eso caballero. 

La pelota iba de un lado a otro, sin caerse en ningún momento mientras ellos seguían montando un espectáculo digno a los oídos y a la vista, pues había algunos movimientos perfectamente ensayados. 

Pero no eran los únicos, el tintineo de los cascabeles de una mujer llamaba la atención al oido, pensando sin duda en alguna moda adolescente.

Mas cuando alguien se giraba, veía a una pareja ya de cierta edad, una mujer de recogido rebuscado, joyas delicadas que tintineaban a cada paso, como de otra época, de una complexión que seguro que en sus tiempos cualquier hombre querría beber de sus curvas, y que aun ahora en su madurez le hacia ser llamativa con su vestido de gasa crema mientras paseaba del brazo con un hombre canoso, pero terriblemente elegante que andaba con dificultades, sujetando un bastón de punta y mango de marfil blanco, siendo el resto de un azul zafiro. Muchos los saludaban, llevaban tiempo ya entre esas paredes.

Ella parecía ir de alguna antigua musa de otra época, el, de un antiguo 007. 

Por otro lado, un grupo de chicos y chicas entre los 16 y los 20 y pocos años estaban jugando a la pelota en la orilla del estanque, entre ellos había uno que se reía casi a cada segundo, y llevaba una camiseta de manga hasta el codo algo ceñida en esa parte pero amplia en el resto que estaba mojada por el agua al igual que las bermudas amarillo fosforito ya que mas de una vez había tenido que meterse a rescatarla de las perversas garras del estanque . También llamaba la atención una chica que les gritaba mientras se liaba un cigarrillo encima de una zona de picnic improvisada, donde todos habían ido juntos. Nada mas y nada menos que unos 8. -A ver, ostia puta, queréis dejar de lanzarhé eso al agua! No os dije que os trahéseis la puta pelota que se podía hinchá bieh! ¿donde cojones está la botella de Vodka?! Dag!!- El chico la miró y le respondió igual que ella hablaba que estaba en la nevera portatil roja y justo un instante después su cara era marcada con la pelota de Nivea enorme. 

Y la fiesta apenas acababa de empezar como quien dice...

Escuchó con atención la respuesta sobre el tiempo que llevaba en Titán, asintiendo levemente, era de lo más interesante, conocer a un nativo siempre era motivo de interés para la mujer pelirroja, las personas que más información podían darle, en principio.

No pudo evitar reírse suavemente con las últimas frases de su exposición. Aunque no se adivinaba el motivo por el que le había hecho gracia el comentario: Por ser alagador, por considerarlo ocurrente, o porque no se podía creer que después de haber estado charlando de África le soltase algo relacionado con algo tan banal -por muy bonito que sabía que era - como su cabello. Cualquiera podría ser una opción válida.

Sus ojos volvieron con rapidez al estado indescifrable del que normalmente hacían gala, por muy transparente que fuese aquella mirada verdosa -Créeme Steve, si llevase mucho tiempo aquí no me recordarías por el color de mi pelo....

Se encogió de hombros aparentando inocencia y contestó con sinceridad a la pregunta que le había hecho, algo más seria – Llevo algo más de cinco meses, pero la verdad es que todavía me estoy haciendo a la idea de semejante lugar.- Abarcó con la mano derecha el espacio de ellos y los demás, aquel parque era una evidencia de a qué se refería. Dudó sobre si después del tiempo que llevaba allí todavía lo impresionaría el lugar, ella seguía sintiéndose una recién llegada y las peculiaridades de alrededor en aquella fiesta ayudaban a potenciar la sensación, pues se sentía de las pocas que se fijaba en esas pequeñas cosas.

¿A qué te dedicas? Aparte de a mantenerte informado sobre conflictos exteriores.

Se la veía completamente tranquila, aparentemente no tenía ningún motivo para estar tensa, quizá algunos gritos que llegaban le parecían fuera de lugar, pero no revestía mayor importancia -Juventud, divino tesoro-. Hizo el amago de brindar con él, sin que las copas llegaran a chocar, y bebió mientras esperaba una nueva contestación.

En una zona entre el estanque y el parque, donde los crios daban quebraderos de cabeza a sus cuidadores, se podría ver una barbacoa enorme, donde un montón de críos se reían y se apelotonaban pidiendo al misterioso cocinero, el cual apenas se le veía tras la "cocina", un sin fin de hamburguesas de diferentes formas y tamaños. Un viejo transistor tocaba una vieja canción que parecía dar un aire entre divertido y hortera a la fiesta, ahogando ligeramente el bullicio del exterior y, aunque no en su totalidad, el gran jaleo que los niños causaban cerca de la barbacoa, la cual chisporroteaba por la cantidad de comida que se estaba haciendo a la vez. Frente a esta había un montón de mesas y sillas de plástico plegables que, poco a poco, y con un goteo constante, iban ocupándose, atraidos por el reclamo del cocinero que se escuchaba, con cierta claridad a pesar del bullicio, mientras servía la ultima tanda de hamburguesas, mientras movía el panecillo superior de otra como si de un titiritero se tratara.

-¡SALCHIPAAAAN EL ÚNICO Y ORIGINAAAAL! ¡DIVERBUUUURGERS! ¡LAS MEJORES Y DE CALIDAAAAD! ¡VEEENGA QUE ME LAS QUITAN DE LAS MAAAANOS! -el reclamo, aunque algo extraño y más similar al de una película de comedia, provocaba cierta curiosidad, pero el espectáculo de la hamburguesa parlante y las divertidas formas de las que servía a su entusiasta público era, cuanto menos, pintoresco, eso sin contar que parecía que el cocinillas conocía los nombres de cada crío, pareja, hombre o mujer que se acercara a su barbacoa a pedirle el encargo como si los conociera de toda la vida.

Y asomando la cabeza, atendiendo al último grupo de críos, parecía que era Michael Doe, llevando una estrafalaria peluca, algo de maquillaje y una blusa blanca como si de una película mala de mosqueteros pareciera salir. Peculiarmente no tenía los ojos sin blanco alguno como muchas veces los rumores contaban de él y sus gestos, de cierta forma tranquilos y comedidos, eran ahora un torbellino de paletadas a la carne sobre el grill, cortes rápidos para dar formas a las diferentes hamburguesas y una verborrea continua a su público preguntando el siguiente pedido de hamburguesas o salchipan, soltando alguna broma ligeramente picante a cierta pareja que se va con su pedido con el rostro tan encendido como la nariz de un reno de Santa Claus, e, incluso, haciendo algún malabarismo con los huevos sobre la pala para estrellarlos contra la plancha como si lo llevara haciendo toda la vida, sacando tras todo ello otra bandeja que deja en una mesa auxiliar para que la vayan recogiendo los chavales.