Partida Rol por web

TURNO 4

11 + 8 = 19pm

El gigante se afianzó a la roca y dió un paso más hacia arriba, la roca se desmenuzó bajo sus zapatos y dió un traspiés del que salió airoso renaudando la escalada. Aerith estaba cerca, un poco más y....  el gigante alcanzó el terraplén sobre el cual se extendía un bello jardín de piedra que daba paso a un auténtico palacio. Nunca hubiera imaginado el gigante el nivel de arquitectura y perfección que podían poseer los elementales, los creían más primitivos y sin embargo sus construcciones eran dignas de equipararse al a de los Tvus.

El gigante se echó atrás la capa carmesí, dejando a la vista sus ropas púrpuras, a su espalda el escudo de metal y en su cinto la larga espada, a su alrededor, hasta ahora invisibles, comenzaron a materializarse la población del lugar, los elementales se agruparon sin miedo entorno al gigante que a sabiendas que todo un pueblo le habia observado en su ascenso, y que todo un pueblo le escuchaba ahora, proclamó:

Soy Uviel, emisario del Rey Gigante de Talruum, Kilombo hijo de Oslo, hermano de Loki, y en representación al consejo de Eruditos Gigantes

Los gigantes hemos sufrido horribles ataques, y ahora pensamos pacíficamente en la forma de subsistir sin más guerras en Albur, vuestra Ciudad: Aerith, viola nuestras fronteras, y exigimos la retirada pacífica de la raza en el plazo de un año. La ciudad Aerith debe ser movida de aquí fuera de nuestras tierras.

El concilio ha estimado que vuestra presencia aquí amenaza nuestra forma de vida, sea por vosotros o por futuros atacantes que pudieran tomar la posición, debe ser movida, teneis un año.*

Las estrellas titilaban en el cielo como miles de miradas, incredulas,
espectantes, y sus luces rasgaban las sombras que las pequeñas viviendas
proyectaban...

Un sobre lacrado se dejaba entrever entre sus dedos, pero nadie habia
en las calles para verlo. A paso lento y constante aquel sujeto se dirigia a
los limites de la ciudad, donde alguien aguardaba su llegada...

-Aqui tienes tu destino, Koquro, mucha suerte...

Tras esas palabras dio media vuelta y se marcho.

-Koquro, habil artesano de guerra, habia sido elegido para una dificil
tarea, era anciano, pero su experiencia en ese campo era inigualable...

Al dia siguiente, ni el ni sus ayudantes estaban en el taller, lo que
desperto la curiosidad de los habitantes...

El encargado de comunicar las decisiones del Primura al pueblo se dirigio
al mismo, unas horas despues del exilio:

-Koquro y los suyos han partido para llevar a cabo una dificil busqueda,
asi pues, otros deberan relevarlos, y pronto seran notificados.

La puerta del progreso

Los años pasaban y Cícero se había asegurado una buena posición entre sus congéneres. Aprovechando su privilegiado intelecto trató de transmitir a las generaciones venideras. Cada día se sentaba, rodeado de jóvenes Har-Ail y les contaba las maravillas que entrañaba su trabajo. Les instruyó con su arquitectura, les mostró los secretos de sus inventos, y les enseñó los planes futuros que tenía. Los Har-Ail habían sido siempre muy tradicionales, Cícero quería demostrarle a su gente que había algo más allá de las viejas costumbres, que el progreso tecnológico era algo posible, al alcance de todos.

Con sus conocimientos podía construir complicadas máquinas que facilitaban las labores de construcción, o de recolección. Los beneficios eran palpables, y nadie podía negarlo. Así comenzó la revolución de Cícero. Muchos Har-Ail todavía soñaban con ser caballeros y luchar por el honor, pero ahora había algo más que dedicarse a la lucha o a la oratoria. Había otra alternativa.

Los leónidos aprendieron de Cícero  las artes necesarias para comenzar su carrera hacia la vanguardia tecnológica de Albur. No debían anclarse en el pasado, ni dejarlo de lado para dedicarse por completo al futuro. El consenso era posible, la unión de lo tradicional y lo moderno era la puerta hacia el progreso.

Nairreh vio con buenos ojos la iniciativa del excéntrico albañil, y avaló sus acciones.

Los jinetes del Alba

El joven Xandre era aún inexperto. Había conseguido encontrar a su grifo, pero todavía tenía problemas a la hora de montarlo. Sentía con fuerza el vínculo que lo unía a la criatura, pero los novatos compañeros aún no se compenetraban correctamente.

Tras salir de viaje para repartir la palabra de Aildor por Albur llegó al continente que estaba más allá del océano. Entre las montañas había encontrado un refugio, un templo de los hermanos. Allí le habían acogido y le habían dado un techo donde resguardarse y alimento.

Se pasaba todas las tardes junto a la enorme cascada, intentando montar sobre Cairo, su grifo. Volar junto al propio grifo era una experiencia que no podía describirse con palabras. Sentir el aire contra tu rostro mientras surcas el cielo es lo que esperan encontrar todos los elegidos una vez monten por primera vez su grifo. Se decía que el vínculo que existía entre un jinete y su grifo era tan fuerte que ni siquiera necesitaban práctica para volar juntos como uno solo. Xandre parecía ser la excepción.

Nairreh, en uno de sus paseos se encontró con el joven hermano intentando montar sobre su grifo. Lo observó con curiosidad durante varios días. Siempre lo encontraba en el mismo sitio, a la misma hora. Xandre no parecía encontrar la manera de progresar, estaba estancado. El caballero blanco notaba su preocupación en la expresión de su mirada.

Un día decidió acercársele y ayudarle en su entrenamiento.

- Parece que el vuelo se te resiste, joven – Nairreh inició la conversación apareciendo casi de la nada. Sorprendió tanto al joven Xandre que éste cayó de espaldas al suelo mientras intentaba subir sobre el lomo de Cairo.

La expresión de su rostro denotaba sorpresa, se había quedado sin palabras. Nairreh rió, dispersando la tensión del joven jinete.

- No todos los jinetes tienen problemas a la hora de montar su grifo la primera vez. Sabes, yo cuando era más joven tuve el mismo problema.

Caminó lentamente alrededor de Cairo y acarició con suavidad su lomo.

- Es un buen grifo el que tienes por compañero. Pero parece que no confías del todo en él, se te nota en la expresión, cuando vas a montar.

Xandre seguía sin decir nada, miraba al veterano caballero casi con vergüenza y respeto al mismo tiempo.

- No tengas miedo de caerte cuando montes sobre él. Porque tu grifo no dejará nunca que te caigas. Recuérdalo, joven jinete. El vínculo con un grifo es algo muy profundo que explorarás por tu cuenta, pero debes saber que la confianza entre un jinete y su montura es algo vital.

Nairreh volvió a sonreír, y le tendió su mano para ayudarle a levantarse.

- Mi mentor me dijo hace muchos años que cada vez que me cayese de mi grifo lo volviese a intentar. Hazlo tú también.

Xandre asintió tímidamente y tomó la mano del caballero blanco. Montó de nuevo sobre Cairo, que extendió sus alas, preparándose para remontar el vuelo. El corazón del jinete se aceleró, era un momento crucial. Pero bajo la atenta mirada del caballero blanco no podía hacerlo mal, no podía defraudarle.

Más tarde Xandre llegaría a convertirse en un importante miembro de los Jinetes del Alba, los más veloces caballeros de Albur, pero eso es ya otra historia.

Si bien el niño era solo eso, un niño, la leyenda del Vidente que realmente veía ambos mundos se esparció como la pólvora.

Estudiosos de todos lados, incluso de remotas civilizaciones, incluso aquellos que tuvieron que enmascarar su visita a Hydratan, intentaron verlo, analizarlo, conocerlo.

El niño, en su pequeño catre de paja, regalaba sonrisas y gorgoteos. Porque además de ser un Vidente, era un pequeño Vandrer. Juguetes, juegos, risas y el calor de una madre. Seguramente en su mente de niño no entendía lo que era el gran revuelo.

Pero sí entendía una cosa: el futuro. Entre juego y juego, su mente se nublaba. No era aún capaz de entender que eso eran visiones del futuro, pero el Vidente ya lo demostraba. Milagrosamente esquivaba objetos que caían, lloraba para atraer a su madre y alejarla del peligro, reía ante quien necesitaba una sonrisa para tener un mejor día. Y crecía.

Poco a poco la gente comenzó a hacer cosas porque creía ver que Llameth lo había sugerido. Muchas veces, los Videntes del hogar deslizaban simplemente en sus comentarios referencias a la voluntad del niño, y la gente las seguía sin chistar.

Que esto fuera bueno, o malo, estaba por verse.

-.-.-.-

7 + 2 por no tener nada en la reserva.

 Los Vurmaks fueron acudiendo en número cada vez mayor al continente central por los rumores que circulaban sobre los vigias. Junto a los ansiosos candidatos a nuevos vigias acudia un gran número de Vurmaks que solo querian curiosear, familias enteras se movieron y empezarón a entorpecer al actividad de los vigias ya que empezaban a haber demasiados Vurmaks en algunas ciudades.

Asi un dia el Oraculo Ferkhik tuvo una visión de una nueva ciudad Vurmak, el rumor se extendio entre los Vurmak, algunos lo creyeron y otros dijeron que Ferkhik habia bebido demasiado cuando tuvo esa visión, una carácteristica de los Vurmak es que no suelen ponerse de acuerdo en casi nada. Sin embargo cuando Ivakh el Maestro de las Sombras dijo que le parecia una buena idea muchos se apresuraron a decir que es lo que siempre habian pensado, y asi en poco mas de un año un grupo de Vurmaks construyeron una ciudad en las montañas al norte de Skraag, desde donde los Vigias podian vigilar varios lugares de interes. Asi se fundo Piliplok

Por recomendación de Ivakh la ciudad se construyo en lo alto de unos acantilados, de modo que su acceso era muy dificil para cualquiera que no volase. Esto molesto a muchos Vurmak que siempre disfrutaban con las visitas, pero al final no solo se acepto eso, tambien se formo una milicia, o al menos un nutrido grupo de Vurmaks armados

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Tribus Kohiri de diversos lugares llegaron de todos lugares atraidos por la fama de Sol de Oriente e Hipocea, grandes eventos se acercaban, en eso estaban de acuerdo todos los Oraculos. La mas poderosa de esas tribus fue la de la Víbora Dorada cuyos guerreros juraron lealtad a la Guia Hipocea y asistencia en tiempos de necesidad, pero decidieron instalarse en un lugar distinto ya que querían mantener su propia identidad como tribu. Asi se instalaron al sur en la orilla de las llanuras

Hoyoh, repasando guardias y vigilando a las tropas de la ciudad, habia quedado como el encargado de la defensa de Talruum, pero el emisario gigante no daba a basto revisando las ciudades circundantes. Por lo que el Rey Kilombo volvió a acudir al consejo de Eruditos, para que entre todos, se escogiera a un gigante que pudiera representar a las tropas fuera de las murallas. Un capitán, un guía, un estandarte para las tropas militarizadas que se estaban formando.

Si el Rey Oslo levantara la cabeza y viera estos movimientos militares, se le revolverían las tripas, pero el Rey Oslo no estaba...

Kandoran, fué el gigante quien, por su mayor intelecto y estudio, fué designado a organizar la salida de Talruum de las tropas.

Kandoran estaba entre los mejores artesanos y más sabios miembros de la cámara de los Eruditos, y ahora podría tomar decisiones por su cuenta, conocido entre el resto como el más irascible de los gigantes, una minoría prudente de la cámara se preguntaban si habian dejado en buenas manos las tropas de Talruum, y los Kohiri, ajenos a las decisiones internas de Talruum, tuvieron un nuevo representante de la ciudad con quien hablar.

Observó con poco recelo, como el tiempo solo les traía prosperidad y felicidad. Nunca había sentido su carga tan liviana como en ese entonces. El paso del tiempo trajo mucha natalidad consigo, y por ende empezaba a preveer que el auge podría ampliar los horizontes de la Tempestad. Además, no era agena a las espectativas y deseos de su gente.

Algunos empezaban a soñar y manifestar mas tierras además de la ciudadela, no por avaricia sino por necesidad o comodidad. Allí, el agua y el viento vivían a gusto, pero el fuego por ejemplo, usualmente debía vivir algo mas rezagado de las aguas que frecuentaban zona baja del lugar. Se sintió dichosa.

Por esto y otras razones, empezaron a expandirse lentamente. Cincelaron con sumo cuidado y esmero el entorno donde mas acorde o mas beneficioso resultaba a los ojos de los encarcados de planificar dicha tarea. Sin embargo, no se separaron demasiado de la tempestad. Despues de todo, separar demasiado una familia causaría nostalgia de todas las partes.

La que se alejó mas de la tormenta fue Flora, originalmente llamada Tetra, pero cuyo nombre decidió cambiarse tras ver el panorama: fue la mas hermosa, ya que lejos del violento clima y al ser la que mayor población de elementales unidos a la tierra tenía hasta el momento, también tuvo los suelos mas fértiles y generosos. No había un solo lugar donde no se pudiera ver el verdor de la vida que allí se desbordaba. Como recompensa, esta misma vida hizo que aquel paraje fuera el mas prospero de lejos entre los demas, y quizá incluso entre toda Albur.

Sofoco la ardiente, estaba habitada exclusivamente por tierra y fuego, predominantemente este ultimo elemento. Algunos opinan que casi parece la contrapartida de la ciudadela Tempestad. Era la primera ciudad bajo tierra que se construía, y la mas trabajosa de moldear. Sin embargo, al terminar la obra, fue un lugar excelente para la vida de estas dos fuerzas. Subterranea y conviviendo con la lava, aunque era la mas pequeña en extensión se volvió además un exponente en el forjado del metal.

Finalmente, entre agua y hielo se creó el Valle Glaciar. Lo particular del lugar, es que solo se podía acceder y circular en el mediante un bote o mediante el vuelo, porque estaba flotando a la mar, aunque no demasiado lejos de la costa. Esculpida totalmente en hielo, sobre un pequeño archipielago de islas y de cuando en cuando envuelta por el vaho del frío. De mas esta decir, que sedujo a muchos de los que estaban unidos con el hielo, que migraron desde los picos de las montañas de la ciudadela para poblar el lugar. Pero aunque eran mayoritarios, su población era mixta por casi todas las demas clases, exceptuando obviamente al fuego.

Cada una se desarrolló con bastante rapidez y fueron designados por el concilio los primeros lideres de aquellas ciudades. Tomando como ejemplo la organización de la ciudad primigenia como ahora también se conocía a la Tempestad, fue mucho mas fácil el desarollo y la delegación de tareas.

Aerleem, comandante en jefe de una pequeña flota de naves exploradoras, observaba desde la costa como las siluetas de las Golondrinas Negras se dibujaban en el horizonte con un suave bambolear. Con el amanecer llegarían a la costa para iniciar las tareas de construcción de su nuevo hogar y con ello una esperanza de prosperidad para su raza, los Nayas volverían a la tierra firme tras años de navegar por los agitados mares, sin comprender su verdadero rumbo.

Después de tantos años de negociaciones y tratados, por fin había llegado la hora. Por fin, los reinos de los Karrdum y los Nyrv, unidos por sus creencias, declararían oficialmente su alianza con Albur como testigo, para regocijo de Jonsu y preocupación del resto de sus vecinos.

Tal proceso no había ocurrido sin problemas, y los orgullosos Nyrv habían tenido muchas pequeñas disputas con los retorcidos Karrdum que solo se habían multiplicado al aumentar el contacto entre ambos, pero el puño de hierro de sus señores y el conocimiento de los deseos de dios lo había hecho posible.

Pero el trabajo de Jonsu no había hecho mas que empezar. Con esta nueva alianza, ambas razas exigían nuevos puntos de encuentro entre ambas, y nuevas ciudades serian necesitadas para esto. Con el aumento de lo viajeros y comerciantes, las rutas necesitarían mas seguridad. Jonsu tenia mucho trabajo por delante.