Partida Rol por web

Hellin observa algo atónita el primer ataque del noble. No se esperaba que el tipo fuese tan rápido, y había algo en la forma de colocarse que tenía que no le acababa de gustar. Por lo que ella sabía de los nobles (y algo los había tratado, aunque brevemente), la mayoría de ellos aprendía esgrima a la manera tradicional, es decir, se pasaban más tiempo aprendiendo los nombres de las posiciones de la espada que usándola, y por lo común lo hacían de una forma en la que importaba más lo bien que quedase de cara a la galería que el que fuese efectivo. No hace mucho, de paso por Togarini, había oído, de hecho, que el hijo de la principal familia de maestres de armas de una provincia había quedado tullido en un duelo con su hermana pequeña precisamente por eso. Le hubiese gustado verlo, debió de haber sido hilarante.

Pero este tipo no. La asesina no sabe mucho de estilos de combate, lo suyo es acabar las cosas sin que haya necesidad de pelear... pero duda mucho que una posición de partida de aspecto tan idiota sea casual, mucho menos con un estirado soplapollas como ese tipo. Y en contra de lo que ha pensado, los guardias no parecen tener la menor intención de hacer nada. La nephilim se habría esperado que estuviesen con la mano en las empuñaduras, listos para saltar a la que su señor sudase un poco, pero no.

O realmente el tipo quiere un duelo honorable- no parece probable- o bien están convencidos de que va a ganar.

¿Y por qué tiene la impresión de que le conoce?.

Hellin suspira. Sentándose con las piernas cruzadas para mantener el centro de gravedad estable, apoya la espalda y los hombros contra la pared, extendiendo el brazo armado y bloqueando su codo con la mano libre, de modo que la ballesta cargada queda apuntando directamente al noble. A la mierda con todo, ella no es ni noble ni tecnicista, no tiene honor ni lo necesita. Si el tipo llega demasiado cerca de herir a Holly, dispara. Ya le pedirán cuentas luego.

El noble pareció bufar ante la pasividad de Holly, y clavó un pie en el suelo para lanzar una rápida estocada contra la tecnicista. El arma se clavó pocos centímetros por debajo del pecho derecho de Holly, causándole una herida dolorosa, pero nada a lo que la Cuervo no estuviera acostumbrada.

La mujer cada vez se mosqueaba más. Estaba dando lo mejor de si, y sin embargo aquel hombre parecía que si no la alcanzaba se quedaba a nada de conseguirlo. ¿Desde cuando un pijo de Gabriel era diestro en los duelos, por muy rico que fuera? Aunque perteneciera a una de las famosas academias de esgrima de Gabriel o le enseñara uno de los mejores espadachines del principado no era razón para que pudiera alcanzarla con sus ataques. A ELLA. Y sus guardias parecían no inmutarse ante todo aquello, como si supieran que su señor iba a acabar ganando tarde o temprano.

Athena enarcó una ceja. ¿Qué demonios le pasaba a Holly? Estaba claro que ese tío no era rival para ella. Por el amor de Dios, lo podría matar de un puñetazo. Escudriñó al noble de arriba a abajo. Parecía perfecta normal... Pero mujer prevenida, vale por dos.

Comenzó a acumular Zeón, por si algo iba mal. Sólo por si acaso.

Bredo parecia una estatu, no se movia ni un apice del lugar, apenas daba señales de respirar y sus ojos parecian estar perdidos en un lugar muy lejano a donde se encontraba ahora. Sin embargo permanecia atento al minimo movimiento de las hojas chocar, pero no en ningun momento daba la sensación de estar predispuesto en acutar fue cual fuese la resulción de aquel encuentro.

La defensa de Holly fue insuficiente, más no adoptó una posición agresiva. La herida le dolía, pero se dedicó a pensar en el dolor como un acicate para reunir su fuerza vital más que como una desventaja o una afrenta personal. Sus músculos se hincharon, bombeando más sangre. La electrizante energía fluía por sus venas y sus nervios mientras se movía en círculos alrededor de su atacante. Los ojos fijos en él. Su mente limpia y clara, lista para ejecutar la cadena de movimientos que generaría la Técnica. Dejaría que la atacase una vez más y entonces terminaría con él.

El noble pareció satisfecho de haber herido a su contrincante, como si aquello ya significara la victoria asegurada. Se movía a una velocidad normal, no demasiado rápido, pero no parecía agradado por el hecho de que su contrincante sólo se dedicaba a esquivarle, sin hacer nada.

El hombre movió rápidamente el brazo para lanzar otra estocada al lado contrario donde había herido a Holly por primera vez. Y pese a la rapidez de la tecnicista volvió a alcanzar a su contrincante, aunque esta vez más superficialmente, apenas un rasguño que picó apenas unos segundos a la Cuervo. Sentía que lo estaba haciendo bastante bien. ¿Por qué demonios la alcanzaba?

De pronto, Holly tiró el estoque al suelo. Todo su cuerpo se estremeció con un resplandor azulado. De sus manos y sus pies empezaron a surgir pequeños rayos de verdadera electricidad. Corrió de espaldas hasta quedarse a cinco metros de su contrincante. Entonces, soltando un poderoso grito, lanzó un puñetazo a distancia. La fuerza de su puño se amplificó formando una bola de electricidad que voló hacia el noble como si fuera una flecha. Sin detenerse un instante, lanzó una patada que, con igual efecto, se dirigió hacia el enemigo. Pero su poder no se detuvo ahí, sino que continuó llenándola: volvería a hacer lo mismo una y otra vez hasta que su contrincante muriese.

Hellin miró completamente anonadada mientras el petimetre de la espada alcanzaba a Holly otra vez.  No, esto definitivamente no va bien.

Holly parecía concentrada en... algo. Su postura y forma de moverse evidenciaban que no ponía toda su atención en concentrarse en esquivar al noble. Recordó lo que la propia mujer le había dicho.

Te esperaría, te mediría, vería como luchas. Y entonces te mataría con una técnica.

Acumulación de Ki- pensó la asesina. No sabía de que iba la cosa, pero algo había oído. Se estaba preparando para atacar. Si el noble no la mataba antes. Ni siquiera estaba moviéndose a velocidad de pelea, estaba poco menos que caminando, y aún así estaba hiriendo a la Cuervo. Si de golpe aumentaba el ritmo...

A la mierda. El primer deber de un Cuervo es con su misión, y no la iban a cumplir dejándose llenar de agujeros, por mucho que fuese lo "honorable".  Hellin se afianzó rápidamente sobre sus piernas, apuntó con su arma y disparó. Si acababa con el noble, bien. Si fallaba, rompía su concentración y Holly acababa con el, bien también. Si no, ya improvisarían.

El noble abrió los ojos, poniendo una mueca de horror. Aquello no duró ni cinco segundos: entonces el hombre sonrió con satisfacción.

Se lanzó hacia la derecha y cogiendo un poco de impulso dió dos volteretas que le permitieron esquivar ambos ataques, aunque pasaron bastante cerca suyo, lo suficiente como para que notara el roce de la electricidad. Cuando el grupo de Cuervos quiso darse cuenta, sus compinches ya no estaban. Se habían esfumado. Y el noble, que seguía pareciendo lo que era, estaba dando volteretas para esquivar los ataques de Holly. Cuando la tecnicista había hecho su primera ronda el noble se crujió las cervicales y miró a los Cuervos uno a uno... incluida a Hellin.

Sus ropas parecieron cambiar. Ya no se veía igual, si no vestido con unas ropas de tela bastante ligeras. Su rostro, aunque visible, seguía resultando vagamente familiar para los miembros de Wissenschaft. Pero eso no fue lo peor.

El 'noble' cogió el estoque con ambas manos y las separó... y allí no hubo más estoque. Dos espadas largas aparecieron en ambas manos. Eran unas espadas con unos bonitos adornos dorados y tenían una extraña línea que recorría la espada de la empuñadora a la punta. Pronto comprendieron por qué. El hombre hizo un gesto con las muñecas y trozos de la espada de desparramaron por el suelo... o eso pareció, pues una especie de hilo métalico unía los trozos de arma: aquellas espadas ahora eran dos látigos. El hombre no se movió ni atacó, parecía suficientemente complacido ya.

Se acabó la sutileza.

Athena clavó los ojos en el nombre mientras gesticulaba frenéticamente con las manos y susurraba palabras encadenadas sin ningún sentido. Finalmente, abrió las palmas de las manos, y al cerrarlas, Bredo, Hellin y Holly pudieron ver, sorpresivamente como ocho Hollys más aparecían, rodeando al noble.

La Cuervo sonrió de medio lado y gritó a Holly.

- Copiarán cada uno de tus movimientos. Úsalas en tu beneficio y aplástalo de una vez. Hay trabajo por hacer.

Hellin se quedó mirando la transformación del noble como un ratón se queda mirando a una serpiente. Genial. ¿Algo más que pueda salir peor? ¿Otro desconocido con poderes que quiera sumarse a la fiesta? ¿Otro truco que se quiera sacar de la manga? ¿Abel Cristo que decida bajar y ponerse a repartir ostias, y no las de comulgar? Joder, se suponía que esto era un duelo contra un noble idiota lo bastante flojo para mandar veneno y asesinos contra ellos. ¿En qué punto exactamente había empezado todo a irse a la mierda?.

Bueno, en fin. En la mierda ya estaban, así que ahora tocaba salir de ella. Al menos un disparo debería darle tiempo a hacer antes de que el noble pudiese ponerse lo bastante cerca para intentar alcanzarla con el látigo, y de todos modos ya no es probable que pueda volver a usar el arma, no tiene factor sorpresa. La asesina se levanta, apoya ambos pies en la cornisa, la espalda contra la pared para hacer puntería, y alineando el brazo con el ojo en dirección al noble, aprieta el gatillo. Clic. El virote sale disparado directo hacia el... bueno, ya no está segura de lo que es.

La transformación de su enemigo sorprendió a Holly realmente. Con una mueca de sorpresa, la tecnicista se echó hacia atrás. Su cuerpo seguía relampagueando en azul, y de haber tenido pelo en la cabeza se le estaría poniendo de punta. Entre otras cosas, por eso se lo afeitaba. Era mucho más práctico.

Athena intentó una de esas cosas mágicas que hacía ella y Holly vio a su alrededor un montón de copias suyas. Confiando en que eso sirviese para confundir a su enemigo, realizó otra vez el combo de movimientos: puñetazo y patada.

Ocho copias de Holly aparecieron junto a la tecnicista, pero el encapuchado no se inmutó y mantenía su mirada fija en la original: el hechizo parecía no haber hecho efecto sobre él.

Holly volvió a lanzar dos ataques energéticos a su contrincante. De nuevo el hombre pegó un increíble salto a su derecha para esquivar los golpes. La velocidad explosiva de aquel hombre era de lo mejor que habían visto los Cuervos. Pasaba de estar parado a estar en medio del aire sin tomar siquiera impulso. El primer ataque energético pasó a un metro del hombre y el segundo ni siquiera supuso un peligro para él. Entonces pareció sonreir y alzó los brazos, moviendo los látigos y lanzando dos rápidos ataques circulares que iban a alcanzar tanto a Athena como a Bredo y Holly.

El primer ataque fue hábilmente parado por el espadón de Bredo que evitó que el ataque se dirigiera a sus compañeras, sin embargo... se produjo una masacre.

Los Cuervos apenas se esperaron el segundo ataque del látigo y cuando Bredo quiso protegerse el látigo cercenó limpiamente su cabeza y su cuerpo se desplomó, sin vida. El ataque siguió y alcanzó a la ilusionista que no pudo nisiquiera reaccionar. El ataque le laceró completamente el pecho y cayó de espaldas. No parecía haber muerto, pero lo estaría en muy poco tiempo si no la ayudaban a estabilizarse. Holly fue la única que fue lo suficientemente rápida y escapó ágilmente del látigo del encapuchado. El hombre no pareció alegrarse de haberse quitado de delante a dos oponentes y simplemente hizo un gesto con las muñecas hacia atrás y los trozos de ambos látigos se unieron para volver a convertirse en espadas.

El virote ligero de la ballesta de Hellin se clavó en el pectoral derecho del hombre que ni se inmutó en apartarse.

De pronto, sus compañeros empezaron a caer como moscas. Holly observó la cabeza cercenada de Bredo y la caída de Athena. Su amiga, su única amiga, en realidad. Aquel tipo era demasiado poderoso. Debían marcharse.

-¡Hellin! ¡Retirada!

Lo sentía por Bredo, pero sólo pensaba cargar con Athena. Aún estaba viva, aunque se desangraba a marchas forzadas. Se la echó al hombro y empezó a correr a toda velocidad hacia las afueras. Tenían que tratar a la ilusionista, siempre y cuando salieran de allí con vida. Miró atrás para asegurarse de que Hellin había escuchado su orden y para ver si el hombre las perseguía. ¿Qué diablos era?

Aquello era simple y llanamente surrelista, un hombre desconocido había acabado de un solo ataque con la vida de un Cuervo y había dejado medio muerto a otro. A Cuervos de Wissenschaft.

Hellin obedeció y siguió la carrera por las cornisas mientras que la líder de grupo corría con su compañera al hombro, girando calles continuamente (y nadie aparecía en ellas, en ninguna). El reguero de sangre que iba dejando la ilusionista era terrible y Holly tuvo que hacer verdaderos esfuerzos para que no se le escurriera. Pudieron mirar atrás dos veces, en la primera el encapuchado aún les seguía, ahora con las espadas envainadas. La segunda vez que miraron había desaparecido, pero no pararon. Tenían que hacer algo, era casi inviable buscar a los caballos (nisiquiera podrían orientarse decentemente para buscarlos sin riesgo a ser encontrados) y Athena necesitaba ayuda INMEDIATA. Solo le quedaban ocho minutos para fallecer.

No podías estar muerta. Una diosa no podía morir así como así. Entonces... ¿qué había ocurrido? ¿Por qué estabas así?

Ya no sentías la realidad como la habías concebido hasta entonces. Ahora simplemente estabas tú. Lo último que escuchaste fue un grito de Holly y que te levantaba... y todo se acabó.

A tu alrededor, todo estaba oscuro. Sentías como la vida se escapaba de tu pecho, allí donde el látigo se había abierto paso. Y lo más curioso es que no sentías dolor... pero tampoco paz. Porque tu misión, la tuya, había fallado. Y una diosa no falla sus misiones.

Sin embargo, fue entonces cuando escuchaste la voz. Una voz que hablaba directamente a  tu cerebro y a tu corazón, una voz que te era imposible ignorar. Incluso te resultaba vagamente familiar, pero es como si una voz conocida hubiera degenerado hasta convertirse en aquello que te hablaba. Era inquietante, pero te mantenía viva.

- Pareces en grave peligro... ¿qué te ha ocurrido? - preguntó la voz

Athena no sabía qué ocurría. Estaba confundida, pero se concentró en la voz, y respondió, sin mover los labios.

- Él... Nos pilló desprevenidos. Lo subestimamos... Pero no ocurrirá. No moriré aquí, y le venceré cuando llegue el momento. Nadie se burla de mí ni me noquea en el primer ataque. No lo puedo permitir. Bredo no tenía lo que debía, y por eso está muerto. Pero yo estoy viva, para aprender, para fortalecerme y para vencerlo. Porque una Cuervo nunca falla su misión. Aunque ello conlleve revolver cielo y tierra para matar a una criatura nacida de las pesadillas...

Aquella voz rió como si le fuera la vida en ello, con demencia, como si se estuviera divirtiendo con el discurso de una agónica medio muerta. Y Athena pudo sentir como aquello la miraba con curiosidad, con detenimiento... y como parecía sonreir. Pero no era una sonrisa de alegría.

- ¿Pero... lo estás? - preguntó, cuestionando si la Cuervo estaba tan viva como creía estar. - Los muertos no pueden formular deseos. Si estás viva... ¿cuál es el tuyo? -

El silencio que allí se formó duró apenas unos segundos. - ¿Cuál es tu mayor deseo, Athena? -

Athena se tomó un momento para responder.

- Quiero todo el poder del mundo que me permita encontrar a Loctus. Por eso no voy a morir aquí, porque mi destino es encontrarle a él, y me amará... - Y las siguientes palabras sonaron como vomitadas, envenenadas por la resignación y el odio - Y por una maldita vez en este maldito mundo, podré sentir que soy verdadera, absoluta, y jodidamente feliz.

Algo en su interior se llenaba de rabia, de energía... De vida.