Partida Rol por web

La escena general es esta; Papagena intenta consolar a Barry, que parece sumido en un profundo trauma. Por su parte Oskari y Aigor han terminado de tratar a los heridos, aunque dos de ellos sin duda os ralentizarán, pues tienen algunas costillas rotas. Armand sigue en su mundo, entretenido con unos champiñones que ha encontrado al pie de un árbol mientras Excelsius y Remiel lo examinan. 

Con un leve parpadeo, el último rayo de sol se oculta, dejando a duras penas una leve aureola anaranjada cuyo calor se va extinguiendo a cada segundo que pasa. Pronto será de noche y los vampiros despertaran...como si este lugar hubiera captado el pensamiento, deja correr otra ráfaga de aire gélido entre vosotros.

-Pues qué éxito... como no mejore la cosa vamos a ser carnaza. Ummmm. ¿Será por eso? ¿Querrán atraer a los magos más viejos y poderosos de la Orden? Tal vez es por eso. Porque ¿qué pasará si acaban con nosotros? -cosa al parecer bastante probable, visto lo visto- Se mandaría por lo menos un Guernicus y un Hoplita de apoyo, probablemente uno de los "gordos", dado el robo del libro...

Puede que el Jerbiton estuviera agotado, pero le quedaba "fuelle" de sobra para seguir lanzando hipótesis.

Satisfecho por como habían quedado los costurones en los grogs, no podía hacer mucho más por ellos. Remendar la carne no era tan difícil como colocar o restaurar un hueso, eso no entraba dentro de mis aptitudes. Al menos verá un nuevo amanecer, si conseguimos salir de esta.

Tras la última frase de Excelsius, me quedo mirándolo fijamente, ¿No se ha dado cuenta o qué?, es lo único que puedo pensar, aunque viendo sus actuaciones durante el viaje, fácilmente puede no haberse dado cuenta.

-Ahórrate las cavilaciones sobre los refuerzos. Si quisieran mandar a alguien ya lo habrían hecho y no lo habrían dejado al mero azar -sentencio con dureza. Y no me importaba lo que Barry tuviera que decir sobre su casa-, somos la prueba que medirá la fuerza del enemigo, no la avanzadilla para el resto.

Armand rasca los campiñones con mucha curiosidad, y luego toma uno de ellos mirándolo como si dudara sobre llevárselo a la boca o no

Remiel no está muy convencido de que sea una buena idea que Armand se coma aquella seta... pero por otro lado, probablemente no se va a quedar peor de lo que ya está.

Aunque en el último instante trata de cogerle la seta de la mano, con toda la amabilidad de la que es capaz.

Probablemente comer una seta de un bosque maldito sea malo para tu dieta, ¿no te parece?

Máster, nos pediste una tirada de INT + Con. Mag., la superé y no me dijiste nada; ¿algo que pueda saber?

Nota: deduces con facilidad que se trata de un hechizo de Perdo Mentem, de quinta magnitud y cuya duración se prolonga un día entero, haciendo que el afectado se comporte como un niño de tres años.

Te lo puse en notas, la próxima vez estate más pendiente ;P

La mujer de repente se sienta frente a mí tan tranquila a pesar de lo que mi mente me traía a los ojos. Comienza a cantar algo y yo me percato de que se está haciendo de noche. Ni se qué es, pero verla en una actitud tan relajada no me ayuda en absoluto.

- ¡Calla! Calla, calla, calla, por favor, calla... -caigo sobre mis rodillas y me coloco las manos en los oídos, moviéndome suave adelante y atrás- Erika... perdóname... perdona... Erika... -respita lentamente, con las lágrimas volviendo a brotar.

- ¿Dieta? ¿que significa dieta? - pregunta mirando a Remiel con los ojos abiertos como platos- Ohhhhhh, ¿qué le ha pasado a tu cara?

El chico parecía estar realmente confundido, y Remiel no tenía tiempo para andarse con rodeos. Ignorando momentáneamente a Armand, se dirigió a los demás.

Está afectado por un conjuro de destruir la mente; estará así al menos un día entero, a no ser que alguien se vea capaz de superar un hechizo de quinta magnitud, vamos a tener que aguantar a un mago con el cerebro de un niño de tres años durante varias horas más.

Expuesta la situación, Remiel esperó que alguno de los sodales tuviera alguna buena idea; pero él veía difícil que su conjuro de Vientos del Mundano Silencio pudiera superar este efecto.

Vaya discurso sobre magia que nos acaba de soltar Remiel aunque, siendo sinceros, sólo he entendido que Armand se va a quedar así un tiempo del que no disponemos. ¿Desde cuando había magnitudes en los conjuros? No sé si acudir a la reunión me había causado más mal que bien.

Por otro lado, Barry estaba montando un espectáculo digno de un mozo de pocos años, ¿con esto teníamos que enfrentarnos al enemigo? Íbamos apañados.

-Se me ocurre un remedio que nunca falla... -me remango la manga y miro a Armand, luego a Barry-. Con este seguro que funcionará -señalo al flambeau- con el otro no estoy seguro. Así que más vale que se os ocurra algo antes de que me ponga a repartir mi medicina casera. Tiempo es lo que no nos queda ya.

Vale que los entresijos de la mente no eran mi fuerte, pero un sopapo bien dado despertaba a cualquiera.

Repentinamente una explosion de energia hace centellear los ojos de Papagena. Da un golpe al suelo y se levanta para levantar los animos una vez mas a aquel desubicado. En dos zancadas se situa frente a Barry.

- Barry, levanta la vista y mirame... -dice en tono firme pero sin que el mago le haga caso- ¡Mirame!

Dice imprimiendo un empellon en su pecho con el pie desnudo haciendole caer de culo contra el arbol que tenia detras.

- Ahora te vas a levantar y te vas a poner en camino con el resto y atento a cualquier cosa que pueda pasar ¿Entendido?

Parece que Barry va a girar la cabeza aun metido en sus ensoñaciones cuando Papagena le obliga a mirarla nuevamente moviendola con el pie.

- ¡¿Entendido?!

Puede que sea la posicion de dominancia en la que estaba Papagena, puede que fuera el tono de voz utilizado o que simplemente su sangre feerica hubiera dotado a sus ojos de una chispa especial, pero el caso era que algo en la cabeza de Barry hizo "clic!" en ese momento y se dio cuenta donde estaba el peligro o por lo menos un temor se anido en su mente sustituyendo al anterior, el temor de ver a aquella formidable mujer enfadada.

Remiel se concentra y, a voz en grito y gesticulando, lanza su conjuro de disipar magia para tratar de liberar a Armand del influjo al que se ha visto sometido.

¡Armand, libera tu mente! ¡Yo te lo ordeno!

Armand se queda observando a todos los presentes mientras escarba con la mano en la tierra gris y muerta, sin al parecer sentirse afectado por nada de lo que se dice. Luego mira a Remiel y, sin poder reprimirlo, bosteza

- Sueño. ¿Dormimos aquí? ¿qué hay de cena?

¿Que qué hay para cenar? Sopa de bofetadas te daba yo...

Remiel suspira a fondo, pensando en los magos que juegan con fuerzas que están más allá de su comprensión. El Criamon lanza una desesperada mirada a sus compañeros, mientras señala, abatido, hacia Armand.

Vosotros diréis, pero no podemos dejarlo aquí solo, y cargar con él nos supondrá más problemas que ventajas, al menos hasta mañana. También puedo intentar despejar su mente de nuevo, pero lo veo complicado.

-Remiel, estimado sodal, ¿no te enseñó nada tu maestro? Si dices que tiene duración solar, la duración no es un día, sino hasta que sale o se pone el sol, cosa que está pasando en este mismo momento. Si lo que has dicho es cierto, Armand volverá a ser un adulto mentalmente en, como mucho, unos minutos -aleccionó Excelsius, haciendo las veces de Bonisagus, cosa que podría aparentar de no ser por sus ropas mundanas.

Remiel juraría que había dicho que la duración del conjuro era "un día entero"... pero quién sabe, quizás se había confundido. A veces decía lo que no quería, y quería lo que no decía.

Bueno, sea lo que sea, podremos comprobarlo en breve.

Metido en lo mío, poco a poco la imagen de Papagena en todo su esplendor y su cabreo se abre paso, quizás no del modo que más necesitaba, pero haciéndome retrocede y percatándome, de alguna forma, de que ni su piel se caía a cachos ni se recortaba humo contra el cielo nocturno.

Respiro agitadamente durante unos instantes y poco a poco comienzo a tomar control de mí mismo y de mi respiración. Así que así es. Me digo a mí mismo, con la respiración más serena, cada vez, mirándola ahora fijamente a ella. Así es como funciona... Desvío la mirada, algo avergonzado y también algo desagradado por su repentina exigencia, pero con control de mí mismo.

- Yo... -respondo, y luego niego con la cabeza- Vamos. -añado con voz monótona, levantándome y acusando el dolor en el dedo.

Asiento en su dirección y echo a andar hacia el grupo con mirada sombría.

- Perdón por la demora. Prosigamos. -digo con pocas palabras, esperando a que estén listos y centrándome en sacar la pequeña astilla de mi dedo.