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Casa de Ardan, Capilla secreta de Praga, noviembre de 1264

Tu viaje desde la península ibérica había sido largo, casi un mes de viaje a caballo guiado por una escolta de ghoules leales a los tremere. Las paradas estaban calculadas, en una época en la que a los Brujos aún se les llamaba Usurpadores, toda precaución era poca. Muchos cainitas hubieran encontrado apetecible dar caza a un solitario tremere, pero afortunadamente tu estirpe llevaba tiempo jugando al peligroso juego de poder en aquella Europa del decimotercer siglo.

Atravesaste las tierras de Bohemia sintiendo un malestar denso, espiritual, como si aquel lugar escondiera una maldad antigua mezclada con la propia tierra. Pronto te acostumbraste, pues no había tiempo de hacer paradas, tal como te había indicado tu Sire, debías presentarte en la Casa de Ardan, una de las primeras Capillas de Europa, en Praga. Selena no te había confiado más, pero te aconsejó que fueras cauto dada la situación inusual de la Capilla en la capital bohemia.

Alcanzaste Praga a principios de noviembre, con el otoño cerniéndose como un depredador sobre el paisaje. Enseguida fuiste conducido al lugar secreto donde se encontraba la Capilla, en el corazón de la ciudad. Los ghoules se quedaron en la puerta, su entrada no estaba permitida, pero te mostraron el camino a tomar y las respuestas que debías dar para que las defensas mágicas no reaccionaran contra ti. Tras sortear unos pocos pasillos llegaste a un salón, poco iluminado con velas y con las comodidades justas, allí encontraste a alguien que, cuando entraste, alzó su mirada hacia ti.

Casa de Ardan, Capilla secreta de Praga, noviembre de 1264

Era una mujer hermosa, pelirroja, de una edad difícil de adivinar. No se levantó para recibirte, simplemente te analizó con detenimiento antes de decir nada.

—Eres el nuevo aprendiz de Herr Ardan, ¿verdad? —su voz era severa, inflexible, denotaba autoridad —. Me han dicho tu nombre, anunciado tu llegada. Pero prefiero escucharlo de tus labios. Soy la baronesa Irina Kornfeld, Príncipe de Praga. Preséntate como es debido.

El tono de voz de la Príncipe era sosegado, pero poseía una potente aura de irresistible dominio que irradiaba toda la estancia. Incluso dentro de la propia Capilla.

Tras un viaje habitual entre los Tremere, el relativamente joven brujo, aún no muy habituado a aquellos menesteres dado el tiempo que había pasado en capilla formándose, aún se sentía algo intranquilo, y las crecientes protecciones de la capilla no hacían sino incrementar su sensación de estar metiéndose en la boca del lobo.

-Octavio de Hoz.-Respondió doblando la rodilla y apoyándola en el suelo con una profunda reverencia.-Chiquillo de Selena. Mi propósito es el que decís, así como aquel en que pueda serviros, mi señora.

Dicho esto, permaneció arrodillado a la espera de la debida indicación para levantarse.

Casa de Ardan, Capilla secreta de Praga, noviembre de 1264

La mujer tenía una belleza madura, pero su porte irradiaba autoridad. A pesar de ser un iniciado en el Clan, que aquella mujer estuviera dentro de las dependencias de la Capilla, y de una Capilla que era secreta, era, cuanto menos, extraño. No dijo nada más, simplemente te observó, ni siquiera se molestó en fingir que te juzgaba. Durante un minuto que pareció eterno, una de las puertas se abrió dando entrada a una figura enjuta, seria, a la que la Príncipe asintió con un gesto cordial.

—Herr Ardan. Parece que vuestro nuevo iniciado es un hombre que sabe cual es su lugar. Es buena cosa que sea así —comentó la toreador.

El relativamente joven Tremere no respondió a la observación ni hizo patente su extrañeza ante la presencia de la Toreador en la capilla. Si el regente la había invitado, sus motivos tendría. Quizá debiera discutirlo con su sire u otras autoridades. Ya se vería.

-Saludos, mi señor.-Dijo el joven sin levantarse.

Casa de Ardan, Capilla secreta de Praga, noviembre de 1264

Ardan era un hombre de una engañosa edad, poseía potencia física remarcable, y su mirada era astuta. Se inclinó servicial ante la baronesa Kornfeld, tal como dictaba el protocolo.

—Su Excelencia, me honráis una vez más con vuestra presencia. Vuestras palabras son remarcables, pero nuestro iniciado aun le queda mucho que demostrar —respondió Ardan, entonces su atención se dirigió hacia ti.

—Octavio de Hoz, bienvenido a Praga. Bienvenido a mi casa, a la Capilla —te miró de arriba a abajo, analizándote —. ¿Cómo ha ido el viaje, iniciado? ¿Cómo se encuentra tu Sire?

No le correspondía a él discutir las decisiones de un superior en el clan, por lo que pasó por alto la presencia de la príncipe en la capilla y respondió a lo que se le pregunta.

-Mi sire goza de buena salud.-Respondió.-Os manda sus saludos y se ha interesado de igual manera por la vuestra.-Añadió con cortesía.-Confía en que podáis encontrar de utilidad los escasos talentos que este aprendiz pueda poner a vuestra disposición. Respecto al viaje, ha sido bastante instructivo a la par que confortable.-Añadió con sinceridad. Había conocido regiones y caminos por donde jamás hubiera pensado caminar y había aprendido lo necesario por si en otra ocasión lo requería para viajar largas distancias.

Casa de Ardan, Capilla secreta de Praga, noviembre de 1264

El Regente de Praga asintió conforme con tu respuesta, en ese momento la Príncipe Kornfeld se despidió comentando acerca de unos futuros asuntos a tratar con Ardan y que esperaba que tu persona demostrara la valía que esperaban de él.

—Como siempre, agradecido, Su Excelencia —se inclinó cortés ante Irina Kornfeld, y ella se marchó por el lugar donde habías venido dejándoos a solas. Ardan te escrutó con detenimiento, hizo un gesto para que te sentaras, él hizo lo propio.

—La presencia de la baronesa Kornfeld es una constante que nos debemos obligados a aceptar. Una aliada potencial, una.. amiga del Clan —respondió el tremere mientras no apartaba mirada de ti —. Una elección inusual. Me pregunto que vería Selina en ti. Pero mi juicio ya llegará cuando, supuestamente, cumplas las expectativas depositadas en ti. Cuéntame, Octavio de Hoz, entiendo que tu Sire te habrá iniciado en los senderos de la magia de sangre, ¿verdad?

El caballero asintió ante las explicaciones del regente, aunque recuerda la frase que su sire solía decir, Excusatio non petita...

-Haré cuanto esté en mi mano para cumplir cualquier cometido que consideréis oportuno encomendarme.-Respondió sin vacilar.-Efectivamente estoy, como corresponde a todo neonato del clan, versado en los fundamentos de la magia de sangre, mi señor.

Casa de Ardan, Capilla secreta de Praga, noviembre de 1264

Ardan asintió llevando la mano a tu hombro para que lo acompañaras a través de pasillos anodinos e iguales, vetustos como si no pasara por ellos nadie desde hace siglos.

—Aunque tengo entendido que eres una figura inusual entre los nuestros. Eso es bueno, lo inusual siempre sorprende —elogió el Regente —. Dime, muchacho, ¿qué sabes de la Bretaña francesa? ¿Sabes quién gobierna ahí?

-Agradezco vuestra amabilidad.-Respondió el joven soldado acompañando al regente por aquellos intransitados lugares. Hizo un esfuerzo por recordar si había oído algo sobre la bretaña francesa y lo puso en conocimiento de su anfitrión.

Casa de Ardan, Capilla secreta de Praga, noviembre de 1264

Si bien sabes que en Bretaña gobierna la Príncipe Margawse Menguy de los Toreador, eres consciente de que es una tierra fragmentado en pequeños principados dependientes de la primera. Un equilibrio de poderes entre el clan de la rosa y los brujah del norte.

—Te pondrás al día de sus políticas y relaciones. Pues marcharás presto a esas tierras —explicó Ardan —. Allí uno de nuestros agentes, Lothaire Chabroux, trata de convencer a los Príncipes de Bretaña de la necesaria presencia de los nuestros en sus cortes. Nuestro clan aun no goza de una capilla allí, y Lothaire tiene como objetivo obtener el permiso para ello. Lleva tiempo allí, los vástagos bretones son tercos y desconfiados, pero confío en su éxito.

Hizo una pausa, se detuvo poniéndose delante de ti.

—Irás allí y te pondrás al servicio de Lothaire, harás caso de sus instrucciones y él continuará formándote en tus estudios —explicó —. Sé que no es lo convencional. Pero los antiguos creen que se está gestando algo en Bretaña, un vórtice, una poderosa magia antigua que está creciendo en sus tierras. Queremos saber qué sucede, y, si es posible, aprender o apoderarnos de ella. Te daré una carta sellada para Lothaire. Dime, Octavio de Hoz, ¿podrás hacer esto?

El joven soldado sonrió ante la propuesta de su superior. Desde luego no parecía fácil en absoluto, pero la recompensa bien valía el riesgo. El clan y el gozarían de mayor poder en aquellas tierras, y una capilla nueva siempre era una gran oportunidad para aquellos que habían ayudado a instaurarla.

-Lo intentaré con cada gota de sangre que fluye por mis venas, mi señor.-Dijo con una reverencia.-Soy consciente del peso de la misión que el clan deposita en mis hombros y en mayor medida en los del señor Lothaire, y haré cuanto esté en mi mano por no fallar a ninguno de los dos en cuanto pueda.

¿Hay algún otro cometido en que pueda seros útil?

Casa franca, Rennes, finales de 1264

Ardan asintió brevemente conforme con tu respuesta, apenas añadió un comentario acerca de seguir formándote, pero apenas estarías en Praga. Un mes después hilabas camino hacia Bretaña. Fue un viaje ágil, con las paradas suficientes para pernoctar durante el día, pero la urgencia que parecían imprimir las palabras del Regente de Praga te espoleó a no demorarte en exceso. El viaje desde el corazón de Europa hasta el occidente francés se saldó en unas pocas semanas, dando algunos rodeos inevitables para evitar tal o cual batalla.

La dirección que tenías era de un local en la ciudad de Rennes, la capital de Bretaña, donde debía recibirte al hombre a quien debías prestar servicio, Lothaire Chabroux. Era una casa modesta, discreta, a la usanza que se destilaban los refugios tremere que querían sobrevivir a las suspicacias locales. Un ghoul recibió tu salvoconducto, te hizo pasar a una estancia con pocas comodidades, estuviste esperando durante un par de días sin permiso para abandonar el edificio con escasas comodidades hasta que, a medianoche del segundo día, se abrió la puerta del salón donde esperabas.

—Confío que la espera haya sido amena —saludó un hombre enjuto, firme. Tenía un paso algo ceremonial, observó los detalles presentes antes de reparar en ti —. La situación de los nuestros en estas tierras en precaria, estos lugares son un mal necesario. Eres Octavio de Hoz, ¿verdad? Y tienes algo para mi.

Octavio asintió con gran respeto. Aquella era una misión importante y deseaba estar a la altura. Toda aquella espera lo había exasperado, si bien no llevaba mal la falta de comodidades. Era un soldado curtido y estaba acostumbrado a tales dotaciones... e incluso a algunas más austeras.-Así es, Octavio de Hoz a vuestro servicio.-Respondió sin terminar de levantar la cabeza.-Doy por hecho que me hallo ante Lothaire Chabroux.-Añadió a modo de pregunta, pues no se había presentado.-En cuyo caso sí tengo algo para vos.-Hizo una pausa esperando su respuesta.- A fe que la situación de los nuestros no es particularmente halagüeña en estas tierras en los tiempos que corren, pero no necesitáis preocuparos. Mi periplo vital me ha llevado a acostumbrarme a unas comodidades casi espartanas. 

Casa franca, Rennes, finales de 1264

—Dais por hecho bien —confirmó Lothaire con un asentimiento —. Vuestra cautela es agradable, conservadla. Bretaña atraviesa un clima de guerra fratricida, los aliados que encontremos serán, con toda probabilidad, volubles.

Hizo una pausa, caminó un poco por la estancia antes de proseguir.

—Partiré en breve al castillo de Fòugeres, donde gobierna la Príncipe de Bretaña, Margawse Menguy. Antes de que te muestres, pediré su permiso para hacerlo, no quiero contrariarla —volvió la mirada hacia ti —. Si hay alguien que puede facilitar nuestra expansión aquí, es ella. La otra opción es cuanto más.. inestable. Su hermana, Morgaine, bruja y hechicera, pero sus poderes no proceden de la sangre.. son otra cosa más.. ajena. Si no podemos controlarla, debe ser destruida. El gobierno de la hechicería entre los vástagos debe ser feudo exclusivo —hizo una nueva pausa, como si practicara un ficticio ademán de tomar aire —. Bien, Octavio de Hoz, tienes algo para mi, ¿verdad?

El joven mercenario, complacido en cierta medida por la aprobación que su superior le acababa de mostrar, esbozó media sonrisa. Sabía que aquello podía ser una treta de cualquier forma, pero algo en su interior le empujaba a confiar. Tras unos instantes buscando entre su equipaje, encontró la carta.
-Aquí la tenéis-Dijo entregándola.- Espero sepáis disculpar mis precauciones.
Dicho esto se limitó a esperar a que su anfitrión leyera la misiva. Los nervios lo corroían como pequeñas bocas mordisqueando su estómago. Un reflejo de su vida mortal que volvía para atormentarlo. Sobreponiéndose, sonrió para parecer tranquilo.
-Me llama la atención el origen de los poderes de la citada Morgaine. Aquella segunda opción inestable. ¿Podéis ser algo más concreto? Si no tenéis inconveniente, claro. No quiero importunaros.

Casa franca, Rennes, finales de 1264

Lothaire movió la cabeza dando a entender que aceptaba y apreciaba tu cautela, aunque la rigidez de su cuerpo no demostraba ningún gesto aparte de un inalterable porte regio.

—No puedo confirmar nada aun, pero sospecho que se trata de magia de las hadas. No sé cómo ha obtenido alguien como ella ese.. poder. Pero sigo investigando al respecto —comentó pensativo —. Imagino que no habrás tenido contacto con tales criaturas en el pasado, ¿verdad?

El caballero negó con la cabeza.-No recuerdo haber tenido contacto, pero puede que haya leído algo sobre ello... Dejadme pensar un instante.-Con una mano en la barbilla y gesto pensativo, el guerrero pensó detenidamente en sus años de estudio y formación.

Si bien nunca has tenido contacto con el pueblo féerico, sabes algunas cosas como que sus poderes proceden de una esfera ajena a la vampírica, que su sangre dicen que produce un estado de euforia al vampiro que la bebe y que según el acervo popular son rechazadas por las campanas de las iglesias y que roban niños. Con algo más de sustancia sabes que son invisibles mientras ellas lo deseen, y que tienen un código moral distinto al humano o, incluso, al vampírico.