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Toledo Nocturno: Una Capilla bajo la Piedra

ESCENA II - El Concilio de las Sombras

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10/12/2013, 19:47
Rodrigo Pérez de Osorno

Don Rodrigo se quedó pensando un momento. Las palabras de Leonor lo calaron hondo.

-Caín... -murmuró-. Nosotros llevamos el Pecado Original hasta que se nos es lavado, y vos lleváis el pecado de Caín. No somos tan distintos, entonces. Más bien parece que Dios quisiera crearnos de esta manera... -don Rodrigo cada vez hablaba con más determinación-. Bien, si es el plan de Dios que parte de sus Hijos lleven como penitencia el pecado de Caín, yo decido sacrificarme por el resto de la Humanidad. ¿Qué he de hacer para llevarlo, mi señora?

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10/12/2013, 22:06
Leonor Ramírez de Ucero

-Don Dodrigo, no podéis imaginar lo gratas que me resultan vuestras palabras. Leonor hizo una pequeña pausa durante la cual puso su mano sobre la del mortal, dejando que este notase su frío tacto.- Sin embargo de momento no puedo ofreceros el pecado el caín, no antes de hablar con mi padre. Él es mi mentor, mi protector y también mi guía, y yo no podría convertirme en la vuestra sin su consetimiento.  Le miró fijamente a los ojos, el hombre verdaderamente le causaba ternura,sus sentimientos eran puros, tal y como un día lo fueron los suyos y sin duda era un caballero noble de fuertes convicciones. - Pero por favor, no os sintáis decepcionado Don Rodrigo, hasta que hable con mi padre puedo enseñaros algunas de las ventajas que la sangre nos otorga, pues como ya os he dicho junto con el pecado y el castigo  también portamos algunos beneficios que nos hacen más llevadero ese pesar. Se detuvo de nuevo y mientras miraba fijamente a Don Rodrigo de realizó un pequeño corte en la muñeca con una de sus garras.- Bebed Don Rodrigo, esta es solo una pequeña muestra de lo que os espera noche tras noche en un futuro. Le tendió la muñeca a Don Rodrigo para que probara su sangre.- No es tan desagradable como pudiera parecer. Comentó en un tono tranquilizador.

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12/12/2013, 12:13
Toledo Nocturno

Don Rodrigo le cogió la mano de manera galante, y Leonor comprobó que el joven caballero estaba excitado solo con la idea de besarla. Ese sentimiento se tornó en instinto animal cuando probó la sangre. Succionó brutalmente hasta que Leonor le obligó a parar.

Don Nuño, que había presenciado la escena a cierta distancia, intervino.

-Ya es hora, señorías. Debemos descansar y prepararnos para mañana.

La expresión en el rostro de don Rodrigo era de felicidad extrema.

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12/12/2013, 12:18
Toledo Nocturno

8 de agosto de 1138. Plaza de San Andrés, Madrid.

El cielo apuraba su resplandor por poniente cuando todos se reunieron en la plaza de la iglesia de San Andrés, tal y como estaba previsto. En medio de la plaza había una berlina de madera negra tirada por cuatro alazanes pardos. A su alrededor se congregaba el pelotón de jinetes de don Silvestre, con don Fonseca a la cabeza. El propio don Silvestre, don Pero Osorio-Jiménez y don García de Rubio charlaban en voz baja. Cuando doña Leonor de Ucero, Amal al-Warda, don Nuño de Liébana y el caballero mortal don Rodrigo aparecieron en la plaza, se hizo el silencio y todas las miradas se dirigieron a ellos.

Don Silvestre bajó de su caballo, abrió la puerta de la berlina y ayudó a montarse a las señoras, únicos pasajeros. El resto prefirió ir a caballo, tal y como establecía el código de honor caballeresco.

Se alzaron los pendones de los Guardianes, de Castilla y de la Iglesia y la puerta de Moros se abrió, dejando el camino expédito hacia el sur. El grupo partió con un estruendo de cascos de caballos.

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15/12/2013, 23:13
Toledo Nocturno

La comitiva paró en un pueblo llamado Yunco, al borde de un humedal que hacía desviarse al camino en forma de amplia curva. Al sur de aquel pueblo pequeño de muralla discreta se levantaba un casón solariego de dos plantas y cruz ochavada cincelada en el dintel.

-Pararemos aquí hasta que toquen las campanas -ordenó don Silvestre-. Se nos unirán cuatro caballeros.

Los jinetes desmontaron y las mujeres salieron de la berlina. Los soldados permanecieron frente al casón, mientras que los dos Vástagos extranjeros entraron en el edificio.

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15/12/2013, 23:20
Toledo Nocturno

Don Silvestre se acercó a Fonseca.

-Don Fonseca, a estas horas el padre Moncada estará viajando hacia Montecassino. Allí está preparando el Abrazo para su primer Hijo. Él siempre ha sentido inclinación hacia don Beltrán. Aunque es un sargento capaz y, sobre todo cristiano, no es un hombre como nosotros. Nosotros somos soldados, don Fonseca, soldados de Lucian. Moncada no nos entiende... quizá nuestra hora haya llegado. Los soldados ya no somos los reyes de los hombres. Son los hombres como Moncada los que están destinados a gobernar a todas las criaturas.

Don Silvestre mantenía su expresión adusta y marcial, pero había una nota de amargor en sus palabras.

-La única oportunidad que existe de que Moncada os otorge el Abrazo es triunfando en Toledo. Oficialmente se les asignará a doña Leonor y a al-Warda el rango de alguaciles, y se espera de ellas que resuelvan la situación. Pero si fueran incapaces de ello o, sencillamente, alguien se les adelantase... alguien como vos, por ejemplo, don Álvar y don Eleazar tendrían que considerar a don Ambrosio como alguien a tener en cuenta. A don Ambrosio y a su Sirviente, el que ha sido capaz de dejar en evidencia a dos Vástagos. Así que ya ve, don Fonseca, si vuestra señoría se alzase victoriosa, vos acabaría abrazado por Moncada y nosotros nos ahorraríamos un siglo y medio de intrigas. Si tiene alguna duda, ahora es el momento. Cuando lleguemos a Toledo nos separaremos y no hablaremos más.

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15/12/2013, 23:38
Toledo Nocturno

Don Rodrigo le cedió la mano y Leonor bajó grácilmente de la berlina. Don Nuño les hizo un gesto y se reunieron a cierta distancia de los demás.

-Es el momento perfecto para instruir a don Rodrigo -dijo don Nuño con rostro preocupado-. Cuando lleguemos a Toledo apenas nos dará tiempo y hay que estar preparados.

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15/12/2013, 23:56
Toledo Nocturno

Amal fue a comprobar el estado de Noche cuando cuatro de los soldados de Fonseca se acercaron a ella. La joven buscó con la mirada a su capitán, pero estaba conversando profundamente con don Silvestre.

-Los muchachos dicen que no vales nada, perra infiel. Nos dejastes tirados en los pinares cuando nos atacaron. Hay quien dice que incluso huirías de una buena polla castellana -murmuró un jinete con aliento a vino y empapado en sudor.

Los otros tres llevaban la mano de la espada sobre el cuchillo. La actitud no era violenta pero sí amenazante.

-¿Eh, perra, huirás también de nosotros?

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16/12/2013, 01:40
Amal bent Karim al-Warda
Sólo para el director

Amal se quedó mirando fijamente al soldado que con tanta indolencia se había atrevido a hablarle así. Una sensación de odio comenzó a serpentear su cuerpo y, mirando a Fonseca en la lejanía, respiró hondo, cerró los ojos y contestó: - Estáis ebrio... No forcéis algo de lo que después tengáis que arrepentiros... -

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16/12/2013, 08:39
Leonor Ramírez de Ucero

-Tiene usted toda la razón Don Nuño, comentó mientras se dirigía con paso firme hacia el lugar escogido. -Don Rodrigo, seguro que ayer pudo comprobar que nuestra sangre no es como la de los demás, aporta una gracia que solo nosotros o algunos privilegiados conocen. ¿Que tal se sintió?- Leonor era muy consciente de que debía hablarle del resto de familias cainitas y de que, al igual que cuando eran mortales su mundi también se regía por determinados códigos y normas. Pero también le interesaba oir la voz del caballero,le recordaba el nerviosismo y la extrema curiosidad que ella sintió cuando su padre la iniciaba, no hace tanto tiempo. - Supongo que algunas cosas de nosotros le resultaran extrañas, pero no somos tan distinto; también seguimos un código, como los caballeros. miró fijamente a los ojos del caballero, sabía que el joven estaba prendido de sus encantos, y eso le resultaba divertido.En su vida mortal no estaba bien visto que la mujer coquetease, pero ahora podía hacerlo sin dudar y le resultaba muy divertido, había descubierto un sin fín de posibilidades utilizando unos poderes que toda mujer posee y que hasta entonces se le antojaban imposibles.-Y, es precisamente por eso que demomento sus deseos serán pospuestos. Creo sinceramente que será una usted de gran ayuda para esta nuestra familia, pero la decisión final no es mía, puesto que la responsabilidad de mis actos recaería sobre los hombros de mi padre es él quién debe tomar tan compleja decisión. Seguro que os lo estáis preguntando, mi padre es aquel que me otorgó el don de la noche eterna.Pues, a pesar de cargar con la maldición de Caín considero que poseemos un don, concedido para facilitar la carga.

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16/12/2013, 14:39
Amal bent Karim al-Warda
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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16/12/2013, 14:49
Toledo Nocturno

-Lo que yo decía... no vales nada -los otros tres hombres la rodearon mientras que el que tenía en frente se acercaba a ella-. Incluso borracho podría matarte y romperte el culo después de muerta, puta sarracena.

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16/12/2013, 18:39
Amal bent Karim al-Warda
Sólo para el director

 Al verse arrinconada no tuvo más alternativa que defenderse y se preparó enfundando su espada corta en actitud amenazante hacia el interlocutor- Hablarme de esa manera te saldrá caro, chusma. ¡No deis un paso más!- dijo mirando a los otros tres mientras apuntaba con la espada al insolente - pues usaré la espada contra vosotros. ¡Si no soy yo quien os amoneste esperad a que vuestro señor Fonseca se entere de este ultraje!

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17/12/2013, 21:57
Fonseca ibn Rashid
Sólo para el director

Fonseca contuvo un respingo cuando Don Silvestre se acercó a él. No era una criatura muy habladora, asique si tenía que decir algo, seguramente fuese importante.

Escuchó atentamente y en silencio cada una de las palabras del Guardián, y cuando llegó la parte de la posibilidad de que fuese otro el Abrazado, las entrañas se movieron, como lo hacen tras una caída de altura. Había renunciado a casi todo por llevar esta vida, y lo poco que le quedaba era también susceptible de ser olvidado si recibía la Sangre, asique Toledo sería su prueba de fuego, y estaba dispuesto a todo, aunque tuviera que pasar por encima de las dos Guardianas a las que acompañaba.

Asintió en silencio a Don Silvestre, con semblante serio, ese que ponen los verdaderos soldados, que cumplirán su cometido a toda costa, por su honor.

Unos instantes más tarde, mientras se acercaba al interior del caserón, el pensamiento de que Don Silvestre lo estuviese manipulando, y que el resultado de Toledo fuese indiferente para la decisión de Monçada, y lo único que le importase fuese la victoria, pasó por su mente. Pero se convenció así mismo, Monçada y Silvestre eran de la misma sangre, pero sus diferencias eran abismales, aunque no estuviese a la vista de todo el mundo.

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17/12/2013, 23:07
Toledo Nocturno

-Ardo en deseos de conocer a vuestro Padre y presentarle mis respetos -dijo don Rodrigo impostando una voz más grave que la suya.

Don Nuño miró de reojo a doña Leonor y ambos sonrieron levemente. Las cosas estaban saliendo bien.

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17/12/2013, 23:09
Toledo Nocturno

-Os amagan una bofetada y corréis tras las faldas de un mortal... como todas las perras sarracenas, ya seáis de la Sangre o zorras mortales -dijo el hombretón.

Todos rieron y dejaron en paz a Amal, volviendo entre risotadas y empujones al grupo de soldados más grande.

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17/12/2013, 23:12
Toledo Nocturno

Don Silvestre y don Fonseca entraron en el casón solariego. Los recibieron cuatro caballeros del Temple con amplias sonrisas y miradas altivas. Dos de ellos eran indudablemente Guardianes, mientras que los otros dos eran Sirvientes.

-¡Ruiz! -gritó el más grande de todos ellos, una mole de cabello largo al estilo franco y barba descuidada.

-Encantado de volveros a ver -devolvió el saludo don Silvestre-. Os presento a don Fonseca, Sirviente de mi Hijo, caballero de los Guardianes y capitán de Madrid. Don Fonseca, os presento a don Raimundo de Aquitania, Guardián y Amici Noctis.

Don Raimundo le quitó importancia al cargo con un gesto de la mano.

-Tonterías, cualquiera que meta su puta cabeza en un agujero durante dos siglos puede ser ahora Amici Noctis -don Raimundo rió con fuerza-. Don Fonseca, os presento a Jean Michel de Bourbon, mi Hijo. Realmente es de una línea menor de los señores de Bourbon, pero me tuve que contentar con éste...

Tras un intercambio de palabrería vacía, los caballeros salieron al exterior.

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17/12/2013, 23:29
Toledo Nocturno

Los señores Guardianes y don Fonseca salieron al exterior con cuatro caballeros del Temple. Iban ataviados con cotas de mallas relucientes, cotas de armas blancas con la cruz ochavada carmesí, espada larga, machete, maza turca y escudo alargado. El pendón blanquinegro con la cruz ondeaba al viento. Los jinetes del ejército de Madrid miraban atónitos sin intentar siquiera disimular su pasmo.

-Don Raimundo, don Jean Michel, os presento a doña Leonor de Ucero, Hija de don Álvar Fáñez y a doña Amal al-Warda, Hija del Sultán Karim -presentó don Silvestre.

Ambos caballeros besaron la mano de Leonor y de Amal.

-Parece ser que los Hijos de Príncipes y Sultanes abundan hoy en día -sonrió don Raimundo.

-También quiero presentaros a don Nuño de Liébana de la Casa de los Lobos y Primer Capitán de los Leones de Rodrigo -prosiguió don Silvestre.

El rostro de don Raimundo ya no era tan divertido cuando miró de arriba a abajo a don Nuño.

-Tengo entendido que vos solo abatió a una manada de perros a las puertas de León mientras que el resto de su ejército escoltaba a la familia real -dijo don Raimundo.

Se hizo el silencio. Todos esperaban espectantes las palabras de don Nuño, que apenas había hablado nada durante el camino.

-De esa historia hace ya setenta años. La gente tiene mucha imaginación -pronunció don Nuño con su vozarrón grave.

-Algo de verdad habrá cuando eso os valió para ser Primer Capitán de don Álvar.

Esta vez el silencio no fue tan largo.

-Me temo, mi señor Raimundo, que ignoro el hecho por el cual don Álvar tuvo a bien concederme el anillo de oro. Eso habría que preguntárselo a él.

Don Raimundo pegó dos risotadas terribles.

-Un hombre humilde, don Nuño. Me caéis bien. Si hubiésemos contado con medio centenar de caballeros como vos en Tierra Santa, Jerusalén se hubiera tomado en una semana.

La conversación derivó hacia terrenos más mundanos y los jinetes se prepararon para partir. Cuando las campanas de la iglesia de Yunco tocaron a maitines, todo el mundo estaba listo para reanudar el viaje.

Los dos Sirvientes Templarios cabalgaban al frente con el Beauseant flameando al viento de la noche toledana. Detrás iban don Raimundo y don Silvestre en animada conversación. Tras ellos cabalgaban Don Pero y Don García que no perdían cuenta. En retaguardia serpenteaba el ejército de Madrid escoltando la berlina donde viajaban Leonor y Amal, bajo los pendones de los Guardianes, de Castilla y de la Iglesia.

Quedaba poco para llegar a Toledo.

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01/01/2014, 18:20
Toledo Nocturno

Tras una loma repleta de encinas apareció Toledo, que los recibió seria y desafiante. Las casas de piedra y barro se encaramaban encima de un peñón oscuro, duro y frío, a pesar del caluroso verano de aquel año.

La comitiva bajó de los cerros de Vargas y El Alto hasta ponerse a la misma altura que la muralla exterior. Cruzaron entre un sinfín de casuchas de cuero e inmundicia. Algún curioso asomó la cabeza, pero la metió al instante. Parecía que aquellas gentes habían aprendido a temer a los hombres armados que cabalgaban de noche.

Los detuvo la puerta de Bisagra, pequeña y oscura. Al instante se retiraron los guardias mortales y fueron sustituídos por soldadesca Guardiana. De una poterna lateral emergió una figura acorazada de cota de malla negra. Era un hombre de mediana edad, de rasgos sorprendentemente vulgares, sienes plateadas, ligera calvicie en la coronilla y gesto marcial.

-Que Dios nos proteja -dijo con acento leonés.

-Y San Miguel nos guíe -respondió don Nuño.

-Pasen señorías, Toledo os saluda. El Príncipe don Álvar Fáñez os espera en la iglesia de Santiago.

Las puertas se abrieron y la comitiva entró a la ciudad. A pocos pasos se encontraba la iglesia de Santiago, una diminuta construcción cuadrada cuya torre era desmesuradamente grande, cuadrada también. Los soldados se quedaron fuera y los Vástagos y demás gente de la Sangre entraron.

En el altar había colocado un trono de madera pintado con pan de oro. En él se sentaba don Álvar, una figura imponente de casi cinco codos de altura. Tenía los ojos oscuros y el pelo a media melena de castaño claro. La barba, perfectamente recortada, ocultaba unas facciones duras y cuadradas. A ambos lados formaba la Primera Bandera de los Leones de Rodrigo, que constaba de ocho Vástagos ahora que había regresado don Nuño.

El hombre que los había recibido habló.

-Se presentan en esta noche don Nuño, Capitán de la Primera Bandera y portador del anillo de oro, junto con doña Leonor, vuestra Hija. Adelántense y rindan pleitesía.

Don Nuño se acercó al Príncipe y puso la rodilla derecha en tierra.

-Aquí está vuestra Hija, don Álvar, tal y como juré ante Dios y ante Lucián -dijo don Nuño.

-Esta es otra de las incontables veces que me habéis servido bien, don Nuño. Levántese y regrese con sus compañeros. Buen descanso os habéis merecido -respondió don Álvar mientras que don Nuño regresaba a la formación, a espaldas suyas.

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02/01/2014, 09:00
Leonor Ramírez de Ucero

Doña Leonor se apróximo al altar con porte regio, hizo una reverencia frente al príncipe de la imponente ciudad, -Padre, que alegría volver a veros. La joven guardiana estaba siendo totalmente sincera,sabía de vástagos que odiaban a sus hacedores, pobres de ellos, almas solitarias e incomprendidas. Pensó mientras se acercaba a Don Álvar para besarlo en la mejilla. -Os agradezco que pensárais en Don Nuño, ha sido un digno emisario vuestro, y dicho sea de paso, una gran ayuda como instructor. Tras estas palabras le dedicó al capitán una leve inclinación de cabeza.

- Padre, dejadme que os presente a mis acompañantes, Doña Amal Bent Karim Al-Warda, delegada de Zaragoza. Su acompañante, Fonseca ibn Rhasid y Don Silvestre Ruiz, padre del obispo de Madrid.

Leonor entendia de protocolo, y, a pesar de que el resto de caballeros, sin duda había ayudado a la comodidad de su viaje, no eran dignos de ser presentados a la vez. Todo debía hacerse en orden, y, sin duda, ese era el correcto. Los vástago de importancia venían primero, luego el resto. Y finalmente, el momento que Doña Leonor llevaba muchas noches esperando , el momento de hablar a solas con su padre, tenían mucho de lo que hablar. Sus principales preocupaciones, AM y el aprendizaje de Don Rodrigo.