Partida Rol por web

Vaesen: A wicked Secret and Other Mysteries

Mölle

Cargando editor
29/03/2021, 12:54
Storyteller

La noche va pasando lentamente. Te sumes absolutamente en tus pensamientos eclipsados por la situación con Ebba. Antes o después lo vais a resolver. Siempre ha sido así y ella tendrá que aprender. Sigues divagando y profundizando en la botella. Pensamientos fugaces sobre el monstruo te asolan de vez en cuándo, pero los bloqueas fuertemente. No es el momento.
Una vez has dado buena cuenta de la botella y pagado por ella, subes a tu habitación. Reidar y Castelferro aún no han dado señales de vida. Solamente puedes esperar que se encuentren bien. Al llegar, Ebba, está en el escritorio, sumida en sus pensamientos al igual que ace un rato lo estaba su padre, pero ella, inmersa en un libro.

Notas de juego

Podeis volver a postear juntos

Cargando editor
29/03/2021, 12:58
Storyteller

A la espera del mensaje de Alvar.

Notas de juego

En principio hará acto de presencia en la habitación y podreis volver a postear juntos.

Cargando editor
29/03/2021, 14:25
Ebba Björklund

Notas de juego

Perfecto, dire^^ a la espera me quedo. :)

Y lo dicho, si crees que me pilla a medias, le puedes poner mi último post citado, para que lo lea y actúe en consecuencia, porque Ebba no se dará cuenta de que llega, si la pilla enfrascada en ello. ;)

Cargando editor
29/03/2021, 16:50
Director

Notas de juego

Edito, Alvar va a hacer algo más. Pero no va a llegar a la habitación en toda la noche. En cuanto me postee te pongo al día.

Cargando editor
29/03/2021, 18:08
Ebba Björklund

Notas de juego

O.O!

Pues me temo que no voy a dormir... como ya te dije, si cuando acabe de hacer todo esto (que considero que habrá pasado el tiempo suficiente), no está aquí, Ebba se va a empezar a poner nerviosa... Luego te posteo, ya veremos si decide salir o no, depende de cómo me dé... XD Pero lo que está claro es que me pasan las horas y no llega, ¿verdad?

Cargando editor
29/03/2021, 21:29
Ebba Björklund

Casi un bote de tinta completo, cientos de minutos, varias horas y miles de páginas después, tras la consunción de la última vela de la habitación dejándome completamente a oscuras después de la cera, el tiempo y la tinta transcurridos, finalmente levanto la cabeza. Me masajeo el cuello, entumecido, flexiono y extiendo las articulaciones varias veces y me estiro hacia arriba, como si las puntas de mis dedos quisieran alcanzar el techo de la estancia. 

Entonces miro el reloj de madre, ¿cuántas horas reales habrán pasado? ¡Madre mía, ya es de madrugada! ¿Dónde se habrá metido padre? ¿Por qué tarda tanto en volver, en calmarse? No puede ser que... no puede ser... ¿verdad? ¿¡No se habrá marchado a escondidas!?

Sin pensarlo, corro hacia la puerta y mi mano agarra el picaporte pero, en el último segundo, mi cabeza piensa por una vez antes de actuar y trato de obedecer al coronel, por mucho que me cueste. Si salgo y está por ahí, lo decepcionaré... otra vez. 

Así que me doy la vuelta y me acerco rápidamente a la ventana de la habitación, tratando de distinguir (y deseando que no sea así) gruesas pisadas recientes en la espesa capa de nieve del suelo, a la luz de las farolas de entrada del hotel... por favor, que no se haya marchado... que no se haya marchado... o no me hago responsable de mis actos. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Pues eso, ya estoy nerviosa como Ebba... ¿veo algo útil en la nieve (o en el bosque)? Te dejo una tirada de vigilancia por si la necesitas, en oculto para no saber yo. ;)

Cargando editor
29/03/2021, 22:07
Director

Notas de juego

En la nieve no ves nada. No hay pisadas, no hay rastros. ¿Qué habrá sido de Reidar y de Castelferro? te preguntas. Quizás vaya siendo hora de consultar a tu espiritu escritor, o quizás, simplemente sea cosa de trabajar la paciencia. Sea como sea, tu padre no ha vuelto.

Cargando editor
29/03/2021, 22:42
Ebba Björklund

Nada... nada de nada. Absolutamente nada.

Y la verdad es que no consigo decidir si eso es mejor o peor. Ahora ya no solo estoy preocupada por Sin Raíces y también por Leo, sino también por padre. Al final, me han dejado sola encerrada en una habitación y no sé dónde está ninguno de los tres... y todo porque ninguno quiere ponerme en peligro. ¿En serio? ¿Tan niña les parezco aún?

En este momento la sangre comienza a hervirme dentro del cuerpo y me empieza a palpitar la cabeza. La voz de Lovisa no deja de resonar en mi mente diciéndome que ya soy una mujer, que abra las alas, que no debo depender de nadie... y, por otro lado, la voz de padre diciéndome que confía en mí pugna por vencer en esa denodada confrontación. Como ángel y demonio en mis hombros, hablando en mis oídos.

Cojo aire lentamente, lo retengo unos segundos y lo suelto despacio, tratando de serenarme. De pronto, como si fuera inspiración Aesir, me viene a la cabeza mi escritura automática, convocar a los espíritus de este lugar para ver qué pueden contarme, pero al mismo tiempo eso me fascina y me asusta. Pienso en la cantidad de cosas que me pueden decir y en lo aterrador que puede ser lo que sea que deambula por los terrenos de ese hotel... ¿Estará ella? ¿Sanguina? ¿O acaso Olga? ¿O incluso la mujer del hotel de la que habla el diario? ¿O... eso? La curiosidad es demasiado grande. 

Finalmente, la curiosidad es demasiado grande. Me siento de nuevo en el edredón, con la sola compañía de la escasa luz de las estrellas que entra por la ventana en esa opaca noche plomiza. No importa, no necesito luz para lo que voy a hacer. Abro el cuaderno, cojo la estilográfica y...

...y entonces la mirada de padre aparece en mi mente, nítida, brillante, turquesa... decepcionada. 

Decepcionada una vez más. 

No. Cierro el cuaderno y vuelvo a tapar la pluma... No sin él. Claro que lo haré. Claro que averiguaré lo que los espíritus nos tengan que contar... pero delante de él. Le demostraré que soy responsable. Conseguiré convencerlo de que lo presencie conmigo. 

Así que me levanto y, de nuevo comienzo a caminar de un lado al otro de la habitación, cual león enjaulado, venciendo al sueño como un niño pequeño en la víspera de Navidad... o un universitario antes de un importante examen. 

Cuando los nervios vuelven a corroerme de nuevo me acerco otra vez a la puerta, por enésima vez... voy a hacer algo útil mientras espero: voy a hacer acopio de nueces y manzanas... pero ¿y si está en el hotel? Creo que lo está, así que... mejor que no me vea salir de la habitación. Demuéstrale que eres responsable, Ebba, demuéstrale que puede confiar en ti. 

Vuelvo a suspirar muy profundamente y, con las manos temblorosas por culpa de la preocupación, me siento en el suelo, sobre el ya arrugado y manoseado edredón, y saco la extraña piedra del guerrero espectral, dispuesta a examinarla a conciencia, a probar todo lo que se me ocurra con ella. La huelo, la observo detenidamente, de cerca, de lejos, la pongo a contraluz, la intento rascar o frotar, la enfrío, la caliento, la mojo, soplo, incluso me la pongo junto al oído y la escucho. Me acerco a ella hasta que mis labios la rozan y vocalizo "muéstrate", en idioma antiguo, casi como si esperase que aquello la activara de alguna manera... y después sigo haciendo con ella mil y una pruebas. Estoy convencida de que tiene algo importante, mágico. Y quiero averiguarlo. 

Estoy dispuesta a hacer todo lo útil que se me ocurra y que me sea posible hacer aquí, dentro de mi celda de una sola noche. 

- Tiradas (2)

Notas de juego

consultar a tu espiritu escritor, 

No me tienteeees, no me tientes, dire... XD Que ya has visto lo que pasó la última vez que me tentaste. Y la anterior. Y la anterior... XDDDD

Te tiro investigación y aprendizaje para intentar examinar la piedra, porque no sé cuál de las dos preferirás, pero para el resultado, lo mismo me da XD. Había tirado en abierto porque si no la sacaba, tenía intención de forzar. XD Voy a demostrarle a padre que soy responsable y que soy capaz de hacer mil cosas útiles mientras no está XD.

Cargando editor
31/03/2021, 20:55
Storyteller

El sol comienza a salir en un magnífico amanecer que se puede contemplar desde la ventana. Ebba, aguarda pacientemente. Aún no ha dormido y sus ojos cansados en parte por el viaje, en parte por el ajetreo nocturno, y en parte por la preocupación que tiene al no ver que su padre vuelva, hacen que la joven hermosa y radiante habitualmente, parezca un mero despojo que de que suele ser.
Solamente cuándo ya es de día, y cuándo los sonidos de la gente que sí ha dormido en sus camas comienzan a emitir movimiento, Ebba se permite el lujo de salir de la habitación de Alvar. Está segura de que no hay posibilidad de que su padre haya ido a su habitación pero prefiere no dejar cabos sueltos.
Al abrir un fuerte olor llega ala nariz de Ebba. El ambiente está mucho más cebado de lo normal, y su padre, duerme a pierna suelta aún con la camisa semiabrochada encima de la cama, sin tocar las sábanas. Tiene una bota puesta y la otra queda debajo de la cama junto a una botella vacía. El pantalón apenas está bajado y Alvar parece no ser consciente de nada.
Ebba permanece en silencio, mirando e intentando comprender qué ha levado a su padre a acabar en tal estado.

Notas de juego

Vamos a darle a Auri un poco de rol que tiene mono jaja

Cargando editor
31/03/2021, 21:05
Ebba Björklund

Manoseando la piedra verdosa, las primeras pléyades me pillan desprevenida, colándose por la ventana aún abierta cual viles cotillas indiscretas. No me percato de ello hasta que uno de los fugaces rayos me da de lleno en los ojos y me ciega por un instante. Parpadeando repetidamente, miro hacia afuera, saliendo de ese concentrado duermevela del que, esta vez, parezco no haber sacado nada en claro. Tampoco me molesta. A estas alturas y después de las horas y horas revisando de arriba a abajo el diario del Jefe Jonsson y absorbiendo todos sus conocimientos, es normal que mi cabeza no dé para mucho más... más aún cuando no he dormido nada en toda la noche. 

Y eso sí me preocupa. No el hecho de no haberme siquiera acostado, sino la idea de que no lo he hecho porque padre no ha aparecido todavía... Con un suspiro, meto la piedra del guerrero espectral de nuevo en mi bolsa y dejo todas mis cosas ordenadas junto al edredón y la almohada. Entonces me levanto, con un hormigueo recorriéndome la nuca. Le prometí que no saldría de la habitación... pero él me dijo que no tardaría en volver y ya es de día. Estoy bastante segura de que no ha salido a la calle, no lo haría sin avisarme, no después de ayer... pero... entonces, ¿dónde está?

Armándome de esa paciencia que he cultivado a lo largo de una sola noche (y que, para mí, ha supuesto todo un logro), me visto con una muda de pantalón, camisa y chaqueta que Lady Lovisa, al parecer, metió en mi equipaje sin que yo lo supiera (con una nota en la que pone "te hará falta", en estos momentos absolutamente acertada) y salgo al pasillo, cerrando la puerta de la habitación del Coronel. 

En realidad no tengo ni la más remota idea de dónde buscarlo, pero voy a mirar en primer lugar en mi habitación. Aunque no se me ocurre qué lo puede haber llevado ahí, todo es posible a estas alturas, así que...

No puedo evitar arrugar la nariz y fruncir el ceño al abrir la puerta de mi cuarto. «¡Por Urd! ¿Qué demonios...?». Me quedo congelada en el umbral durante unos breves instantes, mientras mi cerebro trata de procesar la, a priori, incomprensible escena que varios de mis sentidos están captando. Soy joven, pero ni de lejos tan inocente como todos mis acompañantes parecen creer. ¿Qué diablos? Además, soy escritora. Así que por mi cabeza comienza a transitar un innumerable sinfín de hipótesis y teorías, algunas probablemente más acertadas que otras. 

Los segundos pasan, mientras mi mente debate consigo misma qué hacer ante tal situación. Lo primero que se me ocurre hacer es abrir las ventanas de par en par para que le entre el frío, las contraventanas para que la luz del sol le dé de lleno, echarle un cubo de agua fría por la cabeza, o algo por el estilo... Pero no, eso sería la reacción de un niño pequeño. O de una caprichosa consentida. Así que no, no voy a hacer algo así.

Por otro lado, tengo ganas de despertarlo, que me vea ahí, delante de él, tal y como está ahora mismo, y de echarle una bronca mayúscula por haberme tenido tan preocupada toda la noche, más aún después de la regañina y la conversación de la tarde anterior. Pero no, eso sería rebajarse a un nivel por encima del cual también me considero en estos momentos. Además, ya sentirá suficiente vergüenza cuando se percate de lo ocurrido y tenga que volver a mirarme a los ojos. Porque sabrá que lo he visto. Luego no es necesario que le eche más bronca que la que probablemente se va a echar él...

Y, aunque no comparto su reacción, en el fondo (muy en el fondo), entiendo... que la noche anterior lo sobrepasó por completo, como un pelotón de soldados montados en caballos de guerra que arrollan y pisotean a un pobre campesino cruzado en su camino sin querer...

Así que, haciendo acopio de todo el autocontrol y la serenidad que me es posible, procurando moverme despacio y tratando de no hacer el más mínimo ruido, me acerco a la cómoda, saco una manta de lana de esas que siempre hay en los armarios de las posadas y los hoteles y lo tapo con suavidad. No me atrevo a quitarle la otra bota o a moverlo, por miedo a despertarlo, pero tampoco puedo irme sin coger un paño limpio, humedecerlo en la pila de agua y, tras calentarlo entre mis manos para no despertarlo con el frío, pasárselo con mucho cuidado por la frente y el rostro, limpiándolo. Después abro un resquicio la ventana, no lo suficiente como para que le entre frío, sino lo mínimo para que la habitación vaya ventilándose poco a poco, cojo la botella vacía de debajo de la cama y me marcho por donde he venido, cerrando muy despacio, con sumo cuidado. 

Notas de juego

Wiiiii, drojaaaaaaaa...

Jajajajajajaja

¡¡Gracias, dire!! :D

Te juro que hacía años (literalmente, años) que no tenía tanto mono de una partida por web.

Me voy a abstener de hacer comentarios respecto a Alvar... porque ahora mismo serían todo insultos XDDDDDD.

Cargando editor
31/03/2021, 21:44
Ebba Björklund

Tiro la botella en la basura de la habitación de Alvar y entonces me dirijo hacia el comedor. Tengo intención de desayunar bien, ya que la tarde anterior tampoco cené demasiado y no he dormido nada, al menos, que el desayuno llene todos esos huecos de confortabilidad que necesito hoy. 

Sin embargo, antes de desayunar, hago acopio de una buena cantidad de manzanas y nueces*. Ahora mismo, tener la bolsa a rebosar de ellas es lo único que me hace sentirme ligeramente más segura en medio de todo esto. 

No puedo evitar que mi mente divague y acabo pensando en Sin Raíces y Leo... ¿estarán bien? Espero que sí. Confío en que el joven Castelferro haya sido capaz de encontrar a mis dos mejores amigos y que los tres estén guarecidos en algún sitio. Ahora mismo, solo puedo esperar. Y dado que he cultivado la paciencia de una manera increíblemente certera durante toda la noche, inspiro hondo y espero. 

Cuando termino de desayunar, preparo una bandeja con un poco de café bien cargado, solo, pero con bastante azúcar, y un par de piezas de fruta, a ser posible, cítricas. Creo que padre lo va a necesitar como agua de mayo, así que lo coloco todo en una pequeña bandejita que pido a la encargada y le pido permiso para subírmela. 

Notas de juego

*master, esto es importante. Si no las encuentro, las pido, pero quiero manzanas y nueces. Todas las que me puedan dar. Pago lo que haga falta, pero las cojo hasta dejar al hotel sin existencias, va en serio. XD

Y ya me dirás si me puedo subir esa bandejita ;)

Cargando editor
01/04/2021, 01:06
Alvar Egil Björklund

Algo se mueve a mi alrededor, envolviéndome y cubriéndome con calidez, y abro los ojos lentamente, sin saber si estoy despertando ahora o si ya estaba despierto desde hace rato. Soy incapaz de recordar cuándo me quedé dormido. Es aquel momento extraño en que la mente todavía no termina de avivarse, en que todo es gris, blando, borroso. No hay recuerdos, no hay preocupaciones. Todavía no. El día acaba de empezar. Aún no pasa nada, no siento nada. Estoy en paz.

Siento un dolor palpitante y sordo en el pómulo. Estoy tumbado en alguna superficie blanda, pero tengo la cara apretada contra algo duro. Tengo el brazo doblado en un ángulo incómodo, y mi mano está atrapada debajo de mi cuerpo. Tiro para liberarla, arañándome con algún material áspero y rugoso. El inesperado dolor me hace inhalar bruscamente. Es entonces cuando se me llenan las fosas nasales de un olor dulzón y empalagoso. El olor proviene de mí mismo. En otros momentos el aroma me habría despertado el apetito, pero ahora me hace sentirme sucio y miserable. Se me revuelve el estómago, y antes de que pueda hacer nada por evitarlo, noto cómo algo empuja desde mis entrañas para salir sin pedir permiso, quemándome el esófago. A duras penas consigo reprimir la arcada, logrando por poco evitar el vómito.

Trato de levantar la cabeza cuando me doy cuenta de que estoy tumbado de cualquier manera en una cama que no reconozco, con la cara apoyada en el marco de madera del colchón. La habitación está en penumbra, y no sabría decir si está amaneciendo o atardeciendo. Me sobreviene un estremecimiento, ¿cuánto tiempo llevo aquí tirado?, e instintivamente me abrazo a sí mismo. Una de mis botas cuelga incómodamente de mi pierna; la levanto y la agito para desprenderme de ella. El esfuerzo hace que vuelvan las náuseas, y entonces empieza. Un martillo comienza a golpear rítmicamente mis sienes, al tiempo que una fuerte opresión detrás de los ojos me hace desear enterrar la cabeza en la almohada y no volver a sacarla. Protestando, me paso el dorso de la mano por la cara, en un gesto apenas consciente para limpiarme la boca y la barba. Al hacerlo, veo que tengo los nudillos amoratados y abiertos, con restos de sangre seca entre los dedos. Frunzo el ceño, sin entender. Durante unos segundos estoy ahí inmóvil, tumbado incómodamente en la cama, mirando mi mano como un estúpido mientras me pregunto cómo podría habérmela herido así. ¿Me habré peleado?

Y, de pronto, todos los recuerdos llegan sin ser invitados, alcanzándome como un rayo. Mi hija. Discutí con mi hija. No fue una discusión como tantas otras, por cualquier cosa. Estuve a punto de perderla, y durante un momento, me odié. Durante un momento absurdo y demencial, me pareció que yo era el motivo de todos sus errores, que yo sería el único culpable de cualquier cosa que le ocurriera. Las palabras que le dije, la bilis de mi voz, solo eran un reflejo de la impotencia que sentía, de lo incapaz que me creía de hacer nada bueno por ella, de ser nada bueno para ella. Y ahora… Ahora me siento enfermo. Indeseable, minúsculo, despreciable. Deseo que el mundo se me trague y no deje nada.

Pesadamente, me incorporo, sentándome en la cama mientras intento ignorar las punzadas de dolor en mi cabeza. Tratando de vencer las náuseas, enfoco la vista. Y entonces la veo.

Ebba.

De espaldas a mí, a la altura de la puerta, a punto de salir de la habitación a hurtadillas, sin duda avergonzada por tener que ver a su padre inconsciente después de haberse emborrachado como un vulgar maleante.

Ebba…

Mi voz sale casi sin que me dé cuenta, y por un momento tengo ganas de golpearme a mí mismo. Estoy convencido de que este es un momento que ella desea evitar tanto como yo. Pero, ¿a quién voy a engañar? Llevo mucho tiempo haciéndolo. En algún momento iba a descubrirlo. No sé qué hacer, no sé qué decir, y siento el fuego de la vergüenza arder en mi cara. Pero, por algún motivo, necesito retenerla. Necesito que se quede.

Ebba… —Trago ruidosamente—. Por favor, no te vayas…

Por favor, no dejes que lo que estás viendo rompa en mil pedazos lo que creías que yo era.

Cargando editor
01/04/2021, 11:37
Ebba Björklund

Tras hacer acopio de todas las manzanas y nueces que he podido conseguir, a buen recaudo ya en esa bolsa de la que nunca me separo, subo con la bandeja que me han prestado hacia las habitaciones, deseando no cruzarme con nadie por el camino. Solo quiero llegar a la mía y dejarle el desayuno a padre. Al final he decidido prescindir del café porque, aunque sé que nada le va a despejar mejor, creo que puede sentarle como un tiro en el estómago, si ha hecho lo que estoy segura de que ha hecho. Así que, en su lugar, he pedido permiso para hurgar entre las hierbas de la cocina y le he preparado una infusión con algunas cosas que he encontrado que sé que funcionan: boldo, ajedrea, cúrcuma, menta, albahaca y un poco de raíz de jengibre que he logrado rescatar del fondo de una cesta de especias. Y se lo va a tomar, me da igual cómo se ponga. Eso sí, las piezas de fruta también están en la bandeja, un par de naranjas por si necesita despejarse y un par de plátanos, creo que la glucosa también le vendrá bien. Además, así aprenderá a comer (y beber) más sano, que ya tiene una edad en la que, por mucho que no lo quiera reconocer, no está para estos trotes.

Abro la puerta de mi habitación haciendo equilibrio con la bandeja en una mano y vuelvo a entrar a hurtadillas. Se ha movido, pero sigue en la cama, así que la dejo con todo el cuidado del que soy capaz sobre una mesilla y me dispongo a salir de nuevo por la puerta. Pero entonces oigo mi nombre... algo se me rompe por dentro al escucharlo con su voz, una voz que reconocería en cualquier parte, pero que ahora mismo está rasgada y rota, afónica, probablemente porque tiene la garganta completamente seca. 

Me pide que no me vaya. Por un momento dudo, me duele demasiado verlo así... sin embargo, sé que me necesita, ahora más que nunca. Así que, haciendo gala de la maravillosa serenidad que me ha otorgado esa fiel compañera en que se ha convertido la noche anterior, compongo una expresión tranquila y me vuelvo a girar. Apenas lo veo, así que me acerco a la ventana y, esta vez sí, la abro de par en par, postigos incluidos, dejando entrar la luz del sol a raudales y el aire fresco. Inspiro hondo y vuelvo hacia la parte delantera de la habitación.

Entonces me fijo en su mano. Le ha estado dando golpes a algo. No tengo dudas de ello... Frunzo los labios levemente, tratando de contener mis gestos y la expresión de mi rostro para no transmitirle mi preocupación, ahora no. Levanto un dedo, como cada vez que le pido que espere, y salgo de la estancia, volviendo al cabo de unos segundos con la palangana de agua de su propio cuarto, mucho más limpia que la del mío, y un par de paños blancos bien doblados. No obstante, antes de hacer nada, los dejo en la mesa camilla que completa el mobiliario de mi habitación y me acerco a padre, sentándome en la cama, a su lado.

Lo miro fijamente. 

Pocos minutos antes, cuando lo he visto por primera vez, pensaba que lo miraría con desaprobación, que no necesitaría enfadarme con él porque él podría ver la decepción en mi rostro, la sorpresa, la recriminación por hacer esto después de la pelea de la noche anterior... pero ahora, al verlo así, tan frágil, tan vulnerable... simplemente no soy capaz. La serenidad de la noche me ayuda a recoger ese reproche y convertirlo en fuerza y calma. Y cuando nuestras miradas aguamarina se cruzan, mis ojos solo le ofrecen compasión, comprensión y esa fortaleza que yo ya he conseguido y que sé que hoy tanto necesita él. 

Sin decir nada, lo acerco a mí con firmeza, pero con suavidad, y apoyo su rostro en mi hombro, abrazándolo y acariciando su cabeza con una mano, con ternura, casi con el gesto de una madre. Cierro los ojos y me concentro en mi respiración, tratando de que mi corazón (que seguro que él está escuchando en esa posición) lata lo más lento posible, tranquilo, calmado. Sin pensar en nada más, dejando la mente en blanco, me relajo y pongo todo mi empeño en transmitirle esa necesaria paz.

No sé cuánto tiempo pasa. Segundos, minutos... podrían haber sido incluso horas. Me da igual. Lo único que quiero es que se tranquilice y se percate de que no pasa nada. De que todo está bien. Y entonces, cuando finalmente alza el rostro y hace ademán de hablar, vuelvo a levantar el dedo para hacerle callar, no se lo permito. Sin dejar de sujetarlo contra mí con el brazo derecho, ni de acariciar la parte superior de su cabeza con esa misma mano, extraigo de mi bolsa mi cuaderno y una estilográfica con la izquierda. No es el momento de hacer gestos, son burdos y demasiado bastos para lo que le quiero decir. 

Destapo la pluma con el anular y el meñique de la misma mano que la sujeta con el gesto de quien lo ha hecho cientos, si no miles de veces, y comienzo a escribir. 

«Me has tenido preocupada toda la noche. Me he pasado las horas pidiendo a los dioses que estuvieras bien. Me alegro de que estés aquí».

No, no es necesario decirle que no he dormido, imagino que se habrá percatado dadas mis inmensas ojeras. Tampoco necesito explicarle que no he dejado de mirar por la ventana y escrutar la nieve, temiendo que saliera y algo le sucediese, ni las pesquisas que me he dedicado a indagar durante toda la noche, tratando de mantenerme ocupada mientras lo esperaba, ni la cantidad de información que he logrado averiguar en general... eso lo dejaré para más adelante. Por ahora, necesito que sepa que me alegro de estar con él de nuevo, tras esa interminable noche de un millar de noches. Así que continúo:

«No es necesario que me des ninguna explicación. Tranquilo. No la necesito».

Eso es cierto. Me muero de ganas porque me la dé, pero no voy a obligarle a hacerlo. No así. Todos tenemos cosas que preferimos guardarnos para nosotros. Y esto es, al fin y al cabo, algo que en el fondo de mi corazón siempre he sospechado... no quería creerlo, pero lo sospechaba... sobre todo desde que busqué con qué llenar esa pequeña petaquita plateada y encontré ese armario en casa, hace ya lo que parece tanto tiempo.

«No pasa nada» continúo escribiendo con trazos firmes, rápidos y concisos. «Somos humanos, todos tenemos derecho a rompernos alguna vez. No pasa nada», repito. «Tú siempre has sido el más fuerte de nosotros dos. Deja que lo sea yo por una vez».

Sigo acariciándolo con calma, durante unos segundos más y, finalmente, añado, casi como si le leyera el pensamiento:

«Padre, siempre has sido mi héroe. Y algo como esto no va a hacer que dejes de serlo».

Tras poner el punto final a la última frase, suspiro. No creo necesario decirle que nada de esto va a salir de aquí, que le guardaré este secreto. No hace falta, es algo que se da por hecho. Así que vuelvo a poner la tapa a la pluma con los mismos expertos movimientos de una sola mano y espero en la misma posición a que Alvar termine de leer todo lo que le he puesto en el cuaderno. 

Cargando editor
01/04/2021, 21:30
Reidar Rotløs

Reidar se estremeció ante las palabras que aquel espíritu en el cuerpo de Castelferro pedía como pago de la información que pudiera dar. Un pacto de sangre, que lo vincularía con la mujer, pero también un acto monstruoso que lo marcaba como algo distinto a un ser humano.

La duda duró poco. Su compañero había logrado hacer contacto con el espíritu, y no podía hacer que sus esfuerzos fueran en vano. Se inclinó entonces frente al cuerpo de la mujer, hundiendo su mano en la herida hasta manchar sus dedos de sangre, y sin pensarlo dos veces se los metió a la boca, conteniendo las arcadas mientras se forzaba a tragar el líquido aún caliente, ferroso.

Cargando editor
02/04/2021, 00:14
Alvar Egil Björklund

Ebba me oye y, lentamente, se da la vuelta. Mis manos se aferran casi inconscientemente al borde de la cama, como intentando frenarme de arrojarme por algún precipicio imaginario. Estoy preparado para cualquier cosa: para enfrentarme a su ira, a su vergüenza, a que se burle de mí con la incredulidad de quien hiere para no resultar herida por una realidad que dista mucho de ser perfecta o, en muchos casos, incluso soportable. A pesar de que la conozco y sé que ella sería incapaz de mirarme con desprecio, mi impulso de lucha o huida me obliga a prepararme en una reacción que debe de ser la proyección de lo que yo siento hacia mí mismo, de mi reprobación por unos actos que, paradójicamente, ni puedo ni deseo evitar. Además, hipócrita.

Lo único que no esperaba era la serenidad y la compasión que hay en su mirada cuando finalmente se gira hacia mí. Esta escena ha aparecido muchas veces en mis pensamientos, y me he preguntado un millar de veces qué diría, cuáles serían mis excusas, pero ahora que por fin lo sabe, me doy cuenta de que nada es como imaginaba. Cuando se marcha en silencio, toda clase de ideas desagradables pasan por mi cabeza, caóticas y emborronadas como insultos a medio formar dirigidos hacia mí; pero, sea lo que sea que intentase decirme a mí mismo, todo se disipa inmediatamente a su regreso. Mientras la veo dejar unos paños y una jofaina en la mesa cercana, lo único que puedo pensar es que no la merezco.

Y entonces, sin que me dé tiempo a reaccionar, Ebba me abraza. Mi primer impulso es apartarme; no porque su abrazo no sea lo que más necesito en este momento, sino por mero pudor, por la vergüenza que me causa el hedor a whisky que desprende mi cuerpo. Sin embargo, me trago mi estúpido orgullo improcedente y resisto ese instinto. Es un abrazo largo, sin prisa, de los que sanan las heridas y salvan las distancias que ni siquiera las palabras pueden enmendar. Y en sus brazos empequeñezco y me humanizo, sintiéndome como un niño asustado y sobrepasado por tantas cosas que ya hace muchos años que soy incapaz de nombrarlas todas. En el silencio cómplice de las cuatro paredes, puedo ser yo mismo.

Lo siento. Lo siento… —murmuro húmedamente contra su vestido, una y otra vez, sin poder parar, quedando mi voz acallada por la tela. Y de verdad lo siento. No únicamente por lo que he hecho, sino por arrancarle una más de esas cosas a las que podía aferrarse en busca de seguridad y de guía. «Mi padre es un hombre intachable y recto» es algo que ya no podrá decir, que ya no podrá creer. Aunque a fin de cuentas, si lo creyó alguna vez, creía en una mentira—. Lo siento, Ebba…

Los minutos pasan lentamente en un momento de dolor y consuelo congelados en el tiempo. No sé cuánto tiempo transcurre, ni me importa. Podría estar así todo el día y desaparecer en la sensación de ser aceptado, realmente aceptado. Por eso, me siento momentáneamente desconcertado, como si hubiese perdido mi punto de equilibrio, cuando Ebba deshace el abrazo. Solo lo hace para escribir algo en su libreta. Su preocupación, la noche que ha pasado preguntándose dónde y cómo estaría. Dice que no necesita que le dé ninguna explicación, y ciertamente no sé cómo podré, aunque se la debo. Las últimas palabras que ha escrito, expresando su admiración incondicional por mí, son las que terminan por romperme. Sollozando silenciosamente, niego con la cabeza con vehemencia.

No. Eso no es verdad. Tú eres mucho más fuerte que lo que yo jamás seré. No soy ningún héroe. Los héroes no necesitan… —Emito un sonido áspero desde el fondo de mi garganta, algo parecido a un gruñido, tratando de vencer el insistente dolor de cabeza y el que se ha instalado en la boca de mi estómago. Las palabras están de más. Sé que me quiere, como yo la quiero a ella. Sé que no va a rendirse conmigo, que esto no bastará para desanimarla o decepcionarla. Pero me da miedo que espere demasiado de mí, como yo esperé de mi propio padre más de lo que él pudo darme. Me da miedo no estar a la altura, intentar darle lo que necesita y quedarme corto pese a mis mejores esfuerzos. Me la quedo mirando unos momentos, sintiéndome peor cuanto más consciente soy de la perturbación que le he causado. Me muerdo el labio, y mi boca se tensa con dureza—. Así… Así es como lo hago. Así consigo seguir poniendo un pie delante del otro después de lo de tu madre, después de que casi se llevase a Gustav. Después de tener que devolverla a la tumba con mis propias… —Vuelvo a negar con la cabeza—. No. Viene de antes. He vivido toda mi vida con la sensación de estar al borde de algo terrible. Daba igual cuánto lo intentara, lo mucho que me esforzara. En cualquier momento podía perderlo todo. —La miro a los ojos, suplicando su comprensión—. No sabes lo mucho que me asusta. Crees que soy valiente, pero lo cierto es que estoy aterrorizado. Cuanto más quiero algo, o a alguien, más insoportable se vuelve ese miedo. Y… —Aparto la vista, dejando que huya por la ventana—. Y cada vez es como si me pusiesen una espada en el pecho. Si no lo hago, no puedo pensar en nada más, y me consumo… Y si lo hago, me siento sucio. Indigno.

Una vez más, como anoche, escondo mi cara entre las manos. Ahora mismo desearía ser cualquier persona excepto la que me ha tocado ser. Pero pronto me doy cuenta de lo que estoy haciendo, y me obligo a mí mismo a parar.

No, por favor. No me escuches. No me compadezcas. Es mi debilidad la que habla ahora —digo duramente, con los dientes apretados—. Esto me lo he hecho yo a mí mismo, te lo he hecho yo a ti. Es una vergüenza, no algo que merezca ser comprendido. Soy yo quien tiene que arreglarlo. —Pero, ¿puedo arreglarlo? Carraspeo, sintiéndome más y más incómodo por momentos—. ¿Dónde están Sin Raíces y Castelferro? ¿Han vuelto ya?

Cargando editor
02/04/2021, 11:05
Storyteller

—La bestia....aahhhhh...ahora que has cumplido tu parte yo cumpliré mi promesa. La bestia vino del bosque. La bestia huele a rancio y devora todo lo que encuentra. !!!!Pero la bestia es controlada por magia!!!! Una magia poderos y ancestral le domina!!!! Que no te engañen tus ojos poderosos de humano con el don. La magia es visible. Estudia las lineas ley. Haz pactos si es necesario y sacrifica a tu mejor amigo para ganar poder!!! !!!ASI ES COMO DEBE SER!!! Encuentra el necronomicón y busca el ritual de  la octogénesis si quieres ser poderoso!!!!!!—

El espectro parece desvanecerse y el cuerpo de Castelferro cae en un estado de semiinconsciencia al suelo, de rodillas, y sin fuerzas.

Varias personas acaban de ser testigos de cómo metías tu cabeza en las entrañas de la mujer mientras Ludovico mantenía sus manos empapadas en sangre apuntando hacia el cielo. Alumbran en la noche con antorchas ya que el trecho al hotel, a donde por lo visto se dirigía la multitud, apenas tiene iluminación en ese camino.

!!!Estan haciendo rituales satánicos, llamad a la guardia!!!!—

—!!!Ellos mataron a Olga y a Katarine, y ahora han matado a otra más!!!

—!!!Arrestadlos y que no escapen!!!

Dos hombres se encaran con vosotros.

Notas de juego

Si estáis dispuestos a pelear, tiradme 1d10 y le sumáis vuestro valor en físico.

Si váis a intentar dialogar para salir de esta, sois libres de hacerlo.

Reidar, al haber metido tu cabeza en el cuerpo de una persona, eso te hace generar un estado mental ( desesperado. Recuerda que tiras 1 dado menos en cualquier tirada que requiera de Mente, siendo al menos 1 dado el mínimo a tirar en cualquier caso.)

En cualquier caso, los dos hombres actúan en 6 y 3 de iniciativa.

Cargando editor
02/04/2021, 11:15
Storyteller

Notas de juego

De momento podeis seguir roleando vuestra INTENSA relación mientras  veo qué pasa con Reidar y Castelferro. En cuánto tenga novedads os cuento ( y vais a flipar mucho)

Cargando editor
02/04/2021, 11:50
Ebba Björklund

Niego con la cabeza, respondiendo a su última pregunta. He estado toda la conversación escuchando en silencio, sin dejar de mirarlo, memorizando cada arruga de su rostro, cada detalle de su mirada, cada mota verde jade en el profundo mar  de turmalina de sus ojos. No digo nada, no hago gesto alguno, simplemente lo escucho con atención y le dejo hablar, dejo que se desahogue. 

Cuando acaba, me levanto, acerco la jofaina y los paños, dejándolo todo con cuidado a nuestro lado, en la cama sin edredón, y mojo uno de ellos, escurriéndolo con esmero sobre el agua. Con delicadeza comienzo a limpiar de los nudillos de su mano la sangre reseca, procurando no apretar demasiado sobre los moretones para no hacerle más daño de la cuenta. Me hubiera gustado hablarle mientras trabajo, pero no puedo. Hace tiempo que ese privilegio me fue arrebatado, así que callo y me concentro en lo que estoy haciendo. Cuando termino, se lo vendo lo mejor que puedo con la tela que aún está limpia y me quedo un rato sujetando su mano entre las mías, poniendo en orden mis pensamientos para transmitírselos con la mejor claridad de la que soy capaz. Levanto las manos y comienzo a gesticular, al mismo tiempo que vocalizo las mudas palabras que quiero decirle:

«Te equivocas» comienzo, sonriéndole con cariño, «en todo. Te equivocas en todo». Repito, extendiendo la sonrisa en mi rostro, sabiendo que probablemente voy a desconcertarlo por completo. Sin embargo, es por una buena causa, así que antes de que pueda responder, continúo:

«No te compadezco. No lo hago, en absoluto. Pero sí te comprendo. Sé lo que sientes, lo que te ocurre, lo que tienes dentro desde Ojos Amarillos, desde la muerte de mamá, desde que casi se lleva a Gustav... yo... yo...». No me ha servido de nada pasar un rato ordenando mis pensamientos porque, en este momento, en mi cabeza se agolpa todo y se insertan nuevas ideas y tantas cosas que le quiero confesar, en medio de todo lo demás... provocando un torbellino vertiginoso en mi mente. 

Bajo la mirada y resoplo, a medio camino entre un suspiro y una risa, me río de mí misma. ¿Cómo podría echarle en cara nada de esto, cuando yo también tengo mi refugio? ¿No es acaso, la manera que tiene cada uno de aguantar en pie, de levantarse y seguir caminando, por uno mismo, por los que tiene alrededor, por los que quiere? Niego con la cabeza y lo vuelvo a mirar, decidida.

«Yo... me siento muy culpable. Por aquello. Más de lo que puedas imaginar», confieso, al fin. «Sé que ya te conté lo que ocurrió... pero no te lo conté todo, absolutamente todo... yo... estaba desesperada, sola con mamá, viéndola sufrir a diario... pedí ayuda. Dije... dije en voz alta que daría cualquier cosa para que ella descansara...» no sé si padre se imaginaba eso o si llegó a planteárselo alguna vez. Le conté todo, pero no sé hasta qué punto llegué a dejarle claro que estoy convencida de que fue culpa mía. Todo. Así que hoy, en esta situación, ha llegado el momento de explicárselo.

«Y entonces sucedió. Mamá. Mi voz. Los ojos ambarinos en la oscuridad. Todo. Todo a la vez. Todo fue por mi culpa». Trago saliva, una vez lo he dicho, ya no resulta tan difícil seguir con el hilo argumental que trataba de hilvanar en un inicio; el resto de gestos salen solos, como un cardumen de peces que simplemente se deja llevar por la corriente.

«Desde entonces, yo también he tenido algo... mi refugio. Todos lo tenemos. Los humanos somos frágiles, nuestro corazón necesita ayuda para seguir adelante en los momentos difíciles y, a veces, encontramos esa ayuda donde menos lo esperamos. Todos tenemos una manera diferente de calmar el alma y apaciguar los demonios de la mente... tú tienes la tuya y yo... la mía» le explico, sin entrar en más detalles. Entonces, una de mis comisuras esboza un amago de sonrisa.«Aunque me temo que la tuya es más dañina físicamente que la mía... vamos a tener que buscarte otra forma que no te deje así», añado, ampliando la sonrisa. «Yo no puedo ni imaginar todo lo que has vivido... todo por lo que has pasado. Alguien tan curtido como tú, necesita algún tipo de refugio para momentos como este... sé que esta última vez ha sido culpa mía, pero... la próxima vez que lo necesites... no acudas a la botella, prueba a acudir a mí».

Sonrío con tristeza. En realidad tengo claro que precisamente esta noche eso no habría podido suceder porque he sido yo quien ha provocado que llegue a esta situación, ha necesitado de su refugio por mi culpa, así que lo que propongo hubiera sido, sencillamente, imposible. Pero no por ello es menos cierto o lo digo con menos decisión. Creo que he conseguido transmitírselo con la mirada: la próxima vez que caiga, que no se vea con fuerzas para volverse a levantar, quiero que acuda a mí. Yo seré quien tire de él. Ya va siendo hora de que yo empiece a tirar de él, después de toda una vida dejando que sea él quien me lleva a mí.

«Padre, también te equivocas en lo demás», mis labios vuelven a sonreír y mis manos continúan entonces gesticulando, mientras vocalizo mudos sonidos, apenas sin darme cuenta de que estoy acompañando los gestos de esa manera. «Eres un héroe. Siempre lo has sido. Siempre lo serás. Ser un héroe no significa no tener defecto alguno... al revés. Un héroe no es más que un humano dispuesto a darlo todo, incluso la vida, por los demás. Y tú lo eres. Siempre has estado dispuesto a ello, no por nada eres coronel. Y en casa, siempre has sido tú quien nos ha protegido a todos. Y es precisamente esa humanidad la que te hace héroe. Los humanos somos débiles, tenemos defectos, problemas... A pesar de todos ellos, tú sigues adelante, sigues luchando por lo que te importa. Eso es ser un héroe».

Cojo ambas manos de padre entre las mías y lo giro un poco más hacia mí, para obligarlo a mirarme de frente. Me mantengo unos segundos en esa posición, contemplando la inmensa sabiduría escondida tras esos ojos de larimar pulido. Entonces vuelvo a gesticular:

«Y luego está el amor. Eso que me describes, se llama amor», le explico, con la misma paciencia que utilizo para intentar explicarle a Gustav qué es la libertad, la empatía o por qué llueve hacia abajo y las nubes pueden flotar. «Preocuparse por los demás, hasta el punto de que algo dentro de ti siempre duele, eso es amor. Temer perder a las personas a las que aprecias, eso es amor. Pero también es lógico y normal. Significa que estás vivo y que has vivido tu vida de manera que te has sabido rodear de personas queridas. Yo también estoy preocupada, mucho, por Sin Raíces, por Geri, incluso por Castelferro al que apenas conozco. No es nada malo, no es una debilidad, más bien al contrario, padre. El amor por nosotros, la preocupación por todos, es tu mayor fortaleza». Paro, solo unos segundos, apenas un instante, para dar énfasis a lo que estoy a punto de decir a continuación: «Y eso es lo que te hace valiente. No es valiente quien no tiene miedo. El que jamás se ha asustado de nada simplemente es estúpido. El valor consiste precisamente en tener ese miedo, reconocerlo, y aprender a controlarlo. Y eso...», vuelvo a sonreír. No puedo evitarlo, estoy viendo en sus palabras precisamente todos mis peores temores, reflejados, en el fondo me parezco tanto a él... por alguna razón, eso me enorgullece. Así que sonrío. «...y eso, podemos aprender a hacerlo juntos, si quieres», termino.

 

Notas de juego

Dire, no nos pongas los dientes largos así, ¡que nosotros todavía tenemos que hacer muchas cosas! XD Ahora viene cuando le digo a Alvar lo que tengo intención de hacer a continuación y la liamos, también. XD (Aún tengo más cosas que decir, pero voy a dejar que sigas la conversación antes, que si no, se me hace un post eterno XD). 

Una pregunta, ¿al final tenemos utensilios de medicina? XD 

Cargando editor
02/04/2021, 13:03
Leopoldo Ludovico Castelferro

¡Al sacerdote! ¡Llamada a Kransvik! —exclamó Castelferro con voz ronca y pastosa mientras trataba de ponerse en pie. La humedad pegajosa del espíritu aún impregnaba sus miembros y la cabeza le dolía como si hubieran tañido una campana sobre ella—. Él sabe lo que estamos haciendo. Decidle que la bestia ha matado a una de las artistas, la amiga de Olga... Corred ahora mismo a por él y dejadnos en paz o juro que os echo las tripas en un canasto.

El joven ocultista tiró del pomo de su bastón y un largo filo salió de él. A pesar de que estaba todavía medio aturdido no podía permitir que aquellos pueblerinos les pusieran las manos encima. Había mucho que hacer todavía antes de poder sentarse a descansar en un oscuro y helado calabozo.

- Tiradas (1)

Notas de juego

He tirado iniciativa (4), pero no sé si puedo embaucar, convencer o intimidar a la gente que quiere apresarnos. Con que me sigan escuchando y no nos ataquen es suficiente. Tú me dirás si tiro también por Manipulación.

Cargando editor
02/04/2021, 13:52
Director

Notas de juego

Utensilios de medicina que sepáis usar tipo botiquin de primeros auxilios si. Vendas, algo de cinta para pegar, algo de agua oxigenada en un bote y algunas hierbas para calmar dolor.

Respecto a tu recopilación de ruta y semillas, finalmente has encontrado 2 manzanas. Nueces y demás nada. Eso tendrías que ir a buscarlo al bosque, si te atreves claro.