Partida Rol por web

Tombstone: Dead Lands

Purgatorio

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13/05/2010, 19:24
Predicador

Solo una de las cosas de las que dijo el coyote le sonaron al Predicador como una verdad irrefutable, y era que el sacerdote no se daba cuenta de nada. Había pasado ya dos días en ese pueblo y se había enfrentado a todo tipo de pesadillas imaginables, pero todavía no había descubierto lo que pasaba realmente. No entendía lo que hacían allí el coyote y sus amigos, ni por que sucedían esas cosas tan extrañas una detrás de otra.

El cuatrero le echaba la culpa al Predicador de todos sus males, empezando por el momento en que abrió la puerta del cementerio, cosa que hizo por desconocimiento y sin saber que repercusión tendría en aquel momento, como tampoco lo sabia ahora mismo con mucha exactitud. También le echaba en cara que no le hubiese ayudado cuando el perro gigante les atacó, pero en ese momento el sacerdote se sentía superado por el pánico, algo muy normal al contemplar una criatura como esa, y mas considerando que el Predicador no era mas que un hombre....UN HOMBRE.

Puede que el Predicador se hubiese salido un poco del camino, de acuerdo, pero ese siempre había sido su estilo. El clérigo pecaba de ira y soberbia, pero siempre había sido así, es mas, siempre había sentido que El Señor le perdonaba y estaba a su lado protegiéndole en la lucha....hasta que llegó el duelo con el soldado manco.

Perder ese duelo le había llevado a la situación en que estaba. Fue mas rápido que su enemigo, pero ese hecho que es lo que define el resto de duelos a muerte no sirvió en este, fue el mas rápido pero fue el único que cayó al suelo abatido, y ahora estaba enterrado en una tumba.

El Predicador seguía sin saber donde estaba, si muerto o vivo, o si estaba en el purgatorio antes de ser enviado al cielo o al infierno, lo único que quería era que terminara este trance lo antes posible, que para bien o para mal, acabara pronto.

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14/05/2010, 00:35
Director

La confusión aún adormece los sentidos del cura. Podría haberle buscado algún sentido a todo lo que pasaba, creer que todo esto era una consecuencia inevitable de sus actos. Pero no. Las palabras del Coyote y sus propios pensamientos no podían engañarle. Dios nunca le había pedido cuentas por sus pecados en el pasado. El Altísimo veía con buenos ojos su labor en la tierra, y perdonaba sus pequeños pecados. Nunca antes había vivido algo así. ¿Le estaba poniendo a prueba el Señor, como probó a Job, a Abraham e incluso a su propio hijo? ¿Era esto realmente un castigo? ¿Acaso era un regalo? Dios le daba la oportunidad de purgar hasta la menor de sus faltas, dejándole renacer nuevo y limpio a sus ojos. Quizá una pequeña penitencia era de rigor, para alguien que se consideraba por encima del rito de la confesión y que se tomaba tantas "libertades".

Empezaba a entenderlo. Comenzaba a ver su estancia aquí con ojos ojos, pero no podía dejar que la claridad le cegara. Tal ver hubiera perdido el duelo, pero no había muerto. No había sido Dios quien le había enviado al Purgatorio; al menos, no él directamente. Había sido el Soldado Fantasma... había sido su revólver maldito. ¿Ese arma era una carga que debía soportar? ¿El soldado confederado era un instrumento del Santo Padre en esto, o era una criatura infernal, más allá de toda voluntad divina?

Movió sus dedos, luchando contra el peso de la atmósfera de tierra que le rodeaba. En el frio metal del Revólver Negro sintió un relieve que antes no había notado. Se concentró en la forma tallada entre la empuñadura y el tambor, palpó cada límite del recien descubierto grabado.

Era una cruz, una cruz latina. Una Santa Cruz.

Una vez la Verdad había comenzado a llegar a su mente, no iba a parar. La claridad de pensamiento se convirtió en espiritual, y después trascendió la metáfora, fundiéndose en el brillo de una luz real que le quemaba los ojos. Una luz pura y blanca. La tierra sobre su cuerpo estaba siendo retirada...

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14/05/2010, 18:01
Coyote

La tierra se retiraba como una sábana de la cara del Predicador, y conforme el velo se atenuaba gradualmente volvía a escuchar las voces de los bandidos, con la del Coyote sobresaliendo entre ellas.

...Que me cuelguen si entiendo cómo me habéis convencido de esto. Ah, ya le veo la cara. ¡Se acabó la siesta, viejo! Aún tenemos cosas que hablar. Y seguro que te interesa.

James se levantó por sí mismo de la tumba, sin acusar el tiempo en que había estado enterrado. De hecho, se sentía como si sólo hubieran puesto una mortaja en lugar de enterrado consciente.

Los bandidos se miraban desde las cuencas de los ojos de forma nerviosa e insegura, como si ellos mismos no estuvieran convencidos de lo que estaban haciendo, y buscasen el apoyo de sus compañeros sin conseguirlo. El semblante del Coyote era de rabia y expectación a partes iguales, y el escrutinio del Predicador aún enfurecía más al bandido.

Viejo, tú querías saber qué estabamos haciendo en Purgatory, ¿verdad? Hagamos un trato. Yo te digo lo que quieres saber de ese lugar y... miró hacia sus compañeros, que asintieron con gesto compungido... y tú nos matas con ese revólver.

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17/05/2010, 20:53
Predicador

El Predicador se levantó algo confuso y se quedó unos segundos en silencio mirando a los cuatreros y al coyote. Luego hizo lo mismo con el revólver que llevaba aferrado a su mano, y mientras lo miraba con detenimiento hizo una pregunta a los presentes.

Primero me tendréis que explicar por que quereis que os dispare.

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18/05/2010, 14:09
Coyote

La respuesta del Coyote vino a parecerse a la risa contenida de una hiena, haciendo un dudoso honor a su apodo.

Claro, viejo. Es difícil entenderlo cuando lo que pregonas -si es que lo haces- es justo lo contrario. Pero no me culpes si a partir de ahora vas a confiar un poco menos en "aquel".

El Coyote hizo una pausa, tragando saliva sonoramente mientras ponía en orden sus ideas y reunía valor para explicar al Coyote lo que tenía intención de hacer.

Como ves, formamos parte de una banda, y toda banda tiene un Jefe. Nuestro jefe es, ehm... "especial". No es como el Soldado Manco, pero tampoco es una persona normal. Y vendrá aquí a pedirnos explicaciones, o nos traerá de vuelta.

Entre los cuatreros se hizo un coro de murmullos agoreros. Todos estaban visiblemente aterrados ante las perspectivas que el Coyote estaba insinuando.

Ya estamos muertos, viejo. Lo hemos perdido todo, así que lo único a lo que podemos aspirar es a evitar el castigo del Jefe por haber fracasado. Nuestras armas no sirven aquí pero la tuya sí, así que te proponemos ese trato. Nosotros te decimos lo que quieres, y tú nos matas aquí, para taparnos la boca para siempre.

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19/05/2010, 20:26
Predicador

El Predicador asintió tras escuchar el trato que le proponía el Coyote, sin hacer caso al comentario blasfemo que hizo sobre El Señor. Cada segundo que pasaba la fe del Predicador por su Dios aumentaba, por mucho que el cuatrero pudiera exponer en su contra.

Me parece bien, si lo que me cuentas me complace, os ayudaré a dar descanso a vuestras almas.

Pero ahora dime, ¿que es lo que estabais haciendo en Purgatory?, ¿y que es lo que le sucede a este pueblo?. Explícame todo lo que sepas de las criaturas que se mueven por aquí, sobretodo del soldado manco, y cuéntame también quien es tu jefe y que es capaz de hacer.

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22/05/2010, 09:32
Coyote

El Coyote frunció el entrecejo antes de asentir y responder a las preguntas del Predicador. Se notaba que no estaba a gusto con lo que estaba haciendo, pero la esperanza que había puesto en que el Predicador cumpliera su parte le animaba a continuar.

Seguramente habrás visto los carteles en oficinas del Sheriff o por ahí, aunque no lo recuerdes ahora. Liamos una buena cuando nos fugamos de la prisión de Yuma >je<.

Desde entonces hemos estado haciendo dinero*. Robar bancos, asaltar diligencias... no pasan muchos trenes por aquí, pero alguno vaciamos también. Pero no lo llevábamos todo con nosotros. Demasiado peso si hay que clavar espuelas, o los Marshall nos localizan. Así que el Jefe planeó hacer un escondite que nadie quisiera husmear. Sonrió. Purgatory.

Cada cierto tiempo algunos de la banda hacemos una ronda por el pueblo, para ver que nuestro tesoro sigue en su sitio. Y que El Cofre del Jefe siga en su sitio, sin que nadie lo toque. Nadie sabe lo que hay dentro, salvo él mismo. Aunque ya lo trajo consigo antes de que pasáramos a cuchillo a la gente de Bronco Pueblo, así que seguramente tiene mucho que ver con lo que le pasa a Purgatory. Se encogió de hombros.

Los monstruos... algunos salieron inmediatamente de la tierra tan pronto como dejamos El Cofre en el sótano de la Casa del Enterrador, pero la mayoría iban apareciendo como los cactus en el desierto. Simplemente un día no están, y al otro es como si hubieran estado toda la vida. Meneó la cabeza negando. Pero es imposible saber todo lo que hay en Purgatory. Ese chucho del cementerio no lo había visto jamás.

Sé que el Soldado Manco estaba vivo cuando llegamos a Bronco Pueblo por primera vez, y que fue el Jefe el que lo mató. Pero ya ves que no ha salido perdiendo, el fulano. El Jefe sabe mucho sobre qué puede hacer, pero no nos lo explicó: se limitó a decir que lo evitaramos cuando hiciéramos nuestra ronda, y hasta ahora no habíamos tenido problemas. Claro que nunca habíamos tenido que hacer tanto ruido como la última vez, y seguramente fue eso el que atrajo su atención. Levantó las manos en señal de disculpa. Siento no poder explicarte más sobre el Soldado Manco.

En cuanto al Jefe... está vivo. Miró confundido a sus compañeros cuando negaron la última frase del Coyote. No, no está vivo. O sólo está vivo en parte. Parece un hombre, y come y bebe como un hombre, aunque no parezca que lo necesite. No se cansa, no duerme, y no siente dolor. Habla con los vivos y con los muertos por igual, y es capaz de levantarlos de sus tumbas. El Coyote ahogó un escalofrío. No es agradable cuando hace eso. Los muertos gimen cuando se les niega el descanso.

Miró al Predicador a los ojos cuando acabó de hablar, guardando silencio. Esperaba la respuesta de James, aunque sabía que seguramente habrían más preguntas.

Notas de juego

Disculpad el retraso, jefe y vips. Como ya sabéis, mis oportunidades para postear algo son más esporádicas que otra cosa. Mis disculpas.

(*En español, en el original.)

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23/05/2010, 19:39
Predicador

El Predicador no dijo nada tras la explicación, se limitó a acercarse hasta uno de los seis compañeros del Coyote y apuntarle con el revólver entre los ojos con calma y sangre fría. ¡BANG! el disparo llegó sin aviso pero con rotundidad, estaba claro que el Predicador estaba cumpliendo su parte del trato sin muchos escrúpulos. ¡BANG!, otro compañero del Coyote se desplomaba y el sacerdote caminaba hasta el siguiente objetivo antes de que el anterior acabase de caer al suelo, ¡BANG!, un nuevo fogonazo, y así hasta ejecutar a los seis amigos del Coyote, ¡BANG! ¡BANG! ¡BANG!.

Luego el Predicador se acercó de nuevo al cuatrero que había sido devorado por el enorme perro del cementerio. Le había dejado descaradamente para el final, y le apuntó igualmente en el entrecejo pero tomandoselo con mas calma. Echó para atrás el percutor del revólver despacio, como si estuviera saboreando el momento, y apretó el gatillo poco a poco, para que el disparo fuera esperado pero repentino. Unas décimas de segundo mas de presión en el gatillo y....clic

El revólver, aun siendo "especial" se había quedado sin balas, aunque no parecía algo que se le hubiera escapado al Predicador, lo sabia y había jugado con ello, primero por que sabia contar hasta seis, y sobretodo por que tenia una conexión con el arma que llevaba adherida a la mano.

Sin dejar de apuntar a la frente del Coyote, el clérigo volvió a hablar.

Solo debes decirme algo mas y haré que te reúnas con tus amigos....me gustaría saber como se puede matar a tu jefe, y si no lo sabes, al menos dime su nombre.

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25/05/2010, 09:34
Coyote

La frente del Coyote se fue llenando de sudor conforme el Predicador iba ejecutando silenciosa y solemnemente a los bandidos. Para cuando el sacerdote había llegado a su altura, el cuatrero temblaba ostensiblemente. Había dado un respingo a cada nueva detonación, y al notar el cañón del revólver en su frente cerró los ojos, incapaz de mirar el arma que pondría fin a su existencia, ya que lo que sentía en aquel momento no era vida. El "clic" del arma dejó confuso durante un segundo al malhechor, y al oir del Predicador la frase "Sólo debes decirme algo más" su vista relampagueó, y luego respiró hondo, antes de retroceder un par de pasos.

...Ya veo. La respuesta la tengo aquí mismo. Un segundo...

El cuatrero hincó una rodilla en el fango, bajando la vista y ocultándola del Predicador, mientras que hizo rechinar los dientes al usar su mano quemada por el revolver del Predicador. Tanteó su bota con un gesto de infinita agonía, que se tornó en placer al asir el objeto que tenía allí guardado.

Al menos esta vez sí que he tenido tiempo.

Antes de que el Predicador se diera cuenta del error que había cometido, sintió un puñal clavarse en el vientre. El Coyote, con la cara contraída por el dolor y la rabia acercó el rostro medio descarnado, con el hueso amarillento de la calavera a una pulgada escasa del rostro del Predicador.

¿No te han dicho nunca que no te fíes de un chacal? ¡A la primera oportunidad te sacará las entrañas, y se las comerá mientras aún vives para lamentarlo!

El cuatrero derribó a James de un taconazo, propinado en la herida del vientre tras sacar violentamente el arma.

¡Que me cuelguen si me has tomado por idiota! ¡Sin balas ese trasto no es más que un fetiche, un fetiche que te úne al mundo de los vivos! ¡Te arrancaré la mano con la que lo sujetas, y así el Jefe pueda pedirte explicaciones directamente a ti!

El Coyote saltó sobre el brazo del Predicador, dispuesto a cumplir literalmente sus palabras a cuchilladas.

¿Crees que si supiera cómo matar al Jefe no lo habría hecho yo mismo, eh? ¡No es tan estúpido! ¡Ni siquiera me dijo nunca su nombre! ¡Pero sé cuál es!

Con las últimas palabras, el bandido alzó su arma ensangrentada por encima de su cabeza, y la bajó con todas sus fuerzas. El Predicador no pudo hacer otra cosa que cerrar los ojos al verse vencido. Pero en lugar de un doloroso corte, sonó un golpe metálico. El revólver mismo se había colocado en la trayectoria del cuchillo, desviando el fatal golpe.

¡¡NO!! ¡Tengo que hacerme con ese arma!

El malhechor repitió la intentona una y otra vez, y a cada nuevo intento el arma encontraba el revólver en lugar del brazo que lo sostenía. Superado por la frustración y el dolor de su propia mano maltrecha, el Coyote dejó libre al Predicador, rindiéndose ante la evidencia de que el Predicador no necesitaría recargar el negro tambor para cumplir su palabra.

Tú ganas, viejo. El Jefe nunca me dijo su nombre, aunque oí a uno de la banda que lo llamaba por el en privado. Creo que es un nombre mexicano, aunque ese tipo afirmaba que el nombre era Sioux.

Hizo un silencio antes de desvelar su última porción de información.

Cujo. Ése es el nombre del Jefe de la Banda.

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26/05/2010, 20:06
Predicador

El Predicador no pudo reaccionar ante el arrebato de furia del Coyote. El sacerdote creía hasta ese momento que el cuatrero era traidor por naturaleza, y que estaba algo "perjudicado" sobretodo desde el encuentro con el perro del cementerio, pero no, ahora estaba seguro de que el Coyote estaba loco perdido. Le había disparado, enterrado vivo, desenterrado de nuevo y ahora le acuchillaba cuando creía que habían alcanzado un acuerdo.

No obstante el revólver le salvó, y el bandido volvió a mostrarse calmado y cooperador, y si no habia podido conseguir toda la información que quería de él, al menos obtuvo una parte.

Al clérigo se le pasó por la cabeza por un segundo no cumplir su parte del trato y no disparar al Coyote como castigo por su vil ataque, dejándolo así a merced de su jefe para que este le diera su merecido. Pero la misericordia fue mas fuerte que las ganas de revancha por esta vez, el pobre forajido solo pretendía alcanzar el descanso eterno, algo que se merece hasta la mas ruin de las criaturas.

Apuntó al entrecejo del bandido y echó el percutor del revólver hacia atrás. El sacerdote no tuvo que recargar el arma, era como si ya supiese que el tambor se había llenado de nuevo.

Descansa en paz

¡BANG!

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27/05/2010, 18:14
Director

El cuerpo del Coyote cayó hacia atrás, pero nunca tocó el suelo. Solo en ese momento el Predicador se dio cuenta de que todos los bandidos habían desaparecido sin dejar rastro. Ahora estaban en algún lugar mejor, o tal vez peor.

Las respuestas se habían quedado grabadas en la mente del cura, que agradecía haber sacado algo en limpio de este encuentro, pero una turbia sensación no le permitia sentirse satisfecho. Algo le quedaba por hacer. Algo en el entorno reclamaba su atención, esperaba por él.

Dirigió su vista hacia los alrededores y se encontró en el cementerio de Purgatory. Lápidas, losas y tumbas. Blanca piedra y tierra negra. Olor a muerte. Una vez más, vio la extraña separación que tenía este cementerio. La zona vallada y cerrada a cal y canto, como si las tumbas de esa zona fueran muy valiosas y debieran ser más protegidas que todas las demás. Solo que, por alguna razón, el Predicador sabía que la puerta estaba cerrada por fuera. Algo no debía salir de ahí.

Se encontró acercándose a esa zona del obituario. Algo le llamaba poderosamente. Tenía que entrar.

La puerta se abrió a su paso - o tal vez ya estuviera abierta - y las nuevas sepulturas le dieron la bienvenida. La mayoría de estas tumbas no tenían nombre. El descanso de los forasteros de paso, los bandidos, los huérfanos sin familia. Los lugares de reposo ante los que nadie lloraba y los cuerpos que murieron con las botas puestas.

Una de las tumbas le miraba, y le atraía, como si tuviera algo que decirle. Su inscripción invitaba a ser leída y, a la vez, amenazaba con ser revelada.

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28/05/2010, 20:29
Predicador

El Predicador se abandonó a la irresistible atracción de la tumba. Intuía que era lo último que le quedaba por hacer en aquel lugar, y no quería pasar un minuto mas en ese sitio. Se le pasó por la cabeza por un segundo que en la losa podría encontrar su nombre escrito, confirmando lo que ya había pensado varias veces..... que ya estaba muerto, fallecido tras el duelo con el soldado manco.

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02/06/2010, 03:12
Director

Los pasos del cura eran silenciosos, como si su mismo cuerpo no fuera más que una bruma, o un recuerdo.

La lápida gris se acercó a él, y el Predicador respiró casi aliviado al leer su propio nombre. El Señor así lo había dispuesto.

JAMES C. DUNN

¿Por qué entonces la visión de esa lápida solo le traía desasosiego? ¿En lugar de respuestas, le inspiraba más preguntas?

Muerto o no, el Predicador no podia dejar de notar que su segundo nombre no empezaba por C. El nombre escrito en esa lápida le sonaba terriblemente familiar. Conrad. James Conrad Dunn. Sin saber cómo, lo sabía.

Las fechas tampoco coincidían: 04/06/1825 - 04/04/1876. El dueño de esta fosa había nacido unos cuantos años antes que el Predicador, y muerto hacía más de un mes.

El sacerdote se preguntaba cómo de común sería su apellido, como para encontrarse con casualidad con un nombre llamado casi igual que él. ¿Un familiar? No podía ser; el hombre que había tras ese alzacuellos había tenido una vez familia, e incluso infancia, pero no tenía ningún hermano. Su padre no se llamaba James, había nacido antes del 25 y había muerto hacía muchos años ya. Su padre tenía un único hermano; un hermano menor.

El joven James nunca lo había conocido, pues la guerra había separado a los dos hermanos.

James Conrad Dunn.

Junto a esa losa había un agujero en la tierra. Pero no una fosa, o una tumba excavada sin rellenar; había una agujero irregular, vagamente circular, en el suelo. Como una herida de bala en la tierra. El Predicador no necesitó más pistas que el entorno lúgubre para adivinar - o imaginar - un cadáver reanimado salir aullando. Un muerto abandonando el descanso para impartir venganza.

La pistola negra humeaba en su mano. Su tacto era cálido.

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05/06/2010, 19:00
Predicador

¿Que podía significar aquello?, ¿que esa era la tumba de su tío no conocido?. El purgatorio resultaba cada vez mas horrendo, y las cosas que sucedían eran cada vez mas inexplicables. El Predicador había pasado toda su vida sin poder encontrarse con un familiar con el que compartía su nombre, y sin embargo descubrió su tumba vacía en este lugar.

¿Que seria lo siguiente?, el sacerdote se preguntaba si no acabaría topándose con el cadáver andante de su pariente. Por lo que miró de un lado a otro esperando esta visión o alguna parecida.

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10/06/2010, 00:25
Soldado manco

El Soldado Manco se cruzó con la mirada confundida del Predicador. El cadáver, solo corpóreo a medias, estaba justo detrás del sacerdote y clavó sus ojos de un profundo y desdibujado color azul en las pupilas de James Dunn, que respondían como un espejo al mismo tono azulado.

La única mano del soldado confederado sostenía apuntando hacia el suelo la pistola gemela de la que ahora empuñaba Dunn. Las dos figuras parecían guardar una simetría que hacía la escena, si cabía, más irreal.

No había amenaza ni hostilidad en la pose del fantasma. Ahora, en este mundo, el soldado muerto estaba en paz. En esta quietud, el Predicador pudo por vez primera dirigir una mirada calmada al regresado y distinguió un orificio de bala en su chaqueta, justo en el corazón. Sin fijarse bien, podría haber pasado por un botón más de la casaca del ejército.

El Soldado Manco avanzó hasta chocar con el Predicador, solo que, en vez de chocar, lo atravesó como si fuera una bruma. El cura tuvo que darse la vuelta para ver al soldado meterse en una tumba perfectamente excavada que había aparecido donde antes solo había un agujero informe. Sin volver a mirar atrás, el espectro se tumbó en la fosa que pertenecía a la lápida que el Predicador había estado mirando.

Y ahí yació, por segunda vez, y ahora para siempre.

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16/06/2010, 19:45
Predicador

Cuando el Predicador creía que ya nada del purgatorio podría sorprenderle descubrió que estaba muy equivocado. El dueño de la tumba vacía que tenia frente a él y que creía que era su tío desconocido, resultó ser por lo visto el mismísimo soldado manco. Un espectro que le había disparado en dos ocasiones, la segunda de ellas letal, y por la que se encontraba en aquel extraño lugar.

James Dunn sobrino se quedó en silencio mirando la lápida de su tío esperando la siguiente sorpresa. Estaba allí quieto envidiando el descanso del confederado, que parecía haber encontrado la paz finalmente.

Por la mente del Predicador pasó una idea que podía parecer absurda aunque le llenaba de desasosiego, temía que su tío, el soldado confederado, le hubiera traspasado su revólver y su labor en Purgatory como si de una herencia familiar se tratase...

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16/07/2010, 15:20
Director

Notas de juego

El Predicador pasa a Ciudad Fantasma.

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18/07/2010, 01:48
Director
Sólo para el director

 

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18/07/2010, 02:18
Director

La percepción de sus sentidos era más imprecisa y borrosa. Todo parecía brumoso y apagado, y el propio cuerpo del sacerdote estaba como adormecido. Los sentimientos y emociones eran igualmente imperfectos y más débiles. El fuego consumía las casas cercanas, y el olor de la madera quemada era débil pero perceptible. El mismísimo suelo ardía, como si la tierra fuera combustible. El Predicador se encontraba en la misma calle principal de Purgatory, mirando directamente a la iglesia, con su campanario y su reloj. El cadáver de Hank Bully era su única compañía en este terreno desolado y flamígero, incluso la sombra monstruosa había desaparecido. Solo le quedaba el peso del arma heredada en su mano derecha, y su contacto frio.

El mero roce con el revólver del Soldado Manco había devuelto al Predicador al Purgatorio, tal como hiciera la primera vez.

El dolor y el cansancio habían desaparecido, y ahora se movía con la facilidad de una bruma. Se movía, paso a paso, aunque sin sentir sus pies, hacia la iglesia. De nuevo, había algo ahí para él. Tendría que volver a entrar en ese antiguo lugar santo, ahora mancillado por las aberraciones salidas de algún Abismo.

En el corazón del Predicador ya no había dudas. Se encontraba donde debía estar. Si pisaba el Purgatorio era porque aún tenía pecados de los que arrepentirse. No podía decidir en este momento si tener un objeto que le otorgara un billete instantáneo al Purgatorio era una bendición o una maldición. Un hombre disoluto, de voluntad menos fuerte y sin fe lo hubiera considerado un maleficio, pero el Predicador sabía que, de cierta forma, la maldición era también una bendición. El sacramento de la Confesión nunca había sido del gusto del Pater, y ahora el Perdón de Dios le llegaría sin intermediarios. No cualquiera tiene - literalmente - al alcance de la mano la posibilidad de eximirse de sus pecados.

Pagaría por sus vicios y fallos, pues así lo había querido el Altísimo. Cada tormento soportado y cada pesadilla vivida le harían más digno de Él. Esa era ahora su carga.

El Predicador había mirado a los ojos a la muerte y regresado al mundo de los vivos. Lo que los demás llamarían Infierno para él era Penitencia.

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20/07/2010, 18:18
Predicador

La verdad es que el Predicador se vio un poco sorprendido por la reacción que supuso desenfundar el revólver negro, el sacerdote esperaba otro desenlace a este, pues creía que podría disparar el arma en el mundo real tal y como se lo había visto hacer a su tío.

Por lo visto el Señor todavía veía alguna mácula en el espíritu del clérigo, y por eso le hacia regresar al Purgatorio para administrarle la penitencia. Como buen cordero del rebaño del Señor, el Predicador se encaminó hacia la iglesia para arrepentirse de sus pecados y poder volver al mundo renacido y con el alma limpia.