Partida Rol por web

Christofer se lanza a juguetear con Lía, y yo me sigo preguntando qué hay exactamente entre esos dos. Hasta que el olor del mejunge que tengo en la mano me provoca una pequeña arcada. Joder, esto es imposible de beber...

Me pongo en pie, sonriendo por la propuesta de Chris. No voy a escurrir el bulto y dejar de beber lo que me queda de este veneno, a ver si me van a llamar rajado o algo, pero no tengo intención de que la siguiente copa sea como ésta.

Me acerco al mueble bar y dejo mi vaso sobre él, agachándome para ver lo que hay. Licores de todo tipo, al parecer, y también algunos refrescos. Veo que los hay de cola, naranja, limón, y otros al fondo con colores más raros que no se ni qué son. Ni me apetece ponerme a mirar etiquetas. Hm... y vodka...

Me levanto con la botella de vodka en la mano, sacando también algunas botellitas de refresco de naranja. Nunca lo he probado, pero algunos chavales tomaban de esto en las fiestas del equipo de lacrosse. Me giro y cambio la música del equipo, a ver si logro que suene algo más marchoso. No soy muy bailarín, pero me gusta la música movida. Cojo unos vasos grandes, les echo hielo dentro, y empiezo a verter el vodka hasta cubrir los hielos. Mientras tanto, no puedo evitar muy verme al ritmo de la música, sonriendo como un tonto. Debe ser la bebida, que está empezando a hacer efecto.

Bueno, pues habrá que seguir.

Cojo mi vaso y lo apuro de un trago, sintiendo un nudo en el estómago al tragar mientras un escalofrío me recorre la cara. Sacudo la cabeza un par de veces y parpadeo ostensiblemente, antes de seguir con la operación. Abrir botellines de refresco y vaciarlos en los vasos. Moviéndome como si quisiera ponerme a bailar en cualquier momento y comenzando a tararear.

Cojo un par de vasos y me acerco a los demás, ofreciéndoselo a Chris y Lía.

Vodka con naranja, tortolitos -Suelto antes de darme cuenta de la broma, sin temor a que no les vaya a sentar bien- Algo suave para alargar la fiesta.

Regreso al mueble bar y cojo otros dos vasos. Uno lo dejo en la mesa frente a Kurt, que parece en otro mundo. ¿Caerá redondo? Tiene toda la pinta... El otro se lo ofrezco a Liz, guiñándole un ojo, antes de volver a por mi propio vaso.

¿Y si les dejamos sitio? -Le digo de repente a Liz, sin pensar ni avergonzarme como es habitual- Los torturadores necesitan su espacio. -Ofrezco la mano a Liz por si acepta levantarse y venir conmigo. De repente tengo unas ganas locas de bailar, aunque suponga hacer el ridículo...

Mientras a mi lado Christopher y Giulia se enzarzaban en un combate de cosquillas, miré como Ben se levantó para dirigirse al minibar. Continué mirando como la pareja peleaba por hacer que el otro se rindiera, no pudiendo evitar alguna pequeña risa, pero de vez en cuando observaba de reojo a Ben.

Pronto se acercó a nosotros, repartiendo vasos de lo que parecía algo con naranja. Me guiñó un ojo y se fue, momento en el que, sosteniendo el vaso con ambas manos, eché un pequeño trago para probar la bebida.

¿Qué es esto? Sabe a…

La fiesta de días atrás volvió a mi mente, así era como sabía la boca de Brad, puede que algo diferente, pero sin duda habría bebido algo por el estilo. Ben no tardó en regresar, ofreciéndome su mano e instándome en dejar espacio a Christopher y Giulia. Me había quedado ensimismada pensando en el hermano de Ashley, pero estaba allí para pasarlo bien, no podía dejarme llevar por aquello.

Decidida, volví a acercar el vaso a mis labios y le di un largo trago, antes de sostenerlo con una para así tomar la mano de Ben y levantarme.

-Sí, será lo mejor. – respondí a la vez que me levantaba y solté su mano. - ¿Q-quieres bailar? – propuse con una sonrisa tras echar otro trago.

La verdad es que a pesar de que me gustara bailar no solía animarme a hacerlo en público con facilidad, y menos cuando nadie más aún bailaba, sin embargo, cada vez me encontraba más relajada.

No estaba preparada para la venganza de Chris, así que su ataque le pilló desprevenida. Intentó deshacerse del brazo de Chris entre carcajadas, en parte satisfecha de haber logrado chinchado lo suficiente al villano.
-¡Aahhh! ¡Maldito!- se quejaba entre una mezcla de quejidos por los pinchazos y risa tonta por las cosquillas-¡Mi vendetta será terrible! ¡No me rendiré! ¡No te dare ése Ay! ¡Ése piacere!-cada vez que le pinchaba daba un bote, revolviéndose por las terribles cosquillas.

Al volver Ben con más bebida se preocupó de recuperar los minutos que se había separado de Liz, volviéndose a juntar con ella. -¿Cómo que tortolitos? ¡Quédate con tus romanticismos, estoy sufriendo!¡ Ayudadme!-les pidió entre botes y carcajadas-¡Ahhh!-exhasperó al ver que la pareja estaba demasiado acaramelada entre ellos como para preocuparse de nadie más. Alargó un brazo a Kurt dramáticamente-¡Kurt! ¡Socorro!-no sonaba muy dramático ya que las cosquillas hacían que soltara carcajadas entre los auxilios.

Sonrío un poco más, satisfecho de como mi venganza está surtiendo efecto en la italiana.-¡Ah! ¿Cómo que vendetta? ¿Ahora empezamos con amenazas mafiosas?-digo mientras Ben deja un vaso por ahí. -¡Ah! ¡Pero él no puede ayudarte! ¡Tiene otra dama en apuros a la que salvar!-cuando estira el brazo hacia Kurt, el único que podría salvarla ahora mismo digo.-No, no, no, Herr Kurt no va a salvarte.-entonces redoblo mi ataque, a la vez que modifico mi agarre para echarle el brazo hacia atrás, perdiendo el dominio de la cabeza en el proceso.-¿No ves que yo soy medio alemán? ¡Los hijos de la capital de las salchichas se apoyan entre ellos!-no paro ni un segundo, aunque empieza a cansárseme la muñeca.-¡Rendición o falta de oxígeno en el cerebro por ataque de risa, tú eliges, pequeña mafiosilla!-

Cuando Liz se levanta trata de soltar mi mano, pero con una sonrisa socarrona la aprieto para que no me suelte, mientras me pregunta si quiero bailar. Aún estoy balanceándome al ritmo de la música cuando lo dice, pero me hago el remolón.

¿Yo? ¿Bailar? -Le doy un largo trago al vaso, uno peligrosamente largo debido a que sabe bastante mejor que la mierda esa radiactiva que preparó antes Chris, y pongo cara de extrañado- ¿Qué te hace pensar que pueda querer bailar? -Tiro de su mano, elevándola como hacen en las pelis en que salen bailes clásicos, invitándola a girar sobre si misma como las bailarinas que saben lo que hacen. Casi como si yo tuviera la más remota idea de lo que estoy haciendo.

Giulia sigue pegando gritos y risas desde el sofá, con Chris sobre ella machacándola a cosquillas. La italiana parece mosquearse un poco por el comentario de los tortolitos, aunque ahora mismo me importa poco. Tengo mucho calor, de hecho estoy sofocado, pero también me siento un poco fuera de mi mismo, alejado de todas esas cosas que normalmente me preocuparían.

¿Sufriendo? -Levanto los ojos hasta poner casi la mirada en blanco, aguantándome la risa- Sí, ya veo lo mucho que sufres, jaja.

Le doy otro largo trago al vaso y antes de darme cuenta éste está vacío. Me quedo un instante mirándolo, sorprendido y preocupado, pensando si no habré bebido demasiado rápido, pero la idea se desvanece casi al instante, cuando dejo el vaso sobre la mesa, soltándolo antes de tiempo de forma que golpea la superficie y da unos giros sobre su base antes de posarse del todo. Doy un par de pasos hacia atrás, tirando de Liz, para alejarnos de la mesa y de cualquier otro mueble.

Si voy a bailar necesitaremos más espacio, para no romper nada. Y cuidado con los pies, que el hombre pato no perdona cuando intenta hacer que baila.

Empiezo a moverme al ritmo de la música, sin soltar la mano de Liz, primero con cuidado y despacito y luego dejándome llevar.

La excitación es tal que no se si voy a poder soportarla. No es sólo algo físico, el roce de su entrepierna sobre mi miembro, el tacto de su piel en la mía, es mucho más. Su voz entrecortada, su aliento, sus jadeos, el modo en que se agarra a mí. Es su propia excitación lo que más me gusta, lo que más me hace arder. La idea de que sea yo quien le esté haciendo disfrutar tanto.

Se me escapa un gemido nervioso cuando me doy cuenta de que no voy a poder aguantar mucho más. Tanta excitación, tanto roce, tanta masturbación mutua, ahora me percato por primera vez de que sólo puede terminar de una manera. Lo siento en mi interior, en mi miembro, abriéndose camino. Y pensar en ello me pone nervioso. Se que es lo normal, pero... Me da vergüenza. Mancharé mi ropa interior, y ella lo verá ¿Qué pensará? Igual debería parar antes de que llegue tan lejos. Pero no puedo, no puedo parar, no quiero.

Ah... No, no puedo... -Confieso, extenuado y sudoroso, con la voz entrecortada- Voy a... A... -¿Cómo lo digo? No quiero sonar un malhablado- Irme...

Kurt se frota la sien. Sí, es cierto que los efectos del alcohol habían bajado con el sueño, y bien es cierto que la cosa estaba animada allí, la pareja y Chris en lo que parecía un ataque traicionero basado en cosquillas, que parecían haber nacido en base a el ronsky que parecía por como se comportaban haber pegado fuerte allí.

Cuando Lia pide ayuda, se incorpora con algo de esfuerzo, esbozando una sonrisa pícara. Nada más lejos de la realidad, aunque el termino hermanos de la salchicha podía ser interpretado más bien como un elogio burdo, decide acercarse a ella para darle la mano, pero antes de darle tiempo a una reacción, decide comenzar también a cumplir la vendetta de Chris. Si seguían así durante mucho tiempo, la chica acabaría ahogándose de la risa, lo cual sería una muerte extrañamente agridulce.

A los pocos segundos, él decide parar y sentarse en el reposabrazos del sofá. No quería ser partícipe del primer homicidio provocado desde que estaban allí.

Kurt llevaba bastante tiempo alejado del tabaco. Era más una afición que una adicción, pero de vez en cuando apetecía uno. Solía experimentar una sensación parecida a la que se siente al poner la radio y que esté sonando Motörhead. Era poco habitual, pero cuando sucedía era bastante agradable. 

- Siempre podríamos poner algo de música. - Dice Kurt, a bote pronto. 

Nuestros gemidos se intercalaban mientras seguíamos moviéndonos el uno contra el otro, haciendo que nuestros sexos se acariciaran sin cesar, provocando un ardor cada vez mayor en estos. Pero la melodía de jadeos cesó cuando Ben se pronunció, aunque de forma dificultosa. Cuando comenzó, mi primera reacción fue la de sorpresa.

¿No puede? Eso es que…  ¿No quiere seguir?

Sin embargo, aquella idea desapareció tan pronto como vino, ya que su expresión decía todo lo contrario, y al terminar de hablar caí en a qué se refería. Me sonrojé aún más, si aquello era ya posible, y finalmente emití una respuesta.

-V-Vale...  – fue lo único que se me ocurrió decir, con mi voz igualmente entrecortada, pero esperaba que con ello le quedara claro que estaba de acuerdo.

Cogí entonces el brazo cuya mano no tenía en mi trasero y lo llevé hacia delante, haciendo que su mano reposara en uno de mis pechos, mientras volvía a retomar los besos y jugueteos con mi lengua cerca de su oído y en su cuello. Continué así jadeante sobre él, alternando tales caricias con la admiración del gesto de su cara, pensando que aquello que se avecinaba se debía a mí.

Lia se revolvía entre espasmos y carcajadas. Su risa sonaba cantarina, como cuando hablaba en italiano con ésa característica entonación.
-¡Ahhh, para para para!- insistió con incipientes lágrimas en los ojos. Kurt se levantó y le ofreció una mano, haciendo que Lia se sintiera por un momento esperanzada. Pero fue en vano, pues se alió junto a Chris y ambos la acribillaron a cosquillas-¡Juro que me lo pagaréis! Vosotros dos, bárbaros...¡sufriréis mi ira!- exclamó, mirando a ambos de reojo con sus intensos ojos verdes.
Cuando Kurt se retiró, se revolvió fuertemente girando cual cocodrilo y empezó el contraataque torpemente hacia el costado de Chris, demostrando que no moriría sin luchar. Kurt recibiría en su debido momento por la traición cometida, éso era por seguro.
- ¡Maldita salchicha, no pienso rendirme! -balbuceó contraatacando como podía.

La respuesta de Liz es tan clara, tan directa, que la vergüenza desaparece por completo. Ella lo acepta, le parece bien, incluso se anima un poco más al deslizar mi mano hasta su pecho, mientras continúa con sus besos y caricias, mientras ambos no podemos dejar de movernos adelante y atrás, a un ritmo acompasado y perfecto, dos personas sincronizadas en buscacde un mismo placer.

Mi mano aprieta su pecho con una mezcla de ternura y pasión, es la primera vez que toco uno, y casi al instante el sujetador me resulta un estorbo. Paso mi mano por el tirante y lo deslizo por su hombro dejándolo caer, liberando la presión sobre el pecho y acariciándolo ya sin impedimento. Incluso bajo la cabeza y comienzo a besarlo, primero por arriba, y luego bajando hasta alcanzar el pezón.

Pero entonces tengo que levantar la cabeza de nuevo, mirar a Liz a los ojos. Ya llega, no puedo más, me lanzo a por los labios de mi novia apasionadamente mientras acelero el ritmo unos últimos instantes.

T-te quiero, Liz, te quiero...

Y entonces llega el éxtasis, noto el increíble placer en mi miembro en erupción y en mi cuerpo extenuado, que se ve recorrido por un tremendo escalofrío de placer. Noto la humedad en mi ropa interior, y un frescor repentino en mi piel, cubierta de una fina película de sudor.

Me abrazo a Liz, con mi rostro apoyado en su hombro y los ojos cerrados, jadeando. Cada poco tiempo, beso su piel con ternura y cansancio.

Te quiero...

Cada vez me sentía más excitada, más fuera de control. Continué besando el cuello de Ben mientras notaba como este tocaba mi pecho y se deshacía del tirante para continuar haciéndolo con este desnudo. Al notar que agachaba la cabeza retiré la mía de su cuello, dejándole vía libre para besar mi pecho, inclinando hacia atrás mi cabeza con cada gemido.

Pero al llegar a la zona más sensible se detuvo y me miró, haciendo que yo también me detuviera frente a él. Me miró a los ojos, pero de una forma que no había hecho nunca antes, y comenzó a besarme de forma pasional, casi salvaje, mientras yo correspondía sus besos y notaba como aumentaba el ritmo.

Escuchar que me quiere con la voz entrecortada me resultaba tan tierno como estimulante. Me limité a sonreír como respuesta, mientras acompañaba sus movimientos con los míos, gimiendo mientras le miraba, y lo que Ben anunciara momentos antes sucedió. Fui deteniéndome al notar su cuerpo rígido y cómo ahora hasta sus jadeos se entrecortaban, al finalizar se abrazó a mí y apoyó la cabeza en mi hombro, ante lo cual yo también le abracé. Estuvimos así unos momentos, en los cuales él besaba mi piel cada cierto tiempo.

No sabía qué decir. Ni siquiera sabía si debía decir algo. ¿Qué se esperaba ahora de mí? ¿Está bien que le siga abrazando? ¿O querrá que me levante ya? Entonces volvió a decirlo. Me quería.

-Y yo… - le dije tomándole de los hombros para separarle unos centímetro de mí y cogí su cara entre mis manos, sujetándola ante mi rostro unos segundos. – Yo también te quiero. – le dije mirándole fijamente y le besé.

No fue un beso largo, pero si suave y tierno. Entonces subí el tirante del sujetador, volviendo a cubrir mi pecho, y me quité de encima suyo, sentándome junto a él en la cama.

Su respuesta no se hace esperar, y tomando mi rostro acalorado entre sus manos me dice que me quiere y me besa con ternura. Me separo un poco mientras se sube el tirante y se aparta de su posición sobre mí, sentándome a mi lado. Mi mano no se aparta de su cuerpo, acariciando su espalda mientras con la otra cojo la sábana para taparnos. No por vergüenza, precisamente.

T-tengo un poco de frío... -Digo tímidamente, mientras me acurrucó junto a ella.

Ben empezó a sentir frío y nos tapó con la sábana, sin dejar de acariciarme la espalda.

-Normal… - dije mirando su cuerpo semidesnudo y sudoroso acurrucarse contra mí.

Yo también estaba algo sudada, pero aún me encontraba acalorada, por lo que no había visto la necesidad de taparme. El deseo aún era predominante en mí, y no me había parado a pensar en cosas como que pudiéramos coger frío.

Me hubiera gustado continuar, llegar al clímax al igual que había hecho él, pero estaba visiblemente cansado; aunque en caso contrario tampoco me imaginaba diciéndole que quería seguir.

Me quedé mirándole con ternura, acariciando su pelo con una de mis manos, simplemente viéndole descansar.

-Quizás la sábana sea poca cosa. – dije finalmente, secándole el sudor de la frente con  el reverso de mi mano.

Nos abrí paso hasta el interior de la cama, arropándonos cuando ambos nos acomodamos, y me abracé a él, apoyando mi cabeza en su pecho y rodeándole con mi brazo. Todo lo demás se desvaneció. Ahora sólo sentía el frescor de su cuerpo en mi cara y su respiración.

Te quiero tanto…

Reí cuando Ben me hizo girar sobre mí misma, aceptando mi proposición de bailar. En el proceso estuvo a punto de derramarse el contenido del vaso, pero no fue así, y este terminó deslizándose por entero por mi garganta. Terminé la copa casi a la vez que Ben, dejando el vaso sobre la mesa tras de él.

Puede que esté bebiendo demasiado rápido…

Pero este pensamiento no tardó en diluirse y volví a reírme, viendo como el resto seguía atacándose a cosquillas mientras Ben me llevaba donde tuviéramos más espacio para bailar. Sin soltar mi mano comenzó a moverse, cada vez con mayor confianza.

Está guapísimo...

Yo empecé algo tímida, pero pronto mis caderas se soltaron, dejándome llevar por la melodía sin remedio.

-¿Tomamos otra? – pregunté a mi pareja de baile y solté su mano, dirigiéndome a la mesa de las bebidas y volviéndome al resto. Kurt parecía haber desistido, pero Christopher y Giulia seguían en el sofá. - ¿No venís a bailar? – pregunté con una amplia sonrisa y volví junto a Ben tras preparar una bebida.

Me acerqué a él, puede que demasiado, y le puse el vaso frente a la cara después de haber dado un largo trago a este.

-¿Compartimos? – reí, presa ya del alcohol.

Le cedí el vaso y continué bailando, moviéndome así con total libertad muy cerca de Ben. Tras un rato volví a quitarle el vaso, con una idea rondando mi cabeza. De espaldas al resto, eché otro trago a la bebida y me aseguré de atrapar uno de los hielos con mi boca, mostrándole sólo a Ben el frío cubo entre mis labios mientras me acercaba más a él.

Comenzamos a bailar al ritmo de la música, y pronto Liz se desmelena un poco, perdiendo su timidez para dejarse llevar por la música. Yo soy un poco patoso, pero ahora mismo hasta me creo buen bailarín y todo, aunque si hubiera alguien sereno por aquí seguro que no opinaría lo mismo. Afortunadamente, no hay nadie en esta sala que se encuentre así. Además, me encanta la compañía, y moverme tan cerca de Liz hace que me olvide incluso de lo que significa hacer el ridículo.

Hacemos una breve pausa cuando le entran ganas de beber más. No se si tengo ganas de seguir bebiendo, pero tampoco es que me importe. Si quiere que bebamos, bebemos, lo que sea. Asiento y espero a que, ella esta vez, prepare la bebida. También les pregunta a los otros si se animan a bailar, pero parecen demasiado ocupados en su guerra de cosquillas particular. Menos Kurt, que no se si estará inconsciente, dormido, u otra cosa. Cuando Liz regresa me sorprende ver que sólo ha preparado un vaso, y que se ofrece entre risas a compartirlo.

¡¡Encantado!! -Respondo, más eufórico de lo que quería aparentar. Cojo el vaso y le doy un sorbo, dándome cuenta de lo difícil que es moverse al ritmo de la música con un vaso en la mano, sin derramar el contenido. De modo que debo contener mis ganas de bailar y hacerlo de un modo algo más suave, al menos hasta que Liz lo coge de nuevo.

Pero entonces, me sorprende con una diablura. Tras beber del vaso, me muestra entre sus labios uno de los hielos, mientras se acerca, provocadora. Sonrío, avergonzado por la situación pero divertido y excitado. En otras circunstancias, querría que se me tragara la tierra, pero ¡¡al cuerno!! Cojo el vaso de su mano y lo miro, poniendo un fingidísimo gesto de circunstancia.

¿Sabes? Juraría que me falta un hielo... -Digo, levantando la mirada hacia ella, enarcando una ceja- Y apuesto a que es este -Con mi mano libre me agarro a la cintura de Liz, no para que deje de moverse, sino para controlar su movimiento y poder acompasarme con él. Así puedo ir acercándome, poco a poco- Perdona, tengo las manos ocupadas, así que tendré que cogerlo así...

No se limitó a hacer lo esperado, y me cogió por la cintura acercándome más a el, moviéndose a mi mismo ritmo, mientras bromeaba acerca del hielo. Acercamos más aún nuestras caras y dejé que cogiera el hielo con su boca sin que nuestros labios se tocaran.

-Ahí tienes lo que querías. – reí, haciendo referencia a su broma sobre que le faltaba un cubito.

Entonces cogí el vaso de su mano y eché otro trago.

-Será mejor que lo dejes, te vas a enfriar... – volví a acercar mi boca, agarrándole del hombro para atraerle hacia mí.

Tomé nuevamente el hielo, de forma un tanto torpe, haciendo que nuestros labios se rozaran ligeramente, y lo volví a depositar en el vaso.

Me quedé mirando sus labios, pensando en que debían estar fríos, al igual que los míos.

-Quiero que me beses… - le susurré, completamente desinhibida, mordiendo mi labio inferior de forma inconsciente.

Al inclinar la cabeza para coger el hielo, siento un ligero mareo, una sensación de perder la cabeza y no ser propietarios de mi propio cuerpo. Es una sensación extraña, pero placentera y excitante, como si nada me importara, como si fuera imposible preocuparse por las consecuencias de nada de lo que pueda hacer. Tomo el hielo entre mis labios, sintiendo el frío recorriendo mi boca y el calor en mi rostro y el resto del cuerpo.

Y eso que ni siquiera he rozado sus labios.

Se ríe, y cuando intento hacer lo mismo el hielo amenaza con escaparse de mi boca, con lo que se ríe aún más mientras me quita el vaso y bebe otro trago. Entonces se acerca de nuevo para recuperar el hielo de nuevo, y en esta ocasión nuestros labios se rozan un poco, momento en que la excitación se apodera de mí. Y aún más cuando, tras dejar el hielo en el vaso, veo cómo se muerde el labio inferior de forma sexy mientras me dice que quiere que la bese.

¿Es que yo podría querer otra cosa?

Y yo quiero hacerlo... -Digo entre susurros, mientras acerco mis labios a los suyos, dejándolos a apenas un par de centímetros de distancia- Pero, si empiezo, no se si voy a poder parar...

El comentario es más por pura provocación que porque me importe en absoluto, como tampoco me importa ya que los demás estén delante y puedan ser testigos de esto, o lo que puedan pensar al respecto. No me importa eso, ni nada más en absoluto. Mis labios recorren esos dos centímetros de distancia, que ahora me parece un camino extremadamente largo, y se unen a los suyos en un abrazo húmedo, con los ojos entrecerrados y mis manos en su cintura. Un beso largo, suave, que no quiero que termine nunca. Pero lo hace, y separo mis labios de los suyos tan sólo un poco, dejando mi rostro junto al suyo para susurrarle nuevamente, con una sonrisa y las mejillas encendidas.

¿Y-y si nos vamos?

Respondió a mi petición con palabras antes que con hechos, haciendo que mi deseo fuera en aumento con sus provocaciones, primero al acercar su boca, y después con una tentadora posibilidad. Aún así me mantuve en mi posición, moviéndome ligeramente al ritmo de la música, esperando a que fueran sus labios los que se posaran en los míos, y finalmente así fue.

Mientras nos besábamos suave y pausadamente, él me sujetaba por la cintura, y yo sostenía el vaso a la vez que me sujetaba a su brazo con la otra mano. Por un momento había olvidado que no estábamos solos, pero al separarse Ben de mí y formularme aquella pregunta volví a aquella realidad distorsionada por el alcohol.

-Vale… - le susurré sin poder evitar una sonrisa.

Me separé de Ben, haciendo que sus manos dejaran mi cintura, y tras dar un largo trago al vaso que casi terminó con este, le entregué la copa.

Me di la vuelta sin decir nada más, acercándome al resto antes de salir.

-Creo que ya he bebido demasiado. – reí. – Pasarlo bien, chicos. – les dije y salí de la Sala Recreativa sin esperar a Ben.

Caminé por el pasillo algunos metros, en lo que creía era línea recta, hasta que decidí apoyarme en una pared ya algo alejada de la sala. Comencé a jugar con mi pelo, impaciente, deseando ver a Ben salir por aquella puerta, y tenerle de nuevo frente a mí. Mientras pensaba en ello no podía evitar sonreír, e incluso soltar alguna pequeña risa nerviosa por las ocurrencias que se pasaban por mi cabeza.