Partida Rol por web

Sobre la señora Renard, poco te pudo contar. Era una mujer cotilla y chismosa que le gustaba pasear por todos sitios y, sobre todo, descubrir los trapos sucios de cada uno para después difundirlos. Murió de vieja, según cuentan, y fue enterrada sin más.

Cuando preguntas por el padre Scott, la mirada de la dueña se entristece. Era un buen hombre, te comenta, pero sufrió un accidente en una noche lluviosa. Al parecer, se resbaló a causa del barro mientras iba a suiglesa y se golpeó la cabeza. Negando con la cabeza, pues era una muerte triste para alguien tan bueno, Miriam continúa recogiendo el local.

Respecto a las ruinas, Miriam se encogió de hombros. Ese hombre que te había contado el rumor era mucho mayor que ella, así que la mujer apenas había oído hablar de ellas. No me he preocupado, siempre he pensado que era una historia para que no nos alejáramos mucho del pueblo fue lo único que contestó Intentaré conseguirte un mapa, pero no te prometo nada. Lo buscaré antes de irme a dormir.

En la sacristía tampoco había nada, salvo desorden, polvo y cristales rotos. Pudiste encontrar alguna túnica del párroco, varios libros caídos de las estanterías y un crucifijo colgado de la pared. Pero seguía sin haber nada más.
 

La mujer evitó tu mirada. Seguía mirando a la oscuridad, aunque de vez en cuando sus ojos se posaban en una tumba cercana.

Esto es una isla, ¿pensáis que existe alguien que no conozca vuestra llegada? respondió brevemente, dejando pasar el resto de preguntas sin pestañear, hasta llegar a la última En un cementerio susurró, dejando escapar una leve sonrisa, que se mitigó rápidamente

Pyros no sabía si aquella mujer podría darle alguna pista a aquello que quería averiguar, pero dado que estaba resultando bastante esquiva con las preguntas, se puso en pie, la dio las gracias y se dirigió hacia la tumba que miró concretamente. Quizá allí estuviese la tumba del marqués. Si allí no estaba, se pondría a buscar por todas partes del cementerio, a ver si la hallaba en algún lugar.

Ariadne sopesó las respuestas de Miriam un momento mientras la ayudaba a recoger. - Muy bien - se decidió - Supongo que no está de más que eche un ojo a la tumba de la señora Renard y algun otro sitio de la isla... si es que no necesitas más ayuda, claro. - concluyó con una sonrisa.

La idea de visitar un cementerio de noche tenía cierto atractivo aventurero que no se le pasaba por alto al espíritu de la joven.

Libros, libros y más libros, pero nada de valor.

Tapándome los ojos al salir debido a la acumulación de polvo en la sacristía, inari se decidió por subir las escaleras que daban a la zona más alta. Agarrándose a la valla, fue subiendo con cuidado de pisar bien los peldaños. No quería llevarse un susto.

Según ascendía miraba de reojo al suelo para ver la altura a la que se encontraba. Hasta que llegó.

Buscaría en la torre algo que pudiera hacerle comprender que en ese lugar había alguna pista. A la vez, iba rastreando posibles huellas.

Tras echar un rápido vistazo a los pertrechos que ofrecía el lugar, rápidamente giró la cabeza hacia Sally y le dedicó una cordial inclinación de cabeza como saludo, acompañada de una sonrisa simpática.

-Buenas noches, mi señora. No buscaba nada en especial, solo buscaba algo con lo que matar el tiempo durante un rato. Parece que aún estaré aquí unos días antes de que llegue a puerto el navío que nos lleve de vuelta al continente.

Aún tras esas palabras, se acercó unos pasos a una de las estanterías para curiosear las mercancías más de cerca.

-Parece un pueblo tranquilo -añadió-. No me importaría retirarme aquí a vivir cuando esté satisfecho con mis aventuras. Pero aún tengo mucho mundo por ver.

Dedicándole de nuevo una sonrisa afable, dejó la estantería y observó a Sally por un momento, abierto a entablar una conversación con ella si le daba cuerda. De lo contrario, Leon abandonaría tranquilamente y con una cortés despedida el almacén.

Sin duda uno de los lugares más tenebrosos de la isla, ya que es el sitio que más desesperación, tristeza y miedo produce en los aldeanos. Se trata de un inmenso campo santo repleto de lápidas y algún que otro viejo panteón. Por lo general, la gente no visita el cementerio salvo para celebrar algún funeral. Está todo muy descuidado, lo que te da a entender que no hay enterrador.

Si hay algo que te llama la atención, es la presencia de una joven sentada en una de las lápidas.Según te la quedas mirando, ya que ella no se ha dado cuenta de tu presencia, oyes extraños susurros, y pareces ver sombras extrañas que os rodean, moviéndose entre las tumbas.

Cuando miras un poco más allá, a pocos pasos de la joven, está tu compañero Pyros, que se está acercando a una tumba.

Al ver los pasos de Pyros hacia la tumba que ella, hasta hacía pocos instantes, no dejaba de observar, se levantó como impulsada por un resorte. Sus largos cabellos dorados se despliegan por su espalda mientras se lleva una mano al pecho.

¿Qué haces? preguntó, con cierto temblor en la voz ¿Qué o quién eres tú exactamente? comenzó a caminar, para acercarse hasta Pyros.
 

En la tumba rezaba el siguiente nombre: Padre Scott. Sin lugar a dudas, era el sacerdote del pueblo.

Los ojos de la joven están intentando ver más allá de ti, están buscando tus intenciones. Tus movimientos han levantado en ella las sospechas.

Con cuidado, sospechando que la Iglesia llevaba mucho tiempo deshabitada y, por tanto, sus cuidados habían sido nulos, subiste peldaño a peldaño por las escaleras, hasta llegar al campanario.

Desde la alta altura, puedes ver todo el pueblo, que parece tranquilo y preparado para cerrar otro día cualquiera. A tu alrededor, en el suelo, sólo encuentras nidos de aves, excrementos y plumas. La campana parece estar en perfecto estado, aunque sucia.
 

Buenas noches, señor mío contestó Sally, apoyando sus manos en la mesa y contemplándote sin ningún tipo de prejuicio. Es una sorpresa muy agradable recibir a uno de los hombres más famosos de la noche su sonrisa se agrandó todavía más, aunque parecía imposible.

¿Le gusta el lugar? No se qué decirle. Si es usted un hombre melancólico, sí se lo recomiendo. El clima en la isla es desastroso. Han pasado muchos años desde la última vez que hemos podido ver el sol en todo su esplendor. Siempre hay una gruesa capa de nubes molestando. ¿O a lo mejor es que se ha enamorado? ¡Jojojo! la faceta más cotilla de la mujer también era adorable ¿De Miriam la de la posada? ¿O quizá ha conocido a Catherine?

Sin decir palabra y con el paso menos amenazador posible, Ariadne también caminó hacia Pyros para hacer costado a su compañero. Desconocía si iba a haber problemas (ella prefería que no), pero si hiciese falta el fornido luchador la tendría a su lado.

Al principio Leon no pudo evitar sentirse contagiado por la actitud de Sally, y sin darse cuenta una sonrisa divertida se esbozó en su rostro. Cuando mencionó los enamoramientos, al chico se le subieron los colores con velocidad, y se apresuró a negar con la cabeza, mostrándose vulnerable e inexperto en el asunto.

-¡N-N-Nada de eso! No he conocido a la tal Catherine, n-ni estoy enamorado... -aprovechó para aclararse la garganta y recuperar la compostura, al menos en su voz, dado que seguía ruborizado- Como he dicho, soy un aventurero, y... No creo que tenga tiempo para esas cosas... -Esta vez asintió con firmeza, como si se intentase convencer a sí mismo. En cualquier caso, trató de eludir el asunto y decidió tirar de otro fortuito hilo de conversación- Y... ¿quién es esta... Catherine?

¡Uy, dice que no tiene tiempo! se llevó la mano coquetamente mientras se reía Debes ser muy joven, así que te contaré un secreto: El amor no se prepara, ni se espera su visita. El amor llega sin avisar, embistiendo todo a su paso y descolocándolo. Cuanto más te prepares, más inesperado será y más divertido, jajaja.

Y Catherine.... Oh, es una chica guapísima. Y tiene unos ojos azules que parece que te atraviesan el alma. Es una chica muy melancólica, y cuando canta parece que sales de este mundo.

Es una chica poco sociable, la verdad. Hace años sus padres murieron en un accidente, y desde entonces se ha apartado de todo el mundo. Aun así, siempre ha sido muy rara, incluso cuando no era más que una niña. Se rumorea que puede ser una bruja, pero francamente no lo creo. Con esa voz, seguramente sea más un ángel, jajaja.

Se llevaba muy ben con el padre Scott, pero el pobre murió. Si quieres encontrarla, suele estar en el cementerio, en la tumba del Padre. O cerca de la playa, allí también va. Pero no suele llegar al noroeste, donde están los restos viejos de un viejo barco encallado en los arrecifes. Nunca lo he visto personalmente, pero debe de llevar muchos años allí, porque el padre Scott, que Dios acoja en su seno, comentóen su momento que también lo había visto.

Ah, oero ojo, que parece que el Marqués se ha encaprichado de Catherine. Los viejos del pueblo dicen que va a visitarla con frecuencia, aunque ella siempre rechaza sus avances.

Pyros se quedó mirando atentamente a la mujer que se acercaba hasta él. Había averiguado algo de aquel pueblo, algo que desde que había llegado allí ya lo había sospechado. Cuando Ariadne le alcanzó, Pyros dio un pequeño salto asustado y se puso en guardia. Estaba amenazando con sus puños a la pelirrosa cuando se dio cuenta de que era ella.

Le tendió la mano rápidamente, y la arrastró consigo. ¡Ven! Gritó mientras salí corriendo de allí ignorando la pregunta de la extraña chica con la que había estado hablando todo ese tiempo. ¡He averiguado algo! ¡Vamos! Dijo dirigiéndose hacia la catedral del pueblo. Ahora te lo cuento.

El joven mostró bastante interés en la historia de Sally, y una vez hubo acabado, le dedicó una sonrisa amistosa y cabeceó con respeto hacia la mujer.

-Gracias por la información, señorita. S-..Supongo que saldré a seguir dando un paseo, quizás conozca a.. Catherine.

Algo ruborizado, Leon se despidió ociosamente de Sally y abandonó el almacén. La historia sobre la chica le había llamado mucho la atención en varios aspectos: el interés del Marqués por ella, los rumores de que era una bruja, cómo todo parecía torcerse a su alrededor... Parecía una chica solitaria, y tal vez él pudiera ayudarla con sus problemas. A fin de cuentas... Ser un aventurero y un héroe era lo que siempre había querido. ¿Qué mejor forma de empezar que ayudando a la chica en apuros?

Siendo así, teniendo a elegir en un principio entre el cementerio y la playa, decidió empezar por la segunda opción, encaminándose hacia allí mientras comprobaba bajo su capa que su espada seguía en su vaina, colgando discretamente de su cinto.

Tras comprobar de nuevo que nada de valor había en ese lugar, bajé a la planta de abajo, no sin antes pisar un excremento de pájaro, pero como estaba habituado a andar entre "mierda" por el bosque de donde venía, eso no le molestó.

Al salir de allí, se dijo:

Tal vez haya alguien que pueda y quiera hablar conmigo en La Alcaldía.

Y hacía allí marchó.