Partida Rol por web

Aguas de la rada de Brest, noche del 29 de octubre de 1264

No habíais demorado mucho vuestra partida, al llegar la noche pudisteis disponer de la embarcación de Selin con su ghoul, Jean Pierre, listo para dirigirla, era un pesquero pequeño pero preparado para viajes largos. Aunque partisteis junto al otro bote en el que iban el resto de vuestros compañeros de investigación, pronto la noche os dividió buscando cada uno su destino. Era una noche oscura, opaca, y aquello se traducía que las estrellas no os iban a ayudar en vuestra travesía.

Vuestro destino se encontraba rodeando la península de Crozon, abandonando la seguridad de la rada de Brest y entrando en mar abierto, no era un trayecto largo, pero la noche hacia complicada la travesía. Hacia un viento fuerte, pero Jean Pierre parecía estar acostumbrado a tales retos, el único problema era la oscuridad por lo que salvo que alguien vigilara cualquier obstáculo, os tendríais que fiar de la intuición del pescador bretón.

Artur no va solo. Junto a él embarca una joven, de aspecto rudo, equipada con hacha, escudo y un arco con carjac; y que viste una armadura compuesta de pieles de animal, que recubre una tosca cota de anillas. Parece algún tipo de maestra de caza del noble, y ambos hablan entre los dos, unos instantes, en voz baja. Es evidente que, al menos parcialmente, la joven tiene herencia nórdica, así como que atiende y respeta las órdenes de Artur. Al terminar se acerca a vosotros, seguido de la joven.

- Os presento a María Sofía, mi ghoul. Temo que no ha aprendido aún más que unas palabras en bretón, aunque conoce el castellano y la lengua nórdica de los vikingos- expone Artur que hace un gesto a la joven, respondido por esta inclinando la cabeza ante los restantes vampiros- Viajará con nosotros. En cuanto a la llevanza de la embarcación... temo que yo sólo serviría de estorbo, vuesas mercedes. Aunque María Sofia podría encargarse bien de llevar el barco, bien de vigilar, si es vuestro deseo.

No habían demorado nada en embarcar y poner rumbo hacia el destino que habían elegido. La joven se mantenía al margen para no molestar al hombre que se dedicaba a llevar todas las labores a bordo del pesquero, pues aquel no era su elemento y no quería ser un estorbo. Su escolta permanecía cerca dispuesto y a la espera de órdenes cuando ella dispusiera.

Había alguna que otra cara que no había visto en la reunión con el príncipe, pero pronto el caballero hispano se encargó de subsanarlo y de suplir con información sobre la joven que le acompañaba, hacia la que asintió levemente.

No debería de disculparse por eso, respondió con una suave sonrisa, no sois el único que se encuentra en dicha situación, mas sin embargo, yo solo puedo ofrecer los servicios de mi guardia, siempre que se den las instrucciones adecuadas para ayudar en todo lo posible en la embarcación.

La noche antes de partir Eadwig pidió amablemente a sus anfitriones si le podían facilitar un rollo, plumas y tinta. Debía informar a Suscino de lo sucedido aquella noche.

Lo normal hubiera sido que escribiera al Príncipe Owyn, pero el mensaje estaba dirigido hacia la chiquilla de este, la dama Gwynnevere. En el mensaje, después de muchos elogios escribía sobre los vástagos que había conocido, sobre la misión encomendada, y sobre el lugar donde su búsqueda comenzaría: Camaret.

Antes de despedirse, explicaba numerosos detalles sobre la corte de Brest, y del castillo. Quienes habitaban, como de grande eran las posesiones, como estaban decoradas, y toda otra nimiedad que se le antojaba del interés de la dama y del Príncipe.

Al terminar de escribir, envío el mensaje con uno de los corresponsales oficiales.

Todo estaba listo para zarpar. Eadwig había preparado sus pertenencias la noche anterior, era una suerte que no llevase mucho equipaje, ya que tenía que dejar su caballo al cuidado de los mozos de cuadras de Brest.

Tomó su vieja armadura que, si bien llevaba años sin usar, la mantenía tan impecable como el ultimo día en que tuvo que presentarse en batalla. Era una armadura bastante más ligera de la que se esperaba que utilizase un caballero, porque Eadwig prefería no perder agilidad en sus movimientos. Y sobre ella se tendió una túnica con los colores y el escudo de Suscino, ajustados por la cintura con un cinturón que sostenía su espada larga.

Era la primera vez que vestía aquellos colores, después de tantos años de lucir el negro de la Orden de la Garza, propia del castillo de Josselin.

Durante el viaje, poco tenía que hacer, y se pasó la mayor parte del tiempo viendo el horizonte, reflexionado y meditando como lo solía hacer en la soledad de su cuarto. Y si bien no oficiaba de vigía “oficial” de la embarcación, estaba en una posición que le permitía observar los alrededores de la nave, aunque inmerso en sus pensamientos como estaba, una gaviota se le podría haber posado en el hombro sin que él se hubiese enterado.

Acompañada por Jean Pierre vamos al barco, dejo los pergaminos y el resto de mis cosas en la bodega, luego me quedo a su lado por si me necesita para preparar las cosas, poco a poco iba aprendiendo más y más cosas sobre el mar y la náutica. Aunque aún sigo siendo un estorbo entre los que realmente saben llevar la embarcación, los pescadores y Jean son capaces de prepararla convenientemente sin mi ayuda.

Una vez todo está listo, espero a que lleguen los demás pasajeros, cruzada de brazos miro hacia la ciudad, una hermosa espada curva descansa en su funda que cuelga de mi cinto, el fuerte viento mece levemente mi pelo. Hay más pasajeros además de los vástagos que habíamos decidido que vendrían, ellos vienen con sus ghoules. No había contado con ello, pero debía haberlo hecho, al igual que hago yo, ellos también tienen a alguien para que les atienda.

Saludo con una inclinación de cabeza a los pasajeros a medida que van entrando.

-Jean puede llevar la embarcación perfectamente y si necesita algo creo que podré ayudarle.- Eso esperaba, haber aprendido algo. -Si no es así, pues miraré que no haya ningún peligro en…- Me quedo callada, frunzo un poco el ceño y señalo a la proa ante la imposibilidad de decir la palabra correcta.

-Si queréis descansar, podéis bajar a la bodega, es angosta e incómoda con los movimientos de la barca, pero al menos no os mojaréis.-

Creo que es todo lo que puedo ofrecer, una vez que todos se han colocado miro a Jean y luego me dirijo hacia la proa para ver que no se presente ningún obstáculo, espero poder verlos con la suficiente antelación.

Aguas de la rada de Brest, noche del 29 de octubre de 1264

Jean Pierre gobernó la nave con maestría, el pescador estaba hecho a la embarcación que conocía a la perfección. Pero la noche no era una gran aliada, cerrada como estaba hizo que el ghoul de Selin diera un excesivo rodeo por cautela. Eadwig creyó en un par de ocasiones que ibais a naufragar, traicionados por el juego de luces que daba la noche, pero aunque a Jean Pierre le costaba orientarse con la noche oscura su habilidad se demostró lo suficiente como para capear cualquier obstáculo. Gracias a las correcciones puntuales de Selin, que parecía ver bien por donde ibais, no os desviasteis mar adentro.

El rodeo que disteis os llevó a alejaros por un momento de la costa de la península de Crozon, que rodeabais en navegación de cabotaje, pero afortunadamente más tarde que pronto arribasteis a vuestro destino. Habíais partido pronto para aprovechar la noche, pero el rodeo os había llevado cerca de tres horas hacerlo. Rondando la medianoche, os quedarían unas cinco horas de noche antes de que el sol amaneciera. En ese momento el ghoul os preguntó.

—¿Dónde desean, mi señores, que detenga el navío? ¿En los muelles de Camaret o cerca de la población? —preguntó, aunque miraba principalmente a Selin.

Estaba ya bien entrada la noche, aunque todavía faltaban un par de horas para amanecer, la actividad de Camaret seguramente se encontrase muy disminuida hacia aquellas horas.

- Si llegásemos al puerto podemos atracar la nave allí, aunque no creo que haya mucho movimiento. Podemos bajar allí y de camino hacer un breve reconocimiento del poblado. O bien podemos acercarnos directamente al pueblo e ir a una posada. Nuestra prioridad debería ser buscar refugio para pasar el día. Luego cada quien puede decidir qué hacer. - propuso el caballero.

No conozco la zona, así que no tengo preferencias al respecto, aunque intuyo por la pregunta que hace Jean que los muelles están relativamente separados de la población. Sigo observando la costa a medida que nos vamos acercando, no soy capaz de dar una respuesta que considere apropiada.

Me vuelvo hacia los demás vástagos. -Desconozco la zona, así que no puedo decir cuál es el mejor lugar para desembarcar.- Miro a Jean, para luego fijarme en el caballero. -En la bodega podemos guarecernos de la luz del día, quizás no es el lugar más cómodo, pero ya es un sitio donde podemos descansar.- Digo aclarando que no hay tanta necesidad de encontrar un lugar donde descansar a no ser que deseen adentrarse tierra adentro o que requieran unas comodidades que la pequeña embarcación no es capaz de aportarles.

-¿Por dónde se encuentran los círculos de piedra?- Quizá desembarcar en el lugar más próximo sea una ventaja, cuanto antes lleguemos a ellos más rápido podremos ponernos a estudiarlos.

- Tal vez algo más, sir Eadwig- intervino Artur tras mirar la hora de la noche, pero sin embargo, asintió- Muelles de Camaret. Al menos, creo que sería lo mejor para intentar averiguar algo. Salvo, por supuesto, que la dama Maëlys tenga otra opinión y sea posible examinar los círculos de piedra ya esta misma noche sin riesgo para nuestra existencia. Después de todo, es una de nuestras posibles líneas de investigación y cuanto antes sepamos si nos lleva a alguna parte, mejor.

Artur parece guardar un momento silencio, y luego mira a los presentes.

- Creo recordar que al norte de Camaret, en la península de Crozon, hay una de las ermitas capadocias diseminadas por la geografía bretona que pueden ser usadas como refugio. Conozco la marca de cantero que la marcaría de ser un lugar seguro- hace una pausa antes de continuar- Sin embargo no he estado previamente en ella, y eso supone siempre un riesgo.

Aguas de la bahía de Douarnenez, noche del 29 de octubre de 1264

Dado que nadie se opuso, Jean Pierre condujo la embarcación hasta Camaret. Llamar puerto al destartalado muelle de una sola pasarela era ser generoso, había multitud de barcas varadas boca abajo en la costa, y una lúgubre de casas de madera dispersas se agolpaban frente a ellas. Camaret era una aldea pesquera, sin empalizada y, quizá por la oscuridad, no discerníais ningún campanario de iglesia. Aquel lugar parecía estar perdido de la mano de Dios.

El ghoul de Selin maniobró con destreza para colocar la embarcación junto al muelle, saltó a la pasarela y ató una cuerda más por costumbre que por eficacia. Aquella estructura no parecía que fuera a aguantar un oleaje fuerte, pero mar estaba en calma, por lo que no debería preocuparos. Cuando Jean Pierre lo tuvo atado, el ghoul ofreció la mano a las damas para bajar del barco.

Camaret estaba inmerso en la quietud, sin luces, cobijado por una densa pátina de silencio, ahora quedaba decidir hacia dónde dirigirse.

Los círculos de piedra están al sur de Camaret, respondió a la pregunta finalmente mientras el marinero conducía el navío hacia los muelles de la población, aunque no se a cuanta distancia desde aquí.

No paso mucho tiempo hasta que atracaron en el destartalado muelle de la aldea. Una que a primera vista en aquella oscuridad, parecía ser bastante pequeña y con poca gente viviendo en ella.

No se… considero que deberíamos hablar antes con las gentes de este sitio, dijo frunciendo el ceño mientras su vista seguía anclada en las casas que conformaban aquel asentamiento Aunque… con todo lo ocurrido… y a estas horas de la noche… me temo que no vamos a encontrar ni un alma en pie. Dejo escapar un suspiro un tanto apático tratando de exponer sus pensamientos a los demás Y aunque lo hiciéramos, con todo lo ocurrido dudo que nadie nos habrá la puerta. Y no les culpaba por ello, probablemente aquellas gentes estuvieran sumidas en el miedo tras los misteriosos ataques. También podríamos dejar esa tarea al buen marinero o a mi guardia, ellos podrían interrogar a las gentes durante el día mientras nosotros descansamos.

Eadwig bajó de la embarcación y estudió un poco el entorno. – Dices que será seguro refugiarnos en la embarcación durante el día? – le preguntó a Selin. – Tal vez podamos buscar un lugar no tan cerca del … - dudó un poco antes de llamar a ese lugar puerto. - … aquí para dejar atrancada la embarcación, de seguro será sospechoso que cuando bajé el sol salgamos todos juntos de la embarcación. Los marineros pueden sospechar de nosotros, y rehusarse a hablarnos. –

- Por lo pronto, aprovecharé que la noche está tan calma para hacer el reconocimiento del pueblo. Si alguien quiere acompañarme está bien, pero no vayamos todos juntos. Sería raro ver a 6 extranjeros vagando por el pueblo a estas horas. – dijo invitando a quien quiera acompañarlo. – Tal vez si encontramos una posada o una taberna con una o dos personas despiertas podríamos preguntar por la locación de esos círculos de piedra. - pensó un poco. - Aunque no es mala idea tampoco que los ghouls hagan sus averiguaciones también durante el día. 

Jean nos había traído a Camaret, es tarde y reina la oscuridad más sombría, el silencio ha hecho de este pueblo su hogar, no parece que vayamos a poder averiguar mucho, pero nadie dijo que esto fuera a ser fácil.

Una vez hemos atracado bajo a la bodega de la embarcación y recojo mi bolsa de viaje, en la cual tengo mis pergaminos usados, a pesar de eso, aún queda espacio para añadir información en algunos huecos, servirán. Luego cojo el largo poncho, que me ha acompañado durante tanto tiempo y me lo pongo, el pobre ha sufrido demasiado en los viajes, pero me permite ocultar relativamente mi espada. Estoy lista.

Subo a cubierta y ya veo que están empezando a desembarcar, ayudada por Jean y mostrándole una amable sonrisa doy el saltito que separa el barco del muelle. -Gracias.- Le digo, mientras empiezo a ojear el inicio del muelle, donde éste se une con la costa, a veces venía alguien a controlar la llegada de las nuevas embarcaciones pero no parecía que en este pueblo alejado de la mano de Dios fuéramos a tener algún recibimiento, de reojo observo a Artur.

-Yo tampoco creo que lo vayamos a tener fácil.- Contesto a Maëlys. Luego el caballero muestra otras dudas, las cuales me parecen apropiadas, descansar con seguridad es algo fundamental. -Podremos descansar, pero no conozco la zona, no puedo estar segura de eso.- Hago una breve pausa, quizás mis palabras han sonado mal, no estoy segura. -Pero si se siente más tranquilo podemos buscar otro lugar, ya que no parece que vayamos a poder hablar con los habitantes que pueblan esta zona, al menos esta noche.- La idea del caballero tiene bastante sentido, podía haberla dicho antes y hubiéramos atracado en otra zona, ahora ya era tarde, tal vez Jean pudiera mover el barco pero prefería que descansara, no puedo pedirle tanto.

Asiento, conforme con lo dice el caballero. -Jean debería descansar.- Lo miro, esperando la conformidad del ghoul. -Ya ha trabajado mucho por esta noche.-

Luego observo a los otros vástagos. -Yo no creo que sea válida para hablar y preguntar a los habitantes, soy… de tierras demasiado lejanas.- Odiaba decir eso, pero era cierto, mi marcado acento, mi aspecto e incluso la esbelta cimitarra, la cual mostraba parte de su silueta a través de la harapienta tela con la que me he cubierto, en definitiva, tengo un aspecto poco adecuado para entablar diálogos con campesinos temerosos, pero puedo hacer muchas otras cosas llegado el momento.

-Pero puedo acompañar a quien lo necesite.-

- Creo que Eadwig y yo somos los más apropiados para esa tarea. Si ya es extraño encontrar dos hombres solos andando a estas horas, al menos, cierta apariencia de nobleza puede servirnos de adecuada fachada. Y no me molesta decirlo, tal vez mis dones y los suyos puedan darnos algunas respuestas sin un riesgo excesivo. Las damas, a unas horas tan tardías... Por otro lado sigue estando la posibilidad de la ermita capadocia. Si estuviera lo bastante cerca como para llegar de noche, sería un lugar más seguro para pasar la noche. Probablemente esté cerca de la población. Si les parece,  Selin, Maëlys, podrían esperarnos aquí. Volveremos lo antes posible.

Observo a Arthur mientras explica la mejor forma de proceder según él y tiene razón, en estas tierras soy demasiado extraña. -Sí, tal vez sea lo mejor.- Digo con mi marcado acento africano. -Aunque puedo evitar ser vista si así lo deseo o puedo hacerme pasar por una sierva, no me molesta.- Muevo mis ojos entre el caballero y el cortesano.

-Supongo que tendremos que esperar…- La paciencia era fundamental y aunque no me gustaba quedarme quieta en los muelles, quizás era la opción más lógica. Miro a Maëlys, esperando su opinión, tal vez podría acompañarla y visitar esa ermita. -Quizás podríamos visitar la ermita, así tendríamos un lugar más seguro donde descansar.- Y no nos quedaríamos a la espera del informe que presentaran los dos vástagos, lo cual me parecía una pérdida de recursos bastante importante. Trabajar en grupo era complicado.

Artur reflexionó sobre las palabras de Selin y, tras unos segundos, asintió.

- Lo cierto es que la opción que apunta la dama Selin es la que más posibilidades tendría de éxito. Es razonable pensar que un extranjero pueda llegar a altas horas de la noche, y que estuviera acompañada por dos criadas, una doncella y otra una cazadora, entraría en lo probable. Con esa guisa, y alguna pequeña contrapartida monetaria, ningún aldeano se ofendería demasiado. Sí... esa idea me gusta. ¿Os importaría esperar aquí, Sir Eadwig, lady Maëlys? Creo que con esta opción nuestras posibilidades de éxito mejorarían de forma importante. Y al ir acompañado por Selin y por María Sofia tenemos posibilidades de avisar con rapidez, si es preciso, o con sigilo, si es necesario. ¿Estáis de acuerdo, Selin, Maëlys, Eadwig? 

Las palabras de Artur eran ciertas, ver por allí a tanta gente y entre ellas mujeres, a esas horas de la noche, no era lo más adecuado. Iba a responder a las palabras de la joven tostada, sobre que, a pesar de parecer buena idea ir ellas hasta la ermita, tal vez no fuera lo más conveniente separarse, aunque fueran a ir acompañadas del ghoul al servicio de Maëlys. Pero nuevamente el hispano se le adelanto, dando una nueva idea que a la joven bruja no le pareció nada mal en absoluto.

Esa… esa es una estupenda idea. Y la que menos riesgos puede conllevar. No tengo inconveniente en esperar aquí a que hagáis vuestras pesquisas, si es que encontráis algún lugar abierto en plena noche. De lo contrario, creo que sería buena idea encontrar ese lugar seguro del que hablasteis antes, solucionaríamos el problema de donde guarecernos durante el día y de paso podríamos preguntar a qué distancia se encuentran los círculos de piedra

Aldea de Camaret, noche del 29 de octubre de 1264

—Cinco horas antes del amanecer—

Camaret era un pueblo con una treintena de casas de madera, típicas en las costas bretonas y francesas, aunque a esas horas permanecía desierta. Pronto se empezaron a escuchar los ladridos de los perros de algunas casas, advertidos por vuestra presencia y, probablemente, alertados por vuestra naturaleza sobrenatural.

No había nadie por la calle, tampoco luces, estaba todo muy oscuro, pero los resquicios de luz que podían escaparse desde el cielo os mostraron un par de edificio preponderantes en la zona. Una casa grande que, muy probablemente, hacia las veces de casa comunal y una pequeña iglesia, el único edificio de piedra, que se encontraba a su lado.

Por ahora nadie había reaccionado a vuestra presencia. Habíais decidido dividiros, pues Eadwig se mostró conforme con la nueva iniciativa. Por un lado Artur, Selin y María Sofía, la ghoul de Artur, que se adentraban en la aldea, y por el otro quedaban junto a los muelles Maëlys y Eadwig acompañados de Jean Pierre, ghoul de Selin y que se encargaba de la embarcación, y de Jean-Jacques Foreville, ghoul de Maëlys.