Partida Rol por web

Habia sido un viaje muy largo para todos hasta la ancestral casona familiar situada en la parte mas aislada del condado de  Herefordshire, en Inglaterra. Por algun motivo que hasta el momento no entienden, sus padres han decidido inesperadamente pasar las vacaciones de verano con sus parientes lejanos, los Hedge. Y eso significaba que verian nuevamente a su raro primo, el hijo unico de esa rama de la familia, Michael.

Apenas recuerdan a Michael, como un chiquillo lloron, miedoso y timido, que dificilmente se separaba del lado de sus padres. Tambien tienen recuerdos de el leyendo apartado y en silencio. Era de pocas palabras y nunca queria jugar con ustedes. Pero eso fue hace 2 o 3 años, en la ultima reunion familiar.

La casa rodante en la que viajan por la desierta carretera que bordea los alrededores del enigmatico y centenario bosque  de Ryhope deja atras el paisaje típicamente rural, conocido por sus árboles frutales y por la sidra que se produce en la zona y comienza a viajar entre la densa sombra que las ramas mas altas de los arboles proyectan sobre el camino. Ustedes observan por la ventana, imaginandose que clase de animales o criaturas imaginarias podrian estar deambulando entre aquella poblada arboleda.

Sus ojos inquietos, asomados por las ventanas, apenas pueden penetrar un poco dentro del bosque, antes de que su vista sea obstruida por la masa de arboles, arbustos y piedras que pasan velozmente ante ustedes.

Pero finalmente dejan la floresta atras y ascienden dando vueltas entre las curvas de las colinas, hasta poder distinguir en la cima de una de ellas la vetusta casona de los Edge, tan gris e imponente como la conservan en sus recuerdos, con sus muros cubiertos de hiedra y su barda de piedra rodeandola, junto con sus grupos de arboles añosos, enormes como centinelas y tan viejos como todo alrededor.

La casa rodante cruza entre la verja de hierro oxidada y sigue directo sobre el camino de baldosas de piedra hasta la entrada de la casa, donde ya los esperan el tio Steven, la tia Margo y su pequeño Michael.

Miré por la ventana, expectante. Había sido un camino largo y casi no habíamos parado. No podía contener las ganas de correr por los jardines de la casa y visitar los lugares más misteriosos del edificio. La casona era un verdadero enigma. Había pasadizos, escaleras y alcobas; habitaciones cerradas con llave a las que se podía acceder a través de otras habitaciones (si eras capaz de encontrarlas); cientos de objetos con un aura mágica; oscuros pasillos que daban tanto miedo de noche, pero que a la vez eran tan divertidos de investigar con una linterna... ¡Los juegos de escondite duraban horas! La emoción hizo que soltara un pequeño grito de felicidad. Miré a Arthur, y al momento supe que estábamos pensando lo mismo. Una gran aventura para un par de grandes exploradores. Le sonreí, y luego miré al resto de nuestros primos, esperando ver en sus caras la misma expresión que había en la mía. 

Cuando finalmente paramos frente a la puerta, pude apreciar con más claridad a las personas que nos estaban esperando. Los tíos Margo y Steven eran siempre muy buenos conmigo. La última vez que los vi, nos dijeron que existía un lugar secreto dónde escondían las chuches y estuvimos buscándolas todos juntos, para finalmente repartirnos el botín. No tocamos a muchas, pero fue muy divertido. Bueno, ahora que lo pienso, hubiésemos tocado a menos, si no hubiese sido porque Michael no participó. Mi primo siempre había representado un enigma para mí. Era buen niño, aunque muy callado. Prefería leer libros a jugar con nosotros, aunque quería pensar que esto sólo se debía a su timidez. Cuando le vi, le sonreí a través del cristal. Ojalá aquella vez pudiéramos hacernos amigos.

Estaba muy emocionado con el viaje, apenas recordaba al resto de familiares pero su mención me traía buenas sensaciones y recuerdos.

Además recuerdo que tenían libros.

Antes no me habría interesado por ellos, pero ahora me parecían una de las cosas más atractivas que podía existir.

Paso gran parte del trayecto fantaseando con los seres imaginarios que podían habitar los paisajes que atravesamos y dibujándolos en mi bloc, aunque cada vez que creía que había alguien observándome lo guardaba para no tener que dar explicaciones, a mis padres no les gustaba que hiciera esas cosas y no quería que se enteraran.

Cuando por fin llegamos a la casa de nuestros tíos no podía esperar a salir a dar una vuelta, tenía el cuerpo completamente entumecido y llevaba un tiempo en que las curvas de la carretera no me habían dejado seguir pintando.

Ya nos estaban esperando en la entrada de su casa, mientras nos acercamos voy saludando con la mano

El viaje se me hace largo, más largo de lo que me habría gustado. De no ser por la compañía de Gabriella y de los Comics que me he traido habría sido una completa pesadilla.

Cuando veo que por la ventanilla empieza a aparecer el Bosque de Ryhope sé con certeza que queda poco para llegar a la aburrida casa de mi aburrido primo Michael.

Guardo los comics en la mochila y me acerco a la ventana para obervar como el bosque pasa ante mis ojos. Una vez el bosque deja paso a la colina el viaje llega a su fin.

- Menos mal. - digo. Cada vez se me hace más largo.

Observo por la ventana que los tíos y el primo Michael están saludándonos así que hago lo propio.

Ustedes son los primeros en bajar de la casa rodante, aburridos e inquietos por el largo viaje, ansiosos de estirar las piernas y poder moverse libremente, fuera del encierro del transporte. Sus padres bajan tras de ustedes y mientras los adultos intercambian saludos y aburridas anecdotas sobre como estuvo el trayecto y cosas por el estilo, ustedes se acercan para saludar a Michael.

- Hola. Bienvenidos... supongo. En fin, esta es la casa. Creo que ya la conocen y me parece que nuestros padres tienen pensado que pasen algun tiempo por aqui. Ellos van a tardar un rato en seguir platicando, asi que vengan. Les mostrare sus habitaciones - dice Michael sin mucho entusiasmo, cabizbajo y sin el menor gesto de alegria por reunirse con ustedes tras no verse por años. 

Me dirijo hacia la casa mirando en todas direcciones, tratando de memorizar todos los lugares que me gustaría investigar durante los próximos días. Junto a mis primos voy a saludar a Michael.

¡Hola primo! Digo alegremente.

¿Por qué parecerá tan triste?

El recibimiento de Michael me baja un poco el entusiasmo.

Espero que esto no vaya a ser así todas las vacaciones.

- Buenos días Primo. - le digo a Michael.

- Sigue siendo el mismo muermo de siempre. - pienso al escucharle hablar. No había un ápice de alegría en su voz.

Aunque el exterior de la vieja mansión familiar era vetusto y hasta un poco descuidado, al cruzar las anchas puertas se encontraron con una sorpresa. Los tíos Steven y Margo nunca habían sido conocidos por tener grandes recursos económicos, pero era evidente que eso había cambiado de alguna manera en estos años, ya que el interior de la mansión había sido completamente renovado. Pisos, muebles, alfombras, tapices, todo olía a nuevo, a cuero y madera recién salidos de la tienda.

El recibidor daba paso a la gran escalera hacia el segundo piso, a la izquierda, tal como recordaban. Michael se fue por ahí mientras ustedes le seguían y escuchaban las exclamaciones de asombro de sus padres al darse cuenta de todas las mejoras que se habían hecho.

Con paso presuroso, Michael les guio por el corredor de arriba, hasta 3 amplias recamaras individuales, en las cuales muy bien podría caber un modesto departamento moderno de dos piezas. Cada una de ellas tenía una cama enorme, un ventanal que daba al patio, pesadas cortinas para cubrirlas y muebles de aspecto pesado y antiguo, que olían como si hubieran sido pulidos y aceitados recientemente.

Las alfombras estaban sin mota de polvo, pese a ser bastante espesas, y había diversos cuadros de paisajes y de personajes de relatos históricos o épicos colgados de las paredes. Pero para su desilusión, no se veía ningún juego de video, aunque si un televisor de 30 pulgadas descansando sobre una sólida mesa en cada dormitorio.

- Espero que esten comodos. El baño esta al final del corredor, aunque imagino que lo recuerdan y hay otro en el piso de abajo y en el de arriba. La parte superior de la casa esta prohibida para los niños y el personal del servicio solo viene a limpiar 2 veces a la semana. El resto del tiempo, no hay nadie mas por los alrededores. Cada televisor tiene control remoto, pero no hay señal para aparatos celulares o internet. Bueno, eso es todo. Que se diviertan - se explico Michael, para luego dejarlos a sus anchas, mientras caminaba hacia el tercer piso. 

¡Gracias Michael! Le grito mientras se aleja.

Una vez solo en mi habitación me tiro encima de la cama, estoy un rato tumbado dibujando partes de la mansión hasta que me apetece seguir mirando cosas. Me levanto y observo los cuadros de las paredes, luego miro un rato por el ventanal hasta que me aburro e inspecciono todo el dormitorio por si hay algo interesante.

¡Ni un libro! ¡Con lo que le gusta leer a Michael!

Viendo que no tengo mucho más que hacer en mi habitación voy en busca de mis primos.

¿Algo interesante en vuestros dormitorios? Digo mientras avanzo por el pasillo.

- Supongo que algo podremos hacer al respecto. - le respondo a Michael.

Un tanto aburrido pero seguro que algo podre hacer. Eso sin duda. Cuando menos podré ver algo interesante en la tele.

Tras inspeccionar la habitación salgo al pasillo y voy a buscar a Gabriella y Sebastian.

- Nada salvo lo que traje conmigo. - respondo a mi primo.

Había seguido al primo Michael como los demás, pero no había pronunciado una palabra. Harto extraño en mí. Estaba preocupada. A pesar del tiempo que había pasado, no parecía nada cambiado. Por alguna razón esperaba que así fuera, que nos recibiera un niño distinto al que habíamos conocido, pero no fue así. Cuando nos dejó en nuestras habitaciones, le vi desaparecer. Querría haberle seguido, pero algo me dijo que por ahora estaba mejor sólo. Ya hablaría con él más tarde. Tras inspeccionar la habitación, quise ir a buscar a mis otros dos primos, y nos encontramos los tres en el pasillo.

Miré a Arthur y a Sebastian y sonreí.

- ¿Ha dicho...prohibida para los niños? - se me estaba ocurriendo irnos de aventura con una linterna aquella misma noche, pero era de día, y aún había muchas habitaciones en las que entrar que sí nos estaban permitidas - Recuerdo que había una biblioteca Sebastian, ¿la buscamos? 

La propuesta de Gabriella me entusiasma, si íbamos a pasar una buena temporada en esa casa no estaría mal tener un libro para cuando todo el mundo está a sus cosas o antes de dormir, por si despierto temprano.

¡Si! ¡Buena idea!

Recordaba que a Michael también le gustaba mucho leer, seguro que había libros aparte de los aburridos de adultos, además teníamos tiempo, no recordaba que nadie nos hubiera dicho que hacer una vez hubiéramos ido a nuestras habitaciones.

¿Hacia dónde? Digo a Gabriella, mis recuerdos de la casa eran borrosos, ella parecía saberlo mejor que yo.

- ¿Qué has traído Arthur? - pregunté, inquisitiva. 

Me puse detrás de él y le empujé suavemente, para que nos guiara. 

- Diría que la biblioteca está en este piso, al fondo a la derecha. Pero hay muchas puertas...¿era una doble? Eso sí que no lo recuerdo y la casa está muy cambiada, hasta los mayores lo han dicho...

Se quedó pensativa. ¿Por dónde se había ido Michael? Casi siempre estaba en la biblioteca. Si recordaban por dónde había ido quizá sería el primer paso para llegar hasta allí.

-¡Vamos!

- Comics, canicas, ... - respondo. Ya sabes lo que me gusta. - añado con un guiño de ojo a mi prima tras lo cual ella me empuja para que guíe la expedición en busca de la biblioteca.

- Sin duda alguna está en el piso de abajo. - afirmo. Vamos, pues.

Dicho esto dirijo mis pasos a la escalera que comunica con el piso inferior.

Entusiasmados ante la posibilidad de comenzar su exploración y reencuentro con sus viejos recuerdos de la mansión, los 3 fueron en busca de la biblioteca. Esta no se encontraba en el segundo piso, ya que este se reservaba para una multitud de dormitorios y cuartos, muchos de ellos abandonados y descuidados, pese a las muestras de renovación de la casa familiar. Otras puertas estaban cerradas y ni siquiera asomándose por el agujero de la cerradura lograban ver algo en su oscuro interior, pero eso no los desánimo y siguieron correteando por el lugar, disfrutando al andar por entre los añosos corredores como si fuera el interior de una antigua fortaleza o baluarte, imaginándose aventuras mientras iban hacia abajo, armando todo un revuelo.

Escucharon las voces de sus padres y tíos en una especie de salón o recibidor cerca de la puerta, pero preferían seguir libres, sin la interferencia de los adultos, y la búsqueda los llevo hacia la parte posterior de la casa, donde unas puertas dobles atrajeron su atención. Fueron corriendo hacia ellas y escucharon que una vocecilla aguda y quebradiza dijo tras de ellas: - ¡Cuidado amo, ahí vienen tus primos!

Abrieron las puertas y se vieron ante la biblioteca, aunque su aspecto había cambiado mucho. De una severa y oscura sala con sus impresionantes estanterías repletas de libros, solo quedaba una reducida cantidad de ellos, una mesa, varias lámparas para facilitar la lectura y una laptop.

Michael estaba sentado sobre una alfombra con cara de desconcierto, mientras por el rabillo del ojo les pareció ver que una figura pequeña y sombría se desvanecía furtivamente entre las estanterías.

¿Qué fue eso? Ná, lo estaría imaginando. Pienso después de que me pareciera ver la sombra en las estanterías.

Entramos los tres en la sala, en comparación con los libros que tenía en mi casa este lugar era una maravilla, mis ojos van rápidamente de unos a otros buscando títulos o encuadernaciones que me resultaran atractivas.

¡Hola Michael! Ua. ¡Libros! Podías habernos dicho que venías a la biblioteca. ¿Puedo ojear alguno? Digo atropelladamente por la emoción mientras sigo mirando de un lado a otro.