Partida Rol por web

Vaesen: A wicked Secret and Other Mysteries

Fjällbacka

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24/01/2021, 22:13
Storyteller

Tras afianzar todos los preparativos y comprar todo lo que os hace falta como víveres, cuerdas y utensilios además de todo tipo de armas, por fin os adentráis en el carruaje en el que vais a pasar mucho tiempo juntos.

Frisk os saluda desde el enorme portón del castillo con una enorme sonrisa al veros partir por primera vez, asegurando que se encargará de que todo esté impecable a vuestra vuelta. Además os desea suerte y buen viaje.

Por suerte para vosotros el carruaje es amplio y aunque no lo parece al principio, tiene un cierto grado de comodidad. Al menos sus asientos están acolchados, cuenta con unas cortinas para cubriros del poco probable sol, y con la ayuda del calor humano concentrado, se está caliente. El viaje es lento y penoso, condicionado por un clima que lejos de ser amable, os da poca tregua lanzando ventisca tras ventisca en medio de los paramos helados rumbo hacia el archipiélago de Fjallbacka. Los días pasan y el ánimo que al principio era de matices alegres debido a la condición de Niles de criticar absolutamente hasta la saciedad a su "amo" finalmente termina por crisparos los nervios. Y es que la pérfida Albion se caracteriza por tener entre sus gentes a personajes pintorescos y excesivamente pedantes. Por suerte para vosotros, y aunque se hace eterna su llegada, el día en que llegáis al puerto para embarcaros en el canal de Göta sois capaces de eliminar algo de estrés de vuestros entumecidos cuerpos. Al menos en el barco de vapor hay algo de margen para poder caminar y no solamente estar en un pequeño cubículo que más bien parecía una celda acomodada Agnetha ha intentado comportarse en todo momento, aunque más de una vez ha tenido que llamar la atención a alguno de los presentes por usar la palabra de dios en vano. Lady Lovisa por su parte ha mantenido una más que satisfactoria conversación con el detective, aunque parecía más un tira y afloja de palabras mordaces sobre las capacidades mentales y físicas que puedan aportar cada uno a esta misión.

Pronto, y tras dejar atrás el canal volvéis a tomar tierra y de nuevo a encerraros todos juntos en un carruaje, aunque esta vez más reticentes al uso de la palabra visto los anteriores resultados.
Tras varios días de un arduo viaje finalmente llegáis a Fjallbacka, una pequeña aldea pesquera cubierta bajo las faldas de la montaña Vetteberget. Es primavera aunque el verano ya esta cerca y el clima además de húmedo es angustiosamente caliente. La luna nueva, para los duchos en astrología, está cercana.
En el horizonte a través del plateado y brillante mar, podéis contemplar numerosos islotes de granito que aumentan en tamaño a medida que uno alza la vista cada vez más lejos.Las gaviotas hacen un ruido ensordecedor y el salitre se puede saborear en el aire.

Aún hay rango para ir más al norte y ver los fjiordos de Fjallbacka y de Musön. La zona portuaria os recibe con gente trabajando y cosiendo redes de pesca, mientras que varias mujeres utilizan unos cuchillos planos y densos para desescamar la pesca del día. El olor es muy fuerte en una pequeña zona donde las gaviotas se arremolinan y pelean entre ellas por las entrañas de algunos peces a los que los pescadores han abierto en canal y han embadurnado en algún tipo de salmuera. No todo el mundo está preparado para la vida rural, y menos para la vida pesquera. Algunos botes van cargados de gente en dirección a un enorme peñasco, mientras que otros botes vuelven con pescadores y sus respectivos botines marinos. Si tuvierais que describir en un color esta escena sería, plata. Si tuvierais que describir en un olor este lugar seria, nauseabundo.

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25/01/2021, 00:11
Agnetha Löfgren

La cercanía física con otras personas siempre ponía un poco tensa a la hermana Agnetha. Tras horas de viaje, sin embargo, la incomodidad física venció a la psicológica y la preocupación porque no se le durmieran las piernas o las posaderas se hizo superior a la de que ninguno de sus pies rozara en ningún momento al resto de viajeros en algún cambio de postura.

Sentada al lado de Lady Lovisa, de tanto en tanto le dirigía alguna mirada curiosa o bien dirigía sus ojos hacia el paisaje con mirada extraviada, como perdida en vagas figuraciones. Era extraño verla así, con los ojos liberados de la tensión que parecía atenazarlos de continuo. Pero eso en realidad no era raro que le ocurriera si en lugar de mirar a la gente miraba la obra de Dios, es decir, el mundo. Se podía decir que a veces olvidaba que la gente también lo es.

Al Señor Niles, cosa extraña, estuvo rehuyéndole la mirada a pesar de ser consciente de que, de estar inspeccionándola de algún modo, no serían sus ojos los que lo hicieran. Pero a través de aquella mirada nublada y perdida Agnetha se sentía a veces observada de un modo irracionalmente turbador.

Más a menudo de lo que tal vez el decoro podría haber aconsejado, la atención de la hermana Agnetha se posaba sobre el detective Wergeland. Parecía analizar sus rasgos con cierta avidez. Había algo en aquel hombre, en su fisionomía, sus gestos y movimientos, o tal vez en la comisura de sus labios —curvada de cierta forma que a ella se le antojaba orgullosa y altiva, casi como si conociera una broma privada sobre la vida que el resto desconociera—, que le resultaba particularmente irritante. Y ese aura de seguridad y altanería... Parecía alguien muy pagado de su propio intelecto y sus capacidades. En uno de aquellos muchos silencios durante el trayecto, Agnetha recordó algo que el caballero le había dicho. Miró sus propias manos un instante separando los dedos como si tratara de desentumecerlos. Si hubiera sido un gato en ese momento habría estado inspeccionando sus uñas.

Señor Wergeland, ¿puedo hacerle una pregunta? —sin embargo no pareció atenderle ni esperar siquiera un gesto antes de continuar—. Antes de que saliéramos al jardín a entregar las armas a aquel... Alma en pena —concedió mirando un instante a Lovisa—, usted me dijo que en sociedad debíamos plegarnos a la opinión de la mayoría —hizo una pausa tomando aire casi como en un suspiro. Para lo siguiente sí clavó en el detective sus inquisitivos ojos negros—. ¿En verdad piensa usted eso? —preguntó con un deje entre grave y jocoso—. Verá, no es que ponga en duda que fuera usted honesto conmigo en aquel momento, ni en ningún otro, por supuesto, pero me lo pregunto porque la mayoría de las personas que conozco podría decirse que son bastante estúpidas. O tal vez esa sea una forma muy inapropiada de llamarlas… —susurró como arrepentida. Pero lo dicho, dicho estaba—. Digamos que no les confiaría ningún tipo de decisión importante. Sí, digámoslo así.

Con el gesto más cándido que fue capaz de mostrar y expresando verdadera curiosidad, se quedó observando al detective.

Notas de juego

Edito: he añadido el párrafo que hace referencia a Niles.

Edito 2: sin importancia. 

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25/01/2021, 00:51
Øystein Wergeland

—Sor Agnetha, adelante —replicó el detective— Lo que me agrada de vos es vuestra alegre conversación —la religiosa se había pasado la mitad del viaje intentando establecer el récord de pasaje de cuentas de su rosario.

Reflexionó algunos instantes sobre la pregunta, apoyando ambos dedos índices debajo de su barbilla.

—Es una pregunta interesante —concedió con sinceridad— ¿Está familiarizada con la ley de los grandes números? Digamos que, estadísticamente, es menos probable alcanzar un resultado demasiado desafortunado cuanto mayor sea el número de personas involucradas en la toma de decisiones. Europa ya ha vivido suficientes penurias bajo el régimen de monarcas locos, o sedientos de poder. Aunque sin dudas mi buen Niles querrá acotar al respecto... —concluyó pronosticando la tormenta.

——————————

El viaje transcurrió arduo pero sin mayores incidentes. El intenso color azul de las aguas del fiordo de Kristiana le recordó a los ojos del Dragur, a los ojos de Reidar.

Bajó del carruaje primero, ajeno a las formalidades debidas a su compañía. 

—¡Ah! ¡Un clima excelente! —se volvió sonriendo al sentir el calor de los rayos del sol sobre su mejilla— ¿Puedes olerlo, Niles? ¿Y vosotras, mademoiselles? Es el olor a la gente honesta y trabajadora —afirmó mientras se calzaba con premura el sombrero a efectos de protegerse de la mierda de paloma.

El mayordomo presentaba una expresión algo desorientada, lo que ocurría toda vez que el invidente era transportando en carruaje.

—Has estado un tanto refunfuñon en el viaje, Niles. Una pastilla roja, me parece, esta noche —sugirió con el tono circunspecto de un doctor en medicina. Luego se volvió hacia las damas.

—Lástima que lo que nos traiga aquí sea un mal negocio... ¡Ah! Un mal negocio, sin duda, mis señoras... brujería —dijo bajando la voz con la última palabra— ¿Creéis ser capaz de comportaros ante tal afrenta, sor Agnetha? El trabajo de un detective requiere metodología y paciencia. Por supuesto, en ocasiones es posible obtener resultados mediante acciones afortunadas —añadió clavando una mirada centelleante en Lady Lovisa— Pero el conocimiento de la naturaleza humana requiere de la aplicación meticulosa de una serie de pasos bien definidos.

Las mañanas soleadas solían tener un efecto vigorizante en el detective, quien en aquella jornada se mostraba particularmente locuaz.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Edit: agrego la primera parte en respuesta a Agnetha, que nos hemos pisado.

Quito también una parte del post original que sino quedaba muy tocho, pero dejo la tirada defectuosa (ignorarla de momento) por si se da la ocasión más adelante :P

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25/01/2021, 08:59
Edwin James Niles

Dicen que los invidentes tienen mala leche.

Se quedan muy cortos.

La mente de Edwin James Niles no dejaba de urdir siniestros tormentos para el inventor de aquel carruaje endemoniado, del que el mayordomo estaba seguro era un advenedizo escocés. Su constante traqueteo era un suplicio para la columna vertebral del espigado chambelán y le sacaba de quicio hasta el punto de impelerle a hostigar dialécticamente a su joven amo como bálsamo terapéutico.

En general, Niles había llegado a comprobar que hostigar de modo regular al amo Oystein solía funcionarle muy bien para mantener una presión arterial óptima, un humor saludable, el ingenio vivo y los niveles de glucosa controlados. Aún estaba valorando si le traía bien a sus juanetes.

Fuera como fuera, entre chanzas y chascarrillos de la bella Albión, estaba Niles a punto de rasgar la cuarta pared para increpar al Narrador por osar calificar su tierra como pérfida cuando se produjo...

THIS.

En Capítulos anteriores...

@Sor Agnetha a Oystein: Usted me dijo que en sociedad debíamos plegarnos a la opinión de la mayoría

Niles esbozó una tenue sonrisa en la salió a relucir uno de sus afilados colmillos. Y no estoy hablando en el plano metafórico.

-Hummmmmmmmmmmmm... I love the scent of hot spicy in the early morning...-, pensó el mayordomo relamiéndose en lo que intuía un duelo dialéctico aterradoramente intenso que acortaría sobremanera el tormento a bordo de aquella cámara de tortura móvil.

@Oystein: —Es una pregunta interesante —concedió con sinceridad— ¿Está familiarizada con la ley de los grandes números? Digamos que, estadísticamente, es menos probable alcanzar un resultado demasiado desafortunado cuanto mayor sea el número de personas involucradas en la toma de decisiones. Europa ya ha vivido suficientes penurias bajo el régimen de monarcas locos, o sedientos de poder. Aunque sin dudas mi buen Niles querrá acotar al respecto... —concluyó pronosticando la tormenta.

-Indeed...-, comenzó Niles. -Esa ley tiene un inconveniente, in my opinion... ¿Y si el mayor número de personas resultan ser tarados ignorantes?-inquirió el chambelán mirando al frente con sus ojos vacíos pero evidenciando que la hermana Agnetha y él parecían compartir línea de pensamiento. -En Inglaterra hay un dicho algo turbio que dice: "Dadle la corona al Rey, así sabremos qué cabeza cortar"-. Niles rio lúgubre, disfrutando del humor negro tan característico de su tierra.

-La ley de los grandes números esconde que, para alcanzar un resultado afortunado no hace falta, de hecho, un número de personas, si no un solo hombre con una buena decisión. Les dejo algo sobre lo que reflexionar... ¡Un interesante What if! ¿...Y si el espectro que nos visitó anoche, en lugar de marcharse en paz, hubiese, por ejemplo, hundido el hacha que se le entregó en el cráneo de la joven Ebba Bjorklund...?-.

Niles adoptó un gesto neutro, calibrando una pausa dramática.

-Paradójicamente, la ley de los números habría costado la vida a una integrante de la Sociedad... Y, paradójicamente, el hombre que cuestionó la sabiduría de tal estrategia fue el que confía en la ley de los números...-.

Solo el traqueteo del carruaje resonaba en el silencio que seguía a las palabras de Niles.

-La ley de los números da una falsa pero plácida sensación de tranquilidad... Mientras se acierte a juicio de la mayoría. But beware... Porque antes o después, se cometen errores. Y esos errores... pueden tener nombre-.

El mayordomo estaba satisfecho y sabía que su amo recordaría la sutileza de sus palabras. Porque, en el fondo, Edwin James Niles tenía muy claro que el joven Oystein Wergeland era, de largo, el tipo más capacitado para erigirse "Rey" del Castillo Gyllencrutz y, maldita casualidad, resultaba ser el más antimonárquico de toda la Sociedad.

Aún quedaba trabajo por hacer para insuflarle el aura de majestad.

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26/01/2021, 03:58
Lady Lovisa Swedenborg

La mayor parte del trayecto Lady Lovisa se lo pasó leyendo y mirando el baile de pies de Agnetha cuando no analizaba al detective cuando este no la miraba. De cuando en cuando sacaba la mano por la ventanilla y dejaba flotar para notar el aire que pasaba entre sus dedos. Trató de no perderse demasiado en los recuerdos, trató. Y cuando los recuerdos la sofocaban miraba en derredor buscando cómo escapar de aquella prisión de madera y cojines que traqueteaba sin cesar bajo sus pies... Quizás debería haber pedido un caballo para ir a la par del carruaje, vigilando, hubiera sido mejor que permanecer allí encerrada.

La pregunta la sacó de su mutismo y escuchó el intercambio con interés, sin embargo un escalofrío la recorrió al oír las palabras del mayordomo de Wergeland, se revolvió en el asiento presa de una agitación que solo se sucede cuando uno encuentra el propio pensamiento reflejado en las palabras de un otro y eso, como un contrahechizo, despierta una corriente eléctrica fruto del impulso de satisfacción de saberse correspondido.

Carraspeó -El peligro de las mayorías es que podrían estar todos equivocados, el de las minorías que podrían conspirar sus votos para hacer prevalecer sus opiniones en aquellos seres de la mayoría que son influyentes e influenciables. Todos los sistemas en teoría son perfectos, todos los sistemas tienden a fallar por estar conformados de seres humanos -sostuvo con seriedad, al menos eso era lo que ella creía.

*******

Observó la pantomima del detective al llegar al puerto y frunció las cejas -Lo de la brujería está por comprobarse -musitó en voz igualmente baja inclinándose un poco hacia él acercándose a la vez en confidencia y como quien reta a un niño -En cuanto a la mente y sus capacidades deductivas, no diré que no tiene razón estimado señor Wergeland, aunque sí agregaré esto: a veces no es fortuna, es puro instinto e intuición -sonrió de lado feroz -No le mentiría si no le dijera que me gustaría ver cuál de los dos gana, pero creo que debemos trabajar juntos, todos.

Luego añadió -¿Qué haremos primero? ¿Ir a tantear el terreno a la taberna o ir directamente con el párroco?

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26/01/2021, 10:00
Agnetha Löfgren

A pesar de que la respuesta del detective parecía sincera —así como que la pregunta no le había importunado en absoluto—, la sensación que prevaleció en Agnetha fue la de que quería librarse con prontitud de la molestia de debatir con ella. Tal vez fuera por ser mujer, por ser monja o por las dos cosas, pensó, pero Wergeland desvió la conversación hacia su leal sirviente quien, por otro lado, no hizo más que encontrar fallos en el razonamiento de su señor. Así se lo pareció también a la hermana que, deseando seguir replicando, volvió a clavar sus ojos sobre Wergeland con la nariz arrugada, reflejo de su pundonor herido por la impresión de que no la considerara un digno interlocutor. En todo caso no se libraría de ella tan rápido.

Ciertamente, señor Niles —concedió al mayordomo santiguándose cuando nombró la posibilidad de que la criatura hubiera matado a Ebba. Después escuchó con atención la réplica de lady Lovisa que ahondaba aún más en los pormenores de la espinosa cuestión. Con un brillo de satisfacción en los ojos, se volvió hacia el detective—. Y es más, dudo que usted, señor Wergeland, si hubiera de tomar una decisión para la cual su conciencia, su raciocinio y todas sus seguro numerosas facultades le indicaran claramente qué camino seguir, se decantara por otro porque la mayoría dijera lo contrario. Y lo que uno no desea para sí mismo, ¿ha de desearlo para el prójimo? Además —continuó sin pausa para evitar la réplica inmediata—, un hombre como usted que parece tener verdadera fe en el progreso no debería contentarse con que triunfe la mediocridad de la mayoría. Difícilmente se puede avanzar en nada si nos conformamos con la mediocridad, ¿no creen?

No se le había escapado la ironía del detective acerca de lo “alegre” de su conversación y Agnetha se propuso atormentarlo con sus impresiones más a menudo de lo que había hecho hasta ahora. Igualmente pretendía estudiar sus métodos de investigación. Nunca antes había tenido la oportunidad de presenciar nada parecido y se le antojaba que podía ser verdaderamente  interesante.

Una vez en tierra, la monja buscó un punto aparte de las miradas de todos para desperezarse en una forma muy poco recatada. Entrecerró los ojos inicialmente deslumbrada por el sol a la par que habría deseado poder cerrar su nariz al impacto del olor a pescado.

No es que Agnetha fuera una persona remilgada en ese aspecto, más bien al contrario. En el convento jamás había tenido problemas en atender a los animales o perpetrar la matanza y posterior preparación de la carne o del pescado ni le importaba lo más mínimo mancharse las manos con sus vísceras o sangre, pero aquel repentino golpe, el calor y la necesidad de tomar algo de agua hizo que se le revolviera un poco el estómago. Lo que sí había de conceder es que hacía una hermosa mañana.

Deberíamos ir a ver al sacerdote —replicó tras escuchar la pregunta de lady Lovisa—. Seguro que no pudo contarnos todo en aquella carta y tal vez haya descubierto algo más desde entonces. Cuanto más sepamos antes de perdernos en este lugar, mejor.

Mientras contemplaba el horizonte con el ceño fruncido, agarró con decisión el crucifijo que colgaba de su cuello.

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26/01/2021, 13:59
Øystein Wergeland

Ante la jovial reprimenda de la cazadora el detective hizo un gesto como de cerrar el cierre de una cartera sobre su labios.

—Muy bien. Tiene usted razón, Lady Lovisa. No debemos anticiparnos a los hechos, o corremos el riesgo de mancillar la investigación con un sesgo inconveniente...

La mujer demostraba tener buen instinto, aunque ignorara que con instinto en realidad no hacía más que nombrar a una compleja relación de patrones y experiencias frutos de su intelecto. Estaba a punto de clarificar aquella confusión cuando Sor Agnetha, absolutamente resuelta a continuar la discusión del carruaje, intervino. Wergeland se masajeó los párpados entre el pulgar y el índice.

—¡Apedreadme! No nos pongamos tan fundamentalistas, señora Agnetha, señor Niles. Si la mayoria es tan idiota como sugerís… me temo que entonces tenemos problemas mas acuciantes que la elección de la mejor forma de gobierno —apostilló con una sonrisa— Creo además que Lady Lovisa ha resumido de manera óptima la situación. Sólo añadiría que el poder tiende a corromper a las personas... corrupción que será menos tolerada en un contexto donde las decisiones se distribuyen de manera equitativa. De ahí que prefiera la "tiranía" de las mayorías.

Wergeland era optimista por naturaleza, y aunque se podía notar cierto hastío en su réplica, mantuvo la compostura resuelta que le caracterizaba.

—Pero en algo sí que estamos de acuerdo, sor Agnetha... vayamos al encuentro de Oscar Uddgren.

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27/01/2021, 12:00
Edwin James Niles

Niles sonrió luciendo su afilado colmillo cuando comprobó que la monja, lejos de sucumbir a una conducta más recatada y sumirse en el silencio, continuó el hostigamiento cual perro de presa, tratando de acorralar a su joven amo en el espinoso tema que había salido a relucir, que no era otro que el de la misma naturaleza del hombre. No había duda de que el detective tenía dos rivales a la altura en las mentes en aquellas dos singulares mujeres, ambas despiertas, ambas afiladas.

Niles was pleased.

-Excuse me, sir... No incite a una fervorosa seguidora de Cristo a lapidarle. Lo hará con gusto. It is well known...-, matizó Niles al oído de su amo cuando la tormenta hubo perdido buena parte de su intensidad sin perder esa risilla que el chambelán emitía cuando veía a su señor en problemas.

* * * * *

Niles bajó el primero del carruaje, viendo sus fosas nasales colmadas por un intenso olor a sal marina. 

-Hmmmm... Tierra de estibadores y truhanes de baja estofa... This could be The Olde Ireland... Aaaaaah, yessss...-, murmuró en voz baja mientras sus largos brazos desembalaban con destreza inusitada las maletas. Por supuesto, él cargaría con todo el equipaje. No en vano en Canterbury era apodado "Ironclad" Niles.

Largo tiempo de aquello, pensó con breve melancolía. Y es que el mayordomo no podía descuidar la salud de su señor y su vulnerabilidad declarada al catarro.

-Me permito recordarle al señor que no encuentro procedente avanzar al encuentro de clérigo alguno sin haber adoptado las medidas preventivas oportunas, a saber: guantes de cuero en manos, calcetines de lana en pies y una bufanda con doble vuelta al cuello, no ese foulard que tanto os gusta lucir, Sir-.

Desde luego, Niles iba equipado para el despertar de una súbita ventisca con una levita negra de gruesa tela que cubría su sempiterno e impoluto uniforme de trabajo y le confería una apariencia aún más imponente de la que el mayordomo solía atesorar, más allá incluso de su ceguera.

Extrajo el criado tres paraguas cuidadosamente guardados en las maletas y los ofreció a las damas y a su señor. Detalle curioso: él no traía paraguas.

-Si les parece bien, procederé a entenderme con el regente de la posada y contrataré la estancia para esta noche para asegurar el equipaje mientras ustedes departen con el clérigo-, dijo haciendo gala de su previsión habitual. -Tengo dos preguntas: ¿Debo emplear su alter ego, amo?-, inquirió con total naturalidad en lo que pudo entenderse como un lenguaje en clave con su señor. -La restante cuestión es... ¿Debo contratar dos habitaciones? Y en tal caso... ¿Camas dobles, o separadas?-, preguntó con gesto neutro.

Por dentro, su alma británica sonreía con ironía.

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27/01/2021, 12:25
Edwin James Niles

Notas de juego

Metagaming ON:

Como propuesta a mi muy querido Rodian, he lanzado un pase para que cree una identidad alternativa, por si no desea ser reconocido por estas tierras.

Que no se diga que Niles no está en todo ;D

No he desvelado esa identidad porque creo que, de haberla, ha de ser el detective quien la cree XDDDD

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28/01/2021, 21:14
Lady Lovisa Swedenborg

Al escuchar las palabras que el señor Niles le dedicaba a su amo Lovisa se rió internamente: hablaba del detective como si fuera un crío al que había que vestir para que no pescara un resfriado de camino a la escuela. Se preguntó si sería su mayordomo desde el nacimiento del hombre delante de ella, cuán ligados estarían, si habría trabajado para los padres de Øystein... Muchas preguntas surgieron de pronto en su mente en torno a su contrincante.

Los miró a cada uno en un suave repaso -Excelente, pienso igual hermana Agnetha- su mirada se perdió un instante en un ave blanca que planeó sobre el mar plateado arrullada por el viento y se le ocurrió que solo la vista de aquel momento que se marcaba en su retina como un aguafuerte había hecho que el viaje valiera la pena. Sopesó también en su fuero interior aquella posibilidad de establecer una fachada de la que hablaba el augusto mayordomo -Esperen. No es una mala idea establecer una coartada para nuestra presencia aquí, no creo que nos reciban con los brazos abiertos una vez se sepa que vinimos a investigar a pedido del párroco -habló en voz baja solo para sus compañeros -¿Se les ocurre cómo podríamos justificar nuestra presencia? Porque este no es un lugar justamente atrayente para vacacionar, por ejemplo.

El olor a tripas de pescado le colmó las fosas nasales y arrugó la naricita con gracia.

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29/01/2021, 10:20
Agnetha Löfgren

Agnetha escuchó con atención las propuestas del mayordomo y la dama y sus ojos brillaron con un punto entre la malicia y la ilusión. Había algo retador e incluso divertido en aquello de hacerse pasar por otros o cuanto menos esconder sus verdaderas intenciones allí. Ella, desde luego, no podría pasar por otra cosa que no fuera una sierva de Dios —quiso pensar que no solo por su hábito—, pero ciertamente la misión que les llevaba allí podría complicarse si todo el lugar decidía cerrarse a ellos precavido de antemano.

Creo que ha tenido una gran idea, Lady Swedenborg —concedió mirándola con mal disimulada excitación—. En un sitio tan pequeño como éste los forasteros serán la comidilla y no tardarían ni dos horas en saber todos para qué estamos aquí. Y yo preferiría no alertar al barón Arenque y su familia de antemano. Propongo… —pasó su atenta mirada sobre la curiosa comitiva que formaban— que digamos que el señor Wegerland es naturalista y que estamos aquí para recoger y catalogar plantas o estudiar los animales. Seguro que usted lady Swedenborg tiene conocimientos de la naturaleza por su apasionante afición y yo misma conozco algo sobre plantas, algunas medicinales —dijo no sin cierto orgullo. Clavó los ojos después en el detective con cierto aire provocador—. Y el señor Wegerland sabe parecer un perfecto caballero instruido, así que no creo que le resulte complicado interpretar ese papel. El señor Niles, por supuesto, es y seguiría siendo su fiel e inseparable mayordomo. ¿Qué les parece?

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29/01/2021, 12:10
Øystein Wergeland

Dirigió una mirada alarmada a su mayordomo, procurando desembarazarse de sus atenciones. Aunque por regla general el celo de Niles era reconfortante, con frecuencia olvidaba que no debía tratarle como un crío cuando tenían compañía. En especial cuando la compañía presentaba un ingenio tan agudo y combativo como el de aquel par de mujeres.

—Gracias, Niles...

Imposible engañarse, lo cierto es que le intrigaban. En primer lugar estaba la monja, Agnetha Löfgren, quien a diferencia de tantas otras hermanas parecía no contentarse con empobrecer su intelecto día tras día detrás de mitos y leyendas. ¿Qué la habría llevado a seguir el camino de Dios? ¿Era aquella sana curiosidad la causa de su incorporación a la Sociedad? Además era joven. bien parecida, no cabía duda, incluso con el capuchón cubriendo su cabello. Aún habría tiempo para sembrar la revolución en su interior.

Luego estaba Lady Lovisa, una figura aún más transgresora. Una mujer cazadora, libre, independiente, de ingenio rápido y mordaz, donde la revolución ya había germinado con fecundos resultados. De camino a la aldea Øystein creyó detectar cierta aura de melancolía en la meditabunda expresión de la joven. Había escuchado los rumores, los Swedenborg y los Kurck eran familias de cierto renombre en la península, pero el detective estaba habituado a las habladurías y las reconocía por lo que eran. De cualquier forma, si algo había aprendido tras su extensa carrera policial, es que todas las personas tienen algo que ocultar, regla de la cual ni siquiera el detective constituía una excepción.

Aquellas reflexiones se vieron interrumpidas por la propuesta de la cazadora de emplear una fachada, fachada cuya naturaleza específica proponía la religiosa. Wergeland se aclaró la garganta.

—Por supuesto que sí. Dá la casualidad soy un experto en herbología —afirmó el detective, a quien una vez habían regalado un cactus que se murió de sed tras ciertos errores de cálculo (y ante los insistentes reproches de Niles).

Pero, si este era el caso... ¿Quién nutría y quién poliniza? se preguntó mientras observaba a sus compañeros. Aunque estaba más capacitado para responder aquella pregunta, sobre la naturaleza humana y no sobre las plantas (éste último conocimiento meramente enciclopédico), le disgustaba comprobar que no podía dar con una resolución convincente a aquella cuestión.

—Muy bien, Niles. Dos habitaciones, dos camas... quiero decir, cuatro camas —aclaró con los ojos entornados— Ponlas a nombre de Charles Darwin, investigador británico que desea comprobar las bondades del suelo de Fjällbacka a efectos de plantar una nueva especie de fruto nutritivo y productivo hallado en el sur de la Polinesia.

La idea de separarse de Niles, aunque fuera por un breve espacio de tiempo, le incomodaba, pero sospechaba que era la sed del mayordomo y no su celo lo que le compelía a dirigir sus pasos hacia la taberna.

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29/01/2021, 13:01
Edwin James Niles

-Entiendo-, dijo el fiel Niles, su rostro aún inexpresivo.

"Charles Darwin... Oooooh, God Almighty, what a boring naaaame... Sounds like a masked duck! Yo, custodio de una creatividad superior, habría elegido Rolo Filippo Tommasi; si bien es cierto que el amo, como buen sueco, debe tener un cutis algo más lechoso que el que cabría suponerle a un italiano extravagante con tendencias herbívoras".

Ni siquiera carraspeó antes de lanzar una nueva salva. Y esta llevaba una dosis extra de veneno.

-¿Debiera anotar a Lady Darwin en su habitáculo, sir?-. Una vulpina pero tenue sonrisa se dibujó en el rostro del inglés. Desde luego, esta disfrutando de ese silky harassment a su joven señor del que el chambelán, con el paso de los años y por la magia que obraba la británica sangre que corría por sus venas, era ya un virtuoso maestro.

-La gente de la élite social desconoce el deporte nacional practicado por los pueblerinos de cualquier lugar del mundo, claro está-, aclaró el buen Niles. -Me refiero, cómo no, al chismorreo. Aún no puedo detectarlas con mi superior olfato, amo, pero auguro la presencia de un elevado número de curiosas ancianas, acechantes todas ellas tras las cortinas de los ventanales de sus casas en este pueblo pesquero. No querréis dar la impresión equivocada, ¿verdad?-.

Retórico. Edwin James Niles, más retórico que nunca. ACID.

Se ajustó la levita con gracioso gesto, alzando el mentón hacia el firmamento y frunciendo los labios. Se atusó su fino bigotillo, agarró las maletas como si no pesasen demasiado y despidió a su amo y a sus dos ángeles de la guardia.

-Le deseo suerte con el clérigo, amo. Me encargaré de las habitaciones, no tema-.

Comenzó a andar con sus largas zancadas, pero se detuvo un instante para mirar hacia ninguna parte en particular.

-Hermana Agnetha, olvidé decirlo, una vez escuché una homilía dedicada a los chismosos. Quizás usted la encuentre divertida. Recordaré contársela. Más tarde-.

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29/01/2021, 20:10
Oscar Uddgren

Al llegar a Fjállbacka lo primero que os ha saltado a la vista ha sido un enorme almacén de arenques pintado de un vistoso y espeluznante color amarillo chillón. Absolutamente masivo para una isla tan pequeña. A su lado se encuentran un par de edificios más, bastante grandes también, aunque diminutos en comparación al almacén.

Y sin embargo, pese a todas teorías, hipotesis lanzadas, los planes estratégicos más finamente pensados y dilucidados, alguien se apresura hacia vosotros entre el hedor del pescado. Incontables barcos se apelotonan en el puerto y muchos de ellos se disputan algún que otro sitio en el que poder echar el ancla o al menos el amarre. El griterío del trabajo es prácticamente ensordecedor.

De forma apresurada llega, cubierto de un hedor que se os va volviendo familiar a medida que os vais haciendo a la idea de que vosotros no vais a ser la excepción, y vais a terminar oliendo igual.

—Si, si,m eso es. No podía estar equivocado. No cuándo se trata de algo tan importante. Ustedes....si, parece que pueden rellenar el perfil.— El hombre parece trastornado o ido, aunque dejarle seguir hablando parece ser la mejor de las soluciones.
—Disculpen, si. Oscar Uddgren, y ustedes deben ser los miembros de.....bueno....ya saben, la......prefiero no levantar sospechas—

—Síganme, tenemos mucho de qué hablar—. Uddgren apunta con su dedo índice a la taberna y a la residencia Amundsson. Los edificios que están cerca del almacén. A medida que os acercáis, el olor se hace cada vez más fuerte. El enorme puerto está repleto de gente. Algunos marineros y pescadores sudorosos arrastran barriles llenos de arenque y aceite de tren entre los botes y los amarres. Un enorme barco con destino a Gothenburg está a punto de iniciar su marcha, y una marabunta de barcos de arrastre le siguen por un lateral.

A medida que el enorme navío va dejando sitio, el resto de diminutos botes pelea y se disputan el hueco que este deja a su paso. Pequeños ferries se amontonan para transportar gente y bienes entre el muelle y los botes. De alguna forma, os conseguís meter en uno de esos ferries junto a Uddgren y tras un largo e intenso baibén de olores y forcejeos con los marineros, llegáis a Wrecker Isle. Un enorme torrente de gente se pelea por entrar y por salir de la taberna, donde Uddgren sugiere entrar para que podáis alquilar una habitación.

 

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31/01/2021, 17:18
Agnetha Löfgren

La mirada relampagueante de Agnetha cayó sobre el mayordomo: —¡No será usted capaz, señor Niles! —dijo con el tono adusto de una vieja institutriz.

Cuando propuso su plan no había previsto que Lady Swedenborg hubiera de ser "Lady Darwin", pero mucho menos que su mascarada tuviera que llevar a que el detective y Lovisa hubieran de compartir habitación. De cualquier forma no pensaba que la dama fuera a tolerar algo así ni remotamente, y después de fulminar al mayordomo sin éxito —para ello tendría que haber visto su mirada, de modo que se podría decir que Niles era en gran parte inmune a la peor de sus armas reprensivas— pasó su atención sobre Lady Lovisa. Esperaba que su cara denotara claramente que aquello no se lo iba siquiera a plantear.

Aunque, francamente, Agnetha creía difícil que en un lugar como aquel alguno de sus movimientos pudiera pasar desapercibido, que el padre Uddgren en persona fuera a encontrarse con los recién llegados, dilapidó su oportunidad de no levantar demasiadas suspicacias. En cuanto hizo su aparición, la hermana comenzó a escudriñarlo con singular curiosidad y un gesto algo asqueado, en parte inspirado por su hedor a pescado, en parte por aquel contratiempo que parecía dar al traste con su papel de naturalista. Sin embargo su semblante se suavizó al detectar el estado en que el párroco parecía encontrarse. Se le veía francamente alterado y no parecía bebido. Se quedó bastante preocupada: más les valía a todos que estuviera en sus cabales.

El rato que tardaron en embarcar, y más aún una vez a bordo del ferri, la hermana lo pasó tratando de esquivar los envites de unos y otros con ardiente mirada de indignación. No le parecía que en aquel lugar hubiera el más mínimo respeto por el espacio que uno necesitaba para moverse, cuando no simplemente para respirar, y soltó algún que otro codazo con indisimulado regocijo.

Al ver que la taberna a la que se dirigían parecía tan repleta como todo allí, Agnetha soltó un resoplido de resignación.

¿Es que en este lugar la gente no tiene casa? —empezó diciendo con seca gravedad. Si tenía que seguir aguantando apreturas y empujones, no respondía de sí misma.

Notas de juego

Edito: una corrección sin importancia.

Edito 2: una errata.

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31/01/2021, 19:28
Edwin James Niles

En Capítulos anteriores...

@Magnetha: —¡No será usted capaz, señor Niles! —dijo el tono adusto de una vieja institutriz.

El chambelán giróse hacia la monja, fingiéndose ofendido no por el tono, sino por la duda.

-¿Ah, no...?-, inquirió con falsa confusión dibujada en sus arqueadas cejas. -Well... Challenge accepted-, dijo con una sonrisilla algo cainita luciendo colmillo a la hermana Agnetha.

¿¡Pero qué se había creído!? ¡Su amo era un soltero de oro! ¡Todo un partido para cualquier dama de alta alcurnia! ¡Ya quisiera Lady Lovisa Swedenborg llegarle a la altura, no ya del tupé, pues eso era tarea imposible, sino del mentón! ¡El mero hecho de sugerir que la Lady fuese "en sentido figurado" la esposa de su joven amo era algo más que un efímero honor! ¡Era un privilegio! ¡Acabáramos! ¡Hmpf!

Ya... Ya discutiría con la monja... A su debido tiempo.

Entonces, sin previo aviso, apareció alguien que bien podría ser el Barón Arenque, el Conde Von Atún o el Marqués de Pargos, tanto daba. No es que apestase a pescado, oh, no. El interfecto hedía como un banco de peces bronceados al sol en una mañana de verano.

-Gooooooooosh aaaaaaalmighty!-, siseó Niles cubriéndose con discreción su regia napia con la solapa de la levita y cobrando de forma súbita la impronta de un vengador enmascarado. Para mayor impresión del mayordomo, aquel no era otro que el clérigo. ¡Oscar Uddgren en persona! ¡En aquel recóndito lugar del infierno hasta los sacerdotes rezumaban un terrible tufo a bacalao! ¡HORROR!

Pero eso no fue lo peor de todo, Lord knows it. Uddgren, que hablaba con la cadencia de un beodo perturbado, quería introducirles en una lata de conservas flotante rumbo a la isla de Wrecker. Precisamente Wrecker había de ser. Niles sintió un ligero vértigo sobrecogerle captando el irónico mensaje que el universo vertía sobre él y su privilegiada intuición.

-Ahem... Amo, debe saber que Wrecker en inglés no es un calificativo feliz para una expedición a una isla-.

¿Pero qué le importaba a su racional amo las supersticiones británicas de su viejo criado...? Y allá que acabó Niles rodeado de truhanes malolientes por doquier en aquel vehículo altamente inestable mientras todo se bamboleaba a su alrededor y un miedo irracional a que les robasen las maletas se instalaba en su mente. ¡El paraíso de un invidente con el olfato hiperdesarrollado!

* * * * *

@Magnetha¿Es que en este lugar la gente no tiene casa? —empezó diciendo con seca gravedad. Si tenía que seguir aguantando apreturas y empujones, no respondía de sí misma.

-La pregunta, hermana, es: ¿Es que en este lugar la gente no tiene higiene?-, musitó el siempre sigiloso mayordomo al oído a la monja cuando menos lo esperaba. -La cuestión, by the way, es retórica-, dijo mientras se rociaba con la colonia que había tomado prestada del amo. Arrugó la frente mientras alzaba una ceja. -¿Colonia para sobrellevar el Armagedón?-, ofreció con una de sus inquietantes sonrisas de superioridad inglesa.

Tras su breve intercambio con la monja, dejó las maletas en el suelo con delicadeza y, concibiendo que abrirse paso entre aquella hueste de paletos gritando "¡Cuidado, que mancho!" venía a ser redundante cuanto menos imaginando la vestimenta y los cuidados dentales que debía dispensarse esa gente, el mayordomo se ajustó sus guantes, frunció los labios con firme resolución y avanzó hasta el tabernero apartando a todo el que se ponía por delante.

Ironclad Niles. Con licencia para avasallar a las clases obreras.

Notas de juego

Edwin James Niles al servicio de Inglaterra avanzando en punta de lanza hacia el tabernero ;D

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31/01/2021, 21:44
Øystein Wergeland

Pese a la indignación de la monja, la sugerencia de Niles respecto a la conveniencia de presentarse  con una pareja tenía mérito, no sólo por su situación personal sino por la de Lady Lovisa. Una mujer soltera como la joven Swedenborg constituiría toda una tentación en aquella nauseabunda aldea de pescadores tocada por el crimen. Esto no evitó empero cierta rigidez en la respuesta del detective.

—Gracias, Niles, pero estoy seguro que tanto Lady Lovisa como yo podremos sobrellevar la situación —afirmó mirando de reojo y con cierto nerviosismo a la cazadora— Sin embargo no te equivocas, viejo amigo... Es mi experiencia que los sirvientes de mayor rango  —alzó las cejas considerablemente— y las amas de casa constituyen a menudo una fuerza de inteligencia aún más eficiente que la policial —finalizó de manera que fuera la propia cazadora quien se pronunciara al respecto.

Entonces el olor nauseabundo de los arenques les llegó de manera tan súbita como una de las bofetadas correctivas que solía dispensar Niles toda vez que se perdían las formas. La pobredumbre dió paso a la figura de aquel que era responsable de la presencia de la Sociedad en la isla: el clérigo Oscar Uddgren, quien procedía a conducirles de forma un tanto peculiar a un ferry abarrotado de pescadores.

—Ciertamente, Niles —replicó el detective ante el curioso nombre de la embarcación. Como para demostrar que algo había aprendido tras tantos años de convivencia con el británico, añadió mirando al religioso —There's something fishy about that gentleman.

Pero el mayordomo ya se encontraba declamando las bondades de su colonia sin censura alguna. Suspiró resignado. Por regla general intentaría detener aquel atropello, pero la idea de reservar el perfume para su uso exclusivo era demasiado cruel considerando las circunstancias.

Al arribar a la isla el detective dirgió una mirada soñadora al puñado de casas de madera y edificios ubicados sobre la costa del fiordo, ya lejana en el horizonte.

—Nada como el aislamiento para asegurar la impunidad de un crimen —afirmó a sus compañeros, para luego abrirse paso hacia el interior de la taberna con la facilidad de quien se coloca en la retaguardia de una caballería inglesa.

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01/02/2021, 00:07
Lady Lovisa Swedenborg

El hedor insoportable se une a las fachas del hombre que se les acerca, como si no fuera ya en sí mismo el pueblo sospechoso a los ojos de Lovisa, para completar cierto paisaje de un Purgatorio olfativo. De alguna manera, quizás producto de la confusión de los sentidos, el hombre se las ingenia para ponerlos en una barcaza de lata que se hacía llamar ferri y encaminarlos hacia la isla.

La broma que hace sobre el posible hundimiento del barquito el señor Niles no le hace ninguna gracia a la cazadora que le da una mirada fulminante seguido de unos espasmos de náuseas que la llevan a cubrirse la boca con un pañuelo bordado que presionó contra su nariz más insistentemente aún cuando el mayordomo de Wergeland ofreció colonia… ¡Aunque el arenque se vista de L’eau du tupé, arenque queda! Lady Lovisa se pasa así el resto del viaje, ansiando que aquello sea solo algo producto del aroma a arenque y un día especialmente ventoso y no de un talón de Aquiles recién descubierto.

Al menos las pullas entre Niles y la hermana le distraían de los apretujones y gritos alrededor, pero lo peor de todo no era ni la aberrante distracción ni el perturbador paisaje humano, sino el agua azul, fría e inclemente que tanto le recordaba a aquel azul profundo en el que su prometido se había hundido para siempre. Cerró los ojos por un instante creyendo que se iba a desmayar.

Toda aquella confusión no hizo si no provocar de sus labios una respuesta que luego de soltarla no supo si había sido coherente o no. Abrió los ojos, o más bien los entreabrió ligeramente pálida pero sin soltar la fiereza, como un animal herido que se resiste a caer, y musitó con un guiño de humor -Menos mal que no soy ama de casa -. Hasta parecía que ser sarcástica le daba mejor talante.

-No se preocupe por mí, señor Wergeland. Me acomodaré a la distribución que en la posada esté disponible -quiso tranquilizarlo. Una parte de ella la instaba a declarar enérgicamente que quería compartir habitación con la hermana y que aquello levantaría menos sospechas; otra en cambio ardía en deseos de charlar con el astuto detective a solas de una vez, le parecía un caballero que no intentaría nada con una mujer como ella. -Me inventaré una historia acorde según lo que nos toque -con eso pretendió zanjar el asunto.

Solo al llegar al otro lado se dio cuenta de que quizás el señor Uddgren no fuese quien decía ser, con todas las prisas y el horrible bamboleo de la embarcación no se había detenido a examinarlo siquiera… Al parecer la suerte estaba echada de momento.

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02/02/2021, 15:27
Storyteller

Uddgren está ansioso. Por fin ha llegado la ayuda que tanto necesitaba, pero había más gente en la si que necesitaba ayuda, y fe, sobre todo encontrar la fe en el salvador y en la religión —Es mi oportunidad, ahora que hay tanta gente aquí es mi oportunidad—. Uddgren sube a un barril cercano a la puerta de la posada y comienza  gritar sus salmos  todos los que quieran escuchar.
— Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Pero vosotros, amados míos, recordad lo que predijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. En los últimos tiempos —os advertían— surgirán embaucadores que vivirán impíamente y al capricho de sus pasiones. ¡Ahí los tenéis! Son los sembradores de discordias, los que viven sensualmente y están privados del Espíritu. Forman parte de la Isla, y sirven a la tentación. Su líder os embauca con la riqueza que ofrece el mar para que os gastéis las limosas que recibís tras arduos días de trabajo. No caigáis en la tentación y encontrad un hueco en vuestro corazón para nuestro señor.  Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. Y algunos de ellos han llegado aquí y llevan el nombre de la familia Amundsson.—

Mientras el sacerdote predica, un gran número de personas se va reuniendo para escuchar lo que el hombre tiene que decir. Pero no tardan en darse cuenta de que es más o menos la misma charlatanería a la que los tiene acostumbrados. Un hombre fornido y alto, se coloca detrás de Agnetha y de Lovisa. No duda en colocar sus manos llenas de ampollas en el culo de ambas mientras disfruta de la escena. —Creo que he encontrado a dios aquí, sacerdote, solamente hay que ver el divino reglao que estas dos hermosas hembras nos traen.— Su cara se acerca al cuello de Agnetha, y comienza  olisquear detrás de la oreja.— Desde luego ganado como este es digno de alabanza y devoción, pero no a su dios, padre!! jajajajaj— El resto de hombres que todavía miran curiosos echan a reír a carcajadas, mientras 2 de ellos intentan bajar a Uddgren del barril. Por lo visto ya han tenido suficiente. A su vez otros 3 fornidos marineros empiezan a tirar objetos, tomates podridos y demás cachivaches que encuentran por la zona con el fin de humillar a Uddgren.

Notas de juego

Solamente os recuero que el nivel de machismo de la época era así de alto y que ser mujer, y más de convicciones era algo extremadamente raro y en ocasiones mal visto. Una mujer de carácter podría ganarse el corazón de muchos, siempre y cuándo supiera que su lugar era estar por debajo del hombre.

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02/02/2021, 19:35
Agnetha Löfgren

Desde luego el padre Uddgren había perdido el juicio. Allí, subido en aquel barril, le pareció a Agnetha que no estaba más a salvo de lo que podría haberlo estado predicando a una tribu de caníbales. Tal vez se había propuesto alcanzar el martirio, pensó, pero la hermana Agnetha no tenía vocación de mártir, y si en algún momento había fantaseado con ello —y sin duda lo había hecho en algunos momentos de juvenil exaltación—, rogaba ahora porque no fuera ese el plan que el Señor tenía para ella.

Una expresión de honda repugnancia se formó de pronto en su rostro mientras dio un abrupto respingo. Agnetha se giró para encarar a aquella bestia con el gesto descompuesto en una mueca mezcla de asco y furia. Mientras, sus manos crispadas habrían querido rodear su cuello sin la más mínima piedad. Pero no contento con haber mancillado sus posaderas, que aquella especie de ogro se avalanzó sobre ella, olisqueándola a meros milímetros de su cara.

¡¿Cómo se atreve?! ¡Im… solente! ¡Bas…! ¡Necio! —aún fuera de sí su instinto de supervivencia le hizo escoger los insultos con cierto tino. Sin embargo no se contuvo y dio un soberano empujón a aquel tipo medio muerta de asco e impresión. Un escalofrío de repugnancia subió por su columna encendiendo su rostro y haciendo que su mirada entrara en combustión. Cómo habría querido tener en las manos un tronco, una plancha o incluso una piedra y hundir esa repulsiva nariz en ese asqueroso rostro—. ¿Y ustedes? ¿pero qué hacen? —increpó a la concurrencia en pleno—. ¿Es que no ven que este hombre está enfermo? —y lo estaba, sin duda, o no podía comprender cómo se exponía de esa forma al escarnio o a que lo tiraran al mar dentro de aquel mismo barril. Había que romper el momento o acabarían haciéndolo, pensó alarmada, así que al mismo tiempo que se proponía alejarse lo máximo posible del tipo de las risotadas y las manos largas, quiso abrirse camino para ayudar también a Uddgren a bajar del barril, aunque se quedó a cierta distancia para evitar los proyectiles. Aún sentía la piel de gallina efecto de la repugnancia.

Y usted baje de ahí, padre, ¡por Dios! ¡Estas no son maneras! —y si hubiera de ser por su tono, nadie habría dicho que estuviera menos enfadada con él que con el resto.

Notas de juego

Agnetha toma buena nota mental de quién está burlándose y tirando cosas y quién ayudando al sacerdote a bajar del barril.

Edito: un detalle. Había entendido que estaban dentro de la taberna y están fuera.