El oeste de Hungría, un territorio empapado en sangre, pertenece al Sacro Imperio Romano y es una tierra llena de intrigas. Se alza como ejemplo del tipo de territorio que desean controlar los hombres lobo y los humanos. Pero el este de Hungría, Transilvania, es una frontera desconocida, un terreno salvaje en el que se amontonan diminutos asentamientos humanos entre las sombras de castillos prohibidos. En ningún otro lugar los enfrentamientos entre los Señores de la Sombra y los Tzimisce son más terribles ni más sangrientos. El este de Hungría pasará a formar parte de la leyenda como el lugar donde las criaturas de la noche mantienen sus dominios.
La zona occidental de Hungría posee tierras apropiadas para la agricultura y la ganadería; el terreno, marcado por largas planicies y grandes lagos, está mucho más poblado que el del este de hungría. Al norte del Danubio se encuentra Budapest, una ciudad originada por tres pueblos convertidos en uno. Budapest disfruta del saludable flujo comercial que transita por el Danubio y quizás es la mayor ciudad de toda Hungría. El catolicismo es la religión predominante del oeste de Hungría, que ha convertido la civilización en su máximo ideal.
Sin embargo, la zona oriental es totalmente diferente. Los Alpes de Transilvania, hogar tradicional de los malévolos Tzimisce, rodean las colinas, los valles y las diversas depresiones. Por el territorio se extienden cientos de diminutos pueblos y aldeas, pero no existe ninguna ciudad. La mayor parte de la población se adhiere a la Ortodoxia o al más absoluto paganismo. Los gobernadores tradicionales (los boyar) controlan sus dominios mediante el terror y la tiranía. La región está rodeada por tres cadenas montañosas distintas, e incluso sus picos están a menudo cubiertos por espesos bosques. Estas montañas están repletas de cuevas y envueltas en nubes perpetuas. Aunque hermosa, la tierra está enferma. La corrupción mancha las aguas, y los árboles gritan silenciosamente de agonía a las nubes indiferentes que cubren el cielo. Una horrenda enfermedad rezuma a través de la tierra, sin que nadie logre hacer nada para evitarlo.
Sin duda alguna, este es el territorio de los Señores de la Sombra. De hecho, ninguna otra Tribu se atreve a enfrentarse con los Señores de este lugar, ni siquiera los Fenrir ni los Colmillos Plateados. Los Señores de la Sombra son demasiado fuertes y ninguna otra tribu posee la fuerza y la astucia necesarias para controlar un territorio en un país tan infestado de vampiros. Las contiendas entre los Señores y los Tzimisce son legendarias y continuarán durante siglos. Los Tremere advenedizos y los Gangrel que vagan por este lugar tampoco son bien recibidos por los hombres lobo de Transilvania; todos ellos son peones que pueden utilizar y descartar, o enemigos a los que deben eliminar con la mayor urgencia.
La presencia espiritual del Wyrm también se ha hecho un nombre en este lugar. Se dice que muchos de sus dioses paganos son en realidad grandes espíritus del Wyrm, criaturas que antaño gobernaban estas tierras y que intentarán volver a conquistarlas. De todos ellos, el nombre que se menciona con más frecuencia es el de Kupala (un poderoso demonio muy temido por las sanguijuelas). Mientras las guerras por el dominio de las noches de Transilvania se suceden con furia, los agentes del Wyrm se deslizan entre las grietas, trabajando para despertar de nuevo a Kupala.