Partida Rol por web

Los señores del Tiempo fueron conducidos hacia las afueras de Linares, los alrededores de la ciudad representaban un magnífico ejemplo de dehesa mediterránea, compuesta por encinas, alcornoques y tierra rojiza... casi arcillosa, un bello paisaje que contrastaba con las enormes chimeneas y maquinarias de extracción que contaminaba la atmósfera con sus continuas bocanadas de humo negro, expulsadas por el sin fin de chimeneas esparcidas por el terreno... 

Erasmo, les informó durante el camino que para acceder a Nocturia había varias entradas, varias de ellas estaban inutilizadas desde hacía tiempo, mientras que una de ellas contaba hasta con su propia línea de ferrocaril, el denominado Expreso de Media Noche, aquel era el camino más rápido, pero el menos seguro porque aquel tren estaba lleno de vampiros y lo mejor era evitarlos en la medida de lo posible, por tanto el rey les hizo saber que lo más prudente era elegir una de las antiguas entradas, porque nadie solía utilizar, pues estaba vigilada por las hermanas... que eran una especie de guardianas que decidían quien entraba y quien no... y la mayoría de los vampiros prefería no tener que someterse a ningún examen para acceder a la ciudad... la mayor pega era esa... pero dado que iban con Erasmo, podría responder por ellos, pues las hermanas eran fieles a la corona.

Para acceder por tanto a la ciudad de los vampiros, Erasmo les había dado a todos unos anillos que según parecía tenían el poder de hacerles pasar desapercibidos... sino la liaban mucho, porque dichos anillos no los hacía invisibles pero al parecer los hacía oler menos a humanos... o lo que fuesen.

El acceso a Nocturia se produjo en uno de los lugares más antiguos de los alrededores de Linares, un lugar situado en una zona elevada de las minas de Arrayanes, entre restos de explotaciones de origen romanas, en un lugar elevado que siempre había sido el cruce de caminos de todas las civilizaciones que pasaron y enriquecieron aquellas poblaciones que florecieron en sus tierras... se encontraba una oquedad en el suelo, por la que se accedía encorvado hasta llegar a un túnel que se hacía cada vez más angosto y que al incurrir en él y tocar las paredes todo aquel visitante que pasaba sus dedos por la fría piedra... caía en la cuenta de que había sido excavado con garras... garras que socavaron la roca madre penetrando en su interior sin contemplaciones... pues aquel reino, era un reino inóspito, oscuro y misterioso... 

Matt decidió ir de los primeros en el descenso a lo que se le antojó era el infierno... pues había que ser sincero, una ciudad creada para vampiros no podía ser buena... en cualquier otro momento... bueno no... la verdad es que él, siendo el doctor hubiera bajado en cualquier momento, ya fuese este, ese o aquel, la diferencia es que lo hubiera hecho con la TARDIS, no con el loco de los bigotes, el rey chupasangre, el muchacho ayudante y bueno... sus yos más hippies. Eran una comitiva numerosa para una misión secreta, que el espía, curiosamente decidiera no unirse aduciendo que tenía que hacer otras gestiones y que en caso de necesitar su ayuda, bastaría con accionar sus destornilladores... le hizo pensar muy mal de aquel señor del tiempo, pues un espía nunca dejaba algo al azar ni tampoco contaba la verdad... estuvo a punto de preguntar que cuales eran aquellas gestiones tan urgentes que dejaban en segundo plano, al verdadero objetivo de la misión... pero se acordó que llevana algo en los bolsillo y al sacarlo se encontró con las gafas tan chulas que habían encontrado en la TARDIS y que tan bien le habían venido a todos en la plaza de toros... así que sin pensarlo dos veces se las puso y avanzó acariciando las paredes con las llemas de los dedos de su mano.

El tiempo que pasé con Missy fue realmente apasionante y estaba seguro que ninguno de los dos nos arrepentiríamos jamás de aquel momento tan especial. Mis dos corazones aún palpitaban con fuerza cuando la miraba y procuraba evitarlo. Pero ahora sí que se había convertido en un imán para mí y cada vez que podía estaba a su lado, haciendo que mi mano rozase la suya con disimulo o incluso entrelazase mi meñique con el suyo.

Sabía como era ella, que pronto se lanzaría a jugar con todos los señores del tiempo, a intentar seducires. Pero ninguno de ellos la tendría como yo la tenía y solo pensaba en acabar con todo aquello y dejarla ir, para que cumpliese su intención de cambiar y pudiese volver a mi malo hasta que nuestro momento llegase.

Por eso estuve bastante ausente en la reunión en general y no hablé con respecto a que El Espía se marchase, ni me molesté en preguntar nada sobre "su misión". Inicialmente no tuve interés alguno en los dos tipos que nos presentó el atlante, pues en mi cabeza solo estaba una mujer y un acto.

Pero poco a poco fui descendiendo a la realidad y sin saber bien como, nos encontramos de camino a una ciudad de vampiros, llevando como acompañante al rey de los mismos y al ayudante del loco de los bigotes.

Observé un momento la entrada de la cueva y miré su petreo suelo. - Missy, por favor, agárrese a mí. No me gustaría tener más sustos hoy. Con la trampa en la casa ya he tenido bastante. - Le dije a la mujer tendiéndola mi brazo para que se agarrase a mí.

No iba a ser mi paseo agarrado a ella ideal, pero al menos caminaríamos juntos y ella estaría a salvo.

Para Jon el saber que estaban a punto de adentrarse en un lugar misterioso y enigmático le excitaba de sobremanera. Además, había seguido conociendo a nuevas personas igual o más fascinantes durante ese viaje tan increíble cuyo último punto de interés fue aquella rústica taberna local.

Ahora, reunido con todos sus otros "yos" y a punto de dar un gran paso en su investigación, el doctor cogió aire con tanta fuerza como para llenar siete pulmones y sonreír preso del subidón de adrenalina que conllevaba aquella situación.

—Amigos... hemos llegado desde muy lejos para llegar a este punto. Armaos de valor y confiemos en nuestro nuevo compañero Erasmo, pues hemos depositado en el nuestra confianza para arreglar este asunto —comentó mientras le dedicaba una sonrisa al anfitrión.

—Que ni vampiros, ni cazadores, ni guardianes del tiempo ensombrezcan nuestra labor aquí —dicho aquello apresuró el paso, Jon estaba más vivo que nunca ¿tendría una extraña afiliación con las cuevas subterráneas? ¿o era que se sentía arropado ahora que todo el grupo se había reunido de nuevo?

Aquel viaje estaba deparando no sorpresas, sino súper sorpresas, sobre todo para algunos que como Peter, habían descubierto que hasta tenía sentimientos. Ya no vería a Peter de la misma manera, sobre todo después de haberlos pillado a él y a Missy en una imagen que jamás se me borraría de mi memoria.

Eso hacía que cada vez viera a Peter, me volviese hacia él con una gran sonrisa.

Y por supuesto, al ver como cuidaba de su amiga, se me escapó una risilla ahogada.

-Sí, es verdad, Missy. Peter no necesita más sustos aunque estoy seguro de que no ha tenido bastante con la "trampa" -les dije, refiriéndome, obviamente, a otra cosa.

Por supuesto, la mirada de Peter me hizo reaccionar rápidamente.

-Oh, no hace falta que te preocupes por mí. No necesito agarrarme a tu brazo. Si acaso puedo hacerlo con Matt -respondí, cogiéndome a su brazo y palpando sus músculos -. Vaya, no estás nada mal. ¿Vas al gimnasio habitualmente? 

Jon se puso entonces muy serio, hablando de vampiros y cazadores, 

-Oh, venga ya, Jon. No es necesario que adoptes esa actitud tan... tan... bueno, como si todo esto no fuese divertido. ¡No hay nada más divertido que vampiros, licántropos, zombies... Peter y Missy cogidos del brazo....

Al decir eso, procuré no mirar en dirección al bueno de Pete.

-Las cuevas siempre me han producido una fascinación increíble. Millones de años a nuestro alrededor, envuelto en la oscuridad y el misterio de lo que podría esperarnos en el siguiente recodo, quién sabe lo que nos encontraremos más allá de nuestros propios sentidos -comenté, poniéndome poético.

Pero no me duró demasiado.

-O quizás simplemente sea que como no se ve demasiado nunca sabes qué esperar.

Missy, que se veía de un humor excelente, tarareaba viejas canciones de Gallifrey que tanto el doctor como ella... siendo él... habían escuchado cuando eran mucho más jóvenes, cuando ambos confiaban el uno en el otro, en una época en la que eran confidentes y en las que soñaban con hacer del universo un mejor lugar, todas ellas eran canciones bonitas y positivas... teniendo en cuenta el lugar en el que se encontraban resultaba un gran contraste, aunque quizás era lo más indicado para avanzar a un lugar tan siniestro como el que tenían por delante, el caso es que el estado de Missy era excepcionalmente bueno y ninguno de los doctores salvo Peter y David, sabían a ciencia cierta el por qué.

- Gracias querido- aceptó sin dudar el brazo de Peter con una enorme sonrisa, al tiempo que aprovechaba para apretujarse a él- el suelo puede ser muy traicionero... no me gustaría tener que resbalar... la trampa me ha dejado exhausta... sí... mejor no caer en otra...- Dijo con tranquilidad bien cojida a Peter- si no te importa y si te importa también, iré cogida de tu brazo... me tiemblan un poco las piernas, no quiero que se me tuerza un tobillo.

—¡On hon! digo ¡Oh no!

Era evidente para él que algo había pasado. Algo horrible. Algo horrendo. Y es que parecía que, después de intentarlo varias veces, El Amo por fin se había hecho con su cuerpo. Y de una forma más desagradable incluso que de la que lo había intentado con él. 

—Oh no...

Tratando de superar aquello, el señor del tiempo se acercó al rey de los vampiros y le susurró al oído

—No tendréis por aquí algún producto que ayude a olvidar futuros recuerdos... se lo cambiaré gustoso por una gominola. Estoy seguro que en esta petaca hay gominolas de sangre. ¿Trato?

Erasmo sonrió a Jon y le echo un brazo por alto al tiempo que le hablaba con un excelente buen humo.

- Me encanta tu optimismo... y esa camisa tan curiosa que llevas, además te convina todo perfectamente con el traje y los zapatos, vas a tener que pasarme a tu sastre... y lo digo en serio...

-Las cuevas siempre me han producido una fascinación increíble. Millones de años a nuestro alrededor, envuelto en la oscuridad y el misterio de lo que podría esperarnos en el siguiente recodo, quién sabe lo que nos encontraremos más allá de nuestros propios sentidos -comenté, poniéndome poético.

Antes las palabras de David, el rey se puso más serio.

- Lo que nos vamos a encontrar es la entrada primigenia de la ciudad. Veréis, Nocturia fue concebida en su inicio como una ciudad que debía defenderse por ella misma, alguien debía controlar quién entraba y quien salía, el mayor requisito era el de ser vampiro, pero también se podía dar el caso de que humanos con permiso también pudieran hacerlo de paso controlar quien se marchaba o impedirlo. Por ellos se pidió a las hermanas que se encargaran de dicha tarea, las hermanas son una especie cariátides, que no necesitan alimentarse continuamente, pero que cuando lo hacen su menú es la sangre, venga de donde venga, siendo su poder equiparable al de un antiguo, por antiguo me refiero a vampiro de muchos años, que como sabréis cuanto más años tenga el vampiro, más poderoso és... y bueno, ellas lo son y mucho, sus cuerpos son de piedra y sus garras tan afiladas como diamantes, por tanto son unas guardianes excepcionales que con el paso del tiempo se fueron haciendo incómodas, tener que dar santo y seña y esperar que quieran dejar pasar suscitaba muchas quejas y por ellos decidieron hacer otras puertas para hacer entrada y salida más fluida... ahora está entrada no se utiliza por los motivos que os he expuesto y por ello creo que es las idónea para nosotros... el santo y seña soy yo. Lo único que os voy a pedir es que cuando estemos ante ellas me dejéis hablar a mí, al ser su rey no creo que me pongan impedimentos... - o al menos eso esperaba.

Aburrido... ¿por qué todo le resultaba tan aburrido? Quizás era porque había leído mucho y su criterio era cada vez más alto... pero el caso es que lejos de impresionante, el oceavo doctor se puso a ajustar vatios cristales con sus lentes em sus extrañas gafas para finalmente dirigirse a Erasmo.

- Efectivamente no se observa ningún rastro de actividad, salvo la nuestra... este pasillo hace años que no es recorrido por nadie. Tengo mucha curiosidad por ver las dos Manuelas esas ¿de verdad están en el mismo sitio y sin moverse? Y encima para no ver a nadie, ese trabajo si que no está pagado...

- Todo eso me parece muy bien Erasmo... pero ¿no te parece que somos un grupo muy curioso para pasar desapercibidos? 

- Según tengo entendido Nocturia no es sólo una ciudad hay más cosas a su alrededor... 

—No sé por qué llamaríamos la atención— dijo Tom masticando con la boca abierta e intentando no pensar en... bueno, en lo que creía que había pasado, que era más bien turbio y desagradable— Así que dos estatuas, ¿mmm? Que... se alimentan de sangre de cuando en cuando. ¿Qué son? ¿Una especie de esfinges? ¿Habrá que responder preguntas?

Jon se quedó pensativo mientras caminaba y reflexionaba por la situación actual. Por fortuna su humor era positivo al saber que le había caído en gracia al señor de los vampiros, pero aquello no era suficiente puesto que hasta no cumplir con su cometido la satisfacción no podía ser plena.

—En el fondo lo ideal sería que no hubiese que contar con ningún sacrificio. Si por algún mal capricho esas guardianas no aceptan al Sr. Erasmo como "salvoconducto", no dudo en que pedirán nuestra sangre y la mía... es demasiado exquisita para que sea malgastada —comentó por primera vez de forma orgullosa.

En el fondo el doctor estaba impaciente por conocer el final del trayecto primigenio, de conocer a las guardianas y al proceso de "entrada"

Desde luego, sí que éramos un extraño grupo, muy extraño, pero en lo más raro estaba también lo más divertido y fascinante a la vez, algo único dentro de lo único.

Ese tipo, Erasmo, empezó a soltar una buena cantidad de información, como si aquello fuese algo que tuviésemos que tomarnos en serio.

-Ah, entiendo. O sea que había que ser vampiro para entrar, o humanos con permiso, o vampiros y humanos con y sin permiso pero interesados en tenerlo. Nunca me han gustado los clubs reservados. El elitismo va en contra de mi naturaleza. En la Tardis no se margina a nadie.

No sabía si nos estaba poniendo al día porque debía hacerlo, porque quería simplemente hacer tiempo o más bien, para preocuparnos, porque eso de la dieta... bueno, no era necesario decirlo, entre otras cosas porque yo no tenía prejuicios. Había conocido vegetarianos, fluidianos, piesanos, aireanos, y toda clase de "anos", lo que significaba que no juzgaba lo que pudiera encontrarme.

Sin embargo, sí que debíamos preocuparnos por esas guardianas.

-Vaya, eso sí que es interesante. Y dice que usted es un santo y seña. Vaya, jamás lo habría supuesto. Quiero decir que no se parece a un santo y seña; quizás a un santo tampoco, y a una señal... pues ahora que estoy mirándole, muy poco, la verdad. Pero supongo que podrá pasar como tal. Siempre que sepa hablar -A continuación, me giré hacia Peter y Missy -. Dime, Peter, ¿crees que sabe hablar? Siiii, claro que sabe, ya lo hace, ¿no? Además, qué hago preguntándote a ti, que estás ocupado sosteniendo el brazo de Missy porque no puedes sostener nada más en estos momentos. Missy, cuanto lo siento; debe ser muy difícil resistirse a echarlo al suelo y aprovecharse de su generosidad, pero es mejor que lo hagas. Hasta Peter necesita descanso de vez en cuando.

Después, me volví de nuevo hacia Erasmo

-No se preocupe. Le dejaremos hablar todo lo que quiera. Si le hace falta sangre, la mía no es muy exquisita. La de Jon sí, pero no la mía. Es más bien vulgar; más que vulgar. Es común a la de cualquier señor del tiempo.

Así que dos estatuas, ¿mmm? Que... se alimentan de sangre de cuando en cuando. ¿Qué son? ¿Una especie de esfinges? ¿Habrá que responder preguntas?

-No, no son esfinges parecen estatuas vestidas al estilo griego, que yo sepa a este tipo de estatuas las llamaban cariatides, eran una especie de columna con forma de mujer... y eso es lo que parecen las hermanas, pero en realidad son unos seres antiguos y extraños, que no terminan de ser ni vampiros ni esfinges, simplemente guardan el lugar, dejando pasar a quienes ven conveniente y alimentándose de los que no... hace mucho que nadie las visita... no sé su tendrán hambre y no hacen acertijos, se limitan a observar y deciden. Si están aburridas... que es lo más probable pueden que nos hagan preguntas... al ser yo el rey de la ciudad, me deben pleitesia por eso considero que soy el mejor salvoconducto... o eso espero, pues una vez concedimos permiso al jefe de Baecula y se lo comieron porque no les gustó como olía... y consideraron un maleducado... por eso os he dicho que cuidado, son unas damas muy especiales...

- Efectivamente no se observa ningún rastro de actividad, salvo la nuestra... este pasillo hace años que no es recorrido por nadie. Tengo mucha curiosidad por ver las dos Manuelas esas ¿de verdad están en el mismo sitio y sin moverse? Y encima para no ver a nadie, ese trabajo si que no está pagado...

- En su día... tuvieron mucha actividad y estaban muy activas... además ¿Quién te ha dicho que no se mueven? Por eso causaban tanta incomodidad...

- Todo eso me parece muy bien Erasmo... pero ¿no te parece que somos un grupo muy curioso para pasar desapercibidos

-Somos un grupo curioso... nadie pasa desapercibido en Nocturia... pero precisamente ahora la ciudad está siendo  visitada de manera asidua y no resultará extraño que un grupo de extranjeros visite la ciudad, simplemente hay que evitar que se den cuenta que Victor es un tocado... los doctores también son muy curiosos pero el olor de su sangre no es tan llamativa.

 Según tengo entendido Nocturia no es sólo una ciudad hay más cosas a su alrededor
 

-Efectivamente, joven Mondragón, cuando atravesemos las puertas os mostraré el mapa de Nocturia, hay un bosque... varias ruinas y zonas a evitar...

A medida que Erasmo fue hablando, la comitiva de los doctores y Missy llegaron a una zona del túnel totalmente distinta, el suelo estaba empedrado y las paredes iluminadas con antorchas de fuego, la entrada a la ciudad estaba cada vez más próxima.

Al ver como Jon y David tenían una pequeña discusión sobre la exquisitez de la sangre de uno u otro, Erasmo volvió a intervenir.

- Si no me equivoco, tu eres el más joven... si te comieran a ti... adiós el resto... creo que harían bien en echarte un ojo... yo tendría claro donde atacar si quisiera quitaros de la ecuación... pero no os preocupéis, confió en ganarme a la señoritas con mi encanto... les encanta mi perfume- les guiñó un ojo y caminó con tranquilidad, mientras los dos cazavampiros se situaban estratégicamente detrás del rey... por si acaso.

Al cabo de unos minutos, llegaron al final del túnel y a la apertura de una enorme estancia amurallada, donde destacaba una enomre puerta con un dintel al estilo de los templos greco romanos, custodiado por dos cariatides.

Erasmo, se situó frente a ellas, guardando silencio durante unos momentos para después hablar.

- Señoras de la noche eterna, guardianas de la Ciudad que no envejece... solicito que me concedáis la gracia de poder pasar a través de puerta, no traigo nada, no dejaré nada.

Tras aquellas palabras, dichas con la mayor de las solemnidades Erasmo aguardó la respuesta de las hermanas, cuyos pétreos restos miraban al vacío en un sueño que había durado siglos...

—Bueno, bueno, no creo que sean capaces de hacer algo tan brutal como comer a nuestro amigo— dijo palmeando la espalda a Jon. Al fin y al cabo, el optimismo del doctor y su fe en todos los seres era casi inagotable...aunque mientras le palmeaba la espalda, le empujó con poca sutileza al fondo del grupo —Pero aún así, me pondría detrás, ¿de acuerdo?

Al ver a tales dama de piedra, Tom no pudo menos que hacer una reverencia, por muy ridículo que pareciese inclinarse ante ellas, si bien, por alguna razón, lo hizo sin apartar la mirada de su cara. No podía evitar que aquellas estatuas le recordaran a unos seres de quien prefería cuidarse. 

—Vaya...¿Les... apetece una chuchería?— dijo a modo de saludo, extendiendo la mano para que pudiesen acercarse a cogerlas... si es que podían moverse. Por alguna extraña razón, el alocado y parlanchin Tom, mantenía una actitud extremadamente educada... y parecía no mostrar demasiadas ganas de hablar.

Jon se acercó a Tom y le susurró.

—No vayas a provocarlas... recuerda lo que dijeron, aunque sean estatuas son capaces de moverse... a ver si van a coger y te van a arrear un guantazo —suspiró y se fijó en las estatuas, con preocupación de cómo pudieran reaccionar.

Por otro lado se quedó bastante pensativo ante uno de los comentarios que hizo Erasmo. Hasta ahora siempre se había mostrado jovial, afable y servicial (¡era todo un señor!) pero le preocupó el hecho de que con tanta facilidad haya reconocido que supiese cual era el punto débil de su "dinastía". ¿Y si les estaba llevando a una trampa? ¿y si no era un benefactor y por el contrario era un aliado de sus enemigos?.

El doctor intentó siempre mantener una distancia prudencial de cualquier cosa o persona que pudiese suponer una amenaza, pero lo realmente complicado era aparentar que no sospechaba nada, era tan transparente que hasta el hecho de que haya comenzado a sudar a chorros fue casi vergonzoso.

Vale, no eran esfinges sino cariatides, aunque a mí me seguían pareciendo mujeres esculpidas en piedra, pero lo interesante era que en realidad ni siquiera se trataba de mujeres sino de seres antiguos.

-Entiendo, entiendo. Así que por eso eres nuestro salvoconducto. Eso me deja más tranquilo aunque... guau, la verdad es que por lo que dices, podrían comerse a cualquiera de nosotros solo por el olor -en ese momento, me olfateé las axilas -. Sí, es bastante interesante, pero no sé si será del tipo interesante que a ellas les interesaría, eso supongo que no lo podremos saber hasta que no estemos cerca, o delante de ellas, o al lado. No sé, quizás convendría restregarnos los sobacos entre todos para ver si así ninguno le llamamos la atención y podemos seguir adelante.

Al final, lo único de sensato en todo aquello era, como siempre, ser insensatos y seguir adelante. Si Erasmo confiaba en su propio encanto, ¿quién era yo para decirle que hacía mal?

Cuando llegamos, se colocó delante de ellas y les pidió permiso para pasar. Yo sonreí y miré a los demás, elevando las cejas. Tom les ofreció una chuchería y eso me hizo sonreír aún más.

-No creo que quieran chucherías cuando quizás nosotros podríamos ser la clase de chucherías que a ellas les interesaría, así que yo contaría demasiado con que mostrasen interés en eso y sí en cualquiera de nosotros. Bueeeeeno, no en Peter. Él es demasiado soso hasta para ellas.

Caminé todo el tiempo en silencio con Missy a mi lado. Una parte de mí deseaba no haber salido de aquella cama nunca, seguir con ella allí, sintiendo el calor de nuestros cuerpos. Otra caminaba preocupado porque ella no tropezase o patinase por aquel antiguo camino, pero la que más tiempo consumía, era pensar en como Missy y yo habíamos terminado.

Mi mejor amigo durante años, mi peor enemigo durante demasiadas reencarnaciones, donde quiso e intentó matarme más de una vez y ahora... ¿qué podíamos esperar el uno del otro ahora? Yo ya le había dejado claro a Missy que debía pasar para que estuviésemos juntos de verdad. Ella era la que siempre decía que quería cambiar y al final no terminaba de dar el paso. Pero esta vez sabía que había una meta y que en ella la estaría esperando para permanecer juntos el resto del tiempo que nos quedase en estos cuerpos.

Por eso era importante para ambos que aquello ocurriese pronto, porque nunca se sabía cuando iba a ocurrir.

Y con aquellos pensamientos y Missy aferrada a mí, llegamos ante las estátuas que dijo el... ¿vampiro? - Esto me pasa por no prestar atención...

Y el hombre les habló y no se movieron, no emitieron sonido alguno y como no, mi reencarnación más... como decirlo para que no se ofendiese... ¿tonta? Les ofreció gominolas.

Miré a Missy, quería besarla delante de todos, quería usar alguna palabra cariñosa con ella, pero solo David sabía lo que había pasado entre ambos y pareció que Tom se dio cuenta de algo... pero tampoco era plan de restregarles a todos lo que había ocurrido y esperaba que se repitiese pronto entre ella y yo.

- ¿No dijo que alguna vez no hablaban ni se movían? - Pregunté al rey de los vampiros. - Quizás sea eso lo que les pase, que no les apetezca hablar con nosotros y menos aún comer gominolas... salvo que sean de sangre. - Le tiré a Tom. Y entonces fue cuando David me llamó soso y miré a Missy y la sonreí con complicidad.

Juraría que no fui nada soso cuando estuvimos en la cama juntos a juzgar por como disfrutó. Pero tampoco era muy caballeresco hablar de aquello y menos con la dama delante. - Tienes toda la razón. Soy el hombre más soso y gruñón de este mundo. Lo segundo lo añado yo antes de que lo hagas tú que ya nos conocemos.

Mientras los doctores discutían sobre que era mejor hacer con aquellas damas de piedra y Erasmo y los cazavampiros aguardaban en silencio... algo ocurrió...

Uno de los sitios ocupados por una de las hermanas, se quedó vacío al tiempo que la otra hermana había girado su rostro hacia el rey y lo miraba con unos ojos especiales... como si estuviesen inyectados en sangre.

- Hacía mucho tiempo que no nos visitaba... majestad... ¿A qué se debe el honor?

Erasmo le dedico una reverencia y sonrió.

- Bueno, ya sabéis que soy muy inquieto y me gusta hacer amigos... he traído a unos cuantos para que me ayuden a deshacernos de lo que sea que retumba por Nocturia... estoy seguro que sabéis de lo que hablo... y de la necesidad de encontrarlo y sacarlo.

Mientras el rey hablaba, la segunda hermana se puso justo enfrente de Tom  a quien miraba con mucha atención.

- ¿Qué son gominolas? - dijo olisqueándole la mano al cuarto.doctor... llena de curiosidad.