Partida Rol por web

Según se iban sentando y presentánsose sus compañeros, él aguantó algo más de pie.

Con una mirada fría, pronunció su nombre, sin decir nada más.

Inari.

Pyros se sentó gustosamente a comer en tan lujoso banquete. Se quedó un tanto sorprendido al ver lo escueto que eran todos en palabras. No quería quedar él de charlatán, por lo que se limitó a seguir el protocolo que habían decidido sus compañeros.

Buenas tardes, mi señor. Mi nombre es Pyros Sedrith, y estoy dispuesto a ayudarle en todo lo que podamos y a hacer más grata su vida en lo que permanecemos en su... ¿reino? Después se calló, ya había hablado demasiado.

El muchacho alargó el momento todo lo que pudo hasta que no le quedó más remedio que abrir la boca al ser el único que restaba. Por un momento lanzó una mirada dubitativa al marqués, y titubeó antes de decidirse a pronunciar su nombre. Finalmente, con algo de timidez en su actitud ante alguien de alta cuna, decidió presentarse, limitándose a responder a la petición de su anfitrión.

-L..Leon Kriess, mi señor. Es un placer, g-gracias por recibirnos.

Hizo una breve y torpe inclinación hacia él, y después se apresuró a tomar asiento nerviosamente, mirando de reojo al lugar en el que se encontraban.

Sabotaje. Respondió Pyros. Alguien o algo saboteó la nave, una especie de monstruo con unos cuantos seguidores. Nos trataron de capturar, o al menos de encerrar en  los salones de la aeronave, pero nosotros logramos escapar y conseguimos derrotar a muchos. Pero luego nos encontramos con un monstruo que bloqueaba la sala de mandos, no pudimos evitar que terminásemos cayendo.

No hemos hayados más supervivientes, solo nosotros, que casualmente fuimos los mismos que nos enfrentamos a la criatura. Aunque antes dijo unas palabras que me dejaron ciertamente desconcertado, nos dijo que ya era tarde y que la puerta de las tinieblas ya había sido abierta. Sin darle mucha más importancia a todo aquel discurso, el gordo se puso a comer alguno de los manjares que tenía allí delante.

Ariadne iba asentiendo con las partes clave del relato de Pyros. Cuando el artista marcial acabó, se interesó por la información que el marqués pudiera tener.
- No sabréis de más náufragos en la isla ¿verdad? Podría haber más supervivientes por la costa o alrededores.
Luego preguntaría por la fragata comercial, pero lo primero era lo primero.

Inari, en el fondo, agredecía comer algo de verdura, pero eso no calmó su peculiar estilo y sentido del humor.

Pensó en hacer una de las suyas, pero al ver que el grandullón comenzó a hablar, simplemente calló y escuchó. Tampoco iba a decir nada nuevo y hablar por hablar era una tontería. 

De vez en cuando una mosca sobrevolaba la comida que habían servido.

Él estaba acostumbrado a comer en zonas salvajes, así que tampoco le incomodó aquello. Era peor estar sentado en medio de aquellos desconocidos. Aquel personaje nuevo no le hacía ni pizca de gracia. Pero, de momento, tendría que guardar la compostura. Y si hubiese que actuar, mejor hacerlo con el estómago lleno.

Pyros se quedó pensativo y también sorprendido ante la curiosidad que tenía aquel hombre sobre el monstruo. Por alguna razón todo empezaba a darle mala espina, así que prefirió no hondar en detalles. Pues no sé, era una especie de hombre, pero muy fuerte y poderoso, no recuerdo más... después del impacto mis recuerdos han quedado algo confusos. Y sobre cómo llegué hasta allí... se quedó mirando a sus compañeros, a ver si alguno se dignaba a hablar y a responder primero, pero como vio que todos permanecían igual de callados que siempre, continuó hablando. Realmente yo llegué por casualidad, una admiradora mía me regaló la entrada, era suya, pero prefirió que entrara yo. Creo que pensaría que viajaría con ella, pero no fue el caso. Y antes de subir a la dama yo me entrenaba con mi hermano y mi madre.

Ariadne no sabía si el interés del Marqués era fingido por educación o genuino por el aburrimiento de vivir en una isla en la que, aparentemente, habían pocos sucesos. Sea como fuere, Ariadne decidió complacer su petición tan pronto como Pyros acabó con la suya.

- Mi historia es sencilla. - Dijo la chica con humildad - Estaba en Gabriel e iba a volver a Arkángel por tierra cuando vi que en una lotería sorteaban un lujoso viaje por el aire. compré un boleto y me tocó. - finalizó la joven con una sonrisa, como disculpándose por una historia con tan poca sustancia.

- En cuanto a qué hacía antes de llegar allí - prosigió explicando - Hasta entonces trabajaba. Había hecho de guardaespaldas en un viaje entre Arkángel y Gabriel. En ese momento me disponía a volver a casa.

No creo que no tengas noticias de La Dama - pensó.

Como un reptil que espera atacar a su presa sin ser visto, Inari no comenzó su turno de palabra, no quería hablar el primero.

Pyros y Ariadne dijeron algo sobre ellos. Ahora era el momento.

Inari es mi nombre, soy de las tierras norteñas de Finlandia. Poco más diré, salvo que lo último que recuerdo es despertar junto a ese dirigible - comentó sin levantarse. Y, para serle sincero, no me agrada que muestre tanta curiosidad por lo mal que lo pasamos.

De ese modo concluyó, sin faltar el respeto a nadie, pero le molestaba que el tal marqués resultase tan ilusionado por nuestras desgracias.

Tras escuchar las palabras de todos los asistentes*, miró a Inari y evaluó su falta de educación.

Está claro que viene del norte, donde la educación dista mucho de ser deseable. Si se hubiera criado en una casa noble, como yo, sus modales serían exquisitos, y no faltarían al respeto a aquel que les está dando de cenar y el que les permite viajar a tierra firme dijo, sin perder la sonrisa en ningún momento, aunque sus ojos mostraban la frialdad de un glaciar.

Tras unos momentos de incómodo silencio, en los que el Marqués comía tranquilamente, alzó la mirada.

Como ya les habrán contado, en un par de semanas llegará un barco con el que podrán partir al continente. Aunque mentiría si os dijera que esa idea me atrae. Tener caras nuevas en este lugar es muy complicado, y me encantaría que os convirtiérais en pobladores estables de la isla y, como no, me sirviérais. ¡Aunque claro, si soy un vampiro, no os gustará, jajaja! se empezó a reir, tapándose la boca con el dorso de su mano.

Sin lugar a duda, los aldeanos les habrán dicho que tengan cuidado conmigo, que tengo colmillos afilados y me convierto en murciélago y lobo, como los vampiros. Los pobres son pueblerinos sin muchos estudios, y les encanta hablar de supersticiones y maldiciones. Les aconsejo que no les hagan mucho caso, si no volverán a sus hogares creyendo en cosas que no existen.

Ariadne reprimió casi completamente una sonrisa ante la muestra de snobismo del marqués. Inari había sido brusco, pero la respuesta del marqués casi parecía una parodia.

Su velada propuesta no interesó en lo más mínimo a la joven. Quedarse a vivir en una isla chocaba de frente con sus objetivos personales. Sin embargo, la advertencia sobre los rumores la intrigó.

- ¿Un vampiro? - Dijo con sincera sorpresa - Nadie nos ha dicho nada al respecto. ¿Será que no les preocupamos? - Bromeó.

Pyros lanzó una mirada de reproche a Ikari, como empezaba a ser habitual ya, cuando el marqués le reprochó su falta de buenos modales.

Mientras esperaba las historias del resto, Pyros continuaba comiendo algo tenso y nervioso por la situaciön. Pero cuando el marqués rompió el silencio, algo le tensó aún más. Empezaba a sospechar que no habían llegado hasta allí por casualidad, y que si lo habían hecho no se irían tan fácilmente.

Lo del mundo de las tinieblas y aquella frase que al hombre se le escapó casi por casualidad le hicieron dejar de comer al orondo chico y mirar directamente a los ojos al anfitrión. ¿Un vampiro? Por desgracia, aquella idea no le sorprendió, vovió a sentir el dejavu que le llevaba acompañando desde el momento en que se había subido a la Dama, y que llevaba mucho sin sentir. Pero al escuchar lo de que el ser que tenían delante era un vampiro, casi le hace atragantarse.

Cosas que no existen... ya... si tú hubieras visto lo que hemos visto en este viaje... ¿si aquel ser era un vampiro? ¿todos los aldeanos también lo serían y nosotros seríamos carne fresca? Mal asunto...

Pyros se llevó otro bocado a la boca, mientras miraba al marqués directamente a los ojos, como tratando de averiguar lo que le decía su alma, si es que la tuviera...

Inari ya no le hizo ni caso al marqués, no merecía la pena entablar batalla allí. Simplemente hizo una mueca de desagrado con su mirada fija en la suya.

Le repugnaba pensar que estuvieran junto a un vampiro de esa calaña. Si fuese verdad, él estaría preparado para todo, no se iba a dejar coger tan fácil.

Espero que no esté ganando tiempo.

El marqués, sin desviar la mirada del maleducado Inari, negó con la cabeza. Chasqueó los dedos y, a los pocos segundos, el criado apareció en la sala. Siguió la mirada de su señor hasta llegar al joven y asintió con gravedad. Se acercó hasta Inari y le retiró el plato, igual que el resto de platos que había cerca suya: Ése era el castigo del Marqués ante la falta de educación y respeto a la invitación de un noble.

Se miró en un espejo que tenía a su derecha, con despreocupación. Los que estaban a su izquierda, pudieron ver su reflejo. ¿Significaba eso que no sería un vampiro? ¿O que los vampiros no se reflejaban no era más que un cuento?

No tardaron en terminar la cena, y el señor Marqués se limpió los labios con tranquilidad.

Ha sido una compañía casi-agradable dijo, evitando volver a mirar a Inari, que parecía no existir ya para el Marqués de Cavalcanti. Debido a que el pueblo está a cierta distancia de aquí, les ofrezco mi carruaje de vuelta. ¿Les parece bien?

Pyros sonrió en cuanto dieron aquel pequeño escarmiento a Inari. Así aprendería a tener mejor modales, aunque era cierto que seguramente jamás aprendería ya.

Contempló el reflejo del supuesto vampiro, aquel gesto le hizo sospechar aún más de que aquello fuera cierto. Parecía que ese espejo estuviera allí a modo de coartada, quizá ese reflejo fuera mágico y fuera una simple forma de disimular. Por si acaso seguiría atento a cualquier indicio sobre ese tema.

Sonrió una vez más, apuró los postres y la bebida, se limpió con la servilleta, miró a Ariadne y se puso en pie. Pues muchas gracias por todo, señor. Durante el tiempo que estemos aquí, ¿podremos hacer algo por facilitarles la vida? Dijo esperando la respuesta para marcharse hacia el carruaje. Sería una manera de agradeceros vuestra molestia, o al menos de que yo se la agradeciera, no sé los demás. Concluyó mirando con desaprobación a Inari.

- Oh, es usted muy amable, ilustrísimo. - aceptó Ariadne con educación.

- Pero nos ha preguntado sobre nuestra historia... ¿Qué hay de la suya? ¿Qué le llevó a convertirse en el marqués de Corvinus? ¿Herencia? ¿Recompensa? ¿Y a qué se dedicaba antes? - preguntó al noble, interesándose por su interlocutor.

Cada vez creo más en la relación amor-odio - dijo en voz baja.

Sin duda alguna no será la última vez que nos veamos, eso lo doy por sentado - pensó cuando Cavalcanti le hizo mención.

A pesar de cómo le contestó el marqués, él agradeció al sirviente el retirarle la cena. Tampoco habría que agradecer nada por esta comida mal cocinada.

Como sabía que no le iban a responder la verdad, ni se molestó en preguntar.