Partida Rol por web

I N T R O

Un día más de vacaciones. Se van terminando, gota a gota, poquito a poco. Pero todavía queda mucho para regresar a los estudios. Así que hay que continuar disfrutando del verano: piscina, juegos, el río, fiestas por la noche, alargando el día con permiso de vuestros padres.

Diversión. Excursiones. Caminatas, senderismo, bici, incursiones y meriendas en el bosque cercano, trepando por la montaña, que en realidad son colinas, pero vosotros siempre la habéis llamado montaña. Es la sierra, o macizo montañoso, una cadena de lomas y cerros, cubierta por un frondoso bosque. En sus laderas se levanta el pueblo de los abuelos. El pueblo de las vacaciones. 

Hoy amanece desapacible, nublado, el cielo amenaza lluvia. Finalmente ha caído un intenso chaparrón y habéis aplazado la salida. Entrado el día, mejora, sale el sol, calienta, se oculta tras las nubes a intervalos. Al menos no llueve pero podría hacerlo. Eso no os da ningún temor. Hoy toca exploración a una nueva cueva. Si no ha sido por la mañana, será a la tarde. Una cueva desconocida que ayer habéis descubierto de casualidad. Entre las zarzas, cogiendo moras, a Lex y Oli les pareció distinguir una oquedad tras los matorrales junto unos peñascos. Joe, bajo la mirada incrédula de Jason, se escurrió bajo las ramas espinosas, con afán de descubrir qué había y a la vez ganar en notoriedad. O por pura curiosidad. Se llevó unos cuantos arañazos, desgarrones en su ropa y encontró aquel agujero. 

Se trataba de la entrada angosta de una cueva. A la luz de la linterna de Lex, el intrépido chiquillo se coló por la estrecha abertura, arrastrándose cuatro o cinco metros antes de retroceder.  Aquel túnel era profundo, la luz no desvelaba su final. 

Hoy descubrirían hasta dónde, si unos pocos metros, o resultaría ser una de aquellos intrincados subterráneos que se conectaban entre sí y acababas emergiendo por el lado opuesto de la colina. 

- ¿Dónde era? Ah sí aquí. Esto está embarrado…¡es aquí venid! - dice gritando a las chicas que están un poco más abajo - Vamos a atar la cuerda - dice a Jason mientras se dirigen a un árbol - Eh Lex! No te vayas a asustar si sale un oso. 

Para el culo inquieto de Lex el día se había hecho interminablemente largo, esas cuatro gotas que los mayores llamaban tormenta suponía perder momentos para vivir aventuras junto a sus amigos pero nunca se ha de perder la esperanza, así que cuando la tarde clareo y la estática de los walkies desapareció no tardaron en ponerse en camino. Lo único bueno de no tener otra cosa que hacer más que ver la lluvia caer es que le había permitido a Lex “armarse” para la exploración de la nueva cueva, solía ir ligera pero siempre preparada con lo básico, su inseparable interna en uno de los bolsillos de sus pantalones cargo, junto la brújula heredada de su hermano y la mochila con esenciales del aventurero.

-como no me asuste del rugido de tus tripas... – replico en tono burlón con una risa cantarina mientras examinaba el terreno – y si nos encontramos uno, dejaremos que te coma a ti primero

El niño-rata (Joe) había encontrado una cueva, tras introducirse ante la expectación de los demás, al poco había salido porque era profunda. Así que, nos organizamos para volver después de comer y explorarla.

En un primer momento dudé en llevar a "ninja" (mi mapache) pero finalmente descarté la idea porque no sabía qué peligros podría encontrarme allí como para encima andar pendiente de dónde estaba o por dónde se había ido. Ya si eso, cuando se demostrara que era segura podría llevarlo.

Lo hablé a la comida y por supuesto, nadie me hizo caso, como quien oye llover. Tampoco se dieron cuenta de que arramplé con tres chocolatinas, aprovechando mi visita a la despensa para coger pan y un poco de fiambre por si me daba el hambre en la cueva. Luego fui a la habitación a por la mochila - nos vamos a la aventura - metí la linterna y un mechero que me había encontrado en el comedor, probablemente de papá - ¿Qué más? - miré a la estantería pero descarté llevar el bate - Pero... ¿Y si nos encontramos un oso? - ¿Había osos en las cuevas? Igual sí, pero el bate me ocupaba mucho espacio en la mochila, no me servía. Abrí el armario y cogí los guantes cortados, aunque directamente me los puse porque total no me iban a molestar y así ahorraba espacio - la gorra - también un cinturón porque iba a acoplar la linterna al cinto y ponerla en la cabeza para ver mejor - cinta aislante - al final quité el cinturón y metí cuerda - paquete de chicles, avellanas ¿Chinchetas? Na - pero sí una grapadora - La navaja al bolsillo...- no daba un paso sin ella. 

Fui al baño y llené la cantimplora, la metí tras comprobar que cerraba bien el tapón - pañuelos, el reloj - comprobé que estuviera en hora - ah, un flotador, buena idea - desinflé uno y lo metí super plegado, igual había un lago ahí abajo - Y si hay agua, puede haber peces. Exacto, la caña de pescar, genial - fui hasta el garaje pero luego lo pensé mejor y sólo cogí sedal y un anzuelo. Igual me quedaba atascada por culpa de la caña y no era plan. Ya en el garaje sopesé coger el martillo, a diferencia del bate sí que me cogía y ocupaba poco espacio, aunque pesaba un montón. Tantee llevar un destornillador pero igual en alguna caída podría clavármelo. Miré la caja de herramientas por si había algo interesante, vi un imán - mooola - directo al bolsillo. Volví para casa, pasé por la cocina y cogí uno de esos martillos de madera para destrozar el marisco, seguro que para aplastar a algún cangrejo servía, además pesaba mucho menos que el del garaje. Volví a la habitación - ¿un silbato? Para adentro - ya iba medio-medio la mochila, así que, fui a por las últimas cosas: un paquete de tiritas, una bolsa de pipas, una radio de bolsillo y una bolsa de basura para aislar las cosas que no deberían de mojarse (como el móvil)

Ya casi estaba, le di un abrazo a Ninja antes de salir por la puerta, era una pena que no pudiera acompañarnos porque igual se perdía pero fue en ese último momento en el que decidí coger una última cosa antes de salir: un rotulador rojo grueso para pintar en las paredes de la cueva flechas y no perdernos.

Y salí de casa con la mochila super contenta, cogí la bici y fui hasta el lugar donde habíamos quedado.

- Hey, ya estoy aquí ¿Estamos? - Miré a ver lo que había traído Lex por si se me había olvidado algo y luego me ajusté la linterna con cinta aislante a la gorra - A ver, quién va primero? - igual Joe que era el de menor tamaño podría encabezar el descenso -  he traído una cuerda, podríamos atarnos para evitar que alguien se caiga - aunque lo malo sería que cayésemos todos por culpa de uno - yo iré para atrás para hacer fuerza - aparte con lo cargada que iba, no era buena idea encabezar la expedición.

- Lo del oso lo pensé, pero al final vengo más preparada por si nos topamos con cangrejos - aproveché la cercanía del árbol para coger una rama consistente - hay que entrar con un palo, nunca se sabe lo que te puedes encontrar ahí dentro.

A Jason le encantaba el bosque. La vegetación era muy densa, con árboles muy altos y plantas más bajas muy bonitas. Habían pasado muchos días allí, días de aventuras, diversión y confidencias. Se podía decir que el bosque conocía sus secretos.

Cuando las chicas descubrieron la cavidad y Joe descubrió que se trataba de una cueva sin fin aparente, ya sabía lo que sucedería al día siguiente; se adentrarían en ella —algo que le parecía peligroso—, con la intención inconsciente de desvelar un secreto que el bosque guardaba, como revancha.

En el pueblo, bajo la lluvia, cubierto con un impermeable, se dirigió a la casa de un aventurero de unos veinticinco años que había conocido. Practicaba senderismo, alpinismo y Jason habría apostado también por la espeleología. Se llevaban bien. El chico había ido allí con la intención de que el joven le prestara algo para la excursión que no se le ocurriera llevar a Oli, lo cual era bastante difícil. Cuando vio el piolet le gustó tanto que se lo pidió por favor. También le prestó un mosquetón y le preguntó si pensaba meterse en algún agujero. Jason sonrió por toda respuesta y le indicó la zona del bosque a la que irían si dejaba de llover.

Ya en casa, preparó una indumentaria de estilo militar, similar a las que usaba Oli a veces; pantalones resistentes con muchos bolsillos y camiseta de manga corta, todo en color caqui; botas negras con suela de agarre, guantes cortos del mismo color y coderas también en negro. Descartó el casco. Le costaba ponérselo incluso para patinar. Supuso que llevarían cuerda, así que metió en la mochila el piolet —o lo que cabía de él—, el mosquetón, una linterna cilíndrica parecida a las de la policía, una botella de agua de litro y medio, y cuatro barras largas de chocolate con diferentes rellenos, una para cada uno, aunque podría comérselas todas, le encantaba. Aún le quedaba bastante espacio. Metió el teléfono móvil —que contaba con brújula entre otras aplicaciones útiles— en el bolsillo superior del muslo derecho y esperó a que escampara.

Por la tarde, en el bosque con sus amigos, sonrió con la respuesta de Alexandra —a él le gustaba llamarla así— a Joe, dispuesto ya a atar la cuerda. No sabía qué puesto sería el más peligroso, suponía que el primero, pero eran tan impulsivos que no lo dejarían ir en primer lugar. Pensó entonces en el último, por si tenía que sacarlos de allí con la sola fuerza de sus brazos. Lo haría aunque le fuese la vida en ello.

—Los niños primero —dijo, y sonrió como solo él sabía hacerlo. Sabía que se picarían, sobre todo Oli, pero no le importaba.

Cuando apareció Jason vi que le sobresalía de la mochila una herramienta que había visto en los escaladores - ¿Adónde crees que vas con eso? - ya puestos, podía haberme traído el martillo y el bate, igual hasta el casco pero me pareció muy fuera de lugar. También aquella herramienta - nos vamos a meter en una cueva, no a subir una montaña - pero vamos que, si quería llevarlo pues adelante - a mí como si metes por ese agujero la bici, es tu problema - molestaba que no se me hubiera ocurrido traer algo así.

Eso sí, me di cuenta que llevaba encima bastante equipo, me fijé en las botas que llevaba, seguro que me quedaban grandes pero molaban - te veo un poco disfrazado, te has equipado pero como que no te queda bien - había traído ropa estilo militar como si la apariencia lo fuera todo. Jason tenía mucho que aprender, por suerte aunque estaba un poco picada tampoco estaba enfadada - bueno qué ¿Entramos? - comprobé que los nudos fueran resistentes para que nadie cayera al vacío en un mal paso.

- Joe tú primero, después Lex, Jason último y yo delante - no se decidían pues hala, ya estaba. Y quien me discutiera igual le daba con el palo - ah y no gastes la batería de la linterna en alumbrarme el culo Jason - sabía que lo iba hacer, hasta le había dado la excusa - venga vamos, que no tenemos todo el día!

Sería catastrófico que después de currarse tanto el contenido de cada mochila, la cueva resultase la madriguera de una simpática familia de conejos. O el agujero de una tramposa araña divertida y astuta. Aunque a Joe no le preocupaba demasiado, que él iba con lo puesto. Para qué más, cepillo de dientes y adelante. 

Joe. Lex. Oli. Jason. Los cuatro os metéis por esa estrecha oquedad, a gatas, y al poco ya pegando el cuerpo al suelo. Hay que arrastrarse igual que una serpiente, siguiendo las lanzas de luz de las linternas, que iluminan paredes y techo de roca, cada vez más bajo. Tan cerca de vuestras cabezas que las mochilas van por delante, a la espalda no pasáis. 

El tramo es recto, con ligera pendiente hacia abajo. No es necesaria la cuerda por ahora. El avance es lento, en algún punto el espacio entre suelo y techo se agranda, luego vuelve a cerrarse. Nunca antes habéis metido la nariz en un sitio así, se hace opresivo, agobia un poco. ¿Cuántos metros lleváis? ¿Seis, siete...diez?

Aguantáis la presión, el sudor se hace presente, la ropa se ensucia, las manos se despellejan un poco. Joe llega a un extremo donde descubre que la oscuridad cae abruptamente, el pasadizo continua en un tobogán del que no se atisba su final ni los metros de caída, no menos de tres a cuatro metros  en una pendiente de unos 45 grados, si bien es más grande, casi se puede caminar a gatas. Con la linterna atisba que tras un metro de bajada, a la izquierda se abre otro camino igual de dificultoso, solo que más suave en cuanto a inclinación.

- Vamos que ya falta poco. Estoy viendo que ahí termina...pufff mi madre me va a matar - dice con excitación cuando logra incorporarse un poco - ¿Eh chicos como vais? Aquí está un poco más ancho pero no ha terminado. Esto continua para abajo. No creo que tengamos problema. ¡os lo dije, que os iba a gustar! - dice mirando hacia atrás viendo como sus compañeros se arrastran.

Menudo show: Me dispongo a entrar por el agujero y resulta que no paso, poco menos que me tuve que tirar cuerpo a tierra y empujar la mochila porque sino nanay. Y la cueva super estrecha, fui dándome golpes cada vez que me levantaba un poco. Por suerte llevaba los guantes puestos y no tuve que lamentar nada, lo único que noté varios roces con el techo, aunque yo creo que el chubasquero iba a aguantar eso y mucho más.

- Si lo llego a saber, hubiera traído el monopatín - habría sido más fácil desplazarse, lo único que tendría que empujar y tener cuidado con las pendientes - seguí avanzando y me tomé un respiro cuando escuché la voz de Joe - habrá que sacar la cuerda, no pretenderás bajar hasta ahí de un salto? - a saber los metros que había de caída hasta enganchar otra vez otro agujero - oye y ahí abajo por dónde: por la derecha o la izquierda? - aquello de ir a ciegas era tan emocionante como peligroso - ¿escucháis algo?

No se veía un pijo pero igual podía sonar agua correr o aire por alguno de los túneles. Aunque en todo caso, bien Joe o Lex serían quienes lo escucharían. Desde mi posición iba a resultar difícil percibir algo más que a Lex avanzar.

- Lex, saca la brújula y memoriza la dirección - era imposible que yo utilizara el rotulador allí para pintar una flecha. Pero si íbamos a volver por el mismo sitio, bueno era saber hacia dónde íbamos o de dónde veníamos.

Joe estaba animado con seguir adelante, se me pasó preguntarle si había visto huellas de animales, aunque era poco probable que viendo el ruido que estábamos haciendo, algún bicho estuviera esperándonos, seguro que habrían huido todos o nos esperarían más adelante - ¿Quién tenía miedo a la oscuridad? uhhhhh jajajjajaa

"¿Quién tenía miedo a la oscuridad? uhhhhh jajajjajaa. ¿Quién tenía miedo a la oscuridad? uhhhhh jajajjajaa"

Escuchas el eco de tu broma y tus risas. Parece tu propia voz, apagado, lejana, rebota un par de veces...¿dentro de tu cabeza? ¿Fuera? ¿Puede haber eco aquí?

Era justo como lo había imaginado. La entrada de la cueva se iba haciendo más pequeña a medida que avanzaban. No le hizo falta encender la linterna, bastaba con la luz que provenía de la de Joe. Pronto se pusieron a gatas y su única referencia era el trasero de Oli. "No sé si podré evitarlo", había dicho cuando ella dijo que no se fijara en él. La verdad es que lo tenía bien bonito, y duro. "A lo mejor puedes caminar hacia atrás", añadió. Pero no se podía caminar. De hecho, ya no se podía ni ir a cuatro patas, había que arrastrarse por el suelo. Procuró hacerlo con cuidado, apoyándose en los codos, protegidos por las coderas. También los guantes hicieron su trabajo. No le gustaba ensuciarse, aunque era inevitable. La prenda más ligera era la camiseta, y los brazos la parte más expuesta. Al final estaba iniciándose en la espeleología, una de las muchas actividades que sus padres sugerían, probablemente porque no eran ellos los que tenían que hacerlas. El túnel eran angosto de verdad. Había perdido de vista el culo de Oli, una pena, ahora solo veía su calzado, que levantaba polvo y le llegaba a modo de castigo. Poco después tuvieron que desprenderse de la mochila y ponerla delante, empujándola. Solo veía el resplandor de la linterna de Joe, a ellos no, y eso lo preocupaba más que la estrechez por la que discurría. Era agobiante; no obstante, procuró mantener la calma. Si habían entrado, podían salir; aunque retroceder sería aún más difícil. Además, no habrían avanzado mucho.

Oyó a Joe. La cueva se hacía más grande de nuevo. Era normal. Oli debía estar cerca también. Al parecer había dos caminos. Habría que elegir.

—Contigo a mi lado, no le tengo miedo a nada, Oli —dijo, en tono burlón, mientras alcanzaba el lugar en que se encontraban.

Sus amigos no decepcionaban, mientras Lex había metido cuatro bártulos contados en su mochila y vestía su habitual pantalón cargo azul marino, una camisa a cuadros y bajo esta una camiseta en la que se leía “Indi disparo primero”, ellos habían venido equipados con ropa mucho más adecuada y la mochila cargada hasta arriba.

Se encamino tras Joe linterna en mano, maldiciendo por lo bajo a medida que el lugar se volvía más oscuro y angosto, centrada en no dejar que el pánico se apoderase de ella avanzo en silencio, solo escuchando su respiración y el avance de los demás. Tan concentrada estaba que al detenerse Joe se dio de pleno contra su pie.

-¡ouch! ¿por que...- guardó silencio escuchando lo que este decía - ¿ves el final del tunel? Genial...- añadió con cierto alivio viendo el rostro de su amigo iluminado por su linterna cuando este miro hacía ellos - ahora que lo dices...no se escucha absolutamente nada – dijo respondiendo a la pregunta de la chica - pero bueno es un hueco muy pequeño puede que sea como una chimenea de ventilación de una cueva más grande ¿no os parece?

Y a la broma de Oli “¿Quién tenía miedo a la oscuridad? uhhhhh jajajjajaa” se le “escapo” una pierna contra alguna parte de la anatomía de su amiga ¿cara? ¿brazo? ¿o tal vez fuera la mochila?

-¡mierda! ¿te he dado? ¿estas bien? - pregunto con inocente preocupación

No sin algo de dificultad saca la brújula anotando mentalmente la dirección y mirando el entorno a su alrededor con ayuda de la linterna trato de encontrar algún punto de referencia, diciéndose a si misma que debería haber traído algo de tiza para poder marcar el sitio.

-¿veis algún sitio donde atar la cuerda?

- Venga vamos a atarla, que luego hay que subir todo esto. Para bajar no creo que haya problema - dice mientras alumbra al tobogán - Hay dos caminos ¿Nos metemos primero por el de la izquierda que está antes? ¡a ver si lo guapo está por ahí! y así investigamos todo - y sin dejar de enfocar coge una piedra y la tira por el camino más profundo.