Partida Rol por web

Han pasado dos días desde que cruzasteis el paso canadiense y os adentrasteis en la Granja del Viento, una enorme extensión de praderas en altura, salpicada de generadores eólicos y rebaños de ovejas.

Luego la carretera os llevó junto al pequeño asentamiento de Loroño, y de nuevo pasasteis de largo, continuando vuestro viaje hacia Touriñan. Cada vez que habéis pasado cerca de alguien, o de algún lugar que no os ha dado suficiente confianza, os habéis ocultado o lo habéis evitado. Habéis visto personas, incluso algún extraño vehículo, pero a ningún frater y a ningún caballo. Y tampoco a ningún viajero; la carretera no parece ser muy transitada.

Ayer divisasteis Moraime a lo lejos, desde lo alto de una pequeña colina. Segun visteis se trata de una gran urbe si la comparais con lo que habéis conocido hasta ahora. Un muro la rodea y protege, unos cuantos edificios altos y algunas chimeneas humeantes sobresalen de la amalgama de callejuelas, casas y chatarra que conforman la ciudad, construida sobre restos del pasado.

Decidisteis pasar la noche cerca, ocultos. Posponiendo la decisión de entrar hasta el día siguiente, hoy. Luska probablemente esté ahí, esperándoos. Aunque también os aseguró la presencia de frateres en este lugar. Parece lo suficientemente grande como para que cuatro chicos viajeros puedan pasar desapercibidos, pero llamaríais mucho la atención con la Pulga.

Acabáis de despertar y Jose, que debía hacer la última guardia, no está. Sus cosas tampoco están, al igual que algo de comida y alguna herramienta que había en el maletero de vuestro hogar rodante. Sin embargo hay un libro, que claramente ha dejado para vosotros lo encontréis. Un libro en el que nunca antes habíais reparado: "Apología de la Venganza" de Auküst Glannenbach. Al inspeccionarlo un escalofrío recorre vuestros cuerpos. Hay párrafos subrayados, anotaciones y vuestros nombres (y los de muchos adultos de Pedroso) repetidamente anotados en sus páginas.

¿Pero a dónde habrá ido ese loco? Esto de la venganza no me da buena espina. No me fío... ¿Nos habrá traicionado? - cada vez estoy mas nerviosa-  ¡Ayudadme a intentar averiguar si hay alguna pista en el libro! Tendremos que salir pitando de aquí por si ha ido a buscar a los fráteres.

Estoy visiblemente agitada y preocupada. La desaparición de Jose desde luego no es casual o fortuita, se ha llevado herramientas y nos ha dejado este libro anotado con toda intención.

Abro el libro y hojeo rápidamente las notas para intentar deducir qué se le pasa por la cabeza a este loco.

Levanto un poco el sombrero para mirar mínimamente el libro que ha dejado José. La lectura nunca ha sido lo mío así que lo dejo en manos de Nara a quien le devuelvo las anotaciones murmurando con una leve sonrisa – Este José… - Salgo un momento fuera de La Pulga  ver si lo encuentro por ahí cerca. Vuelvo a entrar para comer un pedazo de pan.

- Ese chico no va a sobrevivir ni una hora sólo allí afuera. Seguro vuelve pronto. – Digo mientras corto unas rebanadas y ofrezco a las chicas. – Por lo pronto pienso que deberíamos esconder muy bien La Pulga, yo me quedo vigilando y ustedes entran en la ciudad. Yo tengo un walkie talkie ¿Quién tiene el otro?

–Yo tengo el otro –contesté cuando escuché la pregunta de Gaspar. 

Estaba preocupada por Jose. ¿Se había ido? ¿Por qué? Sabía que la situación con él había sido tensa desde lo del abad, pero... No esperaba que tan tensa como para decidir irse sin avisarnos. Debía haber un error...

–Puede que haya visto algo en su guardia y haya ido a buscar –añadí, en el fondo no quería creer que de verdad nos había abandonado–. O quizás... le ha pasado algo. Estoy preocupada... Deberíamos buscarle antes de que le pase algo. 

Ir a la ciudad no me apasionaba. Después de todo Luska nos había avisado que estaba llena de fráteres cuando hizo el mapa... pero tampoco pensaba dejar a Jose solo. Quería encontrarle... Me sentía culpable de lo que había pasado, y de haberle recriminado el día anterior y no haber visto que estaba mal... Era culpa mía no haberle integrado mejor en el grupo. 

En cuanto a lo del libro... sentí miedo cuando vi mi nombre escrito en él... 

Hojeando el libro ves pasajes de este tipo:

La venganza consiste en el desquite contra una persona o grupo en respuesta a una mala acción percibida. Vengarse se interpreta como "equilibrar la balanza", y ello tiene como consecuencia que muchos aspectos de la venganza se asemejen al concepto de justicia, haciendo que la diferencia entre los conceptos de venganza y justicia puedan parecer difusos.

La venganza persigue un objetivo injurioso antes que reparador. Consiste en forzar a quien haya hecho algo malo en sufrir el mismo dolor que él infligió, o asegurarse de que esta persona o grupo no volverá a cometer dichos daños otra vez. Muchos creen que la venganza es un acto que causa placer a quien la efectúa, aunque otros consideran que no es placer lo que se siente, sino que es la sensación del restablecimiento de la salud del que se venga, ya que la venganza traslada el daño de la víctima hacia el atacante, lo que hace que la víctima se libere de aquella "molestia", acontecimiento el cual, al interpretarlo de manera incorrecta es llamado placer.

En sociedades antiguas, en particular aquellas con sistemas de justicia natural, el método para disuadir a los asesinos era permitir a la familia del asesinado vengarse del asesino. Sin embargo, si las familias del asesino y del asesinado estaban en desacuerdo sobre el asesinato, seguramente estarían en desacuerdo también con cualquier medida vengativa, con lo cual podía llegarse finalmente a una pelea sangrienta muy importante.

Las vendettas o peleas de sangre, son una secuencia de actos o acciones premeditadas, motivadas por la venganza y llevadas a cabo a lo largo de un tiempo por familias o grupos reclamando justicia; fueron parte importante de sociedades pre-industriales, especialmente en la región Mediterránea, y aún hoy persisten en algunas áreas, por ejemplo en el norte de Albania. Allí, los miembros masculinos de las familias que temen un acto de venganza suelen vivir encerrados en su casa para evitar ser asesinados.

En el pasado feudal de Japón, la clase samurái mantenía el honor de la familia o clan de su señor feudal, a través del asesinato vengativo o katakiuchi.​ Estos asesinatos podían también involucrar a familiares del ofensor. Hoy, el katakiuchi se lleva a cabo de manera pacífica, pero la venganza aún es una parte importante de la cultura japonesa.

La Islandia medieval también contemplaba la deuda de sangre o víglóði, un derecho amparado por la ley (Grágás) y defender la persona y el honor dentro de unos límites.

El objetivo de algunos sistemas legales está limitado a la "justa" venganza.

El sistema legal moderno Occidental usualmente establece como objetivo la reforma o reeducación de quien comete un crimen o acto criminal. Aun en estos sistemas, sin embargo, la sociedad es concebida como víctima de las acciones criminales, y la venganza de tales actos es una parte importante del concepto de justicia —un criminal "paga sus deudas con la sociedad"—.

Es interesante saber que los psicólogos han descubierto que la frustrada expectativa psicológica de venganza puede enfermar al paciente, llevándolo a la victimización, resultados que llevan a concluir a algunos estudiosos que la venganza es un elemento natural del hombre y restringirla solo niega la realidad de su condición humana, considerándola antisaludable, dado que impide liberar el rencor que se acumula por el acto dañoso.

El proverbio "la venganza es un plato que se sirve frío" proviene de una novela del siglo XVIII titulada Las amistades peligrosas (Les liaisons dangereuses), escrita por el oficial francés y general del Ejército Pierre Choderlos de Laclos.

[...]

Por todo lo que lees deduces que Jose siempre se ha sentido marginado, desde pequeño. Siempre fue alguien diferente, en algún sentido... Los adultos no le prestaban ninguna atención, e incluso le evitaban debido a algunos actos que cometió siendo aún muy pequeño, y a su extraña actitud hacia la muerte y el dolor. De niños no queríais jugar con él, y en parte muchos padres os lo prohibían, aunque no sabíais por qué. Se aisló y victimizó a sí mismo, creciendo en soledad y al amparo de tu propia madre. Sólo tu madre le cuidaba y fue capaz de ver algo en él, creía que era una persona muy inteligente, e intentó educarle y ayudarle con "su problema". Pensó que ofreciéndole una buena educación y conocimiento le ayudaría a olvidar... pero no fue así. Llegado un momento ella también se alejó de él... lees cosas así...

Lo que sacas en claro es que en el fondo Jose siempre tuvo "un problema", relacionado con la soledad y el dolor, y que tu madre fue la única que intentó ayudarle, aunque parece que no lo consiguió. Jose guardó siempre un rencor hacia cada persona que le hizo daño, llevando la cuenta de cada afrenta, de cada gesto y palabra, y siente un fuerte deseo, una necesidad inevitable, de vengarse de todos ellos, de todos vosotros. Este libro es una guía para dicha venganza, que la alienta y justifica.

Gaspar encuentra un buen lugar para esconder la Pulga. Es fácil debido a la cantidad de escombros y amasijos de hierro que hay en los alrededores de Moraime. Podrías aparcarla ahí entre esos contenedores de barco oxidados y taparla con ese gran plástico, e incluso podrías meterla dentro de un container...

El lugar parece tener "mucha historia", como si hubiese sido algo ya antes incluso del Xacobeo. Parece aglutinar a supervivientes, por la disposición de los containers y los vehículos desguazados, es como si muchos supervivientes hubiesen acudido aquí hace mucho tiempo, y como si hubiesen enviado ayuda de todas partes. Este lugar parece haberse construido a sí mismo. También parece un lugar vivo, activo, en el que entran y salen personas y vehículos habitualmente, al otro lado del muro se oye ruido de personas y actividad, pero estáis lejos todavía.

La carretera parece terminar aquí, llega directamente a la puerta de la urbe, no la bordea. Es raro, pues debería seguir según el mapa de Luska. Quizá atraviese la ciudad y salga por el otro lado. Esto os plantea un problema: si queréis seguir adelante es obligatorio atravesar Moraime, al menos si queréis hacerlo a bordo de la furgoneta.

Chicos, por lo que puedo leer parece que Jose se ha sentido siempre marginado y quiere vengarse de todos y cada uno de los que le hicimos daño durante su vida. No sé exactamente cómo, pero su objetivo es vengarse. Y no es descabellado pensar que somos sus objetivos.

Les hablo seriamente y tal cual cierro el libro, lo tiro lo más lejos posible y se pierde entre unos arbustos. Si volvemos a encontrarnos no voy a dudar en darte con la mano abierta , Sunhee no se merece esto.

Gaspar, vamos a esconder la Pulga cuanto antes y entramos a la ciudad. Será divertido aprender de este lugar y conocer a gente nueva como Luska.

Después de mucho tiempo, siento algo de esperanza e incluso me siento emocionada. Me encanta este nuevo reto, toda una ciudad para explorar!

José siempre fue retraído… pero eso no me lo imaginaba. ¿Venganza? ¿De qué? No puedo entenderlo, si somos amigos. Está claro que ha preferido irse que hacernos daño. Ya volverá cuando se le pase.

Me apresuro a esconder La Pulga dentro de un container. La situación me pone un poco nervioso. No quiero dejar nuestra casa sola, pero me muero por ver gente nueva y conocer el lugar. Le doy vueltas a la idea, la última vez que entramos en un lugar ajeno terminó muy mal. La seguridad que me brinda La Pulga no se puede reemplazar.

Finalmente junto coraje. Yo mismo encontré este lugar para escondernos. Todo estará bien si no demoramos demasiado. Nos advirtieron que en el lugar habrá fráteres. Miro la maza que fue de André, tal vez alguno la reconozca o algo. Lo mejor será dejarla. Tomo en su lugar la hachuela. – No demoremos mucho. Me intranquiliza dejar La Pulga sola. Averigüemos cómo llegar a Búa y nos largamos. -

No quería creer a Nara pero... por más que lo pensaba, sus palabras parecían ser certeras. ¿Pero por qué? No lograba comprender aún que había pasado para que esto acabara de esta forma. No quería pensarlo más, así que ayudé a Gaspar a encontrar un buen sitio donde esconder la Pulga. Lo que menos quería ahora era perder también nuestra casa. Luego me dispuse para ir a la ciudad.

Mi principal objetivo, más que saber cómo llegar a Búa, era encontrar a José y convencerle de que volviera con nosotros. Él solo... sin nosotros... Era peligroso. Vivíamos en un mundo demasiado peligroso como para ir en solitario. Temía por él... 

–Vamos –dije, en tono decaído, una vez estuve lista para partir. 

Tras esconder la Pulga dentro de un viejo container en una especie de desguace abandonado, y después de borrar todo rastro de las ruedas y de vuestras pisadas, empezáis a caminar por el borde de la carretera, que serpentea descendiendo entre árboles hasta la urbe. Atrás queda la región árida de A Torre, el monte plagado de aerogeneradores de la Granja del Viento, y el valle de Loroño.

Poco antes de llegar un camión os pasa a toda velocidad. No parece haber reparado en vosotros; y si lo ha hecho no os ha dado ninguna importancia. Cuando el camión llega ante la puerta se detiene, varios hombres salen y empiezan a inspeccionarlo. Más adelante hay otros caminantes que también llegan a Moraime, y son cacheados antes de entrar.

Llegáis ante la puerta, que está abierta. Tras ella un enorme patio con otras dos puertas más, algunos edificios y un aparcamiento. Desde una torre desvencijada construida con restos de metal y madera un hombre con gafas de sol os mira. Lleva un arma pero no os apunta con ella. Abajo, en la puerta, otros dos de similar aspecto os esperan. Cuando llegáis a su altura el camión ya ha entrado por la puerta del frente, por la que continúa la carretera. A la derecha hay otra puerta más pequeña, cerrada, y a la izquierda el aparcamiento, con vehículos aparcados de todo tipo. Todo esto dentro del recinto.

- Buenos días, viajeros. ¿Tienen algo que declarar? Para entrar en Moraime primero deben dejarnos revisar sus bolsas y cachearles. Luego les haremos algunas preguntas.

Hola. ¿Declarar? Solo queremos pasar a la ciudad. Somos 3. Buscamos un hogar seguro, quizá en la costa, una isla, o una granja, y a lo mejor en esta ciudad hay alguien que pueda darnos información. Por eso estamos aquí.

Me quedo mirando al guardia tranquila y sincera, ligeramente por delante de Sunhee porque no quiero que le hagan daño en el brazo.

Sólo llevamos cosas para sobrevivir. Cuidado al cachear a mi amiga por favor, se ha roto el brazo en una caída.

Habíamos llegado a una ciudad. Si las circunstancias no fueran las que eran, estaría totalmente emocionada. Después de todo, hacían tan sólo unos días que encontrar a otras personas parecía impensable. Sin embargo, todo lo que habíamos vivido en el monasterio y, ahora, con José desaparecido... Me sentía insegura ya. Temía que pudieran haber más problemas.

–Traigo algo de verduras para intercambiar –dije en cuanto fueron a abrirme la mochila.

En cuanto a lo del cacheo, no me hacía nada de gracia. Seguro que lo que pasaba era que habían visto a Nara y querían toquetearla. ¡Pervertidos! A mí... bueno, a mí no había mucho que toquetear... Por fortuna, había decidido deshacerme del cuaderno de Estelvio, la biblia y, sobretodo, el puñal que encontré. No quería que me relacionaran con ellos ni, menos si cabe, con las muertes del monasterio. 

- Sí. Armas, sustancias prohibidas... como ese arco y ese machete que llevas... -estoy cansado de explicar esto cada vez, así que...- da igual... ¡registradles! Y cuidado con la pequeña.

Mientras mis compañeros os cachean y registran vuestras mochilas y bolsillos respondo a Nara: - Un lugar seguro es lo que buscan todos los que llegan por esta puerta... ¡y estáis de suerte! Granjas hay muchas al otro lado... quizá encontréis algo... preguntad en la posada de Quintana. -Luego me dirijo a Sunhee- ¿Cómo te has hecho eso en el brazo? ¿Está infectado? Tú no podrás entrar a la plaza ni a los barrios de artesanos, debemos tener cuidado con los heridos... espero que lo entiendas.

Mis hombres me acercan vuestras armas y algunos objetos que les llaman la atención, como el mapa de carreteras y los walkies. Empiezo a hacer una lista de todo lo que lleváis... - ¡Vaya! ¡Sí que vais bien armados! ¿Esto funciona? Y este mapa... -lo abro pero no presto atención a lo que tiene dibujado encima- ...es muy viejo... está manchado de sangre... y está pintado... pero aún así tiene bastante valor... "Ma-pa de Ca-rre-te-ras de Ga-li-cia" -leo muy despacio- al Alguacil seguro que le interesa... para su colección. ¡Dile al Alguacil que he encontrado algo! -ordeno a uno de mis hombres- ¡Dile que voy en un momento! -luego os devuelvo vuestras cosas, salvo el mapa- Podéis pasar a la zona de la carretera. Descansad, pero no vayáis muy lejos, quiero hablar con vosotros aquí en una hora. Decidle a la vieja Quintana que os dé de comer de mi parte.

Dos hombres abren las puertas de enfrente, por las que continúa la carretera. A la derecha de ella hay un muro muy largo, y a la izquierda hay casuchas y tenderetes, la mayoría muy cutres, hechas de maderas, chapas y basura, y mucha gente. En un espacio más abierto hay una especie de mercadillo con gente algo extraña en el que se intercambian cosas que no sabéis lo que son; más allá hay un edificio antiguo, más alto y de ladrillo, que parece anterior a todo esto; en su fachada podéis leer "POSADA DE QUINTANA". Siguiendo la carretera otra puerta, cerrada y vigilada.

Y otra vez a tener que mentir con cómo me había roto el brazo. Estaba deseando curarme del todo sólo para evitar tener que decir una y otra vez la mentira de siempre:

–¡No! Claro que no está infectado –dije, luego me llevé mi mano no rota al cuello simulando estar avergonzada–. Sólo fue una mala caída. Tropecé y caí rebotando de piedra en piedra por un terraplén. En uno de estos rebotes debí apoyar mal el brazo y...

¡CRACK!

Puse todo mi empeño en hacer que el sonido fuera lo más real posible. Quería que alguno de aquellos guardias dieran un respingo...

–Brazo roto –finalicé, encogiéndome de hombros.

Luego sonreí ligeramente, y aguardé a que terminaran de cachearnos y decirnos todo lo que tuvieran que decirnos. No me agradaba que me restringieran el paso por algunas zonas como si fuera un peligro, pero... lo entendía. Así que no rechisté, al menos hasta que le quitó el mapa a Gaspar y mostrara su pocas ganas de devolvérnoslo.

–¡Eh! ¡Pero eso es nuestro...! –exclamé, abalanzándome hacia él con la intención de quitárselo de las manos–. No nos lo puedes quitar así porque sí... ¡eso es robar!