Partida Rol por web

El zombi se encarama a ti, y trata de morderte, pero sólo alcanza tus ropas.

Intentas darle un segundo golpe, pero al estar encaramado a ti no te es fácil, te cuesta algo más, y finalmente lo consigues. Le asestas un buen golpe, y se aleja de ti un poco, parece estar ya casi acabado, cuando vuelve a lanzarte una dentellada.

Su bocado vuelve a morder tus ropas de cuero, sin producirte ningún daño.

Por fin!!! Acabo con él!!!

El zombi cae al suelo, tu último golpe le aplasta el cráneo y le finiquita. La nieve está teñida de sangre en torno a vosotros, un gran círculo dentro del que habéis peleado durante algunos minutos. Estás exhausto y retomas el aliento, apoyado en tu bordón. ¿Qué era esto? Has oído hablar de zombis con habilidades diferentes al resto, pero esto es demasiado, es algo que te ha pillado completamente por sorpresa.

Te das cuenta del agujero que tu gabardina de cuero tiene a la altura de tu hombro izquierdo, sale sangre, y siente un fuerte dolor que se hace más intenso a medida que la adrenalina te baja. Tu respiración se acelera... te ha mordido.

Me miro la herida con miedo, pero apartando un poco la chaqueta me fijo en que sólo se trata de un rasguño, no es profundo.

-¡Qué poco ha faltado!- Ahora, lo primero que pienso es en largarme de allí cuanto antes. Avanzo un poco y me intento poner un poco resguardado. Saco mi botiquín y me curo la herida. Anoto en mi mapa esta "especie rara" de zombi. Como me encuentro en lo alto del túnel avanzo un poco más para intentar observar si podría seguir mi camino por allí arriba sin tener que volver a intentar atravesarlo.

Te paras en un lugar seguro y te curas esa herida, ayudándote de tu pequeño botiquín. En tus viajes has aprendido algo de primeros auxilios, nada del otro mundo, pero para estos casos es más que suficiente, y lo agradeces. Inmediatamente te pones de nuevo en marcha. Evitas el túnel y caminas sobre él, intentando orientarte como mejor puedes. Al cabo de un rato llegas a un lugar próximo a la carretera, y sigues caminando por el arcén varios kilómetros.

El bosque parece volverse menos denso aquí, hay árboles quemados, de los que sólo quedan los troncos, sin ramas ni hojas, sólo mástiles negros apuntando al cielo. Este verano ha debido haber un incendio. Por un momento temes que Belir no exista ya. Sigues caminando, adentrándote en un páramo, un extenso manto de nieve que se pierde en la niebla, plagado de esos negros postes, alguna roca grande aquí y allá, alguna colina... pero poco más. La niebla te impide ver el horizonte. Es un lugar desolado.

Estás cansado, las piernas te pesan, pero a lo lejos ves lo que parece un refugio, unos muros, una fina columna de humo ascendiendo...

Belir

Aunque estoy muy cansado y deseando de llegar a algún sitio. Me ando con cuidado, y más después de lo que me pasó antes.

Intento acercarme pero pegándome a los laterales, no quiero llegar por el centro y ser tan visible. A cada paso voy escondiéndome tras las ramas que quedan de los árboles e intento observar si realmente se trata de un asentamiento, si podría ser Belir.

Te acercas con cautela, avanzando poco a poco, ocultándote entre los árboles y las rocas para no ser visto. No percibes ninguna señal que te diga que te han visto. No oyes ninguna voz de alarma, ni ves movimiento sospechoso. Crees que sigues oculto mientras te acercas.

Estás ya a unos escasos cincuenta metros, acercarte más delataría tu posición. Desde aquí puedes ver el muro, construido con chapas, maderas y troncos. La puerta está cerrada, y sobre ella hay un guardia, que parece tranquilo. Sobre el muro sobresalen varias torres y edificios, hechos de troncos y chapas. El aspecto del pequeño asentamiento es muy precario, una especie de fuerte en mitad de la desolación. Ves a otros dos guardias, uno en una torre y otro en un balcón que asoma de uno de los edificios. Parecen tranquilos. No oyes mucho ruido, ni ves ningún vehículo.

El entorno es llano, el paisaje es igual que el que has venido viendo hasta aquí. Nieve y postes de árboles quemados. El lugar es muy húmedo y frío. Lo que ves concuerda con la descripción que te dieron de Belir: un lugar miserable en mitad del fango. Otros también lo describen como un nido de ladronas.

Desde esa distancia ya puedo ver a gente y me quedo más tranquilo. Así que me salgo a la carretera, me hago visible.

Me recibe una mujer.

Tras hacerte visible y acercarte, la guardia de la puerta hace una señal a alguien dentro del asentamiento. Cuando estás a escasos metros la puerta se abre y una mujer, una joven, sale a tu encuentro. Otras dos chicas aparecen junto a la guardia de encima de la puerta. Parecen expectantes, curiosas. Por ahora sólo ves mujeres.

- ¡Hola forastero! -te saluda la chica con una sonrisa- ¿Estás bien? Veo sangre en tus ropas. -parece preocupada.

Me quedo bastante extrañado que sea una mujer la que me reciba. Y eso me hace desconfiar aún más.

-¡Hola!-le respondo mientras observo todo lo que me rodea- si ,estoy bien he tenido compañía de  la mala esta tarde mientras venía de camino. Por cierto, ¿esto es Belix?-

- Jaja -ríe- No, esto no es Belix. Esto es Belir. ¡BE-LIR! -luego mira fijamente tu herida- ¿Te ha mordido? No tiene muy buen pinta eso... -su cara deja de ser tan alegre y da un paso atrás.- ¿Podemos ayudarte? ¿Quieres descansar un poco?

-Ay si, disculpa, Belir- vaya la herida tiene más mala pinta de lo que es y normal que desconfíe un poco, pero estoy muy cansando para irme -no, no me ha mordido fue un rasguño con un rama mientras peleaba , yo mismo me la he intentado curar y  no me vendría mal descansar un poco, gracias-

- Podemos mirarte la herida si quieres, sabemos cuidar de nosotras. -la chica te mira de arriba a abajo, medio precavida medio curiosa.- Ven, ven conmigo. Yo soy Luana.

Cuando llegáis a la puerta un grupo de chicas jóvenes y niñas, casi todas vestidas con harapos y ropas muy pobres, te observan con curiosidad. Algunas sonríen, las más pequeñas se esconden tras las mayores. Debe haber una docena ahí en el patio. Además están las vigías de las torres.

El sitio es muy pequeño, desde fuera lo parecía, pero desde dentro lo es aún más. Apenas hay tres torres y cuatro edificios en torno al patio central. Son de varias plantas, eso sí, como si hubiesen ido ampliándolo poco a poco y con los precarios medios con los que contaban. Te llama la atención que no ves a hombres en el asentamiento. Desde ya te queda claro que este lugar es muy pobre, apenas tienen nada, no ves huertos ni vehículos ni suministros.

-Yo soy Declan- y la sigo hacía uno de los edificios. Cruzo por una especie de patio central, el asentamiento es muy pequeño y muy pobre, casi me asombra cómo pueden sobrevivir. Hay bastantes mujeres y niñas, pero ningún hombre  aún.

-Dime Luana, ¿dónde están los hombres?, me llama la atención que aún no he visto a ninguno- y pienso que teniendo en cuenta que también hay niñas no han tenido que desaparecer hace mucho. ¿Serán una especie de asentamiento femenino que sólo utiliza a los hombres para reproducirse y luego los echa o se los come?, joder estoy muy cansado y empiezo a desvariar por unos segundos mientras ella me responde.

- Declan... bonito nombre. -luego sigue caminando hacia uno de los edificios. Dentro es oscuro, apenas hay luz, y hace frío. La luz y el frío entra entre las chapas mal ensambladas- Jajaja -vuelve a reír- los hombres... no soportáis este lugar. Algunos venís unos días pero al final ninguno se queda.