Partida Rol por web

Especifico claramente que ni una sola mirada de miedo brota de mí hacia Grey, ni siquiera he mirado con miedo a Simba ye so que poco faltó para que me arrebatara la cabeza. A mí solo me da miedo una persona y no voy a especificarla aquí. Nadie más, me siento completamente capaz de defenderme llegado el momento, también de curarme, soy una mujer segura de sí misma. Ni un segundo de miedo, no te confundas lobo. Intuyo que eres un villano pero no me das miedo.

Dicho esto miro de lado la sonrisa con hoyuelos de Al, es tan flamante que dan ganas de seguir sonriendo. Qué bonito corazón parece contener el morenito de las dunas de arena. Abro los labios para responder y veo la nota en mi regazo. Sonrío y asiendo mirándola entre mis manos, luego la doblo y me la guardo. Es entonces cuando Grey empieza a hablar. Definitivamente es un Villano de los que odia a los héroes, su comportamiento es tan hastioso. Pongo los ojos en blanco y suspiro.

- ¿Tú lo sabes todo? – murmuro enarcando una ceja y aguantando su mirada – parece mentira que ya hayas estado aquí antes, creo que no has aprendido absolutamente nada aparte de gruñir y quejarte ¿eres el enanito enfadado? ¿Qué edad tienes? ¿Cinco años? Mimimimi los héroes nacieron con estrella y yo estrellado mimimi – pongo tono burlón – y yo soy un malo malote blablablabla, en todas las historias hay un rol como el tuyo, puramente engreído, cínico, prepotente y chulesco. He pasado años y años con la única compañía de libros y muro  – me llevo la mano a la cabeza y suspiro, de verdad, qué poco originales son algunas historias – deja de lloriquear por todo, puedes largarte de aquí si quieres, eres libre de hacerlo, no entiendo qué te ata a este lugar y a patalear como un bebé por todo. Yo ya sé quién me lo hizo y sé por qué me lo hizo. Ya te he dicho que no soy ninguna princesa y no quiero ningún príncipe. Yo sola me basto y me sobro.

Estaba pensando en eso cuando el león se me acerca, no le tengo miedo tampoco a él pero si sujeto un mechón de mi pelo por inercia. Recojo la notita que me tiende aunque aún no la leo porque el señor Grey está a punto de hacer su pataleta definitiva, “ahora me enfado y no respiro”, y me voy.

Yo agacho la cabeza y leo la nota de Simba,  parece sincera. Me giro para mirarle, luego vuelvo al papel y sonrío levemente.

Mi gesto a la notita de Simba es el siguiente:

Luego agacho la cabeza, la releo de nuevo, suspiro y me dispongo a escribir, me quedo pensativa jugando con la pluma y la tinta frente a un trocito de papel en blanco.

El profesor asiente a Grey, y lo deja marchar con una sonrisa mientras, apoyado en el escritorio contempla como escribís en vuestros papeles las presentaciones y examina vuestro comportamiento.

Hasta que repares el daño que el orgullo rompió

Rapunzel es la última con la que te disculpas y a la que más daño querías hacer, cuando sus ojso verdes, después de leer tu nota, se cruzan con los tuyos sientes un agradable cosquilleo en la garganta.

Cita:

Sonreí mientras mis mejillas se sonrojaban
- Puedes llamarme Hércules, por lo que vi no hacía falta salvar a nadie, teníais la situación bajo control, ese león de pacotilla no tenía ni una oportunidad- Era verdad, el canto de las sirenas era algo digno de temerse como bien sabían los Griegos, cuantos barcos hundidos, cuantos héroes habían caido a sus encantos, solo las musas lo sabían.

Asentí con convicción al escuchar al genio, que nos recordaba que teniamos cosas que hacer, tenia toda la razón del mundo, les habían dado una tarea que superar. Me puse manos a la obra inmediatamente, toda tarea es un entrenamiento y un heroe siempre esta entrenando.

Así que sin perder más tiempo agarré una especie de papiro de un color muy blanco y ligero, y con la otra mano cogí lo que debia ser un calamo, lo levante para echarle un buen vistazo.
Que cosas tan raras habia por aquí, pero parecia que funcionaba igual, así que empecé a escribir.

Estaba en la parte de como me había enfrentado a la hidra, mi primera gran prueba, cuando escuche la voz de Megara.

Cita:

Levante la mirada del papel, hasta que cruzarme con sus ojos. Baje la mirada de golpe
- Muchas gracias, pero no hice nada especial, lo de siempre, ya sabes- dije nervioso, notando una punzada de culpabilidad al aceptar el pastel.
Mientras se alejaba, volví a levantar la mirada mientras Megara se alejaba.
- Que tengas una buena mañana tu también- sono casi como un susurro.

Suspiré, pensando en como podían cambiar las cosas de rápido. Igual que cuando derrote a la hidra, de cero a héroe en un pis pas.

El profesor os deja intercambiaros de mesa e interactuar libremente entre vosotros disfrutando del espectáculo. Os mira con curiosidad, pues venís todos de universos totalmente diferentes, incluso de cuerpos distintos, y le maravilla el modo en que estáis socializando sin ayuda.

- Bien, chicos y chicas ¿Ya está todo escrito? ahora quiero que uno a uno leáis en voz alta vuestras notas de presentación y vuestros compañeros pregunten algo sobre vuestro mundo. Esperáis a que todos pregunten, respondéis, y el siguiente lee su nota. ¿Ha quedado claro? Volveré a decirlo.

Se acerca a Ariel y pone sus manos sobre los hombros de la pelirroja.

- Ella es Ariel, nació bajo el mar, es una sirena en su mundo… lee su presentación, Gastón, Djinn, Jasmin y Hércules le preguntarán algo sobre el mundo marino, Ariel responderá, luego se sentará y será el turno de que Gastón lea su presentación, Djinn, Jasmin, Hércules y Ariel le preguntarán cada uno algo sobre su mundo, y así en cada mesa.

Estrecha los hombros de la sirena, le sonríe y se aleja con paso sosegado entre las mesas, prestando atención a lo que habláis.

El león no apartó la vista de Rapunzel mientras leía la nota. Ella era la última persona a la que le debía una disculpa por haberla atacado, y eso es lo que Simba había escrito en su nota. Mientras la princesa la leía y después se tomaba un tiempo para pensar y quizás responderle, se fijó en la actitud del lobo, desobedeciendo las indicaciones del profesor. El león miró su nota de presentación y pensó que compartía algo en común con el lobo. Su orgullo. No estás en tu territorio, ninguno de nosotros lo está. Será mejor que te des cuenta de eso lobo, y pronto. – Simba ya había aprendido la lección y no volvería a salirse del tiesto con algo tan estúpido como… ¿las gemas/estrellas del vestido de una sirena?. El león seguiría siendo propenso a las confusiones por no controlar las costumbres humanas, sus conocimientos acerca de ellos eran limitados, pero era seguro que no había maldad dentro de él. No una maldad que le empujase a hacer daño por el placer de hacerlo.

Cuando iba a regresar su atención a la mesa, esperando el momento de entregar su nota, o dársela a Nieves para que la leyese en alto si eso era lo que les pedía el profesor, notó una vibración extraña en su garganta, algo que ya había sentido. Visualizó a Ella como en el día anterior, colocando su pulgar sobre sus labios para devolverle la voz que la mandamás no le había robado sin sentido ni por castigo. Antes de mover los labios y que solo el silencio saliese de su boca, intentó carraspear por lo bajo para testar su voz. Ella había cumplido, ¿pero significaba eso que todos le habían perdonado? Seguramente no, aunque el proceso se había completado, Simba había mostrado su arrepentimiento a la gente que hirió y desde que despertó curado de las heridas que Hércules le había hecho justificadamente al frenarlo a lo bestia, comenzó a hacer examen de conciencia.

-Hola compañeros. – dijo con una sonrisa grande y segura a los demás. -Ahora vuelvo. – se levantó guiñándole un ojo a Nieves, agradeciéndole así su ayuda y fue a ocupar el asiento libre que había dejado Wolf. En ese instante el profesor inició la ronda de presentaciones, pero Simba olvidó tomar su nota.

Buenos días. - al sentarse saludó a los presentes aceptando que, quizás, su presencia no fuese bien recibida. -Tienes la agilidad y rapidez de un guepardo Aladdin. – le dijo al joven que lo había “toreado” en el comedor usando solo un mantel como espada y escudo. Volvió la vista hacia la rubia del cabello extra largo mirando el pelo en el que había quedado enredado. -Creo que gracias a ti he recuperado mi voz. Me gustaría saber como está tu mano y si puedo hacer algo para compensarte el mal rato que te hice pasar ayer. Solo si tu quieres. – Simba era sincero en esa propuesta, sentía el ánimo de proteger a Ruby y Nieves, y lo sentía también hacia Rapunzel.

¿Por qué yo? El maestro se coloca en mi espalda y me señala y puedo notar como todo el mundo me mira y mis mejillas adoptan el color de mi pelo, otra vez el calor, bufff, realmente a veces echo de menos el mar. Me pongo de pie y saludo con un aleteo de mi mano mientras sonrío. 

Sep, Ariel, esa soy yo. ¿Preguntas? ¿Preguntas de qué? Miro con una mirada que dice "Por Papá Tritón no preguntéis nada difícil" y eso es idioma internacional pero me quedo callada esperando porque lo cierto es que no se que decir. Yo sabía que había moradores de las arenas, ¿ellos no sabían que existían las sirenas?

Siguió con atención a Simba y su caminata hacia donde estaba Rapunzel, Nieves se preocupó de la reacción de los demás, muchos en esa mesa habían tenido que enfrentarse al león iracundo, y de ahí que podrían sentirse amenazados por la cercanía de Simba a Rapunzel, pero suspiró aliviada al darse cuenta que nada estaba pasando, al contrario, y cruzó sus manos delante de sí, pero al ver como se levantaba Grey, la princesa se puso de pie, con ojos expectantes, con ganas de ir tras de él, pero luego miró al profesor y torció un poco el gesto, volviéndose a sentar, con un gesto apesadumbrado.

Levantó su mano derecha en señal de aceptación a Simba, y se alegró de darse cuenta que su voz había vuelto, al parecer había aprovechado su oportunidad de resarcirse, la princesa suspiró profundamente.

— profesor, Cuando termine el ejercicio... ¿puedo ir a ver a Grey?, parecía no estar bien — le pregunta al profesor, levantando su mano, y luego se voltea a su grupo para empezar el ejercicio. 

Ya con sus ojos en sus compañeros, tomó la nota que había escrito, y comenzó a leer.

— “Soy BlancaNieves, princesa del reino de Reino de Lohr am Main, mis padres murieron hace años y el reino está en manos de mi madrastra, la reina Grimhilde. Vivo dese hace 3 años en lo profundo del bosque y trabajo para 7 enanos que son mineros, les llevo la limpieza de la casa y cuido de ellos cuando están descansando de sus labores” — leyó con algo de prisa, pero al final, las palabras fueron sonando más y más pausadas, hasta que terminó con la mirada gacha, sosteniendo la hoja, meditando lo que había escrito. Se le hacía ajeno por alguna razón que no lograba dilucidar del todo. 

— ¿qué... qué preguntas me quieren hacer? — ahora los quedó mirando, Meg podría volver a hacer su invitación de "solucionar su problema", a lo que Nieves sólo le había contestado con una sonrisa y negando con la cabeza. 

Seguí con mis ojos a Simba preocupada porque la última vez que lo había visto acercarse a Rapunzel las cosas habían terminado muy mal para todos. Mientras lo vigilaba escuché la instrucción del profesor y la presentación de mi amiga Nieves. Yo me había adelantado pero aprovechaba de escribir un poco más.

- Yo tengo una pregunta- con mi atención puesta en el León no pude notar la expresión nostálgica de mi compañera- ¿Cómo es la relación con tu madrastra?

Mientras escribía, se detenía para escuchar lo que decía Djinn de Jasmin sobre su linaje. No solo del de ella, también del resto de la mesa y cuando llegó hasta Gastón no supo qué decir. Claro, como no recordarlo. Allí la mayoría eran príncipes honorables de tierras lejanas, en cambio él, como la minoría de los alumnos de aquella universidad no lo eran. El renombre se lo tendrían que ganar solos sin cargar un título que les ayudara. Era aquello lo que pensaba Gastón en esos momentos. Fue fácil en su pequeña aldea ya que esas gentes no estaban acostumbrados a personas tan magnéticas como lo era él, tan especiales en tantos sentidos, pero todo era diferente en aquel centro. Demasiada competencia, supuso, como para poder llamar la atención y acaparar la admiración de todos.

Por eso tenía que esforzarse mucho en la presentación, y plasmar allí que en su mundo era alguien importante (aunque fuese para cuatro pueblerinos), eso no tenían por qué saberlo los demás, ¿no? Así su dignidad no resultaría herida. También era importante no reflejar en sus palabras aquella emoción que empezaba a conocer por primera vez: la envidia.

— ¿Qué? — Preguntó despistado, mirando la hoja de papel donde estaba escribiendo y su pluma, por si hubiese algo que estuviera mal. Algún arañón en el papel por apretar demasiado o un manchón de tinta, porque evidentemente él se creía que lo que estaba escribiendo estaba perfecto. — ¿En qué? ¿Crees que debo acentuar más alguna de mis virtudes? — Se rascó la sien con la mano libre mientras miraba lo que estaba escribiendo, dudando mucho que se le estuviera olvidando algo.

Entonces Ariel se levantó después de que el profesor le dijera lo que tenía que hacer. ¿De eso se trataba la clase? ¿De presentarse? Tenía la sensación de encontrarse en una fiesta de pueblo, como las que montaban de vez en cuando en su aldea y aparecía algún extranjero. También vio que Grey se marchaba, y le miró con una sonrisilla al pensar que le habría dado un mal apretón intestinal.  — ¿Cómo aprendiste en tu mundo lanzar tenedores? — No tenía muy claro qué era exactamente ser una sirena, solo sabía que estaba muy relacionado con vivir en bajo el mar y poco más, pero decidió preguntarle por lo que más le interesaba. — Bajo agua es imposible, ¿Cuál es tu técnica? — Quién sabía, quizás, sólo quizás, podía aprender algo de ella.

- Yo creo que de mi presentación ya hemos hablado mucho, ¿Qué tal si empezamos por alguna de las vuestras?

Miro a todos, pero sobre todo a Simba que acaba de hablar, aunque no entiendo muy bien sus palabras es la primera vez que lo veo hablar de una manera más amistosa lo que me produce mucho más alivio. La primera vez que hablé con él fue sobre el retal de tela y parecía enfadado, este Simba me cae mejor.

- Mi mano está bien – enseño la palma de mi mano, que está intacta – yo curé a los demás – estoy probando a exponer mi poder para sentirme más cómoda, madre siempre me decía que querrían matarme si supieran lo que sé hacer así que lo digo sin más – mi pelo, aparte de poder amarrarte, es mágico, brilla cuando canto y vuelve el tiempo atrás, así que no pasa nada, león, comprendo que tu instinto animal te superó y me alegra que hayas recuperado tu voz ¿la perdiste rugiendo?

La verdad es que me sorprendo de mí misma, siendo capaz de curar me siento muy segura a pesar de que quisiera matarme. De alguna manera fue una aventura muy excitante y yo quiero vivir muchas cosas emocionantes, buenas y malas, entre ellas está la de estar en peligro de muerte y qué menos que te persiga un hombretón así transformado en león.

- Eso de despertar pasiones tan intensas… fue muy emocionante – río divertida – seguro que se me ocurre algo que compense el agravio, no lo dudes – lo miro - ¿Y bien? ¿Has traído presentación? Cuéntanos como es la vida de un majestuoso león.

Simba se alegró al ver que la mano de Rapunzel estaba perfectamente como la de Nieves y no había quedado ninguna marca de sus garras en su piel.- ¿Curaste al resto con tu pelo?– preguntó sorprendido volviendo a fijarse en su melena recogida. El día anterior al león le había parecido que el pelo de la princesa se parecía al astro rey, y no se había equivocado, porque según ella era mágico y brillaba. -Entonces es como los rayos del sol, y yo quería arrancártelo...– negó con la cabeza pensando en el grave error que habría cometido, no solo por quitarle la vida a alguien joven que tenía un futuro por delante, también porque privaría al resto de la humanidad de un poder sanador como ese. -Te pareces a Rafiki, el chamán del reino. Es curioso, yo puedo quitar la vida con lo que la naturaleza me ha dado, y tu devolverla echando el tiempo atrás. ¿Fuiste tu quien me curó? No recuerdo que ocurrió después de que me quedé dormido por el canto de Ariel. – podía haber sido Ella, o la otra señorita, Cheshire, aunque Simba no la recordaba porque el sueño le venció antes de verla.  

Rapunzel le preguntó por el problema con la voz, el león había dado por hecho que todos los alumnos se habrían enterado gracias a la sirena. - No, aunque el rugido llegase más allá del castillo, no fue ese el motivo por el que me quedé sin voz. Ella me ayudó a entender mi error, necesitaba reflexionar sobre lo que había hecho y esa fue la forma más rápida para calmar mi orgullo y escuchar a los demás.

Asintió al pequeño Sol, quizás acercarse más de la cuenta a ella enfadase al cazador. -Pero solo si Gastón está de acuerdo. No quiero buscarme otro problema. – Simba creía que Gastón era la pareja de Rapunzel, lo creyó así desde el primer momento que saltó empujándole cuando le arañó la mano. -¿No debería estar sentado a tu lado?

El león y sus confusiones "primitivas", después de eso la princesa le animó a hablar sobre él. Simba miró sus manos vacías pensando que contar, había olvidado la nota en su mesa pero eso no resultaba un impedimento para que improvisase una presentación, mucho mejor, de hecho, que lo que había escrito en el papel. Sonrió a Rapunzel cuando escuchó salir de sus labios la palabra "majestuoso" refiriéndose a él.

-Majestuoso por la ferocidad de mi aspecto real, quizás, pero no por ser quien soy. Mufasa era mi padre, fue un antiguo Rey, falleció hace años. Su reinado abarcaba todo lo que bañaba la luz del sol, hasta donde alcanza la visión en el horizonte. Vivíamos en la Roca del Clan, el lugar donde la manada se reunía para cazar, dormir, comer y reproducirse. Mi tío es el Rey ahora, heredó el trono por mi.– la mirada de Simba se dirigió hacia el león que le había destrozado la vida influenciándolo para mal, Scar. -Murió por mi culpa, en una estampida, yo estaba allí ensayando mi rugido, lo llevé hasta el desfiladero de la montaña, y... su vida se desvaneció generosamente por salvar la mía. – sintió el peso de la culpabilidad en su pecho y garganta.-Solo podía huir y desterrar mis recuerdos, no tuve suficiente valor para afrontar la muerte de mi padre, ver la cara de mi madre, cargar con el peso de la opinión de la manada… Era un cachorro y no estaba preparado. – la presentación de Simba no fue un ejemplo de felicidad, sin embargo, no había forma de suavizarla. -¿Qué hay de vosotros? - miró al resto esperando conocer su historia.

Por un momento el cuerpo de Aladdin se tensó por completo. Y no era por la presencia de Simba si no por entender que debía leer lo que había escrito delante de todos los presentes. En cuanto fue consciente de que únicamente le iban a escuchar los de su mesa suspiró aliviado y se relajó, dejando reposar su peso en la silla.

El ver a Simba cerca y tan en sus cabales lo cierto era que le alegraba en sobremanera. Desde el principió consideró al León como alguien de fiar y, pese a las circunstancias, se había empeñado en seguir creyéndolo.

-¡Que sea la última vez que me dejas mal delante de tanta gente! quedé como un completo idiota...-dijo golpeándole el hombro en tono amistoso y fingiendo un exajerado tono de reproche que denotaba más broma que auténtico reproche,  tratando de quitarle hierro a todo ese asunto.

Luego escuchó con atención la historia de Simba. Cuanto más sabía del resto de sus compañeros más se compadecía de ellos. Todos parecían ser los dueños de terribles destinos, ¿Sería él un afortunado?

-Bueno, yo no tengo demasiada historia que contar...-dijo encogiéndose de hombros

-Nací en Agrabah, y crecí solo en sus calles...mi madre murió siendo yo muy pequeño por lo que apenas la recuerdo y mi padre... a mi padre simplemente jamás lo conocí- alzó las cejas. Contándolo de aquella manera se daba cuenta de que su historia tampoco estaba exenta de drama y desgracia, pero nada más lejos de su intención el compadecerse de sí mismo, por lo que se apresuró en cambiar el discurso.-¡Pero bueno! hace unos ocho años me encontré con Abú y desde entonces hemos vivido juntos y tampoco nos ha ido tan mal!-dijo señalando al mono, quien les dedicó una exajerada sonrisa mostrando sus dientes.

-Por lo demás, y resumiendo mucho, los guardias de palacio me capturaron y sentenciaron a muerte  por... cruzarme en el camino de la princesa, supongo...-en este punto la sonrisa perenne se tornó algo menos acentuada, así como el tono de su voz, si bien no tardaron en recuperarse- Pero logramos escapar, dimos con la lámpara mágica que contenía al Genio, a Djinn-señaló con su cabeza en dirección a la mesa en la que se sentaba el chico de tez negra-y bueno... acabamos aquí- Cualquiera lo suficientemente suspicaz sería capaz de darse cuenta de que el muchacho, por algún motivo,  estaba omitiendo algo en la última parte de su relato.

Lo cierto era que Aladdin no quería hablar de la historia de los otros dos que habían venido con el a aquel extraño mundo, tanto por respeto como por temor a hablar de más.

Mr Cuello musculoso— ¿Cómo aprendiste en tu mundo lanzar tenedores? — — Bajo agua es imposible, ¿Cuál es tu técnica?

Sonrío ampliamente negando con la cabeza.

En Atlántica el arma oficial es el tridente. me detengo ha hacer un inciso. es como un tenedor mucho más grande, en general todo pesa menos en el océano y es por eso se necesita menos fuerza para levantarlo. me encojo de hombros, por lo menos para las sirenas.

Miro mi fino y enclenque brazo antes de seguir. 

Obvio yo no sé pelear con el tridente, mi papá es el mejor guerrero de Atlántica. Pero se me da bastante bien lanzarlo.  sonrío y asiento. Una de las múltiples cosas que coleccionaba era un cachivache que ustedes le dicen tenedor, en realidad es un lindo tesoro que sirve para muchísimas funciones. Yo siempre llevo uno conmigo.  

Estoy perdida en mis pensamientos, aún buscando algo que decir sobre mí, sin tener que revelar la penosa verdad, cuando oigo al profesor pedirnos que leamos nuestra presentación a nuestros compañeros de mesa, genial. Un poco frustrada por esto, dejo el papel a un lado, ya improvisaré algo, supongo. Escucho atentamente a Nieves mientras nos lee su presentación. Así que vive con 7... ¿enanos? ¿son alguna clase de monstruo, como los cíclopes? Me siento contrariada, pues no habla de ellos con resentimiento. 

- Yo tengo otra, bueno, varias. ¿Qué es... un enano? Y, ¿por qué trabajas para ellos? 

Úrsula llegó con la peluca mal puesta y sin el maquillaje al que todos se habían acostumbrado a ver el día anterior. Parecía que ni tan siquiera se hubiera lavado la cara dejando claramente a entender que se había dormido y había llegado tarde. Por suerte llegó cuando el profesor estaba agarrando a Ariel y explicaba en qué iba a consistir la primera clase. ¡Estúpida, cómo puede ser que llegues tarde el primer día de clase!

Rápidamente se sentó en el hueco que le dejaron libre, a su lado estaban Mowgli, Scar y Robin. Al primero no le había visto todavía, del segundo solo sabía que también vivía en su misma fraternidad y al tercero lo había visto llegar a la cafetería poco antes de que ella se marchase. Así que no los había conocido aún y sería un buen momento para estrechar los lazos.

Algo agobiada por llegar tan tarde y con sus mejillas de color rojizo por la vergüenza se sentó junto a ellos confiando en que el profesor fuera indulgente y no le llamase la atención, al fin y al cabo aún se estaban acostumbrado a ese nuevo lugar y a esa nueva vida.

Al sentarse junto a sus compañeros escuchó que Scar no sabía escribir. Úrsula era una experta redactando documentos y aquella redacción no iba a ser algo que le resultase muy costoso. Así que les dedicó una amplia sonrisa a todos. Buenos días. Disculpad el retraso, anoche se me pegaron las sábanas. Luego miró a Scar, yo también puedo echarte una mano si no sabes escribir. Puedo darte consejos e incluso enseñarte las letras después de clase. Y de momento, hoy puedo ayudarte con la redacción.

Ella no tenía ningún problema en romper el hielo y comenzar con su redacción, pero no quería interrumpir a sus compañeros por si alguno ya había empezado con ello.

¿Ya ha empezado alguien, o queréis que empiece yo?