Partida Rol por web

Que Grey se levantara y se marchara no sorprendió a Bella. Empezaba a acostumbrarse a las pataletas y desplantes del muchacho. No era muy listo, y se dejaba llevar por sus emociones, a pesar de que en el libro que había leído, el personaje era bastante diferente... 

Profesor: Bien, chicos y chicas ¿Ya está todo escrito? ahora quiero que uno a uno leáis en voz alta vuestras notas de presentación y vuestros compañeros pregunten algo sobre vuestro mundo. Esperáis a que todos pregunten, respondéis, y el siguiente lee su nota. ¿Ha quedado claro? Volveré a decirlo.

Bella asintió. Sí, estaba claro. Un poco nerviosa por tener que leer su resumen en voz alta, y arrepintiéndose de no haber escrito algo un poco más extenso, lo tomó entre los dedos, mirando a sus compañeros y esperando a que alguien tomara la voz cantante.

Profesor: Ella es Ariel, nació bajo el mar, es una sirena en su mundo… lee su presentación, Gastón, Djinn, Jasmin y Hércules le preguntarán algo sobre el mundo marino, Ariel responderá, luego se sentará y será el turno de que Gastón lea su presentación, Djinn, Jasmin, Hércules y Ariel le preguntarán cada uno algo sobre su mundo, y así en cada mesa.

-La... ¡la Sirenita! -Exclamó Bella en voz baja. También había escuchado el nombre de Hércules, pero le parecía tan fantástico que fuera el mismo Hércules de la mitología como si ahora Simba confesara que se trataba del mismísimo Jesús de Nazaret.

Sus mejillas se colorearon. Eran demasiadas emociones en tan poco tiempo. Tantas preguntas, tanta curiosidad...

Simba: Majestuoso por la ferocidad de mi aspecto real, quizás, pero no por ser quien soy. Mufasa era mi padre, fue un antiguo Rey, falleció hace años. Su reinado abarcaba todo lo que bañaba la luz del sol, hasta donde alcanza la visión en el horizonte. Vivíamos en la Roca del Clan, el lugar donde la manada se reunía para cazar, dormir, comer y reproducirse. Mi tío es el Rey ahora, heredó el trono por mi.

La historia de Simba comenzó a zumbar en el cerebro de Bella, como una mosca entrometida a la hora de la siesta. Lo había escuchado alguna vez. Sí, aquella historia había sido almacenada en su mente, pero no conseguía separar el concepto del león de la narración en sí. Debía poder desgranarlo, pues ¿qué sentido tenía que fuera un león? Pero sí conocía algo así.

Simba: Murió por mi culpa, en una estampida, yo estaba allí ensayando mi rugido, lo llevé hasta el desfiladero de la montaña, y... su vida se desvaneció generosamente por salvar la mía. Solo podía huir y desterrar mis recuerdos, no tuve suficiente valor para afrontar la muerte de mi padre, ver la cara de mi madre, cargar con el peso de la opinión de la manada… Era un cachorro y no estaba preparado. ¿Qué hay de vosotros? 

No, no conseguía estirar del hilo de sus recuerdos para salvar la historia que conocía. No con desfiladeros, rugidos y cachorros.

Aladdin: Por lo demás, y resumiendo mucho, los guardias de palacio me capturaron y sentenciaron a muerte  por... cruzarme en el camino de la princesa, supongo... Pero logramos escapar, dimos con la lámpara mágica que contenía al Genio, a Djinn y bueno... acabamos aquí

-Pero... ¿qué hay del brujo malvado? Él es quien te dio la lámp... -Bella detuvo sus palabras a tiempo para no desvelar nada del cuento, a pesar de que la curiosidad la comía por dentro.

En su lugar, carraspeó, y alzó el papel que había escrito por delante de su rostro, ocultando el color granate que había invadido su piel. Le temblaban los dedos, pero leyó con una voz experimentada y dulce.

-Mi nombre es Bella. Nunca conocí a mi madre, así que vivo sola con mi padre en un pequeño pueblo de la campiña francesa. Me gusta leer y cuidar de los animales de la granja mientras mi padre trabaja en sus nuevos inventos. No soy ... -llegados a este punto, la muchacha titubeó. No esperaba tener que leer su resumen frente al resto de sus compañeros, así que decidió obviar la última frase, e improvisar- no soy una princesa. 

Con una exhalación que dejó escapar el terror escénico, la chica dejó caer el papel sobre la mesa, y miró a los demás.

-Fin.

Bella:

-Pero... ¿qué hay del brujo malvado? Él es quien te dio la lámp...

Aladdin alzó las cejas sorprendido por la pregunta.-¿Brujo malvado...?-el joven del desierto ladeó su cabeza, llevando sus pupilas hacia arriba a la vez que achinaba un ojo, tratando de recordar

-No vi ningún brujo malvado en la cueva de las maravillas... Aunque puede que te refieras a ese viejo traidor, hijo de un chacal que nos comvenció para entrar en la gruta en busca de la lámpara- Tanto abú como él mismo adoptaron un gesto enfadado. Estaba claro que no guardaban ningún aprecio a aquel viejo

-Un viejo prisionero del calabozo fue el que me propuso el trato de ir a por la lámpara... él me ayudó a escapar de las mazmorras a cambio de que le diese la lámpara, pero en el último momento trató de matarme. ¡Suerte de este ladronzuelo peludo de aquí!-señaló al mono, que se cruzó de brazos orgullosamente.

-De no ser por él ahora yo estaría muerto y ese maldito viejo tendría la lámpara de Djinn...-se encogió de hombros, recobrando su sonrisa.

-Y por cierto, ¿Qué es eso de la campiña?-preguntó con genuino interés.-¡Y no debes preocuparte por lo de no ser una princesa! Yo mismo, como no sea el príncipe de los ladrones...-se carcajeó de su propio chiste

tras las preguntas de sus compañeras, los ojos de la princesa fueron hacia el único varón de la mesa, pero él parecían debatiese en qué preguntar o eso quería pensar Nieves, así que tras un silencio, decidió hablar y quizás darle tiempo a Ludovic para que dijera algo. Ahora bien, tenía las preguntas delante de ella, y no sabía qué decir pues la verdad le parecía cruda y no era su idea dar pena.

— los enanos son gente pequeña, de baja estatura y muy fuertes.  Yo limpio para ellos porque me dan casa y cobijo y son amigos y quiero retribuirles sus esfuerzos... en realidad no trabajo, lo que hago es devolver el favor que me hacen con mis labores... antes de que llegara todo era un desastre y desde pequeña he hecho labores así — se encogió de hombros, ahora venía la parte más complicada — sobre mi madrastra...ummm la verdad es que ha sido desde siempre una relación difícil — aprieta los labios — así que... si no tienes nada bueno que decir de alguien, es mejor no hablar de esa persona — aclara su voz y apoya lo codos en la mesa y luego recargó su pecho en la mesa, con una pequeña sonrisa en los labios, no estaba dispuesta a hablar más sobre esa historia, después de todo estaba detenida y cuando volviera la retomaría, librando a su gente y reclamando su reino y corona.

— no sé si quieren hacer mas preguntas o pasamos al siguiente, Ruby, por ejemplo — ladeó un poco su rostro — ¿de que se trata ese código de honor?... estoy intrigada — no sabía si los cazadores de su reino seguían la misma reglas, de seguro sí, de lo contrario, habría muerto hace mucho tiempo. 

La pelirroja miró desconfiada a Simba cuando se acercó pero esa mirada duró poco. Sentia la urgencia de ir al baño pero Wolf acababa de marcharse y ni muerta querria que pensaran que iba detras de un hombre como un perrito necesitado.

Sus compañeros de mesa hablaban pero ella no escuchaba nada. Solo esa urgente necesidad que iba incrementandose por momentos. Al final no pudo evitarlo y se levantó como un resorte, saliendo del aula con rápidez

Observo a Simba mientras habla, niego cuando me pregunta si yo le curé. La verdad es que tiene una facilidad de palabra pasmosa, transmite seguridad, no sé quién es Rafiki pero por cómo habla de él me encantaría conocerle.

Ante la comparación de mi melena rubia con el sol me quedo maravillada, nunca lo había pensado pero amo pintar el sol, es lo que más aflora en mi mente, un sol con rayos como pequeños mechones de pelo ¿Me leerá la mente? Tan poco acostumbrada estoy a los cumplidos que me sonrojo ligeramente.

- ¿Gastón? – farfullo extrañada - ¿qué pasa con él? No, Gastón está allí, de hecho creo que me odia un poco por cómo me miraba cuando le curé. – Presiono los labios uno contra el otro... yo no me acercaré a él si él no lo hace. No quiero que vuelva a mirarme como me miró en la enfermería. Es una de esas miradas que yo siempre creí que atraería, entre el miedo, el odio y el rechazo absoluto. Parecía que iba a señalarme y a gritar: ¡Bruja! ¡Quemadla!

Durante unos instantes me quedo seria y pensativa ¿Habrá más personas así? ¿Debería haber comentado mi poder tan a la ligera? No. No más dudas sobre mí misma.

Miro de nuevo al muchacho castaño cuando empieza a hablar de su historia, acodándome en la mesa y apoyando mi barbilla sobre la palma de mi mano escucho como cuando me contaba los cuentos de pequeña a mí misma y fingía que escuchaba a otra persona. Solamente que ahora es real, ahora alguien me está contando su historia.

Lo que era fascinante se vuelve triste cuando termina de contar su historia, me encantaría abrazarle y decirle que todo está bien, que no cargue con esa culpa tantos años. Me encantaría tener el poder también se sanar un corazón herido.

Abro los labios para iniciar la ronda de preguntas cuando Aladdin cuenta su historia también haciendo caso omiso a la historia de Simba, luego Bella cuenta la suya y pregunta a Al. Yo le sonrío a Bella con complicidad, es como yo, como dijeron las tres hadas a nuestra llegada, creo que ella también ha leído algunas cosas de más.

Mérida de repente se va.

- Creo que tenemos que ir por orden. Primero preguntamos a Simba, luego a Al, luego a Bella... Yo tengo una pregunta para cada uno – sonrío – Simba, si todo eso pasó cuando eras niño y ahora ya no lo eres ¿qué has hecho todos estos años? Aladdin ¿Qué tal con Jas?

La historia del muchacho de las dunas de arena la conocía bien, su destino era el amor de Jas y no sabía en qué punto de su historia se había quedado todo, tenía curiosidad, la verdad. Mis ojos van a Bella, Bella… ¿Quién no conocía su historia? ¿Aún no había conocido a la Bestia? No ha hablado de ella ni del secuestro, ni siquiera de que su padre se ha perdido. O quizás los libros que yo había leído no eran las historias que ellos habían vivido, de algunos había varias versiones muy diferentes. De La sirenita conocía dos versiones, una muy cruel... por suerte Ariel venía de la versión más bonita. Lo mismo de la Cenicienta, y de Caperucita roja había al menos tres o cuatro. Era imposible saber de cual eran ellos.

- Bella ¿Dónde estabas cuando entramos en este lugar?

¿Entonces quien me curó? Debería averiguarlo para darle las gracias.
De nuevo ese color rosado en las mejillas de una humana. Son tantos los significados que ese gesto parece tener. Al menos la joven no pareció incomodarse por haber comparado su cabello con el sol.

Lo que no le cuadraba a Simba de ningún modo es que su pareja le odie por curarle. ¿Qué clase de tarado podría echarle en cara algo así a quien quiere? Solo intenta protegerle. -¿Acaso no sois pareja él y tú? – la pregunta es formulada de forma directa, sin rodeos. Una de las cosas buenas que tiene el león es la honestidad combinada con la falta de filtros sociales, como debe uno preguntar ciertas cosas, con que tacto, o por que vías ir antes de soltar la pregunta que quiere.

Después de contar su historia y sentirse más ligero por compartir con otras personas sus vivencias, fue Aladdín y Bella quienes siguieron con el ejercicio. Sonrió al chico del bazar con una sonrisa enorme, asintiendo y mirando después al famoso Abú. Lo lamento… ¿somos amigos? – preguntó sin perder la sonrisa. Claro, Al sería un buen amigo para el león, al igual que Djinn, ambos habían intentado defenderle en el comedor y el genio ayudó mucho siguiendo el ritmo del canto de Ariel. -No volveré a transformarme en león para herir a nadie, solo si me viese amenazado o alguien necesitase que le defienda. – eso era muy distinto a convertirse por un arrebato de rabia, Simba confiaba en que algo así no sucediese porque Ella estaba pendiente y se ocupaba de la seguridad de sus alumnos. -Eres un humano fuerte. – dijo el león a modo de cumplido, dando una palmada suave en su hombro, intentando controlar su fuerza y no dejarle marca como a Gastón en la fraternidad. -Nacer sin una familia es duro, pero has sobrevivido. –él lo sabia bien porque como cachorro uno no podía sobrevivir solo durante los primeros meses, y los cachorros humanos eran igual.

Frunció el ceño cuando habló sobre Djinn. ¿Una lampara como la que hay sobre la mesita de noche? Simba no entendía nada. -¿Qué quieres decir con que el genio estaba metido dentro de una lámpara? – al parecer la lámpara era muy valiosa porque alguien intentó matar a Aladdin para conseguirla. -¿Por qué iban a matarte para hacerse con ella, y bueno, llevarse de regalo a Djinn?
Volviendo su atención a la joven que no era princesa y tampoco necesitaba serlo…

-¿Qué clase de inventos fabrica tu padre? – Simba deducía que su progenitor era imaginativo, debía serlo, para idear nuevos objetos, aunque no descartaba que fuese un mago o un charlatán con mucha facilidad para inventar historias.

-¿Qué he hecho? – respondió después a Rapunzel pensando en lo que había dejado atrás. -Vivir mi vida alejado de la manada. Hace años que no veo a mi madre, y de no haber sido por una casualidad del destino, tampoco me habría reencontrado con mi amiga Nala. Vivía en un territorio libre de depredadores, pero eso está cambiando, el humano blanco ha llegado a nuestras tierras. Hombres con mosquetes, encadenan a otros hombres negros, y los llevan a un barco que zarpa a través de los océanos, no sé a donde. Cazan furtivamente, y están construyendo lo que Timón llama una vía de ferrocarril. Ahí trabajan negros y blancos.

Mientras las presentaciones avanzan en la mesa y todos los compañeros se preguntan cosas, Simba busca la mirada de Nieves, después de todo es la humana que más se ha propuesto ayudarle y todavía no ha podido hablar con ella después de recuperar su voz y así contarle cómo ha sido y es su vida. Pero de momento el león no puede moverse de su sitio. Sonríe a la princesa y vuelve a prestar atención a la mesa donde está sentado.

Aladdin: Y por cierto, ¿Qué es eso de la campiña? ¡Y no debes preocuparte por lo de no ser una princesa! Yo mismo, como no sea el príncipe de los ladrones...

Bella esbozó una sonrisa de medio lado, recordando el final de su cuento y cómo acababa casándose con una princesa para convertirse en príncipe.

-La campiña es otra forma de llamar a los pueblos del sur de Francia, el país donde vivo yo. Hay viñedos y zonas muy verdes. Supongo que es bonito, pero como sólo he vivido allí toda mi vida, me gustaría poder explorar otros lugares... 

 Rapunzel: Bella ¿Dónde estabas cuando entramos en este lugar?

 La joven se retiró un mechón de cabello de la frente, extrañada por la pregunta.

-Estaba en... en mi casa -respondió, sin saber muy bien a qué se refería Rapunzel-. Mi padre había salido a una feria y...

Bella se llevó una mano al chichón que le había salido en la cabeza debido al golpe. Algo en su mente le decía que a su padre le había sucedido algo extraño, pero no recordaba el qué...

Afortunadamente, el león humano detuvo su línea de pensamientos con otra pregunta.

Simba: ¿Qué clase de inventos fabrica tu padre?

-¿Eh? Ah, toda clase de inventos. Hace unos días por fin terminó una máquina para cortar y apilar leña sin esfuerzo. Es un verdadero genio -respondió ella, con una sonrisa.

Después, miró hacia el resto, y tras unos segundos de dudas, preguntó.

-Aladdín, ¿has pensado ya en cuáles serán tus tres deseos? Rapunzel, ¿saliste sola de la torre? Simba, ¿no te has planteado regresar para recuperar el trono de tu padre? 

Oh, cielos.

-¡Hamlet! -Exclamó súbitamente, en cuanto su cerebro hizo las conexiones adecuadas. Su tío asesina a su padre, y toma el trono en su lugar, y el príncipe regresa para reclamar el tromo- ¡Eres Hamlet! ¡El príncipe Danés! Simba, tu padre no murió por tu culpa, ¡fue tu tío quien lo asesinó!

Mientras esperaba la respuesta de Ruby, Simba llama su atención, puesto que la miraba desde la mesa en donde estaba sentado y parecía estar entusiasmado con quedarse ahí, la princesa suspiró y al mover su mano se encontró con la nota que había escrito el león. Quizás la necesaria, pensó. 

— chicas, voy y vuelvo... iré a dejarle la nota a Simba, hablen, de ahí las interrogaré de todo... de todo — mira a ambas chicas, dejando en claro que no solo seria lo de las notas y presentaciones y tomando el papel, camina hacia la mesa donde estaba el león. 

Nieves se había puesto de pie de su silla, llevando un papel en la mano derecha y luego de hablar con sus compañeras, caminaba hacia la mesa donde estaba Simba, llegando hasta él y colocando su mano sobre el hombro del gran León, saludando a los presentes con una inclinación de cabeza.

— toma... se te había quedado — le dice al león, entregándole el papel. 

En el transcurso del ejercicio la mirada de Simba danzó unos segundos por la mesa de al lado, mirando a Nieves. La princesa debió caer en la cuenta que el león había olvidado su nota de presentación y podía necesitarla. Se acercó donde estaba y rápidamente en cuanto notó el olor y el tacto de la mano de Nieves le miró sonriendo dándole las gracias por traerle el papel. -Gracias, pero no hacía falta, improvisé algo mejor. – tomó el papel y lo dobló guardándolo en su bolsillo. Definitivamente si tenía tiempo para presentarse en su mesa, lo haría del mismo modo que ahí, dejando que la espontaneidad surgiese.

-Escribiendo en un papel siento que… mi voz interior no termina de expresarse bien, no es algo a lo que esté acostumbrado. Los humanos saben agrupar sus ideas y las comunican con mayor facilidad. – dijo levantándose a continuación, y por sorpresa, ofreciéndole el asiento para que la princesa se sentase.

-¿Quieres sentarte Nieves? Así también puedes compartir con nosotros parte de tu historia. – sonrió invitándole a quedarse unos minutos y volver juntos luego a la mesa. -Un príncipe sin nombre me enseñó algunas cosas de caballería el año pasado. –dijo por lo bajo a la princesa. Esperaba que aceptase y que el gesto que acababa de tener fuese visto como algo “bueno” o “acertado” para una dama.

En tanto que se decidía a tomar asiento y Aladdin y Rapunzel respondían a las preguntas, el león flexionó sus rodillas y apoyó los codos sobre la mesa. Quedar de pie no era muy práctico si quería mimetizarse en el entorno y evitar llamar la atención del profesor.

-Ese invento parece muy útil. Evitará que los humanos consuman sus energías. – respondió a Bella. Después la joven tuvo una ocurrencia chocante para él al compararle con un príncipe llamado Hamlet. - Mi tío no mató a mi padre, estoy seguro de eso. Mufasa cayó por el desfiladero, se mató por el golpe de la caída. Trató de escalar las rocas para huir de la estampida, y simplemente no pudo. Estás equivocada de historia, Bella.- Scar era mezquino y estaba matando la vida en su reino, pero no era un asesino. Con su propio hermano no.

En mi perpetuo silencio fue cuando Simba me entregó una nota, primero en mi rostro se notó una expresión de confusión, luego fue a una fugaz mirada la cual fue dirigida hasta Megara, antes de solo guardar la nota en mi puño. En eso el profesor intervino, diciéndonos la dinámica de la clase de hoy.

Yo en todo momento seguí guardando silencio, incluso cuando Nieves nos contó su historia, pero mostré interés cuando mencionó algo sobre unos enanos, volteando a verla. Estaba apunto de decir algo, de hacer preguntar pero fue cuando se levantó, y solo seguí callado nuevamente.

Al menos hasta que aclaré la garganta para volver a hablar, relajando más mi expresión de molestia. -Entonces, ¿Esperamos a que vuelva Nieves para seguir? Porque tengo ganas de hablar.- 

los dos chicos demostraron de inmediato la química que había entre ellos, se habían llevado bien desde el primer momento y a pesar de lo acontecido el día anterior, parecían haberlo resuelto, pues, ahora se sonreían y la princesa tocaba al león sin miedo, incluso con la misma mano que lastimó con sus garras. La joven debió sus ojos hacia los presentes cuando le ofreció el asiento, no tan convencida de tener que hablar de ella, había zafado elegantemente en su mesa de las preguntas que le podrían hacer sus compañeras pero no sabía si con ellos tendría la misma suerte, pero si se quedaba callada, quizás podría evitarlo, porque ahora no podía rechazar la invitación del león que se había puesto de pie y le había cedido el asiento. 

—sí... claro... —Algo incómoda, se sienta, asintiendo al joven aunque no estándote tan dispuesta a hablar de su historia, pero eso no lo mencionaría. Se sentía como una intrusa por lo demás sentada en esa mesa, aunque no tenía porqué, pero el murmuro de Simba la relajó y colocó su mano en el ante brazo del chico, apretando solo un poco, y desvió su mirada hacia Simba cuando este le contestó algo a Bella. 

— ¿entonces ya hablaste de ti? — le pregunta al León, pues mencionaba algo de Scar, el otro león que parecía tener algo pendiente con Simba pues no dejaba de buscar tocarle las narices desde que habían llegado, pero también contaba que su padre había muerto, en eso se parecían y sintió una conexión mayor con el joven, observándolo mientras hablaba.  

Algo le ocurría a la princesa que no se mostraba del todo abierta a hablar. Simba ya había escuchado su presentación y tal vez su vergüenza tuviese algo que ver con los enanos y el hecho de servirles en la limpieza del hogar pues una princesa nunca debiera estar arrodillada al servicio de otros. En todo momento Nieves se mostró resuelta y decidida en la otra mesa. Quizás estos compañeros no le inspirasen la misma confianza.

El león acarició su mano con tacto, la que fue herida por él y puso en su antebrazo, tratando de transmitirle seguridad y calma. Si ella no quería hablar él no la obligaría a hacerlo. -Yo si tengo algunas preguntas para ti, pero pueden esperar. Ya he hablado suficiente de mi y a no ser que tengáis alguna pregunta más pronto regresaremos a nuestra mesa. Es posible que el lobo se moleste cuando vuelva y vea su asiento ocupado.

Al parecer la innata impaciencia de Aladdin había provocado que al querer responder enseguida la pregunta del león diese al traste con el orden establecido para aquel ejercicio, si bien por suerte la diligencia y buen hacer de la rubia de larguísimos cabellos devolvió el concierto y la normalidad a la actividad.

Para desgracia, la normalidad vino acompañada de un primer directo a la mandíbula de Aladdin, quien fue tomado entéramente por sorpresa por aquella fatídica pregunta:

Rapunzel:

Aladdin ¿Qué tal con Jas?

Los hoyuelos desaparecieron súbitamente de las mejillas del chico del desierto.

-¿Con la princesa Jasmine?-preguntó retóricamente, dándose cuenta de los pinchazos en el pecho que aún le producía el pronunciar aquel nombre.-De ninguna manera, supongo...-se encogió de hombros en gesto triste -Ayer estuvimos hablando y simplemente hay cosas que no pueden ser...-sus ojos hicieron un amago de humedecerse, si bien el muchacho enseguida recuperó la compostura junto con su contagiosa sonrisa-Ella se merece alguien mucho mejor que yo- Dijo para zanjar el tema, convencido de aquello que acababa de proclamar.

Gracias a Allah, Simba cambió meridianamente de tema, interesándose por la lampara y por Djinn. En otras circunstancias Aladdin habría respondido con evasivas, evitando hablar de ese asunto, pero en aquel momento habría respondido cualquier pregunta con tal de cambiar el tema de la conversación.

Simba:

 -¿Qué quieres decir con que el genio estaba metido dentro de una lámpara?

 -¿Por qué iban a matarte para hacerse con ella, y bueno, llevarse de regalo a Djinn?

-Al parecer Djinn posee unos poderes mágicos que no conocen rival, es capaz de conceder algunos deseos- explicó- Si bien a su vez se encuentra esclavizado a la lámpara en la que lo encontré. Quien encuentra primero la lámpara adquiere una especie de contrato mágico de servidumbre por parte de Djinn. Eso es motivo más que suficiente para matar si eres alguien malvado y mezquino, supongo.

Bella, que demostró tener algún conocimiento del asunto del Génio y de la lámpara, puesto que acababa de demostrar saber detalles que Aladdin no había compartido con nadie, preguntó acerca de los tres deseos. 

Bella:

 -Aladdín, ¿has pensado ya en cuáles serán tus tres deseos? 

LLegados a ese punto ¿Que sentido tenía andarse con rodeos o guardarse secretos?

-Mi primer deseo lo malgasté tratando de ser quien no soy... Con respecto al próximo deseo... creo que lo hablaré con Djinn... si de veras alguiende aquí lo necesita se lo cederé si a él le parece bien. Si no...liberaré a Djinn, puesto que he llegado a la conclusión que no tiene nada de heróico el realizar buenas acciones si ellas se basan en la esclavitud de alguien... Djinn debería ayudar a la gente solamente si él quiere hacerlo, no porque le obliguen unas cadenas mágicas...

Ahora había llegado el momento de sus preguntas. Y cierto era que tenía mil y una para cada uno de los presentes en aquella universidad si bien estaba dispuesto a seguir el guión marcado por el profesor, plantenado únicamente una a cada uno de los de su mesa.

-Rapunzel, ¿Por que tantos años en una torre? ¿Por que no tratastes de escapar?-Aladdin había estado  presu muchas veces en mazmorras de todo tipo, si bien siempre le faltaba tiempo para tratar de escapar. ¿Tan infranqueable debía ser aquella torre en la que Rapunzel había estado encerrada? Ojalá él hubiese podido estar ahí para ayudarla a escapar...

-Simba, ¿ Tú también crecistes solo igual que yo hasta que me topé con Abú?- Sabía lo duro que era eso. Haber sabido aquello le había creado un inevitable sentimiento de compañerismo con el joven barbudo.

-Bella, ¿Como sabes tantas cosas? ¿Qué más sabes de mi?-Si ella no iba a andarse con rodeos, ¿Por que hacerlo él? Aquella atractiva muchacha parecía saber muchas cosas de los presentes y Aladdin había aprendido a la fuerza que el conocimiento era poder.

-¿Y que hay de ti, Nieves?.

Hércules escuchaba atentamente la presentación de Ariel, hablaba de armas, uno de los temas favoritos del héroe. Regla número XV un héroe vale lo que su arma.

Tridentes! Según tenía entendido su tío Poseidón también usaba uno de esos.
- Tu padre debe ser un gran guerrero- dijó el héro,e entusiasmado por el relato, sobre armas y grandes guerreros.

Cuando la sirena terminó el joven héroe tenia muchas preguntas, sobretodo sobre monstruos marinos, y heroes de las profundidades acuáticas.
- Dime Ariel, ¿tu padre se ha enfrentado a muchos monstruos? - pregunto sin perder ni un segundo.
Hercules se quedo callado un segundo, al darse que debería haber preguntado primero si habia monstruos debajo de los mares, pero era obvio que los habría.

Empezaron las presentaciones y me acodé en la mesa atenta a cada palabra que la sirena nos decía. Fue cuando estuvo explicando que nació bajo el mar, que vivía allí, en Atlántica y recordé su melodiosa voz en el comedor calmando al león, cuando recordé lo que era una sirena, había estudiado mucho en mi formación en Palacio y eso incluía los seres como las sirenas, esas personas que tenían medio cuerpo de pez. Y ahora ahí estaba ella con dos piernas ante sus compañeros contestando a sus preguntas, debía de sentirse extraño cambiar así de cuerpo. 

-Mi pregunta es: ¿prefieres ser una sirena o un ser humano? 

Úrsula chasqueó la lengua molesta porque sus compañeros no parecían tener ningún interés en empezar con el trabajo, así que miró a Blancanieves y la imitó poniéndose de pie en la silla. No tenía muy claro si aquello le iba a hacer gracias al profesor, pero al menos, si regañaban a la niña de piel pálida, lo tendrían que hacer a las dos a al vez.

Disculpad, sé que yo llegué tarde, pero mis compañeros son unos aburridos y no quieren empezar el trabajo, o al menos están bastante mudos. ¿A alguien le falta alguna persona para rellenar su grupo? Si el profe me deja, estaría encantada de unirme a ellos. ¿Es posible? Dijo parpadeando varias veces mientras trataba de poner una dulce sonrisa al profesor y a todos los varones que la estuvieran mirando.

Tu padre debe ser un gran guerrero-

Sonreí recordando a papá. Mi padre es el rey Tritón de Atlántica, hijo de Poseidón dios del mar. Por supuesto que se ha enfrentado a todo tipo de criaturas mágicas y de los mares. Venció a la bruja del mar. 

 Mi pregunta es: ¿prefieres ser una sirena o un ser humano? 

En realidad era algo que nunca había pensado, llevaba tanto tiempo deseando pisar tierra firme que nunca me había planteado que tal vez echaría de menos mi hogar pero ... ahora mi hogar era Eric. Suspire. 

Es muy útil tener un par de piernas, para salir a pasear a pie. Hay tantas cosas por descubrir en este mundo. Echo de menos a mis amigos pero aún hay muchas cosas que deseo aprender y nunca me he sentido sola al lado de Eric. 

Me cogí ambas manos entrelazando los dedos para colocarlos en mi mentón mientras parpadeaba. Ahora si alguno más quiere presentarse tengo muchas preguntas que hacerles a todos ustedes.  

Tal como lo supuso en algún momento, Bella conocía las historia de varios, por eso se lo había dicho a Robin, pero ahora sintió una puntada que aumentaba la incomodidad en ella, sabiendo que tarde o temprano sabría su historia y no quería, porque ¿y si era un final feliz, por qué cambiarlo?, ¿no era mejor no saber que se avecinaba?, eran cuestionamientos que venían dándole vueltas desde hace rato en la cabeza, desde que había sido consciente del lugar en donde estaba, y mientras pensaba en eso, incluso en determinar qué contaría, Simba la toca y ella vuelve sus ojos verdes hacia el hombre, su presencia la calmaba y sentía calidez en el pecho. Tranquilidad para ser más exactos.

— es que... yo ya hablé en la mesa... ya pasaron las preguntas, Simba — le susurra, mordiéndose la punta de la lengua, pero Aladdin también le preguntaría, la informalidad de aquella pregunta la sorprendió por unos segundos, pero luego sonrió bajando la mirada.

— ¿yo?... pues... nací como princesa, pero ahora vivo... bueno, vivía con unos amables enanos en el bosque, les mantengo la casa limpia a cambio de techo y comida, creo que es una vida tranquila, en medio de un bosque — Nieves no mentía, no podía hacerlo, pero había aprendido a ocultar información, a nunca decir todo,  justo como ahora, que había ocultado la relación tormentosa con su madrastra y que lo único que la motivaba era librar a su pueblo de ella. Aquella frágil princesa deseaba transformarse en una guerrera y reclamar su corona. 

Úrsula en eso habla, pidiendo un lugar en alguna mesa, aquella mujer desprendías seguridad, incluso si en ese momento no lucía como en los demás días en que la habían visto como una emperatriz. Nieves se volteó un poco hacia ella, para hablar.