Partida Rol por web

Muy bien siendo así dame la condenada tarjeta, si puedo soltar rumores sobre mi, entonces eso es lo que voy a hacer, sólo voy a escribir sobre mi en está tarjeta y chicos si gustan dejar las suyas en blanco por mi no hay problema yo puedo cargar con lo que estos idiotas tengan preparado en su siguiente juego.

Y vosotros malnacidos, como os coja les voy a arrancar la cabeza. ¿Me habeís oído voyeuristas cobardes e insignificantes con cerebro de ratón? Vamos al menos tengan los cojones de contestar. - grito hacia el cielo con fuerza.

Mi voz destila una rabia y odio puro, sólo quería toparme con nuestros anfitriones y golpearlos hasta ya no poder más.

Por cierto Manabu, podemos leer nuestras tarjetas en público ¿Cierto? - pregunto mientras cojo una de esas tarjetas de chivatazo. - Y antes de que me exijas que te llame sensei, te advierto que no suelo tener mucho respeto por mis sensei a menos que se lo hayan ganado y tú sólo tienes mi desprecio. - agrego con voz gélida y amenazante.

Aki estaba muy impresionado por la declaración generosa de su amigo, sirviendo sus secretos sobre el plato para hacerse el hazmerreír de los enfermos escudriñandolos. Pero en realidad no habría esperado nada menos de su amigo.

Sin embargo, intentó frenar la valentía de Kenichi, porque no pensaba que hacía falta. “Amigo, si todos nosotros nos comprometemos a dejar las tarjetas en blanca, no ganamos el juego, eso sí, y por ende no se reduce nuestra deuda imaginaria, pero por ser una deuda imaginaria, no creo que importa mucho. Además, habrá otros juegos, quizá menos humillantes, que luego podemos intentar ganar para reducir la deuda.”

- ¿Y si el tercer juego es todavía peor? - digo - A mi tampoco me importa escribir mis secretos - digo tragando saliva -. Sí, son mis secretos y sí, me dan vergüenza, pero si Kenichi va a esparcir los suyos, los demás debemos apoyarle haciendo lo mismo - me giro hacia Kenichi -. Amigo, mi tarjeta no quedará en blanco, si alguien necesita pagar una deuda, y esta entre nosotros sin duda tenemos que ayudarle a conseguirlo cuanto antes mejor.

Alzo la mano en dirección a Kenichi con la palma abierta, esperando que chocase los cinco.

Pues bien, que así sea Kazuma, acabemos con esto rápido y dejemos a salvo la honra de los demás, después de todo, si alguien me toca las narices en la calle, voy a saber perfectamente de dónde obtuvo la información. - digo chocando los 5 con Kazuma

Eso quiere decir que os voy encontrar bastardos y cuando lo haga, voy a quebrarles la espalda. - digo en tono amenazante mirando al cielo.

Viendo el valor de Kenichi y Kazuma brillar tan hermosamente en este lugar condenado, Aki se sentía llamado a mostrarse a la altura de los sentimientos nobles de sus amigos. “No quiero quedarme corto. No os dejaré jugar solos a los héroes”, dijo con una leve sonrisa. “Tomaré mi parte en los grandes gestos. Así que, sí, yo también voy a despilfarrar mis secretos aquí.”

Respiró hondamente. “Puede que luego me veáis de otra forma. O puede que no. Tantos secretos no son, esto es cierto, y quizá, como ya me conocéis, os daréis cuenta que explican más cómo soy, sin alterar la percepción que ya tenéis de quien soy.”

Con la mirada firme, decidida, incluso algo despegada, como si observara toda la escena desde un tercer punto, desde fuera, se dirigió de nuevo a Manabu: “Comencemos lo que hay que hacer.”

Mitrei apretó los dientes - NO! - grito ante sus amigos, sus brazos cayeron con los puños cerrados a los lados de su cuerpo, su cabeza estaba gacha, tomo aire - fue mi idea, soy la mejor para este juego, no tienen que hacerlo, pueden dejarme esto a mi - sus ojos se humedecieron un poco, pero su voz y determinación no temblaban - tengo muchos rumores, mas de los que quisiera, con ellos, pudo terminar este juego y llevarlos a casa - estaba determinada en ayudar a todos, estaba determinada en hacer que ellos sigan siendo amigos sin importar el precio, aún si ella se queda sola.

“Espera, espera...”, interrumpió Aki, altamente sorprendido por las palabras de Miirei. “¿Qué estás diciendo? ¿Qué fue tu idea? ¿De qué estas hablando?”

Suponía que el estrés de la situación le estaba confundiendo la mente a la chica. No podía querer haber dicho lo que efectivamente había dicho.  

No Mii-chan. No pienso permitirlo. - digo tajantemente - lo mismo va para ti Sayuri-chan y Aki.

Kazuma y yo podemos hacernos cargo de esto y salir incólumes, nadie le tocaría las narices a Kazuma por ser el capitán de los principales clubes deportivos de la escuela y a mi menos, porque saben lo capullo y gamberro que puedo llegar a ser con quienes se atreven a provocarme. - digo con un tono de voz que deja claro que no estoy dispuesto a aceptar replicas.

Recuerden esto voyeuristas, por la boca muere el pez, así que si hablan algo de lo que yo cuente aquí, os voy a encontrar y entonces desearan no haber nacido. 

-Vuestra actitud es terrible, pero vuestras preguntas son buenas. - dice Manabu-sensei con las manos nuevamente a la espalda, con actitud de profesor. - Es cierto, podéis dejar vuestras tarjetas en blanco sin ningún problema. En ese caso habrá un empate a cinco, y todos vosotros os moveréis una sola casilla. - explica, asintiendo él mismo con satisfacción. - Pero al contrario de lo que ha sugerido Aki... ¡Esto no hace que perdáis el juego! De hecho, este juego no se puede perder. La cuestión es "cuántos" de vosotros ganarán. - dice, y alza un dedo ante vosotros. - De hecho, Kazuma-kun ha dado bastante en el clavo. Os voy a contar un secretillo: ¡el tercer juego es especialmente duro y exigente! Dudo mucho que Miirei-chan llegara a soportarlo, la verdad. - dice Manabu-sensei, encogiéndose de hombros con las palmas de las manos hacia arriba. - Y por cierto: las tarjetas las leeré yo. Al principio de cada ronda entraréis uno por uno en la caseta y escribiréis en las tarjetas, las meteréis en la urna y al final yo entraré y las recogeré ante vosotros, y las leeré en voz alta. Estoy seguro de que vosotros reconoceríais la caligrafía de los demás, así que para evitar represalias contra los chivatos, se hace de esta manera.

Tengo una duda, y si nos pasamos todo el juego en empate a 5, ¿cuanto tardaríamos en llegar al final? - le pregunto a Manabu pensativo.

-Desde la casilla inicial hasta la última hay exactamente 60 casillas en las que podéis caer y tendréis que resolver. - explica Manabu-sensei. - Así que 60 turnos.

¿Resolver? ¿A qué te refieres con resolver? ¿Acaso cada casilla implica un reto o desafío? No habías dicho nada de eso hasta ahora.

Explícate Manabu. - digo cruzándome de brazos.

-No son exactamente "retos" ni "desafíos". - Manabu-sensei se encoge de hombros. - No vais a tener que hacer ninguna prueba física ni mental ni nada parecido, tranquilos. Pero sí, en cada casilla hay algún tipo de instrucción que puede afectar a la partida. ¡Igual que en un juego de tablero normal y corriente! - dice, señalando a Kenichi. - Sabes a lo que me refiero, ¿no? "Avanza tres casillas", "De oca a oca", "Pasa tres turnos sin jugar"... - explica, antes de negar con la cabeza. - Y... veo que voy a tener que poner una norma extra para que me llaméis Manabu-sensei, como debéis hacer.

« Espera, Kenichi », dice Aki. « Manabu », apoyó vocalemente en el nombre, antes de que el muñeco-hombre hubiera establecido su dichosa regla para hacerse llamar sensei, « lo ha bien dicho : en este juego no podemos perder. Entonces, ¿que nos impide dejar nuestras tarjetas en blanco, y si incluso sea por sesenta turnos ? Además, no sabemos cuánto valdrá nuestro sacrificio malgastando nuestros secretos aquí, porque puede ser que avances mucho y luego caigas sobre una casilla : ‘Vuelve al comienzo.’ »

Dice esto, pero al mismo tiempo sigue mirando a Miirei de soslayo, significándole : « Aún espero una respuesta de ti. » Fue mi idea… ¿qué habrá querido decir la chica con esto ?

Muy bien a esperar entonces, todos tarjetas en blanco y ya veremos como nos va, de paso que aburrimos de muerte a estos voyeuristas, esa idea sí que me mola. - digo con una sonrisa taimada en mi rostro.

Yo seré el primero en entrar a la cámara si no tienen problema con ello chicos.

“Pues, no, Kenichi, adelante”, contestó Aki. “Vamos a entrar y salir sesenta veces y más si hace falta y no apuntar una sola palabra. Cuidado, Manabu! Los pretendidos dioses exigirán el desembolso por aburrirse de muerte. Pero ahora tú no cambiarás las reglas, amigo”, pronunció la última palabra sarcásticamente. “Tal como nosotros no las infringimos.”

Diciendo todo esto, sigue mirando de reojo a Miirei, una arruga gravándose en el entrecejo, haciendo eco su frase misteriosa en su cabeza: Fue mi idea...  

-No tenéis que preocuparos por eso. - dice Manabu-sensei encogiéndose de hombros. - Nada os impide dejar vuestras tarjetas en blanco todo el rato: en sesenta turnos llegaríais a la última casilla. Y tranquilos, no hay ninguna casilla que os haga retroceder o volver al comienzo. ¡Podríais llegar todos juntos a la última casilla y pasar todos a la tercera prueba! - explica con entusiasmo y las manos en alto, antes de bajarlas y ponerse algo más serio. - Aunque os recuerdo lo que he dicho antes: la tercera prueba especialmente dura. Nada que ver con las pruebas que habéis tenido hasta ahora. - se lleva una mano a la barbilla, como pensativo. - Tal vez fuese buena idea que los más fuertes os adelantéis algunas casillas para que los más débiles no participen en la tercera prueba... - murmura, pensativo, antes de dar una palmada. - ¡Bien! ¿Alguna duda más, o queréis empezar ya?

- Vamos - digo con determinación mientras Manabu acaba de hablar.

No me da demasiada buena espina, es posible que los voyeurs nos conozcan y se inventen lo que no vamos a escribir en las tarjetas, pero hay que intentarlo.

Sayuri no dejaba de darle vueltas a la advertencia de Manabu, ¿en qué consistía la tercera prueba? Encima aconsejaba que más valía que Miirei no participase en ella, lo que hizo que se preocupase por el bienestar de su amiga. ¿Tan terrible era? Tenían que encontrar un modo de que no llegase a la meta, y eso tiraba por tierra el plan de la pelirrosa de sacrificarse por ellos. Simplemente era impensable, no podían dejar que lo hiciera.

- Miirei-chan... No es necesario, no lo hagas. Temo lo que pueda suceder en la tercera prueba, no cometas ninguna imprudencia. - dijo sujetando una de las manos de su amiga, intentando que desistiera en hacer aquel terrible sacrificio. Encima de la posible humillación, no sabían que iba a pasar luego, pero no quería arriesgarse y menos tras la risita que había soltado el muñeco. - Por favor.. - pidió, casi suplicante mientras daba un suave apretón antes de soltar su mano. Esbozando una sonrisa para calmar los ánimos.

- Podemos con esto, todo saldrá bien. - se repitió una vez más, mientras seguía pensando en un modo de salir de aquel atolladero. Aún no sabía como debían actuar, pero una cosa tenía clara, no iban a consentir que Miirei tuviera que sufrir la tercera prueba.

Un momento Kazuma hay algo que debo decirles en privado, así que acerquénse chicos.

Una vez todos reunidos hablo en voz muy baja para que Manabu no me oíga.

Cuando esté dentro de la cabina voy a tomar el lapicero o la carga del mismo y lo voy a guardar en mi bolsillo, pero si encuentran uno nuevo cuando entren a la cabina os recomiendo que hagan lo mismo.

Sayuri-chan, no te preocupes por la tercera prueba si alguien va a hacerse cargo de ella seré yo y ya tengo un plan para ello así que se os ocurra hacerse los héroes en el turno sesenta. 

Lo digo muy en serio chicos, yo puedo con cualquier cosa que esos locos quieran lanzarme, confíen en mi.

Según Manabu basta con uno para realizar la dichosa prueba así que dejénlo todo en mis manos. - lo digo en tono serio pero sin elevar la voz.