Partida Rol por web

La furgoneta arrancó poco después de que lso dos indivíduos subiesen. No la vieron, o no parecieron darse cuenta de su presencia.

La lluvia facilitó el seguimiento considerablemente a pesar de que no hubiese mucho tráfico. El casco la protegió, y tras diez minutos recorriendo las calles llegaron a una zona de grandes rascacielos. Se cruzó con un par de coches de policía que no le prestaron atención, y cuando se quiso dar cuenta, la furgoneta estaba apunto de entrar en un garaje particular.

Izzy tenía dos opciones a primera vista, entrar o no entrar tras ellos. Sólo estuvo segura de una cosa: armar mucho jaleo en aquella zona atraería a la policía en menos de lo que tardaba en levantar la pistola.

Era un ahora o nunca, e Izzy no se lo pensó. Entró tras la furgoneta al garaje y esperó a ver qué hacían.

La furgoneta descendió por una rampa, seguida de Izzy. Al llegar abajo se encendieron las luces automáticas, mostrando un pasillo largo con puertas de metal de varios metros de largo tras las que, se suponía, que estaban los coches de los vecinos.

Al principio no parecieron darse cuenta de que les seguían, pero cuando llegaron a la mitad del pasillo el coche frenó de repente. Transcurrió un momento de silencio en el que Izzy pensó que ya sabían quién era ella, y entonces la puerta del copiloto se abrió y bajó Paul con el arma en alto.

-¿Cómo te atreves a venir aquí?

No sonaba a frase dicha porque la motera tuviese agallas para ir tras ellos en busca de Quinn. Sonaba a amenaza, de las de tiros en la cabeza.

Izzy tragó saliva. Habría esperado algo más de cariño por parte de su ex cuñado. Levantó las manos y se permitió media sonrisa, como si la posibilidad de morir no fuese más que plausible.

-Bueno, quería saludarte y nunca me diste tu móvil.

Del otro lado se bajó un hombre bastante alto y corpulento, y de tez morena. A diferencia de Paul, este parecía mucho más relajado. Sólo contempló la situación, eso sí, con la mano bien cerca de la pistola que le pendía del cinto.

Izzy vio como la mano de Paul que sostenía la pistola se crispaba. Sus ojos centellearon igual que si estuviese frente a un asesino. No lo entendía, ella ni si quiera había tenido el trato suficiente con él como para causarle semejante ira. Había algo que se le estaba escapando.

-Hija de puta... Márchate antes de que me arrepienta y te vuele la cabeza.

Izzy apretó los dientes. Estaba empezando a cansarse.

-Sabes, es una pena que la amabilidad y la candidez se la quedase Laurie y no hubiese quedado un poco más repartido contigo -respondió sin bajar las manos-. Igual asi te preocupabas un poco más por ella y por Quinn, en lugar de amenazar a la persona que más la quería.

-¡Zorra bastarda! ¡Cómo te atreves a nombrar a Laurie después de venderla a la policía!

El otro hombre se acercó a Paul con las manos en alto, como tratando de evitar el inminente enfrentamiento. Paul temblaba de ira y miraba a Izzy como si quisiera verla troceada y con las tripas fuera, agonizante.

-Paul, cálmate. Dijíste que ese tema estaba más que zanjado, así que no pierdas los estribos ahora.

-¡Pero mírala! Está hablando de ella como si nada. -los ojos de Paul trataban de vigilar los dos frentes al mismo tiempo, moviéndose rápidamente de Izzy al hombre, y del hombre a Izzy, pero sin bajar la pistola-. ¿Qué coño quieres ahora?

La nómada se quedó paralizada. ¿Venderla a la policia? ¿Cómo se atrevía aquel imbécil? ¿Cómo podía decir aquello? La sola idea de haber sido la causante de la muerte de Laurie hizo que le recorriese la espalda una corriente eléctrica. Su expresión se congestionó y tuvo que luchar contra el deseo de llorar.

-¿Quién cojones te ha dicho esa puta mentira? -bramó, dando un paso hacia delante-. ¿Quién? Yo amaba a Laurie. Llevo un mes detrás de quien nos vendió a la policía. Tengo una bala para ella -Se sacó el colgante y se la enseñó. La bala tenia el nombre de Laurie grabada en ella-. Puedes pegarme un tiro si te da la gana, pero no me digas que yo maté a Laurie otra vez porque entonces la que te va a disparar seré yo.

-¡Y una mierda! ¡Te pedí que la protegieras y los cabrones de Militec la mataron, igual que a mis padres! ¡Y fue tu culpa! ¿Si no, quién? ¿Quinn? ¿Vas a decirme que fue Quinn? Otra puta ment... –La pistola le temblaba en la mano de tal forma que parecía ir a disparar sin querer en cualquier momento. Y claro, la apuntaba a ella.

Entonces, antes de que siguiese hablando, el otro hombre le cogió el brazo a Paul y se lo retorció hasta que soltó la pistola.

-Me dijiste que estaba zanjado, así que llama a la puta policía para que la saquen de aquí y vámonos o se irá todo a la mierda. ¿Me entiendes? -amenazó.

Quizás fuese la mirada, su tamaño, o el tono grave e imponente que resonó con el eco del lugar. Pero Paul se mordió la lengua para no seguir hablando, aunque seguía mirando a Izzy, que quedaba detrás del hombre, con lágrimas en los ojos.

Ya se lo había advertido. Izzy no pudo controlarse. Saltó hacia Paul y le dio un puñetazo en la boca. Ni siquiera le importó que el otro estuviese armado; lo cogió de la pechera y pegó su nariz contra la de él. Sus labios estaban a un beso de distancia. Y se parecía a Laurie... Aquello fue suficiente para hacerla llorar.

-Te he... dicho... que no... digas eso... -Las manos le temblaban, las lágrimas le bajaban por las mejillas-. Habria dado mi vida por ella. Si... si... hubiese podido, habría recibido el tiro en la tripa por ella... Llevo un maldito mes persiguiendo a Quinn. Ella fue quien avisó a la poli. Me lo dijo. Fui a buscarla en cuanto salí del hospital. ¿Y sabes qué hizo allí? Me pegó dos tiros en el brazo y me lo reventó. ¿VAS A DECIRME OTRA VEZ QUE MIENTO?

El puñetazo le pilló por sorpresa tanto a él como al otro tipo, que no pudo hacer nada por evitar que Paul acabase con la nariz sangrando. Aun así, las palabras de Izzy y su desesperación, o tal vez sus ojos vacíos, de persona que no le queda nada en el mundo más que la venganza, el dolor y los recuerdos, hicieron que se removiese algo en su interior. Igual él había pasado algo así. Laurie también era su única familia.

El otro hombre apartó a Izzy tirando de su chaqueta y un brazo.Paul se quedó quieto, mirándola fijamente mientras su pecho subía y bajaba casi tan rápido como si le estuviese dando un ataque de ansiedad. Se limpió el hilo de sangre con el dorso y la miró.

-Entonces, ¿por qué estás defendiendo a Crawford, eh? ¿También tienes una puta explicación para eso?

-¿Quién es Crawford? -preguntó Izzy cruzándose de brazos.

Paul asintió, como si esa pregunta respondiese a todas las cuestiones que danzaban en su mente. Volvió a limpiarse la sangre, todavía sin responder. Entonces Izzy escuchó el "clic" del pestillo de una pistola. Vio al compañero de Paul apuntádola directamente a la cabeza, a varios metros de distancia y con un teléfono en la mano.

-La señorita Crawford es la que sacaste a tiros de aquel edificio. Y ahora, o te vas de aquí a pie, o saldrás en un vehículo del gobierno. Me da igual si en ambulancia o en coche de policía. -le hizo un gesto con la pistola a Paul para que se moviese. Después añadió-. Recuerda el trato que tenemos y empieza a andar.

-¡Esperad! No puedo irme ahora. ¿Acaso Natalie está compinchada con Quinn o tuvo algo que ver con lo de Laurie? -preguntó Izzy, levantando las manos de nuevo-. Os juro que me iré, pero no puedo marcharm sin saberlo. Y no quiero perjudicarte, Paul. No los ayudaré si te joden de alguna manera. Eres... eres lo único que me queda de ella. Por eso necesito saberlo.

Las lágrimas colgando de su mandíbula le quitaban en parte su aspecto de tía dura. Parecía como si le hubiesen dado una paliza, como si tuviese treinta y cinco en lugar de veintitrés.

Paul enarcó las cejas al escuchar a Izzy. Algo no parecía cuadrarle en todo aquello, la miraba como si intentase ver mas allá de algo, de sus lágrimas y su aspecto de tipa dura. Pero no terminó de convencerle.

-¿Laurie no te...?

-¡Paul! ¡Me cao en tus muertos! Camina o te volaré la cabeza yo a tí -bramó el negro, cansado de esperar ante semejante espectáculo.

Paul retrocedió unos pasos hacia la puerta de salida. Miró con aprensión al tipo, que ahora le apuntaba a él y, cuando levantó las manos para irse, Izzy pudo ver que le murmuraba un "lo siento". Su elección tampoco parecía mucho más fácil que la de ella.

Izzy ladeó la cabeza en actitud de derrota. Tuvo que detenerse y pensar antes de sacar la pistola y matar al negro. Al fin y al cabo, no sabía dónde estaba ni quién había cerca, y ni siquiera estaba segura de que a Paul le fuese a gustar la idea. Decidió obedecer. Salió de allí montada en la moto a toda velocidad. Las lágrimas se desperdigaron en el viento y el corazón se le llenó de dudas. Le daba la impresión de ser una pelota de tenis, de un lado para otro, sin saber quién manejaba las raquetas.

Ella sólo quería descansar. Hacer lo que debía, enterrar a Laurie y descansar.

Pero no se lo permitían. Y no sabía qué hacer.

Detuvo la moto en un 24/7 y compró una botella de vodka. Después buscó un motel con ataudes baratos y se metió en uno para bebérsela en cuatro tragos. Vomitó en un rincón y se quedó dormida sobre el saco de dormir sin quitarse la ropa. Ahora se sentía un poco mejor.

Izzy soñó. Hacía tiempo que no lo hacía, no como antes. A veces se sumía en pesadillas llenas de sombras difusas y disparos. Tintes rojos impregnando la nada y la sensación de caer a un vacío, arrastrada por unas garras invisibles que tiraban de sus entrañas hacia fuera, igual que el balazo de Quinn había destrozado el estómago de Laurie.

Pero no, aquella vez soñó algo diferente. Fue como una fragancia dulce, como el aire puro de las montañas, como los dedos de Laurie acariciando su mejilla, como su voz susurrando. Quizás fuese por la descarga de emociones de aquel día, pero ya no sentía ese nudo en el estómago como un tapón en su mente, bloqueándole todo. Por unos instantes fue libre, libre para sentir el dolor de forma mucho más intensa junto a lo único que le quedaba de ella aparte del recuerdo: Paul. Se preguntó si los ojos de él serían los verdaderos de Laurie. Pero para ella sólo existía el violeta. Aquella noche soñó violeta.

De repente, en medio de aquel paraíso de calma, hubo un enorme estruendo que taladró su cabeza. Tardó varios segundos en comprender que era su móvil sonado, vibrando y golpeando las paredes de aquel pequeño cubículo. Olía a algo fuerte y desagradable, su propio vómito, y le dieron ganas de echar lo poco que quedaba en su estómago de nuevo, pero se contuvo. Necesitaba aire, y el maldito aparato no dejaba de sonar causándole un horrible dolor que le atravesaba la sien como si fuesen cuchillos. Ni el maldito disparo de Quinn en su brazo había dolido tanto.

Izzy tosió y buscó en derredor su móvil, tocando su propio vómito frío y tirando la botella vacía.

-Hijo de puta... -farfulló, con la voz como si sus cuerdas vocales fuesen de estropajo. Pulsó el botón y se lo puso en el oído-. ¿Quién?

-Tengo localizada a Quinn -dijo una voz mas metálica que humana.

La nómada despertó al instante. Se pegó el móvil al oído, como si quien hablaba fuese a escapar, y con voz pastosa dijo:

-¿Dónde está?