Partida Rol por web

Cuando mencionas el pueblo Jessie mira inconscientemente en su dirección. Después tuerce el gesto y su mirada regresa a la bestia.

- Si alguien nos ve ir y venir de este lugar sospecharan que traemos algo entre manos. Esta zona no es precisamente un lugar de acampada y hay mucho chiflado de la caza que sueña con atrapar, vivo o muerto, a algo como lo que hemos encontrado.

Da unos pasos alejándose de la cueva y mira a vuestro alrededor, como buscando algo.

- Llevo aquí casi una semana. Se me terminó la comida al tercer día, entonces nuestro amigo se dedicó a cazar sin comer. Por extraño que parezca atacaba a otras bestias y las mataba, después las acercaba a este lugar y las abandonaba. No se si es su ritual, pero me atrevo a decir que lo hace para ofrecerme presas frescas.

Recuerdas el saurio muerto ante tus ojos hace apenas un día. Abandonó la presa, no estaba cazando para sobrevivir.

- En esa dirección hay un pequeño riachuelo, el agua está limpia para beber aunque muy fría si quieres asearte. Por mi parte no intentaré alejarme mucho, no quiero que nadie se acerque y no es seguro con la fauna que nos rodea.

Se gira hacia ti y te mira de arriba a abajo.

- Supongo que estas acostumbrado a vivir en la naturaleza ¿verdad? No tienes aspecto de ser uno de esos turistas de ciudad que visita el bosque una vez y ya se considera un superviviente experto. Supongo que lo haremos bien.

—Entiendo.

Tenía razón, no era prudente ir y venir del pueblo cada dos por tres. Aquello solo atraería la atención de los cazadores, que comenzaría a sospechar de nosotros. Lo mejor era acampar allí.

—He tenido que pasar algunos días al intemperie — comenté a su pregunta —, así que creo que tengo las nociones básicas para ser sobrevivir algunas semanas. Además, si ya es nuestro amiguito quien caza por nosotros, se facilitan las cosas.

Entonces me dirigí hacia una zona plana donde pudiéramos acampar sin miedo a ser vistos y observé a mi alrededor.

—¿Qué tal acampar aquí? Podría hacer una pequeña choza de madera para cubrirnos por si llueve. No será una suite de lujo pero...

El lugar elegido para acampar mantiene la cueva a la vista, el suelo parece bastante libre de nidos de cualquier insecto y las ramas que se cruzan sobre vosotros facilitan el montaje de un tejado en caso de precipitaciones.

- Deberíamos enterrar un poco la hoguera, así será menos visible. Las noches no son del todo frías, pero aunque no cacemos sí tenemos que cocinar lo que obtengamos.

Mientras analizas los materiales de los que dispones y piensas como llevar a cabo el improvisado refugio Jessie te enseña una cantimplora militar que parece haber sobrevivido a varias guerras.

- Si almacenamos agua nos ahorraremos el riesgo de ir hasta el riachuelo, dame tu cantimplora e iré a llenar ambas. Después te ayudaré a construir esa suite que tienes en mente.

La cantimplora de Jessie me llamó la atención. Me recordaba a la mía... vieja y desgastada.

—Claro, aquí tienes — dije tendiéndole la mía, aquélla que me dieron al alistarme en el ejercito.

Siempre podré decir que era de mi padre...

No me gustaba hablar de mi vida. Menos aún teniendo en cuenta que era un fugitivo de mi propia nación. Y, aunque Jessie me caía demasiado bien, eso no tornaría mi forma de ser. Suficiente había desvelado ya al decirle mi verdadero nombre.

—A ver — comencé a echar arena sobre la hoguera con la intención de taparla mientras pensaba cómo usar los recursos que había por allí para hacer el improvisado campamento —, quizá pueda hacerte un pequeño palacete. No habrá reina ni princesa que no te envidie por vivir en una choza como la que te haré, jaja.

O eso espero... ejem...

Cuando Jessie vuelve con las cantimploras llenas tú ya has comenzado la construcción del pequeño refugio. Todo lo relacionado con la supervivencia se te da bien, esta vez no será una excepción aunque tampoco será de tus mejores trabajos.
Un improvisado tejado inclinado para desviar la posible lluvia y tres paredes servirán para protegeros del viento. Del frío se encargará la hoguera y de la humedad... bueno, contra la humedad poco puedes hacer con los materiales que tienes a tu alcance.

Jessie observa el resultado final con una sonrisa en los labios, asiente con la cabeza en un claro gesto de aprobación.

- No esta nada mal. Me recuerda a mi piso de estudiante, pequeño, poco decorado y sin intimidad alguna. Pero servirá, o tendremos que hacer que sirva. Como tú has hecho la casa supongo que a mi me tocará hacer la cena ¿llevas algo encima que pueda convertir un trozo de carne cruda en algo mejor que un simple filete? Sí, no soy una gran cocinera, pero conmigo no morirás de hambre.

La bestia se ha ocultado completamente mientras fabricabas el refugio, parece que vuestra actividad no es de su interés.
Los alrededores se mantienen tranquilos, que tú sepas tan solo hay dos personas mas en el bosque. Tratándose de un lugar tan grande, y teniendo en cuenta la peligrosidad de la zona en la que os encontráis, es difícil que os encuentren. Aunque eso debía pensar Jessie hasta que apareciste.

¿Pequeño, poco decorado y sin intimidad alguna? ¡Vaya! ¡Eso sí que es un buen piropo! No pude evitar sonreír. Desde luego no era nada del otro mundo, pero sí muy efectiva. Salvo por la humedad, claro...

—Vaya, ¡así que tu piso de estudiantes era mejor que el mío! Siento envidia...

Y volví a sonreír amistosamente mientras giraba mi mochila y buscaba en su interior algo que pudiera servir para la comida: un silbato que tenía que entregar (no, no me había olvidado de él...), los viales y la carta náutica del viajecito en barco que casi me cuesta la vida, el frasco con la crema que olía de perlas, la pistola y la navaja... por supuesto nada que pudiera servir para condimentar un poco la comida.

—Quizá por aquí haya algunas hierbas que puedan darle algo de sabor a la comida. Podría ir a buscarlas...

Aunque tampoco me importaba comer un filete a medio hacer en una hoguera improvisada y sin sal ni pimienta. Total, nunca había sido demasiado quisquilloso con los temas de comida.

Jessie asiente a tus palabras.

- Puede ser muy aburrido comer día tras día carne sin aderezo alguno. Si ves hojas rojas o azules no las cojas, lo último que necesitamos es envenenarnos en mitad del bosque.

Sin mas dilación es tu turno de acercarte al pequeño riachuelo que desciende con escaso caudal por el bosque. De no saber su ubicación puede que no te hubieras percatado de su presencia, el ruido que hace el agua al pasar es mínimo.
Cerca del agua las hierbas parecen crecer con mayor facilidad. Encuentras algunos frutos cuya toxicidad desconoces y hojas que reconoces como comestibles pero que no tienes la certeza de que sean las mas adecuadas.
Sea como sea te llevas todo, siempre habrá tiempo mas tarde de deshacerte de ellas o replantarlas si procede.

Cuando estás a punto de regresar escuchas un grito. La voz parece femenina, primero piensas en Jessie pero la procedencia es totalmente opuesta al de tu nueva compañera. Ha sido un grito breve, alarmista, pero no has entendido la palabra pronunciada. Si tu orientación no falla procede de algún punto lejano hacia el este, mientras que vuestro campamento está hacia el oeste. 

Tenía ya mi saco de hierbas y frutos a medio rellenar cuando escuché el grito. Era el grito de una mujer... ¿sería la loca con la que había compartido algunos minutos de mi vida junto a su hermano? Me detuve unos segundos, tratando de recordar cómo era la voz de esa mujer y si su tono podía corresponder con la del grito.

¿Debería ir?

Fuera quien fuese, podía estar en peligro... pero si iba quizá lo que estuviera en peligro podría ser el descubrimiento que con tanto anhelo habíamos salvaguardado Jessie y yo. ¡Mierda!

Suspiré y tiré en dirección al campamento lo más rápido que pude. En cuanto llegué, miré a Jessie seriamente y solté las hierbas cerca de donde estaba ella para que pudiera echarle más tarde un ojo por si había cogido alguna "indebida"...

—He escuchado un grito al este de aquí — le avisé —, quédate en el campamento y oculta el fuego... Iré a ver de qué puede tratarse, y si veo que... por algún casual, vienen hasta aquí, los distraeré y los alejaré en otra dirección. Procuraré no tardar demasiado en volver, pero espérame... por favor.

Y si Jessie no tenía nada que objetar, tan rápido como había vuelto, saldría de nuevo en dirección al lugar donde provenía el grito... Mi intención era ver de qué se trataba, por lo que trataría de permanecer lo más oculto posible.

Cuando regresas y cuentas a Jessie lo ocurrido la mujer coge rápidamente su arma antes de ocultar cualquier prueba de vuestra presencia en ese lugar.

- Esta es una zona de caza, aunque nunca nadie se adentra tanto debido a los saurios. Me esconderé no muy lejos, si regresas y no me ves espera por aquí. Y esta vez no te subas a ningún árbol.

Dejas todo el material recolectado y te encaminas hacia el este. Cruzas el riachuelo y sigues el origen del grito.
Tras toparte con algunos animales pequeños y, relativamente, inofensivos, vuelves a oír un ruido ajeno al bosque. Se trata de un disparo lo suficientemente cercano como para hacerte cambiar de dirección.

Finalmente encuentras lo que temías, personas. Un grupo de unos cinco hombres están discutiendo algo entre los arboles, a unos treinta metros de ti. Todos van armados y pertrechados para la supervivencia y la caza, puede que mejor equipados que el cazador medio.
Aunque no lo ves con facilidad parece que hablan con una sexta persona, uno de ellos golpea a alguien y el llanto de una mujer se hace sonoro. No oyes lo que dicen pero por su lenguaje corporal deduces que se trata de un interrogatorio.

Acercarte es arriesgado, regularmente el resto de hombres vigila los alrededores.
Al estar detenidos es imposible saber que dirección siguen o cual es su destino. La discusión continúa pero a esta distancia no es posible escuchar lo que dicen.

Aquello no tenía buena pinta. Cinco personas golpeando a una sexta... y por el llanto de la mujer, que obviamente debía ser la misma persona que había gritado anteriormente, podía deducir quiénes formaban la pareja que tan mala suerte había tenido: los hermanos.

El por qué los habían detenido y por qué estaban interrogándolos tan violentamente, miedo me daba descubrirlo...

Kim, la curiosidad mató al gato...

Era una frase que había escuchado a menudo, y a la que pocas veces solía hacer caso.. Ésta vez no iba a ser diferente, por supuesto. Al fin y al cabo, no me consideraba a mí mismo un gato, y ésta era la resolución que necesitaba para saciar mi curiosidad.

En vista de que desde esa distancia me iba a ser imposible escuchar algo de la conversación, decidí acercarme un poquito más... con cuidado, intentando no pisar ninguna rama. Necesitaba entender qué pasaba allí, qué querían esos tipos y, además, garantizarme de que mi intuición no había fallado y que realmente eran los hermanos a los que había acompañado horas antes...

Con cierta habilidad te aproximas varios metros a la escena. Ahora no hay ningún árbol entre el interrogador y tú, de modo que puedes oír de una forma más nítida lo que dice.

- Y una mierda estabais persiguiendo pájaros. En este lugar hay algo que caza y no se come a sus presas, ningún animal hace eso y menos aún una bestia. A no ser que haya sido amaestrada. Nadie está en mitad de un bosque lleno de saurios buscando pájaros. Decidme que demonios ocultáis o no saldréis vivos de este lugar.

Entre llantos la mujer se limita a repetir que no sabe nada. Su voz suena ahogada y el hombre que la sujeta se interpone en tu linea de visión, de manera que no puedes verificar si se trata de los hermanos.

- Ya me he cansado de esto, empieza a hablar.

Sin esperar mucho mas el interrogador saca una pistola y dispara contra la cabeza del hombre. Los pájaros de los arboles cercanos emprenden el vuelo asustadas por la detonación y el posterior grito de la mujer.
Sea quien sea ese pobre hombre ahora está muerto, su compañera parece ser la siguiente.

- ¿Qué escondéis? Solo dímelo y te dejaré marchar. Es muy fácil.

Tras el disparo el resto de hombres vigila con mas asiduidad los alrededores. Seguro que asusta a los animales pequeños, pero los depredadores se pueden ver atraídos por el ruido.

Mi mirada se desvió tras el disparo. Sentí lástima por aquel hombre, y también sentía lástima por la mujer. Si me quedaba alguna sospecha de quién podía ser, se había esfumado con la frase en la que el interrogador mencionaba a los pájaros. Al fin y al cabo, cuando había dejado a la extraña pareja de hermanos, éstos pretendían capturar a uno de ellos.

Lentamente, me llevé la mano al cinturón donde tenía enfundada mi pistola. Bueno, quizá sería más corrector decir "la pistola del contrabandista que por poco acaba con mi existencia", pero eso queda demasiado largo y dramático.

Si no hago nada, la matará...

Y si me movía, probablemente el que acabase con un balazo entre ojo y ojo sería yo. Sentía impotencia, pero... ¿qué podía hacer? ¿Lanzar una piedra y esperar a que aquellos hombres pensaran que era un saurio y decidieran huir todos juntos en tropel y dejando a la mujer sola y desamparada? Ni en sueños pasaría algo así... lo más probable sería que me descubrieran.

Piensa, Kim... piensa...

Pero por mucho que trataba de pensar, no se me ocurría absolutamente nada. Era un fracasado sin creatividad ni ingenio, eso quedaba a la vista teniendo en cuenta mi poca iniciativa en aquella situación. Solo podía esperar que una manada de bichos vinieran atraídos por el disparo y acabaran con aquella pesadilla... y como esa era la única opción y yo no pensaba quedarme para que esos posibles bichos me comieran (tenía más probabilidades de morir de un balazo en las circunstancias en las que me encontraba, todo sea dicho), decidí dar media vuelta y volver al campamento. Matarían a la mujer, era probable... pero al menos yo salvaría mi vida y la de Jessie... y quizá también pudiéramos conseguir algún plan con el que hacer que no descubrieran a la criatura que escondíamos...

Sin opciones viables optas por regresar. Mientras te alejas en silencio escuchas como las amenazas aumentan de intensidad y los golpes empiezan a llover sobre la mujer, la cual solo puede llorar.

Llegas al campamento y no has escuchado ningún disparo, no sabes si es buena o mala señal.
Te cuesta encontrar a Jessie, de hecho es ella la que sale de su escondite cuando te ve. Lleva la escopeta en las manos y mira nerviosa el lugar por el que has venido.

- ¿Qué ocurre? ¿Hay alguien cerca? Nadie se aventura tan dentro del bosque, no pueden saber de su existencia - señala a la cueva - y si buscan bestias hay bastantes por los alrededores. No podemos montar un campamento, pero pasar la noche a la intemperie podría ser mortal.

Jessie vuelve a mirar a la cueva, se muerde nerviosamente la uña del pulgar.

- Entrar ahí es un suicidio ¿verdad? Las bestias son territoriales, solo tardaría un segundo en despedazarnos.

—Vienen en busca de la bestia — contesté —. Ya han matado a una persona, y probablemente no tarde en seguirle otra chica a la que tenían retenida. Hubiera intentado ayudarla pero... 

Me sentía impotente pese a saber que no había tenido otra opción. Los gritos de dolor que profería aquella pobre mujer mientras yo huía aún retumbaban en mi cabeza, y sabía que probablemente tardaría demasiado tiempo en poder olvidarlos.

—Parecen un grupo de cazadores furtivos — proseguí —. Se han percatado de que hay un animal que caza pero que no se come a sus presas, y parecen que quieren averiguar de qué se trata. Deberíamos huir, Jessie...

Pero, si huíamos, ¿qué pasaría con nuestro descubrimiento? ¿Matarían a ese maravilloso ser que con tanto recelo escondíamos?

—Sí, las bestias son territoriales, pero ésta no parece una bestia como otra cualquiera... Quizá nos deje entrar. Pero, si los cazadores vienen... No tendremos salida. Solo nos quedaría enfrentarnos a ellos... Lo sabes, ¿verdad?

La expresión de Jessie se torna en preocupación para poco después pasar a ser de enfado.

- ¿Como demonios los han descubierto? Eres la primera persona que veo en días y las salidas de la bestia han sido escasas. Alguien ha tenido que ver los cadáveres y avisarles.

La pelirroja asiente lentamente ante tu razonamiento final.

- La bestia podría atacarnos. Y aunque no lo haga cuando salga a cazar no haríamos nada en la cueva. Tenemos que preparar este lugar por si llegan y acompañar al animal si sale. Y si nos topamos con ellos... bueno, por lo que dices son asesinos. No dudarán en dispararnos, tendremos que hacerlo nosotros primero...

Jessie te mira, esperando que comprendas lo que significa enfrentarse a esos cinco cazadores para proteger a la bestia.

Pues si sabes que nos va a atacar, ¿para qué me preguntas entonces?

No lo dije... lo que menos quería era caldear aún más el ambiente.

—Mira, son 5 y nosotros somos 2, es... un suicidio. Pero bueno, si hacemos una buena emboscada, podemos acabar con 2 o 3 rápidamente. Creo que deberíamos escondernos cada uno de nosotros en un lado distinto, de manera que cuando uno dispare, mirarán para el lugar del disparo y el otro de nosotros podrá salir del lado opuesto y dispararles por la espalda. No sé si me entiendes...

Estaba improvisando, pero podía ser un buen plan.

—No sabrán de donde les llegan los disparos y, con el desconcierto, quizá podamos abatirlos a todos antes de que se den cuenta de lo que les pasa — hice una ligera pausa antes de proseguir —. Será difícil conseguirlo, pero...

La cuestión era, ¿cómo reaccionaría la bestia ante los disparos? Si todo salía bien, ¿podría confiar de nuevo en nosotros? ¿O nos vería ahora como una amenaza de la que tener cuidado?

Sin perder la expresión de preocupación Jessie observa el lugar en el que os encontráis ahora.

- Este no es un mal sitio, podemos disparar desde ahí arriba - señala la zona elevada sobre la cueva - y después retroceder. Tendrán que cruzar el claro y entonces el otro disparará, puede que en ese primer ataque uno o dos sean heridos. Los otros tres tendrán que seguir y subir por uno de los dos lados, por lo que se puede preparar otra emboscada arriba ya que sabemos por donde van a llegar.

Mira su arma, un viejo rifle que debe haber heredado o comprado muy barato, y apunta con él al vacío.

- No soy una gran tiradora, si eres bueno déjame hacer el primer disparo. Estarán mas juntos y si me desvío alguno se llevara el plomo. Si fallo no habrá un segundo intento, este trasto no es precisamente rápido.

—Está bien — asentí con la cabeza —, haz tú el primer disparo.

Era lo más lógico después de todo. Jessie tenía razón, una escopeta requería más tiempo en recargar. Si ella disparaba primero y luego lo hacía yo, le daría más tiempo a recargar mientras nuestros oponentes trataban de digerir lo que estaba pasando, además de darle mayor oportunidad de acertar...

—Será mejor que nos vayamos preparando ya antes de que lleguen.

Ambos os situáis en las posiciones establecidas, cada uno a un lado de la entrada de la cueva y algunos metros por encima. Os separan una treintena de metros, suficiente para flanquear su cobertura en cuanto estén a una distancia corta.

Permanecéis casi una hora tumbados entre la maleza, esperando a que lleguen los cazadores y deseando que la bestia no salga de su guarida, lo cual echaría a perder todo el plan.
Finalmente comenzáis a oír pasos, el grupo es numeroso y no parecen ser precisamente sigilosos. No llegan desde la zona donde fueron avistados, parece que han dado un rodeo y se aproximan por la zona del claro mas próxima a Jessie.

Ves como van entrando y no tardan en encontrar evidencias de presencia humana, la zona pisoteada y algunos restos delatan vuestro paso por el lugar. La distancia es optima y la posición aún mejor, están agrupados a una veintena de metros de vosotros y apenas hay arboles por medio.
Confirmas que están todos juntos mientras esperas a que Jessie abra fuego, tu corazón se acelera mientras ves como no hay disparo de tu compañera. Temes que se haya marchado o haya entendido mal el plan, mil problemas pasan por tu cabeza hasta que una detonación te devuelve a la realidad.

De repente uno de los hombres cae al suelo emitiendo un grito de dolor. El disparo y el grito han provocado que muchos pájaros de los alrededores se alteren.
Los cuatro hombres restantes levantan sus armas y comienzan a buscar el origen del ataque, el interrogador comienza a dar ordenes para que los demás se cubran.
Por suerte aún tienes linea de tiro hacia cualquier de ellos.

Rápidamente, apunté con mi pistola al hombre que comenzaba a dar órdenes y apreté el gatillo.

Antes de disparar estaba ya seguro de que el disparo sería certero: en primer lugar, el plan estaba saliendo a la perfección, la situación era la más óptima y el que aquellos hombres estuvieran aún agrupados facilitaba más si cabe las cosas; en segundo lugar, me encontraba con la confianza y la motivación suficiente como para dar lo mejor de mí. Sabía que mi vida podía acabar en solo segundos ya que nos superaban en número, pero estaba decidido a no ser yo quien muriera en aquel lugar.

Tras el disparo, me oculté de nuevo y eché un rápido vistazo en búsqueda de una mujer en aquel grupo. ¿Sería capaz de reconocer a la mujer a la que habían estado golpeando? ¿Seguiría viva?