Partida Rol por web

Uno de los hombres reacciona raudo ante la mala acción de Hellin y descarga una estocada horizontal directa contra el tronco de la asesina. Ésta no puede reaccionar a tiempo, aunque sí lo suficiente como para pegar un leve salto hacia atrás, lo suficiente como para que el arma no se clavara en su costado de lleno. La espada de aquel hombre hizo una herida lacerante en el estómago de la asesina, pero no era nada especialmente grave para ella. Una molestia. El otro se da la vuelta y se pone en guardia mirando a la Ilusionista, a la expectativa del próximo movimiento de la mujer.

Holly demostró que su continuo entrenamiento físico de verdad servía, no como muchos otros pensaban. La tecnicista lanzó una tremenda patada a la parte superior del torso de su contrincante, clavándola en su cuello. El hombre apenas pudo levantar las manos en acto reflejo, pero era demasiado tarde. Tras bajar la pierna su puño se dirigió hacia el rostro de su contrincante como una exhalación, estrellándose contra éste y haciendo saltar de la boca del asaltante trozos de dientes y sangre. Estaba muerto antes de tocar el suelo.

En la otra habitación Bredo no tuvo más piedad que sus compañeros, quizás por la adrenalina o quizás por su nueva 'condición' mental. El daimah dió un paso en diagonal que le aventajó en posición a su enemigo, dejando en dos ocasiones dos graves marcas de garras en el cuerpo de su contrincante, que, incapaz de soportar el dolor, se desplomó contra el suelo. Era difícil saber si estaba muerto o solo inconsciente en medio del fragor de la batalla.

Holly, sintiéndose imparable, salió al pasillo una vez más. Vio que Hellin estaba herida y que Athena no podía con los dos enemigos que tenía en frente. La Tecnicista soltó un grito de batalla, corrió por la pared para acercarse a ellos y con el impulso lanzó una patada al pecho del más cercano. Girando sobre sí misma una vez en el suelo envió un golpe seco a la garganta del segundo, con el objetivo de partirle la tráquea.

Bredo no dedico no desperdició ni una pizca de compasión con el desdichado. Ni lo miro, no le importaba si seguia vivo o muerto, lo que contaba era que ya no resultaba una amenaza. La vida de un cuervo nos del pajaro, sino del amo del mismo, jamas podia habia sido capaz de borrar tales palabras de su mente., era un triste recordatorio de cual era su vida, ¿Pero podía cuestionar él camino que la vida le habia llevado a seguir? No, seguro que no. Al fin y al cabo ellos siempre habían cuidado de Bredo, ¿que menos podía hacer el que estarles más que agradecido!.

No tenía rasguños, pero sus manos estaban cubiertas de una pelicula de sangre, y de las punta de sus afiladas garras goteaban rojo como un solemne recordatorio de su cometido. Con lentitud se limpio con el reverso de su capa y se digno a escuchar todo lo que sucedia a su alrededor. Esta bien, se dijo a si mismo, Eso es lo correcto. El baile de golpes y gritos resultaba hasta cierto punto reconfortante, a la par que macabro y escalofriante, pero eso no le inpido al daimah cerrar los ojos, estirado ya en su lecho, y retomar el sueño que aquel pobre desgraciado habia osado interrumpir...

Hellin nota una línea de calor seco abrírsele a través del estómago cuando el arma de su oponente le araño las tripas. Vaya noche. Primero la cogen desprevenida y ahora uno de estos idiotas logra herirla. Todo está saliendo mal. Una furia irracional se apodera de ella. Esto se va a acabar, y si no es por las buenas será por las malas.

Cegada por la rabia y sin pensar ni siquiera en lo que está haciendo, la mano de la asesina sale disparada y coge el arma de su atacante por la hoja mientras la está retirando. Ve su propia mano como  través de una neblina, producto de la ira. No siente siquiera como los bordes afilados le cortan la palma, ni dolor alguno cuando tira de la hoja y atrae al hombre hacia sí, lanzando la mano armada en un arco salvaje, sin precisión ni dirección, pero con la fuerza que le da su rabia asesina. Siente algo ceder bajo su propia arma y se deja llevar por el impulso, acabando a la espalda de su rival. Poco a poco, las sensaciones van volviendo. Nota el palpitar en su mano libre, y oye las gotas de sangre caer al suelo. Siente todavía una tensión en su brazo armado, como si se acordase residualmente del momento en el que encontró resistencia al cortar, aunque no sabe si ha sido un corte sin importancia o si realmente ha hecho daño...

El hombre vió su estómago herido debido al corte de la nephilim, pero pronto tanto él como su compañero pusieron pies en polvorosa. Los Cuervos les dejaron irse: así podrían dar cuenta de con quién se estaban metiendo esos malditos gabrielenses. Athena, Hellin y Holly fruncieron el ceño al ver que Bredo había vuelto a acostarse tras acabar con su atacante y ya estaba durmiendo. No cabía duda que ocurría algo raro con el daimah.

Tras indignarse con la actitud de Bredo, Athena pensó al momento que algo así debía dejar una mente agotada, así que decidió no ladrar. Al menos por ahora.

Se apoyó en una pared del pasillo y cruzó los brazos mirando a Holly. Veamos si tenían algo que decir o podía irse a dormir de nuevo.

Hellin se limitó a mirar en silencio hacia la ventana por donde habían huido los asaltantes. Estaba tan furiosa consigo misma que podría hasta morderse. No era ya que la hubieran cogido con el culo al aire, no era ya que sólo hubiese sido capaz de herir levemente a un atacante- si el jefe de sala de entrenamientos de Wissenschaft se entera de que ha recibido dos cortes de un matón de taberna y encima no lo ha matado con su contraataque se iba a pasar los próximos dos meses corriéndola a cintarazos pot toda la Universidad de Lucrecio-, no. Lo que le jode de verdad es que ahora Holly y Athena- sobre todo Athena lo han visto. Vaya manera de darle la razón a la mujer cuando puso en duda sus capacidades como Cuervo. Ahora si que le apetece de verdad matar a alguien, de hecho tiene que contenerse para no ir a por el posadero- seguro que les dejó pasar por un precio- y desollarlo vivo en medio de la sala común.

Sea como sea, siguen vivos. No parece estar muy grave. El corte del estómago es superficial, aunque en esa zona cualquier corte sangra bastante. Pero con sus capacidades de regeneración acelerada, no tardará mucho en haber cerrado. El de la mano es profundo, pero sólo ha sido un corte por serramiento, no ha sido un golpe, así que no hay lesiones adicionales. Le molestará la mano unos días, y tendrá que vendársela mientras monta guardia. Por suerte sabe manejar la daga como arma principal con cualquiera de las dos, así que no hay problema.

Por lo menos, si nos quedaba alguna duda de que el pisaverde ese debe ser un nulo en combate, creo que se acaba de ir por la ventana. Alguien que trata con tanto encono de matar a un rival de duelo es porque sabe que no puede ganar en un combate justo. Mañana pienso llevar la ballesta cargada a ese duelo, y disparar primero y preguntar después. Os sugiero a todos que hagáis lo mismo, ya véis con que tipo de gente tratamos. ¿Algo que ordenar, jefa? Creo que con esto deberían dejarnos tranquilos hasta mañana, así que si no tienes que objetar, dame una patada de las tuyas en el trasero para que aprenda a montar guardia y volved a vuestras habitaciones. A mi guardia todavía le queda tiempo.

Holly miró a Hellin seriamente. Evaluó sus heridas y si podría seguir adelante con ellas a pleno rendimiento. Bredo, una vez más la dejaba atónita. Ese castigo, en cuanto abandonasen el pueblo, sería inminente. En cuanto a Athena... bueno, había hecho lo que había podido.

-Bien -dijo, limpiándose la cabeza calva y sudada con una mano-. Hellin, cúrate esas heridas y descansa. Yo me quedo a vigilar.

No iba a decirlo, pero no se fiaba de ellos. Sólo de sí misma, al menos para esto.

-Idos a dormir. Mañana terminaremos con esto.

Bredo, se volvio de lado tumbado en su camastro. Parecia haber escuchado la voz de Holly, pues fue el unico ademan que hizo, al resto, los ignoro al resto y sus miradas de reproche. Al igual que ignoraba al hombre que yacia en el suel por su obra. Si acaba muriendo esta noche, penso antes de entregarse totalmente al sueño, me ahorar tener que rematarlo por la mañana.

Todos acataron las órdenes de Holly (salvo Bredo, que las había acatado prematuramente). El daimah estaba rarísimo desde la cena, como si el veneno hubiera hecho algo en su cabeza, cosa impensable sabiendo que su raza tenía inmunidad contra ese tipo de venenos.

Holly se pasó de guardia la poca noche que quedaba, pero nada ni nadie les volvió a molestar. Al amanecer todos se despertaron al unísono: tenían que prepararse para el duelo que probablemente no sería únicamente de la tecnicista. Ya sabían qué tenían que hacer y cómo: sólo restaba ponerlo en práctica.

¿Pero, sabiendo que iban a conseguirlo, por qué había algo que todavía les daba mala espina?

Athena Bredo y Holly fueron directamente a el punto de encuentro mientras que Hellin buscó una ruta alternativa para apartarse de la vista. El diseño cargado de la arquitectura gabrielense le daba a la asesina mil posibilidades para escalar las cornisas mediante los resquicios y huecos que había para introducir dedos y pies. Consiguió coger una buena posición que le permitiría ver la situación sin ser descubierta. Un buen salto le haría llegar al 'asunto' si fuera necesario.

En el momento que ellos llegaban el noble con su séquito, al menos una docena de hombres armados. Las espadas estaban bellamente adornadas y parecían ornamentales, pero el instinto y la experiencia de los Cuervos les dijo que seguramente no lo fueran. El noble portaba una expresión neutra y no dijo nada cuando Holly bajó del caballo y se acercó a él. Hizo un gesto a los suyos para que se apartaran y Holly hizo lo propio con Athena y Bredo. El noble lanzó sin ningún miramiento una pistola de mecha a su contrincante, poniéndose a una distancia determinada de la tecnicista.

- Diez pasos, en voz alta. Giro y disparo. Hasta tu pequeñísimo cerebro debería ser capaz de asimilar esa información. - dijo el noble. Tanto Holly como el resto estaban acostumbrados a insultos, intentos de humillación... pero por alguna razón aquel hombre conseguía exasperarles, como si consiguiera tocarles la fibra sensible. - Empieza tú. -

Y el noble se dió la vuelta, apuntando hacia arriba con la pistola. Entonces se dieron cuenta de otro pequeño detalle: era muy pronto y en un lugar en el cual la gente vivía del cuento podía considerarse normal, pero la calle estaba completamente vacía.

Holly miró al noble muy disgustada cuando le tendió la pistola.

-¿Qué? No pienso luchar con esto. ¿Qué mérito tiene?

La mujer había esperado una auténtica lucha, algo de contacto, algo que probase sus respectivas fuerzas. Una pistola era insultante. Así que se negó a luchar.

Hellin, en cuclillas dentro de un nicho originariamente construido en la piedra para albergar una pequeña estatua, pero que con unos cuantos empujones bien dados ahora tiene sitio para albergarlas a las dos, dándole una visión excelente desde arriba del campo de batalla a la par que la funde con el relieve del edificio y evita que el sol lance su sombra sobre el suelo, aguarda a que algo pase. Con movimientos rápidos, sus ojos saltan como gorriones sobre la hierba, de un lado a otro, manteniendo todo el espacio bajo ella controlado. Ve perfectamente, y si se tercia, puede oír lo que se dice esforzándose un poco. De hecho, hay mucho silencio. Demasiado. Parece como si no hubiese un alma en la calle, y eso no es normal. Incluso al amanecer, siempre hay algún ruido. La asesina lo sabe bien, se ha movido al amparo de las últimas sombras de la noche bastante a menudo.

Y entonces Holly se negó a luchar.

La nephilim no pudo evitar sonreír por lo bajo y decir mentalmente "bien hecho" a la líder del grupo. Ya estaba bien de bailar al son de aquel idiota pomposo. Si por ella fuese, ya hace rato que habría saludado al noble y sus matones con un virote de la ballesta que lleva en la mano, pero la jefa es una artista marcial, es decir, es honorable. El tipo no le va a gustar esto.

Bueno, no importa. Hellin tiene algo que le va a gustar menos todavía.

La asesina se echa la ballesta al hombro y apunta al noble. Al más mínimo signo de gresca, le cae un tiro. Ya se preocupará luego de si la jefa se cabrea.

Ahora no os cabía duda: aquel tipo os sonaba de algo. Hellin ya sospechaba algo, y volver a verle sólo sirvió para confirmar esa duda. Todos conocíais a aquel hombre, o creíais conocerle... estábais seguros de que le habíais visto antes, y estáis casi seguros que fue desde que estáis en Lucrecio.

¿Entonces por qué no érais capaces de recordar quién era? El noble pareció empezar a violar con los ojos a todo su ángulo de visión y Hellin pensó por un momento que la había descubierto, pero el noble volvió a mirar a Holly frunciendo el ceño. Movió la mano hacia atrás y uno de los suyos cogió la pistola.

- Qué pena. - dijo el noble, desenvainando su estoque. Cogió otro de la cintura de uno de sus lacayos y lo tiró frente a Holly sin miramientos. - Entonces hagámoslo a la vieja usanza. -

El tipo dió tres pasos hacia adelante, poniéndose en posición defensiva. - En guardia. Hasta que uno de los dos sea incapaz de luchar, incluso si eso significa la muerte. -

Holly torció el gesto. Aquel palillo de dientes no era nada comparado a la katana que estaba acostumbrada a usar. Pero como tenía que fluir y adaptarse a la situación, decidió agacharse y recoger la fina espada. Su primer impulso fue cogerla a dos manos y colocarla a un lado del cuerpo, como hacía con su katana, pero aquel trozo de metal no valía para aquello. Chascó la lengua y trató de imitar al otro. Al menos tenía una mano libre y las piernas; no tenía por qué limitarse a utilizar el estoque. Se preparó y concentró, la vista fija en su contrincante.

-Cuando quieras.

El noble puso una posición que le resultó graciosa a los Cuervos pues parecía que estaba borracho, estaba haciendo el idiota, o quizás las dos cosas. Pero antes de que Holly pudiera reaccionar el hombre ya estaba sobre ella y dirigió una rápida estocada contra el tronco de Holly, buscando clavarle el arma en el estómago.

Su séquito no pareció moverse. Es más, exceptuando el hecho de andar y estar allí y coger las armas, no habían hecho absolutamente nada más, como si no estuvieran allí. El noble, por su lado, parecía tranquilo. Demasiado tranquilo.

Holly movió la cadera en el último momento y el filo del estoque pasó horizontal y limpiamente por delante de ella. La tecnicista había sido bastante rápida pero la estocada había estado a punto de golpearla. Holly quiso pensar que había tenido suerte y que los siguientes golpes no serían tan certeros.

Holly se alejó del noble con un ágil juego de piernas, observándolo atentamente, esperando el siguiente respingo que le indicase que iba a atacar. Mientras tanto, cargó su ki, notando la vibración de la energía en todos los músculos de su cuerpo. Estaba preparando el Kazedo, una técnica milenaria que su maestro le había enseñado. Terminaría el combate de manera espectacular y sencilla, y recibiría la disculpa que esperaba.