Partida Rol por web

Vaesen: A wicked Secret and Other Mysteries

Mölle

Cargando editor
22/03/2021, 14:53
Storyteller

Notas de juego

Jefe, entiendo que la página marcada es la que hemos leído, ¿verdad?

Efectivamente, lo demás que pueda contener el libro es morralla, lore conocido por todo el mundo, viejas leyendas y demás. Si realmente quieres profundizar en este diario te puedo dar muuuuuuuuucho trasfondo, pero me puede llevar un rato largo. No tendría mucho que ver con el misterio actual, pero si me lo roleas bien, y me haces alguna tirada pertinente con algún exito importante, igual rascas algo.

Por lo demás, ya sabéis que tenéis libertad de acción 100%. Me quedo a la esoera mientras.

Cargando editor
22/03/2021, 15:02
Ebba Björklund

Notas de juego

Vale, pues voy a esperar a que conteste papi y en función de lo que quiera hacer, ya lo veo. ;)

Si realmente quieres profundizar en este diario te puedo dar muuuuuuuuucho trasfondo, pero me puede llevar un rato largo. No tendría mucho que ver con el misterio actual, pero si me lo roleas bien, y me haces alguna tirada pertinente con algún exito importante, igual rascas algo

Por mí genial, yo me pongo a investigar enseguida (que por no rolear, no sea), jajaja pero no te preocupes por ponerme trasfondo de cosas que te puedan llevar mucho rato, que tampoco quiero que el ansia de conocimiento de Ebba te haga perder mucho tiempo a ti jajaja, piensa que tengo todo el material, siempre me puedes decir algo como "vete a la página tal del Wicked Secret (o el básico o lo que sea) y léete tal parte o tal otra" y yo me lo leo y ya está, ¿eh? No te preocupes por tener que escribírmelo todo aquí. ;)

Lo dicho, voy a esperar a que responda Alvar y ya voy viendo. ;)

Cargando editor
22/03/2021, 20:06
Alvar Egil Björklund

El relato del jefe Niklas Jonsson narra el aciago encuentro que el autor, su hermana y otros miembros no nombrados de algún grupo esotérico tuvieron con una especie de jabalí monstruoso llamado Glosson, que se parecía muchísimo a la criatura a la que describen tanto las Hijas de Satán como la mía. La historia guarda inquietantes similitudes con lo que está sucediendo en estos momentos. Se me hiela la sangre al leer que ese monstruo del averno no solo mata a las brujas que lo convoquen, sino también a personas dotadas de la Visión. Reprimo un estremecimiento cuando mi temor de que Ebba ha estado muy cerca de ser salvajemente asesinada se ve confirmado. Es más, Reidar y el señor Castelferro están en terrible peligro. La miro, ceñudo, para ver si ella también es consciente de la espantosa imprudencia que ha cometido; esta vez, en mis ojos hay más miedo que ira.

Sigo leyendo, y para mi alivio, compruebo que la bestia tiene una debilidad: parece que las manzanas y las nueces pueden ser utilizadas para engañarlo en caso de fatal necesidad; habrá que ir a hacer una visita al comedor para hacer acopio de esas frutas que podrían salvarnos la vida, aunque no apostaría mi pellejo, ni mucho menos el de mi hija. También se menciona el poder de control que un bastón de tilo podría ejercer supuestamente sobre la abominación si este fuese esgrimido por una bruja.

Cuando mi hija y yo terminamos de leer, cierro el libro y lo guardo en uno de mis bolsillos. Vamos a necesitar toda la ayuda que podamos conseguir no ya para ayudar a estas mujeres, sino para salir nosotros con vida de este pueblo.

Señoras —empiezo, con tono lúgubre—. Si saben dónde encontrar un bastón de madera de tilo, harían bien en tenerlo a mano. Al parecer, Niklas Jonsson, fuera quien fuera, creía que un bastón de tilo podía mantener a raya a la criatura. Y otra cosa: guarden siempre alguna nuez o manzana en sus bolsillos. Parece que a esa cosa le gustan más que nuestra carne. Pero tengan muchísimo cuidado. Si no tienen que confiar en esas medidas, tanto mejor. —Dejo escapar un suspiro—. Me despido de ustedes por hoy. Traten de ser fuertes, y repongan fuerzas esta noche. En cuanto mis amigos regresen, podremos trazar un plan. —Dudo unos momentos antes de despedirme definitivamente—: Buenas noches.

* * * * *

Ahora sí, salgo de la habitación junto a Ebba, caminando con paso dubitativo. Camino un trecho en alguna dirección, más por alejarme de la habitación de las revelaciones que porque tenga un lugar en mente al que ir. Al cabo de unos momentos, me detengo.

Ebba… —Me doy la vuelta para mirar frente a frente a mi hija. Mi rostro es firme e impasible, como siempre, pero ni mis ojos ni mi voz, profundamente abatidos, pueden engañar a la carne de mi carne. Ahora que el susto ha pasado, me siento exhausto. Me quedo mirando a mi hija unos instantes, sin saber muy bien qué decir. Siento que cualquier palabra que pueda pronunciar estará de más, pues los acontecimientos ya han evidenciado el error de Ebba. Mis manos empiezan a gesticular lentamente, con una gravedad casi palpable, al tiempo que hablo—. No voy a preguntarte si eres consciente de lo que podría haberte pasado y de que ha sido únicamente tu imprudencia la que te ha puesto en peligro, porque estoy seguro de que lo sabes muy bien. Tú misma lo has visto. Por eso, lo que quiero preguntarte es: entonces, ¿por qué lo haces? —Hago una pausa, negando suavemente con la cabeza—. Una vez detrás de otra, ¿por qué? No lo entiendo. Te doy mi confianza, y lo único que te pido a cambio es que guardes cuidado. Es cierto, no sabíamos lo que había ahí fuera, pero sí de lo que era capaz. Y aun así, insistes en actuar como una niña y ponerte en peligro. ¿Es que acaso no valoras…? —Me tiembla la voz; aprieto los labios, sin atreverme a terminar la frase. Una arruga severa cruza mi frente, y mis ojos adoptan un súbito filo glacial—. Si no eres capaz de cuidar de ti misma, lo haré yo. Dormirás en mi habitación, y no te separarás de mí en ningún momento. Ninguno. No hasta que me demuestres que puedes actuar por tu cuenta sin ponerte en peligro.

En el momento en que mis palabras salen de mi boca, pesan como una sentencia. No hay ninguna concesión. Los dos sabemos que es tarde para negociar o discutir, que se ha cruzado una línea que bien podría haber sido la última. Por eso, espero que Ebba acate mi decisión y, por una vez, obedezca. Después de unos instantes, vuelvo a hacer gestos: «¿Qué querías decirme?». Pero esta vez son mis manos las únicas que hablan; mi voz permanece callada.

Notas de juego

¿Qué decías de esa amiga tuya que diría que éramos unos INTENSITOS XDDDDD?

Cargando editor
22/03/2021, 21:37
Storyteller

Notas de juego

Independientemente de la actualización que os voy a hacer en breve, y sí, tu post ha estado a tu altura, no te preocupes. Mucho me temo que tu nivel de estrés empieza a ser preocupante. Es posible que necesites acallar a tus demonios internos, tus pensamientos de preocupación, la tensión que genera esta bestia, el alboroto del comportamiento de tu hija y el amargo recuerdo de la última vez que viste a tu mujer, cuádo aún era ella, humana. El bar está abajo. Deberías servirte una copa, o seis.

Cargando editor
22/03/2021, 20:32
Ebba Björklund

Cuando padre me devuelve la mirada, entiendo perfectamente aquello que me quiere decir y percibo el miedo en sus ojos. Yo también lo comparto. Esa idea que me había hecho acerca de que no me hubiera atacado a mí, por lo visto, es completamente desacertada. Quién sabe... quizás simplemente estuviera tratando de convencerme a mí misma de que mis acciones no habían sido tan arriesgadas, tan... imprudentes. Pero está claro que sí lo he sido y él también se ha percatado de ese matiz en la explicación del diario, para mi frustración. No es que no hubiera querido que se diese cuenta, no me asustan su regañina ni su enfado (que serían perfectamente justos), sino su decepción. Lo que menos quiero es continuar sintiendo ese pinchazo de culpa en el estómago cada vez que lo miro a los ojos y veo reflejada en ellos su profunda decepción...

En cualquier caso, ya no hay vuelta atrás. Así que cuando él se despide, trago saliva y me despido también de las mujeres con un asentimiento de cabeza, mostrándoles el diario en mi mano para darles a entender que me lo voy a llevar. Quiero seguir mirándolo, estudiarlo a fondo, y seguramente ellas ya lo han revisado tanto que puede que incluso se lo sepan de memoria. 

Así que, aún cabizbaja, sigo a padre pasillo adelante, hacia ningún lugar en concreto, hasta que de pronto se gira y me encara, con esa mirada que no me engañará jamás, por mucho que intente ocultarlo. Veo cansancio, tristeza, miedo... y ese aguijón. Esa espinita que cada vez se me clava más a fondo esta noche: decepción. Y entonces vuelvo a sentir culpa, aflicción y desazón. Padre comienza a hablar y, mientras lo escucho, esas emociones se suceden una detrás de otra, en una lenta, pesada y rítmica procesión que palpita en mis oídos como un fúnebre tambor... como campanas que tocan a muerto. 

Y es que me siento igual que si hubiera perdido a alguien muy querido. Como si, en un cierto sentido abstracto que no alcanzo a comprender, aquella noche hubiera perdido a padre. No es sino cuando padre termina de hablar que me percato de que realmente me siento así, de que estoy pasando por todas las fases de un duelo tal que si hubiera perdido a un ser querido, al presenciar como si se estuvieran escribiendo con mi propia sangre las múltiples respuestas que le quiero dar, una tras otra, en una vertiginosa sucesión en mi mente.

Fase 1: Negación. Lo primero que quiero decirle es que no. No necesito que me vigile todo el tiempo como cuando era cría. «No. No voy a ir a dormir a tu cuarto, no estoy actuando como una niña pequeña, ni sin razón aparente. Tenía mis razones y si me dejaras explicártelas...».

Fase 2: Ira. «Si me dejaras explicártelas, entenderías por qué he salido tras la mujer. ¡Nada de lo que hacen desde que recibimos la carta tiene sentido! ¡No soy una niña pequeña a la que tengas que castigar encerrada en tu cuarto! ¡Sé cuidar de mí misma perfectamente. Que no valoro ¿qué? ¿Eh? ¡Atrévete a decirlo! ¡Y si no te atreves, no te atrevas tampoco a insinuar que no valoro mi vida! ¡No tienes ni la más remota idea de cuánto valoro o no valoro yo esas cosas! ¡Desde que perdí la voz, desde lo de mamá, valoro cada día de mi vida como si fuera el último, cada minuto, cada segundo! ¡No te atrevas siquiera a pensarlo...!». Pero inspiro hondo, varias veces y trato de calmarme. Trato de entender su posición y cómo se siente y comprendo que haya dicho lo que ha dicho. A veces me gustaría poder explicarle miles de cosas con mi voz. Pero los gestos son más lentos y no siempre soy capaz de darles la intensidad que antes daba a mis palabras. Así que inspiro hondo y trato de encontrar una solución...

Fase 3: Negociación. «No es necesario que me encierres en tu habitación. Deja que me quede en la mía, no tienes que hacerte responsable de mí hasta ese punto, ya soy adulta... No te preocupes, no saldré de ella hasta que tú vengas a buscarme, pase lo que pase y vea lo que vea, te lo prometo...».

Fase 4: Depresión. Ya es tarde. Tarde para negociar, tarde para discutir o para pedirle que cambie de opinión. Está claro, por su mirada y sus gestos, por su gélido tono de voz, que he cruzado una línea que no debería haber traspasado... Y de nuevo aquí llega la punzada en el estómago, como un puñal clavado en las tripas que no para de retorcerse. Mis manos están ahora aferradas a mis brazos y mi posición es ligeramente encogida, envolviendo mi torso en un inconsciente gesto de protección. Solo quiero hacerme cada vez más pequeñita. Pequeñita, invisible... a lo mejor así deja de dolerle tanto... Suspirando, miro hacia un lado mientras parpadeo varias veces para evitar que la excesiva humedad que está empezando a aflorar a mis ojos caiga por mis mejillas. Lo que menos quiero ahora mismo es que él lo vea.

Fase 5: Aceptación. Así que, finalmente, no digo nada. Ni una sola de todas esas respuestas sale de mis manos. Simplemente asiento con la cabeza, sin volver a mirarlo a los ojos, con la vista fija en los carcomidos tablones del suelo. Asiento y hago ademán de volver a echar a andar, abatida como quien pierde una batalla; pero él aún tiene algo que preguntarme y lo gesticula. Por alguna razón, el hecho de que no lo diga con palabras me duele más que cualquier otra cosa. ¿Tan afectado está que no es capaz de decírmelo en voz alta? Haciendo acopio de toda mi fuerza de voluntad, levanto las manos temblorosas y le contesto gesticulando también, pero aún sin mirarlo a los ojos: «Necesito que me cuentes qué os han dicho las mujeres... pero ahora no, no aquí en medio. Espera, voy a por mis cosas y voy a tu habitación, dame un minuto». Y, sin esperar a ver si me dice algo más ni dar tiempo a que responda, enfilo el pasillo en dirección a mi cuarto. 

* * * * *

En realidad tardo más de un minuto. Cuando llego a mi estancia, lo primero que hago es quitarme el vestido y el calzado empapado en sangre y limpiar las botas lo mejor posible, tras meter el otro en un saco de ropa sucia, sin molestarme siquiera en plegarlo bien. Después me acerco a la pequeña pila llena de agua que hay en el tocador y me limpio lo mejor posible la sangre de los brazos y las manos. Froto con la toalla que me han dejado al lado hasta quitar el último resquicio de suciedad y entonces levanto la mirada. Contemplo mi reflejo en la bruñida superficie de metal que hace las veces de espejo y veo mis ojos, esos profundos pozos de inmenso océano que Alvar me regaló, tan idénticos a los suyos. En ese momento, la punzada vuelve, más aguda que nunca, y no se conforma con quedarse en mi estómago, sino que asciende hasta el pecho y lo hace arder. Y entonces me rompo, ya no aguanto más y comienzo a llorar, derramando lágrimas contenidas que me han ganado la batalla también... demasiadas batallas perdidas en un mismo día. 

Dejo aflorar todo el dolor y la culpa, con los puños apoyados sobre el tocador, únicos pilares que me sostienen en ese momento para que no caiga al suelo derrotada. Finalmente, unos minutos después, exhalo un último suspiro casi reparador y me vuelvo a erguir. Me miro al espejo de nuevo y limpio mis lágrimas, tratando de recomponerme antes de salir de la habitación. Finalmente, cuando creo que lo he conseguido, guardo en la maleta todo lo que ya había sacado, el maletín de la cámara, el saquito de terciopelo verde, mis libros... y también el diario del señor Jonsson. Lo meto todo hecho un burruño y me visto directamente con el camisón, en un absurdo intento de demostrarle a padre que no tengo intención de escaparme. Me pongo encima la bata y cojo la maleta y el saco de ropa sucia, para salir de la habitación y dirigirme a la de padre sin mirar un solo segundo atrás. 

* * * * *

Varios minutos y dos piezas de equipaje después, llamo a la puerta de padre con esa cadencia que le dice que soy yo, de forma inconsciente. Cuando me abre, meto la maleta y el saco y me quedo mirando unos segundos su habitación, individual, igual que la mía. Levanto el dedo índice, advirtiéndole de que me espere un momento más y emprendo el retorno hacia mi cuarto de nuevo para volver una vez más cargada con el grueso edredón enrollado entre mis brazos y la almohada colgando de una mano por una de sus esquinas. 

Antes de permitirle decir nada, echo el edredón al suelo en una esquina de su cuarto y tiro sobre él la almohada de cualquier manera. Mi mirada mientras arrastro la maleta hasta situarla al lado del edredón lo dice todo: pienso dormir yo en el suelo y eso tampoco es negociable. Él ya ha pasado demasiados años fuera de casa, durmiendo en lugares poco confortables. Además, no es que yo vaya a tener ningún problema por dormir en el suelo, no sería la primera vez que me quedo dormida en los establos entre los caballos o en el propio jardín de casa, al pie de algún árbol, con un cuaderno a medio escribir entre las manos. Una vez incluso me quedé dormida en la rama de un árbol. Y padre lo sabe, así que no voy a permitir que me lo niegue esta vez... o eso me digo a mí misma, al menos. 

Cuando termino de colocarlo todo ahí, me agencio una vela de su mesilla y me siento sobre el edredón, abriendo la maleta para sacar el diario de Jonsson y todos mis libros, uno tras otro. Miro de reojo al coronel mientras lo hago, sin poder evitar preguntarme si sabía que me había llevado prácticamente toda mi colección de volúmenes extraños. Probablemente ahora entienda por qué mi maleta le pesaba bastante más que la suya cuando la ha llevado. Mientras estoy sacando los tomos, tengo especial cuidado de dejar la bolsita de terciopelo al fondo de la maleta, bien guardada, pero al mismo tiempo algo se engancha en alguna de las telas enredada en la esquina de uno de los libros y cae al suelo, resonando sordamente sobre el edredón: la extraña piedra del guerrero espectral. La cojo rápidamente, contemplándola durante unos breves segundos, aún no he tenido tiempo de examinarla a fondo, y la dejo de nuevo dentro de la maleta. 

Cuando tengo ya todos mis enseres desperdigados por encima del edredón, en una clara señal de que ese va ser mi nido durante esta noche, me levanto y me acerco a padre, que ha esperado pacientemente. Entonces levanto las manos y comienzo a hacer gestos, más contundentes y rotundos que antes. Esta vez sí lo miro a los ojos y, si queda algún rastro de los minutos anteriores en mi rostro, en la nariz o los ojos enrojecidos, mi expresión decidida lo borra por completo. Comienzo a gesticular: 

«Me preguntaste por qué. Te diré por qué he salido hoy, pero esto no tiene nada que ver con lo que ocurrió en Gyllenkreutz. No es lo mismo», le advierto, con una expresión serena. «Y aquí... piensa que la carta decía que no podían salir del hotel. Que estaban encerradas. De pronto llegamos y una de ellas aparece muerta en el pueblo, fuera del hotel. Acto seguido, veo a otra saliendo a toda prisa en mitad de la noche, vestida con ropajes extraños, cuando se supone que estaban hablando con vosotros... casi como si huyera a hurtadillas. Tienes que reconocer que parecía sospechoso, cuando menos. Tú me enseñaste a no fiarme de nadie y se me pasó por la cabeza que pudieran estar engañándonos». Hago una pausa y termino: «Además, en mi defensa debo decir que pasé a buscarte antes de salir, pero no te encontré. No podía saber que estaríais en esa habitación».

Tras otra breve pausa, mis ojos vuelven a posarse en los suyos y añado un par de gestos más. «Pero no te digo esto porque quiera discutir, padre... solo porque me lo has preguntado y creo que mereces la explicación».

Trago saliva de nuevo. La punzada sigue ahí, clavada bien hondo, aunque ahora mismo está cubierta por varias capas de determinación y curiosidad, que pugnan por apagar por completo ese dolor; lo cual será, sin embargo, imposible, hasta que no vea en la mirada de Alvar que él me ha perdonado. Así que, sacudiendo internamente esos pensamientos, camino por la habitación y me siento a los pies de su cama, lo miro y mis manos preguntan: «¿Qué os han dicho? Cuéntamelo, no te dejes detalle alguno».

Notas de juego

I-N-T-E-N-S-I-T-O-S, con todas las letras XD.

¡¡¡¡PERDÓN!!!! Perdón por el tochopost, puede ser uno de los más largos que he hecho en Umbría... probablemente. Tenía demasiadas cosas que decir y al final me ha quedado extensito... O.O! Prometo no hacerlo muy a menudo...

De hecho, podría haberlo dividido y haber puesto la parte de en medio en privado, pero tampoco es tan larga comparada con el resto y, dado que a Belge le gusta leer :P, al final lo he puesto todo en el mismo... ^^' 

XD

Edito: pequeñas correcciones, no hace falta que lo releáis si ya lo habéis hecho. ;)

Cargando editor
23/03/2021, 00:06
Alvar Egil Björklund

Mientras hablo con mi hija con severidad, aunque también con franqueza, puedo ver claramente cómo su rostro se transfigura, pasando por una plétora de emociones bien diferenciadas entre las que distingo la incredulidad, la rabia, la desesperación, la culpa… Finalmente, cae en un profundo abatimiento y me obedece sin rechistar, como si la hubiese privado de su voluntad, de su libertad. De lo que hace que Ebba sea Ebba. La sensación es amarga, pero hace mucho tiempo que me prometí a mí mismo que no volvería a perder a ninguno de los míos, y Ebba aún tiene mucho que aprender. Y a menudo, me temo, el aprendizaje duele. Es un alivio que aparte la mirada al final, pues así no puede ver mis ojos empañarse de lágrimas a la vez que los suyos. Aunque lo sabe. Si me conoce, sabe que esta situación me duele a mí tanto como a ella, si no más. Porque no puedo permitirme perderla.

La espero en mi habitación a que se asee, sentado en la cama, sumido en mis pensamientos. Los jóvenes se creen invulnerables, y es una sensación tan poderosa como hermosa, pero ilusoria. Yo entendí muy joven que la vida y la muerte se separaban tan solo por el chasquear de unos dedos, que yo no era más que nadie ni especial en ningún sentido, que lo que les pasó a muchos de mis amigos en el frente me podía haber pasado también a mí. Podía haberme convertido en otro cadáver destrozado, abonando el campo con mis miembros esparcidos por doquier. ¿Qué puedo hacer para que Ebba lo entienda? ¿Cómo puedo conseguir que sepa el absoluto pavor que me produce cada vez que una de sus chiquilladas la pone en peligro? Quizás lo comprenderá el día que ella me pierda a mí, el día que yo ya no esté para darle consejos ni para escuchar sus desvelos, para calmarla después de una de sus pesadillas o para reñirla tras alguna insensatez. Me cubro el rostro con las manos. De repente me siento viejo. Terriblemente viejo, cansado e impotente, con una niña que ya no es una niña, escapándose entre mis dedos como el agua y yéndose cada vez más lejos. Reflexiono entonces, y me digo que la historia de amor entre un padre y una hija es una de amor no correspondido. Porque mientras que una hija lo es todo para su padre, un padre acaba siendo una nota al pie de página en la vida de su hija en el momento en que fallece. Una nota importante, sin duda; pero Ebba está condenada a sobrevivirme y a superar mi desaparición, de un modo que yo sería incapaz en caso contrario. Así es, así debe ser. Me digo, pues, que no, que tal vez ni siquiera perderme fuese suficiente para Ebba. Tal vez solo necesite tiempo.

Pero, ¿es el tiempo un lujo que podamos permitirnos en este mundo aterrador y oscuro que nos ha tocado vivir?

Cuando oigo a Ebba llamar a la puerta de mi habitación, me obligo a mí mismo a apartar las manos de mi cara y fingir que no me siento como si me hubiesen arrancado las entrañas. Aún tarda un poco en traer todas sus cosas, pero finalmente lanza su edredón al suelo, dando a entender que tiene la intención de dormir ahí. Enarco una ceja ante su rebeldía, que por un momento me saca de mi oscuro ánimo. Pero estoy demasiado cansado como para discutir; si quiere tener su pequeña venganza, que así sea.

Una vez ha terminado de dejar todas sus cosas tiradas por el suelo, sobre el edredón, Ebba se acerca a mí y me arrostra, como yo ya sabía que haría. Me ofrece sus explicaciones, como yo ya sabía que haría. Pero es demasiado. Excusas que no justifican su impulsividad, que podría haber acabado en un profundo disgusto. Cerrando los ojos con fuerza, me pinzo el puente de la nariz con los dedos de una mano temblorosa, sintiendo cómo el agotamiento da paso a la frustración, y la frustración al enojo.

Estoy harto.

¿Y qué? —espeto con brusquedad, encogiéndome de hombros—. ¿Eh? ¿Qué me quieres decir con eso? ¿Acaso el hecho de que hayan terminado esas dos tiradas en la nieve con los intestinos desparramados no es muestra suficiente de que no, de que no podían salir del hotel? ¡Por el amor de Dios! —Vuelvo a presionar mis ojos con los dedos, esta vez con más fuerza. Tengo que serenarme, o diré algo de lo que sé que mañana me arrepentiré. Mi voz suena algo más calmada cuando digo—: ¿Es que no lo entiendes? Da igual que nada de lo que dijeran tuviese sentido, da igual que no te fíes de ellas. Yo tampoco me fío. Pero si ves a una mujer hecha trizas en la calle, no sales sola. Yo tampoco lo haría.«A menos que fuese para ir a buscarte a ti». Si me buscas a mí, o al señor Castelferro, y no nos encuentras, no sales sola. Ebba, me preocupas. Al menos espero que ahora que has visto lo que has visto, tengas un poco más de sentido común.

Me arrepiento inmediatamente en cuanto cierro la boca. Eso sobraba. Por mucho miedo que me dé lo que pueda pasarle a mi hija, nosotros siempre nos hablamos con el corazón en la mano. El sarcasmo está fuera de lugar.

Perdóname, yo… No tenía que haber dicho eso. —Entierro la cara entre mis manos, resoplando contra mis palmas—. Porque aunque esté muy dolido, te quiero con toda mi alma, y eso no cambiará jamás. Y por eso me aterroriza que pueda pasarte lo mismo que a esas brujas, me mataría. Me mataría, Ebba. —Algo en mi voz tiembla, dotándola de una verdad frágil y siniestra en cuyas implicaciones prefiero no pensar en demasiado detalle—. Mira, sé que lo sientes. Yo también lo siento. Lo siento mucho. Todos nos equivocamos, pajarillo. Y eso es normal, no es tu culpa. Pero ya sabes que no somos como los demás. Ya sabes que… Ya lo sabes. Así que por favor, escúchame.

Guardo un pesado silencio, sintiendo un dolor opresivo en mi estómago que me hace sentir náuseas. Me mastico los labios desde dentro, pasándome la lengua por las encías con ansiedad, y me doy cuenta, casi con asco, de que tengo la boca seca. Levanto la vista para ver cómo Ebba me pregunta lo que nos han contado las amigas de Olga. Mis hombros se sacuden con un resoplido que podría haber sido una carcajada. A pesar de las pocas ganas que tengo de hablar, decido que me hará bien.

Las Hijas de Satán, se hacen llamar. Demonia, Melancholía y… Sanguina. —Niego con la cabeza, recordando que la última ya está muerta—. Practican la hechicería, como ya habrás podido deducir. Vinieron a Mölle porque al parecer aquí hay lugares de importancia mística, o mágica, no sé cómo lo dijeron. Como esa cueva. Donde invocaron a la bestia, a Glosson. Era un lugar señalado, idóneo para sus ritos mágicos. Lástima que acabasen trayendo a esa monstruosidad. —Suspiro, frotándome las manos con inquietud—. Cuando les dijimos que Olga estaba muerta, lo relacionaron con lo que le ocurrió a Katarina Jonsson, la dueña de este hotel. Por lo visto desapareció en el bosque hace diez días mientras buscaba a su perro, y no se la ha vuelto a ver desde entonces. La, eh, la que hay ahora en recepción es una sustituta. —Tuerzo la boca, mordisqueándome el labio—. Estaban muy alteradas por la noticia de la muerte de su amiga. Dijeron que a Olga la había matado el diablo. Cuando les pedí que fuesen más específicas, describieron a la cosa que tú has visto. Ni más ni menos. «Una bestia con ojos rojos y brillantes, y unas fauces con cuernos a los lados». —Hago una pausa, dejando que mis ojos se pierdan por la ventana. Mis manos están agarradas la una a la otra—. Oh, en algún momento mencionaron al padre Kransvik. Dijeron que él era el único que podía ayudarlas. Sanguina iba a hablar con él cuando… —Hago un gesto vago con la mano, como queriendo decir: «Tú ya sabes»—. No dijeron más. Fue entonces cuando fui a buscarte a tu habitación y no te encontré.

Estoy agotado. Ahora mismo no hay nada que desee más que dormir y olvidar. Pero sé que no podré; las «cucarachas de mi mente» no me dejarán dormir. No hasta que consiga relajarme. Lanzo un hondo suspiro.

Ebba… Necesito despejar un rato la mente. —Trago saliva. No esperaba que sonase tan patético—. Si voy a dar un paseo por el hotel, no te moverás de aquí, ¿verdad?

Doblemente patético. Acabo de decirle a mi hija que no se separe de mí, y ya estoy buscando una excusa para desaparecer. Coronel Alvar Egil Björklund, ¿desde cuándo eres tan débil?

Notas de juego

Tuneando un poco Bohemian Rhapsody: DRAMAAAAAAAA, UUUUUUUUHHHHH!!!

(Lo siento, pero no me he podido resistir a contestar antes de irme a dormir XDDD. Soy de un entusiasmo casi febril).

Cargando editor
23/03/2021, 00:17
Ebba Björklund

«No quiero discutir. No quiero discutir. No quiero discutir, padre... y menos contigo. Pero por mucho que lo piense con toda la intensidad de la que soy capaz, veo cómo te pinzas el puente de la nariz y entonces sé que no te vas a callar. Siempre lo haces, justo antes de comenzar a explicarme algo, como quien debe dar una lección a una niña pequeña...».

Y sin embargo, yo ya no soy una niña pequeña. Sé que lo sabe, aunque no quiere admitirlo. Sé que se aferra a la idea de que puede controlarme, vigilarme y cuidar de mí como si lo siguiese siendo, pero no puede. Es el ciclo de la vida, los hijos crecen y corren riesgos. Y es el deber de los padres ver cómo los superan día a día o caen en el intento... de la misma manera que los hijos hemos visto siendo pequeños, sin tener aún verdadera noción de qué estaba sucediendo, a nuestros padres marchar a la guerra, tomar decisiones y correr riesgos sin saber si los van a superar para volver a nuestro lado...

Sé que esto no es lo mismo, pero no puedo evitar sentirme así cuando padre empieza a hablar bruscamente, respondiéndome a algo a lo que no le he pedido que me responda. Solo se lo he contado para contestarle a la pregunta que él me había hecho. Pero no necesitaba una respuesta y menos así... Lo peor no es la brusquedad, sino que ni siquiera ha levantado la voz. Padre nunca grita y es precisamente ese tono, tenso pero al mismo tiempo grave, sin apenas alzarlo lo más mínimo, lo que no me gusta. Ese tono es lo que me alerta de que la cosa no va bien. No digo nada, me siento demasiado cansada, frustrada y culpable como para rebatirle nada. Además, no tengo nada que rebatir, en realidad. Tiene razón. Sé que tiene razón y no pretendía poner ninguna excusa, como él cree, solo explicárselo... 

Pero, en cualquier caso, tiene razón.

Así que hago un esfuerzo sobrehumano para que mi frustración no se vea reflejada en mi rostro cuando asiento a sus primeras palabras. «Lo siento», vocalizo, sin siquiera molestarme en gesticular, sé que sabe leerme los labios. Entiendo lo que dice, tiene razón. Ha sido imprudente salir sola, es verdad. Pero no ha sido por falta de sentido común, se equivoca... Ni siquiera por valentía o bravuconería... en realidad, no tengo ni la más remota idea de por qué lo he hecho. En momentos como ese actúo sin pensar, de forma impulsiva, casi como si mi cuerpo fuese controlado por mis emociones sin permitir el más mínimo atisbo de razón... es algo inconsciente, no puedo controlarlo. Pero desde luego no es falta de sentido común, eso no. De eso tengo mucho más que la mayoría de personas de mi edad... por eso siempre me siento mejor cuando me rodeo de gente mayor que yo, la de mi edad me resulta... demasiado infantil. Desde aquella noche. Aún así, puedo captar perfectamente ese fugaz gesto que padre hace cuando se arrepiente de algo que ha dicho, esa ínfima presión de sus labios que solo dura una décima de segundo y que solo rara vez he visto, porque generalmente piensa lo suficiente antes de hablar como para arrepentirse a menudo. Entonces decido pasar por alto el sarcasmo, sé que no ha querido herirme con ello, ni mucho menos.

Por eso mismo, haciendo acopio de todo mi sentido común, decido que no es momento de replicar, de discutir, ni de seguir tratando de explicar nada. Es momento de conciliar. Así que levanto las manos y comienzo a hacer los gestos de «tienes razón, perdóname», pero padre se me adelanta y me pide perdón antes. No puedo evitar que algo se me rompa por dentro cuando escucho esa palabra con ese tono, tan frágil... tan humano. Y entonces me percato de que, por mucho que yo lo vea como a un héroe invencible, imperturbable, eterno, padre también es humano, frágil y... mayor. Cada vez más mayor. Y yo no dejo de darle quebraderos de cabeza cuando, en realidad, tendría que estar ayudándolo. 

Niego con la cabeza con los ojos cerrados mientras lo escucho, e incluso me permito esbozar una triste sonrisa. «Pajarillo», hace mucho que no me llama así... Entonces lo miro de nuevo y levanto los brazos. Mis manos comienzan a gesticular, calmada, esbozando en el aire frases cortas, pero contundentes. Ideas, conceptos. No quiero llevar a cabo una gramática elaborada, tan solo pretendo que entienda lo que le quiero decir y todo el profundo significado que hay detrás. 

«Lo siento» comienzo. «Tienes razón. He sido una imprudente y una idiota. Y lo siento. No sé qué me pasa. No sé por qué lo hago. Desde... desde ese día siento un impulso. Algo que me impele a hacer las cosas sola. A demostrar que soy fuerte. Que puedo hacer lo que sea. Por mí misma. Sin depender de nadie». Una vez he empezado, mis manos ya no pueden parar. No tenía intención de decir tantas cosas, pero ahora ya es imposible detenerme. «Desde que me quedé muda, no quiero que me vean... que me veas como una inválida, alguien indefenso a quien hay que proteger. Porque no lo estoy. Como tú dices, no somos como los demás. Y eso implica que estaremos en peligro. Desde que tenemos la Visión, es algo que no podemos evitar. Y no quiero que, si me pasara algo, te sientas responsable. No quiero depender de nadie, ni que nadie crea que es su "deber" protegerme a toda costa. Y menos, tú. No quiero que...» pero no puedo continuar por ahí, no me salen los gestos, las palabras. Así que solo me queda confiar en que él haya captado el significado, no una excusa, ni siquiera una mera explicación, solo los sentimientos que me han llevado a hacer lo que he hecho*. Por eso, tratando de zanjar el asunto, cojo sus manos entre las mías unos segundos y, después, vuelvo a gesticular:

«Pero tienes razón. La próxima vez, me detendré un momento a pensar un poco más. Lo siento, perdóname, por favor. Te quiero con toda mi alma, padre. Me duele mucho que te sientas así por mi culpa. Perdóname». Sin poder evitarlo, me giro apretando fuertemente los puños. No necesito una respuesta, sé que me perdona, lo he percibido en sus anteriores palabras, así que en realidad no me hace falta. Tampoco sé qué más decirle que no le haya dicho ya, así que me giro y acabo sentándome a los pies de su cama, preguntándole por la conversación con las mujeres.

Mientras escucho su explicación, mi expresión cambia y frunzo el ceño, pensativa. Me levanto y camino por la habitación durante el tiempo que dura la misma; mis dedos giran entre ellos una pluma que sin darme cuenta ha acabado en mis manos, como cada vez que necesito concentrarme para pensar. Primero hacia un lado, luego hacia el otro y vuelta a empezar. Oigo cada palabra de lo que me cuenta y no puedo evitar que mis ojos se desvíen hacia el diario cuando menciona a Katarina Jonsson y a su sustituta. Sigo sin entender por qué la tal Sanguina salió a buscar al padre, si sabía que eso la iba a cazar en cuanto pusiera un pie fuera... no alcanzo a comprender qué pretendía... ¿Y Lisa? Tan inmutable, tan... irreal. Tampoco me gusta. Todo esto empieza a tomar un cariz demasiado complejo y no creo que hagamos mucho sin dormir... 

Además, mi mente no deja de pensar en eso y en Castelferro, Reidar y Geri por ahí fuera, solos... No dudo que tengan aptitudes para librarse de una cosa así, pero después de ver cómo actúa... solo espero que estén bien. Padre termina su explicación, a pesar de todo, y puedo ver cómo está a punto de desfallecer. Debería acostarse, pero no, no lo va a hacer aún. Cuando me pide que me quede ahí mientras se despeja, entiendo que lo necesita, o no podrá dormir en toda la noche. Así que me obligo a sonreír y asiento con la cabeza, mirándolo a los ojos. 

«Prometido», digo sin más. 

Sé que lo necesita, que es su manera de despejarse, de evadirse, de mantenerse fuerte y no caer en esa espiral negativa de frustración, derrota e incertidumbre de la que yo huyo refugiándome en la tinta. Todos tenemos nuestra manera y la suya me parece algo muy maduro y fuerte. Pero antes de que salga de la habitación, no puedo evitar agarrarlo del brazo una vez más. 

«Pero no salgas del hotel sin avisarme, tampoco. O...» por un momento dudo de la broma que he estado a punto de hacer, pero al final la comisura de mis labios esboza un amago de sonrisa y mis manos la sueltan sin poder evitarlo: «... o saldré a buscarte». Entonces mi expresión se vuelve seria de nuevo, no quiero tentar más a la suerte, a pesar de que claramente no quiero que se lo tome a pecho, lo explicito: «De verdad. No saldré, tienes mi palabra. Ten cuidado».

Mantengo unos segundos la mirada posada en sus ojos mientras lo contemplo, ahora, con admiración. Admiro la fortaleza con la que es capaz de afrontar todas y cada una de las cosas que suceden (y que yo hago), con la que sabe entender que puedo cometer errores... Hace falta mucha fuerza para regañar a un hijo, para explicarle una y otra vez lo mismo, siempre... pero hace falta mucha más para entenderlo y perdonarlo, para decir en voz alta que lo quieres, a pesar de estar asustado, triste, o decepcionado. Admiro la fortaleza con que él lo hace una y otra vez, por mucho que yo tropiece mil veces con la misma piedra. Admiro cómo lo asume y, aunque esté a punto de desfallecer, trata de que yo no lo perciba, de serenarse, de recomponerse. Y de superarlo. Cualquier otro padre me habría considerado un caso perdido hace mucho tiempo... Cualquier otro padre se habría desentendido, se habría dado a la bebida o algo peor, tras lo de madre...

Cualquier otro padre habría sido débil y se habría alejado de mí en un patético intento de huir del dolor. Pero no él. Él se mantiene a mi lado, abraza ese dolor, lo asimila y lo transforma en fortaleza. Cuando vuelva del paseo y después de dormir, ese dolor se habrá convertido en fuerza en sus ojos. 

Por eso, admiro la fortaleza con la que me acaba de decir que no me separe de él y enseguida ha buscado una excusa para desaparecer... sorprendiéndome una vez más, obligándome a sonreírle de corazón antes de que se marche, demostrándome que es lo suficientemente fuerte como para volver a intentar confiar en mí. Coronel Alvar Egil Björklund, ¿desde cuándo eres tan fuerte?

Notas de juego

*Algo un poquito más profundo que el dire diciendo "venga, va, muerde el anzuelo" XDDDDD.

 Reflexiono entonces, y me digo que la historia de amor entre un padre y una hija es una de amor no correspondido. Porque mientras que una hija lo es todo para su padre, un padre acaba siendo una nota al pie de página en la vida de su hija en el momento en que fallece.

Nuuuuuu... T.T (sé que es lo que piensa Alvar, pero aún así... nuuuu... T.T).

Pero estoy demasiado cansado como para discutir; si quiere tener su pequeña venganza, que así sea.

No es venganza, jope, encima que lo que quiere es que tú duermas bien... XD Pobre Ebba, nadie la entiende... XD

Tuneando un poco Bohemian Rhapsody: DRAMAAAAAAAA, UUUUUUUUHHHHH!!!

Jajajajajaja totalmente... Ahora la tengo en la cabeza y la canto diciendo "Drama" todo el tiempo, ¡maldito Belgeval! XDDDD.

Cargando editor
23/03/2021, 14:50
Alvar Egil Björklund

Me escucha. Sé que ahora me está escuchando, y se disculpa por lo que sabe ha sido un error grave que podía haberle salido muy caro. Sin embargo, a pesar de que sé que ha entendido hasta la última palabra de lo que estaba intentando decirle, eso no me tranquiliza: «Desde ese día siento un impulso, algo que me impele a hacer las cosas sola». Lo peor es que ya lo sabía, pero no por ello da menos miedo escucharlo de sus manos. Y es que, esas palabras son la constatación de que no puedo arreglarlo todo por ella; esto es algo que, muy a mi pesar, ella deberá aprender a controlar. Su lucha. Aunque yo la lucharé a su lado, de eso no nos cabe la menor duda ni a ella ni a mí.

Suspiro aliviado cuando Ebba me promete que no se moverá del hotel. Río con cansancio al oír cómo me asegura que, si yo lo hago, ella irá detrás de mí para buscarme. Esta niña se parece más a mí de lo que sabía. Tomándola por ambos lados del rostro, le doy un largo beso en la frente, inhalando el aroma de sus cabellos recién lavados, que me inunda con la sensación de que, pese a todo lo que pueda pasar, o de lo que yo pueda hacer, todo irá bien y seguirá siempre bien entre nosotros.

Buenas noches. No tardaré —me despido, sin saber si mis palabras son, en este momento, tan ciertas como desearía.

Notas de juego

Lo dejo aquí por ahora. Hasta la próxima trastada XD.

Dire, ¿los demás jugadores son tan intensos y dramáticos como nosotros? Es que es mi destino, de verdad. Siempre que intento jugar con un personaje severo, inflexible y con gran control emocional, aparece alguien y se hace al PJ más requeteadorable del universo que hace que me deshaga XDDDDD.

Cargando editor
23/03/2021, 15:47
Reidar Rotløs

Por unos momentos el vagabundo se quedó paralizado al ver el cadaver, como si se tratara de un deja vú. Temió incluso acercarse, no quería descubrir que se trataba de Ebba, maldiciendo aquel presentimiento que le había asaltado hacía un rato. Fue entonces que levantó la mirada hacia Castelferro, que se acercaba hasta él.

-Estoy bien, estoy bien. Estuve en el lugar hasta ver como subían el cuerpo de Olga al carruaje, y partían a Höganäs, a unos quince kilómetros de aquí. Les hubiera seguido, pero el camino puede ser peligroso a estas horas.- Explicó con sencillez Reidar. Luego bajó la voz y lentamente fue mascando las palabras, tomando el brazo del joven. -Pude verlo, amigo mío. Ojos rojos llenos de odio, sedientos de sangre. Lo escuché gruñir y sopesar si Geri y yo podríamos ser su presa esta noche. Cuando la luna estuvo de nuevo en el cielo lo vi perderse hacia el interior del bosque. Es una criatura peluda, sin un ápice de humanidad.-

Miró hacia el nuevo cadaver con más calma cuando Leopoldo le confirmó que no era la hija del coronel. -De allí estuve hacia la playa, conocí al cuidador del faro y me ha ofrecido alojamiento para esta noche. Quizás pueda averiguar más del pueblo quedándome con él e indagando lo que pueda saber.- Se rascó la barba lentamente, soltando un suspiro. -Otra muerte en una misma noche. Y tú y yo hemos estado en el lugar del crimen en ambas. Lo siento por la joven, pero lo mejor será que nos vayamos antes que intenten culparnos de su muerte.- Se le quedó mirando al hombre un momento. -A menos que quieras hacer con ella lo que querías hacer con Olga...- Sugirió con ojos claros y fijos.

Cargando editor
23/03/2021, 16:44
Leopoldo Ludovico Castelferro

Creo que ya va siendo hora, viejo Rotlos —dijo mirando fijamente a los ojos de su amigo para evitar estremecerse de miedo—. Puede que aún pueda alcanzarla antes de que parta definitivamente. Debe estar aterrorizada y muy sola —casi murmuró—. Quédate un rato conmigo..., luego te acompañaré al faro si es necesario...

El frío era indescriptible y Castelferro ni siquiera había tenido tiempo de agarrar alguna manta del hotel. Estaban cerca del mar y la humedad ayudaba al frío a meterse por la ropa hasta los huesos. Pero tenía que darse prisa o no serviría de nada. Se preparó como su madre y otros después de ella le habían enseñado. De rodillas, la espalda recta, las manos descansadas sobre el regazo. Cerró los ojos y comenzó a entonar una plegaria de protección que mantuviera alejada a los espíritus hambrientos del otro lado. Luego, súbitamente, se calló. Sus labios seguían moviéndose, pero ningún sonido salía de su boca. Sus manos se crisparon un par de veces, pero mantuvo la espalda firme. Finalmente cesó todo movimiento y, durante interminables segundos, Reidar pudo pensar que el joven Leopoldo se había convertido en una estatua de hielo.

Entonces abrió los ojos de golpe...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Editada errata

Cargando editor
23/03/2021, 19:09
Ebba Björklund

Sonrío de corazón cuando padre me besa la frente y me despido de él, observando cómo cierra la puerta al salir con cuidado de no hacer demasiado ruido. Me quedo unos segundos contemplando la misma, con la mirada perdida en la oscura madera y la mente muy lejos de aquí, atrás, muy atrás en el tiempo... hasta que me doy cuenta de que estoy volviendo a divagar otra vez y sacudo la cabeza, despejando de golpe todos esos jirones de pensamientos aleatorios (y no tanto) que dan vueltas en mi mente amenazando tormenta. 

Esta vez, la tormenta debe ser de otra manera: necesito una de ideas... «¡Melpómene, ya puedes irte un ratito, que necesito a tu hermana Urania!». ¡Esta vez no necesito tragedias, sino la ayuda de las ciencias exactas, si quiero extraer algo en claro o sintetizar bien la información que pretendo buscar en ese diario! Eso es lo que pienso, mientras contemplo el desastre que yo misma he montado sobre el edredón en un rincón de la habitación de padre y me río de mí misma para mis adentros. Mi intención había sido dejar claro que no iba a permitir que padre me cediera su cama, pero problablemente ha parecido más una pequeña rabieta a modo de absurda venganza infantil. 

Negando con la cabeza, recojo los libros que he dejado por ahí tirados y los coloco todos amontonados en un lado, junto a un tintero abierto y el diario del señor Jonsson. Con cuidado, enciendo la vela que he tomado prestada y la sitúo cerca, lo suficiente como para que me dé su luz, pero lo suficientemente lejos como para no poner en peligro los diarios y tomos. Esos tomos son una de mis colecciones más preciadas: recopilados durante el último año, desde que adquirí la Visión, recolectados en extrañas bibliotecas esotéricas, encontrados en pequeñas librerías oscuras, ocultos en los más profundos recovecos de olvidadas estanterías... Esos tomos de lo extraño y lo sobrenatural cuyas páginas ya tienen las esquinas casi transparentes de tan manoseados y consultados que están; de la época justo después de Ojos Amarillos, cuando me refugié en ellos en busca de una respuesta que aún a día de hoy no he encontrado. 

Con cuidado, busco en mi mochila de mano mi sempiterno cuaderno para comenzar el estudio del diario y poder tomar notas, pero entonces mi mano topa con algo que siempre llevo conmigo y que ahora mismo yace guardado en lo más profundo de la mochila: el reloj de bolsillo de oro con una foto de mi familia, ese que pertenecía a mi madre. Sin poder evitarlo, me siento en el edredón apoyando la espalda en la pared y doy vueltas al reloj entre mis dedos, observando con detenimiento la diminuta foto familiar del interior del camafeo que lo recubre. «Mamá...» le digo, sin poder evitarlo y, al mismo tiempo, sin vocalizar sonido alguno, «sé que, de alguna manera, estás allí, en los campos de flores, esperando y vigilándome... No sé qué me pasa, por qué no soy capaz de obedecer a padre, por qué siempre lo decepciono... necesito tu ayuda... necesito...» las palabras fluyen en mi mente mientras mis ojos se mueven rítmicamente siguiendo la aguja del segundero. Así paso varios minutos (¿o quizás varias horas?), la verdad es que pierdo por completo la noción del tiempo, observando el reloj, cada detalle, cada mella, cada rincón que ya conozco de memoria... y pensando en mi madre. Recordando su perfume, el roce de sus cabellos de fuego cuando me abrazaba, su voz melódica cantándome canciones de cuna, sus manos sobre las mías enseñándome a agarrar la pluma y escribir... 

...y las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas de nuevo, sin poder evitarlo. Pero no son lágrimas amargas, sino catárticas. Son lágrimas nostálgicas, de felicidad al surcar mis recuerdos, mezclada con la tristeza de que solo sean eso, recuerdos... Dicen que, cuando eres joven, la vida se construye a base de sueños... y que llega un momento en que se hace a base de recuerdos. ¿He dejado, entonces, de ser joven? Mi vida ya está construida a base de recuerdos, ¿significa eso que, a pesar de ser aún la niña como la que padre me ve, he perdido esa inocencia y me he hecho, de pronto, mayor?

Cierro los ojos y apoyo la cabeza en la pared mientras aprieto fuertemente el reloj en el puño. Dejo correr las saladas perlas que pugnan por escapar todo el tiempo que les haga falta y, cuando terminan, ya me siento un poquito mejor. Sorbo por la nariz una última vez, me paso la palma de la otra mano por la cara para limpiarme los restos de las lágrimas y entonces, un poco más recompuesta y serena al fin, desvío la vista hacia los libros y cuadernos y cojo aire, dispuesta a sumergirme de lleno  en la investigación.

Notas de juego

Master, quería hacer dos cosas: la primera es esta, pasar un rato (lo largo que haga falta) con el reloj de mi madre que es mi recuerdo para usar la acción (catártica XD) de descansar para sanar mi condición mental, que creo recordar que se podía hacer así. ¿No? (Si no se puede, avísame, pero me vendría bien porque tengo intención de forzar la siguiente tirada si no saco suficientes éxitos y eso implica más condiciones XD, que me he picado con el diario ese XD). 

Por otro lado, me falta otro post con la parte de revisar el diario a fondo con ayuda de mis apuntes y mi colección de libros. Pero no tengo muy claro si hacerlo con una tirada de Aprendizaje o de Investigación, así que en cuanto me digas, me pongo a ello. ;)

Cargando editor
25/03/2021, 10:06
Storyteller

No era el mejor de los lugares. No era el mejor de los climas, pero sí era el momento adecuado. Castelferro comienza a canturrear sus salmos de santero, sus retahilas sin sentido para los no duchos en este extraño arte de contactar con el espíritu de alguien que acaba de partir hacia el más allá.Una especia de nube sesgada de aspecto amenazador comienza a formarse mientras Leopoldo sumerge sus manos en las entrañas de la joven. Aún están calientes en algunas partes. Desgarradas por completo en otras. El contacto directo con el interior del cuerpo suele servir de canalización a pesar de dejarlo todo tremendamente salpicado de sangre. Geri mira extrañado mientras sube su mirada y lanza un pequeño ladrido a su amo. Sabe que lo que está haciendo su otro amigo es extraño. Reidar solamente puede observar como su compañero de aventuras está sumido en un trance tan absoluto que apenas se da cuenta de que casi no toca el suelo. Se eleva de puntillas en una posición físicamente imposible. Ergonómicamente improbable.

—Ahhhh....Ahhhhhhh....Terrible dolor y sufrimiento. No hay nada. Nada. No exite nada después. Solamente un temible y absoluto vacío. ¿ Quien me invoca al mundo de los vivos? ¿ Quien me atrae a mi lugar de muerte? ¿ Habéis acabado con la bestia?—

La voz de una mujer, muy parecida a la de sanguina surge de la boca de Leopoldo. Su tono, carácter y léxico son exactos. Ha hecho contacto y ahora el medium espera.

Cargando editor
25/03/2021, 10:14
Storyteller

Una tenue luz ilumina el salón. Allí no hay nadie ahora mismo. Las sillas están recogidas y el mantel continúa puesto. En un armario puedes ver varias botellas de licor. Alguna muestra marcas caras y anejas. Licor de calidad. Otras marcas son más para pasar un trago o conversar vagamente con los amigos mientras haces sobremesa. Nada intenso. Un par de botellas llaman tu atención. Un buen coñac y un mejor Whiskey. Un cartel escrito a mano reza:
"Escoge tu veneno. Paga por él cuándo acabes. No rompas nada. Y si tienes que usar el retrete, hazlo dentro."

Tienes mucho que pensar. Mucho que discutir con el vaso y una hija rebelde que no deja de darte disgustos. Es hora de calamar tus ánimos con tu vieja amiga la botella.

Cargando editor
25/03/2021, 10:21
Storyteller

El libro que estudias tiene extractos de varias historias de mitología nórdica, mitología europea y arábica. Menciona algunas criaturas extrañas encontradas en la nueva tierra a la que llamaron América así como sus indígenas que creían en el sol y en la luna como los dioses verdaderos de este mundo.

1: Cuenta la leyenda que el rey sueco Gylfi le prometió a Gefión que le daría toda la tierra que fuera capaz de arar en una noche. Gefión, para poder arar el máximo posible de tierra, convirtió a sus cuatro hijos en bueyes. Todo el territorio arado fue arrojado al mar formándose la isla de Selandia.  así fue como Copenaghen fue formada.

2: En Islandia existe la Leyenda de los Yude Lads. Se trata de 13 troles enanos y feos, hijos de Leppalúði y Grýla, que viven en Dimmuborgir, muy cerca del lago Mývatn.  Según la leyenda, los Yude Lads hacen las mismas funciones que Santa Klauss en otros lugares, trayendo regalos a los niños por navidad.

Los Yude Lads empiezan a bajar de las montañas 13 días antes de la navidad uno a uno, dejando un regalo en los zapatos de los niños que se han portado bien y patatas podridas en los zapatos de los que se han portado mal. Después de la navidad se van uno a uno de forma que el último se va el 6 de enero. Hoy en día son personajes bondadosos, pero no siempre fue así, en el pasado eran seres sanguinarios que por las noches secuestraban niños para luego comérselos.

3: En Islandia se encuentra el lugar de descanso de las tres rocas que tanto identifican la imagen de Vík: las rocas Reynisdrangar:

Cuenta la leyenda que tres trolls habían salido de sus cuevas al anochecer y estuvieron arrastrando un barco hasta la orilla durante toda la noche. De repente sin ellos percatarse les sorprendió el sol y no tuvieron tiempo de esconderse en sus cuevas. Eran trolls de piedra, que se petrificaban con la luz del sol. Los primeros rayos del sol llegaron y convirtieron para siempre a cada uno de estos trolls en una piedra

4: Le tombeau du Géant es un perfecto y fastuoso meandro de 360º del rio Semois donde palpita una de las leyendas más interesantes de la región. Un montículo rocoso de unos 30 metros de altitud se eleva sobre  el río conformando una forma que recuerda la de una tumba, o más bien, ¿una pirámide?

Cuenta una antigua leyenda que en estos bosques vivía el gigante Treveri, el cual atrajo la mirada de las huestes de Julio César en su paso hacia la conquista de las Galias. Su gran corpulencia y fuerza fueron foco de atención de los romanos que querían aprovecharlo para el Coliseum. El general Labiero, que comandaba las tropas, emprendió un feroz ataque para arrestarlo vivo y llevarlo como gladiador a Roma.

Treveri se negó a ser capturado para tal fin, y en un acto heroico se lanzó desde lo alto de la Roca Gattes antes que entregarse a las tropas de Labiero.  Sus restos fueron enterrados en lo alto del meandro por sus vecinos y amigos. Desde entonces al lugar se le conoce como la tumba del gigante, y es un símbolo de la resistencia contra el invasor. Hay quien asegura que Ucimont y su tumba son un punto energético de Europa.

5:Como todas las culturas, la nórdica también tiene su versión del origen del mundo. La leyenda cuenta que, en el principio, había un reino de hielo llamado Niflheim, y uno de fuego llamado Muspelheim. Entre ambos existía un vacío en el que no había ni forma ni contenido, el cual se llamaba Ginnungagap. En Niflheim había un caldero que borboteaba y vaciaba su contenido en Ginnungagap; cada vez que este entraba en contacto con el abismal vacío se transformaba en hielo, el cual era tocado por las chispas de Muspelheim, lo que convirtió al vacío en un lugar muy agradable, tanto así que allí surgió vida en forma del gigante Ymir, padre de todos los gigantes.

Pero Ymir no fue el único. También de la unión de hielo y fuego nació una vaca gigante sin cuernos llamada Audhumla, de la cual Ymir bebía leche. El animal lamió el hielo y creó así al primer dios: Buri, el antepasado de todos los dioses.

Ymir se echó a dormir y de él surgieron más gigantes. Buri tomó como esposa a una gigante, con quien tuvo un hijo llamado Bor. Este se casó con otra hija de gigante llamada Bestla, con quien tuvo tres hijos: Odín, Vili Ve, los primeros aesir.

Sobre este cuento existen anotaciones sobre la posible existencia de la vaca Audhumla y posibles localizaciones de la misma. Todo ello conjeturas.

6: Sleipnir​ es un caballo gris de ocho patas que pertenece a Odín. Es el mejor de los animales, símbolo de los vientos, con runas grabadas en los dientes y el único capaz de llegar al reino de la muerte. Las circunstancias del nacimiento de Sleipnir son muy curiosas, pues es el hijo del dios Loki (cuando se transformó en yegua) y del caballo Svadilfari.

La leyenda cuenta que, cuando estaban construyendo la fortificación para los dioses, el Valhalla, un constructor se ofreció a hacerla a cambio de tener como esposa a la diosa Freyja, quien representaba al Sol y a la Luna. Los dioses aceptaron, pero pusieron varias restricciones: el constructor debía hacer su trabajo en un plazo de tres estaciones y sin ayuda de ningún otro hombre. El sujeto aceptó y solo pidió disponer de su caballo, Svadilfari.

Para sorpresa de los dioses, el caballo tenía una fuerza descomunal y era capaz de arrastrar las rocas mejor que dos hombres. Así que, tres días antes de que el verano acabara, el constructor ya estaba cerca de completar su trabajo.

Los dioses, escandalizados, se reunieron y llegaron a la conclusión de que había un posible sospechoso de tal artimaña: Loki, el dios del fraude. Así que lo declararon culpable y lo sentenciaron a muerte si no era capaz de resolver el problema y conseguir que el constructor no recibiera su pago.

Esa noche, el constructor, como siempre, llevó a Svadilfari a conseguir más piedras, cuando de pronto se apareció una yegua (el mismo Loki transformado) que rápidamente llamó la atención del caballo, quien salió frenético detrás de ella, perdiéndose con ella en el bosque.

El constructor se retrasó lo suficiente como para no acabar en el plazo establecido. Furioso se quitó el disfraz, revelando que, en realidad, no era un hombre, sino un gigante llamado Hrimthurs. Al darse cuenta de esto, los dioses rompieron el compromiso con él y llamaron a Thor para enfrentarlo. Poco tiempo después, Loki regresó con un potro gris de ocho patas, Sleipnir, el cual le ofreció a Odín como regalo.

 

De nuevo, más anotaciones que situan el posbile lugar de encuantro con Sleipnir​, que lo sitúan "literalmente" en un peñasco rocoso prácticamente imposible de llegar por pie, en la cima de una montaña creada a partir de un Fjiordo al norte de Noruega. Probablemente haya que llegar hasta allí vía trineos de perros, y muha protección contra el frío.

 

7: El ifrit o efrit es un ser de la mitología popular árabe. Generalmente se considera que es un tipo de genio dotado de gran poder y capaz de realizar tanto acciones benignas como malignas, con lo que presenta un carácter dual que no comparten los otros genios.

Llamados «la semilla de Iblís» en Las mil y una noches, estos monstruosos genios reciben este nombre (que significa literalmente, «poderosos») porque según la tradición árabe fueron los primeros en ser creados. Se consideran superiores a la raza humana porque, a diferencia del ser humano, creado de arcilla, ellos provenían «del mismísimo vaho de Dios». El más emblemático entre todos ellos es Eblís o Iblís, «El Mentiroso» (después conocido como Shaitan), quien se negó a postrarse frente a Adán cuando lo ordenó Alá, porque consideraba al hombre ulterior e inferior, por haber sido creado de la tierra:
Entonces, cuando el Creador lo creó y le dio forma, Él ordenó a los ángeles postrarse ante Adán; y se postraron, pero no Iblís. (Allah) Dijo : “¿Qué te retiene de postrarte cuando te lo ordeno?” Él contestó: “No es mejor que yo: Tú me creaste del fuego, y a él de la arcilla”.
Corán, 7:10-12

Existen anotaciones sobre testigos que aseguran haberse encontrado con criaturas de este índole en las tierras desiertas del sur.

 

Notas de juego

Tras varias páginas de morralla y de desvariaciones sin sentido sobre si existe el bien o el mal, o sobre cuál es el comportamiento pertinente y lógico de las gallinas descabezadas por los rituales chamánicos, lo más interesante que encuentras es todo eso. Puede que en un futuro os ayude a comprender nuevos y extraños seres.

 

Respecto a sanar tu condición, veo correcto que te recuperes de tu estado, dado que has pasado un rato tranquila con un objeto que para ti implica protección. Además de hacerlo en un lugar seguro. ( O almenos eso el lo que crees).

Para la investigación del diario te sugiero una tirada de aprendizaje.

Cargando editor
25/03/2021, 12:27
Alvar Egil Björklund

Alguien me dijo alguna vez que los mayores pecados se cometen a oscuras, y el bar restaurante, con su incitante media luz, parece estar diciéndome lo mismo. Ya es hora de irse a dormir, así que ahora mismo el lugar está desierto. No hay nadie que pueda ver mi vergüenza. Porque sí, siento vergüenza, y este es el último lugar en el que desearía estar. Pero sé que estaré aún peor, que no seré yo mismo, si me voy ahora. Antes de hacerlo.

No soy un borracho. Al menos, no creo serlo. No soy uno de esos que se pasan el día pegados a la botella, incapaces de hacer nada si están sobrios. Yo estoy sobrio la inmensa mayoría del tiempo. Soy funcional, un buen hombre. Un buen padre. Pero a veces… A veces necesito desahogarme. A veces necesito hacer que toda la presión se vaya, olvidarme. Supongo que todo el mundo tiene una manera para conseguirlo, y probablemente la mía no sea la más saludable.

Pero nadie es perfecto.

Un whisky doble.

Es demasiado fácil. Las palabras salen con demasiada naturalidad, y solo espero que mi ansiedad, mi desesperación, no se noten. El primer whisky pasa rápido; es como una especie de calentamiento, una prueba. Ese no cuenta. Pronto estoy con el segundo en la mano, sujeto al vaso sobre la mesa como si fuese lo único que me mantiene apuntalado a la realidad. Una realidad que, cuando haya dado los suficientes tragos, podría derrumbarse a mi alrededor y me daría igual. Es un pensamiento que da miedo, pero no impide que siga bajando, bajando por el túnel hacia mi propia disipación.

Cargando editor
25/03/2021, 13:49
Ebba Björklund

Me tumbo boca abajo sobre el edredón y abro mi cuaderno de anotaciones delante de mí. Tras extraer toda la información posible acerca de tantas leyendas cuyo conocimiento absorbe ávidamente mi mente, cojo una pluma (sí, tengo una estilográfica para cuando no puedo usar tinteros, pero siempre que puedo, prefiero mojar tinta), meto cuidadosamente la afilada punta en el botecito y escurro el sobrante en el mismo borde del bote, para después comenzar a escribir: 

«Anotaciones extraídas del diario del Jefe Niklas Jonsson»

Debajo escribo la fecha con números claros y concisos y resumo brevemente lo más importante de esa parte que padre y yo hemos leído. 

Acto seguido, abro el diario de Jonsson por la primera página y me lanzo de cabeza para sumergirme en sus páginas, sus palabras, sus letras... y comienzo a bucear. Poco a poco, a medida que voy leyendo con mi rápida velocidad habitual, tan acostumbrada estoy a ello, voy tomando notas detalladas en el cuaderno, tanto de todo aquello que me pueda dar alguna pista más sobre eso, que ahora tiene nombre, Glosson, como de cualquier otra cosa extraña o sobrenatural que me pueda ayudar en mi investigación general o en mi vida, ahora tan diferente, como alguien con la Visión. 

De vez en cuando me froto los ojos, que se me van resecando a medida que pasa el tiempo porque ni siquiera me acuerdo de parpadear muy a menudo, tan enfrascada estoy en el escrito y los libros. Mi rostro es ya un mejunje de manchas de tinta y piel tirante a causa de la sal de las lágrimas resecas, pero apenas me percato de ello, inmersa en el estudio. Cada vez que encuentro un concepto, una idea o un término que no acabo de comprender, que se menciona de pasada o del que no se dice demasiado en el diario del señor Jonsson, rebusco entre mis libros hasta dar con ello para poder tener perfectamente claro de qué está hablando y, si no encuentro más, lo dejo marcado en mi cuaderno con una gran interrogación. Ese cuaderno tiene demasiadas interrogaciones que debo ir resolviendo con el tiempo, pero de momento, mi colección de tomos es bastante útil para aclarar muchas de ellas. De ese modo, los libros acaban por volver a encontrarse desperdigados sobre el edredón, pero esta vez a mi alrededor, abiertos por diferentes secciones, marcados en distintas páginas con cintas de delgada tela, todos orientados hacia mí, para poder leerlos, y amontonados unos sobre otros para que quepan dentro del haz de luz de mi pequeña compañera luminaria. 

Y así pasan las horas, minuto a minuto, página tras página y vela tras vela consumida, que voy cambiando con regularidad cuando la anterior llega a su fin, sin casi ser consciente de que se van consumiendo, dejando atrás cera, tiempo y tinta. 

Tan enfrascada estoy en la lectura y el aprendizaje que extraigo de los propios libros, que no me percato siquiera de que padre vuelve a la habitación si es que lo ha hecho, a menos que me interpele directamente... o más bien se acerque a llamar mi atención*. Es posible que hayan pasado horas, pero para mí podrían haber pasado incluso días sin que lo supiera. Seguramente cuando termine y decida que ya es hora de descansar un rato —o mi mente caiga rendida, arrojando mis bucles carmesí directamente sobre el cuaderno, rendida la curiosidad ante el sueño, derrotado el tesón por el agotamiento—, padre ya habrá llegado hace rato y se habrá metido en la cama sin hacer ruido para no perturbar mi concentración. 

Y sin embargo, todos estos pensamientos, todas estas sensaciones, vagas nociones etéreas del paso del tiempo merced a la consunción de las velas que me acompañan, quedan relegadas a los más profundos recovecos de mi cerebro inconsciente, abandonados a toda suerte de circunvoluciones opacas y derrotadas por los trazos y las letras de ese diario que está absorbiendo por completo todas las funciones intelectuales y ejecutivas de mi mente consciente, más allá de los procesos biológicos automáticos como respirar. Todos esos pensamientos, todas esas sensaciones, han quedado atrás, cubiertos por una gruesa capa de aterciopelada curiosidad por el estudio que ahora me atañe, siendo culpable absoluta de esa abstracción mi mente investigadora y mi puro deseo de conocimiento, a estas alturas, el saber por el saber, devaluando por completo todo lo demás. 

Y es en ese extraño duermevela, en ese instante de un millar de horas, cuando mi mente realmente comienza a aprehender, a absorber, a rescatar todo aquello que soy capaz de atesorar, producto de mis reflexiones sobre las páginas del tan manoseado diario de Niklas Jonsson, en un frenético afán de búsqueda que me hipnotiza poco a poco hasta llevarme a ese delgado limbo que separa tan delicadamente la sensatez de ese escalofrío que recorre la espina dorsal, tan parecido a la locura. 

Y así pasan las horas, minuto a minuto, página tras página y vela tras vela consumida, dejando atrás cera, tiempo y tinta...

- Tiradas (1)

Notas de juego

Wow, gracias^^ ¡Cuánta info para la ávida mente de Ebba! :D

Terminando de escribir este post me he sentido completamente dentro de un libro de Lovecraft o una partida de La Llamada de Cthulhu jajajaja. 

Respecto a sanar tu condición, veo correcto que te recuperes de tu estado, dado que has pasado un rato tranquila con un objeto que para ti implica protección. Además de hacerlo en un lugar seguro.

Perfecto, ¡gracias! ;)

( O almenos eso el lo que crees).

Uuuuuhhh... yo ya no me fío de nada en esta partida XD. 

Para la investigación del diario te sugiero una tirada de aprendizaje.

¡Perfecto! ¡Hecho! ;) Dos éxitos. Ahora bien, si los consideras insuficientes como para extraer algo útil, estoy dispuesta a forzar la tirada. ¡Ya me dirás!^^

Cargando editor
25/03/2021, 15:54
Reidar Rotløs

Reidar observó todo el proceso con aprensión, no le gustaba aquel método para comunicarse con los que ya no estaban, le recordaba muchas cosas. Incluso si Castelferro lo estaba realizando por voluntad propia, la posibilidad de que el espíritu invocado tomara control de él por un tiempo indeterminado era aterradora. O que un vaesen aprovechara la oportunidad y tomara el lugar del otro en el momento que el joven abriera sus sentidos a lo sobrenatural. Pero tenía que confiar en que el muchacho sabía lo que estaba haciendo.

Le hizo una caricia en la cabeza a Geri para calmarlo, y mantuvo un ojo alrededor, pues si alguien llegaba a verlos podría traer muchos problemas. La voz de la mujer se hizo presente a través de Leopoldo, y el vagabundo se apresuró a realizar las preguntas, para intentar acabar con aquello lo más pronto posible. -Me llaman Sin Raíces. Procuraremos vengaros, y a vuestra amiga Olga también. Pero necesitamos saber de vuestros últimos momentos en vida. ¿Cómo era esta bestia? ¿De dónde provino y qué camino tomó después? ¿Estaba sola, o había algo, alguien más aquí en el momento de vuestra muerte?-

Cargando editor
25/03/2021, 16:47
Storyteller

La presencia espectral os mira de forma extraña. Incrédula. —Nadie pudo hacer nada por mi en vida. Ahora alguien intenta hacer algo por mi en muerte. Que ironía!!!! AAahhhhhhhhhh----Ahhhhhhh el dolor y el sufrimiento. Dime sin raíces, ¿tu también necesitas hurgar en mis entrañas? Estoy segura de que es algo que te gustaría hacer. Adelante. Al igual que la bestia devoró mi carne, tu tendrás que probar mi sangre si quieres respuestas. Es un trato Es ley, algo por algo. Tu quieres información y yo la prueba de que estás dispuesto a recibir la verdad!!—

Cargando editor
26/03/2021, 19:23
Storyteller

Lo siguiente son extractos de un libro extraño. Una especie de compendio de recopliaciones de los libros más iportates que alguien, o las hijas de satán se han molestado en buscar. Si todo lo que se recopila aqui es cierto, realmente hay gente que ha estudiado de cerca un poder inimaginable. Pero queda en tu capacidad lectora el escrutinio último y discernir cuál es la verdad y cuál de todas las siguientes analogías, recetas y señas pueden ser ficción, fantasía o hechos cambiados para que al gente no tema todo lo que le rodea.

Título: Brujas, magia y lo antinatural.

Autor: Edward Steffen.

Fecha de publicación: 1762.

Lugar de publicación: Desconocido.

Editorial: Desconocida.

Idioma: Inglés.

Número de páginas: Desconocido.

Formato: Desconocido.

Descripción: Describe varias sectas de brujería europeas y americanas, además de dar detalles sobre sus orígenes y prácticas. Identifica a la Media luna como americana, y describe a sus miembros, acólitos de las artes oscuras cuyo emblema es una media luna. Dice que la noche del primer cuarto (la media luna) es la que eligen para reunirse.

 

Título: Sobre las viejas leyendas.

Autor/es: Desconocido.

Fecha de finalización: Desconocida.

Lugar de finalización: Desconocido.

Editorial: Ninguna.

Idioma: Lengua europea de origen eslavo.

Número de páginas: Desconocido.

Formato: Bastante grande, en tapa dura y rodeado de cuero marrón. Por fuera tiene varias manchas de sangre dispuestas al azar y con el título grabado en el cuero.

Contenido: Trata de diversos temas, entre ellos el vampirismo y la licantropía. Las partes traducibles hablan de la existencia de unos seres de origen europeo que están extendidos por todo el mundo. Los Banshee son seres que poseen varios poderes, entre los cuales cabe destacar su capacidad para emitir gritos capaces de destrozar cuerpos.

 

Título: Cabalística desvelada.

Autor: Christian Knorr von Rosenroth.

Fecha de publicación: Alrededor de 1860.

Lugar de publicación: Desconocido.

Editorial: Desconocida.

Idioma: Latín.

Número de páginas: Desconocido.

Formato: Desconocido.

Descripción: Desconocida.

Grupos sectarios:

Guardianes de la vida:

Jugar con lo desconocido siempre es arriesgado. Una orden hermética, conocida como la Semilla dorada, invocó fuerzas que no podía controlar y pagó por ello. Los pocos supervivientes tuvieron visiones confusas acerca del Broche del signo amarillo, los descendientes de Aldones, Carcosa y Hastur.

Estos supervivientes formaron un grupo de investigadores denominado los Guardianes de la vida, deduciendo que ellos deberían de obtener la joya maldita y destruirla para evitar que las fuerzas del mal la utilicen para liberar a Hastur y traerlo a la Tierra de nuevo.

Sus motivaciones son loables y sus intenciones buenas, pero manejan información incorrecta o, al menos, parcial, y desconfían de todo el mundo. En su paranoia pensarán que los investigadores forman parte de las fuerzas maléficas y harán todo lo posible por impedir que obtengan el mencionado broche.

Los vigilantes:

Los miembros de esta secta se dedican a evitar que las insensatas gentes de la superficie traten con fuerzas cósmicas y convoquen a aquéllos que deberían permanecer más allá.

Secta de las tinieblas:

Seres materialistas, malvados, enemigos del Espíritu santo. Son espíritus que desean la forma humana; su objetivo consiste en invocar demonios del más allá para que les ayuden a conquistar el mundo natural, el mundo en que vivimos, y unir los lazos que los separan del plano etéreo. Si eso llegara a ocurrir, seres demoníacos de mil formas y aspectos se apoderaría de la Tierra.

Bestiario:

Bestias Nube:

Parecen nubes animadas, que pueden formar a voluntad ojos bulbosos, bocas retorcidas y largos miembros nervudos a partir de su masa, así como retraerlos y absorberlos cuando lo deseen. En todo momento mantienen un absoluto silencio.

                Las Bestias nube flotan libremente sobre la tierra y el mar, en busca de alimento, y cuando ven una presa propicia se dejan caer lentamente sobre ella.

 

Bestia Lunar:

Enormes y resbaladizos seres de color gris blanquecino que podían expandirse y contraerse a voluntad, cuya forma principal (aunque cambiase a menudo) era la de una especie de sapo sin ojos, pero con una curiosa masa de tentaculillos rosados en el extremo de sus morros, chatos y poco definidos.

Caballo de lo invisible:

Los Caballos de lo invisible son una raza de criaturas parcialmente materiales provenientes de otro plano de existencia. Estos caballos son generalmente invisibles. Cuando se manifiestan, aparecen las patas delanteras, los cascos y la cabeza de un gigantesco, pálido y fantasmagórico caballo, con sus cuartos traseros oscurecidos por una espesa y misteriosa neblina. Su sobrecogedor relincho y el ruido de sus cascos son el único indicio de un Caballo de lo invisible.

Groth Golka:

Una cosa monstruosa semejante a un horripilante pájaro de ojos saltones y un pico enorme lleno de colmillos.

Groth-Golka mora bajo una montaña en la Antártida llamada “el cono negro de Antarktos.”Se parece a un pájaro enorme de ojos llameantes y un pico feroz con colmillos afilados como cuchillas. Sus alas y su cuerpo están cubiertos por unas negras y finas alas escamadas, y tiene una horrible cola peluda de dragón.

Además hay un pequeño estudio, escrito a mano sobre los rituales mayas con algunos apuntes subrayados:

El ámbito religioso tuvo su manifestación externa en un complicado ritual. El encargado de transmitirlo e interpretarlo fue un grupo de élite sacerdotal afincado en los grandes asentamientos. Elaboraron un ceremonial muy complejo para que las divinidades transmitieran sus intenciones al resto de la sociedad. Para ello había que guardar normas muy rígidas para la pureza espiritual. Dependiendo de la importancia del rito tenían, previamente, que realizar determinados ayunos, rechazar el contacto sexual y recibir baños purificadores en el temazcal o baño de vapor. Así mismo, tenían que quemar copal para purificar el ambiente, ingerir drogas y aislarse.

La práctica ceremonial tenía suculme en los ritos de sangre y de auto sacrificio de los miembros más notorios. La sangre era la vida y el maíz y el agua, en la concepción ideológica maya, era lo único que generaba vida, por lo tanto, eran la mejor ofrenda que se podía hacer a los dioses. Cuchillos de obsidiana, navajas de pedernal, dientes de tiburón, espinas de maguey y aguijones de manta raya sirvieron para horadar la lengua, los lóbulos de las orejas y diversas zonas de los brazos y piernas y nariz.

La culminación era el sacrificio humano mediante la extracción del corazón por parte del sacerdote. Había mucha solemnidad: procesiones, música, danza y cánticos. Otro rito, también definido de toda sociedad, es el del matrimonio. Éste se hacía en presencia de un sacerdote, quien quemaba hierbas aromáticas en la futura casa del matrimonio. El pueblo llano era monógamo mientras que los gobernantes podían contraer matrimonio varias veces.

No todo ritual fue cruento: incensarios para quemar copal, caucho o chicle, comida y bebida, uso de enemas e ingestión de sustancias alucinógenas de cacao o de tabaco eran prácticas habituales. Siempre con respeto y relación a la Pacha mama. 

La muerte fue un acontecimiento muy ritualizado en la sociedad maya. Las ofrendas ricas y semillas encontradas en los enterramientos sugieren la existencia de un esperanza de vida en el mas allá del individuo maya. Además había multitud de ceremonias dedicadas a celebrar el paso del calendario, ritos del paso correspondiente al ciclo vital de cada individuo, ceremonias de adivinación y profecías. El universo maya tan variado y complejo, necesitó, pues, de un ritual muy diversificado y especializado para una gama de necesidades requeridas por las divinidades.

 

 

 

Cargando editor
28/03/2021, 15:51
Ebba Björklund

Notas de juego

Leído master ^^

Muchas gracias^^ 

Ahora ya, supongo que me tiraría como mínimo un par de horas con esto, si no más, así que aquí me encontrará padre cuando vuelva, absorta en los libros. Me quedo a la espera de lo que me digas ;)

 

Dado que considero que me puedo pasar con ello varias horas, si acabo de leer y no ha vuelto, me empezaré a mosquear... ^^"