Partida Rol por web

Respondiendo a la pregunta del Marqués, Leon se mostró algo dubitativo, y no quiso entrar en detalles, esperando poder pasar desapercibido.

-Yo... Me crié como campesino en una aldea rural, mi señor... Mi familia logró ahorrar lo suficiente como para permitirme salir de aquella vida de monotonía y conseguir que al menos yo pudiese salir a ver mundo y vivir una aventura. Así es como llegué a un lugar tan sorprendente como la Dama, pero me temo que este resultado no es el tipo de aventura que esperaba encontrar...

Tras su breve introducción, frunció los labios y miró nerviosamente tanto al Marqués como a sus compañeros, algo incómodo.

Cuando su anfitrión habló acerca de las historias que se contaban sobre él, el chico se tensó ligeramente, pero se aclaró la garganta y finalmente pudo recuperar la compostura por completo, irguiéndose en la silla. Al mencionar el carruaje que podría traerlos de vueltas, Leon asintió mostrándose tan conforme como agradecido, y respondiendo de forma afirmativa a la pregunta de Pyros.

Después, antes de abrir la boca, se vio interrumpido por las preguntas de Ariadne hacia el Marqués, y estas le despertaron una cierta curiosidad que le hicieron guardar silencio y atender a la respuesta.

Sin lugar a dudas, los ojos del marqués relampaguearon cuando Ariadne le hizo esas preguntas. No obstante, en ningún momento perdió la sonrisa, por muy fría y aterradora que pudiese parecer a sus invitados.

Bueno, esta tierra ya formaba parte de la historia de mis antepasados, aunque jamás nos hemos preocupado por ella, se autoabastecía perfectemante movió lentamente la mano hasta la copa, de la que dio un trago todo lo lento que pudo. Reamente, la ciudad me cansó. Era demasiado ajetreada para mi gusto. Mucha gente con la que tratar, muchos enemigos por todas partes, pues no había quien no se quisiese quedar con parte de tu dinero... Así que, una noche pensando, decidí que lo mejor era alejarme de allí, al campo, lejos de tanta gente insulsa y sin sangre... Aunque no niego que de vez en cuando añoro el hogar su respuesta, aunque parecía completa, estaba vacía de contenido, pero su gesto al levantarse de la silla fue más que suficiente para dar por aclarado que había terminado la cena.

Bueno, señores, ha sido un placer, como ya les he dicho, mi carruaje les espera en la puerta. Mi mayordomo les acompañará y allí les llevaran. Ha sido un auténtico placer conocerles, realmente interesante.

El marqués se quedó en el salón, sin moverse ni un centímetro, hasta que os fuisteis. En la misma puerta del comedor, un grupo de guardias os escoltaron, dejando al mayordomo en primero lugar, guiando por los pasillos. La noche era casi completa, unos últimos rayos de sol intentaban arrancar unos segundos preciosos a la oscuridad, pero era una batalla perdida.

El carruaje estaba allí, esperándoos para devolveros al pueblo.

Su sospechaba cada vez cobraba más forma. Aquel marqués seguramente fuera el vampiro del que todos hablaban. A los vampiros les gustaba llevar una vida tranquila, si tenia enemigos seguramente fuera porque su condición y su malignidad se los provocaba y él culparía a su dinero, pero la razón sería otra. Querrían eliminar a una criatura como aquella del lugar donde vivieran. Era normal y completamente lógico. Si en su aldea conociera a alguien como él y se dedicase a hacer daño a quien él más quería, también haría lo mismo. Pero no estaban en su aldea, si no que estaban precisamente en territorio del marqués. Y realmente no tenía ningún problema con él, así que por el momento no haría nada en su contra.

El detalle de "gente sin sangre e insulsa" tampoco pasó desapercibido, y confirmó aún más su sospecha. ¿Eso significaba que se había comido a todos los habitantes de la ciudad de la que procedía?

Pyros se puso en pie imitando el gesto de su anfitrión, agradeció una vez más por los servicios otorgados a los presentes, y dado que no le había dicho forma de recompensarle, simplemente se dirigió hacia el mayordomo y el carruaje que les devolvería con el resto de ciudadanos.

En cuanto llegó al pueblo decidió dirigirse hacia el cementerio, quería investigar un poco aquel lugar y ver si encontraba alguna pista sobre sus sospechas de que el marqués era un vampiro. Si alguien que no fuera Inari le querría acompañar, sería bien recibido.

Si la respuesta del marqués no satisfizo a Ariadne, su expresión no lo delató. Se despidió cortesmente del marqués sin perder la jovialidad y cuando la guiaron al carruaje se subió sin más. En el carruaje estuvo ensimismada contemplando el paisaje, observando la mansión conforme se alejaban de ella sin mediar palabra.

Al llegar al poblado ya era noche cerrada así que decidió volver al Pequeño Castillo a ver si podía ayudar a Miriam con las cenas. Si de paso se informaba de los sucesos de la isla, mejor que mejor...

Tras las oportunas despedidas, Inari marchó hacia el pueblo con el resto. Todos parecíamos con la mirada perdida, cada uno a lo suyo, pensando en cómo buscar información, cómo averiguar más sobre el marqués.

Tengo que ir a la iglesia, he de confesarme - pensó y, a la vez, rió.

Una vez llegaron al pueblo, se despidió de sus compañeros para emprender camino hacia el edificio que buscaba, el lugar del señor, donde todos iban a rezar a un dios que no compartía, pero respetaba la fe del resto. La hora hacía que el viento soplara frío y con cierta intensidad. Se puso el pañuelo algo más arriba, tapándose la mitad de la cara.

Sus pasos iban derechos a la iglesia. No le importaba ir solo.

El sol se había extinguido totalmente mientras dejabas a tus compañeros atrás y volvías a la posada El Pequeño Castillo.

La posada es un amplio edificio de piedar, de dos pisos de altura. Al contrario que muchas otras casas del pueblo, el interior está bellamente adornado de un modo acogedor. En el piso inferior sólo hay tres estancias: el discreto recibidor, la cocina con sus alacenas y una amplia habitación  que hace las veces de comedor. Las dos plantas superiores son exactamente idénticas, un largo pasillo con cuatro dormitorios y un baño.

Allí, Miriam, la joven, bella y embarazada propietaria, de rizos castaños y embaucadores ojos grises, está moviéndose de un lado a otro repartiendo la cena. Al verte, sus ojos se iluminan y un suspiro se le escapa

Oh, Ariadne, que bien me viene que hayas llegado. ¿Me ayudas a servir la cena?

El sol se había extinguido totalmente mientras dejabas a tus compañeros atrás y te encaminabas hacia la Iglesia.

La Iglesia es un viejo edificio que se sitúa en las afueras del poblado. Como muchas consturcciones cristianas similares, tiene forma de cruz. La estancia principa está llena de imágenes de santos y ángeles, aunque la gran mayoría han sido completamente destrozadas y sólo dos o tres permanecen intactos. Tras el cuerpo central hay dos habitaciones más: la sacristía, donde el padre guardaba todos sus libros, y el dormitorio. También hay unas escaleras que conducen a la torre del campanario, desde donde se ve el pueblo entero.

Lo raro de ese lugar es que parece deshabitado. Allí no hay sacerdote y parece que hace mucho tiempo que no lo ha habido...

El sol se había extinguido totalmente mientras dejabas a tus compañeros atrás y te encaminabas hacia el cementerio.

Sin duda uno de los lugares más tenebrosos de la isla, ya que es el sitio que más desesperación, tristeza y miedo produce en los aldeanos. Se trata de un inmenso campo santo repleto de lápidas y algún que otro viejo panteón. Por lo general, la gente no visita el cementerio salvo para celebrar algún funeral. Está todo muy descuidado, lo que te da a entender que no hay enterrador.

Si hay algo que te llama la atención, es la presencia de una joven sentada en una de las lápidas. Según te la quedas mirando, ya que ella no se ha dado cuenta de tu presencia, oyes extraños susurros, y pareces ver sombras extrañas que os rodean, moviéndose entre las tumbas.

¡Vaya!, parece que esta iglesia estuviese abandonada, qué raro - se dijo. Según caminaba, iba evitando pisar objetos o trozos de escombros para evitar hacer ruido. Se fue fijando en las paredes, en los bancos que quedaban por allí. 

Y luego dicen que los fieles son fieles. O el sacerdote no ha sabido llevarles a su bando o aquí está pasando algo que se me escapa. Espero que no sea lo segundo, porque de lo contrario estaré en peligro.

Antes de indagar en las habitaciones adyacentes, observó hacia arriba. ¿Alguien le estaría observando?

- ¡Oh, por supuesto! - respondió alegremente la joven. Con un ágil movimiento, se reunió con Miriam y se repartió el trabajo. - Tu ve pasándome los platos y dime a que mesa van.

La joven fue repartiendo los platos con presteza y su sempiterna sonrisa. En breve la carga de trabajo se relajó sustancialmente, dejando a Ariadne tiempo para socializar con los parroquianos y con Miriam; bromear e ir averiguando a qué se dedica cada uno y chismorreos varios de la isla, sobretodo sirviendo bebidas tras la cena...

Pyros se acercó hasta la chica y se sentó a su lado. No dejaba de mirar a todas partes y de poner la oreja allá donde creía escuchar algo. Aquellas sombras no le gustaban nada en absoluto, y pensaba que seguramente se trataría de algún espíritu. La idea de que hubieran llegado a un lugar fuera de lo normal empezaba a cobrar más y más fuerza. Algo le decía que no estaban en el mundo que conocían, o que el viaje había roto el plano material y ahora se encontraban en las tinieblas de las que habló el monstruo.

Fuera lo que fuera era mejor estar atento a todo lo que pasaba, y prevenidos en caso de que esas sombras fueran más peligrosas de lo que aparentaban.

¿A quién has perdido? Dijo el orondo muchacho a la joven llorona. Es duro perder a un ser querido, pero a veces hablar de él con un desconocido ayuda a mitigar las penas.

Al separarse del grupo, Leon dejó escapar un suspiro entre cansado, y aliviado por haber abandonado las dependencias del Marqués. Al ver cómo el grupo se dispersaba por ahora, planeó una rápida ruta por el pueblo por su cuenta. Había cogido algo de apego a algunos de sus compañeros, pero aún tenía sus propios secretos y disfrutaría algo de soledad por unas horas.

Así pues, echó a andar con una jovial y renovada sonrisa en su rostro por el pueblo, aferrándose al pensamiento de que un barco podría llevarles de vuelta al Continente en pocos días. Sin pensar mucho hacia dónde dirigirse, el primer sitio con el que se topó fue el Almacén de Sally. Así que ya que estaba allí, decidió entrar a saludar y echar un ojo.

Tu conversación con los parroquianos era agradable y amable. Todos estaban interesados en tí, pues eras una nueva belleza a la que poder contemplar e intentar seducir. Pero sus palabras cambiaron cuando se enteraron dónde habías estado cenando.

Los rumores volaban por todos sitios, pero siempre te los susurraban al oído. No sabías si por temor o porque de esa manera aprovechaban a acercarse un poco más a tí.

Toda la isla está maldita. He visto y escuchado cosas... cosas que no son normales. Incluso me atrevería a jurar que la señora Renard, que murió hace años, ronda de vez en cuando por mi cerca. Te aseguro que estamos siendo engullidos lentamente por el infierno

Cavalcanti es un buen hombre, solo que un poco solitario e introvertido. La gente le ha malinterpretado únicamente por ser extranjero. Muchos le echan la culpa de todo lo malo que pasa en Corvinus, sólo porque están deseosos de tener a alquien a quien culpar.

Emil Zolt es el peor de todos, incluso antes de que se pusiese al servicio del Marqués, ya era una persona desequilibrada y cruel. Ahora... bueno, yo creo simplemente que está endemoniado. ¡Pero no le digas que he dicho eso!

Los miembros de la guardia de Cavalcanti eran gente de la aldea, que fueron contratados por el Marqués. Ahora viven con él en la mansión, y se comportan de un modo frío y cruel. No se parecen en nada a como eran antes. Te aseguro que a veces me dan miedo.

En una ocasión llegó un barco proveniente del mismísimo Dominio Vaticano, y el padre Scott les recibió. Seguro que era gente importante, porque vestían de un modo muy elegante para ser simples curas. Se interesaron bastante por las ruinas que hay en el este, e incluso fueron a visitarlas en persona. Creo que pensaban que era una especie de iglesia construida poco después de la muerte de Cristo, pero al parecer no es así; dijeron que era un sitio para herejes y prohibieron la entrada a los creyentes. Aquello fue hace mucho, unos veinte años calculo yo, porque por aquel entonces aún era un renacuajo

Hace unos diez años, un par de semanas antes de que llegase el Marqués, hubo una descomunal tormenta que durón más de dos días. Escuché que decenas de barcos que viajaban por el Mar Interior se hundieron por su causa

Los rumores eran impactantes, pero... ¿serían ciertos? ¿o sólo eran habladurías de un pueblo aburrido y alejado de toda civilización?

Allí no había nadie, o al menos que tu vieras. Las habitaciones seguían el mismo patrón descuidado y abandonado que toda la Iglesia. Hacía mucho que el sacerdote de esa isla no rezaba en la Casa del Señor
 

El Almacén de Sally se trata de la única tienda de toda la aldea de productos variados. En ella se puede encontrar un poco de todo, desde granopara los campos a cuerdas y equipo de escalada. Lo único que no tiene son armas y armaduras, a excepción de unas cuantas dagas y flechas de caza. Sally, la dueña, es una mujer de mediana edad. Camina siempre con una sonrisa en la cara y le gusta hablar con la gente.

Buenas noches, extranjero comenzó a hablar según entraste por la puerta ¿Interesado en algo en particular?

Una joven hermosa de largos cabellos dorados, tez pálida y ojos azules te devuelve la mirada. Ronda los veintiséis años, aunque no aparenta más de diecinueve. Devolvió la mirada a la oscuridad, suspirando con tranquilidad

Vos ya no sois un desconocido susurró lentamente, como si sopesara y meditara sus palabras Al fin y al cabo, todo el pueblo les conoce. Se ha extendido tan rápida como la pólvora su llegada.

La muchacha no contestó a tus preguntas. En su lugar, se puso a cantar

La música parecía envolverte, como si en esos momentos te encontraras muy lejos de allí transportado por esa melodiosa voz.

Pyros se quedó embelesado escuchando la dulce canción de la chica. Cuando terminó alzó la mirada para que sus miradas se cruzaran. ¿Así que ya todos somos conocidos en la isla? Dijo haciendo una pregunta retórica. ¿Y a qué se debe ello? ¿Tanto tiempo lleva sin venir nadie a esta ciudad? ¿Acaso no recibís ningún tipo de visitante nunca? Y dime algo más, ¿dónde estamos exactamente?

Inari siguió andando, lentamente, hacia la sacristía. Tal vez en ese aposento pudiera encontrar algo. 

Hacía frío en ese lugar, pero no lo suficiente como para hacer notar escalofríos al arquero. Preparado para lo que fuera, se adentró en esa habitación y buscó algo relevante, ya fuesen libros u otra cosa.

Demasiado polvo hay por aquí - dijo soplando por los muebles que veía.

Ariadne sopesó los rumores que le iban haciendo saber los parroquianos. Al final de la cena, tenía un buen cúmulo de ideas pero ninguna ayuda en especial.

Cuando los aldeanos iban dejando el comedor, preguntó a Miriam si necesitaba ayuda en algo más y por los nombres nuevos que había oído, la señorita Renard y el padre Scott. La primera, aparentemente muerta, podía haber tenido una historia de brujería, haber sido una belleza que atrajera a un vampiro o ser una persona con cuentas que saldar en este mundo. Con el otro, de seguir con vida 20 años después, podía ser interesante hablar para informarse sobre esas extrañas ruinas.

Como las había añadido a su listado de lugares a visitar, intentó concretar la situación de esas ruinas para saber cómo podía llegar a ellas ya que "al este" no era demasiado indicativo. Ya puestos, conseguir o hacer un mapa de la isla con sus diferentes lugares de interés era una buena idea.