Partida Rol por web

Ruby: - Deja de sentirte culpable por ser quien eres, si así estás perfecta.

Cuando noto cómo Ruby me toma la mano, y me dirige una mirada tranquila, siento cómo una agradable y cálida sensación de felicidad se instala en mí. Para mí es inusual que una persona con la que he mantenido relaciones me trate después con tanta dulzura. Me acerco de nuevo al oído de Ruby, y le susurro.

- Si no fuese por que estamos en clase, ahora mismo te besaría.

Me separo de Ruby y cojo el pastelito para Herc. Hasta ahora, solamente él había sido capaz de ver en mí algo más que el exterior. Y, ¿para qué? Para que lo haya traicionado, ayudando a Hades. Vale, Meg, basta, las cosas aún pueden arreglarse.

Nieves: - ejem... no he dado ni un beso... así que sería más un manojo de nervios que alguien entretenido

La conversación con Nieves me saca de mis pensamientos, cosa que agradezco enormemente. Así que... Ni siquiera ha dado su primer beso. Eso es, cuanto menos, interesante... La miro directamente a los ojos, con una ceja levantada, y mi sonrisa seductora.

- Yo te puedo ayudar a arreglar eso... querida. - Me resulta bastante increíble que Nieves, con su gran belleza, aún no haya dado su primer beso. No creo que le hayan faltado pretendientes, a no ser que viviese rodeada de ciegos. Seguramente sea debido a su inocencia, y eso, gracias a Afrodita, tiene fácil solución. 

El movimiento de Simba, que parece acercarme un pequeño trozo de papel, llama mi atención. Cojo el papel, y lo leo, con algo de esfuerzo por la, ligeramente, desastrosa caligrafía. Una pequeña risita se escapa de mi boca cuando termino de examinar el papel. Le doy la vuelta, a comienzo a escribir una contestación. Una vez acabada, doblo el papel, y se lo devuelvo mientras le guiño un ojo.

Ruby: - ¿Qué les parece?

- Eres muy dulce, Ruby. - A pesar de mi sonrisa sincera, no puedo evitar el doble sentido de mis palabras. - Así que vivías en un bosque, y eres cazadora... Es interesante, tendrás que contarme más cosas acerca de ti. Yo aún no sé qué decir - Hago una pausa, y pienso qué podría escribir. Quizá que no tengo alma porque se la vendí a ese diosucho, o que la única persona a la que he amado me dejó tirada después de que renunciase a mi libertad por él... por culpa de estos recuerdos, mi ánimo se ensombrece y, sintiéndome estúpida, noto como algunas lágrimas comienzan a acumularse en mis ojos. Para evitar que alguien lo note, me levanto de golpe, con la excusa de llevarle el desayuno a Hércules.

- Será mejor que le llevo esto a Herc antes de que comience la clase, disculpadme.

Emprendo camino hacia su mesa, intentando calmarme. 

Cuando llego a la mesa de Herc, y lo miro a los ojos, en mi cabeza no para de repetirse, una y otra vez, una frase "Confió en ti, te trató bien, y tú lo traicionaste". Procurando que todo esto sea lo más rápido posible, hago acopio de todas mis fuerzas para sonreír lo más sinceramente posible, y le muestro el pastel. Por un momento, me debato entre si decirle que este dulce no es solo de mi parte, sino también de mis compañeras, pero recuerdo las palabras de Ruby, y decido no contarle toda la verdad estrictamente.

- Hey, fortachón. No sabía si habías desayunado, pero te traje esto... como agradecimiento por lo de ayer, fuiste un verdadero héroe. Estoy segura de que Fil habría estado muy orgulloso de ti. Pasa muy buena mañana, Herc.

Le ofrezco una sonrisa de medio lado, y me giro, para encaminar mis pasos, de nuevo, hacia mi asiento. Una vez allí, intento encontrar las palabras correctas que puedan servirme como presentación.

Mérida asintió a las palabras de Rapunzel con rostro contrariado. Si, aquello iba a ser como en su casa, pero bueno, al menos allí tenia gente de sobra...como era aquel dicho... Mal de muchos...

Se quedó mirando su papel, enrollando uno de sus rizos en el dedo indice de su zurda. Enrollaba, desenrollaba, enrollaba, desenrollaba...

Se mordió el borde del labio inferior antes de mirar de reojo lo que habia escrito la chica de cabello larguisimo pues ya conocia un poco la historia de Aladin y los otros... eran demasiado cautelosos con sus escritos. Sus ojos se abrieron por la sorpresa. Le apartó un mecho de su rostro para colocarselo detrás de la oreja y acabar posando la mano sobre su hombro.

- Claro que no vas a volver a esa torre. Yo no lo permitiré - su voz sonaba convencida y con fuerza

Tras sentarme en mi sitio, procedo a elaborar mi ensayo.

Soy Robín Loxley, también conocido como Robin Hood, de donde vengo me han llamado de todo, la única verdad es que no soy más que un hijo del pueblo, leal servidor del rey Ricardo, quien recupera lo que los ricos arrebatan por la fuerza a los pobres.

Mi hogar es el bosque de Sherwood, cuento con la inestimable ayuda de los hombres alegres para traer justicia donde el caos impera, donde el fuerte se aprovecha del débil.

Mis armas son mi arco y mi espada, la misma que está tan afilada como mi ingenio, detesto la violencia, pero no dudonen usarla para defender al pueblo y a mis amigos.

Lucho día a día para traer paz a mi tierra y obtener el suficiente dinero para pagar el rescate de mi soberano, quien se encuentra prisionero en tierras extranjeras.

Mi principal enemigo es el hermano del rey, quien usurpó el trono y convirtió Inglaterra en su talega privada para costear los gastos de su desenfreno y libertinaje.

Soy el mejor arquero y salteador de caminos que Inglaterra haya conocido, el sheriff de Nothingham, leal al usurpador, no puede tocarme, pues atacó con la velocidad de un halcón y desaparezco como el viento.

Si gustas, yo puedo ayudarte. ¿Alguna vez has escrito algo en tu vida antes de venir aquí? - pregunto con serenidad, mientras me preparo para mostrarle a Scar como se usa una pluma. 

Aparentemente la nota de Megara no provocó una reacción inmediata en Simba. Su juego para seducirlo no tuvo más alcance, pensó que estaba frente a una especie de alfa en mujer y por más curiosidad que le diese la palabra placer aplicada a su nuevo cuerpo humano, no podía ver en la poderosa Meg a una hembra con la que quisiera aparearse conscientemente. Follar por experimentar y tener un bebé humano no entraba en sus planes.

Posibilidad de que el león se volviese un egoísta y solo buscase desfogarse mientras durase su aventura en la universidad la había, la candidata perfecta para ello sería la griega, que no parecía tener problemas para repartir cariño y placer a todos, pero Simba no tenía necesidad, no la sentía, entre otras cosas, porque no había experimentado.

Pensó que responderle mientras regresaba de la mesa de Hércules. – ¿Solo buscas darme placer? Quizás puedas enseñarme primero la teoría. Y luego ya veremos, gatita.– escribió Simba en la nota de respuesta a Meg. No estaba seguro de querer jugar ese juego, sobre todo si el riesgo de procrear era tan alto. Para él no existía nada más que la penetración, desconocía que juegos sexuales llevaban a cabo los humanos.

Cuando llegó la joven, el león la analizó mejor e imaginó como sería estar sobre ella poniéndola a cuatro patas como una leona, sin vergüenza alguna, deslizó su mirada por su cuerpo fijándose en la estrecha cintura, sus caderas y más arriba sus hombros desnudos. Por último, sus labios, la boca carnosa de Megara atrapó la atención de Simba provocando que imaginase algo más.

Mérida había sido más rápida que él. Mientras el joven del desierto aún trataba de digerir aquella información, la chica que era una mezcla perfecta de entusiasmo y esponjosos tirabuzones cobrizos se afanó en mostrar su apoyo a Rapunzel, tras haber desvelado sus lúgubres circunstancias vitales.

-¡Por descontado que no!-raccionó el muchacho alzando la voz algo más de lo esperado e inclinándose para tomarle ambas manos y buscar establecer contacto visual directo.

-¡Eso no va a ocurrir! ¡No vamos a consentirlo!-declaró en un tono que no admitía discusión alguna, acompañado de una mirada que destelleaba de determinación.

Una vez más, era el honrado corazón de Aladdin el que tomaba prestada su boca para hablar.

-En cuanto acabe la clase veámonos y tratemos de buscar una solución, ¿De acuerdo?-preguntó sin especificar si se refería únicamente a Rapunzel o a ambas jóvenes.

@Aladdin dijo:
"¡Por descontado que no! (...) ¡Eso no va a ocurrir! ¡No vamos a consentirlo! (...) En cuanto acabe la clase veámonos y tratemos de buscar una solución, ¿De acuerdo? "

Los ojos de Grey se alzaron del papel para depositarse en el entusiasta joven de tez oscura. Sus palabras estaban cargadas de optimismo y esperanza, pero por supuesto para el Lobo estaban tan vacías como una promesa escrita en la arena de una playa.

@Mérida:
"- Claro que no vas a volver a esa torre. Yo no lo permitiré "

El lobo no consiguió evitar soltar una escueta risa llena de sarcasmo, y luego negó con la cabeza.

— Sois tan infantiles e ingenuos que casi me dan ganas de vomitar — dijo el soberbio Grey hundiéndose un poco más en la silla y juntando los dedos de las manos — No podéis prometerle a la rubita que impediréis nada. Porque al final... todos volveremos a nuestras historias, cada uno a la suya, de forma irremediable e irrevocable — el Lobo suspiró cansado de esperar. — La única manera de que rizitos dorados no vuelva a su torre, es que ella misma lo decida y lo impida... así que podéis animarla de muchas maneras, pero al final, todo depende de ella, solo de ella.

Grey estaba furioso, normalmente siempre estaba furioso, pero que aquellos "príncipes y princesas" no hubiesen llegado a la conclusión más evidente le exasperaba. Iba a explicárselo, pero ¿para qué? Todos ellos eran los protagonistas de sus historias, todos ellos eran los heroes de sus historias. Todos acabarían con un final feliz. Incluso aunque no se esforzaran nada, solo deben dejar que su historia fluya. Por tanto Grey intuía que Rapunzel acabaría libre de su torre para siempre.

Gesticular y vociferar heroicidades e intenciones vacuas enmascaradas de optimismo, era ridículo. Tenía ganas de destriparlos a todos.

Tras escribir su corta redacción, Bella había estado totalmente pendiente del profesor, esperando a que los demás terminaran sus quehaceres para iniciar la clase. Sin embargo, las palabras de su compañero la hicieron volverse.

-Eso no es cierto, Grey. No depende sólo de ella. Ortega y Gasset dijo "Yo soy yo y mis circunstancias", lo que significa que en la vida todos estamos atados a uno mismo, y a aquello que nos rodea -Bella se detuvo unos instantes, arrepentida de haber comenzado otro de sus ensayos orales- Lo que quiero decir es que son también las personas que nos rodean las que nos han llevado hasta aquí. Todo héroe necesita a un amigo que le apoye y anime en los momentos de flaqueza... y ningún villano lo es si no tiene un héroe como rival. No hay sombra sin luz, ¿comprendes?

Se recogió un mechón de cabello de la frente, volviendo su concentración hacia su papel sobre la mesa.

-Creo que es importante que nos ayudemos entre nosotros. Aunque después regresemos solos a nuestras historias, podemos enseñarnos muchas cosas...

Después de escribir su presentación y alguna nota más comprometida, Simba buscó la mirada de Rapunzel en la mesa de al lado. Quería ver qué le transmitían sus ojos, si había rabia en ellos como en los de Gastón, miedo encubierto y desafio como en los de Ruby o un temor que diese paso a un sentimiento compasivo como en Nieves. Dependiendo de lo que fuera, el león se levantaría o no para ir a su mesa. No se acercaría para asustarla o incomodarla.

Le sonrío a la pelirroja trepadora cuando me aparta un mechón de pelo de la cara y suspiro. Me encanta que me toquen el pelito. Sus palabras me alientan, parece que ha leído lo que he escrito. Entonces habla Aladdin, una persona resolutiva y optimista, sin sonrisa con hoyuelo es preciosa. Me hace sonreír de nuevo.

Luego habla Grey y de nuevo me hace ver que no es el muchacho que conocí en la sala de juegos, es una persona totalmente diferente. Los hombres parece que son así, en algunos libros que había leído se mostraban entre sus congéneres de una manera muy burda y zafia, y ante las damas de otra muy diferente, Grey parecía uno de esos hombres. No di pábulo a sus palabras, pues on las creía ciertas ni atinadas amén de parecerme arrogantes y desdeñosas, quien sí les da importancia es Bella, que parecía intercambiar notitas y gestos con él. Aquel chico no era ningún héroe, por su manera de hablar debía ser un villano, por eso se escondía tanto, nadie bueno de verdad trata a los demás con tanta arrogancia.

- “Yo soy yo y mi circunstancia; si no la salvo a ella, no me salvo yo”, eso decía, yo no volveré a mi torre – tacho “mi cuento”, soy demasiado impulsiva, escribo “la torre oscura”, sobre el tachado en pequeño y sonrío orgullosa de rectificar a tiempo – supongo que todas las historias están llenas de binomios ¿Y si los buenos no son solo buenos y los malos no son solo malos? Me gustaría que nos hablaran de la idea del bien y la idea del mal. No creo que los villanos se crean villanos, justificarán sus actos en base a su historia, al final todos tenemos que dormir tranquilos cuando llega la noche.

No me doy cuenta de que Simba me mira, estoy tranquila, casi como su hubiera olvidado lo que ha pasado. Cuando mis ojos buscan al profesor veo al león mirarme y por un momento un escalofrío me recorre, le aguanto la mirada con frialdad, no le tengo miedo y lo deja claro mi mirada. Luego desvío mis ojos y sigo hablando con los demás.

-Bueno-dijo Aladdin tratando de contener la voz a un volumen suficientemente bajo para no destorbar al resto de la clase-Si os tengo que ser sincero, yo creía que iba a ser considerado Villano cuando llegué aqui...-se encogió de hombros.

-Al fin y al cabo me he pasado la vida robando para vivir... eso no creo yo que sea muy heróico. Si bien como dices-dijo en referencia a Rapunzel-Nunca consideré maldad en mis actos... más allá de mera supervivencia ante un destino injusto, ¿no?-escribió en un pequeño papel, lo dobló y lo deslizó hacia Rapunzel.

-Y con respecto a la ingenuidad, debo decir que me parece más ingenuo el creer que estaremos obligados a volver a nuestro mundos sin tener nada que decir... Una puerta sirve tanto de entrada como de salida. Y si se ha abierto una vez, nada impide que vuelva a ser abierta- le dedicó otra más de sus sonrisas que, a decir verdad, no denotaban ironía, malicia o burla; simplemente optimismo.

La mirada que le devolvió Rapunzel transmitía cierta seguridad y tranquilidad, parecía que no le guardaba miedo. Si llegaba a sentirlo por algún gesto raro que hiciese el león solo tenía que desprender su pelo contra Simba y enjaularlo otra vez.

Se levantó de su asiento y fue hacia la mesa 2 llevando en su mano derecha una nota que le extendió a Rapunzel alargando el brazo, sin tocarla y evitando acercarse más de lo necesario. Al dársela se dio media vuelta y volvió a su lugar sin decir nada.

Cita:

Tras unos minutos de análisis observando el comportamiento de Ludovic, la alegria que mostró en un principio cuando vio a Megara en la mesa contoneándose cerca de él, embobándolo con sus encantos, el león decidió intentar ayudarlo escribiendo una nota de opinión sobre lo que había visto. No le pasó por alto la rabia con la que el joven sujetaba la pluma y escribía fuerte sobre el papel, ni tampoco la forma incómoda y tensa de su cara viendo como Megara seducía a toda la mesa sin hacer distinción entre hombre o mujer.

Cita:

El Lobo comenzó a reclinar la silla hacia atrás, apoyando un pie en la mesa de manera peligrosa, mientras mantenía los brazos cruzados y mantenía una fachada de falta de interés.

Entonces @Bella, la chica de amplios conocimientos sin experiencia alguna en la vida le contestó de forma tajante. El Lobo se sintió insultado, aunque básicamente le dio la razón en el sentido que Rapunzel regresaría sola a su historia, tal y como él había dicho, pero tuvo que “apuntillar” de alguna manera con su abominable tono repipi para dejar claro que ella sabía más que nadie.

— Gracias por su inestimable aportación de sabiduría, señorita Bella — dijo Grey soltando la pierna y dejando que la silla recuperase su apoyo de forma abrupta sobre sus cuatro patas. — No tengo ni idea de quién es su amigo Ortega y Gasset y la verdad es que me interesa bien poco su opinión. Pero no estoy de acuerdo con él y tampoco con usted.
Por mucho que quieran estos héroes ayudar a la princesa Rapunzel, lo cierto es que será ella quién regrese sola a su historia, depende solo de ella la decisión de no regresar a su torre, y por mucho que planifique o que la animen, de nada servirá si ella no se ve en la tesitura de las circunstancias cuando regrese. Depende de ella. De ella y de nadie más.

Discusión más que estúpida, por supuesto, yaa que como heroína de su propia historia, está claro que en su cuento al final saldrá victoriosa, igual que todos vosotros.

¿Os sentís abrumados? ¿Se cierne grandes desgracias sobre vosotros?
No me hagas reír . — dijo en tono jocoso y enseñando los colmillos y con un tono de voz más grave de lo habitual. — aunque no cambiaseis nada, aunque os dedicaseis todos los días en esta universidad a comer, beber y fornicar… nada cambiará en vuestra historia. Al final saldréis victoriosos, liberados de vuestros enemigos y casados muy, muy felices para siempre.

Grey golpeo la mesa con ambas manos, sentenciando sus palabras.

— ¿Os preocupa que regrese a su torre? ¿en serio? — El Lobo miró a @Rapunzel de forma amenazadora. La chica era lista, ya había adivinado que Grey era un villano. Podía vislumbrar esa mirada de temor y repulsa por igual. La misma mirada que Bella. Pero al Lobo ya no le importaba en absoluto. Su ira iba creciendo y sus uñas comenzaban a arañar la madera de la mesa. Su odio por todos aquellos fantoches cuyas vidas iban a acabar perfectas y felices, le producía náuseas. No por que hubiesen sido bendecidos con un final feliz, todo lo contrario que a él, sino por esa falsas palabras de modestia y apoyo, como si pudiesen hacer algo o su felicidad pudiese ser destruida. — Es una estupidez. Rapunzel no necesita que nadie le diga que no va a volver a su torre. Ya sabemos que no va a volver a su torre. Se va a casar con su príncipe y va a comer putas, gordas y jodidas perdices.
Lo que debería tratar de entender aquí… es quién le hizo eso y porqué. — y preparar su venganza, por supuesto. Pensó el Lobo.

Finalmente, la princesa rubia se digno a hablarle, aunque su mirada había cambiado por completo de la que le dedicaba el día anterior. En el fondo el Lobo se sentía mejor, estaba más acostumbrado a infundir miedo que otra cosa, ESA era la mirada que el bellaco comprendía.

— Buena pregunta, princesa. ¿Qué hace al villano y qué al héroe? Para mi el mal y el bien no existían, antes de venir aquí. El mismo prisma observado desde dos lados distintos. Cazador y presa ¿Quién es el villano cuando se habla de naturaleza y supervivencia? ¿Quién tiene el poder para determinar que un depredador es malo y un alimento es bueno? Yo te lo diré… nadie. Pero las historias las cuentas los vencedores. Y es muy fácil poner la etiqueta de villano al antagonista de tu historia.

Eso pensaba yo… hasta llegar aquí. Al parecer SI hay un concepto del bien y del mal, y es obvio que desde que alguien nos mete en una hermandad de Villanos, da por hecho que somos malvados.

¿Quieres saber de la idea del Bien y el Mal? Tal vez deberías preguntar a Ella, o a quien nos ha separado directamente en fraternidades, clasificándonos… etiquetándonos.

Tal vez tenga razón, pensó el Lobo. Tal vez era mucho peor de lo que él mismo se imaginaba. Tal vez no había redención.

Vio a Aladdin, dedica unas palabras de optimismo y confianza. Tal vez intentando suavizar el ambiente, o tal vez intentando que las palabras de Grey sonasen menos agresivas.

Sin embargo luego le vio entregar un mensaje en un papel a la rubia a escondidas. Obviamente prefería decir algo que los demás no escuchásemos. Tal vez incluso metiéndose con él. Aquello le enfureció mucho.

Iba a soltar una pregunta ácida a Aladdin sobre el tema de las notitas para ver si la confianza se ganaba así, demostrando secretos a plena vista de todos. Pero antes de eso llegó el macho Alpha. Simba, el león que ayer casi había matado  a varias princesas en un arrebato de ira y que comenzó con miraditas y se levantó para dejarle otra nota a la princesa de cabellos dorados. Debía estar muy solicitada la rubia, pensó Grey.

Ese hombre, Simba, un héroe, había cometido la misma imprudencia que él en el pasado, pero en lugar de haber sido expulsado como le pasó a él, allí estaba. Tan contento y feliz. Flirteando y dándole ganas de vomitar. ¿Dónde estaban las miradas de miedo hacia el León? ¿Dónde estaban los comentarios arrogantes para mantenerle a distancia? Grey estaba indignado.

Había quedado claro que ser un villano te marcaba de forma muy distinta. No solo los castigos eran mucho más livianos si eras un maldito “Héroe”, al parecer la gente también le daba menos importancia a los errores.

Todo aquello le hizo hervir la sangre. Le daban asco todos. El profesor ignoraba a los alumnos mientras todos hablaban de estupideces o flirteaban con notitas o comentarios susurrados en los oídos. Era un insulto y le daban ganas de matar.

Tenía que largarse de allí. Se levantó con violencia golpeando la mesa con los puños y arrugó la nota donde había escrito unas palabras presentándose hasta hacerla añicos.

La hipocresía de toda aquella gente le desbordaba y deseaba marcharse. Sabía que las pellas de clase no estaban bien vistas, así que se inventaría una mentira más. Al parecer los seres humanos solo sabían dejarle en paz cuando recurría a esas estrategias.

— Necesito ir al baño, profesor…. — dijo saliendo de su mesa sin esperar una respuesta y caminando hacia la salida tras ponerse su chaqueta de cuero.

Sonreí a Gastón cuando estrechó mi mano y seguidamente estreché la de Ariel, la bonita… ¿sirena?

-¿Qué… qué es una sirena? – digo sonrojándome un poco, - disculpa mi ignorancia, no he salido…. “mucho” de palacio, más bien nada…. Y no conozco ninguna sirena, sin duda deben ser criaturas muy hermosas. – le sonrío, ella era muy guapa y, por lo que había podido ver aquellos dos días, elogiar a los demás siempre era bien recibido, ¿Megara lo hacía no? Y ella caía bien a todo el mundo.

Justo en ese instante, la griega se acerca a nuestra mesa y entrega un pastel a Hércules en agradecimiento por la salvación de las chicas. Miro el pastel con curiosidad, ¿lo compartirá? Tenía tan buena pinta… y yo no había desayunado a penas, o quizás fuesen los nervios que me hacían tener más hambre de lo habitual, o… más bien, que en palacio no me dejaban comer esas cosas, decían que no eran saludables, que me harían perder mi bonita figura, pero ya no estaban allí para impedírmelo.

Parpadee varias veces y volví a centrar mi atención en la tarea que Mysterio nos había encomendado: Describirnos.  

“Mi nombre es Jasmin, soy la princesa de la bella ciudad de Agrabah,… ”.

Mordí la punta del lápiz, ¿cómo podía seguir? Miré los pergaminos de mis compañeros, sonriendo al ver la descripción que el genio había dado de él mismo, entonces miré la de Gastón y pude observar sus faltas de ortografía, no sabía si sería de buena educación entrometerme, pero pensé que, la ayuda siempre es bien recibida, así que me acerqué un poco más a él.

-¿Me permites? Puedo ayudarte si quieres. – me ofrecí amablemente.