Partida Rol por web

-De acuerdo.-Digo alargando mi mano libre para ayudarla a levantarse.-Te llevaré a algún lugar seguro. Lo primero que has de hacer es reponerte, luego podrás encontrar a esos los demás.  

Lamento no poderte ser de más ayuda, no he visto más que a una maga en toda mi vida y no vestía de azul.-El recuerdo me hace apretar los dientes.-Y tampoco soy un sanador de ningun tipo, solo un vulgar espadachín. Aunque se me da bien el bosque. En esta ciudad sería el inútil perfecto.-Río para tratar de calmarla.

Lynn se ayudó de tu brazo para ponerse de pie. No caminaba derecha, como si en efecto tuviese un mareo enorme encima, pero al menos tampoco tenías que llevarla en brazos.

—Gracias—suspiró—. Quedé con... el resto de mi grupo en El Noble Roído, creo que con ir allí será suficiente.

Caminásteis unos cuantos pasos hasta que comenzásteis a oir un sonido metálico de grebas, al poco, viste aparecer un guardia que venía con la lengua fuera.

—¿Qué ha pasado aquí? ¿Qué eran esos gritos?—resolló, deteniéndose al veros—. ¿Va todo bien?

—Eh... sí, sí. No se preocupe—se atropelló Lynn—. Me ha dado un tabardillo pero ya me ayuda este chico. No es nada.

Notaste que te apretaba el brazo en una especie de petición muda para que le siguieras  la corriente. Ya bastante nerviosa parecía ponerle aquella laguna mental que sufría como para que le apeteciera andar dando detalles sobre que no recordaba lo que le había pasado por motivos de los que tampoco tenía ni idea.

El guardia suspiró con alivio aunque no supiste bien si era por comprobar que no ocurría nada peligroso o porque podía volver caminando a su puesto en lugar de tener que batirse en cobre con nadie tras la carrera que se había pegado. Armadura pesada puesta incluida.

—¿Seguro? ¿No necesitan nada?

—No, de verdad. Muchas gracias...

El guardia asintió y os dedicó un educado cabeceo antes de girar sobre sus talones y emprender el camino de vuelta. Lynn sin embargo parpadeó al caer en la cuenta de algo.

—Espera, ¿has dicho una maga?—preguntó. Luego pareció pensárselo unos instantes antes de morderse el labio inferior y añadir:—. ¿Por casualidad no sería una... maga pelirroja? ¿Con los ojos ambarinos?

-Tal me temo.-Digo asintiendo a las palabras de la maga. Un instante después me vuelvo al guardia.-Lamento haberle hecho perder el tiempo, pero no estaba seguro de la amenaza que podía haber cuando encontré a la señorita tendida en el suelo y preferí alertarle a gritos por si acaso. No me gusta enfrentarme solo a lo desconocido, pues soy consciente de mis limitaciones. Me hubiera gustado tener la destreza de un guardia gris para no tener que molestarlo, pero soy un simple espadachín de pueblo. Mis más sinceras disculpas.

Acabadas mis palabras, me vuelvo hacia la mujer y la invito a acompañarme con un gesto.

-Si es tan amable de acompañarme podremos debatir sobre nuestra común conocida. ¿Sabe al menos su nombre? No tuvo ocasión de decírmelo ni yo de agradecerle los servicios que me prestó.

—Ay, no me trates de "usted". Que solo tengo ventitres años...—medio refunfuño Lynn.

Debía ser un esfuerzo para quitarle hierro al asunto porque era evidente que estaba bastante inquieta por lo que le había pasado. Además, se frotaba la cabeza con gesto dolorido continuamente.

—S... Sí, de hecho la conozco—te respondió—. Se llama Ayla y... espera, "¿servicios?".

—Eh, ¡eh, florecita!

Escuchaste el eco de aquella voz justo en el momento en el que "volvías" y por un instante te sentiste como una maraca. Algo te estaba sacudiendo y ese algo era Belgar que cuando vió que estabas despierta, te soltó. Las cejas del enano estaban fruncidas preocupadamente de modo y manera que, junto a la barba oscura, parecían nubarrones en torno a la ladera de roca esculpida que era su cara.

—¿Se puede saber qué recuernos pasa?—refunfuñó—. ¡No puedes andar diciéndole a la gente "cuida de mi cuerpo" y que luego te de un patatús como si fuera lo más normal del mundo! ¿Estás bien?

—Claro que sí, estoy perfectamente —contestó Gabby—. Sólo me he dado un paseo por el Velo. Pero no es que haya visto demasiado. En fin, tenía que intentarlo. Venga, volvamos.

—Ah, se ha dado un paseo por el Velo—Belgar asintió con gesto entendido—. Yo a veces me doy un paseo hasta la cama. Pero sólo después de una buena cogorza.

Hizo un gesto apotropaico

—¡Hablas como si tuviera que saber de qué rayos va todo eso!, te recuerdo que soy enano—exclamó—. Vuelve a darme otro susto de esos y te echo por encima el primer barril de agua que me encuentre.

Suspiró y dio media vuelta entre refunfuños.

—En fin, no entiendo ni la mitad de lo que ha pasado aquí pero si dices que ya hemos terminado y estás bien pues será mejor que volvamos.

Belgar: Belgar recordará eso.

Salísteis de los restos de la casa con destino a El Noble Roído. ¿Estarían vuestros compañeros allí? ¿Habría averiguado alguno algo? Sólo podías desear que sí.

Mientras caminábais por el Distrito Comercial sin embargo, reconociste a alguien. Concretamente por lo llamativa que era su túnica violeta aunque había algo distinto. Viste a Lynn en compañía de un chico que iba ataviado con una cota y un enorme alfanjón a la espalda. No lo habías visto en tu vida y desde luego no era Dreren.

Aunque la clériga caminaba ella sola, lo hacía algo encorvada y apoyándose en uno de los hombros del tipo.

Gabrielle enarcó una ceja.

—Precisamente porque eres un enano pensara que no te interesaría los pormenores de un viaje al Velo —le señaló Gabrielle a Belgar.

Gabby le dio unas palmaditas en la espalda al enano, lenta y pavorosamente.

—Pero tú no te preocupes que cuando tengamos un rato voy a hacerlo —amenazó—. Y cuando acabe contigo, te dolerá tanto la cabeza que pensarás que te has tomado una docena de barriles de cerveza.

Gabby soltó una risita frente a su propia gracia antes de ponerse seria.

—Pero por favor. ¡Por favor! Es super importante que me hagas caso en cuestiones relacionadas con el Velo. Si te digo que no despiertes salvo que pase algo malo, ¡por el Hacedor, no me zarandees de esa manera cuando no pasa nada! ¡Podría haber perdido alguna pista importante si me hubieras despertado antes de tiempo!

—Y no me interesan lo más minimo todas esas majaderías esotéricas—te corroboró el enano encogiéndose de hombros—. Te haré caso y todo lo que tu quieras pero haz el favor de avisar de que van a ocurrir... cosas raras controladas antes de que ocurran. ¡Llega a pasar un guardia en ese momento y a ver por quién me toma! Si entiendes lo que quiero decir.

Una muchacha joven y menuda, y de un enano aguerrido y menudo, se abrieron paso entre los transeúntes. Ella llevaba ropas sencillas de campesina: camisa de lino y pantalones con polainas. Tenía el rostro dulce y ojos compasivos, enmarcado con unos cabellos del color del chocolate en el que había puesto un par crisantemos de color amarillo chillón.

—¡Lynn! —llamó la joven—. ¿Qué te pasa? ¿Dónde está Dreren?

Parpadeó al ver a su acompañante. Y le echó una mirada de arriba abajo al alfanjón, visiblemente turbada.

—¿Y quién eres tú?

- Si tuvieras que apostar por algo, ¿qué dirías? ¿A quién pertenece esa filactería? - sólo quería confirmar sus sospechas, Dreren era alguien que no deseaba dejar evidencias en duda, la duda le libraba del dogmatismo y el servilismo, la duda era su aliada en aquellos casos.

 Dreren entendía que protegiesen conocimientos, que quisieran mantenerlos vigilados...lo entendía, pero ¿cómo podía respetarlo? ¿aceptarlo sin más como el grillete de un reo?

 - ¿Tienes idea de que planes tienen para Ayla? ¿Por qué nos han permitido a nosotros ir a buscarla?

 Es más... - pensó, con voz tranquila prosiguió desmenuzando las ideas - ¿tienes constancia de que alguien nos siga?

Lynn entornó un poco los párpados, como si la apenase o la preocupase la respuesta.

—A Dreren—contestó, y no pudo menos que resultarte curioso el hecho de que no parecía ser consciente de que hablaba precisamente contigo—. Irving se fía de él pero Greagoir... Greagoir se ha vuelto más quisquilloso desde lo de las abominaciones. Le cuesta confiar en la gente. No necesariamente porque la considere mala, aunque...

Se mordió el labio inferior un instante. Era el primer gesto remotamente parecido a una expresión que hacía desde que habías comenzado el hechizo.

—Es sólo una sospecha pero una sospecha que me tortura. No aguanto la incertidumbre. Tengo miedo de tener razón, ¡no quiero tener razón!—añadió—. Y creo que si se lo dijera a Dreren sólo le haría daño, sería peor.

«Je, y seguro que el pecholata lo sabía» aventuró Allure que parecía francamente entretenida con todo aquello «Es decir, parece que conoce lo bastante bien a tu amiga como para intuir que tarde o temprano se olería que la otra gema era "tuya". Y que, al hacerlo, creería justo eso que acaba de decir. Me encanta. Ese tipo casi lee mentes, jajaja»

Se rió de su propia gracieta de nuevo, de aquella forma tan peculiarmente encantadora aunque enseguida añadió:

«Suponiendo que sus sospechas sean ciertas, claro»

Ajena a la voz de Allure, Lynn te respondió a la otra pregunta.

—Eso... depende: Si realmente es una Maléficar, la matarían—contestó—. Si no, supongo que le impondrían un castigo muy severo. Pero no tanto como la Tranquilidad. Está prohibido aplicar el rito de la Tranquilidad a los magos que ya han pasado la Angustia.

»Irving nos dijo por qué nos enviaba, dijo la verdad. Y no, nadie nos sigue.

Por si no te acuerdas, te lo refresco yo: Se montó un follón por el tema de que Dreren se tatuó sin pedir permiso y de tapadillo así que como "castigo", para demostrar sus buenas intenciones hacia el Círculo y para enmendar el pifiote que hizo en su primer intento fallido de detener a Ayla, le dieron una segunda oportunidad enviándolo otra vez a buscarla.

Necesitábais un rastreador por supuesto, que normalmente sería un templario, pero como a Lynn la mandaron contigo también  como responsable para "supervisar" los tatoos, pues aprovecharon y la rastreadora es ella.

«Um... ¿Y por qué no compruebas si realmente esa otra filacteria es tuya?» cayó de pronto en la cuenta Allure «Podrías pedirle que la use y así sales de dudas. ¿No te pica la curiosidad? Serías el único mago del Thedas que sabe cómo funcionan»