Partida Rol por web

Después de desperezarme, echar una meada, ducharme y vestirme, tiro para el comedor sin demasiadas ceremonias, con ganas de conocer al profesor Xavier, y de que nos expliquen un poco más en detalle que se supone que vamos a hacer en este sitio tanto antes, como después de mutar en enormes y peludas criaturas.

Cuando entro con aire desgarbado en el comedor, veo que sólo están el baboso ese y la rubia coñazo. Genial. Bueno, me la suda, me son un poco bastante indiferentes. Aún con lo borde que puedo llegar a veces, soy una persona más o menos civilizada, así que saludo a los presentes al entrar.-Buenos días.-digo, algo secamente, con voz ronca.

Entonces me acerco a la comida y pillo unas tostadas y zumo. No me mola comer mucho por la mañana, al contrario que a mi padre, que se mete cecina como si no hubiera un mañana. Hay que joderse lo que come el cabrón y lo flaco que está.

Ahora tenemos un dilema, mesa de la rubia, o mesa del muchacho. Joer, no estoy de humor para ninguno. La rubia me resulta infumable, aunque sólo porque ayer estaba más concentrado en que nos informasen que en otra cosa. Realmente no me molestan tanto las gilipolleces constantes, sobre todo cuando yo suelo soltarlas a pares cuando hablo. La diferencia es que ella SIEMPRE habla, y yo soy más callado. El otro tiene pinta de no haber tocado una teta en su vida, por como se comportaba delante de las tías ayer. A lo mejor es cosa mía, y lo que le pasaba es que estaba mareado del viaje, pero por el comentario que oí a la rubia, creo que no soy el único que notó un comportamiento peculiar.

Bah, qué más dá. Me siento en una mesa al azar, distinta de las suyas, pero orientado más o menos hacia ellos, para no quedar aislado. Es el perfecto equilibrio entre pasar de ellos y no hacerlo.

Buenos días -Respondo sin muchas ganas, por pura educación, cuando aparece el chaval de pelo rizado. Supongo que no está el horno para bollos y se nota, porque va a lo suyo y se sienta en otra mesa, también sólo.

Genial, viva el buen ambiente. Sólo me falta ponerme a escuchar música con los auriculares.

Si me los hubiera traído...

Estuve un rato deambulando por los pasillos, tratando de encontrar algún tipo de oficina, o el rostro impenetrable de la Señora Andersen al dar la vuelta a alguna esquina, pero no encontré ninguna de las dos cosas.

Me dirigí entonces al comedor, donde al entrar me encontré con que allí estaban Ben y algún otro compañero. Al verle sonreí, aunque aún era evidente la preocupación en mi rostro. Al pasar junto a los demás les saludé con un “Buenos días”, un tanto tímido, antes de dirigirme a la mesa en la que Ben se encontraba. A medida que me acercaba, me di cuenta de que parecía algo serio.

- Buenos días… ¿Q-qué pasa?  - pregunté algo temerosa, al mismo tiempo que aumentaba el gesto de preocupación en mi cara. – Bonita canción. – saqué el teléfono del bolsillo trasero del pantalón y se lo entregué. Dejé entonces el mio en la mesa y me senté frente a él. – Gracias. – añadí con una sonrisa.

Me encuentro absorto en mis propios y deprimentes pensamientos, con la mirada perdida en una miserable taza de café, cuando me llega una voz familiar.

Y agradable, por primera vez en esta mañana de mierda...

¡Liz! Buenos días -Trato de contener la euforia, algo avergonzado. Ahora que la tengo delante, no tengo claro cómo actuar. ¿Debería levantarme y darle un beso? ¿Qué espera que haga? Afortunadamente, el dilema se soluciona cuando se sitúa en frente, al otro lado de la mesa.

¿Te ha gustado? No quería despertarte tan pronto, parecías tan a gusto... -Sonrío, recordando lo a gusto que me encontraba yo al despertar- ¿Qué tal has dormido?

Me pregunta si me pasa algo, lo que es evidente por cómo estaba hasta que la he visto llegar, y noto los nervios en su voz. ¿Para qué mentir, mejor contárselo todo. No quiero mentiras entre nosotros.

No pasa... Casi nada. He tenido una buena ración de "hermanas simpatía" nada más llegar. -Explico, dándole vueltas al café con la cucharilla, algo cabizbajo- Ayer Nyara parecía la agradable de las dos, pero hoy... Está súper mega ultra indignada porque anoche nos fuéramos los dos solos sin despedirnos ni contar con ellos, y se ha desquitado a gusto. -Vamos, que porque se que no es posible, que si no cualquiera diría que era una cuestión de celos. Si se tratara de otro me lo creería, pero yo, el pringado, el cero a la izquierda...

En fin, aventuras y desventuras en el castillo de la alegría. Menos mal que te tengo a ti, que si no...

Pero ¿qué tenemos, exactamente? Es algo que tendremos que aclarar en algún momento...

Parecía haber problemas ya con los demás, y eso que acabábamos de llegar. Simplemente no teníamos hambre, no tratamos de alejarnos de los demás con ninguna mala intención; y después, surgió todo lo demás y...

- A lo mejor le gustas... - dije cabizbaja. Y es realmente guapa...

Se marchó nada más llegar yo, y no muy amigablemente, pero no me lo tomé a mal. ¿Por qué iban a molestarse porque no cenáramos con los demás? No lo entiendo... En fin, esto es lo que me faltaba...

Miré entonces de reojo a Kyara, y después al otro chico, Christopher. Puede que debiéramos aclarar las cosas con ellos, pero antes tenía otra cosa que hacer.

Volví a mirar a Ben, que parecía algo más animado, aunque lo que tenía que contarle no iba a ayudar demasiado a que terminara de ver su cara llena de verdadera alegría. No quería preocuparle, pero sentí que debía decírselo.

- La verdad es que he dormido muy bien, - se me escapó una pequeña sonrisa al recordar la noche anterior, pero pronto volví a tornarme seria. - pero el despertar... Ha sido algo horrible. Creo que algo me está pasado, tengo que hablar con la Señora Andersen o el Director. Alguien podría... - me detuve al ver cómo se encendía la pantalla de mi móvil.

Qué insistencia... - suspiré, y colgué la llamada. Era él otra vez.

- Alguien podría estar en peligro. - concluí retomando la frase.

¿Gustarle? Je, ya -Respondí con sorna ante esa ocurrencia. Me sigue pareciendo extraordinariamente extraño lo de Elizabeth, es algo imposible que le gustara también a Nyara.

Algo que tampoco me interesa, y a lo que no creo que haya dado pie, por otra parte.

Entonces me cuenta a medias algo sobre un mal despertar, algo que le sucede. ¿Será sobre esos cambios que se supone que vamos a sufrir? ¿Han comenzado? Debe haber sido algo traumático, y yo no estaba ahí para apoyarle.

Debería haber estado.

Noto cómo cuelga una llamada, y me pregunto quién será. No parece que ella tenga ganas de contestar, pero la imaginación me da vueltas. Dijo que no tenía novio ¿Será su amiga?

¿En peligro? ¿A qué te refieres? -Le pregunto, interesado y preocupado- ¿Es que has tenido una especie de... visión, premonición, o algo así? Se supone que vamos a ver al director después del desayuno...

Las últimas palabras de Ben me recordaron que debía tomar algo, ya que no había comida nada desde la mañana anterior, pero tenía el estómago completamente cerrado.

- Sí, no sé, podría ser... - contesté a su pregunta. - Parecía un sueño completamente normal, hasta que... - volví a recordar aquella imagen y comencé a agobiarme más. - Había mucha sangre, y una chica con la ropa rota. - dije mirando hacia la mesa.

Apoyé los codos sobre la mesa y sujeté mi cabeza con las manos a la altura de la frente, en un gesto un tanto desesperado.

- No tengo ni idea de que significa, quizás no sea nada, pero...

Esto me supera.

Escucho el escueto relato un poco horrorizado, pero tratando de mantener la compostura. Se ve que Liz lo está pasando mal, y no quiero echar más leña al fuego, prefiero tratar de tranquilizarla.

Bueno, también podría ser solamente una pesadilla ¿no? -A fin de cuentas, tanto hablar de poderes y demás podría habernos sugestionado un poco- ¿Le viste la cara a esa chica? ¿Sabes quién era?

De todos modos, aunque trate de quitarle hierro al asunto, lo mejor será comentarlo en la reunión que tenemos luego. No quiero imaginar lo que sería tener visiones de la muerte de otras personas, si es que se tratara de eso. Es algo horrible, espero que no lo sea y que, si lo es, haya algo que pueda hacer para ayudarla.

¿Tienes hambre? Tendrás que tomar algo, dime qué quieres y te lo traigo...

Ben trataba de tranquilizarme, pero después me preguntó por la identidad de la chica.

- Era una cantante, asiática. No la conozco, pero recuerdo su cara a la perfección... - dije levantando un poco la mirada, y volviendo a bajarla.

Continué mirando hacia abajo, dejándome llevar por la incertidumbre e imaginando infinidad de posibilidades, la mayoría pésimas. A menos que se tratara de una falsa alarma, aquello había empezado, sólo era el principio y ya estaba de aquella manera. Tenía que ser fuerte, pero no sabía si podría... Entonces, Ben interrumpió mis pensamientos ofreciéndome traerme algo.

Me erguí, y le miré a los ojos. Claro que tenía que ser fuerte. Ahí estaba él, preocupándose de mí, mirándome con aquellos ojos. Sentí la tentación de alargar mi mano hasta la suya, pero me dio algo de vergüenza hacerlo así de repente.

- No tengo mucha hambre, pero tienes razón... ¿Me traerías algo de fruta? Lo que elijas estará bien.

-Bueno, tampoco ha sido para tanto, no te ha tirado nada a la cabeza, y eso es un progreso -dijo con medio sueño mientras se balanceaba sobre las patas de atrás de la silla- comentó en general. Hizo un gesto con la mano a modo de saludo a Christopher y se terminó el zumo.

-¿Era una cantante o un grupo de rock sicodélico japonés en el que cantaba una chica y un chico? -preguntó a la pelirroja mientras terminaba de balancearse y se quedaba quieta con las patas de delante de la silla en el aire y mirando a la chica- y luego la tipa mirándote fíjamente ensangrentada y con la ropa rota, ¿verdad? -esbozó una sonrisa- casi salto por la ventana. Puede que Andrea sepa algo, puede meterse en los sueños y tal -comentó como si nada mientras se dejaba caer- Voy a la Sala de audiencias, si quieres preguntar a alguien, busca a Andrea, una mujer simpática que domina los sueños, o eso dice.

Se puso en pie y salió mientras se despedía con la mano de todos los presentes.

Oigo la intervención de Kyara, restándole importancia al asunto de su hermana. Es algo en lo que ya no estaba pensando, aunque si su propia hermana lo define de esa manera debe ser habitual en Nyara ese tipo de reacciones. Me pregunto si también será habitual que se le acabe pasando.

Parece que ha estado atendiendo a toda nuestra conversación. Creía que estábamos siendo discretos, pero ¿qué más da? Comenta algo de una tal Andrea, y se pira. Levanto la mano para despedirme de ella, ya que al menos hoy ha sido bastante más tratable que ayer.

Y mucho más que su hermana.

Después de desayunar, vamos a la Sala de Audiencias y buscamos a esa Andrea ¿vale?

Me levanto y voy al mostrador donde está la fruta, y sirvo un par de zumos, uno de naranja y otro de piña. No sé cuál de los dos le gustará más a Liz, de modo que llevo los dos y el que sobre me lo tomo yo. Hago lo mismo con la fruta, que es muy variada, cojo una pieza o una rodaja de cada y que elija ella. Hay naranja, manzana, melocotón, piña, sandía, pomelo...

Pongo todo en una bandeja, con unas servilletas de papel y unos cubiertos por si quiere pelar la fruta, y vuelvo a la mesa. Pero esta vez no me siento en frente, sino en la silla a su lado, situando la bandeja sobre la mesa, entre ambos.

He traído un poco de todo, porque no se que te gusta más -Aún, pero tengo intención de saberlo todo- Lo que no quieras ya me lo tomo yo, que me gusta de todo. -Sonrío, tratando de que por unos instantes se olvide de todo eso que le preocupa.

A la recién llegada la saludo con un gesto de cabeza cuando llega, nada más. No me sorprende ver como se sienta con el muchacho. Anoche no les ví por ninguna parte, no me acuerdo si es que ya cenaron o qué pasó. Yo que sé, me da igual.

Mientras me como mis tostadas, oigo las cosas de las que hablan. Sueños de gente muriendo y eso. Bueno, cosas que pasan, probablemente haya sido la súcubo para acojonarlos. Parece que con la pelirroja ha funcionado. O a lo mejor son premoniciones, no sé, esas cosas siempre están abiertas a interpretación. Bah, qué más dá, ya nos lo explicará el profesor Xavier.

Cuando veo lo juntitos que se sientan, lo amables que son, y el peloteo que se trae el muchacho, empiezo a darme cuenta por qué no les vimos ayer en el comedor. Pues al final parece que sí cenaron, al menos ella cenó salchicha. Pues bien. No obstante, no me gusta quedarme aquí mientras una pareja se pone moñas, a no ser que el tío me traiga fruta a mí también, claro, pero como veo que no va a ser así, acabo mi zumo y me voy tranquilamente y con las manos en los bolsillos a la sala de audiencias. Además, lo que hay allí me interesa más que esto.

Al parecer Kyara había estado escuchando la conversación, e intervino para mediar por su hermana y hacer referencia a la horrible pesadilla. Era exactamente como lo describió, ante lo que asentí repetidas veces. Cuando dijo que casi salta por la ventana me di cuenta de que no era la única que había tenido aquella pesadilla, o lo que fuera eso. Nos recomendó hablar con una tal Andrea, que debía tener una habilidad relacionada con los sueños. Cuando se puso en pie hice lo mismo, y me dirigí a ella.

- M-muchas gracias. - la saludé también con la mano cuando se despidió de nosotros.

Me sentía muy agradecida, pues lo que nos dijo me ayudó a tranquilizarme un poco, aunque el asunto no estuviera aún zanjado. Estaba de acuerdo con Ben, debíamos buscar a Andrea y hablar con ella, por lo que dijo Kyara seguro que podría arrojar luz sobre el asunto.

Entonces Ben se levantó a por el desayuno, y me limité a seguirle con la mirada, sin poder despegar mis ojos de él. Al regresar me di cuenta de que traía una gran variedad, a pesar de que le había dicho que eligiese lo que quisiera. Y efectivamente, sus palabras dejaron claro que había sido por mí. Aun haciendo menos de un día que nos conocíamos, la consideración y preocupación que tenía hacia mí era increíble...

No se sí me merezco tanto...

Se había sentado junto a mí, y me sonreía, haciéndome ver otra vez que no todo era malo en aquel lugar.

- Gracias, pero no tienes por qué molestarte tanto.

Aunque es cierto que hay muchas cosas que no sabemos del otro, nos conocemos muy poco...

Cogí el zumo de naranja y la rodaja de sandía, que corté en trozos con los cubiertos que también había traído. Pinche un trozo y me lo llevé a la boca, mientras le daba vueltas a aquella idea. Era normal no conocernos bien, pero aquello tenía remedio, ¿No?

- En realidad me gusta casi toda la fruta, creo que descartaría el pomelo, no me gustan las cosas amargas. - dije después de tragar. - Y prefiero el zumo de naranja, pero el de piña también me gusta, si quieres... podemos compartirlo. Y la sandía también, claro. - clavé el tenedor en otro de los trozos y se lo acerqué a la boca. - ¿Q-quieres? - se lo ofrecí algo sonrojada.

¿Molestarme? -Pregunto, sorprendido y alagado por la observación. Lo cierto es que me parece una actitud normal hacia mi... hacia la... hacia quien... Joder, hacia ella- No es ninguna molestia.

Comienza a explicarme sus gustos en cuanto a fruta, y me quedo ensimismado escuchándola, con la cara apoyada en una mano, reclinado sobre la mesa.

Pues si no te gustan las cosas amargas, has venido al lugar menos indicado. -Indico, entre la broma y un resto de la amargura del mal comienzo de mañana que ya va desapareciendo con su presencia- Este castillo está lleno de amargados.

Y no sólo las hermanas simpatía, que parecen turnarse el puesto de poli bueno y poli malo. El rizos de antes también parece estar súper contento de estar aquí.

Liz ofrece compartir los zumos, a lo que me limito a asentir, aceptando la propuesta. También me ofrece un trozo de sandía, acercándomelo a la boca con la cara algo colorada. Abro la boca y cojo el trozo con los dientes de un bocado, divertido por la situación.

Ño jomo... -Me doy cuenta de que estoy hablando con la boca llena, y casi me echo a reír y se me escapa la comida de la boca, así que mastico un par de veces y trago antes de volver a intentarlo- Perdón, yo como de todo, aunque lo que más me gusta es lo más dulce -Digo con un doble sentido, guiñándole un ojo con un intento de sonrisa seductora que nunca he usado y que seguramente se me de fatal.

Tú eres lo más dulce.

No tenía claro si los demás estaban amargados, o simplemente la situación les superaba y actuaban de ese modo; prefería quedarme con la segunda opción. No había echo nada con mala intención, y si querían pasar de mí... Podría soportarlo, pero me molestaba que Ben hubiera tenido que aguantar reproches que si no fuera por mí no habrían existido, o que pudieran marginarle de alguna forma.

- Yo... Lo siento. Intentaré arreglarlo. - asentí decidida.

Al tomar el trozo de sandía entre sus dientes, me quedé absorta mirándole los labios, pero cuando intentó hablar me sacó del ensimismamiento y me dio la risa. Estaba muy mono de aquella forma, me encantaba que me hiciera reír.

Cuando dijo que le gustaba lo más dulce, con un claro doble sentido, que capté al guiñarme el ojo, volví a sonrojarme.

- Tampoco soy tan dulce, ¿No? - pregunté tímida, mientras inconscientemente me ponía a jugar con mi pelo. - ¿Y qué más te gusta? - tras unos segundo concreté. - De hobbys, digo, aficiones y eso... A parte de la bici y la moto. No hablaba de mí. - expliqué un poco nerviosa por lo que hubiera podido entender en un principio.