Partida Rol por web

- ¿Hacia dónde? - pensé que igual no era solo por los gusanos sino por la cueva en sí, igual aquella voz podría guiarnos por el interior de la cueva

Joe se queda embobado mirando al gusanito que se estira y encoge en su mano. Le hace cosquillas, y es cuando presiente que algo no anda bien aquí. Que es maravilloso y asombroso, pero un sexto sentido le advierte que no es bueno. Mejor largarse y más todavía cuando el sentido arácnido de Oli es el que parece apremiaros a salir de ahí. 

La chica empuja e insiste en que os mováis, precisamente ella, que no es que tenga la impresión de que esa zona resulte peligrosa, vuestra amiga tanque no es muy sutil. Jason también siente un escalofrío recorrerle la espalda. Sin embargo es Lex la que peor lo lleva. Todo puede ser muy hermoso, menos los gusanos, por mucho que brillen regodeándose en su luminiscencia; son su kriptonita particular. La belleza del lugar y su fobia hacen que reaccione la última y con lentitud. 

Joe gatea rápido, es el primero, y ante de que suelte al gusano nota apenas un mordisquito,  no más allá de una caricia, casi imperceptible. Los demás vais detrás, deprisa, cuando de las estalactitas aparecen unos finos hilitos que caen y se entremezclan en vuestros cabellos y os acarician la cara con su pegamentosa textura. Es desagradable el contacto, como almíbar muy húmedo y pastoso. 

Y además los gusanitos comienzan a caer sobre vosotros. Uno, dos...cinco... una docena...decenas...

El silencio es la respuesta a tu pregunta. Esperas unos segundos, pero nada. Y toca mover a tus amigos.

-¡NO!¡NO!¡NO!...- grito sin dejar de avanzar, dando manotazos a diestro y siniestros según sentía los gusanos sobre ella y las viscosas hebras de lo que fuera que se enredaban en ella - ¿¡por qué!? ¿¡Por qué!? ¿¡Por que gusanos!?...

Entonces comenzó a llover, en la profundidad de la tierra. Era una lluvia densa, pegajosa. Por un momento se sintió en una ducha cálida, reconfortante, bajo un aguacero tropical de agua templada. Levantó la cabeza hacia arriba. Eran los gusanos. Caían como gotas viscosas. Le siguió pareciendo hermoso. Estiró los brazos hacia delante, con las palmas de las manos hacia arriba, rodilla en suelo frente a Lex. Escuchó sus gritos y todo cambió. Un frío repentino recorrió su espalda. En su mente, lo que caía del techo eran secreciones de criaturas alienígenas, mortales. Vio la cara de Lex, su expresión de pánico. No pudo esperar a que llegara a sus brazos extendidos. Retrocedió hacia ella y la tomó por la mano, haciendo un intenso esfuerzo por mostrar un semblante tranquilo, seguro.

Yo queriendo salir de allí y los que van por delante jugando con aquellos bichos, además es que empezaron a desprenderse justo cuando empezamos a movernos. Si se hubieran dado prisa no me estarían cayendo encima, pero entre que tampoco quería pasar por encima de ellos, al final acabé embadurnada por culpa de aquellas cosas.

- Menuda mierda, están lloviendo gusanos!!

Por suerte tenía el palo y la piedra, no fui tan tonta como para lanzar la piedra en vertical, pero sí que la tiré contra una pared para llena de bichos de colores para ver si respondían al ruido y se iban hacia allí. Y frente a los bichos que me caían encima, tenía el palo que empecé a moverlo con cierta violencia, golpeando todo lo que se me acercaba y no eran mis amigos.

- ¡¡Moveros!!

Si la cosa empeoraba, tenía pensado sacar el mechero y prenderle fuego a la bolsa de basura, igual con el paso conseguiría orientar el fuego hacia aquellos malditos gusanos. Se iban a enterar.

Joe siente el pequeño mordisco del gusano y mueve rápidamente la mano hasta que el insecto desaparece. Empieza a gatear a ritmo normal pero cuando escucha los gritos de sus compañeros comienza a acelerar muchísimo el ritmo. 

- ¿Qué pasa??... - En ese momento empieza a sentir por la nuca el desagradable movimiento de los gusanos. - Jodeer!! - y mientras sigue gateando a ritmo frenético intenta apartar con una mano los máximos insectos posibles de el pelo y la nuca mientras no deja de mover la cabeza a un lado y otro.

Se forma un lío de mil demonios. Manotazos frenéticos intentando apartar a los gusanitos,  gateos desesperados, Lex rozando el pánico gritando, palazos de una furiosa Oli. Y el pequeño Joe que va primero y logra salir de esa trampa pegajosa. 

Un Jason siempre solícito quiere ayudar a Lex pero bastante tiene con quitarse de encima a esas minúsculas criaturas, cada vez más y más de derraman sobre él, una lluvia torrencial de luces, como estrellas fugaces. Se queda medio atrapado entretanto Oli logra abrirse paso después de lanzar la piedra, que no tiene efecto alguno aparente sobre las larvas. Delante de ella, Alexandra se agobia muchísimo, pero avanza como puede con esos filamentos pegajosos enredándose a su pelo, lo mismo que le sucede a la atrevida Oli.

Joe está al otro lado ya de esa zona iluminada por los diminutos gusanos. Se zafa de su carga, de los parásitos que lleva a cuestas, y cuando se gira ve a las dos chicas que la atraviesan ansiosas, gritando y peleando. Más atrás, un poco retrasado, las sigue Jason, se está llevando la peor parte, está llenísimo de esas cosas luminiscentes y los finos hilos desprendidos de las estalactitas se le enredan por todas partes en el cuerpo. Nota en su cuello, en aquellas partes de su piel donde se cuelan los pequeños seres, cosquillas, suaves pinzamientos, mordeduras...

¿Lo están sujetando? ¿Envolviéndolo como para formar un capullo? 

A tu espalda te parece escuchar un...¿zumbido apagado, como el de un enjambre? ¿Es eso?  

Mi mano no sirvió de mucho; todo ocurrió muy deprisa. Lex estaba asustadísima e intentó abrirse paso como pudo, instigada por el miedo. Oli hacía lo mismo, mucho más expeditiva, mientras que Joe parecía estar ya a salvo. No podía seguir mirando hacia sus amigos. Tumbado de espaldas, bajo la lluvia pegajosa y fosforescente, intentaba impulsarse con los pies, protegidos por las botas de suela rugosa. Apenas avanzaba. Los gusanos caían sobre él, cubriéndolo por entero. La cara y el torso eran las zonas más desprotegidas. Sentía hormigueos y algunas picaduras; poco podía hacer. Se dio la vuelta y comprobó que el suelo estaba lleno de motas brillantes y pringosas. Parecía un rastro mágico que hubiera que seguir. No era nada fácil. Se arrastró por el suelo, agarrándose con las manos a los resaltes del terreno al tiempo que seguía impulsándose con los pies, ahora con la puntera de las botas. Codos y rodillas, todo valía para salir de allí. Vio que no avanzaba. Sintió incluso una especie de sujeción detrás de sí. Estaba en la naturaleza de esa cosa retenerlo en aquel lugar, como estaba en la de Jason escapar. No había nada personal. Concentrado solo en su empeño, se llevó una mano a la mochila y consiguió sacar el piolet que sobresalía de ella. Los guantes resultaron útiles para asir el mango. Se apoyó en el codo derecho para levantar el tronco y alzó todo lo que pudo el brazo izquierdo para clavar con fuerza la contera siquiera medio metro más delante. Si era un intestino donde se encontraba, él también había mordido. Con la herramienta prestada bien sujeta y la mano derecha en una pequeña fisura del suelo, intentó desplazarse hacia sus amigos.

Joe  se incorpora un poco tras salir de allí y sigue dandose manotazos por la cabeza y el cuerpo en general - Que asco joder... -  Parece que lo peor ya ha pasado. Le extraña no ver a sus compañeros aún aparecer.

- ¡Eh! ¿qué pasa?...aligerad! ¿me escucháis?...eh!! - en su voz hay muchísima desesperación - EEHHH!!!... -hasta que no puede más y comienza a llorar dejándose apoyar en una piedra.

Sin saber bien como, ni ser consciente de lo que pasa a su alrededor, Lex sigue avanzando llevada por el pánico quitándose de encima cada repugnante “gusiluz” hasta alcanzar el otro lado junto a quien cree podría ser Joe. Su respiración esta agitada y aunque se ha sacado a todos de encima sigue frotándose todo el cuerpo y el pelo en busca de cualquier que haya podido escaparse, por eso tarda en fijar la mirada en algo que no sea ella misma.

-¡¡¡JASON!!! - gritá cuando al cabo de unos instantes comprende que es lo que esta sucediendo - ¡hay que ayudar a Jason! - grita desesperada haciendo notar a sus amigos lo que sucede - ¡Oli! ¡Oli! Tiene que haber algo en tu mochila, siempre tiene cosas útiles...- mira con angustia como Jason lucha por no ser arrastrado clavando el piolet - ¡aguanta Jason!...- volvió de nuevo su atención sobre su amiga, la experta del grupo en supervivencia y le vino una idea a la cabeza – Oli ¿tienes un encendedor?...podríamos asustarlos quemando mi chaqueta en tu palo y así...así Jason podría escapar...

Con la ayuda del piolet y la fuerza extra que le proporciona la desesperación, Jason avanza paso a paso, centímetro a centímetro, arrastrándose hasta que las chicas lo agarran de los brazos y tiran de él fuera de ese tramo ominoso del túnel, vivero de esos bichos. 

Entre las dos y él mismo, agitándose y sacudiéndose los tres, gritando si cabe, os vais quitando los gusanos de encima, que caen a tierra, los aplastáis con las botas o las manos o las piedras, huyendo un par de metros más de esa trampa, reculando hasta donde se encuentra Joe recostado en la pared de roca, humedeciéndola con sus lágrimas.

Vaya susto. Esto ya es serio. 

Apenas tenéis tiempo de tomar aliento o calmar vuestros corazones al galope. Lex está cerca de un ataque de ansiedad y que le de el asma. Joe os advierte de un zumbido y señala hacia la boca del otro túnel, donde os muestra una masa oscura y lejana que apenas la luz de las linternas define como un nebuloso borrón.

El zumbido se acerca. Os hiela la sangre en las venas. No suena bien. 

El pasadizo donde os encontráis continua tanto por delante como hacia atrás vuestro. Las linternas enfocan hacia el lado opuesto. Todo negro. El sonido de ese zumbar también se escucha en esa dirección. Es el ruido similar a un enjambre.

ZZZSSSS...SSZZZZ...

Se aproxima por ambos extremos. 

Miré hacia atrás después de haber pasado la zona de los gusanos - vaya con los gusanos, casi nos comen - Jason las había pasado canutas para avanzar, intenté ayudarlo pero vi que se manejaba bien con el pilotet. Molaba aquella herramienta. Hacia adelante el panorama no fue muy esperanzador, nada más lograr reponerme de los pegajosos vi como Lex estaba bastante afectada por el pánico y Joe llorando - tranquilos, estamos bien, ya ha pasado. Somos muy fuertes para ellos, lo han intentado sí, pero no pueden - trataba de infundir ánimos, tampoco es que fuera yo muy comunicativa pero vaya, habíamos escapado de los gusanos.

Algo por delante se mueve entre las sombras, al principio pensé que pudiera tratarse de una bestia gigante tipo dragón pero aquel ruido no era muy normal y no parecía que viniera arrastrándose, tampoco que pisase el suelo - qué ruido más raro, no? - no perdí tiempo, acerqué la mochila y la abrí, era el momento de empezar a ser prácticos.

- Lo que faltaba, un enjambre - y además venía por todos los lados, así que, nos iban a visitar sí o sí. Busqué algo que pudiera ser efectivo contra los insectos voladores pero no me había traído ningún de antimosquitos. Tras un intento fallido volví a meter la mano para buscar cosas - ¡Ya lo tengo! - saqué la grapadora, unos pañuelos de papel y cinta aislante. Grapé los pañuelos al palo extendidos, también extendí la cinta aislante alrededor del extremo del palo pero sin graparla - una antorcha, la oscuridad es la ausencia de luz, vamos a alumbrar esta zona, nos vamos a mover y nos evitarán - al menos durante un tiempo, así que, la cosa era esperar que la luz no les gustase, estaba segura que el fuego no les haría ninguna gracia, además que iba a mover la antorcha con la intención de alejar al enjambre - tampoco nos vamos a quedar aquí para saludar lo que venga - era mejor salir al encuentro de uno de los enjambres y pretender alejar el otro, vamos, evitar que los dos nos alcanzasen - imaginaros que fueran moscas, sólo hay que avanzar y traspasar esa pared... taparos la cara con algo - me subí la cremallera del chubasquero y me bajé la capucha - vamos a pasar a través de ellos, cuanta más velocidad más rápido lo haremos - tampoco es que se pudiera correr mucho allí, pero era mejor tratar de pasar rápido que no esperar a que te picasen o te cubrieran, tal y como habían hecho los gusanos antes.

Saqué también el flotador y lo llené de aire - aquí hay oxígeno, nos los iremos pasando si tenemos problemas para respirar - esperaba que entre la antorcha, seguir caminando y el oxígeno del flotador fuera suficiente para sortear al enjambre. Esperaba que no nos persiguiera y mucho menos que nos acorralase.

- Podemos hacerlo y lo haremos!

Lex y Oli tiraron de él hasta sacarlo de aquel aprieto, cada una de una muñeca. 

—Chicas, ya sé que me queréis las dos, pero me vais a partir por la mitad —dijo, mientras recuperaba el aliento, a punto de reír.

Lo soltaron y se volvió boca arriba, agitado y cubierto de gusanos aún. Oyó entonces el llanto de Joe y dejó de bromear. Se puso en pie. Lo primero que hizo fue pedir una cuerda para intentar recoger el piolet, que se había quedado algo atrás. Inmediatamente después, se apartó a un lado y se quitó la camiseta. Sabía que Lex no podía soportar aquellos bichos. Se sacudió el cabello durante unos minutos. Uno de los gusanos estuvo a punto de meterse por un oído. Lo impidió. Solo faltaba que se introdujesen en su cuerpo y gestaran algo parecido a Alien. Tenía los brazos con algunas heridas; el cuello y el torso, con pequeñas mordeduras. Se quitó de encima los gusanos y sacudió la camiseta contra una roca lisa de la pared. La utilizó para golpear los pantalones y botas. Tardó un buen rato en deshacerse de las minúsculas lentejuelas que se habían adherido a su ropa. Ahora brillaban a sus pies, hermosas y amenazantes.

Más o menos limpio, se dirigió hacia Joe.

—¿Qué pasa, Joe? —preguntó animado, al tiempo que lo rodeaba con sus brazos y lo alzaba un poco contra sí—. Hemos encontrado un Pasaje del Terror insuperable, ¿verdad?

Él también estaba asustado, o más bien desconcertado; pero un paladín no podía permitirse ese tipo de emociones. Su tarea era traer la luz a la oscuridad, en retaguardia o en vanguardia.

Sin tiempo para digerir el trance reciente, un zumbido llegó hasta ellos. Miró a un lado y a otro.

—Parece que vienen los grandes —dijo, esforzándose en mantener la calma de todos ellos—. No os preocupéis, son solo mariposas. Si veis aguijones, rayas negras y amarillas sois víctimas de una ilusión.

—Quedaos quietos —sugirió, aunque pareció una orden.

¿Quietos? - me pareció una idea de lo más absurda pero claro, acabábamos de salir de una zona donde nos habían atacado gusanos y antes había desaparecido el agujero por el que habíamos accedido a la cueva. Un cúmulo de absurdos que otorgaba continuar la línea - vale, pero si no funciona, entonces... - se aplicaría mi plan u otros, pero desde luego que sus ideas serían desterradas. Mejor no, nada de olvidarlas, recordarlas continuamente, eso sí.

Aún con todo, seguí llenando el flotador de aire, el fuego podía esperar pero tener el flotador pegado a la cara favorecía dos cosas: que pudiera respirar con tranquilidad y además lograba establecer una pantalla entre el enjambre y yo, aunque seguramente si se ponían muchos insectos cerca me iba a entrar cierta aprensión, cuando no cosquillas.

Y además podría luego colocar el palo y hacer girar el flotador, que aunque pareciese inútil podría ser una especie de "ventilador de bichos" o igual le soltaba un flotadorazo a Joe para que se animase un poco, estaba un tanto bajo. 

Estaba segura de haberse desecho de todos y cada uno de los repugnantes gusanos tras haber tirado de Jason con ayuda de Oli. A la broma de este estuvo a punto hasta de reír, más por nerviosismo que porque el chico tuviera gracia, pero estaba más ocupada sacándose a manotazos los asquerosos gusiluz para luego patearlos y/o aplastarlos bajo la suela de sus botas que para apreciar el buen espíritu de los demás.

Vale, estaban bien, estarían bien, no había que dejarse llevar por el pánico. Si había sobrevivido a su némesis más absoluta cualquier cosa que viniera a continuación podría hacerle frente con más entereza, aunque la pesada respiración de su pecho le decía lo contrarió así que sentada agarro su inhalador y se dio un señor chute para prevenir males mayores.

-vale....- comenzó a decir con dificultad tragando tras la inhalación – ese sonido no mola nada...- iba a consolar a Joe, acongojado en un rincón pero Jason se le adelanto así que se centro en el problema más directo, bufó rascándose la cabeza – maldita sea ninguna opción me convence...a ver el fuego ha sido idea mía, en parte...y Oli tiene parte de razón si no es el fuego, el humo posiblemente disuada al enjambre...sobre todo si estos asquerosos gusiluz son sus crías y vienen a defenderlas....buff...pero también nos afectara a nosotros si no encontramos una salida...y quedarnos quietos...no se – dio un vistazo atrás, donde se encontraban los gusanos – esos podrían decidir avanzar...así que creo que no queda otra que seguir adelante y enfrentarnos a lo que nos eche encima este sitio ¿no?

Joe sonrió con la cara humedecida al ver a sus amigos como si por un instante hubieran terminado todos sus males.

- Sii, no esta mal - dijo a Jason con una amplia sonrisa y un abrazo, mientras miraba a Oli y Lex satisfecho.

Pero parecía que no había tiempo para celebraciones. 

- Sí el fuego!...- dice agachandose como un resorte - mi abuelo siempre hace humo para espantarlas. -y se encamina hacia Oli para ayudarla a hacerlo lo más rápido posible.

Los demás no parecía muy dispuestos a quedarse quietos. Tampoco él lo había pensado demasiado; simplemente, le había funcionado en el pasado. Abejas y avispas se habían posado en sus brazos y piernas alguna vez. Jason se quedaba mirándolas, sin miedo, como si fueran mariposas. Pasados unos segundos se iban. Claro que nunca se había metido en un enjambre ni sabía exactamente qué era lo que zumbaba. Por otra parte, el fuego y el humo no solo serían perjudiciales para los insectos, que con mucha probabilidad se enfurecerían si los molestaban. En cualquier caso, eran tres contra uno.

—Nos movemos entonces —dijo y miró a Oli, dispuesto a hacer lo que ella considerara mejor.