Partida Rol por web

Te suena vagamente el nombre, una suerte de bruja de los tiempos anteriores al dominio de Riothamus, puede que contemporánea. No sabrías precisar mucho más salvo que el señorío que indica es galés, significa "Isla de los Manzanos"

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

A pesar de su tono de superioridad y el terrorífico poder que muestra al controlar la niebla, la mujer se va mostrando a medida que se deshace de la bruma que la rodea, seguramente no por las palabras que le he dicho hace unos segundos, sino porque esa era su intención desde un principio. La miro detenidamente estudiándola, contemplando la peligrosidad de sus facciones y temiéndome en primera instancia lo poco que vamos a congeniar.

Cada vez creo más posible en la teoría sobre el carácter protector de estas piedras, no solo de la niebla, sino que ni siquiera ella parece poder atravesar el círculo que dibujan en la tierra.

-Selin.- Me presento intentando que mi voz suene todo lo firme que mis cuerdas vocales son capaces de articular en un momento como este. Aunque la presentación puede ser una buena forma de comenzar, sus maneras, tratándonos de niños y hablándonos de forma tan despectiva me irritan; no como el viento en Egipto que te arrecia más y más con la arena del desierto, no, esta irritación es fruto de la impotencia de saber que esa mujer es cruel y parece que no puedo hacer nada para frenarla sin ayuda, solo la niebla que la rodeaba me causa un temor, una sensación de peligro inherente.

No soy un juguete y seguramente sea ella la razón por la que hemos venido hasta aquí, su maldad es lo que nos ha traído y no los designios de su sobrino.

Frunzo levemente el ceño. -¿Y qué quieres de nosotros, Morgaine, Señora de Ynys…?- Pregunto sin acabar de decir su complicado título mientras cierro mis manos para volverlas a abrir con lentitud, luego sigo hablando sin esperar su respuesta, hay cosas que quiero saber antes. -Presumes de educación, pero te rodeas de una malévola niebla y nos tratas como si no fuéramos nada.-

-Tú, que atemorizas a pueblos… ¿Por qué?- Pregunto de nuevo con voz áspera, mientras una parte de mi sangre empieza a perder sus propiedades, su valor como sustento, para tornarse en portadora de debilidad y muerte. El sanguíneo veneno empieza a concentrarse en diversos puntos de mi cuerpo esperando al igual que yo la respuesta de Morgaine.

Haces un enorme esfuerzo de memoria por recordar o saber algo de la mujer que dice ser Morgaine, pero tu esfuerzo mental tiene éxito. Lo cierto es que lo que sabes se traduce en viejos legajos y comentarios sueltos en la corte de Nantes, una bruja cainita de los tiempos de Riothamus a la que se asegura que era aliada de éste. Cuando el poderoso ventrue fue destruido, Morgaine simplemente desapareció sin dejar rastro.

Parece verse envuelta en el mismo silencio y olvido a la que se encuentra el propio Riothamus, ya que apenas sabes más de ella.

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

- Selin, es antigua, y su poder y antigüedad, si no sus acciones, merecen nuestro respeto-  señaló Artur tras unos segundos, procediendo a realizar un cortés reverencia hacia la cainita evitando mirarle de forma directa a los ojos- Mi nombre es Artur de Aquilare, chiquillo de Adonia de Castro, de la tierra de los LLanes. Y sí, como bien adivinásteis, señora de Ynys Afallach, soy un hispano, de la sangre de los magistri, aun cuando mi presencia en estas tierras está auspiciada por la duquesa Margawse Menguy. ¿Es a ella a quien con tal familiaridad llamáis hermana? 

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

Por fin dejaba de ser solo una voz y solo niebla para aparecer con su forma humana, presentándose con su nombre y su señorío. Aquello hizo que la Brujah arrugara el gesto, perdiendo algo de esa emoción al creer que estaban ante Dahut. Pero no era solo por eso porque había cambiado ligeramente de actitud. Se había retraído hacia sus pensamientos, a los rincones más apartados de su memoria. Aquel nombre le resultaba familiar. Lo había leído en alguna parte, de eso estaba segura, y lo más probable fuera que hubiera sido hacia años. O tal vez lo había escuchado de boca de algún congénere que no temía el hablar de los tiempos pasados. Pero no podía asegurar nada de aquello.

Solo al escuchar a Selin dirigirse a ella, sus hombros se tensaron, temiendo la reacción de la misteriosa mujer ante el modo de tratarla. En otro momento, lo habría pasado por alto y alegarlo a la diferencia de culturas, pero en aquella ocasión… El más mínimo tono irrespetuoso podría ser fatal para todos ellos. Esperaba que el hispano pudiera aplacar cualquier atisbo de furia en la mujer cuando se apresuró a corregir a la joven egipcia y presentarse.

Maëlys de Trabaul es mi nombre, pupila de la Condesa Noella Heussaff, señora de Treguier. Dijo a modo de presentación y con algo de confusión por todo aquello. Conozco vuestro nombre mi señora Hablo atrayendo la atención sobre ella al revelar aquel pequeño detalle Aunque someramente debo reconocer. No era a alguien como vos a quien esperábamos encontrar. Más si a alguien tan antiguo como vuestra merced. Pero… Si no es indiscreción… ¿Quién es aquella a la que llamáis hermana? Siento… mmm… curiosidad Dijo aquello con la boca pequeña, temiendo que pudiera sentar mal que preguntara como lo había hecho Artur.

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

Morgaine se movía con una gracia plena, su expresión corporal rezumaba una arrogancia que era bien capaz de sostener mediante su presencia. Su belleza oscura resaltaba por encima de los bancos de niebla arremolinados alrededor del círculo de piedras, como lobos acechando su presa.

—¿Es que sois algo, Selin la oriental? —movió la cabeza como si la respuesta a la pregunta le fuera intrigante —. Sois niños comparados conmigo, ¿por qué debería trataros distinto si no me habéis demostrado nada digno de valor? —una sonrisa maliciosa se enmarcó en su rostro, luego una risa torva —. No pongas esa cara, oriental. No es humillante que te traten como lo que eres, aprende del hispano. Él sí sabe agasajar a sus mayores en pos de respuestas, y yo soy una mujer dadivosa con los agasajos.

Volvió la mirada hacia Artur con naturalidad, también hacia Maëlys cuya pregunta enlazaba con la del lasombra.

—Soy la hermana mayor de esa amargada y usurpadora de Margawse, así es —asintió con fluidez —. Una incómoda hermana que creía desaparecida, que todos esos perros traidores creían muerta, ¿qué irónico, verdad? —dijo como si tuvierais que saber de qué hablaba —. Pero afortunadamente mi estúpido sobrino me ha ido mandando nuevos bocaditos con los que trabajar. No temáis por vuestra existencia. Convarch no me era útil, solo era el cebo para que mi sobrino mandara a por mi carne fresca, sujetos prescindibles. Vosotros.

Se movía alrededor del círculo de piedras con una sonrisa arrogante, sus ropajes negros cortaban el blanco neblinoso que la acompañaba.

—Te preocupas demasiado por los mortales, niña. ¿Atemorizar a pueblos? ¿No viven ya atemorizados por las enfermedades? ¿Las hambrunas? ¿Sus señores? Mi niebla es hasta generosa con ellos. Saben advertir su llegada y huir de ella. Solo los inútiles caen en ella, caen para mi —el cruel razonamiento fue expresado sin sonrojo ni arrepentimiento, y una curiosidad renovada recayó sobre Selin —. Si bien reconozco el clan del hispano, de ti no sé nada, ¿a qué clan perteneces, oriental? Satisfaz mi curiosidad.

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

Sintió un escalofrió recorrerle la espalda cuando se dirigió a Selin. A pesar de que sus palabras no eran amenazantes, si lo era todo el ambiente. Desde luego era lo que la mujer quería, tenerles acorralados y en la palma de la mano para que hiciesen lo que deseaba.

Y sin embargo, la Brujah no podía más que arrugar el ceño con la explicación del parentesco. No era algo que hubiera escuchado nunca, precisamente tal vez por lo que ella había dicho, que eran unos chiquillos en comparación. Al parecer había incluso secretos aún más profundos de los que se hubiera imaginado.

… Separo ligeramente los labios para hablar, antes de volver a cerrarlos, dudando y buscando la mejor manera de exponer su pregunta sin incurrir en la ira de aquella mujer … Si no es mucha indiscreción… ¿Qué fue lo que os hizo vuestra hermana para que uséis tal apelativo sobre ella? Sabía que Margawse era una mujer ambiciosa, pero no estaba demás el conocer la versión de Morgaine para poder entender todo el conjunto. Aunque sin la versión de la señora de Rennes sería un poco complicado y algo le decía que sacar aquel tema en su presencia seria como pedir la muerte definitiva.

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

Artur me pide respeto por la antigüedad de la vampiresa y su poder, él si se ha ganado el mío pero no ella, aun así, intentaré ser lo más educada que me permitan las palabras de Morgaine. Escucho la pregunta de la mujer y como parece menospreciarnos, repito mentalmente sus palabras, al menos las que recuerdo mejor, ya que algunas escapan a mi comprensión y las interpreto a mi manera, posiblemente de forma incorrecta.

-Nunca pensé en impresionarte… pero tienes razón.- Agacho la cabeza. -No soy nada.- Añado con un leve susurro.

Entonces ella continúa explicando sus lazos familiares y poco a poco va revelando su deseo de que estuviéramos aquí, como si lo hubiera orquestado todo para que nos encontráramos en este círculo de piedras. Al señalarnos con un claro “Vosotros”  me vuelvo a fijar en ella, intuyo que quiere pedirnos algo.

La sigo con la mirada mientras se mueve a nuestro alrededor, siempre orientando mi cuerpo hacia ella, sin darle la espalda ni permitirle observarme desde una posición en que me sienta vulnerable, más aun que la indefensión que siento ante esta niebla que sigue inquietando mi muerto corazón.

Cuando vuelve a dirigirse a mí, la miro y frunzo el ceño molesta por su poco aprecio por el resto de seres que pueblan este mundo. -Y por los inmortales.- Digo sin apartar la mirada de ella. -Eso no es generosidad, atrapas a los débiles que no pueden escapar de ti… Eres igual que los otros males, la hambruna, las plagas y sus señores. También ellos alcanzan a los más desfavorecidos en primer lugar.-

-No entiendo porque alguien tan poderosa como tú se ve llevada a cometer esos actos…-

Desconozco cuán lejos han llegado otros hijos de Haqim; pero las palabras de Morgaine me hacen intuir que no muchos habrán alcanzado estas costas. Asiento a su pregunta, no es ningún secreto. -Soy hija de Haqim, una guerrera del clan Assamita.-

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

Artur se había sorprendido en parte por la respuesta de Morgaine. Y tal vez por eso había mantenido silencio unos segundos más de lo normal hasta que, finalmente, se decidió a romperlo. A pesar de lo que parecía Artur no estaba especialmente aterrado. Era, sin duda, una situación peligrosa. Pero, de un lado, no les había atacado de inmediato. ¿Tal vez quería bebérselos? Era una posibilidad aterradora que no podía descartarse. Después de todo era, según sus propias palabras, la hermana mayor. Aunque algo no encajaba... Con tono cortés, tal vez con el propósito de relajar el ambiente tras las acusaciones de la hija de Haquim, el lasombra habló con una mezcla de elegancia, respeto y etiqueta.

- Los mortales son mortales. No son como nosotros, y entre nosotros, también hay diferencias. La misma ley para el león y para el buey es opresión, y ni a uno ni a otro le agradará. El ciervo es cazado, el águila surca los cielos, y los gusanos se comen a ambos. Pero todo eso es sabido. En todo caso, mi señora Morgaine, vuestro nombre no me era desconocido. A pesar de no ser esta mi tierra conozco parte de vuestra fama. Aunque a la misma no me ha llegado ninguna clase de parentesco con la actual regente de toda esta tierra, vuestra hermana Margawse. Y eso me lleva a preguntar, ¿hermana en la sangre o hermana carnal cuando ambas vivíais? Porque cuando oí hablar de Morgaine, la cainita de confianza del poderoso Riothamus, famosa por su magia y astucia hasta el punto de ocupar un puesto a la derecha de éste, nunca pensé que fuérais, también de la sangre toreador. Reconozco que pensé antes en la sangre de los Tremere cuando me hablaron de vos. Y os pido disculpas o por mi error de ahora, o por mi presunción de ayer.

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

Morgaine soltó una risotada al escuchar las palabras de Selin. Una mezcla de diversión y desprecio, pero acabó con una sonrisa de honda satisfacción, tal como si la propia assamita la hubiera agasajado.

—Yo nunca me definí como una bondad para estas tierras, oriental, y todo tiene un propósito —repuso con humor —. Yo no soy la hambruna, las plagas o los señores opresores. Yo soy peor que todo eso —aclaró con claro orgullo malévolo en su actitud, mas movió la mano satisfecha de la actitud de Selin —. Me agradas, Selin de los assamitas. El nombre de tu estirpe y el de tu ancestro me suenan vagamente, pero las mujeres de carácter son dignas de mi respeto. Faltan más como nosotras. Los hombres solo.. —soltó un chasquido de desprecio mirando sin sonrojo a Artur y a los ghoules presentes.

La mirada danzó sobre vosotros, se dirigió a Maëlys y se encogió de hombros riendo de nuevo, abiertamente. La niebla danzó a su alrededor obedeciendo los gestos de Morgaine.

—Pregúntale a ella —respondió la cainita —. Esa zorra se ha preocupado de borrar bien mi existencia de estas tierras. Todo el mundo recuerda al desquiciado de Riothamus, ¿pero de mi? ¿El poder tras el trono? ¿La verdadera reina? —clamó furiosa, la niebla zozobró con ese último comentario —. No. Pregunta a Margawse Menguy, pregunta qué le hizo a su querida hermana por celos, por ser, simplemente, mejor que ella.

Morgaine movió la mano con suficiencia al comentario de Artur, desdeñando gran parte de su comentario, con arrogancia.

—Esos necios brujos. He oído hablar de ellos. Buscan mis secretos desde hace décadas, pero mi hermana teme que afiancen su posición en Bretaña —esbozó una sonrisa maligna, de disfrute —. ¿Crees que la resistencia de mi hermana a que esos bellacos ladrones se establezcan aquí es por principios? No.. los tremere son chacales, hispano. Huelen mi magia, huelen mi legado, y lo desean.. pero jamás poseerán un ápice de lo que yo poseo. Son niños ciegos buscando la cola de un burro que ni siquiera está en el mismo establo.

Tras una breve pausa, quizá satisfecho su afán de escuchar su propia voz, Morgaine os miró con detenimiento uno a uno.

—Veo en vuestras mentes lo que anheláis. Lo que buscáis con ahínco. Distintos caminos y sendas para un mismo destino, y yo, a pesar de todo, puedo ofreceros ayuda en ese camino —avanzó hacia vosotros y atravesó con tranquilidad el círculo de piedras sin verse afectada de ninguna forma aparente —. Incluso tú, muchacha, que te defines como protectora.. tienes más en común conmigo de lo que te gustaría aceptar. Disiparé la Magnum Innominandum, no volverá a acechar estas costas ni a sus.. mortales —miró significativamente a Selin, pero enseguida volvió a los demás —. Solo debéis hacer algo por mi. Un gesto simple e inocuo para vosotros.

Morgaine extendió la mano, la niebla se arremolinó en su palma formando una figura esférica que acabó convirtiéndose en una manzana roja que incluso para vosotros, condenados, os resultaba apetecible. Os la tendió.

—Entregad esta manzana a mi sobrino, y este mensaje.. "Os la entrego en vuestra casa como regalo de vuestra tía" —hizo una pausa ofreciendo la manzana indistintamente a quien la tomara —. Eso es todo. Vosotros tomaréis vuestro legítimo lugar que ese niño malcriado os ha ofrecido, y habréis cumplido para conmigo. Es un buen trato para vosotros, además de que gozaréis de mi inestimable agradecimiento. ¿Qué decís?

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

La risa de la mujer me sienta como una bofetada, no soy capaz de comprender porque ser cruel le hace tanta gracia, es realmente molesta. Frunzo el ceño cuando dice que es peor que todas las desdichas que azotan día sí y día también a los mortales, si no es una, es la otra. Entonces cuando creo que no puede sorprenderme dice que le agrado, echo la cabeza para atrás por la impresión. -¿Yo?- Digo algo cortada, no quiero gustarle a una persona así. Tras unos segundos de dudas, intento ser lo más directa que me es posible. -Tú a mí no.- 

Me quedo en silencio, escuchando todo lo que dice la horrible cainita sobre su hermana. Mis compañeros de viaje parecen mucho más informados, así que creo que mantenerme en silencio es la mejor de las opciones. Para saber hablar es preciso saber escuchar. Escuchar y aprender, luego hablar.

En el momento que Morgaine menciona que ve nuestras mentes, la miro fijamente y es entonces cuando avanza adentrándose en el círculo de piedras, rápidamente llevo la mano a la empuñadura de mi cimitarra. Ella es abominable. Se escucha el chasquido metálico al liberar el arma de su vaina pero el filo no llega a deslizarse fuera de ella, sus palabras me detienen y la hoja solo llega a asomar unos milímetros dejando ver su acero de tonalidad azulada.

-No nos parecemos.- Respondo indignada. -En nada.-

Cuando dice que dejará de acechar estas costas me relajo y la escucho, es un comienzo. Me aclaro la garganta y la miro fijamente. -No es suficiente, irías a otros lugares y realizarías las mismas acciones. Prométeme que no atormentarás más a los mortales y solo te alimentarás con cuidado de tus víctimas cuando te sea necesario.- Lo cierto es que no estoy segura de poderme creer sus palabras. Es una mujer malvada, cruel y seguramente, manipuladora y mentirosa. ¿Cómo podría confiar en ella?

-Entonces podré plantearme ser tu mensajera, ya que habremos detenido la niebla por completo y quizás podamos hacer de todo esto algo mejor.- Miro hacia la manzana con suspicacia, es como el fruto que fue entregado a Adán y Eva.

-¿Por qué la manzana?- Pregunto desconfiada. No me puedo fiar de ella.

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

Aquella manera de reír le produjo escalofríos. Toda la situación se los provocaba, por lo que trataba de ser lo más cautelosa posible en presencia de aquella mujer. Algo que, a su parecer la joven egipcia no parecía entender. Por unos instantes, su atención fue dirigida hacia ella, mirándola algo perpleja por la manera de tratar a Morgaine.

Sin embargo, la respuesta a la pregunta que le había formulado, despertó más preguntas y aclaraba pocas cosas. Era cierto, todo el mundo recordaba al rey tirano y nadie a la cainita que tenían delante. Y por sus palabras, deducía que era de ese tipo de consejeros reales que poseían una gran influencia sobre los gobernantes y eran estos los que hacían caso a cada palabra que decían.

Eso explicaría la insistencia del clan en que les dejen establecerse en esa región murmuro suavemente y casi para sí misma tras escuchar aquello. Si les estaba diciendo la verdad, eso quería decir que Margawse tenía miedo de que alguien más se hiciera con ese poder que su hermana decía tener. ¿Sabrían los demás señores de Bretaña sobre aquello?

Todo estaba resultando raro, por un lado la mujer parecía querer recuperar lo que supuestamente le partencia, pero por otro daba a entender que solo deseaba vengarse de su hermana. Aunque posiblemente fuera una mezcla de ambas.

Selin… hablo dejando escapar una suspiro exasperado ante las ingenuas peticiones de la assamita Creo que no estamos en posición de exigirle nada. Es más, no conocemos la historia completa, no podemos juzgar tan rápido. Tal vez la manzana fuera una trampa para poder acercarse a su sobrino y poder usarle como marioneta para llegar a su hermana. Aquello era otra cosa que le resultaba extraño. Si tanto deseaba destruirla, con el poder que estaba mostrando, ¿Por qué recurría a vástagos tan jóvenes como ellos? Una de las respuestas podría ser porque eran más fáciles de manipular. Otra que contra su hermana sola, podría tener oportunidades, pero si el resto de señores la ayudaban podría ser más complicado. ¡Incluso podría ser que prefiriera un método más sutil y con la menor cantidad de muertes posibles! Eran demasiadas posibilidades.

Se adelantó un par de pasos con la intención de tomar la manzana, con aun más preguntas que hacerle pero sin llegar a vocalizarlas.

Puede que os parezca una estupidez la pregunta, pero… imagino que tendréis alguna manera de saber si realmente se la hemos entregado ¿no?

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—Diez horas antes del amanecer—

Morgaine parecía satisfecha por la reacia reacción de Selin, como si la esperara, pero aquello no amilanó la arrogante actitud de la autodenominada bruja.

—Nadie dijo que debiera ser recíproco el aprecio, oriental —repuso con tono divertido y encogimiento de hombros. Dirigió su mirada uno a uno, se fijó entonces en Eadwig con una sonrisa afilada, como si hubiera visto algo en el ventrue realmente gracioso, pero fuera lo fuera no dijo nada. Las palabras de Selin volvieron a captar la atención de la cainita, la miró sin alterar un ápice aquella actitud altiva.

—Podría prometértelo, oriental. Pero una promesa dada a un inferior carece de validez, y tampoco sabrías que cumpliera verdaderamente mi palabra. Sencillamente no tienes el poder para asegurarte de ello —habló lentamente con la mano sujetando aun la manzana —. No te agrado, desconfías de mi, ¿qué razón tienes en creer en mi palabra o pedirla? Ninguna. Por lo que no voy a prometerte nada, salvo por el hecho que yo nunca miento —sonrió enigmática.

—Y en caso de que no aceptaras, hay otros presentes que sí puede acceder a ser mis mensajeros —resolvió con tono burlón fijándose en Maëlys —. Oh, tendré forma de saberlo sí. Esta manzana es para mi sobrino, y para nadie más. Sabré que la tiene y que se la habéis entregado.

Con una risa burlona, Morgaine se encogió de hombros respondiendo la última pregunta de Selin como si dijera una obviedad.

—Soy la señora de Ynys Afallach, ¿por qué no debería ser una manzana? —movió la cabeza de lado antes de volver a extender el extraño fruto —. Haced lo que os pido y la Magnum Innominandum no volverá a estas costas, vosotros habréis cumplido con la tarea asignada por mi sobrino y seréis recompensados por él. Y también por mi. Es un trato justo. Para todos, ¿verdad?

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

- No dudo que tenéis vuestros métodos- terció finalmente Artur- y desde luego no seré yo quien os acuse de mentir, o quien sienta afrenta porque en tan alta estima tengáis a las mujeres y en tan baja a los hombres. No señalaré lo obvio a tal respecto porque, después de todo, es prerrogativa del que tiene el poder usarlo. Es verdad, vuestro nombre es poco conocido, aunque es cierto que, como habéis visto, Morgaine, señora de Ynys Afallach, tanto la dama Maëlys conocía vuestro nombre, como yo mismo conocía vuestro nombre y vuestro rango. Aunque, debo reconocer, que siempre lo conocí como meramente la mano derecha de Riothmus, y por vuestras palabras, más bien pareciera ser al revés. Puede ser. Tanto da. He conocido a vampiresas más poderosas que cualquier varón, y a la inversa. No somos mortales, después de todo- guarda entonces un momento de silencio y continúa, pensativo- No me gusta mentir, y por eso quiero preguntaros, ¿bastaría con entregar vuestro presente a uno de los consejeros de vuestra hermana, con el aviso y la frase que me habéis indicado? Es posible que no se nos permita entregar algo así personalmente y, para el caso de aceptar, quiero estar seguro de estar cumpliendo con lo pedido.

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

Las palabras de Maëlys se repiten en mi mente, tiene razón, pero es difícil no pensar lo peor de una mujer tan arrogante y con una perversidad casi palpable. Sigo atendiendo a Morgaine, todo lo que dice me parecen excusas, es posible que no mintiera y su palabra sí valiera algo pero ella se muestra reacia a formular una promesa por considerarnos inferiores y volver así a demostrar el desprecio que siente por nosotros a pesar de pedir nuestra colaboración. No alcanzo a comprenderla bien.

Frunzo más el ceño cuando mira a la Brujah, asumiendo que podrían dejarme de lado en esta decisión, algo que me molesta profundamente.

Vuelvo a mirar a la manzana. -No lo sé…- Murmuro, estoy segura que la mujer no es de fiar a pesar de que diga que no miente, pero se me presenta la oportunidad de proteger estas costas y seguramente sea la única forma que tenga de detener la niebla. Enfrentarme a la señora de Ynys Afallach no parece la opción más inteligente y quizás merezca la pena caer en sus artimañas para salvar estas costas, eso sí, tengo que creer que cumplirá con lo que dice.

Artur parece también dispuesto a colaborar. Tuerzo la boca en gesto de desagrado. Decido quedarme callada esperando a ver que más tienen que decir, mis compañeros de viaje y Morgaine, mientras sigo reflexionando sobre todo lo que ha dicho.

Círculo de Pen-Hir, noche del 30 de octubre de 1264

—Diez horas antes del amanecer—

Morgaine miró a Artur con atención, escuchó sus palabras y movió la cabeza con soltura antes de responder.

—Debéis entregar la manzana con el mensaje a mi sobrino. No hacerlo sería incumplir nuestro.. acuerdo —dijo con una tranquilidad depredadora —. La Magnum Innominandum regresaría a estas costas.. y vuestro empeño en entredicho. Estoy seguro de que podréis hacerlo bien. Todos —miró alternativamente a los presentes al margen de Artur.

—¿Y bien? Decidid. Ahora. Soy paciente, pero no me pongáis a prueba —dijo aun con la manzana extendida hacia vosotros.