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Tombstone: Dead Lands

Purgatorio

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20/07/2010, 18:38
Director

La puerta de la iglesia estaba abierta, como debía estar. Sin embargo, el Predicador dio seis pasos hacia la entrada y cada uno le costó más que el anterior. Finalmente, cuando estaba justo bajo el marco de la puerta, no fue capaz de avanzar más. Algo le prohibía el acceso, como si fuera indigno de pisar el suelo sagrado.

Una voz habló, o al menos el Predicador creyó oirla.

-Deja tus armas aquí, y reza una plegaria antes de entrar.-

El sacerdote no estaba lo bastante loco, ni se creía lo bastante importante como para que el Altísimo le hablase con palabras. El Señor se comunicaba, más bien, mediante sentimientos, visiones, sensaciones. La voz que había escuchado en su cabeza se parecía más bien a la suya propia, como si su mente hubiera querido dar forma a un mensaje que sabía le era comunicado por medios más elevados.

El Predicador miró hacia su pistolera, repleta de municiones y con su viejo Colt. Tenía que reconocer que era más respetuoso entrar desarmado en la Casa del Señor. Respecto al seis-tiros negros que empuñaba en su mano derecha, esperaba que no tuviera importancia, pues sabía que de ninguna forma conseguiría deshacerse de ella mientras estuviera aquí.

Lo de la plegaría era más difícil pues, al margen de cortas citas bíblicas y rezos personales, hacía años que no entonaba un salmo completo. Reconocía su falta, y ahora, con la sensación de ser observado de las alturas y en medio del Purgatorio, las palabras de uno de aquellos rezos que hasta los niños conocían se mostraban huidizas en su mente...

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21/07/2010, 18:43
Predicador

El Predicador se desabrochó el cinturón de la pistolera y la dejó caer sobre el suelo del pórtico de la iglesia. Eso había sido algo sencillo, a pesar de tener que hacerlo solo con una mano. Ahora venia lo mas complicado, rezar una oración que pudiera encontrar en el libro sagrado y sin errores, pues el Señor era testigo directo de las palabras del Predicador.

Se decidió por el Padrenuestro, el himno mas característico y usado de toda la cristiandad, y que esperaba poder decir de carrerilla. El sacerdote unió las manos, quedando así el revólver negro entre ellas, y comenzó a rezar.

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.

En este momento dudó de como continuaba, pero a pesar de que en aquel lugar no había sitio para el hambre ni el dolor, recordó que hacia bastante tiempo que no probaba bocado, e incluso se le vinieron a la memoria los deliciosos guisos de la señora Willowby.

Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Amén

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23/07/2010, 02:59
Director

Un silencio sucedió al rezo en voz alta del Predicador. Nada cambió y ninguna voz volvió a hablarle. Adelantó el pie derecho y dio un paso. Completó el movimiento avanzando el pie izquierdo. Lentamente entró en la iglesia, pues nada se lo prohibía ahora.

Muy lentamente. Derecho, izquierdo, derecho...

Había vidrieras en lo alto - manchas azules y naranjas - pero la luz que atravesaba sus cristales no era la del sol, sino la del fuego. Todo resplandor parecía un brillo carmesí, y toda la superficie de las ventanas parecía contener sangre. Entre los pedazos de cristal coloreado, los rojos eran los que más refulgían, aunque poco a poco disminuía la diferencia y todos iban pareciendo igual de morados.

El tono era cada vez más apagado, también. Las llamas de Purgatory se acercaban a su ocaso.

Los bancos estaban perfectamente alineados, todos mirando hacia el altar. Tras la mesa ceremonial de piedra sobresalía el enorme crucifijo barroco, de un realismo atroz. El olor del humo se mezclaba con incienso. En algún se oía - o se sentía - cierto tictac rítmico, pero el Predicador sabía que no podía ser su corazón, pues éste no latía.

Más allá del altar vio algo que no estaba hacía un momento. Unas figuras alineadas con cabezas de pelo negro y hábito blanco daban la espalda al Predicador. Un grupo de niños, el coro de la iglesia. Pero estaban de cara a la pared, de cara al crucifijo, y el sacerdote sintió la necesidad - no le apetecía lo más mínimo, no lo quería, lo necesitaba - de verles el rostro.

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26/07/2010, 18:55
Predicador

¿Que podían hacer allí aquellos niños?, aunque fuera una iglesia, aquel purgatorio no era lugar para un coro de pequeños angelitos.

Con sus voces ascendiendo hasta el techo de aquel extraño templo, el Predicador olvidó durante un segundo todas sus preocupaciones y sus males. Pero la necesidad seguía ahí, no podía limitarse a escuchar al coro sentado en cualquiera de los bancos vacíos, tenia que verles la cara.

Se acercó poco a poco avanzando hacia la parte derecha del altar, para poder observar desde allí a los pequeños sin distraerlos, en un trayecto que se hizo eterno.

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30/07/2010, 01:31
Director

Las más bellas voces que el Predicador pudiera imaginar estaban cantando. El sonido rebotaba en las desnudas y lejanas paredes creando una resonancia que envolvía como si fuera una manta. Los delicados timbres de las voces blancas entonaban melodías suaves y pacíficas. El Predicador no sabía demasiado de música, ni siquiera de música sacra, pero la letra en latín y las dulces cadencias le sugerían algún in paradisum o cierto fragmento de un ofertorium que no identificaba. La belleza de la música le hizo acercarse, poco a poco, aunque sabía que en un lugar como el Purgatorio los cantos de sirena eran peligrosos.

La silueta de la docena de chiquillos de espaldas era inconfundible, y tenían cierto aire de indefensión e inocencia, estando en un entorno tan macabro. Parecían tan concentrados en su salmo que apenas se movían, salvo para seguir con suaves movimientos de su cabeza las cadencias y ritmos que entonaban. Sus pequeñas túnicas blancas se mecían ligeramente, y el Predicador ya estaba lo bastante cerca como para poder ver, tras las pequeñas espaldas, algunos fragmentos de las partituras que sostenían. Hojas blancas y radiantes, con pequeños símbolos, puntos y círculos que parecían hormigas reptando por un pentagrama.

Las voces cambiaron, y de repente no tuvieron nada de infantiles. Su canto no tuvo nada de alegre.

Los delicados cuerpecillos seguían moviéndose al ritmo de la música anterior, como si nada hubiera pasado. Se balanceaban como metrónomos rotos, y la divergencia entre sus movimientos y los cantos arrítmicos ya tenía algo de antinatural, algo de blasfemo.

La larga reverberación del sonido en la sala abovedada tuvo tiempo de disparse antes de que se repitiera la invocación.

Sanguis... bibimus...

Corpus... edimus...

El canto llano, carente de compás, cambió y se transformó en métrico. Las voces se dividieron en armonía. El techo de la iglesia devolvía la melodía amplificada, y la música salía por la puerta del templo como un viento profano que levantaba polvo y cenizas. La estructura de la iglesia era un resonador perfecto; la sala entera era la garganta de un cantante más, y el Predicador se sintió vibrar por la fuerza del sonido, y temblar por la violencia de las palabras que proclaman en latín:

Tu sangre... beberemos...

Tu cuerpo... comeremos...

Sin ser consciente de que se seguía acercando, el sacerdote llegó al lateral del coro, y los siguientes pasos desvelaron los ángulos antes ocultos de los rostros más cercanos. Vio un agujero profundo y ensangrentado... y después otro. En el lugar de los ojos, todos los niños tenían dos cuencias vacías de las que manaba sangre que empapaba las caras. Aún sin ojos, los diabólicos - pues ya no tenían nada de inocentes - coristas le miraban.

Tolle Corpus Satani...

Ave!

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30/07/2010, 02:39
Director

Notas de juego

Solo haz una tirada de Redaños dificultad 11. En caso de fallarla, tira 5d6 para la tabla de susto.

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30/07/2010, 17:39
Predicador
- Tiradas (2)
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10/08/2010, 02:16
Director

Notas de juego

El Predicador regresa a la Ciudad Fantasma.

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08/09/2010, 21:00
Director
Sólo para el director
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08/09/2010, 21:04
Director

El Predicador se encontró de nuevo en la calle central de Purgatory. Recordaba el tren saliendo del pueblo, y las imágenes de la ciudad reducida a cenizas, pero no eran más que el recuerdo que se podría tener de un sueño. La realidad era que el alma de James Dunn nunca abandonaría del todo Purgatory, al igual que no lo había hecho su antepasado, y en esta realidad la Ciudad Fantasma ardía con fuerza pero resistía aún. Todos los edificios se alzaban, desafiando al fuego, como si estuvieran congelados en el tiempo dentro de ese momento justo del incendio. El momento en el que el Predicador recibió la bala salida del revólver negro.

En su mano derecha, estaba el inevitable arma, una extensión más de su brazo y de su alma. En su mano izquierda, una pala. El sacerdote sabía qué era lo único que pinchaba en su conciencia como una piedra en la bota. Había pagado por todos sus pecados salvo por uno, su alma había sido medida, y todos los fallos que permanecían en su memoría fueron tomados en la búsqueda de un bien mayor. Su conciencia estaba limpia al respecto de todo lo pasado en la población fantasma, salvo por esto. Había venido a repararlo, pues podría dormir mejor cuando supiera que el cuerpo de Hank Bully gozaba de santa sepultura. No era solo cuestión de alejar su cuerpo de los carroñeros, era un símbolo, la salvación de su alma, y como tal, el Predicador era el único capaz de hacerlo. Cavaría la fosa, enterraría los restos mortales del cochero, oficiaría el funeral y entonaría una plegaria. La salvación del alma de un buen hombre dependía de ello, y Bully habría merecido, cuanto menos, eso.

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08/09/2010, 21:21
Predicador

El Predicador se sorprendió en un principio de volver a encontrarse en el purgatorio, creía que su andadura en la ciudad fantasma había terminado por completo. Pero no, por lo visto este era un efecto secundario del revolver que no podría evitar cada vez que lo desenfundase.

Con la pala en la mano, entendió enseguida cual era su labor esta vez allí. Tenia por delante un trabajo arduo pero necesario, tenia que darle la debida sepultura al bueno de Hank Bully. Un cochero bebedor, mal hablado y peor cocinero, pero que había sido siempre honesto y responsable, hasta que Purgatory se lo llevó.

El Predicador comenzó a cavar y a cavar, una palada tras otra, dispuesto a cumplir su parte lo antes posible para reunirse de nuevo con Frank.

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09/09/2010, 14:29
Director

Las llamas de los edificios incendiados crepitaban, chisporroteaban, como si pretendieran alegrar la escena. Los fantasmas intuidos, más que vistos o sentidos, de los habitantes de Purgatory eran la única compañía.

La tierra negra era excavada poco a poco, pulgada a pulgada. El trabajo era terríblemente duro. Cada palada resultaba tan pesada como un saco de arena, y los viejos músculos del Predicador protestaban a la vez que su frente sudaba por el calor de los fuegos. Avanzaba despacio, pero cuanto más crecía la fosa y más profunda se hacía, más limpia sentía su conciencia. Era como si ese mismo peso de la tierra saliendo del hoyo fuera un peso que quitaba de sobre sus hombros. Como si además de enterrar a un amigo, el sacerdote se desenterrase a sí mismo.

El Predicador escuchó unos pasos a su espalda y se dio la vuelta. No alarmado ni asustado, solo se giró para encarar a quien venía, como si ya lo supiese.

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09/09/2010, 14:44
Hank Bully

Hola, padre.

El Predicador no sintió miedo, ni siquiera sorpresa. Como en los sueños, todo era tal como debía ser, y no existía la posibilidad de cuestionarlo. Sencillamente, Bully - o mejor dicho, el cadáver de Bully - estaba ahí. Los muertos de Purgatory no descansan, como los intrusos tuvieron oportunidad de aprender, pero los que mueren en Purgatory, tampoco. De igual modo, no hay descanso para Hank Bully; en cuerpo o alma, literal o figuradamente. El "Látigo" tiene una pala en las manos y, fiel a su estilo en vida, no se queda mirando mientras el cura trabaja. Con sus manos muertas hunde la cabeza de la pala en la tierra, y con un pie la clava mejor antes de sacar una palada de su propio lecho mortuorio.

Mi abuelo estaba en el ejército antes de que esta jodida guerra empezase, cuando luchaban contra los indios para pacificar los estados. Siempre decía que, en tiempos de guerra, puestos a cavar una puñetera fosa, mejor cavabas otra para ti.

El cochero sonrió, y el Pater no pudo dejar de pensar que, aparte del cadavérico color de su piel, de la falta de un ojo y de algunas heridas, el viejo Hank lucía mejor que nunca.

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09/09/2010, 15:00
Director

El trabajo prosiguió en silencio. Pasaron minutos que bien podrían haber sido horas, o días, y el Predicador no habló nunca. O, al menos, no recordaba haber hablado, pero lo cierto es que sí evocaba el hecho de haber tenido una larga conversación. Alguien mencionó a sus padres, y otro habló de su niñez. La charla que dos viejos conocidos podrían haber tenido al final de un camino común, justo antes de separarse para siempre.

El sacerdote también había conocido las circunstancias de la muerte de Bully. Había oído de sus propios labios cómo el bandido pelirrojo compañero de Danny, ese tal Bill, había resultado ser una serpiente. No solo no fue a Tombstone a buscar refuerzos, como el cura le pidió, sino que seguramente fue responsable del incendio de la diligencia y de a saber qué más. El pelirrojo secuestró a Hank Bully, o mejor dicho, le "salvó" cuando estaba a punto de morir por la rabia mal contenida de la Ciudad Fantasma. Bill le salvó, pero solo para torturarle e interrogarle acerca de Danny Chang y de las circunstancias de su llegada al nuevo Bronco Pueblo. Al final, habiendo sacado todo lo que era de utilidad de la mente y el cuerpo rotos del cochero, el pelirrojo acabó con él de un tiro.

Con cierta discontinuidad, el Predicador estaba al final de ese diálogo, que se había convertido en un pasado reciente sin haber sido nunca presente. La fosa estaba terminada, y solo le restaba ser ocupada.

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09/09/2010, 15:15
Hank Bully

Lanzando la pala al borde del agujero, Hank no salió de su fondo, y se limitó a ver cómo lo hacía el Predicador. Su cabeza a duras penas sobresalía del hoyo. Una vez el cura estuvo arriba, le miró, hablándole desde su propia tumba.

En Purgatory ningún maldito muerto descansa en paz, aunque puede que eso cambie algún día. Por lo pronto, yo estoy bien muerto, y lo apropiado es que esté criando malvas. Quizá sea un maldito engendro muerto viviente, pero haré como si no, y seguro que el Altísimo valorará el esfuerzo. Dormiré en mi tumba para siempre, como debe hacer un buen fiambre, y con suerte, y gracias a ti, mereceré una muerte de verdad.

Bully se quita el sombrero, sosteniéndolo contra su pecho, pues nunca se ha visto un cadáver enterrado con sombrero, y él no quiere romper tradiciones.

Antes de que me entierres, ¿sabes algo del bastardo que me mató? ¿ese demonio pelirrojo amigo de Danny?

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09/09/2010, 16:09
Predicador

Para el Predicador este viaje al purgatorio fue diferente a los anteriores. Hasta ahora cada vez que aparecía en aquel lugar era para ejecutar alguna tarea desagradable o sufrir una pesadilla. Esta vez tenia la oportunidad de reencontrarse con un amigo y despedirse de él. El sacerdote respondió a Bully con un toque de tristeza.

No era amigo de Danny, pues el propio chino fue quien acabó con él antes de morir. Danny fue otra victima que se cobró este maldito pueblo al igual que tú.... dos buenos hombres que no os merecíais un destino así.

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09/09/2010, 17:25
Hank Bully

El conductor de la diligencia aceptó la noticia de la muerte de Danny con un sentido fruncimiento de ceño. Movió el bigote como si mascara algo, aunque lo que realmente estaba masticando era la noticia. Bully no era, ni había sido nunca, un hombre expresivo, pero saltaba a la vista que lo pasado en Purgatory era algo que apesumbraba su viejo y muerto corazón. Al menos, sonrió al oir que el bandido pelirrojo murió, y que lo hizo a manos del propio Chang.

Una que le debo al chino, entonces. Espero que su alma también encuentre reposo. He conocido hombres "respetables" que no le llegaban ni a la suela del zapato a ese diablo chino asalta-diligencias y dinamita-bancos.

Entonces se sentó en el fondo de la tumba. Miró una vez más hacia el cielo, de color entre gris y rojizo, por el humo y el resplandor del fuego. Él lo veía enmarcado por las paredes de su sepultura; un rectángulo de mundo residual, mientras la tierra ya casi le abrazaba.

Cuando quieras, padre.

Y al decir esto se recostó en su último lecho, manteniendo el sombrero agarrado contra su barriga y cerrando los ojos. Era la viva - o más bien muerta - imagen de la paz en la tumba.

Y dile a ese pie tierno inglés que me debe una botella de su Whiskey. Si cree que no soy capaz de salir de la tumba por un escocés de doce años, es que no sabe nada de Hank Bully.

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09/09/2010, 20:17
Predicador

Sobraba decir que al Predicador no le apetecía comenzar a echar tierra sobre el cuerpo de Hank Bully hasta sepultarlo. Todas las despedidas son duras, pero esta lo era mas por su excepcionalidad. Sabia que era algo que tenia que hacer, pero al sacerdote no le habría importado pasar un rato mas con el bueno de Bully, aun en estas condiciones.
El cura hizo todos los actos litúrgicos de un funeral cristiano, como el látigo esperaba. Y una vez terminada la misa, el Predicador preparó su primera palada de arena para llenar la tumba, pero antes se despidió del cochero por última vez.

Te prometo que le diré a Boyle lo del Whiskey en cuanto lo vea, Hank, como también te prometo que en cuanto llegue a Tombstone invitaré a todo el que haya en el Saloon a una ronda en tu nombre y dedicada a tu recuerdo.

Descansa en paz, amigo.

El Predicador arrojó la tierra a la tumba, y todas las paladas que le siguieron las hizo sin mirar en su interior, no podía.

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10/09/2010, 03:27
Director

Notas de juego

Predicador vuelve a Perseguidos y Malditos.

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13/02/2011, 21:10
Director
Sólo para el director