Partida Rol por web

Mientras la conversación iba en avance Roark examinaba cuidadosamente la puerta. No había ninguna trampa en ella. 

Roark miró la aparición y comenzó a asentir con gesto indiferente a lo que iba diciendo el esqueleto mientras su mano intentaba abrir la puerta para colarse en la casa. Así como de casualidad, con toda la naturalidad del mundo. Una visitilla disimulada para ver si había algo de valor que no estuviera clavado a las paredes. Entonces oyó la invitación del esqueleto y se frenó un momento.

Jugar a cualquier cosa con un muerto no era algo ni muy atrayente ni particularmente tranquilizador.

Jugar a un juego en el que había que decir la verdad, menos.

¿Qué clase de juego era ese en el que había que decir la verdad? ¿La verdad? Una estupidez a la que él no jugaría, eso seguro.

Dejó caer la mano, sin abrir la puerta, con la misma naturalidad y comenzó a mostrar un interés especial por la solidez de la construcción mientras daba unos golpecitos a la casa y murmuraba algo de que ya no se hacían casas como antes para, acto seguido, alejarse un par de pasos del grupo y de la casa en dirección al camino mientras comentaba algo así como "pues parece que ha quedado una buena noche" al tiempo que estiraba los brazos...

Rathikus esperó pacientemente apoyado sobre su bastón. Había visto ese tipo de espíritus antes y sabía de qué iba el juego, pero era evidente que Rudar solo estaba acostumbrado a entidades relacionadas con la naturaleza. Aquel era un plano que solo alguien con conocimientos de nigromancia podía pisar. Estaba demasiado cansado como para enfadarse o para andarse con jueguecitos con los no-muertos, por lo que se limitó a preguntar enarcando una ceja:

—Entonces respóndeme, oh gran Meser, ¿Qué es toda esta charada? ¿Qué ha ocurrido aquí?[1]

- Aquí han pasado muchas cosas, oh gran hechicero.- contestó el espectral esqueleto usando de nuevo su voz teatral - Pero supongo que refieres a mi presencia y vinculación con este sitio. Oh, pues bueno, la cosa fue más o menos así: por azares del destino en este sitio habitaba un brujo o chamán - no sé la diferencia - que sabía como invocar a un Carcelero[1]. Resulta que esa entidad me ofreció una partida de Rokun en la cual a cambio de mi alma podía ganar un tesoro sin igual. Nunca he perdido una partida de Rokun y no se me ocurrió pensar que un demonio del infierno pudiera jugar mejor que yo, sobre todo después de pactar que no usaría trucos de magia. Pero perdí y aquí estoy ahora. Debo permanecer en este sitio hasta que alguien me gane a una partida de Rokun. Me dejaría perder pero está prohibido. Las puñeteras reglas de los muertos, ya sabéis. Aparte desde que habito aquí digamos que el sitio no es muy popular. Al brujo lo quemaron y la gente evita acercarse al lugar. Y como no hay tesoros importantes los aventureros tampoco viene. Lo cual me hace preguntar ¿a qué veníais vosotros?

Roark seguía examinando la puerta. En un nivel del uno al diez de misterio aquella puerta estaba en el uno, y sólo porque la única duda que tenía el ladrón era si la carcoma llevaba mucho tiempo royéndola. Lo demás era totalmente olvidable. El resto de la casa tampoco era gran cosa. Para haber sido el hogar de un brujo capaz de invocar a un Carcelero era bastante cochambrosa. Y no porque estuviera descuidada por el tiempo. Llamarle choza ya era darle categoría de más. 

Rudar estaba visiblemente enfadado.

—¿Fantoche? ¿Me has llamado fantoche? Mereces pudrirte en el olvido. Incluso aunque fuera el mejor jugador de Rokun de la historia y supiera que voy a vencerte una de cada mil veces jamás jugaría una partida contigo.

El mediano se giró y caminó unos pasos airado.

—Vosotros haced lo que queráis. Yo no pienso quedarme aquí con semejante... —miró de arriba a abajo al esqueleto—, con semejante cosa. Me voy a Sarem. Si preferís perder el tiempo nos veremos mañana en la taberna de Shen... prefiero no dormir en toda la noche que acampar a menos de 10 kilómetros a la redonda de... esto.

—¿Demonios, eh? Muy interesante —respondió el enano al oir lo que el esqueleto contaba. Lo que más le fascinaba era cómo era posible que la calavera fuese capaz de pronunciar sin labios.

Pero, aún más interesante, era lo que la calavera quería ofrecer—. Bueno, ¿dices que si pasamos jugaremos a un juego? ¿A qué clase de juego? Y, por otro lado, ¿qué pasa si te ganamos jugando al Rokun? ¿Serás libre? ¿Te convertirás en un heraldo demoniaco, o podrás descansar en paz?

El enano estaba esperando la réplica del esqueleto cuando de pronto el mediano estalló lleno de ira, a lo que el guerrero solo pudo contestar con una gran risotada, para añadir—. ¡Vamos, no me digas que te vas a enfadar por eso! ¡En la taberna nos han dicho cosas bastante peores! ¡No seas loco y vayas tú solo hacia el pueblo, que es toda la noche andando!

Viendo que el mediano seguía andando, sin hacerle caso, añadió—. ¡Vamos, si te quedas beberemos cerveza enana!

—Somos viajeros, señor Meser, y estamos cansados— respondió Rathikus, mientras Gromenauer le berreaba a Rudar—. Yo que tú no me molestaría en preguntarle, Grom, ahora ya no está obligado a contestar sinceramente. Probablemente intentará embaucarnos. ¿Por qué le iban a interesar unos matademonios [1] como nosotros?

—Aunque tuviera que andar mil días con sus mil noches —sentenció antes de iniciar la marcha hacia el camino

Roark se apresuró a seguir a Rudar -Voy contigo Rudar, no puedo permitir que te adentres en la noche solo.- Dado que la noche era oscura, Roark sacó la antorcha e iluminó el camino.

Dworkin pegó un respingo cuando el espíritu del esqueleto se presentó ante ellos. Nunca sería capaz de acostumbrarse a ese tipo de cosas. En fin, qué enano puede acostumbrarse a ese tipo de cosas

Decidió sabiamente quedarse en un segundo plano en aquella ocasión. Ese tipo de cosas, como el mismo esqueleto se encargó de recalcar, eran cosa de Rathikus.

El esqueleto fue claro y conciso en su respuesta. No era uno de esos espíritus que gustan de enredar con respuestas misteriosas y acertijos. Y bien que lo agradeció el enano.

Gromenauer le sorprendió hablando abiertamente con el esqueleto. Pensó que la lógica enana le haría mucho más reacio a ese tipo de interacciones, al igual que él mismo. Rudar, por su parte, se sintió ofendido por el espíritu y se dispuso y salir inmediatamente hacia Sarem en plena noche. El clérigo empezaba a sentirse ciertamente incómodo con la constante necesidad de Rudar de salir corriendo ante cada situación arcana. Lo vio con el elemental, después con la invocación del portal y ahora con el esqueleto.

- Yo dejaría esto en manos de Rathikus- sugirió tratando de contener un escalofrío- es el más adecuado de entre todos nosotros para entender este tipo de situaciones. No obstante, añado que creo que yo me sentiría más cómodo durmiendo al raso.

Parecía que Rudar y Roark no tenían intenciones de discutir con los demás. Ambos se estaban alejando ya entre las malas hierbas que rodeaban la granja con la clara intención de acampar a un lado del camino. 

Por su parte Gromenauer y Rathikus parecían dispuestos a parlamentar con el aparecido. 

El mediano iba mascullando algo mientras caminaba acelerado, casi como si algo le estuviera persiguiendo. Esta visiblemente enfadado y casi no había advertido que Roark había salido detrás de él.

—Oh, vaya, veo que tú has decidido por una vez no ser un necio —disparó—. ¿De verdad crees que porque seamos aventureros tenemos que ir resolviendo todas las cosas que se nos muestran en el camino simplemente porque nos pillan de paso? ¿Y encima aguantar impertinencias?

Chasqueaba la lengua continuamente hasta que, una vez suficientemente lejos de aquella granja, se detuvo.

—¿Quieres que hagamos noche por aquí? Puede ser un buen sitio para esperar al resto o a que amanezca... lo que ocurra antes.

Roark se encogió de hombros -Hombre, a mí lo de ir resolviendo cosas que nos pillan de paso no me desagrada. Como dijo un gran sabio, en realidad todo queda de camino a alguna parte. Pero claro, todo tiene un límite. Jugar con los muertos va más allá de lo que la aventura exige. A los muertos que están muertos del todo se les vuelve a matar que es su estado natural, aunque si están muertos solo en su mayoría no, que a lo mejor se les puede revivir, pero lo que no se hace nunca es jugar con ellos a un juego. Y encima si es maleducado... Por otro lado no creo que allí hubiera muchas cosas de valor que compensasen el esfuerzo.

Cuando Rudar se detuvo y preguntó sobre si acampar allí asintió. -Por mí bien. Allí junto a aquel enorme tocón estaría bien.- Pensó un instante -¿Te has fijado en que ultimamente nosotros hacemos los campamentos mientras ellos están ocupados metiéndose en más líos? Luego el que tiene mala fama soy yo pero...

Sin más, e iluminado por su antorcha, comenzó a recoger hojas y ramas caídas de los árboles que bordeaban el camino para preparar la hoguera.

Dworkin decidió que ya había tenido bastantes contactos sobrenaturales por un día. Jugar con la muerte no era precisamente lo que más le entusiasmaba. No era esa clase de clérigo.

- No deberíais jugar con estas cosas- gruñó mientras seguía a Rudar y a Roark.

El aire de la noche le pareció extrañamente más frío que hacía tan solo unos instantes. Se dio cuenta de que tenía casi todo el pelo de punta y dejó escapar un tembleque que le recorrió de abajo arriba antes de alcanzar a los dos compañeros.

- Esto es demasiado para mi- exclamó- es demasiado para cualquiera con dos dedos de frente. Ese mago está chiflado, primero un elemental y ahora el espíritu de un muerto, ¿en serio? Acabará con todos nosotros.