Partida Rol por web

Ni el puñal de Elietta ni las garras de la forma de ave de Enansal lograron hacerle daños visibles al cadáver, el cual volvió a descargar otro violento golpe contra la elfa urbana.

En ese momento Hroldar trató de lanzar un conjuro pero fuera lo que fuese, no pareció surtir efecto.

El crujido sordo del mazazo resonó en toda la sala a la par que otro: en el momento en que alguien más se acercó, el muerto viviente que se encontraba junto a Paexter e olvidó de él y atacó a la intrusa con resultados si cabía todavía más dolorosos al no encontrar una armadura que amortiguase el golpe.

Enansal ataca al cadáver de O18 (cadáver 2) pero falla.

Elietta ataca al cadáver de O18 (cadáver 2) y le hace 2 puntos de daño.

El cadáver de Ñ13 (cadáver 5) ataca a Selene y le hace 9 puntos de daño.

El cadáver de O18 (cadáver 2) salva la TS de la Transposición Funesta. Ataca a Elietta y le hace 11 puntos de daño.

Muro de Humo (4/6)

Mapa grande

Iniciativas

Cadáver 3
Esqueleto 3
Esqueleto 2
Elietta y Enansal (Infundir Valor +3)
Hroldar (Infundir Valor +3)
Esqueleto 1
Cadáver 5
Cadáver 2
Selene (Infundir Valor +3)
Cadáver 1
Paexter (Infundir Valor +3)
Lynariel (Infundir Valor +3)
Jarlath (Infundir Valor +3)

¡Turno de Selene!

El golpe resultó tan brutal que, por un momento, todos los sentidos de la tevinterana se cegaron por el dolor. Su visión se tiñó de rojo y un molesto y desconcertante pitido se instaló en sus oídos, haciéndole pensar que se iba a desmayar de un momento a otro. El bastón resbalaba de sus manos pálidas y sudorosas, pero con un reflejo que resultaba más instintivo que aprendido, lo sostuvo y, agónicamente, trató de dominar la magia, pero la energía del Velo se le escapaba entre los dedos como si fuera humo.

Su propia respiración le resultaba exageradamente audible, como si más que expulsar aire, estuviera conteniendo un grito, y su mente estaba completamente en blanco, vacía de todo lo que no fuera un zumbido constante. Estaba tan conmocionada que se encontraba incapaz de moverse. Casi, incluso, de respirar...

El cadaver restante llegó al fin a su destino y descargó un golpe contra el escudo de Lynariel provocando un desagradable sonido metálico que se quedó flotando en el aire.

El cadáver de J15 (cadáver 1) se mueve a L16 y ataca a Lynariel pero falla.

Muro de Humo 4/6

Mapa grande

Iniciativas

Esqueleto 3
Esqueleto 2
Elietta y Enansal (Infundir Valor +3)
Hroldar (Infundir Valor +3)
Esqueleto 1
Cadáver 5
Cadáver 2
Selene (Infundir Valor +3)
Cadáver 1
Paexter (Infundir Valor +3)
Lynariel (Infundir Valor +3)
Jarlath (Infundir Valor +3)

¡Turno de todo el mundo menos Selene en cualquier orden! (Los esqueletos no pueden disparar)

- ** Así que te das el lujo de ignorarme y atacar a mi compañera, eh, monton de estiercol??!! **, siseo el enano, en el idioma de la Roca^*, cuando el cadaver atacó a Selene, que se había acercado demasiado al radio de accion del muerto viviente. No podía girarse, pues el monstruo, al parecer contento tras conseguir verter sangre, redoblaba sus esfuerzos para golpearlos a ambos, pero el jadeo que le llegaba, junto al arrastrar de botas, le decían, sin palabras, que la tevinterana estaba al límite de sus fuerzas.

Apretando sus músculos, reafirmó los pies sobre el suelo, afianzó su presa sobre el mango del hacha y, esbozando una insana sonrisa, lanzó una serie de tajos laterales contra el cadaver, mientras decía: - Selene, alejate de aquí, vete hacia Jarlath!!! Otro golpe suyo daría con tus huesos en las rocas!!!

Todo parecía estar sucediendo muy deprisa, de modo que los sentidos apenas permitían capturar todo lo que sucedía. Lynariel y Paexter seguían combatiendo denodadamente en un frente que se había desbordado ya. Elietta estaba teniendo muchos problemas para librarse del muerto que la acosaba, y Enansal llevó a cabo de nuevo uno de sus prodigios y se transformó en ave, lanzándose en picado contra el enemigo que ardía entre las llamas que habían prendido el charco de sustancia aceitosa. Jarlath estaba a punto de arremeter. Y entonces…

Entonces, vio por el rabillo del ojo cómo la maga de cabellos escarlata recibía de lleno un tremendo mazazo que casi la hizo clavar una rodilla en tierra. Todo pareció detenerse de pronto. Respirando con fuerza, con los ojos abiertos de par en par, el hombre tenía la sensación de que lo único que podía hacer era mirar. Mirar cómo remataban a su dulce y frágil compañera. El tiempo parecía estarse dilatando de un modo absurdo, irracional, en aquella especie de burbuja aislada del mundo. Jarlath sintió como si tirasen de él en dos direcciones opuestas: hacia la refriega que estaba teniendo lugar entre las llamas, y hacia la tevinterana. Se quedó paralizado, indeciso, como si realmente no estuviese allí. Todo el mundo combatía, menos él.

«Eres un inútil».

La voz de su padre, que tanto tiempo hacía que no escuchaba, sonó clara en su mente. Parecía mentira que, incluso estando tan lejos, tuviese tanta influencia sobre él. Aquellas eran las palabras que, después de un gruñido despectivo, le dedicaba cada vez que Jarlath intentaba ser franco con él y hablarle de sus sueños, de sus aspiraciones, que inmediatamente volvían a sumergirse en la marea de lo probable, de las cosas que nunca llegaban a realizarse.

Y allí estaba, sintiéndose del mismo modo mientras una escena paralizada en un lienzo grotesco se presentaba ante él. La risa de su padre resonaba en su mente, ridiculizándolo por ser quien era, por tener la cabeza en las nubes. Afortunadamente, el bersérker enano volvió a trabarse con el cadáver ambulante que amenazaba con matar a Selene, enzarzándose en un mar de metal que distrajo momentáneamente al monstruo. Haciendo acopio de valor, Jarlath tomó su decisión. Girándose hacia la zona iluminada por la fogata mágica, corrió ligero como un gamo, sorteando a Elietta y las llamas, y acabó frente a frente con una de esas malditas criaturas. El temor lo hizo tragar. Los ojos carentes de vida del ser parecían mirar a través de él, y sin embargo estaba convencido de que sabía que él estaba allí. ¿Cómo podían existir criaturas tan horribles en el mundo?

«¡Sé un hombre!», le gritó la voz de su padre.

La frustración dio paso a la furia en el corazón del bardo. Su mano apretó con fuerza la empuñadura de la espada, y con un grito desgarrador, la levantó contra el monstruo, que tenía el rostro de su padre, descargando un violento golpe con todas sus fuerzas.

Su padre seguía riendo.

Las largas alas que agitaba a ambos lados de su cabeza aislaban a Enansal de lo que ocurría a su alrededor. El cadáver ocupaba todo su campo de visión; apenas vio aparecer la testa de Jarlath, brillando por el sudor bajo la luz trémula de las antorchas.

Soltó un profundo graznido y atacó al cuerpo momificado con sus garras, tratando de arrancar jirones de piel reseca de huesos de piedra donde no estaba cubierta por la armadura oxidada.

A. Estándar: Ataque (+4 BA +2 FUE +2 flanqueo +1 cambio de forma + 3 música) con garras al cadáver de O18.
(Creo que tiene más de 19 de CA, pero el bicho sigue en la grasa, así que tiro daño, por si acaso)

pg: 43/45.
pc: 11/34.
FUE -2 veneno
FUE +2, TS Ref +2, A, Natural +2

Lynariel dejó escapar el aliento después de que el filo de su espada cortara la putrefacta piel del cadáver y éste cayese inerte al suelo. Lanzó una mirada de desprecio hacia los dos cuerpos que habían sucumbido ante su Dar'Misaan. Sus músculos permanecieron en tensión, sabedores de que la batalla aún no había terminado.

El espacio libre que había logrado le permitió tener un pequeño respiro mientras contemplaba sus opciones. Giró a un lado y otro la cabeza para ver su alrededor. Paexter terminaba de rematar al otro muerto viviente para proteger a Selene, mientras el resto de sus compañeros tenían problemas para derribar al otro monstruo, el cual estaba rodeado por las llamas.

Sin embargo, la dalishana no tuvo tiempo para tomar una decisión. Por puro instinto, levantó el escudo para evitar el golpe de otra criatura no muerta.

- Maldita sea…- gruñó.

El escudo se mantuvo firme ante la sacudida de la maza. La elfa aprovechó para apartar el arma de su contrario y así abrir un hueco en su defensa por el que hacerle daño. No podía permitir que el no muerto avanzase más y supusiese otro peligro.

PG: 45/62

Ataque Asalto Completo a Cadáver M16.
1º Ataque:27 ; Daño: 10
2º Ataque: 28; Daño: 12

Elijo al Cadáver M16  para tener un +2 a la CA por la dote "Esquiva".

Maldición... supongo que a esto se refieren con lo de que algo es más difícil que matar a un muerto-Pensó la joven, rendida. Se sentía tan cansada que no pensaba que pudiera aguantar un golpe de las características del anterior. Sin embargo, su enemigo no parecía tener en mente dejarla escapar, quizá era el momento de cambiar de estrategia, pero claro, como siempre era más fácil decirlo (o pensarlo en esta circunstancia) que hacerlo. ¿Qué podía hacer? Ella no poseía magia y sus ataques parecían completamente inefectivos. Y es que atravesar algo que está hueco no tenía mucho futuro. Para más inri, el fuego parecía inefectivo contra ellos, por lo que aprovechar la mancha de grasa del suelo era contraproducente en muchos sentidos (Aunque más por el hecho de que haría arder a aquel pajarraco enorme en el que se había convertido la elfa sin pelo). Decidió echarse un paso atrás y mantener una posición defensiva. Si el enemigo se le acercaba, trataría de atacarlo antes.

El cadáver que había osado ignorar a un enano enfadado no tuvo tiempo de darse cuenta de su error antes de que el hacha de Paexter lo redujera a astillas.

El Dar'Misaan de Lynariel también encontró su camino hacia el objetivo, trazando un tajo que dejó la cabeza del cadáver colgando en un grotesco ángulo. La criatura gruñó molesta, añadiéndole más espeluznante surrealismo a la escena si cabía pero la elfa terminó de romper las vértebras que la sujetaban con el segundo golpe y el cadáver animado se desplomó por fin, desmadejado e inerte.

Enansal trató de atacar nuevamente al único que quedaba en pie, sin contar los esqueletos que continuaban siseando furiosos tras la barrera de humo, pero las garras de su forma de ave arañaron la superficie de la oxidada armadura. El que sí logró impactar fue Jarlath: la espada del bardo acudió en defensa de Elietta hundiéndose por una de las juntas.

Pero no fue suficiente.

Cegado en su obsesión por matar, el cadáver volvió a descargar un último golpe contra la elfa de ciudad. Esta vez, la maza impactó brutalmente en la mandíbula con un nuevo, terrorífico y definitivo crujido que la quebró sin lugar a dudas en medio de una explosión de sangre.

Lo último que sintió Elietta fue uno de los pedazos de su propio hueso, abriéndose paso hasta el interior de su cabeza y provocando un estallido indescriptible de dolor. Luego, el mundo desapareció a su alrededor, engullido por la oscuridad.

Paexter vaporiza mata al cadáver de Ñ13

Lynariel ataca y mata al cadáver de L16

Enansal ataca al cadáver de O18 pero falla.

Jarlath ataca al cadáver de O18 y le hace 8 puntos de daño.

El cadáver de O18 (cadáver 2) ataca a Elietta, le hace 14 (crítico) puntos de daño y... la mata.

Muro de Humo (3/6)
Infundir Valor (2/2)
 

Mapa grande

Iniciativas

Esqueleto 3
Esqueleto 2
Elietta y Enansal (Infundir Valor +3)
Hroldar (Infundir Valor +3)
Esqueleto 1
Cadáver 5
Cadáver 2
Selene (Infundir Valor +3)
Paexter (Infundir Valor +3)
Lynariel (Infundir Valor +3)
Jarlath (Infundir Valor +3)

¡Turno de todo el mundo en cualquier orden!

Por fin parecía que las cosas se ponían de su lado, una buena combinación de golpes por su parte habían dado con el cadáver deslabazado a sus pies, con heridas que no sangraban, si no que rezumaban muerte y larvas de insecto. Enseguida se giró para ver como estaba la chiquilla tevinterana: - Bueno, creo que sobreviviras!!, le dijo, con una sonrisa desequilibrada, dándole un golpecito amistoso en el hombro,  pero trata de mantenerte lejos de esta jodida lacra!!

Lynariel había vuelto a tumbar a otro de los cadáveres, conteniendo ella sola a tres de las criaturas: - Así que ya sólo queda uno tras nuestras líneas..., pensó el enano, mientras trataba de localizar a ese enemigo...

... De pronto, un sonido brutal, de hueso siendo machacado, trono por la caverna, un crujir de huesos que nada bueno auguraba para aquel que los tuviese en su cuerpo. Con alarma en su mirada, vio, impotente, como Elietta caia hacia atrás, con la mandíbula pulverizada, tras recibir un golpe mortal del condenado muerto viviente.

- NOOOOOOOOO...!!!, surgió del fondo su pecho un grito ronco, visceral, animal, mientras era consciente de que la elfa había dejado Thedas. Levantando el hacha, dejó la posición de Selene, e inició una carga contra el cadáver que, no sabía por qué maldita razón, no había ardido en la pira que le habían preparado. Sabía que no llegaría a tiempo para evitar la muerte de su compañera Guarda Gris, pero, por la Roca que la vengaria!!

El interior de Jarlath enmudeció.

En cuanto vio cómo su amiga, la elfa Elietta, caía al suelo como una muñeca de trapo tras recibir un golpe guiado por una fuerza sobrehumana, supo al instante que ya se había acabado. De un modo así de sencillo, la mujer había pasado en un abrir y cerrar de ojos de luchar por su vida y por la de sus compañeros a ser como el aire, o la piedra, o el agua de aquella cueva. En solo un momento, había sido arrastrada a un lugar que estaba más allá de cualquier ayuda o milagro. Simplemente, se había disipado. Se había apagado. Jarlath recordó aquel día, no hacía mucho, en los campos de práctica de Weisshaupt, cuando ambos habían compartido palabras y pensamientos, llegando a estar más cerca de lo que muchos podrían imaginar, aunque fuera solo durante unos breves instantes de conexión. Ahora, su voz jamás volvería a escucharse en la faz de Thedas, si acaso como un eco en los lugares donde el Velo era sutil como un paño de seda. Jarlath se preguntó cuánto tiempo tardaría en olvidarla, cuánto tardaría el timbre que oía en su mente en perder lustre y matiz hasta desaparecer para siempre en la nada, como cuando uno olvida los rasgos de aquellos a los que no ve desde hace mucho tiempo.

La mirada del hombre, que reflejaba un dolor sordo, empañado por las lágrimas de la impotencia, cayó sobre la aparición infausta que había cortado para siempre el hilo de aquella vida, y la furia lo inundó cuando reparó en el hecho de que tal vez esa cosa, ese espectro irreal, ni siquiera era consciente del daño que había causado, destruyendo lo efímero e irrecuperable con la insensibilidad de una máquina. Sin que su voz pronunciara palabra o articulara sonido alguno, el bardo lanzó un nuevo mandoble con su afilada hoja. Su rabia lo cegaba tanto, no obstante, que erró el golpe por mucho, estando a punto de dejar su flanco derecho desprotegido de los ataques de aquella criatura. Sin embargo, su mente apenas lo registró. Solo podía pensar en Elietta.

Otra de tantas cosas que el mundo se llevaba.

Un desagradable crujido advirtió a Selene de que el belicoso cadáver que avanzaba hacia ella se había detenido finalmente. Trató de articular una palabra de agradecimiento, pero fue incapaz de articular ningún sonido a causa del amistoso golpe que el enano le había propinado. A pesar de todas sus buenas intenciones, la maga, con una constitución débil de por sí, estuvo a punto de derrumbarse a causa del débil empujón.

Sin embargo, tenían un respiro... o eso pensaba.

Porque mientras sus pupilas volvían a centrarse en las imágenes que sucedían ante su rostro, y su torso se giraba para observar el lugar en el que se había concentrado la tensión de la batalla, otro de los muertos avanzó entre el mar de llamas y el cráneo de Elietta estalló en una explosión de sangre cálida y espesa.

El horror se instaló en su corazón como un negruzco cuco que expulsó a cualquier otra emoción de su pecho. El cuerpo, aún latiendo, se desplomó en el suelo, como si no fuera más que un saco de carne carente de alma o voluntad, arrebatado todo aliento vital que le hacía ser una persona.

Le habría gustado poder aullar como Paexter, conjurar el dolor y alimentar su odio para vengarse de sus asesinos. Y sin embargo, no podía hacerlo. Solo se mantenía una incomprensión absoluta, un deseo casi infantil de que nada de eso era real, de que en el fondo la joven elfa no estaba muerta, y que todo lo que había ocurrido a lo largo de ese día no había sido más que un largo sueño.

Pero el tiempo continuó, con completa normalidad, como si nada hubiera sucedido. Como si el fin de una existencia no supusiera nada en absoluto. Selene no había intercambiado apenas palabras con su compañera, pero eso no importaba. No se trataba de si había sido ella o cualquier otro de sus compañeros. Porque todos ellos, sin excepción alguna, iban a seguirla. Porque el significado de ser un Guarda Gris no era otro que la muerte. El sacrificio.

La magia se concentró finalmente a través del báculo, drenando las fuerzas de la criatura que seguía enarbolando su maza sin mostrar ninguna clase de emoción por su victoria. Podía haber hecho aquello como podría haber hecho cualquier otro conjuro que hubiera cruzado por su mente. Por inercia, por decir que todavía estaba haciendo algo, o por tratar de darle sentido a esa lucha que parecía nunca terminar, y que había comenzado desde el nacimiento.

Una lágrima rodó por su mejilla, casi como si hubiera surgido por error, porque nada en su expresión hacía patente su tristeza, no porque no lo sintiera, sino simplemente porque esta no encontraba modo alguno de expresarse que no fuera turbándola por dentro.

El Dar'Misaan cumplió su cometido atravesando la putrefacta carne. Respondió al molesto gruñido del muerto con otro corte que le devolvió a la oscuridad, lugar de donde no debía haber vuelto. Al ver cómo la criatura se desplomaba, la elfa relajó el brazo con el que sujetaba su espada y volvió a dirigir una mirada de desprecio a las tres criaturas que yacían inertes en el suelo.

Suspiró aliviada, descanso que duro muy poco. Un terrible sonido atravesó las puntiagudas orejas de Lynariel como pequeñas dagas que se abrían paso a su cerebro. Un horrible crujido que heló de arriba a abajo la espalda de la dalishana fue lo único que escuchó. Un sudor frío comenzó a recorrer su frente, mientras trataba de girarse. Todo parecía haberse ralentizado.

Dejó escapar un grito ahogado al mismo tiempo que contemplaba la figura de Elietta abatida por la maza del único cadáver que había preferido luchar con otro contrincante. Estuvo a punto de soltar su arma, presa de la impotencia. No podía ser cierto, no era posible. ¿Acababa de morir delante de sus narices una compañera suya?

Rabia, impotencia, dolor, tales fueron sus impulsos. Su mano derecha agarró con aún más fuerza que antes el pomo de la espada. Apretó la mandíbula en un gesto de odio. Y de pronto se hizo el silencio. Ya no escuchaba el grito de Paexter, ni el crujido de huesos en la lejanía, ni siquiera el latido de su propio corazón.

Lynariel sentía la necesidad de acabar con la criatura y devolverla al pozo de oscuridad del que procedía. Cuando vio a Paexter cargar contra el no muerto, la elfa siguió su estela blandiendo su arma. Dado que el enano y el bardo fallaron sus golpes, Lyna sorteó al bersérker y tras ponerse en frente de la criatura y bloquearle el paso, le golpeó con su Dar'Misaan con todas sus fuerzas.

PG: 45/62

Acción de movimiento a P16.
Acción de Ataque a Cadáver P17
Ataque: 22; Daño: 14

Ni garras ni espada detuvieron el avance del viejo cadáver poseído. Sus miembros pesados, como hechos de arena compactada, golpearon una y otra vez el cuerpo de la joven elfa hasta que no quedó de ella más que un pálido saco lleno de huesos rotos, muerta. No había nada a ninguno de los lados del Velo que pudieran asir para cambiar ese destino.

Parpadeó. De nuevo se vio rodeada de rostros sin rasgos, desconocidos y, sin embargo, capaces de tirar de ella hasta descoyuntar sus emociones. Algo que los rostros que veía al abrir los ojos no podían hacer. Todos caerían algún día; no había otro fin para el camino que habían iniciado.

Las armas de sus compañeros cayeron sobre la criatura, haciendo saltar jirones de carne cenicienta, desterrando finalmente al espíritu de su carcasa terrenal. Hizo fluir su cuerpo y se posó en el suelo, de nuevo sobre pies descalzos. Hundió los dedos en las puntas de los dedos en la tierra y cerró el cauce de energías del velo que fracturaban el suelo de la caverna. Había caído la primera de ellos, pero aún no habían terminado allí.

Los tres arqueros, dijo, señalando la pared de humo con el dedo. Si lo atravesáis, la bilis os trepará hasta la boca. Rodeadlo, o esperad, el humo se marchará enseguida.

Accion rápida: Cambio de forma a elfa.
Acción estándar: Deshacer impeding stones, para que puedan ir a por los esqueletos sin caerse.

Uno de los nuestros había caido frente a esos siervos del Demonio, y eso había dejado en el enano una ira dificil de contener, así que, cuando la otra elfa, Lynariel, lo hubo abatido, aun así, el enano descargo un hachazo, con rabia, sobre el amasijo de carne putrefacta, inerte de nuevo.

Cuando la extraña elfa calva volvió a poseer su forma normal, e hizo que la tierra mas allá de la posición que ocupaba el grupo dejara de quejarse y moverse, y les avisó de que no había mas peligro que el muro de humo que aun evitaba que los esqueletos armados con arcos los atacaran, Paexter se bajó el yelmo, extrañamente callado, y, mirando a Lynariel, le dijo, con voz grave y cavernosa, al venir de dentro del yelmo:

- Y bien, elfa, vienes a vengar a nuestra compañera??

No estaba tranquilo, ni mucho menos, pero al menos veia en un horizonte cercano la perspectiva de usar esa ira contra unos enemigos tangibles, ya que el condenado demonio no se atrevía a mostrarse ante ellos para una lucha de igual a igual.

Sin esperar contestación, se echó el enorme hacha al hombro, y salió todo lo deprisa que le permitían sus cortas piernas: - No sea que la condendada elfa se me adelante, y me deje sin ninguno!!, pensaba, mientras corría...

—Reúnete con los tuyos en los salones aéreos de la Dama del Cielo, Elietta —murmuró Hroldar para sus adentros, antes de apretar la mandíbula y moverse hacia delante, buscando un ángulo seguro desde el que apoyaros si fuera preciso—. Acabemos con esto.

Doble movimiento hasta H16.

El cadáver había caído sin emitir un solo sonido, como si de una especie de burla muda desde ultratumba se tratara, encima de la víctima que se acababa de cobrar.

Pero aún no se había acabado el combate.

Enansal deshizo el conjuro que agrietaba el suelo y aquello lo notaron también los esqueletos ocultos tras el muro de humo que comenzaron a agitarse. No sabíais si se estaban moviendo pero al menos oir, los oíais.

El fuego se ha quedado sin combustible.

Muro de Humo (2/6)
Infundir Valor (1/2)

Mapa grande

Iniciativas

Esqueleto 3
Esqueleto 2
Elietta y Enansal (Infundir Valor +3)
Hroldar (Infundir Valor +3)
Esqueleto 1
Selene (Infundir Valor +3)
Paexter (Infundir Valor +3)
Lynariel (Infundir Valor +3)
Jarlath (Infundir Valor +3)

¡Turno de Selene, Lynariel y Jarlath en cualquier orden! Se supone que Paexter iba también después de Hroldar pero como ya escribió consideramos que ya ha movido en este turno.

La dalishana no se inmutó cuando su espada atravesó el cadáver sin piedad ni siquiera cuando Paexter volcó toda su rabia en los restos de la criatura. Sus ojos se dirigieron al cuerpo inerte de la elfa, que yacía muerta a escasos metros de ella. Cerró los ojos y apartó la mirada con resignación. Contemplar de cerca una herida tan grave era siempre grotesco. Era horrible y triste perder a un compañero de batalla.

Se lamentó de no haber podido salvarla. De no haber vencido a tiempo a las criaturas no muertas. De no haber retrocedido cuando tuvo ocasión.

La grave voz del enano la devolvió a la realidad. Ella le miró en silencio. Nada dijo cuando éste le habló ni cuando se marchó corriendo a por los últimos enemigos, simplemente asintió. Volvió a mirar a la elfa, notó cómo su mano apretaba con fuerza el pomo del Dar'misaan. Sentía rabia y dolor. Las palabras de Hroldar la animaron a continuar con la lucha. Echó una último vistazo a Elietta y emprendió su rápida marcha en completo silencio.

- Es hora de devolverlos al lugar de donde no debieron salir.- dijo calmada cuando se colocó al lado del enano.- Acabemos con ellos.

Doble movimiento hasta E13

Al fin. Aquel ser maldito había caído. La abyecta criatura que había asesinado con indiferencia a la joven Elietta había sido reducida apenas unos segundos más tarde a cenizas y polvo. Por desgracia, el golpe decisivo no había llegado a tiempo, y ahora todos tenían una pérdida que llorar, con más o menos pena. El hierático Hroldar lanzó unas palabras al aire, una despedida poética cargada de misticismo, y se alejó a la carrera, seguido inmediatamente por Paexter. Lynariel se quedó un poco rezagada. Jarlath apenas tuvo tiempo de intercambiar con la elfa una fugaz mirada huérfana, antes de que aquel cuervo también emprendiera el vuelo. Uno a uno, como una bandada de pájaros, se estaban alejando de aquel lugar, en el que ya nada había para ellos.

Con resignación y un creciente malestar en el pecho, Jarlath aceptó que aún no estaban a salvo. Ni siquiera se molestó en limpiarse las lágrimas de la cara. Dejando el cuerpo desmadejado de Elietta a un lado, envainó su espada* y se aproximó al lugar donde acababa de dejar caer su ballesta. Aquel era un lugar extraño donde sucedían cosas extrañas, y no quería que una de ellas lo sorprendiera desarmado.

La tevinterana apartó la mirada cuando un furioso Paexter comenzó a descargar golpes cada vez más violentos contra el cadáver finalmente abatido. La venganza no traería de vuelta a la compañera que habían perdido, el odio no solucionaría nada y solo les traería más dolor.

Profundamente entristecida, avanzó dificultosamente hacia delante, junto con el resto de los guardas, tratando inútilmente de limpiarse la sangre y el llanto de su rostro, pero solo consiguió emborronar más su tez pálida, convirtiéndola en una deforme caricatura de lo que era realmente.

-Tres más...- pensó mentalmente, aferrándose a la poca esperanza que le restaba -Tres más y habremos acabado...