Partida Rol por web

Turno 1105

- ¿Le gustan? - dijo sorprendiendo al mago, que dio un pequeño bote. La mujer habia llegado de súbito - Supongo que le gusta leer, pocos vienen a verme, y menso aun los que lo hacen con la intención de comprar alguno de mis ejemplares… - dijo, su voz era suave, casi sensual. - ¿Puedo ayudarle en algo…? ¿Tal vez desea saber su destino? ¿tiene que encontrar algo? Si eso es, buscas algo… sentido… sentido a tus… - y se callo para quedarse mirándolo a la espera de que dijese algo

TURNO 1105

Gelión trató de recuperarse de la sorpresa lo antes posible. Pero lo cierto es que le había embelesado aquella cantidad de libros y estaba completamente absorto cuando la propietaria del lugar le sorprendió.

No me gustan. Respondió. Son maravillosos. El bosquimano acarició el lomo con devoción por uno de aquellos códices. Si llego a viejo tal vez escriba algo.

Se giró y miró a Ercis sorprendiéndose de su belleza. Enrojeció, pudo notarlo por el calor que de repente sentía en las orejas. ¿Dónde están mis modales? Soy Gelion del bosque Hizo una afectada reverencia más propia de los salones de la ciudad blanca que de aquel lugar, pero no pudo evitarlo. Se había imaginado una anciana pero no esperaba encontrar una bella mujer. Era tan extraño encontrar belleza e inteligencia juntas que no pudo evitar el piropo que salió de sus labios.

Y si sois Ercis retaré a un concurso de ingenio a quien diga que no se puede mezclar la belleza y el amor a los libros.  Volvió a sonrojarse y además sintió que tal vez había sido indiscreto. Seguro que aquella bella mujer estaba casada o incluso tenía algún hijo alegrándole la vida. Además de que era mayor que él. Aquello no eran formas.

Disculpad dijo avergonzado de su osadía. Pocas veces había sentido un torrente de afinidad con nadie en tan poco tiempo.

Estoy buscando papel de escritura. Soy un curioso crónico, no consigo curarme por más que estudio. Parte de mis quehaceres requiere un papel especialmente preparado, usado por los eruditos. Y me preguntaba si los tiene.

Y le explicó con detalle el tipo de papel apropiado para escribir runas que andaba buscando. Asumiendo el tono profesional que adquiría cuando hablaba de sus trabajos intentaba superar el azoramiento que le había embargado.

Turno 1105

Groal continuaba maravillado por lo que lo rodeaba. Cada vez le quedaba más claro que, en términos de arquitectura, su propia cultura tenía todavía mucho que aprender. Sin embargo, a medida que lo pensaba, se daba cuenta de que algo le hacía falta. De pronto lo comprendió: el verde. Una ciudad como aquella requería una desconexión muy importante con la flora y la fauna circundante. Una idea comenzó a formarse en al mente de Groal. ¿Acaso una ciudad así sería una buena idea? ¿Sería acaso que los que debían aprender eran estos hombres, y no su propio pueblo? Tal vez la razón de mantenerse "incivilizados" no era azarosa. Tal vez el Espíritu del Oso encontraría dificultades para comunicarse en ciudades así.

Pensaba en esto y otras cosas, cuando Groal comenzó a sentir algo extraño. Una especie de epifanía. Le parecía estar al borde de descubrir una verdad incuestionable. A punto de develar un misterio insondable. La sensación de entrar en contacto con lo infinito y lo absoluto empezaba a apoderarse de su cuerpo. Y de pronto, una caída. Se había dado en las narices con una puerta. Miró al rededor, algo confundido, mientras la sensación desaparecía. Se encontró con un cartel que rezaba "El Buey Negro". Una taberna. Pues bien, ya que sea lo que sea aquello que había sentido había desaparecido, no le vendría mal ver uno de los lugares de recreación de la ciudad.

Sin embargo, Groal no se había percatado de que la "sensación" no había desaparecido. No del todo.

Turno 1105

Ercis no pudo mas que sonreír. Aquel hombre, uno mas, le había echado uno de esos piropos que tan poco le gustaban, eso si, esta vez también la habían llamado inteligente, y eso, si que le gusto.

- No hay nada que disculpar Gelion del bosque, agradezco tus palabras - era la verdad - Decidme, ?que deseáis?

Gelion le explico lo que quería, aunque todo algo adornado con su retorica.

- Bueno, eso que me pides... no es muy común, la verdad, no creo que encuentres nada en esta ciudad de amantes de los caballos y la buena mesa. Pocos son los que saben o quieren saber de esas artes que supongo conoces. - negó la mujer, parecía no tener papel rúnico.

- De todos modos, sígueme, estoy seguro de que hay algo que le podría interesar... - le dijo dándose la vuelta y marchándose hacia el interior del local, que ya estaba excavado en la pura roca. No espero su respuesta.

Sus caderas se contoneaban bajo un vestido algo ceñido, su melena negra estaba adornada con mechones caoba y en la cara tenia algún tatuaje, filigranas alrededor del ojo. Realmente no parecía pertenecer a aquel pueblo.

Solo se giro una vez, para comprobar que Gelion le seguía.

- Y dime, ¿que hace un hombre del bosque aquí, en la ciudad? No creo que hayas venido solo en busca de ese papel tan especial - en realidad no era tan raro ver a un bosquimano alli, a menudo se hacían negocios con aquellos habitantes de aquella tierra. - Menos aun con la guerra cerniéndose sobre nosotros - dijo sin dejar de mirar para adelante y alejarse

Turno 1105

El último tramo de escalones lo subieron en una exhalación para acceder a las puertas del castillo. Directo como iba y preocupado por la información que pudieran recabar apenas se fijó en la formación de jinetes, aunque sí lo justo como para reconocer entre ellos a antiguos compañeros. 

No obstante, no hizo nada por llamar su atención, pues la verdad es que a alguno de ellos prefería no verlo, así que pasó de largo para quedarse bajo la puerta esperando a que fuera abierta. 

Cuando recibió el alto, y fue preguntado, continuó con el discurso que ya mantuviera abajo en la llanura - Somos caminantes en dirección a la Ciudad Blanca que acaban de descubrir que los rumores de guerra han dejado de serlo. Buscando asilo y cobijo tras vuestros muros para poder continuar con nuestro camino, uno de los soldados que custodian el acceso a la ciudad, tras dejarnos pasar, nos dijo que podíamos venir aquí para recabar información sobre cómo están las rutas de aquí a Minas Tirith, y a eso venimos. - dijo.

Turno 1105

- En mal momento llegáis, marchan a la batalla, esperad - y se giro, desde allí arriba hizo algunas señas a alguien, un instante después las puertas se abrieron silenciosamente.

Las puertas se abrieron, y otro guardia distinto les dejo entrar. Los acompaño silencioso a la sala de guardia, una sala grande, equipada con todo lo que un soldado necesita para sus guardias; un armero con arcos, lanzas y escudos; una mesa con sillas y una baraja de naipes encima; una alacena con comida; y un buen fuego encendido.

 El soldado que los acompaño volvió a salir a su puesto, dejando a los enanos en la compañía de otros cuatro soldados que se encontraban sentados, jugando a las cartas. Unos saludos y siguieron a lo suyo. Un quinto salió después, el no estaba jugando, a avisar al cabo de guardia.

- Ahora vendrá el oficial de guardia, esperen aquí - dijo sin mas antes de salir por la misma puerta por la que habían entrado.

Oin sigue a Draupner sin grandes problemas a pesar de la evidente diferencia de altura. Mientras sube, medita sobre la situación. La verdad es que si esos cerdos quieren subir hasta aquí van a tener problemas. Finalmente, alcanzan la cima y allí observan durante unos segundos a los jinetes dispuestos para la batalla. No es su guerra y menos, una con caballos y flechas, así que no se digna a darles más que un rápido vistazo. No obstante no puede más que enarcar una ceja cuando ve a los ex-compañeros del grupo. Se encoje de hombros y se centra en su actual misión. Deja hablar a Draupner mientras balancea el peso de un pié a otro y menea el martillo de delante a atrás.

Tras hablar con el guardia, lo siguen al cuerpo de guardia. Aquellos perezosos humanos, no se han debido dar cuenta de que hay una guerra en ciernes. Carraspea y escupe al suelo sin miramientos, tras lo cual saluda con la cabeza más por costumbre que por respeto y sigue con la mirada la jugada. 

"Tienes trolles... tonto'laba... machácalos" piensa para sí echando de menos por un momento una buena mano de cartas. Conoce el juego de los Trolles al que están jugando. Adoraría ese juego, si no fuese una pérdida de dinero y el dinero hay que guardarlo.

Acerca su cabeza a la de Draupner y le comenta en voz baja y en Khazalid:

- ¿Los has visto? Se van a enfrentar a los orientales...

Turno 1105

El pobre hobbit estaba plácidamente durmiendo en la cama cuando unos golpes le despertaron. No tuvo ocasión de reaccionar, ni siquiera estaba seguro de que los producía, cuando la voz del posadero le sacó de dudas. Tras escuchar medio dormido lo que le decían, intentó reaccionar.

-¡Será posible!, ahora que estaba tan a gusto me tengo que ir de aquí. ¡Y encima cuando ya hemos pagado!-pensó. Tras rascarse la cabeza, cayó en la cuenta en las palabras del posadero y rápidamente se vistió y recogió todas sus cosas. Salió de su habitación y rápidamente se fue a buscar a Ilidan. Entre los dos buscarían al resto.

Turno 1105 (II)

Gelion no pudo evitar explayarse, llevaba demasiado tiempo huyendo para mantener su vida y cumplir el encargo que les pidieron. No podía ni quería evitar una buena diatriba y menos con aquella dama. 

Mi historia es larga y no demasiado divertida. A pesar de nacer en los bosques siempre me atrayeron más los misterios de la naturaleza y el porqué de las cosas. Yo no lo sabía pero desde pequeño buscaba las palabras de los eruditos y como no los tenía paseaba e intentaba razonar las cosas y sus motivos. Mi padre me envió por mis inquietudes a la ciudad blanca. Y terminé atendiendo a los clientes de la Hostería Vieja, sirviendo de camarero, pues a los pobres no les dejan consultar las bellas bibliotecas sin pagar un buen dinero. 

Al final, de un modo u otro, conseguí que me instruyeran y he aprendido a conocer mi ignorancia. Cada vez que aprendo algo nuevo descubro que sé menos de todo lo demás y estaba volviendo con los míos cuando fui capturado por  unos bandidos. Desde ese punto hasta ahora todo ha sido demasiado peligroso y raro como para que se me creyese sin un buen par de tragos. Y luego tuvimos que huir de la guerra hasta llegar aquí. Me dirijo de vuelta a la ciudad blanca con unos amigos. 

El bosquimano quería averiguar más cosas de Ercis e intentó hacerlo con tacto. Disimuladamente observaba el vaivén de aquellas piernas. Algo le decía que ella iba a agradecer más que elogiasen su inteligencia que su belleza de modo que comenzó de este modo.

Es extraño, siempre pensé que aquellos que tienen pasión por las letras y el conocimiento lo hacen cuando han tenido tiempo para equivocarse en su juventud y a pesar de ello han alcanzado la madurez. Sin embargo vos sois joven y mostráis amor por los códices. Lo deduzco por el excelente estado que tienen los libros que vendéis. Decidme, ¿cómo os decidisteis a poner este negocio? Sois muy afortunada de disponer de este local. Si tuviese suficiente dinero tal vez me asentaría y pondría un negocio parecido.

Turno 1105

Mientras avanzaban hacia el interior de la cueva en la que estaba excavada la mayoría de la tienda, Gelion relataba las desventuras de su vida, sus viajes, y fatigas. La mujer escuchaba sin inmutarse, sin girarse, pero gesticulando con la cabeza para hacer saber que estaba escuchando.

La librería se adentraba en la roca, un lugar fresco que mantenía siempre la misma temperatura, cosa buena para los libros, pero que sorprendentemente no rezumaba humedad, como hubiera sido lo lógico. Tal vez hubiera algún sistema de ventilación, o algún artefacto que sacas la humedad de la roca, de las filtraciones que no se veían por ningún lado. El local bien parecía un hormiguero. Había muchas salas distintas, unidas por galerías adornadas con estanterías y libros, Gelion había perdido ya la cuenta de cuantos ejemplares había allí dentro. Una sala magnifica, daba a una aun mejor. Alfombras, tapices, mesas... Todo bien iluminado por antorchas en la pared y velas que descansaban sobre sencillos candelabros de madera en las mesas, atestadas de libros amontonados.

- Digamos que yo no decidí poner este negocio, lo herede de una persona muy querida cuando ésta falleció - sin embargo no mostro tristeza alguna, como si hiciese mucho tiempo ya de ello.

- Ya me equivoque en mi juventud, tengo la experiencia necesaria para poder hacerme cargo de un... negocio como este. No te dejes engañar por tus ojos, pues realmente la belleza esconde algo mas, es mas que amor lo que le tengo a estos libros... - No se detenía, aunque si que miraba atrás para cerciorarse de que Gelion lo seguía.

Varias cámaras después la chica se detuvo en una sala muy parecida a las demás. Lo único que la diferenciaba, era que esta era casi redonda y sus librerías ocupaban toda la pared excepto un pequeño hueco con una puerta, no media mas de metro y medio y sobre ella, mas tomos ocupaban un lugar en las baldas. En el centro una mesa, redonda como la habitación, amplia. Estaba peor iluminada, pues tan solo dos candelabros de bronce sobre la mesa, sujetaban dos velas mayores que las que había visto hasta ahora. Sobre la mesa, tres libros, solo tres libros. Tres ejemplares de buen tamaño con cubiertas de cuero y sus nombres grabados en ellas. Los títulos no estaban claros, Gelion no conocía aquellas lenguas, aunque dos de ellas tenían alguna similitud con el  sindarin que si conocía, eran de algún tipo de lengua élfica. Sus títulos eran "Oilima Markilla" y "Amaurëa". El tercero, sencillamente rezaba con las letras comunes "Zâin Kuluban". Mismas letras, distinto idioma, seguía sin saber que decía.

- Observa amigo Gelion, como amante de los libros que dices ser, esto te gustara - Le tendió el brazo para que el mago se pusiese junto a ella frente a los libros. - son tres libros muy especiales para mi, revelan cosas maravillosas, si sabes como leerlos - dijo enigmática. su voz suave era muy agradable.

- ¿Deseas un poco de vino?, - dijo señalando una de las baldas donde había una botella y algunos vasos amontonados. - Enseguida estaré contigo, entretanto puedes ojear uno de ellos, enseguida estaré contigo. - y sin mas respuesta salió por el mismo pasillo por el que había entrado.

Turno 1105

Se despertó adormilado, no obstante ni siquiera debía de haber pasado una hora desde que se había echado, pero ya había entrado en un sueño profundo. Por esa razón, no se levantó ante las palabras del posadero, es más creía probable que estas y la llamada a la puerta nunca se hubieran producido.

Esto fue así hasta que no pasado ni dos minutos empezó a escuchar el ruido de una tabla siendo amartillada. Abrió los ojos de nuevo, y se levantó velozmente sin preocuparse como quedaban el par de mantas. Rápidamente se puso de pie el pantalón, aunque no sin complicaciones, porque cuando tuvo una pierna metida en la pernera estuvo a punto de trastabillarse y caer, aunque con unos pequeños y cómicos saltos pudo recomponerse.

Era como en aquellas situaciones pasadas en las que tras acostarse con una criada de su madre o con la hija de algún otro noble, tenía que darse prisa para salir por patas o esconderse. No obstante aunque no le gustaba presumir de ello, la realidad es que la naturaleza le había agraciado con un cuerpo tonificado, también por el entrenamiento, y una cara agradable que con su tono de piel aceitunada hacían seguramente que más de una mujer lo deseará.

Cogió la camisa de una de  las perchas, se la puso abierta por delante e hizo girar la llave para abrir la puerta. Luego, mientras bajaba descalzo las escaleras fue abrochándose la camisa como pudo.

Cuando llegó al salón principal, llamó al posadero.- Posadero...!!!- Escuchó los últimos martilleos, que hicieron que lo localizará mejor. Se empezó a dirigir hacia allá, cuando el posadero salió a su paso.- ¿Ocurre algo?.- No había acabado casi de formular esa pregunta, cuando sin dejarle tiempo a recibir respuesta, realizó otra.- ¿Van a entrar en batalla ya?- Se quedó expectante a la espera de que el posadero le respondiera  al por qué de su marcha y el cierre del establecimiento.

Turno 1105

El hobbit llego abajo, Ilidan había sido mas rápido, aunque  era normal, pues aun se estaba terminando de vestir cuando ambos conincidieron en el salón común. 

Ilidan yá estaba llamando al posadero, que se apresuro a entrar cuando cesaron los golpes.

- Lamento mucho haberos levantado de la cama, os devolvere el dinero adelantado por las habitaciones - dijo sabiendo que no habia pasado mas que tres horas desde que se habian ido arriba. - Al menos en el frente del norte, los soldados han salido a combatir contra el enemigo, nos han pedido a todos, cualquier hombre capaz de colocarse una armadura y sujetar una espada, que formemos tras los jientes del este, para aparentar ser un ejercito mayor... - dijo nervioso - Tengo que terminar de tapiar las ventanas y la puerta, por Araw espero que no toquen mi negocio, es mi vida...

Turno 1105 (continuación)

Bolgo miró a Ilidan primero para luego encogerse de hombros y dejar los trastos en el suelo

-Le ayudaré, igualmente no sé donde pueden encontrarse nuestros compañeros y creo que es una locura salir en estos momentos dando vueltas en la ciudad dadas las circunstancias. ¿No te parece Ilidan?

Turno 1105 (Continuación)

-No pasa nada.- Se refería a sobre que les hubiera despertado. Además si les devolvía el dinero, no había nada que echar en cara. Con la guerra llamando a la puerta aquella situación era de lo más común.

-Sí, será lo mejor Bolgo. Ayudémosle.- Después de decir aquello se le escapo un bostezo. La situación les permitiría hacer tiempo hasta que el resto llegará, y entonces quizás decidir conjuntamente con las nuevas que trajeran sobre los comerciantes su relación con la guerra.-Esperad un momento, iré a acabar de vestirme.-

Subió a su habitación, dónde se vistió con más tranquilidad  y ya recogió todas sus pertenencias para bajarlas, y tenerlas a su lado. Luego, junto a Bolgo, ayudó al posadero a tapiar las ventanas y la puerta.

RESOLUCION TURNO 1105
 

Fueron despertados, pero lejos de enfadarse, ambos amigos comprendieron la situación del posadero. Tenía que poner a salvo su negocio, como si el hecho de tapiar puertas y ventanas fuera a salvaguardar aquel local.

El posadero les devolvió el importe de las habitaciones, solo habían dormido tres horas escasas y no tenía ganas de discutir.

Asombrosamente Bolgo e Ilidan se ofrecieron a ayudar al hombre, que muy sorprendido acepto, no era normal que dos extranjeros, mas aun esos tan extraños, un sureño y un hobbit. Ataviados con varias maderas y un par de martillos el posadero y su hijo, ayudados por Bolgo e Ilidan, tardaron apenas un par de horas en tapiar las ventanas de la posada y las cuadras. Dejaron para el final la puerta. Pero antes de hacerlo, obsequio como pago por la ayuda, a los dos amigos, unas alforjas llenas de comida. Pan, frutas, legumbres, cecina y tocino. Agradecido les había colocado todo sobre Wyd, además de ayudarlos a cargar las pertenencias sobre el animal, nada sabia el que ese animal no era de carga. Sin embargo no le dijeron nada.

Se despidieron mientras padre e hijo, ya ataviados con una armadura que no era de su talla, y toscas espadas, seguramente sin filo, se marchaban al frente este. Ilidan y Bolgo, sin saber bien que hacer, tomaron el camino que llevaba a la ciudad, que se alzaba allí delante. Iban lentos, no sabían bien por dónde empezar a buscar, o si era mejor quedarse allí. Al menos el sol brillaba alto en el cielo, y no había atisbo alguno de lluvia,

RESOLUCION TURNO 1105
 

Allí quedo Gelion, solo, en aquella recóndita habitación que parecía estar excavada en el mismísimo centro de la roca. Estaba situado junto a la mesa, con tres tomos de libros, bastante antiguos delante. La luz de dos velas que había sobre la mesa, aumentaban la visibilidad que las antorchad de la pared ofrecía. No era mucha luz, pero si suficiente para invitar a la lectura.

La mujer se había ido rápidamente, dejando solo a Gelion, ofreciéndole antes algo de vino que había en una de las repisas. A Gelion le intrigo todo aquello. Tres tomos, bien colocados, con nombres que no comprendía, seguramente estarían escritos en otras lenguas, y no entendería nada de lo que en ellos ponía, sin embargo la curiosidad era grande, su amor por los libros era grande.

Espero aun un rato, pero Ercis no aparecia.

RESOLUCION TURNO 1105
 

Esperaron un largo rato, aunque viendo lo que ocurría fuera, era normal, seguramente todos andarían bastante atareados con semejante movimiento de tropas.

Fuera escucharon algunos gritos y ruidos, y luego el retumbar del suelo indicando que se ponían en marcha. Marchaban a la guerra, y los que un día fueron compañeros suyos, iban con ellos.

El día los acompañaba. Un soleado aunque frio día, sin nubes ni nada que amenazase lluvia, un día perfecto para la guerra. Los enanos querían saber que había ocurrido con los ailgrathas, si había supervivientes, si alguien había logrado escapar. Con el ejército, supuestamente aniquilado, viajaban Agranil, Egorant y Dorrhand, y además portaban la armadura. Esto hizo pensar a Draupner si habían elegido la mejor opción abandonando a los esgarothianos. Tarde para planteárselo si quiera. No sabían si habría opción a encontrarlos, aunque fuese malheridos.

Finalmente al cabo de media hora, apareció otro soldado, más bien un oficial.

RESOLUCION TURNO 1105
 

Groal entro en el “Buey Negro”. Era una taberna algo sucia, nada comparable con el “Caballo enojado” donde habían llegado esa misma mañana. Dentro habia diez personas, pero no estaban bebiendo, ni comiendo. Estaban tapiando con tablones las ventanas desde dentro, y después poniendo sillas y mesas ante el nuevo cierre. Eso sorprendió un poco a Groal, que por otra parte, a pesar de su tamaño, habia pasado desapercibido.

Unos minutos pasaron hasta que un hombre, orondo y grasiento, con un mandil blanco slapicado de manchones, se le acerco. Era el posadero y tan solo le dijo que estaba cerrado antes de continuar con su labor.

Groal, viendo que no sacaría mucho de aquella situación, fue a visitar las otras dos posadas que habia allí, en la calle de la Jarra. Todas ellas estaban ya tapiadas, al igual que estaban haciendo con la primera. Fue entonces cuando se dio cuenta de que muchas casas estaban asi, cerradas a cal y canto… Y Groal quedo en mitad de la calle, poca gente pasaba alrededor, pocos le prestaban atención, corrían de un lado a otro…

Turno 1106

-Gracias, aunque no habría echó falta.- Se refería por supuesto a la gran cantidad de comida dada por el posadero. Luego se despidieron de ellos sin saber lo que la fortuna les depararía, aunque si entraban en combate seguramente acabarían mal, era una pena que gente no combatiente tuviera que verse en tales circunstancias.

Ahora todos sus planes de esperar allí al resto se habían esfumado, o no, aun podían hacerlo pero dada esa situación era verdaderamente lo adecuado. La  realidad era que no sabía que camino escoger exactamente, salvo eso sí, no acercarse al frente oeste.

Sin embargo, debía de tomar una decisión, por eso dijo.- Deberíamos acercarnos a la ciudad.*- Aunque no lo pareciera, Ilidan si que esperaba la opinión al respecto de Bolgo.