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CAPITULO 4: El Monasterio de la Pluma Silenciosa

Tras haber investigado el origen de aquellas extrañas luces, resultando ser el macabro descubrimiento del ritual de los hombres lagarto, los supervivientes de la Orden del Libro continuaron su viaje bordeando el río durante unas horas más hasta que alcanzaron una zona más desprovista de la frondosa vegetación iluminada únicamente por una franja de color naranja con tintes amarillentos que se filtraba desde el horizonte dónde pudieron observar una especie de monasterio semiderruido cubierto con vegetación espesa.

El grupo avanzo por un camino empedrado que formaba un pasillo de columnas, la mayoría rotas, creando una arcada de piedra a lo largo del camino que parecía conducir a la entrada del monasterio. Seguramente tiempo atrás todo el camino debía estar cubierto de arcos, sin embargo en aquel momento solo unos pocos de ellos se mantenían intactos, aún y cubiertos parcialmente por las enredaderas de la vegetación de aquel lugar la cual parecía haber estado luchando durante siglos contra el antiguo empedrado de este camino ya que las losas estaban resquebrajadas y desniveladas, asomándose por ellas la hierba, malezas y algunos pequeños arbustos.

El grupo alcanzó pronto el edificio del monasterio, una construcción rectangular de piedra con un campanario que se elevaba por encima del techo y un pórtico de unos 30 metros de ancho cubierto con azulejos de piedras marrones y una inscripción grabada en la parte superior con el símbolo propio de la religión de Nébula. 

"El silencio para el saber, el ruido para la ignorancia. Respeta esta norma y serás bienvenido." 

Bajo dicha arcada se hallaba una gran puerta doble cerrada y de piedra grís. Una vez en las puertas, el grupo no observó a nadie fuera del monasterio ni oyeron nada extraño, pero en cierto modo aquel lugar les recordaba al Enclave.

Valerian observó el edificio. Quedaba claro por el estado de reparación que no eran muy dados a salir fuera, pero con ese lema igual es que nadie habia organizado partidas de reparación desde hacia tiempo. Quien podia saberlo. 

Jarsen observo los arcos caídos.

- Esto no me gusta. Puede que este lugar este abandonado desde hace mucho tiempo. Estad alerta.

Jarsen se aproxima  a la puerta.

- Nariya, echa un vistazo, no querría activar ninguna trampa para incautos.

Mientras la pícara echa un vistazo, Valerian observa el entorno para ver si hay signos de paso y uso humano (o humanoide) reciente. Su visión poco entrenada en trabajos de campo no vio nada de interés. 

–¿Qué pasa? ¿No te atreves a mirar? –se mofó a pesar de los nervios. –Ay... Que una "dama" tenga que hacer el trabajo de un hombre... añadió poniéndo un énfasis burlón a la pabra "dama.

La chica se acercó y, con precaución se agachó junto a la puerta para ponerse a revisarla y se levantó casi inmediatamente, como si hubiese descubierto una trampa muy evidente. Sin embargo, en lugar de avisarlos o de trabajar en su desactivación, la muchacha alzó la mano y llamó a la puerta.

–Si vamos a pedir asilo, será mejor que lo hagamos así ¿no?– dijo mirándoles con una sonrisilla nerviosa. Odiaba la idea de quedarse en otro monasterio, por mucho que le recordase a la Orden, pero era evidente que si trataba de forzar la puerta de una casa habitada, los propietarios no la recibirían con los brazos abiertos.– A pesar de lo que parezca, podría estar habitado.

Espinela se mantuvo junto a Zadia y Esma con su arco siempre a punto para ser usado. Aquel lugar, aunque vencido por el ostracismo y la salvaje vegetación del lugar, conservaba cierto toque de belleza de los parajes singulares como en su día lo fue el enclave de la Orden.

Nariya se acercó hasta la puerta, pero cuando estaba a punto de buscar mecanismos y trampas, cayó en la cuenta de que quizás fuera mejor llamar a la puerta de forma educada.

¡Ojalá funcionara! Aunque algo le decía que su presencia allí no sería bien recibida...

Nariya picó con el puño a las puertas dobles del silencioso monasterio esperando que todo aquel jardín invadido por la vegetación del lugar fuese solo debido a la pereza de los monjes o a la falta de oro para contratar algún jardinero, sin embargo tras esperar durante unos largos minutos nada se oyó del interior y no solo eso, sinó que la ladrona se dió cuenta de que la puerta estaba abierta y podrían acceder sin problemas al interior.

De pronto empezó a sonar la campana del campanario que se elevaba por encima del techo con un sonoro "clink-clink-clink-clink" con un repiqueteo como si de una alarma se tratara, sonido que recordó al mismo que producía la campana de la torre de los archimagos la trágica noche en la que los templarios de Velex iniciaron la matanza y caza de la Orden del Libro. 

Nariya miró a su alrededor buscando señales de presencia humana. La píacara había podiddo comprobar el poder de una flecha, y no había que ser muy listo para entender que allí serían un blanco fácil. La muchacha retrocedió para interponerse coo quien no quiere la cosa entre el enano, que aún estaba herido, y la construcción de donde podían venir las flechas.

–¿Hola?–dijo elevando la voz– Somos viajeros cansados. Hemos sido atacados y necesitamos refugio y paz.

La pícara no olvidaba el letrero de la entrada, pero prefería pronunciar aquellas palabras antes que ser convertida en un alfiletero de flechas. Con los religiosos nunca se sabía.

El aspecto de abandono de las edificaciones que formaban el complejo era desolador. ¿Podría alguien habitar esas ruinas y permitir que el paso del tiempo hiciese tantos estragos?
Los compañeros se aproximaron y llamaron a la puerta, mas nadie respondió.
Nariya se adelantó y alzó la voz anunciando su llegada.
Al enano no le pasó desapercibido el hecho de que la joven trató de ampararle con su menudo cuerpo. Esa muchachita podría haber luchado codo con codo con los más fieros de los de su raza: la falange no se habría roto en su posición. Tenía más agallas que muchos grandes soldados que había conocido a lo largo de su vida.

Mientras estos pensamientos cruzaban su mente, no podían más que esperar a que su llamada tuviese contestación.

- Esto no me gusta ... tengo un mal presentimiento ... pero si no entramos además me voy a sentir algo estúpido.

O el sitio esta embrujado o los mojes son muy discretos ...

Nariya trató de alzar la voz para anunciar el motivo de su visita a quien quisiera que hubiera al interior sin embargo el repicar de campanas sonaba lo bastante cercano como para que el ruego de la ladrona sonará apagado.

La antaño aprendiz de artesana de la Orden del Libro trató de ver a alguien en las ventanas o cornisas del monasterio, sin embargo no alcanzó a ver nada relevante.

La majestuosidad engullida por la salvaje naturaleza de aquellas ruinas pareció intimidar al grupo de supervivientes, pero mientras intentaban averiguar quién estaba tocando las campanas, ocupaban una posición ciertamente poco ventajosa en el caso que se produjera una emboscada. La fugaz idea de que aquel monasterio consagrado a Nébula, Dios de la Magia hubiera caído en manos de los reptilianos bárbaros gaanikur, pasó rasgando los pensamientos de la arquera que con su arco presto oteaba a un lado y a otro intentando divisar algo.

- ¡¡Debemos movernos!! ¡¡Aquí somos presa fácil!!- exclamó la pelirroja de ojos azul lechoso. 

Los ruidos apremiantes siempre parecian hacer que la gente se precipitara. A pesar de que estaba de acuerdo con Espinela de que estaban expuestos, no lo estaban más que hacia 3 minutos. Simplemente ahora sonaba una campana. Si alguien les estaba esperando en el monasterio les podía haber disparado hacia rato. Nos e fiaba del convento, pero mejor mantener la cabeza fría.

Alzando ligeramente la voz para que los ruidos que se empezaban a hacer entre los miembros del grupo y la campana le dejaran oir, se dirigió a sus compañeros.

Tranquilos, sólo es una campana. está claro que han detectado nuestra presencia. Esperemos que no sea una trampa, pero no hace falta correr, entremos con cautela. 

Alzando el escudo, se dirigió hacia la puerta. Asi tambien podia observa el culo de la picara mientras se acercaba. Un poco escuchimizada, para su gusto, pero asi tendían a ser las ladronas. 

–Es una campana que llama alguien, y me extrañaría que fuese a la cena– tras asegurarse de que no iban, al menos inmediatamente, a ser atravesados por una flecha, la chica se acercó a la esquina que estaba junto a la puerta, para comprobar si alguien se acercaba y ya de paso hacerse una idea del tamaño del edificio. Aquello no le gustaba un pelo, pero no les quedaba más remedio que seguir adelante.

El grupo optó por demorarse algo más en aquel pórtico mientras las campanas repiqueteaban sin cesar provocando aquel característico ruido metálico que retumbaba en todos los alrededores del monasterio.

Cuando Nariya se asomó por una de las esquinas de aquel edificio de piedra no vió nada, sin embargo todos escucharon como en la lejanía una algabardía de gritos parecidos a los de un ejército aproximándose a gran velocidad hacía el monasterio en la dirección por la que el grupo había llegado.

Entre la maleza y la vegetación del camino aún no vieron nada, sin embargo todos intuyeron que debían tomar una decisión rápida.

- O entramos confiando en hacernos fuertes o salimos corriendo de aquí.

O decidimos ya o estamos muertos.

Mientras lo decía preparo una flecha en el arco ... no caería sin llevarse a alguno con él.

Adentro todos! gritó Valerian mientras les conminaba a avanzar. Hreysti estaba en su mano mientras en la otra sostenia el escudo de Talion. Estaba claro que no esperaba nada bueno, pero lo que les venia encima le daba peor pìnta que el interior del monasterio. El griterío normalmente no anunciaba nada positivo. 

La dirección de los gritos le dio a Nariya una idea muy clara de quiénes podían ser los atacantes. Demasiado clara. Y aunque durante un breve instante volvió a pensar en la posibilidad de negociar con los hombres lagarto, la sensatez se impuso: era evidente que habían descubierto que alguien había espiado el ritual...y no mirarían con buenos ojos a quienes habían mancillado con su presencia algo tan sagrado.
Después de echar una rápida ojeada a su alrededor, la chica atravesó la puerta.-Por ahí no hay nada. Vamos.
Nada más pasar la puerta miró a su alrededor buscando algo con lo que pudiesen bloquearlo o un lugar donde esconderse.